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Editorial: Obelisco)
EL VIENTO
¿A qué vas a dedicar los años que la vida tenga a bien ofrecerte? dijo el viento a Amadán.
No sé. ¿En qué emplearías tú toda esa energía, toda esa luz que dices que es la vida?
En algo que valiera la pena, en algo de lo que no me arrepintiera nunca.
¿Algo como qué?
Eso lo tiene que decir tu propio corazón. Que decida él el sendero que quiere recorrer.
¿Qué voy a hacer con mi vida? ¿A qué me dedicaré, que realmente valga la pena?
Amadán echó una mirada a este mundo, se le agolpaban imágenes del hambre, la guerra, el egoísmo
humano y, llorando, le dijo al viento:
¿Sabes? No me gusta este mundo. No me gusta lo que veo a mi alrededor.
¿No percibes la belleza que te rodea?
Sí, pero muchos dicen que las cosas siempre fueron así y que no cambiarán. Otros, querrían que las
cosas fueran diferentes, pero que nada pueden hacer...
¡Qué hábiles sois a la hora de buscaros excusas para no comprometeros!
Creo que voy a dedicar mi vida a cambiar este mundo. Me parece que merece la pena. Sin
embargo, no sé cómo una sola persona puede cambiar todo un mundo.
Pero lo importante es que ya sabes lo que quieres hacer con tu vida. ¡Ya tienes un rumbo y un destino!
Ahora tienes que aprender cómo se hace. No olvides que no hay nada imposible para un corazón
lleno de amor...¡Nada! Te vendría bien pedir consejo a alguno de los grandes seres que habitan el
lago. Ellos, a través de milenios, han alcanzado una profunda sabiduría.
EL ÁGUILA
La profundidad de la mirada del águila cautivó a Amadán.
¿Qué deseas de mí?
Mi amigo el viento me dijo que quizás tú me podrías ayudar.
“Nuestro” amigo común el viento. Sin él yo no sería más que un pájaro pesado. Al fin y al cabo, todo
colabora con todo en la vida…
Verás. Nuestro amigo el viento me hizo ver que sería bueno darle un objetivo a mi vida. Concluí que el
dedicar mi vida a hacer un mundo mejor sería algo por lo que merecería la pena emplear todas mis
fuerzas.
Tu conclusión me parece razonable y digna de todo elogio.
Pero me asaltaron las dudas, porque el mundo de los hombres es demasiado complicado, fuerte y
pesado para que una sola persona pueda cambiarlo un poco siquiera. El viento me dijo que no hay nada
imposible para un corazón lleno de amor, pero no sé cómo puedo realizarlo. Espero que tú me puedas
dar alguna sugerencia.
¿Para qué quieres hacer un mundo nuevo?
No lo sé. Sólo sé que algo en mi corazón me dice que debería intentarlo.
- Es cierto, dijo, que no hay nada imposible para un corazón lleno de amor y que sin amor jamás
podrías hacer un mundo nuevo. Dispones de la energía de toda una vida para situarla en el objetivo
que te propongas, pero tienes que poner también una gran dosis de amor para que la energía
cristalice y se endurezca. De lo contrario, con el paso de los años, lo que hagas terminará por
disolverse. El amor mantiene la cohesión de todo cuanto existe. Y cuando no hay amor, todo se
disgrega y se divide, se dispersa y se disuelve...
Entonces, ¿sólo si hago las cosas con amor podré cambiar este mundo?
No sé si podrás cambiar este mundo o no, ni si tendrás el suficiente amor y energía. Sólo sé que sin
amor jamás lo conseguirás.
¡Entonces, el amor es la clave de todo!
Sí. ¿Qué es lo que llevó a tu corazón a tomar esa decisión?
Las cosas que ocurren a causa de la avaricia, el odio, la estupidez y la insensibilidad de los hombres...
El dolor, la destrucción... el hambre, la muerte de inocentes...
Veo que te impulsó la compasión, y la compasión es hija del amor. Posiblemente dispondrás de
suficiente amor para dedicar tu vida a cambiar el mundo. Tendrás que hacerlo día a día, en tu vida
cotidiana. Tendrás que aprender a ser impecable en tu vida, puliéndote poco a poco hasta hacer de ti
mismo una persona de ese nuevo mundo. Porque el mundo nuevo se tiene que componer de
personas nuevas, con otra manera de ser, de estar, de pensar, de sentir, de actuar...
¿Cómo sabré cuándo soy impecable?
No hay nada que saber. El corazón te irá diciendo cuándo eres impecable y cuándo no. Los seres
humanos pretendéis controlarlo todo con vuestra cabeza y no os dais cuenta de cuánta eficacia perdéis
al hacerlo así. Las cosas del corazón se saben o no se saben. La certeza está o no está. Por ejemplo, yo
no me pregunto cómo tengo que volar; simplemente siento lo que tengo que hacer y lo hago.
Quédate con esto: sé impecable día a día. Si necesitas alguna aclaración más, te sugiero que vayas a
hablar con el Gran Roble.
EL ROBLE
De modo que quieres cambiar el mundo, pero no sabes cómo.
Así es.
¿Y qué clase de cambios te gustaría que se dieran?
Me gustaría que los hombres no asolaran el planeta por la avidez que tienen de riqueza,... que los
inocentes no se vieran sometidos a las injusticias con que los fuertes los sojuzgan,...
que no muriera la gente de hambre debido a la avaricia y a la estupidez de muchos...
que no hubiera más guerras...
que los hombres dejasen de matarse unos a otros.
Es decir, que antes que nada, te gustaría un mundo en paz.
Sí, creo que eso sería lo primero.
¿Cómo crees que se puede instaurar la paz en el planeta?
No lo sé. Por eso estoy buscando tu ayuda.
Para que haya paz en el mundo, primero tiene que hacerse la paz en los corazones de los hombres.
Porque la causa de la guerra y de la violencia entre los hombres está en la violencia desatada dentro de
vuestro pecho. Las cosas no van de fuera a dentro, sino de dentro a fuera.
¿Por qué nos pasa eso?
2
Por los deseos desmedidos. Los seres humanos os pasáis la vida deseando cosas. Nada os deja
satisfechos nunca. Por eso os pasáis el tiempo persiguiendo todo lo que no tenéis y pensáis que
deberíais tener. Esa insatisfacción básica es la que os amarga la existencia, la que os puede hacer
grandes, porque os lleva a la conquista y al esfuerzo, pero os hace desgraciados porque nunca
conseguís hallar la paz.
Pero si no tuviéramos deseos no habríamos podido evolucionar...
El problema no está en los deseos, sino en los deseos desmedidos.
Lo que necesitáis desarrollar es el equilibrio y la armonía internos, la paz interior. Se puede desear
algo, pero sin convertirlo en una cuestión crucial para la felicidad de uno. Hay que aprender a desear
las cosas como si no se desearan, desde una profunda serenidad; una serenidad nacida de la
inconmovible convicción de que vais a seguir siendo felices sean como sean las cosas, ocurra lo que
ocurra. Sólo así vuestros deseos no serán destructivos y no os llevarán a desatar la guerra dentro de
vuestros corazones.
Según eso, incluso mi deseo de construir un mundo mejor... ¿puede ser un motivo para la guerra?
Por paradójico que te parezca, así es.
Entonces, ¿debo desear ese nuevo mundo como si no lo deseara?
Sí. Sin dejarte dominar por la pasión. Desde una actitud serena, desde el convencimiento de que tu
felicidad no depende de ello.
¿Y cómo se puede conseguir esa serenidad y esa certeza de que vamos a seguir siendo felices pase
lo que pase?
Eso lo conseguirás cuando cruces el Arco Iris.
¿Qué quieres decir con eso?
Es ver las cosas desde el otro lado, desde más allá del Arco Iris.
Pero, ¿cómo se puede ir más allá del Arco Iris? Por mucho que uno intente acercarse a él jamás
conseguirá acortar ni un solo paso la distancia que le separa de sus colores.
Hay una manera de ir más allá del Arco Iris.
¿Cuál?
Lo tienes que descubrir tú mismo, dentro de ti.
Tras un largo silencio, se acercó al roble y lo abrazó hasta donde la longitud de sus brazos se lo
permitía. Pegó su mejilla al tronco y cerró los ojos. Una profunda paz invadió el corazón de Amadán.
Cuando abrió los ojos, preguntó:
Roble, cuanto tiempo he estado abrazado a tu tronco?
Unos instantes.
¡Me ha parecido una eternidad!
En el reino de la paz no existe el tiempo.
Roble, ¿de dónde viene tu paz?
Mi paz viene de la ausencia absoluta de deseos. Los árboles, por no desear, ni siquiera deseamos
movernos. Nos basta con la vida que sentimos dentro y fuera de nosotros. La Vida nos lo da todo, todo
lo que podemos desear y necesitar. ¿Para qué perder la paz con necesidades ficticias?... A mí me basta
con contemplar. Desde aquí, siglo tras siglo lo he contemplado todo.
3
EL LAGO
Desde la profunda paz sentida, algo nuevo fue naciendo en Amadán.
Él intentó conversar con el lago y le estuvo contando su vida, temores y anhelos durante horas,
pero el lago no contestaba nada. Al final optó por volver al silencio y dejarse ser de nuevo, haciéndole
compañía al lago, sin más.
Por fin, una tarde que miraba al lago, las ondas desaparecieron y el lago se convirtió en un
espejo perfecto que le devolvía su propia imagen con nitidez inusual. Se vio a sí mismo mirándose y su
propio reflejo comenzó a parecerle extraño. Fue entonces cuando el lago comenzó a hablar a través de
su propia imagen reflejada.
El muchacho iba a relatarle lo conversado con el Viento, el Águila y el Roble, pero el Lago le
interrumpió:
No hace falta que me lo cuentes de nuevo; te he estado escuchando todos estos días.
¿Y por qué no me has contestado antes?
Porque no te habías mirado con suficiente atención. Hoy has mirado en verdad el ser que late dentro de
tu imagen, dentro de ti.
Estás buscando consejo entre los seres que habitamos estas montañas, ¿no?
Sí, claro. Pensaba que me habías estado escuchando durante estos días, dijo con seriedad.
¿Con quién estás molesto, contigo o conmigo?
Cierto; algo le intranquilizaba en el hecho de estar hablando consigo mismo, aunque sabía que era el
lago quien le hablaba a través de su imagen.
Me parece que no te caes bien. Por favor, mírame.
Prefiero no seguir jugando a esto.
Esto no es un juego. ¡Por favor, mírame!
Al mirar, se encontró con una mirada llena de amor que le invitaba a seguir adelante con lo que estaba
ocurriendo y a escuchar lo que el Lago le tenía que decir.
Las imágenes que ofrezco son siempre reflejos, reflejos del alma del que me contempla. Cuando siento
ternura o amor, reflejo la ternura o el amor del que habla conmigo. Reflejar es lo que me gusta hacer,
lo que amo hacer. La reflexión del mundo que me rodea es mi esencia. En eso consiste toda mi
sabiduría: en reflejar la sabiduría que todos los seres tienen dentro de su corazón desde el origen de los
tiempos.
Amadán percibió una parte hermosa, agradable de ver, y otra parte oscura y desagradable.
¿Cómo vas a hacer, Amadán, un mundo nuevo si no haces en ti primero un corazón nuevo? Y
esto, ¿cómo vas a hacer un corazón nuevo si rechazas una parte de ti y no conoces todavía tu
parte más luminosa y bella?
Todo el universo tiene dos partes: una sombría y desagradable; otra, luminosa y gozosa. Y
nosotros gravitamos de un lado a otro; desconcertados y confusos cuando la parte sombría impulsa la
existencia; satisfechos y eufóricos cuando la parte luminosa muestra su bello rostro.
Esas dos partes están también en ti y en mí. Debes conocerlas primero, porque son parte de tu
naturaleza; de lo contrario, jamás conocerás las dos partes de ese mundo que pretendes cambiar.
Si deseas cambiar algo, primero debes conocerlo, y para eso tendrás que mirar antes en tu
interior. Si quieres cambiar el mundo exterior, primero deberás cambiar el mundo interior, porque aquél
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es reflejo de éste, es como un inmenso lago que te rodea por todas partes y que no puede hacer otra cosa
que reflejar las imágenes que recibe del mundo interior, del auténtico mundo, del verdadero, del real...
Un lago en calma refleja la belleza de las montañas y los bosques que le rodean. Un corazón
sereno refleja la bondad y la paz del Espíritu que se cierne sobre las aguas, del Espíritu de Dios.
Todo lo que había dicho el Lago era muy hermoso, y en su corazón sentía que era verdad, pero
su mente no acababa de comprender todo su alcance.
Entonces, cuando tenga un corazón nuevo... ¿podré construir un mundo nuevo?
Sí. Pero eso ocurrirá cuando vayas más allá del Arco Iris.
¿Puedes decirme qué debo hacer para poder caminar hacia él sin que, a la vez, él se aleje de mí?
Te lo he dicho ya. De todos modos te voy a dar la formulación exacta que tienes que hacerte: ¿Cómo se
puede ir más allá del Arco Iris cuando al Arco Iris le gusta mantener las distancias?
Amadán se rió de sí mismo; y el Lago le dijo:
Progresas rápido, amigo mío. Reírte de ti mismo es la clave para conseguir un corazón nuevo y para
alcanzar la sabiduría.
Quizá no haya nada mejor que mirarse en un espejo para que uno deje de darse importancia y pierda el
sentido dramático de la vida.
¿Por qué las cosas transcendentes de la vida hay que decirlas poniendo una cara muy seria?
……………… (después de haber ido Más allá del Arco Iris) ………………..
Y ahora, ¿qué vas a hacer con tu vida, Amadán? le preguntó el Viento.
Voy a dedicar mi vida a hacer un mundo mejor dijo con gran calma.
Sabía que tu respuesta no iba a cambiar.
Y, sin embargo, todo es diferente.
Sí. Ahora tú decides desde tu libertad. Sabiendo que nada ni nadie te obliga; sabiendo que tu felicidad
no depende de ello.
Ahora ya no hablas de cambiar el mundo...
- No hay nada que cambiar... Sólo se trata de crear un mundo más hermoso, más lleno de vida.
Trabajo de grupo.
- ¿Tiene algo que ver la educación con tus sueños?
- ¿Es posible hacer un mundo mejor con tu labor educativa?. Concretar.