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“Procura con diligencia presentarte a Dios aprobado, como obrero que no tiene de qué
avergonzarse, que usa bien la palabra de verdad”… Pero tú sé sobrio (prudente) en
todo, soporta las aflicciones, haz obra de evangelista, cumple tu ministerio”. (2 Tim
2:15; 4:5).
Pablo y la sobriedad
Estas palabras de Pablo que aparecen arriba, y que fueron dirigidas al joven Timoteo,
reflejan lo que Pablo creía que debía ser un evangelista: a). Un hombre sobrio o
prudente, b). Obrero que no tiene de que avergonzarse, c). Que sabe usar bien las
Escrituras, d) y que soporta las aflicciones propias de su ministerio.
Es aquel que se conduce con sensatez, equilibro, o mesura en todas las cosas. Es un
individuo que no es extremista, alocado, competidor, egoísta, o materialista. Es un
hombre intachable, probo, decente, justo en todas sus acciones.
Es decir, es una persona que tiene un buen testimonio de todos, en especial, de los
creyentes. Es un hombre moral, justo, recto, que no ha robado o engañado a nadie con
palabras o hechos que le deshonren. Es un individuo que no se siente avergonzado por
una vida impropia de un cristiano que imita fielmente a Cristo. Por eso Pedro recuerda
a los creyentes: “Así que, ninguno de vosotros padezca como homicida, o ladrón, o
malhechor, o por entremeterse en lo ajeno” (1 Pedro 4:15). Es decir, en el caso de un
seguidor de Cristo, su conducta no debe ser la de un malhechor o ladrón que usa la
Palabra de Dios para hacer mercadería de los fieles. Esto es lo que Pedro dice: “Pero
hubo también falsos profetas entre el pueblo, como habrá entre vosotros falsos
maestros, que introducirán encubiertamente herejías destructoras, y aun negarán al
Señor que los rescató, atrayendo sobre sí mismos destrucción repentina. Y muchos
seguirán sus disoluciones, por causa de los cuales el camino de la verdad será
blasfemado, y por avaricia harán mercadería de vosotros con palabras fingidas. Sobre
los tales ya de largo tiempo la condenación no se tarda, y su perdición no se duerme”
(2 Pedro 2:1-3). Aquí Pedro prevé la venida de falsos maestros que vendrán con
palabras fingidas para explotar a los creyentes, haciendo por esto que el camino de
Cristo sea blasfemado.
El Apóstol Pablo siempre deseó que lo imitaran, de la misma forma que él mismo
imitaba a Jesús. El les dijo a los Corintios: “Sed imitadores de mi, así como yo lo soy de
Cristo” (1 Cor. 11:1). El quería que sus seguidores— aquellos que lo veían a él como el
paradigma del evangelizador— lo imitaran en su forma de ser, en su devoción a Cristo y a
su mensaje o evangelio. El dijo: “Hermanos, sed imitadores de mí, y mirad a los que así
se conducen según el ejemplo que tenéis en nosotros. Porque por ahí andan muchos, de
los cuales os dije muchas veces, y aun ahora lo digo llorando, que son enemigos de la
cruz de Cristo; el fin de los cuales será perdición, cuyo dios es el vientre, y cuya gloria
es su vergüenza; que sólo piensan en lo terrenal” (Fil.3:17). Aquí Pablo habla de los
creyentes que viven para sus vientres, y pensando en lo terrenal. Estos son los
cristianos cómodos, los cristianos que gustan de la buena vida ahora, comiendo y
anhelando todo lo que sus ojos pueden ver y palpar. Estos quieren comer como
“comechados”, como príncipes en grandes palacios con bellísimos autos, muebles,
ropas, sirvientes, etc, haciendo que su aparente gloria de grandes hombres de Dios sea
su vergüenza. ¡Estos son claramente enemigos de la cruz de Cristo!
Sí, Pablo pasó más tiempo en ayunos, en hambre, en sed, en frío y en desnudez
por la causa del evangelio que muchos de nosotros. ¡Y cuán poco se parecen a él
los modernos predicadores del evangelio de la prosperidad! Estos falsos
predicadores han dejado la pobreza una vez que se han metido a la difusión de
su falso evangelio de la riqueza. Esta gente no concibe que la evangelización
tenga que andar de la mano con la pobreza, las necesidades, y las aflicciones.
Les parece una aberración!!!
Cuando pensamos en la vida y obra del Apóstol Pablo, sólo nos queda concluir que él
no estuvo proclamando como lo hacen los evangelistas de hoy un evangelio “facilista”
de salvación y gloria inmediatas. En Hechos 14:22 él había estado alertando a los
creyentes de que “es a través de muchas tribulaciones que entraremos en el reino de
Dios”. Sólo aquellos que se creen reyes en ejercicio pretenden vivir el reino ahora, sin
angustias ni tribulaciones. Estos enseñan que ya estamos en el reino, y en cierto sentido
creen que ya estamos disfrutando las “bendiciones” de dicho reino. Sin embargo, el
apóstol Pablo fue irónico cuando tuvo que enfrentar a aquellos creyentes de Corinto
que pensaban que estaban en el mejor de los mundos, y reinando en ausencia de
Cristo. En 1 Corintios 4:8 Pablo les dice a esos creyentes, lo siguiente: “Ya estáis
saciados, YA ESTÁIS RICOS, sin nosotros reináis. ¡Y ojalá reinaseis, para que
nosotros reinásemos también juntamente con vosotros”. Esto es exactamente lo que
vemos en el mundo del evangelismo de la prosperidad, a Cristianos que se han
convertido en RICOS y que se sienten importantes, y como si estuvieran reinando al
lado de Cristo en esta vida en un reino ficticio. Estos se creen que ya están hoy en la
gloria y en el reino recibiendo el justo pago por su “sacrificada” labor como ministros
de Jesucristo. Estos se han hecho tesoros en la tierra y son ricos… ¡pero no para Dios!
(Lucas 12:21).
¿Ricos en Fe o en Dinero?
Sin embargo, estos falsos maestros de la Palabra se olvidan de lo que escribió Santiago:
“Hermanos míos amados, oíd: ¿No ha elegido Dios a los pobres de este mundo, para
En Juan 12:8 Jesús dijo: “Siempre tendréis pobres entre vosotros”, es decir, siempre
habrá dentro del rebaño del Señor hombres pobres y ricos. El Señor nunca prometió
una riqueza general para toda su iglesia en esta vida. Sostener que la pobreza es una
maldición, es afirmar que muchos cristianos son unos malditos. La verdad es lo
contrario. Aquellos que se han enriquecido (Como la clase del ángel de la Iglesia de
Laodiceac— la iglesia final) son los verdaderos miserables: “Porque tú dices: Yo soy
rico, y me he enriquecido…y no sabes que eres un desventurado, miserable, pobre, ciego
y desnudo…sé celoso y arrepiéntete” (Apo. 3:17, 19). El llamado para que el mensajero
de la iglesia de Laodicea se arrepienta es también un llamado para todos los
mensajeros ricos de la iglesia final, para que se arrepientan y vuelvan a su estado de
humildad y sencillez.
Aquí vemos a Pablo aprobando que un ministro del evangelio viva del evangelio. El no
está diciendo que los ministros de la Palabra deben hacerse ricos pidiendo diezmos y
ofrendas regulares a sus feligreses. Y él mismo, como apóstol del Señor, conocedor de
este derecho que Dios estableció, no abusó o como él mismo dice: “de nada me he
aprovechado” sino que presentó el evangelio de manera GRATUITA, sabiendo que
tendría una recompensa mayor después. ¡Cuán distinto es el espíritu evangelizador de
Pablo comparado con el de aquellos ministros del “evangelio de la prosperidad” que
predican por precio, y para ganar millones de dólares. A ver, quítenle todo lo que
tienen Billy Graham, Jimmy Swaggart, Pat Robertson, Carlos “cash” Luna, Paul
Crouch, Kenny Copeland, y muchos predicadores ricos en el mundo entero, y veamos
si siguen en el ministerio. Ellos no se conforman con un sueldo de $1,500 o $3,000…
ellos quieren mansiones en los E.U, relojes rolex, Rolls Royces, Jets particulares,
sueldos de $150,000 mensuales…y no residir en los países subdesarrollados más de 5 0
7 días a lo máximo y luego volver a su paraíso particular en un país rico y materialista
con todas sus comodidades. En cambio vemos a Pablo pasándose meses o años en
regiones muy distintas de su amada Jerusalén, soportando hambre, frío, incomodidad,
vejaciones, y privaciones.
También leemos que Pablo permaneció en Roma en una casa alquilada (no una
mansión propia o en un hotel presidencial) por dos años enteros, ¿y qué hacía allí? “Y
Pablo permaneció dos años enteros en una casa alquilada, y recibía a todos los que a
él venían, predicando el reino de Dios y enseñando acerca del Señor Jesucristo,
abiertamente y sin impedimento” (Hechos 28:30,31). De estos dos versículos se puede
concluir que Pablo permaneció dos años enteros en Roma para PREDICAR SOBRE
CRISTO Y EL REINO DE DIOS. No obstante, en ningún momento se nos informa que
Pablo también se la pasó sanando a los enfermos y haciendo grandes portentos y
milagros para convertir a la gente. Y es raro que Lucas no lo diga, si es que en verdad
Pablo hizo maravillas allí con los enfermos y los discapacitados durante esos dos años
de estadía. Lo cierto es que Pablo no combinaba su predicación del evangelio con las sanidades.
Es decir, casi nunca hacía milagros para convencer a los pecadores de que él era un
mensajero de Dios. De hecho, sus milagros produjeron el efecto contrario en la ciudad
de Listra, cuando al curar a un paralítico, los paganos lo confundieron a él y a Bernabé
por dioses paganos. Dice Hechos 14:10-15: “Pablo dijo a gran voz: Levántate derecho
sobre tus pies. Y él saltó, y anduvo. Entonces la gente, visto lo que Pablo había hecho,
alzó la voz, diciendo en lengua licaónica: Dioses bajo la semejanza de hombres han
descendido a nosotros. Y a Bernabé llamaban Júpiter, y a Pablo, Mercurio, porque éste
era el que llevaba la palabra. Y el sacerdote de Júpiter, cuyo templo estaba frente a la
ciudad, trajo toros y guirnaldas delante de las puertas, y juntamente con la
muchedumbre quería ofrecer sacrificios. Cuando lo oyeron los apóstoles Bernabé y
Pablo, rasgaron sus ropas, y se lanzaron entre la multitud, dando voces y diciendo:
Varones, ¿por qué hacéis esto? Nosotros también somos hombres semejantes a
vosotros, que os anunciamos que de estas vanidades os convirtáis al Dios vivo, que
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hizo el cielo y la tierra, el mar, y todo lo que en ellos hay” . Así pues, aunque
contrariados por la desagradable confusión de parecer como si ellos fueran dioses, el
apóstol Pablo y Bernabé usaron la oportunidad para anunciar a los paganos al Dios
vivo y de su apremiante necesidad de volverse a Él para obtener la salvación. En
cambio, en la isla de Malta, vimos que Pablo sanó a un tal Publio que le había
hospedado en su casa por tres días, aunque no se nos informa de que él le haya
predicado el evangelio al dueño de casa recién sanado o a cualquiera en esa isla.
Conclusión:
El verdadero evangelista del Señor Jesucristo debe mostrar las siguientes nobles rasgos
de carácter:
10.- Hacer la obra de evangelista sin pedir nada a cambio, ni ser onerosos para otros.
En lo posible, dar gratis, y si se recibe una compensación monetaria, que esta sea justa
y prudente para que sirva para cubrir las necesidades básicas de él y su familia, pero
no para vivir como príncipes en mansiones con servidumbre, autos lujosos, y trajes
costosísimos.
11. Que la prédica sea franca, y que las oraciones por sanidad sean hechas de manera
personal y directa sin pedir nada a cambio por ellas.
www.elevangeliodelreino.org
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