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Ef. 4:1-16
Introducción
Tuve un problema mecánico el año pasado con mi coche. Había una pieza del motor que
estaba floja. Era un simple tornillo. ¡Pero era el tornillo que aguantaba el motor! Un coche
está formado por diferentes piezas muy distintas entre sí. Pero cada una tiene su función.
¡Hasta un simple tornillo! Cuando todas están en su lugar realizando su función, el coche fun-
ciona. Y sólo que falte de esas piezas, el coche deja de funcionar. Todas las piezas por separa-
do no sirven para nada (a no ser para reparar otro coche), pero unidas armoniosamente forman
un medio de transporte casi imprescindible hoy en día. Y para mantenerlas en condiciones he-
mos de pasar periódicamente por el mecánico. Requiere un esfuerzo mantener el coche en
condiciones para que funcione correctamente.
La iglesia es igual: está formada por diferentes personas con diferentes dones y funcio-
nes cada una. Por ellas mismas no pueden hacer casi nada, pero todas unidas armoniosamente
crecen juntas y son un testimonio eficaz en el mundo. Mantener esa unidad siempre requiere
un esfuerzo.
El usar cada uno de nosotros nuestros dones es lo que más fomenta la unidad de la igle-
sia. La unidad no es sólo la ausencia de conflictos, sino el tener el mismo sentir, el mismo co-
razón, los mismos proyectos y las mismas metas para la iglesia.
Pablo empieza su exhortación sentando las bases de la unidad: vivir la unidad del espíri-
tu que es también la base para el uso de nuestros dones en la iglesia.
• Pablo está sufriendo prisiones a causa de su lealtad. Por eso es el más indica-
do para exhortar a los creyentes a ser leales al llamado que hemos recibido,
esto es, a vivir como cristianos.
• La nuevas relación con Dios es una vida de responsabilidades (mostrar a
Cristo en sus vida), a la vez que es una vida de bendiciones (que Cristo se
muestre en sus vidas). Nuestra responsabilidad es dejar que Cristo se
muestre a través de nosotros.
• Humildad. La humildad constituye la puerta de entrada de la unidad. Debe-
mos recordar de dónde hemos sido sacados.
• Mansedumbre. Es donde conduce la humildad. El individuo manso es el que
es lento para insistir en sus derechos; no tiene derechos porque todos han sido
recibidos por gracia; prefiere sufrir el agravio a infringirlo.
• Ejerce la paciencia. Tanto con las personas de afuera como con las creyen-
tes. A veces es más difícil con las personas con las que estás trabajando coco
con codo porque las conoces mejor, incluso sus fallos. Pero ellos también co-
nocen los tuyos y el Señor es paciente con ambos.
• Indulgencia. Es decir, no dar excesiva importancia a las ofensas recibidas.
No es que no muestres visiblemente el enfado o la ira, sino que realmente
no exista en tu corazón.
• Todo esto no es posible sin amor. Debemos recordar es el vínculo perfecto.
Esto es posible gracias a la oración y la intervención del Espíritu Santo.
• Pero significa un esfuerzo, no nace por sí solo. Muchas veces es una lucha
tremenda, tenemos que soportarnos unos a otros para preservar lo que Dios
nos ha dado: unidad, comunión o común unión con él que se manifiesta en
esa unidad y comunión con nuestros hermanos.
• Se promueve por la paz. Cuando hay un conflicto se rompe la unidad al me-
nos momentáneamente, y la paz es la garantía de la continuidad y perpetuidad
de la unidad.
Pablo, en la descripción de esta unidad y todas las características relacionadas con ella,
considera que se derivan de la presencia del Espíritu en nuestra vida, que vive en nosotros
gracias al sacrificio de Cristo porque ésa fue la voluntad del Padre.
Conclusión
• Hemos sido llamados a vivir una vida de unidad. Es nuestra vocación y nues-
tra razón de ser. Un iglesia unida es iglesia, una iglesia desunida deja de ser-
lo.
• El usar cada uno de nosotros nuestros dones es lo que más fomenta la unidad
de la iglesia. La unidad no es sólo la ausencia de conflictos, sino el tener el
mismo sentir, el mismo corazón, los mismos proyectos y las mismas metas
para la iglesia.
• Dios no nos pide sólo unidad, sino también crecimiento, aunque éste sólo
puede existir cuando exista aquella.
• El objetivo a conseguir por medio de nuestra unidad es el crecimiento del
cuerpo de Cristo en el que participan todos los creyentes que tienen una acti-
tud correcta y usan sus dones para ir creciendo tanto en número como en cali-
dad.
• Por eso hemos de buscar, todos juntos, un proyecto de iglesia que apoyar, por
el cual orar, en el cual trabajar ¡todos juntos!