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miel y la
polinización
Enrique Simó
Zaragoza
Biólogo y
Veterinario
Técnico del
Sector Apícola
Unió de
Llauradors i
Ramaders-COAG
E-mail:
esimo@launio.org
La polinización cruzada es el transporte del polen desde las anteras de una planta,
hasta el estigma del pistilo de otra planta distinta. En variedades compatibles se
produce la fecundación y ese grano de polen en contacto con el estigma, emite el
tubo polínico y penetra en el ovario, transformándose el ovario en fruto y el óvulo
fecundado en semilla.
Al parecer el néctar, las formas, los colores y los aromas no tienen otro valor para
la planta que el de atraer a los animales, y representa un coste que la planta
hubiera podido utilizar para otros menesteres, sin embargo el beneficio que
obtiene es el de la polinización a través de un vector animal del polen. En plantas
cultivadas y silvestres la polinización provoca un incremento de la producción,
( aumentando el número y el tamaño de los frutos ) y el incremento de su
diversidad genética. Así mismo provoca un aumento importante del número de
frutos cuajados y de la calidad del cuajado, y también produce una mejora de la
calidad de los frutos obtenidos.
Resulta indiscutible que el beneficio en polinización, llevado a cabo por las abejas y
el resto de polinizadores, favorece la fecundación y fructificación, por lo que
contribuye directamente en la conservación de especies amenazadas ( animales y
vegetales ) y la diversidad biológica. De ese modo se garantiza la renovación y
mantenimiento de la cubierta vegetal, reduciendo el riesgo de erosión,
constituyendo una medida activa de protección. Desgraciadamente, no existen
suficientes estudios científicos sobre el tema y sería necesario el desarrollo y puesta
en marcha de programas de investigación que permitan evaluar y cuantificar los
efectos beneficiosos producidos por los polinizadores en los ecosistemas.
Las conclusiones de los estudios de las últimas décadas, nos alertan de la tendencia
creciente a la desaparición de los polinizadores y de las graves consecuencias que
su déficit provoca. La causa principal de este crítico descenso se puede atribuir,
directa o indirectamente, a la intervención de la especie humana. La aplicación de
insecticidas de uso agrícola, las incesantes transformaciones de terrenos forestales
en agrícolas y la urbanización intensiva, provocan la destrucción continua de los
hábitats naturales de los polinizadores. Muchos de ellos anidan en el suelo, bien
para reproducirse o para hibernar, y todas las operaciones que implican el
movimiento del suelo eliminan inevitablemente una gran cantidad de individuos.
Por otra parte, si se reducen las zonas con flora autóctona, también lo hacen las
fuentes de polen y néctar, que son las base de la dieta de la mayoría de los
polinizadores. Los incendios repetidos, la sequía prolongada, la pérdida de suelo a
causa de las lluvias torrenciales, han acelerado el proceso de desertización de
nuestras tierras.
Pero la amenaza también se cierne sobre la abeja melífera, cuya población también
disminuye. Las 8.800.000 colmenas europeas están acosadas por patologías cada
vez más difíciles de tratar, también existen graves problemas de intoxicación y
pérdida de colmenas por la aplicación de ciertos productos fitosanitarios, además
hay que añadir los efectos que sobre los apicultores profesionales tienen las mieles
de importación (el precio medio de las importadas es de 1,11euros/kgr, frente a 2,05
euros/kgr de las europeas ). En estas condiciones, el aumento de los costes de
producción, la disminución del rendimiento y la dificultad de recuperar las
colmenas perdidas, el desánimo hace mella entre los apicultores europeos, esta
actividad ya no atrae a los jóvenes y el número de ellos que se incorporan ha
disminuido drásticamente, a pesar de que constituye una alternativa para el
delicado tejido rural y de que está bien integrada en el medio natural. La
producción de miel europea cubre sólo el 50% de su demanda interna, pero aún
siendo ésta una buena causa, la razón principal para garantizar la pervivencia de
la apicultura es la de mantener una población mínima de polinizadores, antes de
que resulte imposible solucionar los problemas derivados de su déficit:
Conservación de la flora natural, protección de la biodiversidad y producción
agrícola.
En otros países las abejas son respetadas y consideradas como protectoras del
Medio Ambiente, por esos probados beneficios antes mencionados. Sin embargo,
lamentablemente en la Comunidad Valenciana, pionera en la apicultura española,
en demasiadas ocasiones, la abeja es tratada como una ladrona de néctar y polen, y
los apicultores casi como delincuentes, tal y como veremos a continuación.
La crisis del Sector apícola viene de lejos y está motivada por múltiples causas.
Pero, sin ningún género de dudas, la causa principal de este crítico descenso de
producción ha sido la aplicación de la normativa restrictiva al respecto ( Decreto
33/2000 y 37/2001), que ha imposibilitado, en gran medida, la producción de miel
de azahar en la Comunidad Valenciana y ha favorecido la entrada de mieles de
importación. Esta normativa, ha obligado a los apicultores a un destierro forzoso,
situando sus colmenas a más de 5 k.m lineales de las plantaciones de cítricos en
floración y sufriendo las consecuencias de los tratamientos insecticidas en plena
floración citrícola. Los apicultores, en el mejor de los casos, han debido buscar
floraciones alternativas sobresaturadas, aumentando los costes de producción y
disminuyendo considerablemente el rendimiento y rentabilidad de sus
explotaciones, debiendo hacer frente a las recientes inversiones realizadas para la
mejora y modernización de sus explotaciones.