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SALMO 90.

PEREGRINOS FIELES Y APRENDICES EXITOSOS

El Salmo 90 es el más antiguo y fue escrito por Moisés. Es posible que Moisés haya escrito este salmo después que Israel
fracasó en su fe en Cades Barnea, cuando la nación fue condenada a vagar por el desierto durante 40 años, hasta que la
generación más vieja hubiera muerto. Esa tragedia fue seguida de 3 eventos

1. La muerte de María, su hermana


2. La muerte Aarón, su hermano
3. Y entre esas dos muertes, Moisés desobedeció al Señor y golpeó la piedra en vez de solo hablarle.

Salmo 90 presenta algunos temas fundamentales para la realidad, tanto de Moisés, como nuestra. El Dios eterno y los seres
humanos frágiles; la vida y la muerte; el significado de la vida en este mundo confuso y difícil. ¿Pero cómo llegó Moisés a ser
un “hombre de Dios” después de pasar por tres etapas que aparentemente no fueron exitosas en su vida? Los primeros 40
años terminaron en fracaso en la tierra pagana de Egipto; los siguientes 40 años como un humilde pastor de ovejas en
Madián, y finalmente 40 años liderando una marcha fúnebre por el desierto.

I. SOMOS VIAJEROS: DIOS ES NUESTRO HOGAR


(Salmo 90:1, 2). Moisés afirma que Dios es eterno.

Para todos los mortales, la vida es una peregrinación, que se extiende desde el nacimiento a la muerte, es una jornada de la
tierra al cielo. leer (Génesis 47:9), de acuerdo con Jacob, los 130 años de su peregrinación fueron “pocos” y “malos”

MOISÉS HACÍA DE DIOS SU HOGAR


Sus primeros 80 años fueron relativamente tranquilos, primero en Egipto y después en Madián. Después de eso, pasó
cuarenta años en el desierto, liderando una nación de exesclavos murmuradores que no siempre aceptaban su liderazgo, ni
le daban el debido valor. Números 33 cita el nombre de cuarenta y dos lugares diferentes en los cuales Israel acampó a lo
largo de su jornada. Pero donde quiera que Moisés moraba, Dios siempre era su hogar.

Moisés no vivió con el Señor, “vivió en el Señor”, porque Dios era su hogar. Moisés eligió “permanecer en el Señor” y
encontrar fuerzas, consuelo y ayuda para las responsabilidades de cada día. leer (Éxodo 33:7-11).

Para las personas del mundo antiguo, las montañas simbolizaban todo lo que era duradero y confiable, y para el pueblo de
Israel, las montañas representaban al Dios eterno. “Porque sabemos que si nuestra morada terrestre, este tabernáculo, se
deshiciere, tenemos de Dios un edificio, una casa no hecha de manos, eterna, en los cielos.

II. SOMOS APRENDICES: LA VIDA ES NUESTRA ESCUELA (SALMO 90:3-12)

Moisés “fue enseñado en toda la sabiduría de los egipcios” (Hechos 7:22), pero las lecciones que aprendió en su caminar
con Dios tuvieron un propósito más allá de cualquier proyecto terrenal. Leer Salmo 90:3-6 Nuestra existencia aquí en la tierra
es breve, debemos usarla de la mejor manera posible

LA VIDA ES DIFÍCIL, PERO VIVIR ES LA ÚNICA FORMA DE MADURAR

Leer Salmo 90:7-11


En los versículos 7 al 11, Moisés reflexiona sobre la experiencia triste de Israel en Cades Barnea, cuando la nación rehusó
obedecer al Señor y entrar en la Tierra Prometida. Esa decisión insensata resultó en 4 décadas de tribulaciones y de pruebas
en el desierto, mientras la generación más vieja iba muriendo gradualmente, con excepción de Josué y Caleb.
Cuando la nación volvió a Cades Barnea 40 años después, los que antes habían tenido 20 años, ahora estaban llegando a
los 60 y Moisés consideraba que el límite de edad para el ser humano era 80 años. Él murió con 120 años y Josué con 110,
pero el rey David tenía solo 70 años cuando falleció.

De la generación de adultos (por cima de 20 años) que salió de Egipto (600 mil hombres), ¡todos menos dos murieron en
el desierto! En la escuela de la vida, la mayoría queda reprobada porque no quiere someterse a los propósitos divinos. A
nadie le gusta pensar en la ira de Dios, pero cada cruz clavada en el suelo en la caminata fúnebre por el desierto, a lo largo
de 40 años, era un recuerdo de que “la paga del pecado es la muerte”.

leer Salmo 90:13-17 A pesar del “ambiente sombrío” que acompaña a este salmo, al hablar de la transitoriedad de la vida,
sobre las dificultades que enfrentamos mientras pasamos por ella, su énfasis es sobre la vida, y no sobre la muerte. Es
importante entender que, las experiencias pasadas y presentes de la vida nos preparan para el futuro aquí, mientras que la
vida, como un todo, nos prepara para la eternidad.

Esa oración final enfatiza la compasión y el amor de Dios, que nunca fallan, y su deseo de darnos alegría y satisfacción, aun
en medio de las dificultades de la vida, su capacidad de hacer nuestra vida relevante para la eternidad. Cuando Jesucristo es
nuestro Salvador y Señor, el futuro es nuestro aliado. Cuando Moisés dice “vuélvete” (v. 13) da la idea de “volver el rostro,
dejar la ira y mostrar el resplandor de su rostro”.

v. 14, Moisés dice: “de mañana sácianos de tu misericordia”. Aquí él se puede estar refiriendo al maná que caía cada mañana,
seis días por semana, y suplía las necesidades físicas del pueblo. Es bueno recordar que el maná era un retrato de Jesucristo,
el pan de vida. El maná mantuvo la vida de los israelitas durante casi 40 años, pero lo que Dios nos dio en Jesús, el pan de
vida, es mucho más que 40 años, es vida eterna. El que comienza el día con el Señor y se alimenta de su Palabra, camina
con él y disfruta de sus bendiciones.

LA COMPENSACIÓN ESTÁ FRENTE A NOSOTROS


Tal vez, solo seremos capaces de comprender el valor de ciertas compensaciones en la vida después de que entremos en la
eternidad. Moisés le pidió a Dios que le diera a él y a su pueblo tanta alegría en el futuro como las tristezas que habían
experimentado en el pasado, en verdad, Dios prometió a sus hijos bendiciones más numerosas que las cargas que llevan. Y
él es fiel en cumplir su promesa, aunque sea en el futuro, en la eternidad.

La gloria venidera excede en mucho el sufrimiento que soportamos hoy. Moisés perdió la calma y no pudo entrar en Canaán,
pero llegó a la Tierra Prometida con Jesús, compartiendo la gloria de Dios con Elías. (leer 1 Pedro 5:10).

Es posible que a veces Moisés sintiera que su trabajo era en vano. En varias ocasiones, el pueblo lo amargó profundamente
y entristeció su espíritu. Él se sacrificó para servir a los israelitas, y nunca le dieron el debido valor. Pero, ningún trabajo
realizado para el Señor quedará sin recompensa, así como todos los que se entregan para vivir el propósito divino.

CONCLUSIÓN
El favor del Señor no nos abandona en nuestra vejez, en los tiempos de aflicción o cuando nos encontramos con la muerte;
las bendiciones de nuestro trabajo y testimonio tendrán continuidad. Moisés llama a Dios Jehová, el Dios del pacto que nunca
rompe sus promesas, ese es el Dios que amamos, adoramos y a quien servimos. La vida es corta y por eso Moisés ora:
“Enséñanos de tal modo a contar nuestros días”. La vida es difícil y por eso pide: “La obra de nuestras manos confirma”.
Dios respondió a esas oraciones de Moisés y hará lo mismo por nosotros. El futuro es nuestro aliado, cuando Jesús es
nuestro Salvador y Señor.

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