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¿Existe un término “natural” para cada análisis? Este término “natural” del
análisis implicaría haber logrado una especie de normalidad absoluta, lo cual resulta
irrisorio. No es posible poner como objetivo del análisis una normalidad absoluta. Lo
que hace el psicoanalista es mostrar que existe una suerte de locura en la razón y de
razón en la locura. De manera de que ser o no normal no implica una diferencia
esencial, no es posible conseguir ese nirvana o perfección plena del que hablan los
humanistas. Nosotros podemos visualizar el término del tratamiento como “provisorio”.
Incluso dentro de la formación del analista se propone de volver a retomar cada cierto
tiempo un tratamiento psicoanalítico.
La propuesta de Freud no es algo al azar, lo explica por el hecho que la neurosis
desde su etiopatogenia es mixta, o sea se controla la participación de varias causas. La
prosperidad o ilusiones que nos podemos hacer del éxito del tratamiento va a depender
de la causa del cuadro, del peso que tengan estas causas. Freud dirá la existencia de 3
conglomerados o categorías:
1er grupo: la Intensidad Pulsional: a estas causa Freud las llama “el factor
constitucional”. Este el factor constitucional se acerca a los que nosotros podemos
entender como un factor grave del carácter, o sea problemas graves pulsionales, son
los que hieren y matan. Este factor constitucional esta pronto a pensar de que hay un
factor constitucional o genético en la etiopatogenesis. Hay pulsiones hiperintensas,
desbordantes.
2do Grupo: Las experiencias traumáticas o situaciones de vida por las cuales
atravesó el paciente en su existencia individual, a este le llamamos el “factor
accidental”, la historia del paciente, hijos abandonados, trayectoria de experiencias
vividas por el paciente. Aquí la neurosis la puedo explicar como consecuencia de un
factor histórico.
Freud va a establecer que los trastornos más influidos por lo constitucional son
de los que menos se puede esperar que prospere el tratamiento, debido a que la
exacerbada intensidad pulsional hace a los trastornos graves del carácter (psicopatías,
limítrofes graves). Se puede aliviar o disminuir un poco la intensidad pulsional, pero no
más que eso: las expectativas son reservadas, prudentes, poco optimistas, bastante
cautelosas. Los trastornos del carácter son los más difíciles de tratar y se requiere de la
inclusión de una red amplia de sostén como la familia, otros significativos y también
medicación. Por lo general los individuos llegan en situaciones límites a las urgencias
de los hospitales o derivados por los juzgados.
La fortaleza del yo, participa, incide sobre los otros 2 factores y determina la
gravedad de los mismos. El descontrol pulsional sólo es posible con la complicidad de
un yo débil, que “no se ha enseñoreado”. Por lo tanto, en lo accidental este factor marca
el curso del tratamiento. Hay que tener en cuenta en el diagnóstico los 3 factores, hay
que ver cuál prevalece de los 2 primeros y la influencia del 3ro.
Volviendo a la fortaleza del yo, tiene que ver con el desarrollo de ciertas
capacidades que evolutivamente surgen con posterioridad en el curso del desarrollo y
que son consecuencia de “la socialización, la educación”, no en un sentido cognitivo,
sino afectivo. ¿Qué es lo que hace que el desarrollo moral de un niño se desarrolle? No
se trata de un proceso cognitivo, porque no tiene que ver con que se entienda que es lo
bueno y que es lo malo (esto también lo sabe el perverso). Lo que garantiza el desarrollo
moral, es el apego y la fantasía del niño en posición depresiva de que puede ganar o
perder el amor por algo que ha hecho, es decir, la culpa. Lo que duele, el sufrimiento, no
es a causa del castigo, sino por lo que representa simbólicamente: la pérdida del afecto.
Por lo tanto, lo que hace que el desarrollo moral funcione, es que nuestro educador sea
alguien que amamos. Si no se establece el vínculo amoroso (transferencia), no se
garantiza el establecimiento de la conciencia moral. (Así se llama en un primer
momento), la internalización de la ley moral que pasa a convertirse en algo propio. Todo
proceso formativo es a la conciencia moral. Nosotros tendemos por naturaleza a
oponernos a la enseñanza, tendemos a oponernos a la ley debido a que nuestros
impulsos nos hacen sentir que queremos transgredirla. Esto no es el verdadero
desarrollo moral, el verdadero se da “cuando se abraza la ley del padre” como propia y
el yo lo acompaña: se produce la internalización de la ley que hasta ese momento era
externa, es decir, se produce la identificación que tiene su primera expresión en la forma
de la imitación (parece que el niño imitara al padre).
Construcciones en análisis: Hay algo muy importante, todo este texto muestra la
evolución conceptual que va desde el término interpretación al término construcción. La
interpretación es la unidad funcional mínima de la construcción en análisis (es la casa
hecha de interpretaciones), hace a la resignificación de la historia personal. Existe una
verdad material, los hechos reales acontecidos y una verdad histórica (que es lo que se
trabaja), la significación de lo vivido. La resignificación de la verdad histórica del
paciente es lo que se elabora, se construye una resignificación en base a las múltiples
interpretaciones realizadas.