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Comentario

Comentarios a los artículos del número especial de Diálogo


Antropológico Música y sociedad en América Latina

Walter Alberto Calzato


Ciencias Antropológicas
Facultad de Filosofía y Letras
Universidad de Buenos Aires
(wcalzato@yahoo.com.ar)

Diálogo Antropológico, año 03, núm. 12 (2005): pp. 79-86 (www.dialogoantropologico.org)

Julián Marías solía decir que si alguno de nosotros posee un secreto inconfesable, un pecatis turbio y
oscuro, podemos contarlo en un congreso, dado que en esas reuniones nadie escucha a nadie. No
se a cuáles eventos académicos asistía el filósofo español, pero existen excepciones a esta regla tan
dura y desnuda. Aún más, existen otro tipo de excepciones que no dependen de ninguna regla: viajan
solas y se transforman en vivencias que, cuando las recordamos, no podemos dejar de sentir una
auténtica y profunda satisfacción. Es el caso del simposio “El patrimonio cultural intangible y la
música popular” coordinado por Alberto Zárate Rosales y el que suscribe el presente texto en el
marco del Primer Congreso Latinoamericano de Antropología que tuvo lugar del 11 al 15 de julio del
año 2005, en la Facultad de Humanidades de la Universidad de Rosario en Argentina. Dicho evento
contó con la participación destacada de especialistas en música popular. El ambiente generado por la
temática, los exponentes y la excelente coordinación de Alberto Zárate hicieron del encuentro un
momento sumamente agradable donde coincidieron el entusiasmo, el respeto y los deseos de que en
un futuro cercano se repita la experiencia. Los trabajos entonces presentados están ahora a disposi-
ción de los lectores de este número especial de Diálogo Antropológico. Por ello, a mí solo me resta
realizar un breve comentario de cada uno de los artículos, aprovechando para dar a conocer parte de
los cuestionamientos generados en el debate oral que siguió a cada exposición, junto con los aportes
de quienes asistieron al simposio.

Comentario al artículo de Lorena Martínez Zavala

En “Vaniloquio: el resonar de las campanas del neoliberalismo”, Lorena Martínez Zavala propone una
serie de cuestiones de gran interés. Durante el Simposio en la ciudad de Rosario, la autora expuso
brevemente la historia y las características del concierto de campanas que se realiza en la ciudad
poblana de Cholula, México. La antigüedad del evento musical y del lugar donde éste sucede,
converge con la resignificación de las raíces indígenas en un conjunto temporal particular. Las vicisi-
tudes político-económicas de México y el proceso mundial de globalización, hicieron que este evento
popular se tornara en un asunto de índole turística comercial que cambió significativamente el perfil
de la fiesta. Así, los tianguis, los mercados, los bares y la venta de todo tipo de objetos, marcaron a
fuego una celebración ancestral. Entre los elementos nuevos que Martínez Zavala identificó se
encuentra el tañido de las campanas de varias Iglesias que rodean a Cholula, mismo que da pie a la
autora para analizar las funciones del liberalismo y de la “industria cultural” señalada por Adorno y
Año 03, Núm. 12, 2005

Horkheimer, usando el concepto de “tradiciones inventadas” que definió Hobsbawm. De este modo, la
tesis principal sostenida en el artículo es que los intereses económicos y mercantiles, aunque no han
modificado por completo la fiesta en Cholula, desvirtúan en gran medida su sentido.
Aunque el trabajo de Martínez Zavala aborda varias cuestiones que serían dignas de analizar
con mayor profundidad, me limito a comentar sobre un par de ellas. A mi juicio, los resultados que la
autora presenta en este artículo, dan la impresión de que se acercó al evento predispuesta a enmar-
carlo, según una serie de propuestas teóricas y definiciones elegidas de antemano. Al respecto,
habría que recordar que toda forma cultural se desarrolla en una suerte de nacimiento, modifica-
ciones y muerte. En este sentido, el Vaniloquio y la fiesta en torno al mismo probablemente se verán
afectados en el futuro por otros cambios, seguirán su curso y desaparecerán (o no, no lo sabemos).
Las características impresas por el neoliberalismo en este evento constituyen algunas de las transfor-
maciones sufridas por el mismo, pero no necesariamente serán las únicas y existe siempre la
posibilidad de que hubieran sido otras las mutaciones. Siendo la cultura una gran fuerza centrípeta
que, para mantener su equilibrio, arrebata con furia todos los elementos que le rodean, el Vaniloquio
–o cualquier fiesta popular– está expuesto a los cambios provocados por dardos punzantes (incluso
letales) como lo es el modo de vida urbano y global. Así, para sobrevivir, muchas veces se asimilan
estos elementos de modo que sea posible mantener la identidad. Es decir, la cultura es dinámica y la
capacidad de adaptación es lo que permite a los grupos humanos seguir vigentes.
Demonizar al liberalismo como agente de cambio es una vieja costumbre de los antropólogos
con la cual no coincido. Totalmente conscientes de las funciones del neoliberalismo en América latina
con su “aritmética oscura”, como diría Benito Pérez Galdós, lo criticamos de lleno tomando como
modelos y plataforma movimientos culturales, ritos, mitos, fiestas populares, etcétera. En estas
manifestaciones analizamos los efectos de la mercantilización para después, con un encubierto culto
a los orígenes, lamentar los cambios producidos. Sin embargo, olvidamos fácilmente que la identidad
se desenvuelve muchas veces de manera dramática y que la sobrevivencia resulta prioritaria para
cualquier forma cultural, aunque ésta implique transformaciones profundas. En otras palabras, si
vemos a una persona ahogándose no parece propio en ese momento sentarnos a hacer disquisi-
ciones sobre los movimientos del mar o la forma en que mueve los brazos el infortunado. Sí, creo que
debemos rescatar los profundos cambios que se suscitan, pero haciendo hincapié en las razones de
las que éstos derivan y, sobretodo, en las decisiones que toman los directamente afectados, las de
quienes “están allí” y no las nuestras “que estamos acá”. En el artículo de Martínez Zavala hay una
ausencia fundamental: la opinión de los informantes, qué piensan, qué dicen, cómo ven ese cambio,
cuáles son sus lecturas. En síntesis, me parece que el análisis de esta fiesta se enriquecería
enormemente si se procuran más las vivencias y la obtención de datos en campo. Así mismo, sería
bueno observar este evento tomando en cuenta su variabilidad y sin condenar a priori el concierto de
campanas que parece estar brindando herramientas a los habitantes de Cholula, en la difícil encruci-
jada que representa la conservación de elementos de identidad ante la globalización económica
mundial.

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Comentario al artículo de Alberto Zárate Rosales

En lo que respecta al artículo de Alberto Zárate, “Las baladas románticas y la conformación de


relaciones de género e identidad: entre la globalización y lo intangible”, he de decir que me impresio-
nan las múltiples formas en que sutilmente se legitiman y reproducen las convenciones socialmente
aceptadas, así como la función trascendental de los medios de comunicación. Meses antes de la
celebración del Congreso en la Universidad de Rosario, un vendedor de discos compactos “piratas”
me comentaba que las ventas a él no le fallaban nunca. Sólo tenía que sentarse frente al televisor
para obtener la información que haría de su negocio un éxito. De este modo se enteraba cuando
algún cantante de moda estaba por presentarse en teatros porteños y, alrededor de quince días
antes del evento, compraba una cantidad considerable de discos del artista en cuestión, ya que sabía
que los iba a vender nada más “porque sale en televisión”. De la misma manera, diez días antes de
que el cantante desapareciera de los medios de comunicación, desestimaba la compra de sus discos
dado que al día siguiente de la última presentación no vendería nada debido a que era simple y
automáticamente olvidado, hasta tanto no apareciera de nuevo en los medios. Esto recordaba
cuando Alberto Zárate presentó su trabajo durante el simposio.
Zárate inicia su artículo definiendo a las baladas románticas con sus componentes y las
temáticas que éstas suelen abordar: amor, desencuentro, agresión, relaciones entre géneros,
etcétera. El autor está interesado en la manera en que dichas canciones se conforman en modelos
de identidad y en el lugar hegemónico e ideológico que ocupan las radios principales de México como
constructores de género, atendiendo a la producción y reproducción de estos temas musicales.
Zárate destaca la función desempeñada por la tecnología como herramienta al servicio de la difusión
de mensajes ideológicos, distribuyendo los contenidos musicales. En la segunda parte del artículo, el
investigador se dedica específicamente a exponer la historia de la radio mexicana y su función a
partir de la globalización. En un tercer apartado, se analizan las temáticas específicas de las baladas
románticas, sus temas y las subjetividades de su contenido ideológico cultural. Por último, el autor
presenta algunos datos cuantitativos, resultantes del registro en una estación de radio, que traen a
colación los vínculos entre sexos, los destinatarios de las canciones, así como las relaciones entre
los temas y las personas. Zárate define los aspectos intangibles como aquellos procesos que,
aunque no son palpables, dirigen y construyen imaginarios que, a su vez, conforman las reglas
socialmente aceptadas para las relaciones entre hombres y mujeres.
Cabe destacar la solidez del trabajo de Alberto Zárate, evidenciada en un buen manejo de las
definiciones teóricas y el uso de los datos cuantitativos como modelo en escala de la función ideoló-
gica de los medios. Un análisis más profundo sobre las formas sutiles en que se legitima el modelo
de pensamiento hegemónico seguramente nos pondría “los pelos de punta”, permitiendo que
comprendiéramos a cabalidad la dimensión que adquieren los medios de comunicación en nuestras
elecciones cotidianas. El artículo de Zárate anuncia la confusión de una serie de subjetividades
propias, con aquellas construidas socioculturalmente y legitimadas a través de la radio; muestra lo
aguzado que tienen que estar nuestros oídos para no confundir las decisiones tomadas personal-
mente, con las ideologías que se nos imponen. Si bien no se trata de satanizar lo tecnológico igual

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que lo hicieron, antes y durante la Primera Guerra, autores alemanes como Benjamín, definitivamente
es importante hacer una saludable diferencia entre lo que se dice y lo que decimos.

Comentario al artículo de Ernesto Mora Queipo y Jean González Queipo

En cierta oportunidad, estando en la puerta de la Iglesia del Cristo del Mailin en la provincia de
Buenos Aires, Argentina, un devoto me hablaba de las contradicciones que se suceden desde hace
muchos años en las fiestas religiosas anuales de su parroquia. En lo que toca a devotos con buenas
o malas intenciones, me dijo con toda claridad: “Lo único que nos queda en este mundo es rezar y
bailar”. Precisamente estas dos acciones, centro y culmen de la totalidad de los rituales conocidos
por el hombre, ideas que enuncian una dualidad muy común en la religiosidad popular, retando a
duelo al pensamiento racional claro y distinto, es el fondo del artículo de Ernesto Mora Queipo y Jean
González Queipo. La música, del mismo modo que las creencias religiosas, configura espacios de
creación y supervivencia. Así se presentan para los negros de Venezuela, pero vale también para
otros países de América Latina, quienes lograron sobrevivir gracias a la asimilación del devocionario
católico y a la reconstrucción de su propia ideología. Las comunidades afrodescendientes de las que
nos hablan Mora y González aceptaron, según lo autores, parte del corpus simbólico y religioso del
catolicismo con un fin adaptativo cultural.
Me parece pertinente hacer dos observaciones sobre el concepto de persona que abordan los
autores en su artículo. Mora y González indican que para la ideología dominante, dueña y señora de
las comunidades negras, los individuos de éstas eran considerados como objetos vendibles e
intercambiables. Imaginario, creencia, concepto que antes había esgrimido Aristóteles, los autores
nos dicen que a los negros se les había negado el concepto de persona. Sin embargo, no debe
olvidarse que este concepto no pertenece al pensamiento africano, por lo menos no de la misma
manera como lo entendemos los occidentales, hijos de la racionalidad. Lo trágico es que cuando
señalamos a los europeos por su negativa a considerar como personas a los afrodescendientes lo
hacemos desde nuestro propio etnocentrismo, es decir le otorgamos a esa nominación una importan-
cia que no necesariamente tuvo para los directamente afectados. En otras palabras, podríamos
preguntarnos si realmente las comunidades esclavizadas tenían algún interés en ser catalogados por
los poderosos como “personas”, viendo la violencia y la ignominia de los que así se consideraban.
Para responder habría que tomar en cuenta que, como señalé antes, no estamos hablando de la
misma noción de persona que las comunidades negras poseían. Pero también cabe la posibilidad de
que no quisieran ser vistos de tal manera, cuando, a luces vistas, el que les niega la dimensión de
personas no se comporta como tal.
La situación de los negros en América Latina es triplemente trágica: por la prohibición de
elementos importantes de su cultura, por el trato que reciben y por las personas de quienes proviene
ese trato. La música es uno de los reducidos espacios que les permitió mantenerse culturalmente en
pie. Este trabajo inspira gran satisfacción, aunque también tristeza. Es un privilegio leerlo y seguir su
secuencia narrativa, pero no deja de entristecer por las ignominias de la historia que consigna.
Excelente trabajo, no sólo por el artículo sino por los autores que en el simposio, representados por
uno sólo de ellos Ernesto Mora, fueron intachable en su discurso. Nos pasa a los antropólogos.
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Muchas veces recordamos los temas de un congreso, más por el investigador que por la temática
que presentó; en este caso se conjugaron ambas cosas, sabia alquimia que pocas veces se logra.

Comentario al artículo de Edmundo Hernández Amador

El texto de Edmundo Hernández Amador, “La huella del bolero en México”, goza de dos privilegios
que, cuando se reúnen, producen esa alquimia especial de los artículos muy bien hechos: una
erudición precisa y una narración excelente. Recuerdo los temas que se suscitaron durante la
exposición del autor en el Congreso de Rosario: la comparación con el desarrollo del tango en
Buenos Aires y la presencia del bolero en esta misma ciudad, pues para la década de 1950 ambos
géneros se conjugaban y luchaban por sus espacios comunes. El artículo se ajusta de manera
precisa al tema que propone: ver y descubrir la historia del bolero en México. ¿Qué país de América
Latina se siente ajeno a este género musical?, creo que ninguno. Por eso celebro con gusto el trabajo
de Edmundo que es un texto polifónico: resuenan en él ecos de otras historias donde el bolero se
instaló y se instala cotidianamente, porque su memoria se encuentra abierta. El disco de José
Feliciano que suena en el mismo momento en que escribo estas notas, también agradece al autor su
interés por el bolero. En realidad, hay poco que decir sobre un trabajo que me parece excelente, sólo
espero que los lectores lo disfruten y preparemos juntos una batalla de preguntas para que
Hernández Amador nos siga enseñando.

Comentario al artículo de Pablo David Gaitán Fadel

El artículo de Pablo David Gaitán, “Las músicas de las ciudades y la construcción de la identidad: una
mirada desde el tango y el rock argentino”, tiene como propósito abordar la construcción de
identidades de los sujetos urbanos, a partir de los géneros musicales del tango y el rock. Para Gaitán,
la música es generadora de sentidos y la identidad es igualmente dinámica: se trata de un sujeto que
actúa, se identifica con su grupo de referencia y se distancia de otros grupos, por lo tanto la
interacción del sujeto está en constante transformación y movimiento. Es muy interesante el concepto
de ciudad utilizado en este trabajo, pues parte de la idea de que la ciudad no es un telón de fondo
donde se realizan los procesos de identificación, sino que es en ella misma donde los entrecruces se
construyen. Así, música, ciudad e identidad convergen para Gaitán en espacios simbólicos, cuyo
estudio brindan información de gran relevancia.
Con el propósito de observar la dinámica identitaria en contextos urbanos, el autor analiza dos
temas musicales: “Garúa”, tango perteneciente a Enrique Cadícamo, y “Noche de perros” de Charly
García, figura emblemática del rock argentino. Ambas canciones poseen estructuras de sentido
similares y, en particular, exponen la relación ciudad-malestar. De este vínculo, establecido con fines
analíticos por Gaitán entre Garúa y Noche de perros, se desprende un juego de variables digno de
ser comentado. En líneas generales, la temática del tango obedece una serie de parámetros que
cualquier porteño, rosarino o uruguayo conocen y con el cual se identifican: soledad y abandono
principalmente. Es de notar que en los orígenes de este género musical, la mayoría de los temas
eran instrumentales. Con el correr del tiempo, recién en 1914, surge la primera letra de tango: “Mi
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noche triste”. De aquí en adelante, este género musical adquiere renombre, sale de las orillas y se
instala lentamente en las clases medias. La guardia nueva con su instrumentación de orquesta,
comienza en 1920. La tristeza del tango no pertenece a sus orígenes o, por lo menos no de la
manera como lo conocemos ahora. Este sentimiento cobró dimensión cuando varios intelectuales
irrumpieron a partir de 1925 construyendo letras de tango muy cercanas al hombre urbano y su
soledad: Le Pera, Celedonio Flores, Cadícamo, Discépolo, Castillo, Manzi. Por lo tanto, Garúa
responde a su género y se torna símbolo del tango.
En cuanto al rock, no olvidemos que surgió como parte de un proceso de rebeldía de la
juventud de posguerra, por lo que igual que el tango, discurre sobre el accionar del hombre urbano
preguntándose por nuestro ser en el mundo, por el lugar que nos toca en este bendito reparto. Lo
interesante en Charly García es que, a pesar de que sus letras (especialmente desde su época en
Sui generis, conjunto musical que lideró entre 1971 y 1975) manifiestan una profunda soledad y una
cercanía a la muerte y el abandono (Canción para mi muerte, Cuando me empiece a quedar solo,
Rasguña las piedras, Eiti Leda, Bubulina, etcétera). En el caso de Noche de perros, no se trata del
modelo del rock que posee una plasticidad particular donde se conjugan ritmos, letras y estados de
ánimo muy variados. Es decir, al tango lo caracteriza cierta univocidad temática que no leo en el rock.
Sin embargo, el análisis hermenéutico de Gaitán establece un paralelismo entre ambos géneros a
partir, como hemos dicho, de la relación ciudad-malestar. Me pregunto, atendiendo a que el hombre
de 1943 no es el mismo de 1978, ¿Noche de perros es una excepción o por qué existe este
paralelismo? Toda realidad es contextual y creo que el trabajo Gaitán deberá completarse con una
estratigrafía hermenéutica profunda de ambas letras, tratando de sacar a luz cuál es la
representación de cada hombre en cada época, desde el punto de vista social. Para ello sería
necesario cotejar los textos de estas dos canciones con lo de otras de cada uno de los géneros
implicados, a fin de ampliar las variables. El artículo nos informa acerca de otros análisis, siendo los
precedentes simples modelos de una investigación más amplia que se encuentra realizando.
Deseamos que nos siga deleitando con trabajos como éste, profundamente inteligentes.

Comentario al artículo de Diana Zuik y Silvano Martínez

Diversos son los puntos que se derivan del texto de Diana Zuik y Silvano Martínez: “La difusión radial
de lo musical popular y la plasmación de lo identitario”. En primer lugar una observación sobre la
estructura del texto: la falta de subtítulos dificulta la lectura; para realizar un análisis detallado del
escrito, es preciso saber dónde comienzan y terminan las ideas que configuran la organización del
artículo. La definición de patrimonio intangible es exquisita, de la misma manera que la inclusión de la
música como ejemplo acabado de intangibilidad. Uno de los problemas que encuentro en este trabajo
es la amalgama de diversos marcos teóricos, lo que le resta brillo a todo el conjunto. En un momento
se nombra a Heidegger, considerándole crucial en el desarrollo del análisis realizado por los autores.
Cabe señalar que la adhesión a las propuestas de este filósofo implica colocarse frente a una
posición existencial compleja y comprometida. En este sentido, la definición ontológica de cultura
“como creatio simbólica del hombre en términos heideggerianos [que] le permite existenciar en el
mundo al cual ha sido arrojado”, es tan vasta que no nos permite aventurarnos más que en un sólo
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sendero. Sin embargo, renglones más bajo Zuik y Martínez retoman definiciones de García Canclini,
autor que pertenece a otro tenor antropológico, y se olvidan de Heidegger en lo que resta de su
trabajo.
Me parece muy interesante la manera en que los autores articulan los conceptos de radio,
música popular y globalización. Son muchos los datos que presentan y un buen análisis de cada uno
de los puntos merece un artículo aparte. En lo que respecta al concepto de muisca popular, Zuik y
Martínez explican que la ideologización de masas pretende, a través de la radio, mezclar y llamar
popular a variados géneros musicales como el rock, el jazz, el tango, la cumbia villera, etcétera.
Entendemos que esto no es así, los autores lo saben y marcan una clara diferencia entre anonimia e
identidad. Pero, de todas maneras, como antropólogos podemos explicarlo: la configuración del
tango, su historia entre la elite y lo popular, el jazz que todavía mantiene, el público particular que lo
escucha en Argentina, la cumbia villera adoptada en la clase media y acomodada, justamente busca-
do un polo de identidad perdido; todos detalles que merecen ser sacados a la luz. Si la globalización
pretende homogeneizar las diferencias, allá estamos los antropólogos y sociólogos para poder
rescatar del fondo del intento globalizador, estas perlas que rozan con lo ontológico. En términos
generales, el texto nos provee de copiosa información para el análisis, pero quizás un tanto menos de
datos y el texto mas organizado harían del mismo un trabajo excelente. Las definiciones, conceptos y
vocabulario evidencian una lectura precisa y atenta, lo que siempre se agradece.

Comentario al artículo de Rolando Silla

El artículo de Rolando Silla, “Las cantoras. Género y tradición en el Alto Neuquen”, nos presenta la
función desempeñada por algunas mujeres que, mediante su canto y una guitarra, conforman las
voces femeninas en las fiestas y celebraciones del Norte de Neuquén en la Patagonia Argentina. La
subordinación del género femenino en esta zona mantiene a las mujeres en una situación marginal,
donde los golpes y el alcoholismo de los hombres están presentes. El trabajo de Rolando Silla es
excelente y de gran interés, entre cosas porque nos muestra la manera en que las canciones inter-
pretadas por estas mujeres denuncian la situación violenta en la que viven. Varios son los puntos que
quiero mencionar con respecto a este texto. Rolando silla desarrolla su texto teniendo como base dos
ejes principales: a) la función de las cantoras en las fiestas regionales y, b) la información acerca de
la situación social de la mujer. Mediante la información que el autor posee sobre ambos rubros, las
dos temáticas convergen en un espacio simbólico e ideológico particular que el Rolando Silla destaca
de manera muy clara.
Sin embargo, considero que el análisis hermenéutico de una selección de estos cantos,
permitiría profundizar más a nivel exegético sobre los significados y funciones de los textos
reconstruidos. Así, como sucede en todo artículo bien hecho, el de Rolando Silla motiva preguntas:
¿es posible un muestreo de canciones con el fin de observar su estratigrafía de sentido?, ¿cuál es la
progresión de los antiguos cantos con los más modernos?, ¿existe testimonios de escuchas de los
cantos más viejos?, ¿las canciones han variado con el tiempo?, ¿se acoplan a la situación marginal
de la mujer u ofrecen variables?. El Alto Neuquen es una región extensa ¿hay disimilitudes en los
cantos según la zona?, ¿existen grupos de cantos y de cantoras que puedan reconocerse? En fin,
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todas son preguntas que surgen como producto de la lectura de un texto inteligente, realizado a
conciencia y con una profunda erudición.
En lo personal, habiendo laborado durante muchos años en la provincia de Neuquén, celebro
enormemente el artículo de Rolando Silla y la investigación de la cual se deriva, pues son escasos
los trabajos sobre el folklore patagónico y aún más aquellos dedicados al ámbito musical de esta
región. Al respecto, cabe señalar que, a diferencia de otros centros argentinos cuyas fiestas y
celebraciones son muy conocidas, la provincia de Neuquén es silenciosa y no se le conoce por estos
motivos. Así, la investigación de Rolando Silla constituye un logro importante para los estudiosos
dedicados a la música de la Patagonia, pues abre la posibilidad de conocerla más y mejor. Pero
además, para la antropología de género el artículo del autor expone la existencia de estrategias
femeninas diferentes a las reconocidas por los movimientos en defensa de los derechos de las
mujeres en las grandes urbes. En este sentido, profundizar en las experiencias de las cantoras podría
servir para analizar otras formas de posicionarse frente a la hegemonía masculina.

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