Vous êtes sur la page 1sur 1

El gran Burundn Burund ha muerto (fragmento)

Necesitiba una chispa: la produjo. Necesitaba una vena abierta: la abri. Saba que bastara el cabrillear de la llama y el dulce y espeso olor de la sangre, para que la horda no necesitara el aliciente de sus rdenes. Bajo los craneos estrechos y en las empedernidas entraan de los hombres sin imaginacin ni palabra, se desentumecera la antigua bestia: de sus fauces babosas surgira otra vez el bramido en que el terror se convierte en clera y de nuevo el colmillo y la zarpa encontraran el camino de la sangre. Para que la obra fuese constante y perdurable, para que la violencia no se cansase ni se mellase el odio, contaba con el mideo que engendra el crimen en el criminal y en sus cmplices. Saba por experiencia propia que no hay mejor abono para la cueldad que la cobarda; que cuanto mayor fuese el miedo por el propio crimen, tanto ms grande sera la saa empleada en exterminar a cualquier posible justiciero; que el ro de sangre vertida establecera una frontera infranqueable para los hombres de la paz y la justicia. No tema que desfalleciesen los ejecutores, pues el vicio de la crueldad no conoce la saciedad ni el hasto; tema que vacilasen los capitanes, los que ordenan el incendio y la muerte desde sus oficinas, sin chamuscarse los cabellos ni recibir en el rostro las salpicaduras de un craneo que estalla o de un vientre que se desgarra y vaca. Para curarles de sus posibles vacilaciones, bastaba que supiesen que la paz sera su condena y la justicia su muerte. Bastaba que tuviesen la certidumbre de que los propios criminales a su mando seran sus verdugos en cuanto intentasen dar la orden de cesar el exterminio. Jorge Zalamea

Vous aimerez peut-être aussi