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Introducción
El año 1945 supuso el fin de una locura, el fin de un fenómeno que sacudió
Europa durante más de 20 años: el fascismo. Y cayó gracias a la actuación
de los países aliados, que de repente decidieron que había que poner fin a
los devaneos grandilocuentes de Hitler y Mussolini. Todo por el bien de la
Humanidad, porque la historia del siglo XX no es más que la historia de la
victoria de las democracias liberales sobre dos aberraciones: el fascismo y el
comunismo.
¿Cuáles son los elementos que necesitan para llegar al poder, y por tanto
para ser derrotados?
Hace cinco años, casi todos los comentaristas liberales y buena parte de la
izquierda en Europa consideraban que inquietarse por el crecimiento de
partidos fascistas era cosa de paranoicos. Hoy en día este tipo de
comentarios es mucho menos frecuente. Los asesinatos racistas en
Alemania, la participación de ministros fascistas en el gobierno italiano, y el
sorprendente éxito de Zhirinovsky en Rusia, han demostrado que existe un
verdadero peligro de revivir -aunque más lentamente- la década de 1930.
Esta tensión es mayor aún entre los fascistas actuales, precisamente porque
su base militante es pequeña en relación con su fuerza electoral. Sus
dirigentes están todavía muy lejos de poder tomar el poder, y por lo tanto
necesitan responder a las presiones de sus propias bases con aventuras
terroristas, tratando al mismo tiempo de cultivar una imagen "respetable".
El caso del partido fascista hindú BJP en la India muestra lo peligroso que
puede resultar esta tensión para los dirigentes fascistas. A mediados de
1993 el BJP crecía cada vez más. Era el segundo partido en el Congreso
Nacional, y controlaba los gobiernos de varios Estados, incluyendo el mayor,
Uttar Pradesh. Sectores de la clase dominante, y gran parte de la clase
media alta, empezaban a ver al BJP como la única fuerza capaz de evitar la
fragmentación del país, que empezaba a abrir su economía al mercado
mundial.
En ese momento, los dirigentes del BJP decidieron mandar a sus activistas a
luchar por el control de las calles, atacando la mezquita de Babri Masjid en
Ayodhya, y provocando disturbios anti-musulmanes en varias ciudades.
Barrieron con todo, y en Bombay (principal ciudad comercial e industrial del
país) los aliados del BJP en el Shiv Sena -organización de 30.000 militantes-
consiguieron el apoyo de la policía mientras incendiaban y saqueaban barrios
enteros de la ciudad, asesinando a más de mil musulmanes.
Pero esta estrategia resultó ser un tiro por la culata. Poder organizar
enormes y terroríficos pogromos no era lo mismo que demostrarle a la clase
dominante que el BJP era capaz de eliminar toda oposición, imponiendo una
nueva y tiránica paz social. La gran industria contemplaba con horror la
interrupción de sus transacciones a causa de los disturbios, y sus beneficios
se resintieron. La clase media alta temió de repente que el BJP, en vez de
imponer orden, trajera un caos interminable.
Esto nos da esperanzas de poder librar una lucha anti-fascista que consiga
derrotarlos. Pero no debemos quedarnos tan tranquilos. El fascismo basado
en resultados electorales puede proveer una estructura dentro de la cual
puede crecer el fascismo de calle. Ya vimos ejemplos en Austria y en
España. En ambos países, en 1934 surgió el "clero-fascismo", una política de
derecha represora y sangrienta que no llegaba a ser un nazismo pleno. Pero
éste último se impuso dos o tres años más tarde, cuando gran parte de los
que apoyaban pasivamente a la extrema derecha se tornaron cuadros
militantes nazis.
A esto añadimos lo que dicen los que no actúan contra el fascismo, las
fuerzas políticas mayoritarias por un lado y por otro los medios de
comunicación, que están difundiendo tanto en artículos, tiras cómicas o
debates televisivos, la idea de que Jarrai es un "fascismo de izquierdas", ya
que según éstos, la violencia política es equiparable al fascismo, pero no
cuando esta violencia es ejercida por el Estado -ataques de la policía contra
inmigrantes o huelguistas-.
Esclarecer cómo funciona, en qué momentos aparece, y qué fuerzas son las
que lo lideran es el único modo de combatirlo de manera efectiva. Entonces
¿Cómo definir el fascismo?
¿Qué es el fascismo?
El fascismo es una parte más del capitalismo. Es una forma de gobierno
específica que la clase dominante utiliza como única salida, en momentos
extremos, para acabar con toda oposición de la clase trabajadora.
La historia nos demuestra, sin lugar a dudas, que hay una unión inseparable
entre fascismo y capitalismo. Y que detrás de toda la fraseología
demagógica que los nazis usan acerca de un nuevo sistema totalmente
diferente al capitalismo, se esconde la realidad que, de manera precisa,
expone Sebastian Balfour en su libro sobre la situación de la clase
trabajadora durante el franquismo, La dictadura, los trabajadores y la
ciudad: "De hecho, el principal objetivo del nuevo orden fue restaurar
plenamente el sistema capitalista en fábricas, minas, oficinas y haciendas y
asegurar que nunca más sería amenazado por un levantamiento social".
Esta reacción que acaba por dar el poder a los fascistas representa la
desaparición total de la oportunidad de luchar, de organizarse por parte de la
mayoría, representa la desaparición de toda resistencia durante años, si no
décadas. De toda posibilidad de expresar ideas diferentes a las del régimen,
no sólo ideas socialistas, sino religiosas o científicas. Sólo hay que observar
la primera mitad de la España franquista, con todo su entramado policial de
vigilancia sobre cualquier movimiento individual, para percatarse de que
toda libertad de expresión y toda forma de democracia desapareció. Esto se
diferencia bastante de gobiernos como los del PSOE o el PP. Muestra la
diferencia entre la democracia burguesa y la dictadura fascista.
Llamarles a los dos con el mismo nombre deja a la gente inmovilizada contra
los verdaderos nazis, como lo hizo la absurda política de Stalin en Alemania
cuando los nazis estaban creciendo. El partido comunista se negó a aliarse
con los socialdemócratas, argumentando que eran "socialfascistas",
equivalentes a los nazis.
Los nazis hacen esto por dos razones: la primera, aterrorizar con sus
marchas militares a la gente que no está de acuerdo con ellos y, la segunda,
es que les sirve para presentarse como algo importante, para convencer a
las clases medias y al lumpen de unirse a ellos. En palabras del nazi
Goebbels: "Quien controla las calles conquista las masas, y quien conquista
las masas controla el estado."
Los fascistas no se hacen con el poder a través del argumento sino a través
del terror. Su medio principal no es el parlamento, como sí lo es para el PP,
aunque eso no significa que no lo aprovechen. Su medio es la confrontación
de su base contra toda organización que no acepte sus planes totalitarios, y
si bien los éxitos electorales de los nazis no han desaparecido en estos dos
últimos años, no son su campo más importante.
La necesidad de este apoyo les obliga mantener una imagen más o menos
respetable, a la vez que tienen que alimentar a su base con actos de odio
exacerbado hacia los inmigrantes, gays, comunistas y un sinfín más. No es
una casualidad que durante las marchas que organiza el frente nacional de
Le Pen sea asesinado un inmigrante, un chico muera en Madrid por no
querer cantar el «cara al sol» o se produzcan actos similares en Alemania,
Austria, etc.
Cuando conoces la forma que adopta el fascismo, las necesidades que tiene,
sus medios para llegar al poder y, por supuesto, cuál es su finalidad -sólo en
la Alemania nazi fueron asesinados 6.000.000 de Judíos, 2.500.000 de
polacos, 500.000 gitanos, 400.000 prisioneros rusos, 100.000 disminuidos
físico o mentales y decenas de miles de socialistas, comunistas, gays...-, la
cuestión a plantear es ¿Cómo luchar contra los nazis?
En palabras de Hitler "si nuestros enemigos nos hubiesen parado los pies
desde el primer momento, desde que éramos un pequeño grupo, habrían
acabado con nosotros. Nunca después, cuando ya éramos un gran
movimiento unido". La posibilidad de destruirles, pues, pasa por la
confrontación masiva contra ellos.
Éstas eran las palabras de John Tyndal, Fuhrer del National Front (Frente
Nacional, NF) en los años 70 en Gran Bretaña. Actualmente Tyndal es el líder
del British National Party (Partido Nacional Británico, BNP), otro partido nazi.
Sus palabras son eco de las de su héroe, Adolf Hitler.
Con el aumento del apoyo, el NF decidió seguir las palabras de John Tyndal,
su líder, e iniciar marchas propagandísticas por las calles. Con ello querían
conseguir apoyo e imagen de gloria. Para protegerse de cualquier contra-
manifestación, el NF gozaba de una protección policial de gran envergadura.
La Liga Anti-Nazi
La consecuencia más importante de la "batalla de Lewisham" fue su papel
como detonante de la Liga Anti-Nazi (ANL), impulsada por el SWP, algunos
parlamentarios de la izquierda laborista, artistas y otras personalidades. El
objetivo de la ANL era y es, que los fascistas no se volvieran a recuperar
después de la derrota de Lewisham.
Hitler poco antes de llegar al poder había admitido: "Sólo una cosa hubiera
podido pararnos: si nuestros adversarios hubiesen comprendido el principio
de nuestro movimiento y, desde el primer día, lo hubiesen machacado con la
máxima brutalidad."
Estas palabras hicieron comprender a la ANL que para luchar contra los
fascistas había que enfrentarse a ellos. Pero entendiendo que sólo la
movilización masiva puede debilitar al fascismo y crear las bases para la
unidad entre blancos y negros en su lucha contra la opresión. La lucha de la
ANL ha sido siempre la autodefensa activa, consiguiendo con ello mostrar al
NF (y hoy en día el BNP) como nazis, y no solamente "patriotas", ante los
ojos de millones de personas.
Este articulo explica cómo han crecido los nazis, qué repercusiones han
tenido en la sociedad francesa y de qué manera se ha respondido a esta
amenaza.
Al mismo tiempo que el movimiento antinazi está dirigido por los socialistas
y los comunistas es su propio gobierno el que ataca a los niveles de vida de
la mayoría creando las condiciones para el crecimiento del FN.
El FN y los pactos
Este argumento no tiene en cuenta que la libre expresión del ideario nazi -odio a los
inmigrantes, odio a los comunistas, odio a los gays, etc.- conlleva el crecimiento de
ataques no sólo a estos sectores de la sociedad sino a cualquiera que no está de
acuerdo con ellos.
Las manifestaciones nazis, como la producida en València a grito de "Valencia para los
valencianos", los locales, como el del grupo nazi THULE en Zaragoza, y los periódicos
que defienden las agresiones, son el aspecto imprescindible para la creación de
organizaciones fascistas.
La pasividad y el silencio hacia ellos sólo comporta dejarles el camino libre para crecer.
Le Pen se ha desarrollado tanto porque durante años las organizaciones antirracistas y
de izquierdas han creído mejor no hablar de lo que él es y representa.
La aceptación, en distintos grados, de cortar el paso a los inmigrantes por parte de los
partidos socialdemócratas (tanto PSOE como IU) da alas a los nazis para presentarse
como una alternativa más dura, pero necesaria, a la lucha contra la inmigración.
Unir la lucha por la mejora de las condiciones laborales, por los derechos sociales y
contra las leyes que tratan de dividirnos entre autóctonos y extranjeros con el combate
contra el fascismo actual es hoy más importante que nunca. Estas dos luchas no sólo
son compatibles sino que se complementan.
En una situación como ésta, el nombrar a los actos de Jarrai, ETA, etc. como
actos "fascistas" se ha vuelto algo de "sentido común". Quien hace una
crítica de esta idea es directamente acusado de apoyar al terrorismo y al
fascismo. O dicho de otra manera, o estás al lado de los demócratas, o al
lado de los violentos.
La respuesta de la izquierda
Ante todo, no hay que tener esperanzas en que un gobierno del PSOE o IU
serían gobiernos de los trabajadores, más bien se podrían definir como
gobiernos, en mayor o menor medida, de reformas, que no pondrían en
duda la necesidad del Estado existente.
Por tanto, y entendiendo esto, no ha sido ni será de extrañar ver como esos
gobiernos, más aún los de derechas, han creado y crearán controles de
inmigración, terrorismo de Estado y reformas laborales en contra de los
intereses de los trabajadores.
Sin Confundir
Esto sólo será posible uniendo al máximo de gente, sin importar si conciben
o no la idea de acabar con el capitalismo.
Con esta campaña se abre una gran oportunidad para los que defendemos
que la mejor manera de poner punto y final a todo tipo de opresión, y a la
existencia del trabajo asalariado, es aplastar al capitalismo.
Para ello, hay dos armas que utilizan con insistencia. La primera hace
referencia a la legitimización que desde el gobierno se hace de su política. La
ley de extranjería, las desigualdades entre hombres y mujeres, la opresión
de gays y lesbianas, al igual que los recortes en los servicios públicos, sirven
de respaldo para colocar sus ideas en un grado de aceptabilidad que, por
supuesto, no les corresponde en absoluto.
Lo más importante para todos aquellos que queramos luchar contra ellos, es
saber lo que quieren decir cuando hablan de todo eso y el peligro en dejar
reproducir sus ideas.
¿Confusión antifascista?
Aceptar la idea de que los inmigrantes son el problema del paro y las
desigualdades y que por eso hay que expulsarlos; defender que el mundo se
rige bajo un complot judío internacional y que por eso hay que exterminarlos
a todos; argumentar que la homosexualidad es algo antinatural y enfermizo
y que por eso hay que seguir con la represión hasta devolverlos al gueto del
que no tendrían que haber salido nunca; negar los campos de concentración
y defender un nuevo holocausto, etc. no es una cuestión de incultura sino
una opción claramente escogida basada en la negación de lo hechos y la
mentira.
Otro caso puede ser el del ex-dirigente de CEDADE, Pedro Varela, que en un
mitin realizado para celebrar el centenario del nacimiento de Hilter,
argumentó que si Dios nos hubiera hecho iguales seriamos todos verdes, y
no blancos, negros o amarillos.
Libertad de expresión
La idea de que la libertad de uno termina cuando empieza la del otro, para
los nazis se convierte en la afirmación de que su libertad empieza cuando
acaba la de los demás. Parece extraño que pidan libertad cuando nunca han
sabido lo que ésta significa.
Hoy en día, cuando Le Pen saca cada vez más votos, cuando Haider parece
encontrar un hueco cada vez más cómodo en el ámbito político austríaco, o
cuando Zhirinovsky en Rusia parece encontrar cierto respaldo mientras
habla sobre cómo volver a los valores tradicionales con un revólver en la
mano, caer en confusiones sobre si aún los nazis pueden o no tener libertad
de expresión es hacerles un grato favor.
Hacer eso, es dejar que afilen sus cuchillos, para que cuando sean lo
suficientemente fuertes, nos corten la cabeza a todos. Para evitar eso, hay
que empezar a luchar para no dejarles vender sus periódicos, hacer sus
marchas ni dejarles expresar libremente sus ideas.
Hay que demostrar que la frase, utilizada por Goebbels, responsable del
aparato propagandístico nazi, de que las mentiras repetidas muchas veces
se convierten en verdades, no es más que una falacia más del discurso nazi.
Y para eso, no hay que dejarlas que se repitan, hay que organizarse para
frenarles los pies, hay que decir no a la libertad de expresión para los nazis.
La otra teoría es la del frente popular, que fue la táctica que llevaron a cabo
principalmente los partidos comunistas durante los años treinta, y que se
basaba en la unidad con sectores de la derecha, como liberales burgueses,
conservadores moderados, etc. El resultado de esta política quedó
manifiesto en los intentos del estalinismo de encontrar acuerdos con las
democracias occidentales para resguardar sus intereses.
La tercera teoría es la del frente único, que lejos de los anteriores dos
análisis, intentó construir la base para la unidad dentro de la izquierda. Para
ello, hacía falta una nueva explicación sobre cómo combatir el fascismo.
La idea del frente único fue la táctica que llevaron a cabo los bolcheviques
durante el levantamiento de Kornilov, agente del zarismo, derrotado en
febrero de 1917, cuando crearon organizaciones comunes de lucha con los
mencheviques y los socialistas revolucionarios.
Unidad en la acción
El otro gran error está en creer que la idea de la unidad de acción anula el
debate y la política propia de cada organización. La idea original es la
contraria. La unidad sólo debe unirnos en la acción. Lo más importante para
cualquier organización, sobre todo para aquellas que se definen como
revolucionarias y que, por tanto, ponen el énfasis en la lucha, es explicar y
demostrar su visión de la realidad para así poder ganar a la gente que está
trabajando con ella, no sólo a su análisis sino también a su práctica.
Para leer...
L Trotsky, La lucha contra el fascismo (Ed. Fontamara). Los mejores
escritos sobre el crecimiento del nazismo en los años 30. Sus análisis
del sectarismo de los partidos comunistas hasta 1934, y luego sobre
la política de éstos con el frente popular, son la inspiración de la
creación de la Liga Anti Nazi.
Ignazio Silone, Fontamara. Una novela que trata del auge del
fascismo en Italia.
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Benito Mussolini y Adolf Hitler
El fascismo (del italiano fascio, haz, fasces, a su vez del latín fasces, pl. de fascis) es
una ideología autoritaria que exalta la idea de nación; sobre todo a la Alemania de
Adolf Hitler y a la Italia de Benito Mussolini.
Los movimientos fascistas son alimentados por las clases económicamente poderosas,
para oponerse a los movimientos obreros y a la democracia.
A pesar esto, el fascismo italiano nace desde el socialismo estatalista, ya que Mussolini
antes del término de la Primera Guerra Mundial era un importante ideólogo obrerista y
militante del Partido Socialista donde ya gestaba el fascismo.
Del mismo modo, Japón soportó durante la década de 1930 un régimen militarista que
presentaba fuertes características fascistas. Los regímenes fascistas también existieron
en periodos variables de tiempo en muchos otros países.
El fascismo tiene una base racial en Alemania por donde nace el nazismo, aunque no en
Italia; los nazis construyen el mito de la raza aria superior de origen.
. Para realizar esta amalgama ideológica se basan en fuentes mitológicas y literarias, así
como en los textos clásicos dedicados a consagrar la desigualdad de las razas.
El fascismo desdeña el voto como expresión de la voluntad popular por las expresiones
masivas de apoyo al líder.
El líder fascista se presenta como portavoz de la nación unificada que habla con una
sola voz. Esto refuerza otro de sus elementos principales: el "liderazgo carismático". El
líder es casi divino y su liderazgo no es racional: "Führer", "Duce", "Caudillo", etc. El
Fascismo no considera un valor la libertad de expresión y recurre a la violencia
sistemática para obtener el poder o mantenerse en él; la violencia tiene un valor positivo
para el movimiento fascista, es una fuerza de cambio, al igual que la juventud, que
también es exaltada. Mussolini, fundador del PNF Partito Nazionale Fascista, opuso a
los principios de la Revolución Francesa de «libertad, igualdad y fraternidad» la
consigna «creer, obedecer y combatir».
En diversos lugares del mundo, los movimientos fascistas surgieron apoyados por
sectores nacionalistas extremos. En general, describieron como su enemigo a una
conspiración internacional formada por judíos, comunistas y masones (la sinarquía)
(aunque pueden incluir en ese entramado a cualquier organización que juzguen
trasnacional) y opuesta a los intereses del Estado-nación, como el capitalismo
excesivamente aburguesado y que no reporte beneficios a tal Estado.
Los fascistas sustentan una ideología de lucha entre los estados que se resuelve
mediante la imposición y expansión del más fuerte.
El "imperialismo", entendido como una política exterior expansiva, es otro de los rasgos
clásicos del fascismo; generalmente se apoya en mitos del pasado, lo que refuerza su
carácter romántico, más de religión que de ideología.
Aunque no todo gobierno militar es fascista, el término suele usarse para designar a las
dictaduras y a los partidos o agrupaciones que se expresan mediante la violencia o
predican el autoritarismo y el desprecio por quienes no piensan del mismo modo. En la
actualidad el término "fascista" se asocia con la extrema derecha y las ideas de corte
racista y autoritario. En general, se suele denominar "fascista" a todo el que intenta
imponer por la fuerza su criterio sobre el de los demás.
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Historia
En "principio" se habla de fascismo para referirse al movimiento político autoritario de
Benito Mussolini, pero por extensión suele aplicarse a cualquier manifestación de
autoritarismo. Sin embargo, uno de los primeros modelos fascistas, aunque aún sin ese
nombre, lo creó en Francia, a comienzos del siglo XX, el escritor Charles Maurras, con
su partido Acción Francesa y su grupo de choque juvenil, al que llamó los Camelots du
Roi.
A finales del siglo XIX empezó a tomar cuerpo en Italia una ideología nacionalista
ultraconservadora que se denominó fascio. Tras la Primera Guerra Mundial, el país
estaba empobrecido, el gobierno era débil y había muchos resentimientos porque Italia
no estaba de acuerdo con las conclusiones del Tratado de Versalles.
Las ideas fascistas tuvieron eco en otros países europeos, sobre todo en Alemania y en
menor medida en España, donde cobraron importancia organizaciones de corte fascista
como el Partido Nacional Socialista Alemán de los Trabajadores (nazi) y la Falange
Española respectivamente.
Mussolini captó voluntades entre los jóvenes a través de la agrupación de los camisas
negras, así como Adolf Hitler tuvo sus camisas pardas, como continuidad del modelo
de Maurrás. Los despliegues de masas, organizados y disciplinados, formaron parte de
la liturgia fascista en Italia, Alemania y Grecia.
En España, el general Francisco Franco contó con la ayuda de los fascistas italianos y
los nazis alemanes para derrotar al ejército republicano en la guerra civil iniciada en
1936, e instaurar un régimen dictatorial que duró 36 años y que al principio contó con el
apoyo de los falangistas, de cuño fascista. La alianza entre Hitler y Mussolini conocida
como Eje Berlín – Roma fue un paso previo al inicio de la Segunda Guerra Mundial.
ttp://es.wikipedia.org/
Entre los años 1984 y 1989 Argentina y Brasil suscribieron veinticuatro protocolos
bilaterales, en los que se regulaban diversas áreas.
Se puede decir que los antecedentes más inmediatos, datan del año 1985 con la
Declaración de Foz de Iguazú, por la que se crea una Comisión Mixta de Alto Nivel
para la integración entre Argentina y Brasil.
En 26 de marzo de 1991 se firma el Tratado de Asunción entre los cuatro países, que no
debe considerarse como un tratado final constitutivo del Mercosur, sino como el
instrumento de carácter internacional destinado a hacer posible su concreción.
Es un acuerdo con vocación regional, pues queda abierto a la adhesión de los demás
Estados miembros de la ALADI. Es también, un acuerdo de integración económica,
estableciendose un programa de liberación comercial, la coordinación de políticas
macroeconómicas y un arancel externo común, así como otros instrumentos de la
regulación del comercio.
En virtud de lo dispuesto por el artículo Décimo del Anexo I del Tratado de Asunción,
los cuatro países suscribieron el 29 de noviembre de 1990 un Acuerdo de
Complementación Económica en el marco jurídico de la ALADI, que lleva el número
18 y que en esa fecha entrará en vigor.