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LO QUE REALMENTE
SIGNIFICA?
Por Ing°. Mario A Olcese
En Búsqueda de la Gloria
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inmortalidad por la resurrección del día postrero, en la parusía de
nuestro Señor Jesucristo. Estas son las palabras de Pablo: “Cuando
Cristo, vuestra vida, se manifieste, entonces vosotros también seréis
manifestados con él en gloria.” (Col. 3:4). De modo que nadie aún
posee la gloria que se nos ha ofrecido a través de las páginas de la
Biblia. Y nuevamente el apóstol Pablo les dice a los romanos
creyentes sobre esta gloria escatológica, lo siguiente: “Pues tengo por
cierto que las aflicciones del tiempo presente no son comparables con la
gloria venidera que en nosotros ha de manifestarse” (Rom. 8:18). Aquí
Pablo dice que debemos sufrir tribulaciones antes de recibir la
gloria, lo cual concuerda con otra de sus declaraciones que dice:”Si
sufrimos, también reinaremos con él” (2 Tim. 2:12). Acá el sufrimiento
trae como recompensa la gloria, gloria que significa nuestro
REINADO con Cristo.
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sobre las naciones de la tierra en el largo plazo (Sal. 72:8). Dios
había jurado a David que no faltaría varón que se sentase en su
trono (2 Sam 7:16, 1 Rey. 9:5), y también prometió que algún día un
último rey restauraría el trono de David (Eze. 21:25-27). La gloria
del Reino sería algún día reestablecido en la tierra con un rey Judío
de la línea de David. Y Daniel habló de ese reino-gloria como una
herencia que sería poseída por los santos de Dios en el futuro. Son
de destacar los versos 18 y 27 que dicen: “Después recibirán el reino
los santos del Altísimo, y poseerán el reino hasta el siglo, eternamente y
para siempre. y que el reino, y el dominio y la majestad de los reinos
debajo de todo el cielo, sea dado al pueblo de los santos del Altísimo, cuyo
reino es reino eterno, y todos los dominios le servirán y obedecerán”. ¡Esta
es la gloria que recibirán los santos del Altísimo!
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Dice Pablo en 2 Corintios 4:4: “En los cuales el dios de este siglo cegó el
entendimiento de los incrédulos, para que no les resplandezca la luz del
evangelio de la gloria de Cristo, el cual es la imagen de Dios.” Acá Pablo
revela que la gloria de Cristo —que es la misma gloria que se nos ha
dado—es el evangelio (el evangelio que Pablo mismo llamó después
“el Reino de Dios” –Hech. 28:23,30, 31) De modo que TODO lo
relacionado con la gloria de Cristo es el Evangelio verdadero, pues
esta gloria es un sinónimo del Evangelio del Reino de Cristo (Mat.
24:14). Ya hemos visto que Reino y gloria vienen juntos. De modo
que toda vez que se nos promete la gloria, se nos está prometiendo
el Reino. En resumen, hablar del evangelio de la gloria de Cristo es
hablar del evangelio del reino de Cristo. La gloria es el Reino, y el
Reino es la gloria que obtendremos completamente en la Parusía. A
esa gloria monárquica estamos siendo conducidos todos los
creyentes por la fe (Heb.2:10).
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demás Apóstoles) vuestro en la tribulación, EN EL REINO y en la
paciencia de Jesucristo…”. ¿Se da cuenta, estimado lector, que la
coparticipación en el Reino para Juan era la coparticipación de la
gloria para Pedro, y a su vez era la coparticipación de la Gracia
para Pablo? Es decir, ¿Comprende ahora que los 3 términos (gloria,
reino, y gracia) son intercambiables? Es evidente que Juan
coparticipaba del reino, o lo que es lo mismo decir, de la gloria que
aún no se había manifestado. Y si la gloria no se había manifestado,
entonces tampoco el Reino de Cristo. El Reino de Cristo era todavía
para Juan, un asunto del futuro, pues finaliza su libro pidiendo por
la venida del Rey del reino (Apo. 22:20).
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diferencia, dado que era obvio para los primeros cristianos que la
Gloria era un sinónimo del Reino y viceversa. Con esto queda una
vez más demostrado que el evangelio de la gloria de Cristo (2 Cor.
4:4) es lo mismo que “el evangelio del Reino de Cristo” (Mat. 24:14).
Los predicadores de hoy debieran comprender este asunto, y no
especular con interpretaciones que se alejan de la verdad prístina
de las Escrituras. Definitivamente el evangelio de la gracia, el
evangelio del Reino, el evangelio de la gloria, el evangelio de la
paz, el evangelio de salvación, el evangelio de Cristo, el evangelio
de aquella promesa, etc, son todos y cada uno de ellos el mismo y
único evangelio bíblico (Gál. 1:6-9).
Ahora presten atención a esto: En Lucas 9:32 se nos dice que los 3
discípulos elegidos “vieron LA GLORIA de Jesús”, aunque en unos
pocos versículos antes, en Lucas 9:27, Jesús prometió que aquellos
elegidos verían SU REINO. También en Marcos 9:1 Jesús anuncia
que sería su REINO el que vendría y que sería visto sólo por
algunos de los suyos en su TRANSFIGURACION que se produciría
6 días después. Realmente ellos vieron la majestad o GLORIA del
Rey Mesiánico o Su REINO, anticipadamente, como una especie de
bocado para que fueran testigos de su Señor glorificado (Heb.6:5).
El apóstol Pedro dice que existe una corona de gloria en 1 Ped. 5:4
“Y cuando aparezca el Príncipe de los pastores, vosotros recibiréis la
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corona de gloria”. Esto significa que seremos coronados como reyes
del Reino como lo fue Jesucristo en su resurrección (Heb. 2:9, Apo.
5:10, Apo. 3:21), y esto significará nuestra glorificación.
Nuevamente nuestra glorificación tiene que ver con nuestra
coronación como autoridades reales o reyes del Reino de Cristo.
Sólo los coronados son los nombrados para ser los ejecutivos del
Reino mesiánico, y esto lo vislumbró claramente el profeta Daniel
para los vencedores (Dan. 7:18,27). Esta era la gloria que tenía Dios
—y Su Hijo, el Cristo—para ofrecer a todos los otros cristos o
ungidos.
Así que está muy claro que la gloria no tiene que ver con una
estadía de los justos en el cielo como angelitos alados, sino con la
morada de los santos en sus puestos de autoridad en el Reino
milenario de Cristo en la tierra prometida. Esa tierra prometida no
es el cielo, sino Jerusalén, la sede del gobierno de Cristo y de sus
seguidores sobre las doce tribus de Israel. En aquel entonces el
Reino de Cristo será glorioso. Dice el Sal. 72:7-20: “Florecerá en sus
días justicia, Y muchedumbre de paz, hasta que no haya luna. Dominará
de mar a mar, Y desde el río hasta los confines de la tierra . Ante él se
postrarán los moradores del desierto, Y sus enemigos lamerán el polvo.
Los reyes de Tarsis y de las costas traerán presentes; Los reyes de Sabá y
de Seba ofrecerán dones. Todos los reyes se postrarán delante de él; Todas
las naciones le servirán. Porque él librará al menesteroso que clamare, Y al
afligido que no tuviere quien le socorra. Tendrá misericordia del pobre y
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del menesteroso, Y salvará la vida de los pobres. De engaño y de violencia
redimirá sus almas, Y la sangre de ellos será preciosa ante sus ojos.
Vivirá, y se le dará del oro de Sabá, Y se orará por él continuamente; Todo
el día se le bendecirá. Será echado un puñado de grano en la tierra, en las
cumbres de los montes; Su fruto hará ruido como el Líbano, Y los de la
ciudad florecerán como la hierba de la tierra. Será su nombre para siempre,
Se perpetuará su nombre mientras dure el sol. Benditas serán en él todas
las naciones; Lo llamarán bienaventurado. Bendito Jehová Dios, el Dios de
Israel, El único que hace maravillas. Bendito su nombre glorioso para
siempre, Y toda la tierra sea llena de su gloria. Amén y Amén. Aquí
terminan las oraciones de David, hijo de Isaí.”
La Gloria y el Poder
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están íntimamente vinculados con el Reino de Cristo. Los santos
tendrán el poder en la gloria, o lo que es lo mismo decir: Autoridad
en el reino de Cristo. En la parábola de las Diez Minas de Lucas 19,
Jesús explica que los fieles recibirán autoridad sobre ciudades
enteras, y autoridad significa el poder ejercido sobre grupos
humanos (v.17). También Apo. 2:26 “Al que venciere y guardare mis
obras hasta el fin, yo le daré autoridad sobre las naciones”.
Hemos visto que Satanás ha cegado los ojos de los incrédulos para
que no perciban o entiendan el mensaje del Evangelio del Reino,
que es el evangelio de la gracia, o el evangelio de la gloria venidera
de Cristo. El no desea que los potenciales creyentes acepten este
mensaje del cielo porque significa su propia ruina, y la de su reino
en este mundo (Ver. Mar. 4:15) El ha trocado el evangelio de la
gloria de Cristo por un evangelio espiritual en el “corazón del
creyente”, o en la iglesia. El obstruye la razón de los seres humanos
haciéndoles creer que el Reino de Dios no tiene nada que ver con
un reinado personal del Mesías en la nueva tierra. El ha logrado
convencer a millones de incautos de que el pacto davídico y el
pacto Abrahámico, los cuales aseguran para Cristo y su iglesia un
enclave y un reino en este planeta, fueron condicionados a la
obediencia de sus potenciales beneficiarios. Tales predicadores
sostienen que esos pactos caducaron radicalmente por la
infidelidad del pueblo prístino de Dios, y que éstos ahora han
pasado a ser herencia de un nuevo pueblo (la iglesia) pero con un
significado puramente “espiritual”. Agustín de Hipona fue uno de
los mayores responsables por esta crasa mutación del pacto
original. Para Agustín, el Reino Mesiánico se convirtió en un reino
eclesiástico, y el trono de David se transfirió, de la Jerusalén
terrenal, a la Jerusalén celestial. Este grave error fue propagado
sutilmente por el romanismo por siglos, opacando y haciendo casi
desaparecer el verdadero Reino terrenal, como está desplegado en
las Escrituras de tapa a tapa.
Resumen
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3.- El Evangelio de la gloria de Cristo (2 Cor. 4:4) es el Evangelio del
Reino de Cristo (Mat. 24:14), y es el evangelio de la gracia (Hechos
20:24).
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