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-¡Ah, con razón! Es que esos mercaderes son capaces de vender hasta la cruz de
Cristo y la lechita de sus madres. ¿Y cómo le hizo pa convencerlos, los compró?
¡Claro, los compró! Pero no con su plata ganada con el sudor de su frente: con la
mía, con la nuestra, con los cuatro mil millones de dólares que le estamos girando
a Colombia desde el exterior por año los colombianos de la diáspora, que es con
los que se pagan las embajadas, los consulados y demás lechosos puestos
diplomáticos que el lactífero repartió entre los familiares y paniaguados de los
congresistas que le aprobaron su reforma, la que hoy le permite competir para
seguir mamando del presupuesto otros cuatro años. O con qué creen que se
pagan, díganme a ver. ¡Con nuestras rameras, carajo! Perdón, con nuestras
remesas, con ésas, las de los tres millones de colombianos que vivimos afuera
porque la patria del acondroplásico nos echó. Con nuestros dólares ganados uno a
uno, gota a gota de sudor y sangre, con ésos los compró. Paisanos, si este
culibajito se vuelve a pegar de la teta grande, no lo suelta diái ni misiá Hijueputa,
que ¿saben quién es?
-Ah, si es así, pues entonces sepa que también vi el otro día a otro hijo de doña
misiá Hijueputa entrando al Senado.
Quitando los de la droga (que son obra del esforzado trabajo de las Farc o del de
los paramilitares que nuestro homúnculo hace poco, a la verraca, indultó),
¿cuántos dólares creen que produce Colombia en exportaciones al año? El Perú,
cuyo presidente Toledo en ningún momento de su gobierno llegó en las encuestas
ni siquiera al diez por ciento de aprobación, el año pasado exportó 18 mil millones
de dólares, y ese pobre país, que es una cordillera seca, un yermo hambreado, no
tiene ni la mitad de la población de Colombia, que es fértil. Dentro de unos días,
antes de entintar el dedo, paisano, averígüese las cifras de exportación de
Colombia para cualquiera de los cuatro años del gobierno del más grande
presidente que hemos tenido en doscientos años y me las compara con las del
Perú. Y si no se le cae la cara de la vergüenza, es que usted no tiene. Y si no
tiene, entonces sí, vote otra vez por él para que el gran mamón que ya mamó de
la Alcaldía de Medellín, la Gobernación de Antioquia y la Presidencia de Colombia
siga mamando de ésta otros cuatro años, que según el mejor estilo de su mentor
Hugo Chávez se nos multiplicarán por otros cuatro para convertirse en dieciséis.
¡Vote, vote por él para que se siga hastiando la criaturita de leche! Eso sí, le
reconozco al homunculito una cosa: que con todo y lo chiquito que es y lo
culibajito, él ha sido el único que fue capaz de agarrar a Tirofijo en doscientos
años. Conseguido lo cual, ahora se va a seguir con Grannobles, Raúl Reyes y
Romaña. Pero claro, apenas lo reelijamos. Entintadores de dedos, votadores,
votones, el que compre hoy un carro en Colombia, un televisor, una casetera,
sepa que no los está comprando con los dólares que produjo el mejor presidente
que hemos tenido en doscientos años, sino con los que les mandamos los de la
diáspora: nosotros, los verracos, los que alzamos la pata y orinamos billete verde.
-Dice: "Muuuu..."
-¿Hombre o mujer?
-No sé, no me acuerdo, con los años ya ando medio debilucho de la memoria. Me
manda citatorios por e-mail: que se me presenta el día tal a la hora tal en el sitio
tal para que responda por lo que dijo en la revista SoHo.
-Cinco años.
-¿Cinco? ¡Ni puel Putas! Entonces si dije lo que usté dice que dije, retiro lo dicho.
Yo no voy a matar a ningún cura, al que voy a matar es al papa.
-Nada, me mandó otro citatorio en otro e-mail: que se me presenta el día tal a la
hora tal en el sitio tal para que responda por lo que dijo.
-Hizo mal, porque con eso lo único que va a lograr es ganarse la inquina del juez,
que le tome tirria y en vez de cinco años de cárcel le recete seis.
-¿Usté cree?
-¡Claro! Echarse a un juez de enemigo es como tener el cristiano una caranga día
y noche picándole el chimbo. Usté lo que ha debido hacer es contestarle:
"Mándeme entonces, señor juez, el pasaje de ida y vuelta a Colombia desde
México y me aloja en el Tequendama, que es donde el señor presidente alojó tres
noches al guerrillero arrepentido de las Farc".
-¿De veras? ¿Eso hizo ese minusculino? ¿Tres noches en un hotel de cuatro
estrellas por andar asesinando? ¡Ah gran bellaco!
Yo no voy a matar a ningún curita porque es a los que más les tengo compasión.
Ellos son las primeras víctimas de la Gran Puta de Roma. Pero dejame, juececillo,
que agarre al inquisidor Ratzinger, el ex jefe del Santo Oficio, y vas a ver. Vas a
ver, vas a ver, vas a ver cómo le retuerzo el pescuezo a ese Torquemada. El
asunto de SoHo va así: una chica hermosa pero pobre que no tenía ni ropa, para
ganarse unos pesitos con qué poderse vestir tuvo que cargar desnuda una pesada
cruz, cayendo y parándose, cayendo y parándose como Cristo sin Viagra, y por
doce estaciones. Voilà tout. Y eso es todo, por eso nos quieren crucificar como a
Cristo: por nuestra bienintencionada obra de caridad de darle de vestir al
desnudo. ¡Ah, compadre, qué mal anda el mundo y nuestro pobre país! En
Colombia los tres poderes compiten en vileza a ver cuál es el más ruin, y
empatan y ganan juntos. ¡Ay, dizque el poder Ejecutivo, el Legislativo y el
Judicial! Dizque el señor juez, la señora juez, el señor presidente, el Honorable
Congreso...
Juro por Dios que no existe que no sé ni cómo te llamas, señor juez. Ni siquiera
sé si eres hombre o mujer. No quiero ensuciarme con tu nombre el alma. Lo que
sí te quiero decir desde esta columna libre mal que te pese es que ¿por qué mejor
no cogés oficio y te vas a agarrar a Tirofijo, a Raúl Reyes, a Grannobles, a
Romaña? ¿O a los miles de paramilitares genocidas que el homúnculo indultó y a
los que el DAS les borró el pasado judicial para que no hubiera forma de
extraditarlos a los Estados Unidos como traficantes de coca? ¡Con que incitación
al genocidio! ¡Ah malnacido, cabrón!