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PROFESORES
EDUCAR HOY
EN CRISTIANO
1. Introducción
a) La peculiar situación actual del educador,
y del educador cristiano
Es una misión histórica que hoy está amenazada por distintos pro-
blemas coyunturales. Recientemente el periódico francés Le Monde
dedicaba un número monográfico al tema de la enseñanza, con un
subtítulo bien significativo: La tristeza de los enseñantes. Con ello
sugiere la difícil tarea de una vocación que está hoy acosada por
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2. El quehacer educativo
Hablamos del quehacer educativo a diferencia de la profesión
docente. El quehacer educativo tiene siempre como destinatario a
la persona en su lugar, realidad y totalidad, mientras que la profe-
sión docente tiene como destinatario primordial a la inteligencia.
1 ABC, 24 de marzo de 1990
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El hombre es ese extraño ser situado entre las otras dos grandes
realidades: el misterio de Dios y el instinto animal, su aliento angé-
lico y su lastre terrestre. La dramática tarea de su vida es sostener
ambos, y no ceder a la dominación excluyente de uno por el otro.
Pascal vio con lucidez: "El hombre no es ni ángel ni bestia, y la mala
suerte es que quien quiere hacer (solo) el ángel hace (termina
haciendo) la bestia2". Algo en el hombre participa del ángel y algo
arrastra él del animal. Enigmáticamente, es mucho más frágil y
mucho más débil que el animal. Este nace adaptado al medio; en
cambio, el hombre es un ser indigente y nace indefenso. Su anato-
mía es mucho más deficiente que la anatomía del animal. Con esto
estamos diciendo que llegar a ser hombre depende no solo del pro-
pio sujeto, sino también y sobre todo de los demás. El hombre,
desde su propio origen, nace dependiente, confiado y remitido en
su propia libertad sacratísima a otra libertad que le precede, le pre-
viene, le transforma y, en el fondo, le constituye.
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2. Pensamientos. Ed. Brunschwig, n. 358. Cf. R. GUARDINI, .El ser humano y su situación en la realidad", en Pascal o el
drama de la conciencia cristiana. Buenos Aires, Emecé, 1955, pp. 57-110.
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3 Para el Nuevo Testamento, la cuestión del origen, estirpe y ascendientes j de Jesús era capital. En manera diferenciada la res-
ponden Pablo (Gál 4,4), Mateo (1-2), Lucas (1,2; 3,23-38) Y Juan (1,1-14).
4 A. MACHADO, Poesía y prosa, 11. Poesías completas. Madrid, Espasa-Calpe, 1989, p. 662.
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e) Ser hombres
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En esta materia, cada generación tiene sus luces y sus sombras pro-
pias; ni las unas ni las otras prevalecen tanto que hagan innecesa-
ria la búsqueda o el olvido. El hombre es indestructible, siempre es
posible buscar la justicia, vivir en la verdad y ejercer el amor. Para
un creyente, Dios es contemporáneo de cada generación, y no aban-
dona en ninguna época a ningún pueblo ni a ningún grupo. ¿Cuáles
son algunas de las grandes luces y valores de nuestra época?
Enumero solo algunos, sin pretensión de ser exhaustivo.
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Juan Pablo II, en la encíclica Sollicitudo rei socia lis (1987), nos
recordó la existencia del cuarto mundo, es decir, de esas inmensas
minorías que dentro de las sociedades desarrolladas perviven en la
indigencia, en la exclusión social o en la soledad personal. Nuestra
cultura, en parte, está cegando fuentes de las que nacen la verda-
dera libertad, la felicidad y el gozo en esperanza. No nos hace per-
sonas libres y felices solo el poseer, sino el llegar a descubrir, apren-
der y ser por nosotros mismos; no el dinero, sino la obra bien hecha;
no el placer directo, sino el amor conquistado y sostenido; no la
forma fácil construida técnicamente, sino la delectación difícil en
la tarea cumplida; no la suerte ocasional que, de forma inesperada,
nos enriquece, sino la adquisición lenta de un saber profesional y el
servicio fiel a una obra consumada; no el solo reconocimiento exter-
no que se nos otorga desde fuera, sino, sobre todo, la paz en la ver-
dad y justicia, que nacen de dentro. Véase a quién se constituye en
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"Cuantas cosas Dios crió se mueven por amor, y el mismo Dios obra por amor.
El amor baja a Dios de los cielos hasta la forma de siervo y sube de la tierra a
"Dios quiere ser amado de balde, pues de balde y graciosamente nos ama"
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encarnación:
"Los dogmas son revelados por Dios y reveladores del hombre" (M. Blondel).
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28 7 O. C., P. 585. No se trata de dejar la verdad (logos) a merced del gusto, la arbitrariedad o la compasión con el prójimo
(ágape), ni de someter la jus- ticia general a la caridad particular. Cada una tiene su lugar. Hablamos de una superación,
que implica afirmación y trascendimiento. Cf. las reflexiones de R. GUARDINI, "Justicia y su superación", en El Señor.
Meditaciones sobre la persona y la vida de Jesucristo. Madrid, Cristiandad, 2002, pp. 318-325.
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6. Conclusión
El educador tiene que ser un hombre que suscite inquietudes, a la
vez que proponga certezas, dispuesto a fundamentarlas, discernir-
las y acompañarlas, que viva seguro y aposentado sobre el sentido
y validez de su misión como educador; que crea en la capacidad
fecundadora del evangelio; que esté incardinado vitalmente en la
Iglesia, como morada personal desde la que recibe a Jesucristo,
realiza la relación con Dios y articula la relación y cooperación con
los demás hermanos. Él propone certezas no para imponer seguri-
dades, sino para suscitar esperanzas y confianzas, de tal forma que
no introyecte su identidad propia al otro, sino que sea capaz de
actualizar las posibilidades propias de cada hombre.
Educar más allá de enseñar, ser Iglesia en todos los campos sin pri-
vilegiar por principio sus instituciones docentes, con una presencia
significante y esperanzadora; ser todos Iglesia católica más allá del
reducto clerical o monástico; formar desde una real tradición
fecunda, no solo transmitiendo un pasado sin discernir su real valor,
sino dando también una conciencia crítica respecto del presente y
anticipando al instante toda la esperanza que gime en el corazón
del hombre; pensar y crear en gratuidad para alimentar la inteli-
gencia creyente y para hacer posible a esa inteligencia creyente
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a) entusiasmo;
b) coraje;
c) capacidad.
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