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SEGUNDA ENTREVISTA PRIVADA

CON EL
SEÑOR JESUCRISTO

TEMA TRATADO: LA SALVACIÓN DE LOS HOMBRES

Entrevistador:

Muchas gracias, Señor Jesucristo por permitirme una segunda entrevista privada contigo desde este
lugar tan hermoso donde nos encontramos. Es para mi un gran privilegio dialogar contigo sobre el
importante tema de la salvación de los hombres, a fin de despejar ciertas dudas que aún persisten
sobre este tópico bíblico.

Jesucristo:

Lo que voy a decirte y contestarte será lo mismo que dije hace dos milenios cuando estuve con mi
pueblo Israel, y con mis discípulos. De modo que nada nuevo diré, sino sólo lo mismo que ya fue
escrito en los evangelios sobre lo que enseñé en mi ministerio de tres y medio años en la tierra.
Habiendo hecho esta oportuna aclaración, estoy listo para responder a tus preguntas.

Pregunta # 1:

Entrevistador:

Señor Jesús, hay muchos de tus seguidores que creen que tu viniste a salvar a los pecadores y
conducirlos al cielo. ¿Es verdad eso?

Jesucristo:

Recordemos lo que dijo el ángel a José, el esposo de mi madre María: “José, hijo de de David, no
temas recibir a María tu mujer, porque lo que en ella es engendrado, del Espíritu Santo es. Y dará a
luz un hijo, y llamarás su nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de sus pecados” (Mateo
1:20,21). De manera que mi meta fue salvar a mi pueblo y al mundo de sus pecados. Sin embargo,
quiero dejar bien en claro que yo no vine exclusivamente a salvar a los pecadores para llevármelos al
cielo. Eso nunca lo dije, y ustedes pueden constatarlo en los evangelios. Otro asunto: Yo declaré que fui
enviado, no directamente para morir, sino para predicar el evangelio del reino de Dios. En Lucas 4:43
yo dije que Dios me envió para predicar el evangelio del reino de Dios. Esta fue mi misión especial, y
la razón de mi venida. No obstante, mi evangelio tenía--- y tiene--- poder para salvar a los que lo creen
de todo corazón. Yo morí por el mundo porque mi mensaje no fue creído o aceptado por mis
detractores (Juan 5:18, Juan 3:31,32, Juan 8:37,40,45,46,58,59). Mis enemigos me condenaron, y con
mi sentencia de muerte redimí a los pecadores (Marcos 10:33, Hechos 10:36-39). Los que me creyeron,
fueron redimidos y perdonados. ¿Entiendes ahora?

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Pregunta # 2:

Entrevistador:

Pero Señor, el ángel anunció a José que tu salvarías a tu pueblo de sus pecados, y tu dices que fuiste
enviado exclusivamente para predicar el evangelio del reino de Dios. ¿Cómo armonizar las dos
afirmaciones bíblicas?

Jesucristo:

Interesante pregunta. En primer término debo decir que yo salvaré, pero: ¿cómo? He aquí el punto
crucial. Yo traje la salvación al mundo por medio del evangelio que vine a predicar (Romanos 1:16).
Este mensaje o evangelio requiere ser creído para ser salvo (Marcos 16:15,16). Al Dios enviarme a
predicar el evangelio, Él me estaba dando un mensaje salvador para todo aquel que lo creyera por la fe.
Veamos algunas citas bíblicas:

1.- Marcos 1:1,14,15: “Principio del evangelio de Jesucristo, Hijo de Dios. Después que Juan fue
encarcelado, Jesús vino a Galilea predicando el evangelio del reino de Dios, y diciendo: El tiempo se
ha cumplido, y el reino de Dios se ha acercado; arrepentios, y creed en el evangelio”.

2.- Marcos 16:15,16: “Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura. El que creyere y
fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado”.

Observa que la fórmula para ganar la salvación es creyendo en mi evangelio o mensaje por el cual fui
enviado por mi Padre al mundo. Es por eso que en Lucas 4:43 yo dije que fui enviado a predicar o
anunciar el evangelio del reino de Dios a fin de salvar a los pecadores. La salvación es la consecuencia
o el pago por nuestra fe al mensaje de Dios, o lo que es lo mismo decir: la creencia o recibimiento de
mi mensaje o evangelio. Por cierto que esa salvación sería consumada con mi muerte expiatoria en la
cruz a favor de mis seguidores. Mi mensaje me conduciría a mi martirio, el cual sería para la redención
de todos los hombres. Realmente Dios no me envió directamente a morir en la cruz, aunque sería un
hecho inevitable que serviría para pagar el precio por los pecados cometidos por otros, y mostrar el
gran amor de Dios para con los hombres. Recuerda que yo nunca dije que fui enviado por Dios para
morir por los hombres, sino para anunciar al mundo Buenas noticias acerca del reino venidero de Dios.
Mi muerte vino a ser ineludible, pues mi mensaje trajo detractores y mucho odio hacia mi persona. Con
ella pude pagar el precio correspondiente por los pecados del mundo. Yo morí por los pecadores y
satisfice la justicia de Dios que demanda la muerte del pecador. Y como todos pecaron, mi muerte pagó
el precio que Dios demandaba por los pecados de la humanidad, el cual era la muerte de todos los
pecadores.

Sí, la fe salva, pero una fe puesta en algo concreto y real, que en este caso es en el evangelio del reino
de Dios que yo predicaba insistentemente como el enviado de Dios (Lucas 4:43; Marcos 1:1,14,15;
16:15,16). Más adelante San Pablo dirá que mi muerte, resurrección y ascensión al Padre--- como un
todo--- es también parte del evangelio (1 Corintios 15:3-8).

Pregunta # 3:

Entrevistador:

Mucha gente suele hablar que tú salvas, pero no saben qué es la salvación bíblica. Dinos, Señor
Jesús: ¿Qué significa salvación?

Jesucristo:

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En una ocasión un joven rico se me acercó para preguntarme qué debía hacer para ganar la vida eterna,
y yo le respondí que debía guardar los mandamientos. Como respuesta el joven me dijo que los había
guardado desde su niñez. No obstante, yo le dije que le faltaba una cosa para ser perfecto, y esa era que
él debía dar su riqueza a los pobres, y seguirme. Pero él se fue triste porque no estaba dispuesto a dar su
dinero a los pobres para seguirme. Entonces me dije: ¡Cuán difícilmente entrará un rico en el reino de
Dios! Y al oír eso mis discípulos me preguntaron: ¿Quién, pues, podrá ser salvo? (Mateo 19:16-25).
Entonces, ¿Qué es salvación según esta historia? Es entrar al reino de Dios con vida eterna, así de
sencillo. No obstante, millones de los que dicen seguirme, no entienden este punto tan elemental de la
fe, pues no han examinado o escudriñado esta historia con sabiduría. Hazlo tú, y verás mi punto.

Pregunta # 4:

Entrevistador:

Entendieron finalmente tus apóstoles que la salvación es entrar al reino con vida eterna?

Jesucristo:

Por cierto que sí. Por ejemplo: Yo dije en Mateo 25:31,34 que cuando yo regrese al mundo por segunda
vez, les daré a mis seguidores leales la herencia del reino de Dios. Léelo en la cita que te he
mencionado de Mateo. No obstante, mi apóstol Pablo dice en Hebreos 9:28 que yo vendré para salvar a
los que me esperan. ¿Qué concluimos entonces? Es simple, que la salvación es la entrada en mi reino
cuando yo regrese al mundo. Yo dije que vendría nuevamente para que mis seguidores entren en mi
reino, y Pablo dice que yo vengo a salvar a los que me esperan. ¿Entiendes la idea?

Pregunta # 5:

Entrevistador:

Según lo que me dices, Señor Jesús, nadie está salvo ahora si aceptamos que la salvación es entrar
en tu reino en tu segunda venida. ¿Estoy en lo correcto?

Jesucristo:

La salvación es presente por fe. Es decir, aquel hombre que cree en mí y en mi evangelio, y vive para
mi causa, está salvo por la fe (Romanos 1:16, Hechos 16:31). Si mañana muere tendrá acceso a mi
reino cuando lo resucite en el día postrero. Uno es salvo de varias cosas: De los pecados pasados que
han sido perdonados, o de una enfermedad incurable (sanidad---Marcos 5:23,28), y en lo que respecta a
la condenación, cuando pasas de la muerte a la vida cuando se “nace de nuevo” (Juan 5:24). Pero la
salvación final será cuando yo venga a inmortalizar a todos mis seguidores para introducirlos en mi
reino milenario en la tierra (Hebreos 9:28, 1 Pedro 1:5). Esta es una salvación “post-mortem” y “post-
resurrección”.

Pregunta # 6:

Entrevistador:

Señor Jesús, hay quienes creen que todos finalmente se salvarán, pues Dios es un Dios de amor y no
de castigo. Aún otros creen que no importa la confesión religiosa que uno profese para ser salvo,
con tal que uno sea un buen practicante y sincero en su fe. ¿Qué nos puedes decir al respecto?

Jesucristo:

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Si esta idea proviene de alguien no cristiano, no me llama mucho la atención, pues los no cristianos no
creen que yo soy el Hijo de Dios. Tampoco me aceptan como lo que soy: “El camino, la verdad, y la
vida” (Juan 14:6). Pero si un cristiano dice que yo soy sólo un camino de varios para llegar a Dios,
entonces la cosa es diferente. Tal persona no es un verdadero cristiano. El verdadero discípulo mío sabe
que yo soy la luz del mundo, el pan y agua de vida, el Mediador entre Dios y los hombres, el Abogado
de los hombres, la verdad, etc. De modo que si yo soy todo eso, ¿cómo es posible que haya quienes
digan que también Buda, Confucio, o Mahoma son otras verdades u otros caminos que llevan al mismo
Dios? Definitivamente fuera de mi no hay salvación, pues “yo soy el camino, la verdad, y la vida,
nadie viene al Padre sino por mí” (Juan 14:6). Definitivamente fuera de mi no hay salvación (Hechos
4:12). Ahora bien, si me acusan de exclusivo y único, no me preocupa, pues lo soy, y nadie podrá
refutarlo, pues ningún líder religioso se compara a mi en mi origen, fe y obras.

Si yo realmente creyera que hay otras verdades u otros caminos que conducen a mi Padre, pregunto:
¿Para qué enviar a mis discípulos a predicar mi mensaje a todo el mundo, si las otras religiones también
son buenas para llevar a Dios y a la salvación?¿Para qué convertir a islámicos, budistas, confucionistas,
sintoístas, etc, si todos los caminos religiosos son salvadores?

Pregunta # 7:

Entrevistador:

Señor Jesús, hay quienes sostienen que fuera de tal o cual iglesia cristiana no hay salvación alguna.
Es decir, si uno no es miembro de una determinada iglesia, nos perderemos. ¿Es verdad eso?

Jesucristo:

Cuando yo establecí mi iglesia en el año 33 E.C, no existía la Iglesia Católica, ni la Iglesia Anglicana,
ni la Ortodoxa Griega, ni la Metodista, o Adventista del Séptimo Día, por citar algunas de las más
populares. Mi iglesia se le llamaba sencillamente “Iglesia de Cristo” (Romanos 16:16), o “Iglesia de
Dios” (2 Corintios 1:1). También se le llamaba: “La Iglesia de los Primogénitos” (Hebreos 12:23), los
“santos y fieles”, “mi cuerpo” (“el cuerpo de Cristo”), “La Novia”, etc. No existían las iglesias
denominaciones como se presentan hoy por todo el mundo. Definitivamente yo no estoy dividido.

Es cierto que fuera de mi iglesia (= mi cuerpo) no hay salvación, ya que la cabeza de ella soy yo,
Cristo, el Salvador Universal. Pero la iglesia, en vez de ser una organización vertical, es un organismo
compuesto por una cabeza y muchos miembros dispersos por todo el mundo. Mi iglesia no tiene una
sede, y tampoco tiene otra cabeza que no sea la mía. Las llamadas cabezas humanas como los Papas,
Cardenales, Arzobispos, Reverendos, Pastores Generales, etc, no tienen apoyo en las Escrituras.

Mis ovejas oyen mi voz y me siguen, de modo que mi iglesia está conformada por hombres y mujeres
que oyen mi voz y me obedecen. La llamada iglesia Católica se originó algunos siglos después de mi
ascensión, de modo que dicha jerarquía fue desconocida por mis seguidores y apóstoles, y sus
discípulos. Por otro lado, cada cristiano es parte de mi iglesia. La iglesia es la comunidad de creyentes
en mi y en mi evangelio, los redimidos, justificados y santificados por la gracia de Dios. De modo que
un creyente es una parte o un miembro de mi iglesia que es mi cuerpo. Él mismo conforma mi iglesia, y
es miembro de mi cuerpo. Entonces mi iglesia no es un nombre, ni una jerarquía, ni un edificio o sede,
es mi cuerpo místico esparcido por todo el mundo. Durante los primeros siglos de mi iglesia, ella tuvo
varias sedes. Ejemplos: Jerusalén, Roma, Constantinopla, etc. Extrañamente hoy se dice que su sede
está en Roma únicamente.

Y finalmente, como cristianos, debemos vivir en comunidad con otros creyentes a fin de edificarnos en
la fe. Hay “cristianos” que creen que no es necesario reunirse regularmente con otros fieles para ser

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salvo. No obstante, así como el no comer regularmente nos podría debilitar y hasta enfermar y morir;
así también, si no vivimos en comunidad para nutrirnos del pan celestial, moriríamos.

Pregunta # 8:

Entrevistador:

Señor Jesús, muchos que creen ser tus seguidores piensan que tu te agradas de los sacrificios
humanos como el dar ofrendas, cargar las andas de tu imagen, ayunar largos días, rezar y rezar sin
cesar, y así por el estilo. ¿Se salvarán por hacer tales cosas aquellos fieles?

Jesucristo:

No recuerdas cómo el rey Saúl desobedeció las órdenes de Dios al no matar a todos los amalecitas, y
sus animales? Ahora bien, ¿Qué excusa dio Saúl cuando no mató a todos los animales de los
amalecitas? Él hipócritamente se excusó diciendo que no había matado a lo mejor de los animales para
ofrecerlo a Dios en sacrificio u holocausto. Entonces mi Dios Padre respondió por intermedio de
Samuel: ¿Se complace Jehová tanto en holocaustos y víctimas, como en que se obedezca a las palabras
de Jehová? Ciertamente el obedecer es mejor que los sacrificios, y el prestar atención que la grosura de
los carneros.” (1 Samuel 15: 1-22). Entonces Saúl desagradó mucho a Dios y terminó destronado.

Esta lección nos enseña que Dios no se opone a que nos sacrifiquemos por él y por los demás. Por
ejemplo, debemos vivir santamente, dar limosnas, compartir el pan con el prójimo, ayunar, orar, etc. No
incluyo el cargar las andas de mi supuesta imagen porque eso viola el segundo mandamiento de la ley
de Dios. Es idolatría. No obstante, si Dios nos manda---por ejemplo--- a no cometer adulterio, y lo
cometemos, entonces nuestros sacrificios personales no surtirán ningún efecto a la vista de Dios. Al
contrario, los repudiará. Es decir, estaríamos pecando de hipócritas y mentirosos. Lo importante es una
vida personal recta, y luego vienen las buenas acciones o sacrificios para Dios y los demás.

Pregunta # 9:

Entrevistador:

Señor Jesús, la Iglesia Católica enseña que sólo son santos aquellos pocos que el Papa canoniza.
¿Es verdad esa enseñanza o creencia?

Jesucristo:

Ya que estamos hablando sobre el tema de la salvación, la santidad es un tema vital que envuelve la
salvación misma. Si tú lees Hebreos 12:14 ---un texto clave--- descubrirás que para que puedas ver a
Dios, tienes que ser un hombre santo. Ahora bien, si la teología católica enseña que sólo los que el Papa
canoniza son los santos oficiales, entonces sólo una minoría de católicos verá a Dios en la vida futura.
Ello implicaría, además, que muchos muertos en la fe no pueden estar en el cielo, en la misma
presencia de Dios. Decir que no todos los cristianos son santos, es condenar a la mayoría de creyentes a
estar muy lejos de Dios, fuera de Su presencia por toda una eternidad. Ese es el trágico destino que nos
depara el dogma católico debido a su pésima interpretación de lo que es la santidad bíblica y cristiana.

Pero veamos los hechos. En las Escrituras la palabra “santo” era de uso común entre los fieles y salvos.
Se refería a todos aquellos que me seguían y que se bautizaron para servirme píamente de por vida.
Bastan con sólo leer las siguientes citas para entender el punto: Romanos 16:15; 1 Corintios 1:1,2; 2
Corintios 1:1; Efesios 1:1; Filipenses 1:1; Colosenses 1:2; 1 Tes. 2:10; 2 Tes. 1:10; 1 Timoteo 5:10;
Hebreos 13:24; 2 Pedro 3:11; Judas 3 Apocalipsis 13:7;14:12; 17:6.

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Un hombre santo no es un “superman”, es más bien un hombre que me sirve, que me ama, que detesta
el pecado, que anuncia mi evangelio, que sufre penalidades por mi causa, que se aparta de las
injusticias, que respeta a su esposa e hijos, que obedece las leyes de la nación, que trabaja
honestamente, que no engaña al fisco, a su prójimo, ni a su jefe. Que mantiene una comunión
permanente conmigo en las oraciones, en los cultos, en las ofrendas para los pobres, en la solidaridad, y
en la piedad. No es un hombre necesariamente perfecto e ideal sino un humano con sus taras y
defectos; con sus debilidades y cualidades, pero que se conduce con sabiduría. Y la sabiduría empieza
con el temor de Dios (Proverbios 1:7). El apóstol Pedro fue un ejemplo de ello, pues aunque me falló
tres veces al negarme, al final se repone de su caída y me sigue con más ahínco y poder como líder
entre iguales. Su apología poderosa en Jerusalén, y su posterior muerte en el martirio, es un fiel reflejo
de su santidad puesta en práctica. La idea que se tiene de un santo como un hombre perfecto,
impecable, enclaustrado, mojigato, puritano, santurrón, célibe, pobre, solitario, callado, meditabundo,
milagrero, y ensimismado, no es una ejemplo real de lo que debe parecer un santo. Yo sigo pensando en
mi santo Pedro: Vehemente, impetuoso, por momentos torpe e incrédulo, impertinente y temeroso.
También pienso en mi santo Pablo, quien dijo que lo bueno que debía hacer, no lo hacía; y que lo malo
que no debía hacer, eso hacía (Romanos 7:14-25). Ellos eran santos, pero no perfectos. La perfección
para ellos era una aspiración, una meta por alcanzar (Mateo 5:48, Hebreos 6:1, 2 corintios 7:1, Efesios
4:13, Filipenses 3:12).

Pregunta # 10:

Entrevistador:

Señor Jesús, todo el mundo cree que el llamado a la santidad es para los religiosos o el clero, más
no necesariamente para los laicos, quienes supuestamente no han hecho votos de castidad y de
pobreza.¿Qué nos puedes decir al respecto?

Jesucristo:

Yo no sé de dónde sacó el catolicismo un rebaño de creyentes dividido en: ‘clero’ y ‘laicos’. Yo me


escandalizo cuando oigo semejante división en mi iglesia, pues presupone dos tipos diferentes de tratos,
exigencias, deberes, y obligaciones a mis seguidores. ¿Dónde está eso en la Biblia?¿Acaso lo enseñé yo
así? Lo grave del asunto es que esa división da licencia a los laicos a ser más permisivos y tolerantes en
esta vida temporal y mundana. Si un cura con sotana, o un pastor protestante, baila y toma licor, es mal
visto; pero si lo hace un hermano laico, no se escandaliza nadie. Si un religioso camina con el sexo
opuesto, es visto con sospecha; pero si lo hace un hermano laico, es visto con poca o ninguna
preocupación. Además, los laicos suponen que sólo los “religiosos” ---como si a ellos no se les exigiera
ninguna religiosidad--- están llamados a orar diariamente, a leer la Biblia, a asistir a los cultos
regularmente, a privarse del matrimonio, y por tanto, de tener hijos. También a vivir en pobreza en
monasterios o conventos. ¿Podría acaso alguno suponer que mis exigencias morales y espirituales para
con sus apóstoles fueron muy diferentes o distintas a las que yo hago ahora con cualquiera que quiera
ser salvo? Yo repito: sólo hay un camino para la salvación.. ¡no dos o más!.

Dije que yo era la luz del mundo, y mis seguidores son también luz para el mundo. La luz no se
esconde para que no alumbre, sino que se coloca en lo más alto para que brille en el mundo. Los
monjes o “religiosos” que viven en claustros, no están cumpliendo con su misión de ser luz para el
mundo. Ellos están escondiéndose del mundo y recluyéndose como topos sin poder brillar en el mundo
de hoy. Yo no quiero monjes que vivan apartados, y lejos de la comunidad cristiana en general. Lo que
yo quiero es un comunidad cristiana brillante, de hombres y mujeres que dejen ver su luz que viene de
su vida piadosa y religiosa (Hechos 13:47; Mateo 5:14).

Pregunta # 11:

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Entrevistador:

Señor Jesús, todos los que dicen ser cristianos o tus seguidores, se salvarán?

Jesucristo:

“No todo el que me dice Señor, Señor, entrará en el reino de Dios, sino el que hace la voluntad de mi
Padre que está en los cielos (Mateo 7:21). Muchos me dirán en aquel día: Señor, Señor, ¿no
profetizamos en tu nombre, y en tu nombre echamos fuera demonios, y en tu nombre hicimos muchos
milagros? Y entonces yo les declararé: Nunca os conocí; apartaos de mí, hacedores de maldad” (Mateo
7:22,23).

Pregunta # 12:

Entrevistador:

Señor Jesús, acabas de decir que los que entran en tu reino son aquellos que hacen la voluntad de
tu Padre. Pues bien, ¿Cuál es la voluntad de tu Padre?

Jesucristo:

Tu repregunta es pertinente, pues hay que averiguar cuál es la voluntad de mi Padre para entrar en Su
Reino. En primer lugar, la voluntad de Mi Padre es la vida santa de los hombres. Dios exige que sus
hijos y redimidos vivan una vida santa y consagrada a él a través de mí (1 Tesalonicenses 4:3). También
la voluntad de Mi Padre es que los hombres crean en mí (Juan 6:29). Ya lo dijo Pablo, de que es
necesario que averigüemos cuál es la voluntad de mi Padre. Y esto se logra a través de las Escrituras, y
a través de mis enseñanzas (Efesios 5:17).

Pregunta # 13:

Entrevistador:

Señor Jesús, hay quienes dicen que una vez salvo siempre salvo. ¿Es verdad eso?

Jesucristo:

No, no lo es. Si decimos que una vez salvos, siempre salvos, lo que decimos es que el creyente nunca
podrá caer en pecado, o que nunca se apartará de mí. Pero ya ven ustedes lo que pasó con Judas
Iscariote, mi apóstol. Él disfrutó de las bendiciones que implicaba ser mi discípulo, y no obstante, el
diablo lo sedujo y cayó. Además, ¿no has leído lo que dice la Biblia en el sentido que muchos de mis
seguidores abandonaron su compromiso cristiano? Por otro lado, si yo hubiera creído que mis
seguidores no me abandonarían nunca, ¿por qué los previne contra las seducciones del enemigo, el
diablo? (Lucas 8:12; 22:3).

Pregunta # 14:

Entrevistador:

Señor Jesús, la iglesia católica se siente orgullosa de tener 600 millones de fieles, o lo que es lo
mismo decir, el 85% de todos los cristianos del mundo versus el 15% de los protestantes. ¿No es este
impresionante porcentaje mayoritario una prueba de que la iglesia católica es la iglesia verdadera?

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Jesucristo:

Si nos vamos a regir por el número de creyentes para medir la veracidad de mi iglesia, o su aprobación
a la vista de Dios, entonces ¿cómo explicar que yo mismo llamara a mi iglesia: “la manada pequeña”?
(Lucas 12:32). ¿Acaso mis seguidores dudaron de mi doctrina sólo porque fuimos pocos en número? Es
decir: ¿Fue falsa mi doctrina porque pocos relativamente me creyeron y siguieron? A mi francamente
poco me interesan los números, pues yo busco calidad y no cantidad. Por cierto que yo quisiera la
salvación de todos los hombres, pero eso es imposible. Recuerda que en una ocasión me preguntaron si
eran muchos los que se salvaban---¿Y qué les respondí yo?: “Esforzaos a entrar por la puerta angosta;
porque os digo que muchos procurarán entrar, y no podrán” (Lucas 13:23,24). Ya te puedes imaginar
cuán pocos de esos 600 millones de católicos se salvarán, pues la mayoría de ellos lo son sólo de
nombre y probablemente una minoría de ellos sea realmente católico practicante. Incluso mi pueblo
hebreo se desvió, y sólo un remanente fue preservado para bendición.

Ahora bien, quien sabe si un porcentaje mayor de cristianos protestantes se salve, aunque sean una
minoría en número que los católicos. Tal vez de esos 15% de cristianos protestantes, el 20% se salve; y
de los 85% de cristianos católicos, sólo el 3% se salve. ¿Entiendes mi punto? Por eso el número de
“creyentes” me tiene sin cuidado. Lo que me interesa son los practicantes sinceros y fieles y punto.

Y finalmente, si yo voy a creer que el número de creyentes es un indicador de la religión más pura y
perfecta, entonces el islamismo sería también la religión monoteísta que está más cerca de la verdad,
después del cristianismo. ¿Diremos, acaso, que el islamismo está más cerca de la verdad por su
impresionante número de fieles?¿Es el islamismo acaso igual al cristianismo en doctrina y práctica?
Además: ¿Diremos que los bautistas son los que están más cerca de la verdad porque cuentan con un
mayor número de adherentes que las otras religiones protestantes, como son los presbiterianos,
metodistas, anglicanos, griegos ortodoxos, y adventistas, por citar algunos? Meditemos en esto con
cuidado.

Pregunta # 15:

Entrevistador:

Señor Jesús, ¿se puede ser cristiano y creer al mismo tiempo en la doctrina de la reencarnación
propugnada por las religiones no cristianas del oriente?.

Jesucristo:

La reencarnación supone que una vez que el hombre muere, su alma vuelve a encarnarse “n” veces en
otros seres vivos hasta llegar a la perfección espiritual y moral. Si esto es verdad, entonces mi
enseñanza de la resurrección está demás, e incluso yo mismo no sería lo que dije ser: La resurrección y
la vida (Juan 11:25). Cuando hablé de la resurrección, yo quise enseñar que los muertos saldrían de sus
tumbas para volver a la vida física nuevamente. En ese sentido, sin la resurrección dejaríamos de ser y
existir totalmente. Entonces la resurrección es la más grande esperanza que tiene el ser humano para ser
una persona viva y consciente. Además, la resurrección es única, sin igual, y sin repetición. Se resucita
una sola vez para vida, y para estar con Dios. La perfección debe llevarse a cabo ahora en esta vida
temporal y de prueba (Hebreos 6:1; Efesios 4:13). Si llegan mis seguidores a imitarme lo mejor posible
según mi modelo de vida, entonces serán recompensados en la resurrección para que entren en mi reino
milenario en la tierra como ejecutivos de mi gobierno (Juan 5:28,29; 1 Corintios 15).

Pregunta # 16:

Entrevistador:

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Señor Jesús: ¿Cuál debe ser la conducta de un verdadero seguidor tuyo en el mundo? ¿Podrá seguir
con sus antiguas amistades mundanas, y podrá fumar, beber, hablar mal con su boca, adulterar,
envidiar, calumniar, etc, como antes lo hacía?

Jesucristo:

Ya lo dijo Pablo que el cuerpo nuestro es la morada del Espíritu Santo (1 Corintios 6:19). Es por eso
que el cristiano debe cuidar el aposento del Espíritu para que El pueda residir plena y permanentemente
en nosotros. Si el cuerpo que Dios te dio lo contaminas con el alcohol, el cigarro, las drogas, y el
alimento insano, entonces el Espíritu Santo podría contristarse y apartarse de ti. Imagínate un
“cristiano” sin el Espíritu de Dios...¡estaría muerto! (Romanos 8:6,9,11,13). Y Pablo también dijo con
verdad: “¿Qué, pues? ¿Pecaremos, porque no estamos bajo la ley, sino bajo la gracia? En ninguna
manera. Porque los que hemos muerto al pecado, ¿cómo viviremos aún en él?” (Romanos 6:1,2, 15).

Por otro lado, la amistad del mundo es enemistad con Dios (Santiago 4:4). Uno está en el mundo pero
no es parte de él (Juan 17:14). Juntos pero no revueltos. Es decir, si el mundo te quiere y te estima y no
hace escarnio de tu fe, entonces tu “vida cristiana” está en problemas. Tú ves cómo mis detractores se
burlaron de mi fe, y cómo ellos me persiguieron y me condenaron a muerte. Igual ocurrió con mis
apóstoles, quienes fueron al martirio también (Juan 15:20).

A mi me acusaron de sentarme a la mesa junto con los pecadores. ¿Pero acaso se olvidan que fui
enviado a rescatar a los pecadores y no a los justos?¿Acaso yo estaba haciendo lo que ellos hacían? No.
Yo sólo aproveché las ocasiones que se me presentaron para predicar mi evangelio salvador a los
pecadores. Incluso a María Magdalena, quien era una pecadora reconocida, le hablé personalmente en
varias ocasiones, y ya ves cómo Dios la libró de los demonios por mi intermedio (Colosenses 1:13).
¿Pudo alguien acusarme o probarme algún pecado con ella o con cualquiera? Absolutamente NO (Juan
8:46). Y muchos han hablado mal de mi diciendo cosas blasfemas, pero ya ves, nadie pudo acusarme de
ser un pecador. Yo fui en la tierra un hombre perfecto y sin pecado. Por eso yo me siento triste de
aquellos que dicen ser mis discípulos y llevan una doble vida, o tienen una doble moral. Ellos necesitan
arrepentirse antes que sea muy tarde.

Pregunta # 17:

Entrevistador:

Señor Jesús, hay personas que piensan que el matrimonio es una bendición, y por tanto pueden
casarse varias veces y no pecar. ¿Se podrán salvar esas personas que piensan de ese modo?

Jesucristo:

Yo detesto el divorcio y la deslealtad, y mi Padre también (Malaquías 2:16), pues es el resultado de la


dureza del corazón humano (Mateo 19:8). En realidad yo mismo he dado el ejemplo. Soy el novio que
vendrá a desposar a su novia (o mi iglesia) a mi retorno en gloria, y estaré unida a ella para siempre, y
no la repudiaré (Apocalipsis 19:7; 1 Tesalonicenses 4:17). Hoy vemos hogares destruidos por razones
tan frívolas e insignificantes, que realmente me sorprende y me produce mucha tristeza y hasta ira. Yo
juzgaré a los adúlteros que abandonan a su pareja para tomar otra compañera o compañero (Hebreos
13:4), pues lo que unió mi Padre, ningún hombre puede deshacerlo (Mateo 19:6).

Pregunta # 18:

Entrevistador:

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Señor Jesús, hablemos ahora sobre el rito del bautismo. ¿Es un prerrequisito el bautismo para ser
salvo? Algunas personas piensan que el ladrón del Gólgata que creyó en ti, fue salvo sin el bautismo
que mandaste a practicar. ¿Qué nos puedes responder?

Jesucristo:

En primer lugar yo mandé el bautismo para los creyentes a fin de sellar su compromiso conmigo. Dije:
“El que creyere y fuere bautizado será salvo...” (Marcos 16:16). El bautismo es un símbolo de mi
muerte, sepultura y resurrección para una nueva vida (o existencia) en mi (Romanos 6:4-14). Aquel
que cumple con esta exigencia, me obedece, me agrada, y se salvará (1 Pedro 3:21). En cuanto al
ladrón en el Gólgota, es obvio que yo no podía exigirle que bajará de la cruz y se bautizara.
seguramente lo hubiera hecho en otras circunstancias. Tampoco le podía exigir que empezara a hacer
buenas obras ya que él también estaba en agonía y a punto de morir. No obstante, en otras
circunstancias le hubiera exigido que me siguiera y que obrara el bien para ser salvo (Apocalipsis 2:23;
22:12). Él vino a ser el prototipo del hombre de la parábola de los obreros de la viña de la última hora
(Mateo 20:1-16).

Pregunta # 19:

Entrevistador:

Señor Jesús, ¿cómo serán juzgados aquellos hombres que no te conocieron, como los egipcios, los
aztecas, los incas, los sumerios, etc.?

Jesucristo:

Ya lo dijo mi apóstol Pablo que es necesario que todos compadezcan ante mi tribunal, para que cada
uno reciba según haya hecho mientras estaban en el cuerpo, sea malo o bueno (1 Corintios 5:10).
También esto lo aclaró bien Pablo en su carta a los Romanos capítulo 2 y versos 14-16. En esos
versículos él explica que todos los hombres tienen la ley natural de Dios en sus corazones. Un ejemplo
de ello fueron los incas, quienes condenaban el ocio desmedido, la mentira, el robo, etc. De modo que
las naciones paganas sabían por dicha ley natural que matar era malo, e igualmente mentir, engañar,
robar, estafar, adulterar, etc. Ellos serán juzgados por esa ley natural. Si la obedecieron serán juzgados
de modo distinto de aquellos que no la obedecieron. No estoy diciendo que serán salvos, pero tendrán
un trato especial. Eso lo sabe mi Padre. Tal vez entren como súbditos no mortales en mi reino milenario
en la tierra. Eso sólo lo sabe únicamente m Padre. Sólo estoy conjeturando.

Pregunta # 19:

Entrevistador:

Señor Jesús, si la salvación se produce por la fe en ti y en tu mensaje o evangelio del reino, ¿qué
podemos esperar de Abraham, Isaac, Jacob, David, y los otros hombres de Dios, que no te
conocieron ni oyeron de tu evangelio?

Jesucristo:

Estás muy equivocado si piensas que Abraham y los demás hombres insignes del Antiguo Testamento
no oyeron de mi y mi evangelio. En Gálatas 3:8,9 leerás algo sorprendente: “Y la Escritura, previendo
que Dios había de justificar por la fe a los gentiles, dio de antemano la buena nueva (evangelio) a
Abraham, diciendo: En ti serán benditas todas las naciones. De modo que los de la fe son bendecidos
con el creyente Abraham”. Como puedes ver, Abraham, mi padre, creyó en mi evangelio que le fue

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predicado aún mucho antes que yo naciera en Belén. Él fue justificado por su fe en las promesas del
evangelio!

Por cierto que este evangelio fue creído por sus hijos (Génesis 28:13-14), y así mi evangelio fue
pasando de generación en generación, hasta mi venida. Yo luego aparecí en el mundo para confirmar
las promesas del evangelio dadas a los padres (Abraham, Isaac, Jacob...David)(Romanos 15:8). Mi
predicación concerniente al evangelio o buenas nuevas del reino no era algo nuevo para mis paisanos.
Cuando yo me manifesté a ellos en mi primera venida, ellos ya sabían perfectamente qué era eso que
yo llamé “el Reino de Dios”. ¿Recuerdas cuando Juan Bautista llamaba al arrepentimiento diciendo
que el reino de Dios se había acercado? (Mateo 3:2). Como ves, mi pueblo sabía que mi reino vendría
a ser una realidad con el Mesías esperado. Entonces, cuando yo cumplí los 30 años, el reino prometido
estaba más cerca que nunca. Mi ministerio fue una señal que la inminencia de mi reino milenario en la
tierra.

Pregunta # 20:

Entrevistador:

Señor Jesús, tú dijiste que contigo el reino de Dios se había acercado. ¿Qué fue lo que tú hiciste
para que tus paisanos se dieran cuenta de la cercanía de tu reino?

Jesucristo:

Básicamente fue la neutralización de Satanás, y la redención de los pecadores de su control maléfico y


diabólico. El mundo está influenciado por el diablo (1 Juan 5:19), pero con mi venida yo liberé a
muchos pecadores de sus garras destructoras, abriendo el camino de la salvación (Colosenses 1:13).
¿Recuerdas que en una ocasión yo dije que el reino de Dios había “llegado” por el hecho de expulsar a
los demonios? (Mateo 12:28). Precisamente ese hecho maravilloso significó la obra benefactora de mi
reinado futuro en mi ministerio como mortal. Mi reino había “llegado” con mi persona y mis buenas
obras, las cuales serán muchísimo mayores y grandiosas en mi segunda venida, cuando restaure mi
reino definitivamente. En Apocalipsis 20 tú podrás leer que el diablo y sus ángeles serán encarcelados
por diez siglos para que no engañen a los hombres. Con esta acción yo daré inicio a mi reinado
milenario sobre la tierra, el cual significará la salvación consumada de mi iglesia mundial.

Pregunta # 21:

Entrevistador:

Señor Jesús, ¿quiénes definitivamente no se salvarán?

Jesucristo:

¡Los injustos! ¿Y quiénes son los injustos? Ya lo dijo mi apóstol San Pablo cuando escribió a los
corintios, lo siguiente: “¿No sabéis que los injustos no heredarán el reino de Dios? No erréis; ni los
fornicarios, ni los idólatras, ni los adúlteros, ni los afeminados, ni los que se echan con varones, ni los
ladrones, ni los avaros, ni los borrachos, ni los maldicientes, ni los estafadores, heredarán el reino de
Dios.” (1 Corintios 6:9,10). Por cierto que el que ama el dinero, o cualquier otra cosa temporal y
material es un idólatra. Si tu amas tus joyas, tus posesiones, tus negocios, por encima de Dios, eres un
idólatra (1 Timoteo 6:10, 1 Juan 5:21).

Pregunta # 22:

Entrevistador:

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Señor Jesús, ¿puede salvarse un ateo o un agnóstico si es un hombre recto, honesto, bueno, y un
modelo de padre y esposo?

Jesucristo:

Si la salvación dependiera de uno mismo y de nuestras obras “rectas”, entonces de más estoy yo y la
doctrina que enseñé. Las obras de ateos son trapos de inmundicia para mi Padre, pues ellas no los
pueden hacer perfectos fuera de mi (Isaías 64:6). En realidad, los hombres son justificados cuando
tienen fe en mi primero para recibir el perdón de sus pecados pasados, y luego vienen las obras rectas.
El hombre que ha recibido la justificación por la fe en Dios y en mi, ése está en camino a mi reino
milenario (Romanos 5:1, Santiago 2:23). Y finalmente, el necio es aquel que dice que no existe Dios
(Salmo 14:1). ¿Y qué pasará con los necios ateos y agnósticos? ¡llevarán ignominia! (Proverbios 3:35).

Pregunta # 23:

Entrevistador:

Señor Jesús, ¿tienen todas las criaturas pecadoras opción de salvarse en vida?

Jesucristo:

Lamentablemente NO todas. El diablo, por ejemplo, ya ha sido condenado a su fatal destino (1 Timoteo
3:6, Mateo 25:41). Definitivamente ni él, ni sus demonios tienen perdón, pues no tienen capacidad ni
intención para arrepentirse de sus maldades. De igual modo, todos los hombres que pecan contra el
Espíritu Santo no tendrán perdón en esta vida ni en la otra (Mateo 12:32).

Pregunta # 24:

Entrevistador:

Señor Jesús. ¿Qué es el pecado contra el Espíritu Santo?

Jesucristo:

La respuesta está en el contexto de mi diálogo con los fariseos sobre el pecado contra el Espíritu Santo
de Mateo 12. En este capítulo 12 de Mateo está registrado el diálogo que tuve con mis detractores, los
fariseos hipócritas, quienes me acusaron de curar a un endemoniado, ciego, y mudo, por el poder de
Beelzebú, príncipe de los demonios (v.22-24). Entonces yo les dije que su pecado (la blasfemia contra
el Espíritu Santo) no les sería perdonado nunca (v.31), ni en el presente ni en el futuro. Es decir, el
pecado contra el Espíritu Santo resultaría ser el acusarme a mi de hacer milagros por el poder de
Satanás, y de ser yo su instrumento.

Entrevistador:

Bueno Señor Jesús, creo que ya has aclarado perfectamente el asunto de la salvación del hombre.
Yo te agradezco muy sinceramente por la oportunidad que me has dado para realizar esta segunda
entrevista personal y privada contigo en este lugar tan sublime e inefable. Espero que me concedas
nuevamente una tercera entrevista para dialogar sobre el tema del perdón y la justificación del
pecador.

Jesucristo:

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Mas bien yo te agradezco la oportunidad que me has dado de aclarar ciertos aspectos de la salvación
del hombre, aunque ya los había explicado antes cuando estuve en la tierra con mis discípulos. Será
hasta otra oportunidad. Dios mi padre te guarde.

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