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Resumen
Abstract
This article presents some conclusions from a research about the use of computer in a three
years old preschool classroom following a "question and answer" format. The case study was
the methodological option. The main aim of the research was to offer arguments against
specific prejudices that question the maturity of children of this age in the development of those
tasks. This experience allows us to observe that there are not evolutionary, neither psycophysic
nor cognitive obstacles for that. If the resources needed are also available there would not be
either organizational obstacles.
Sin embargo, son cada vez más las editoriales y empresas de software que lanzan al
mercado productos dirigidos a estas edades e incluso inferiores. Parece existir, pues, una
laguna entre la proliferación de este tipo de materiales y la escasez de estudios que
avalen su uso, indiquen sus posibilidades, orienten sobre la mejor manera de utilización,
guíen acerca de la integración de las herramientas informáticas en el aula de educación
infantil, etc.
La metodología por la que se optó fue el estudio de caso, al entender que era la opción
que mejor se ajustaba al estudio de una realidad compleja como la del aula. Ello quiere
decir que su pretensión no es –ni pretende ser– la de generalizar los resultados
obtenidos, sino más bien la de analizar, comprender y ofrecer propuestas de
intervención sobre la situación estudiada –única y singular.
Así, se plantearán una serie de interrogantes sobre el particular a los que se intenta dar
respuesta a partir del análisis realizado. A continuación se ofrecen algunos de estos
interrogantes con sus respectivas respuestas, para intentar ofrecer una visión global del
tema tratado.
En primer lugar, hay que decir que el rincón del ordenador pudo ser factible
gracias a la presencia de dos adultos en el aula: la maestra, ocupándose del
resto de rincones, y el investigador, haciéndose cargo de aquel. Con lo cual,
la recomendación se encaminaría hacia la integración, siempre y cuando se
disponga de los recursos personales necesarios.
En segundo lugar, creo poder afirmar con seguridad que resulta muy difícil –
si no prácticamente imposible- que los niños del aula de tres años puedan
utilizar el ordenador de manera totalmente autónoma en el contexto de la
clase. Dos son las razones que me hacen pronunciarme en este sentido: la
dificultad para comprender las tareas precisa, en muchos casos, de alguien
que “tutorice” o “modelice” las acciones de los niños, no bastando para ello
la presencia de un igual más dotado; la atracción que ejerce hacia los niños el
ordenador hace que las pugnas por el ratón –en definitiva, por su uso– sean
relativamente frecuentes, haciéndose necesaria la presencia de un adulto que
pueda trabajar aspectos como la aceptación de normas y el respeto por los
compañeros, a través de su utilización progresiva1
De manera general, se puede decir que sí. Se ha podido constatar que la inmensa
mayoría de niños, hacia el final de la experiencia, no han tenido ningún problema para
manejar los programas. En cualquier caso, las escasas dificultades habidas, pueden
derivarse del amplio abanico de edades a que se destinan los mismos.
Sin embargo, es preciso recordar que autores como Haugland y Shade (1994),
estimaban que un 75% de programas dirigidos a educación infantil no eran adecuados al
nivel de desarrollo, pudiendo, por tanto, no potenciar el aprendizaje.
1
Cabe decir, no obstante, que los educadores tienen una importante labor que hacer al
respecto, seleccionando primero, y supervisando, después, los diferentes programas y su
utilización. (Abramson, 1998; Haugen, 1998)
¿Hasta qué punto los niños de tres y cuatro años son capaces de utilizar el ratón en
acciones comunes como señalar, hacer clic y arrastrar?
La primera condición para mantener la atención, desde luego, existe: la gran motivación
que despierta en los niños el ordenador. Ahora bien, que ésta se pueda mantener por
mayor o menor período dependerá de una serie de factores, como por ejemplo:
¿Disponen de las habilidades sociales imprescindibles para hacer un uso compartido del
ordenador?
Sin duda. Las habilidades sociales, al igual que en cualquier otro tipo de actividad, van
aprendiéndose paulatinamente. Sí es cierto, como ya se ha comentado, que
ocasionalmente se han producido algunas situaciones de riña relacionadas con la
posesión del ratón pero, rápidamente se han subsanado y la práctica totalidad de niños
comprenden y aceptan que se ha de regular el uso del ordenador estableciendo turnos.
Por otra parte, es preciso insistir en el papel que ha de desempeñar el adulto al respecto,
ofreciendo el modelo adecuado, tal como apunta Haugen (1998).
¿Son los niños de tres y cuatro años capaces de cooperar ante el ordenador para
resolver una tarea?
Creo que el estudio lo demuestra claramente. Y no sólo son capaces de ayudar al otro a
petición del adulto sino que además, lo llegan a hacer por decisión propia, así como
solicitar ayuda al compañero.
En el transcurso de las sesiones los niños perciben incluso el “formato” de ayuda
ofrecido por el adulto, y lo aplican a situaciones similares con sus compañeros, de
manera espontánea, siguiendo un patrón prácticamente idéntico.
Por otra parte, aunque prefieren recurrir al adulto, también solicitan ayuda a los otros
cuando se muestran incapaces de resolver una determinada situación.
Los niños que se sitúan juntos ante el ordenador, ayudan al otro continuamente de
manera voluntaria o involuntaria a través de señalamientos en pantalla, indicando al otro
la posible respuesta para resolver el problema. Ahora bien, también se dan casos de
ayuda consciente, incluso preguntando al compañero si desea ser ayudado. En cualquier
caso, este tipo de ayuda sigue muy de cerca los patrones de ayuda que utiliza el adulto,
pudiéndose tratar en muchos casos de un aprendizaje social a través de la imitación.
La intervención del adulto suele ser mucho más profusa y detallada de manera inicial,
procurando ofrecer un modelo desde el punto de la ejecución y explicando verbalmente
todas las acciones a realizar. Si bien en un contexto diferente, Lacasa y Herranz (1998 y
32) manifiestan al respecto:
¿Son más adecuadas las ayudas verbales o es preferible ofrecer ejemplos para que los
imiten?
En un estudio realizado por Park y Clements (1995), con niños entre dos y cinco años,
pudieron concluir que las intervenciones educativas basadas en las preguntas,
sugerencias y refuerzos permitieron maximizar su aprendizaje, en tanto imitaban dichas
intervenciones, aumentando así su competencia representacional. Esto les permitía, con
posterioridad, realizar sus propias preguntas para entender mejor la situación y
planificar la acción.
Según Haugen (1998) será tarea del adulto, además de incentivar la exploración y la
cooperación, modelar el uso apropiado del ordenador, incluyendo aquí los modos de
pensar y de hablar sobre la actividad, es decir, su actividad metacognitiva.
Otra posibilidad sería estudiar este mismo fenómeno en los iguales más capaces que
adoptan el rol de guía; ¿qué diferencias existe entre el lenguaje utilizado por los adultos
y éstos en el proceso de tutorización?
Nota:
Es preciso recordar que había una serie de niños que mostraban conductas más maduras e intercambiaban
el turno sin mediación alguna del adulto; aunque como ya he mencionado, la autonomía en este aspecto
no bastaría para una utilización totalmente independiente.
Referencias
Figueras, C. y Pujol, M.A. (1988). Els racons de treball. Una nova forma d’organitzar
el treball personalitzat. Vic: EUMO.
Haugen, K. (1998) Using technology to enhance early learning experiences. Child Care
Information Exchange, 123, 47-56.
Haugland, S.W. y Shade, D.D. (1994). Software Evaluation for Young Children. En J.L.
Wright y D.D. Shade (eds.), Young Children: Active Learners in a Technological Age.
Washington: NAEYC.