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1. Introducción.
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2. Cronología del Paleolítico Medio en la Península Ibérica.
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a plantear el modelo de la Frontera del Ebro que será
convenientemente tratada en el siguiente tema.
3. El Neandertal.
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frontal infantil de La Carihuela o la mandíbula de Zafarraya (datada
en menos de 30.000 B.P.). En otros yacimientos como Cova Negra el
registro fósil es más abundante. Su larga secuencia musteriense ha
aportado un gran número de restos entre los que destacan dos
parietales, algunas piezas dentarias, un fémur completo y un radio
entre otros.
Pero recientemente se ha descubierto un conjunto antropológico
de Homo neanderthalensis en el yacimiento de El Sidrón (Asturias).
En las excavaciones que se vienen realizando por el profesor J. Fortea
y su equipo se han recuperado más de ochocientos restos óseos de
esta especie que corresponden, al menos, a cinco individuos (uno
infantil, dos adolescentes y otros dos adultos). Un dato a tener en
cuenta de esta acumulación es que está en posición derivada, es
decir, no es la original. Este hecho justifica el alto índice de fractura
de los restos, aunque existen algunos en posición anatómica como
son el pie de un ejemplar adolescente y parte de la columna de un
individuo inmaduro. Además, algunos restos presentan marcas de
corte, con lo que han sufrido un tratamiento por parte de los humanos
y que quizás, a modo de hipótesis, sean el agente causante de la
acumulación. Recientemente se han realizado unos análisis de
ADNmit de uno de los restos de Neandertal de este yacimiento. Los
resultados obtenidos abogan, como en los resultados de otros fósiles
europeos, por una separación radical entre los ADN mitocondriales de
los neandertales y los humanos modernos, con una edad genética de
los primeros entorno a los 200.000 años. Como ya hemos comentado,
el yacimiento sigue en proceso de excavación, por lo que se
presupone uno de los yacimientos clave para el conocimiento de las
poblaciones Neandertal de la Península.
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éste) como los raspadores, los buriles o los perforadores y piezas
características de regiones o fases específicas como pueden ser los
hendedores. Ninguno de ellos, por sí mismo, es característico del
Musteriense o del Paleolítico medio, ya que lo encontramos en otros
periodos del Paleolítico. El estudio de la globalidad de los utensilios y
la proporción de cada grupo tipológico nos dará la clave para
clasificarlo.
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los diferentes utensilios, en lo que erróneamente se denomina
método Bordes. Gracias a ello identificó las siguientes facies en el
Musteriense:
• Musteriense de Tradición Achelense (MTA). Define
conjuntos musterienses con bifaces, pero con cronologías
claramente dentro del Würm. Presenta dos subtipos A y B
(siendo el segundo más evolucionado). El MTA A se
caracteriza por la existencia de bifaces de tipo cordiforme
y triangulares, un índice medio de raederas (entre el 20-
45%) y desarrollo amplio de los útiles de tipo Paleolítico
Superior (raspadores, buriles) y un porcentaje bajo de
cuchillos de dorso. Por su parte el MTA B se caracteriza
por la presencia muy baja de bifaces, gran desarrollo de
los cuchillos de dorso, desarrollo laminar de su industria y
descenso de los útiles musterienses, a excepción de los
denticulados. Es muy escaso en la Península Ibérica.
• Charetiense. Se subdivide en dos grupos: Quina y
Ferrasie. El tipo Quina se caracteriza por la casi ausencia
de los métodos Levallois en su producción, con lascas
cortas y espesas. Presenta una fuerte proporción de
raederas con retoque tipo quina. Por su parte el tipo
Ferrasie presenta una fuerte presencia de piezas Levallois
y gran proporción de raederas (pero pocas con retoque
quina).
• Musteriense Típico: no presenta características definidas y
supuso uno de los grupos más conflictivos. Se caracteriza
grosso modo por la ausencia de bifaces, bajo porcentaje
de cuchillos de dorso, porcentaje moderado de raederas,
variable de denticulados y puntas musterienses. Puede
tener presencia o no de métodos Levallois. Esta facies ha
supuesto de facto un auténtico cajón de sastre en donde
se clasifican todas aquellas industrias que no encuadran
dentro de las otras facies. Así tendremos Musteriense
típico rico en raederas, rico en denticulados...
• Musteriense de Denticulados. Se define,
fundamentalmente, por un alto porcentaje de
denticulados y muescas y con escasa representación de
otros tipos.
• Vasconiense o tipo Olha. Se definió como una facies
regional de la cornisa cantábrica y del País Vasco francés
para explicar las industrias Musterienses con hendedores
de yacimientos como El Castillo, Olha, Gatzarria, Pendo o
Cueva Morín. La profesora V. Cabrera refutó la existencia
de dicha facies a mediados de los años ochenta al no
tener estas industrias más rasgos comunes que los
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hendedores, por lo que actualmente se interpretan como
producto de necesidades propias de estos grupos y no
como una facies en sí.
Muchas han sido las hipótesis para explicar el significado de la
variabilidad tipológica del Musteriense, es decir, para explicar las
diferentes facies. Por ejemplo, para F. Bordes, cada una de las facies
se correspondía con una etnia diferente, con un pueblo. L. y S. Binford
abogaban por una explicación funcional de las mismas: cada una de
las facies las podía haber realizado una misma etnia, pero las
necesidades funcionales de los mismos en ese momento es la que
genera la diversidad. P. A. Mellars, por su parte, defendió una
secuencia cronológica de las facies.
Actualmente, debemos reconocer que estamos lejos de saber el
verdadero significado de las facies musterienses definidas por F.
Bordes. A grandes rasgos existen, pero ninguna de las hipótesis que
se han planteado pueden resolver, por si mismas, este problema. Por
ello, las facies se siguen empleando como meros instrumentos de
organización, es decir, sirven para poder conocer la composición de
un conjunto musteriense. Pero ya casi nadie le da el significado para
el que originalmente fueron definidas.
Nuevas son las vías de estudio que intentan diferentes
aproximaciones al Musteriense y a sus facies. Dentro de la industria
lítica debemos destacar el estudio de las cadenas operativas con las
que se confeccionan los diferentes útiles musterienses. Varios son los
esquemas operativos más representativos en la Península Ibérica:
Discoide, Levallois, y Quina.
• Discoide: se trata de un esquema operativo muy
extendido en la Península Ibérica, de hecho, la mayoría de
los yacimientos del Paleolítico medio peninsulares
presentan, en mayor o menor proporción, restos de este
tipo de producción. Básicamente se trata de extraer
lascas a partir de núcleos con dos superficies (figura 5.3).
Representa un esquema de talla bastante complejo en su
definición y variabilidad. La mayoría de los autores lo
definen como compuesto por dos superficies asimétricas,
con la línea de intersección entre éstas como
característica esencial de este tipo de esquema y,
además, presenta gran flexibilidad en el concepto y en la
gestión del volumen del núcleo. Presenta dos direcciones
de talla: tangencial o cordal y centrípeta. La técnica
empleada durante todo el proceso es la percusión directa
con percutor duro. El esquema operativo Discoide
presenta varios métodos, de ellos, destacaremos el
unifacial (una superficie sirve como plano de percusión y
otra como plano de lascado durante todo el proceso) y el
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bifacial (ambas caras pueden tener ambas funciones
durante la secuencia de talla).
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Actualmente, tanto la tipología como la tecnología son las
herramientas básicas para conocer, identificar y reconstruir los
procesos tecnológicos de los diferentes tecnocomplejos musterienses.
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El Musteriense de la cornisa cantábrica se relaciona,
tradicionalmente, con el suroeste francés ya que encontramos ciertas
similitudes en su industria y tipología con algunos yacimientos del
norte de los Pirineos. Encontramos en esta zona yacimientos con
amplias secuencias estratigráficas como pueden ser La Viña o El
Conde en Asturias, Cueva Morín, El Castillo, El Pendo o El Esquilleu en
Cantabria o Lezetxiki, Arrillor o Axlor en el País Vasco. En cuanto a su
caracterización industrial la mayoría pertenecen al Musteriense de
Denticulados, Charetiense o Típico. Son típicos en algunos
yacimientos los hendedores formando, lo que se denominó,
Vasconiense.
El valle del Ebro presenta un importante número de yacimientos
musterienses que fueron estudiados en su mayoría por L. Montes y P.
Utrilla, debemos destacar de este área los yacimientos de Peña Miel
en La Rioja con varios niveles de Musteriense tipo Quina o Roca dels
Bous l´Estret de Tragó en Lérida o Los Moros de Gabasa en Huesca
(también con Musteriense Quina), todos ellos en cueva o abrigo,
también el yacimiento al aire libre de Cuesta de la Bajada en Teruel.
En la zona de Levante debemos destacar los yacimientos de
Ermitons (con musteriense Quina) L´Arbreda (Girona), Abric Romaní
(donde destaca el Musteriense de denticulados) y Mediona I
(Barcelona), Cova Negra (Valencia) con importantes niveles de
Musteriense tipo Quina y con talla tipo Quina también, El Salt, Cova
Beneito y Bolomor (Alicante). Por su parte en Andalucía encontramos
importantes yacimientos como La Solana de Zamborino, La Carihuela
(donde encontramos numerosos niveles clasificados como
Musteriense Típico) o Cueva Horá (Granada), La Grajas y Zafarraya
(Málaga) o Gorham´s Cave y Devil´s Tower (Gibraltar).
En Portugal los yacimientos también son muy numerosos. En
cueva debemos citar los yacimientos de Furninha, Columbeira,
Figueira Brava o Caldeirão, mientras que al aire libre yacimientos
como Vilas Ruivas o Foz de Enxarrique son los más destacados. Por
último, la Meseta presenta un gran número de yacimientos
musterienses, como viene siendo la tónica. En cueva citaremos
Atapuerca (TD10 y TD 8), La Ermita, Cueva Millán (ambas con
Musteriense tipo Quina) y Valdegoba (Burgos) y Los Casares
(Guadalajara); al aire libre tenemos el yacimiento de Arriaga II con
una ocupación humana asociada a restos de elefante. Además
disponemos de un gran número de yacimientos al aire libre fruto de
prospecciones más o menos abundantes como ocurre, por ejemplo,
con los yacimientos de Porzuna (Ciudad Real).
6. Subsistencia.
1
Las evidencias de hábitat de los Neandertales en la Península
Ibérica nos muestra que colonizaron muy diferentes regiones y
ecosistemas, desde las costas mediterráneas, a la fachada atlántica,
la Meseta o en las inmediaciones de las grandes cordilleras ibéricas.
Según los restos encontrados en los diferentes yacimientos
(sobretodo los ubicados en cueva), en los que abundan fragmentos
óseos de herbívoros, podemos asegurar que el aporte de la carne era
un factor fundamental en la dieta de estos grupos. Pero antes de
valorar qué animales consumían los neandertales tenemos que tener
en cuenta que las cuevas y abrigos también eran habitadas por otros
depredadores como las hienas y que también pueden ser los
causantes de parte o toda la acumulación ósea que encontramos en
los yacimientos. Por ello, se realizan estudios tafonómicos severos
cuya finalidad es la de discernir entre el aporte de los humanos y el
resto de depredadores que habitaban en los mismos lugares.
La panoplia de especies consumidas por los neandertales es
variada, no sólo en cuanto al número de especies representadas de
manera general, sino dentro de cada yacimiento. En yacimientos
situados cerca de valles y lugares más o menos abiertos, las especies
más representadas son el ciervo, el caballo y los bóvidos (bisonte/uro)
como ocurre en Cueva Morín o El Castillo. Mientras que en aquellos
yacimientos en zonas de roquedo como Zafarraya, Los Casares,
Amalda, Axlor o Esquilleu, las especies propias de este biotopo, como
la cabra montés o el rebeco, son las más numerosas. Es interesante
constatar que en el Esquilleu estas especies aparecen en mayor
proporción que en Amalda y Axlor por ejemplo. En éstos, la cabra se
acompaña, en proporciones importantes, del ciervo y los bóvidos
respectivamente. Otro ejemplo de la diversidad de especies
consumidas por los neandertales pueden ser los yacimientos de Cova
Negra y La Carihuela en donde existe un gran de restos de tortuga y
lagomorfos.
Uno de los debates más apasionados en torno al mundo de los
neandertales es sobre la obtención de las especies que consumen, de
cómo las obtienen. Es mediante caza o, por el contrario, obtenían el
aporte cárnico mediante carroñeo. Tradicionalmente se ha venido
argumentando que los neandertales no eran unos cazadores muy
hábiles y que obtendrían la carne a base de merodear por su territorio
y aprovechar cualquier animal muerto de forma natural o abatido por
otra especie. Los utensilios cinegéticos como lanzas o picas serían
armas defensivas más que ofensivas, ya que se emplearían para
ahuyentar y mantener a distancia a otras especies carroñeras como la
hiena. Pero ya desde el Pleistoceno medio encontramos yacimientos
con evidencias de lanzas de madera listas para ser arrojadas, como
ocurre en Shöningen. En algunos yacimientos sirios se han
encontrado restos de équidos con fragmentos de puntas clavados
1
entre sus vértebras y, además, los estudios experimentales sobre las
lanzas y las puntas líticas abogan por el empleo intensivo de la caza
por parte de los neandertales. El hecho de que abatiesen a sus presas
no invalida, en ningún caso, el hecho de que puedan realizar también
actividades de carroñeo cuando la oportunidad se presentaba. En
este sentido se pueden interpretar algunas puntas Levallois y/o
musterienses halladas en numerosos yacimientos peninsulares como
La Carihuela, Axlor o El Castillo.
No debemos confundir el hecho de que cazasen con el régimen
de la obtención de las presas, es decir entre caza y estrategia
oportunista. Muchos autores piensan que los neandertales cazaban lo
primero que se le ponía a tiro en su merodeo por el territorio de
adquisición. Sin descartar este hecho, muy normal por otro lado, se
observa como, en algunos yacimientos, especies catalogadas como
peligrosas o de difícil captura, como la cabra montés, están muy
representadas, por lo que existen también estrategias de
especialización en la caza. Ejemplos más claros los podemos
encontrar en yacimientos europeos como el de Mauran con el bisonte.
La megafauna está presente en algunos yacimientos, siendo
más común en las primeras fases del Paleolítico medio, en conjuntos
asociados a la transición con el Paleolítico inferior, como el caso del
yacimiento madrileño de Arriaga II, con una pequeña ocupación
humana en torno a los restos de un elefante. Pero también se han
encontrado en momentos muy tardíos del Paleolítico medio como los
fragmentos de elefante (Elephas antiquus) recuperados en el
yacimiento portugués de Foz de Enxarrique. Otros animales de gran
talla, como los rinocerontes, tampoco son desconocidos en contextos
musterienses como ocurre en El Castillo o el Abric Romaní. El hecho
de que en algunas ocasiones sean piezas dentarias las recuperadas,
con poco aporte cárnico, puede indicar su adquisición mediante
carroñeo.
Sin duda, además del consumo cárnico, los grupos de
Neandertales se alimentaron de otro tipo de alimentos como puede
ser el pescado, como así atestiguan los restos de ictiofauna
encontrados en yacimientos como El Castillo, o de vegetales. El
problema que encontramos en los yacimientos es que los restos
vegetales desaparecen con el paso del tiempo no dejando ningún tipo
de huella. Sin embargo, el uso de estos alimentos pueden ser
inferidos a partir de comparaciones etnográficas o por la relación con
cierto tipo de utensilios que han podido ser empleados en este tipo de
actividades. En este sentido podemos enfocar los diferentes moldes
de palos cavadores recuperados en el yacimiento catalán del Abric
Romaní, en cuyos niveles J y D aparecen este tipo de piezas. El
empleo de los mismos podría estar enfocado al acondicionamiento del
propio yacimiento o a la adquisición de tubérculos y raíces, ya que
1
este tipo de utensilio es empleado por grupos cazadores-recolectores
en la actualidad.
7. Estructuras.
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radicalmente diferente. El recinto debía de tener una extensión
entorno 6,6 m2 y el borde de la zona en la que se conservaba medía
más de tres metros y medio de longitud. Para los excavadores era
clara la constatación de una estructura, sin embargo, las dudas
surgieron a la hora de definirla. Concluyeron que no era una cabaña,
sino un área donde se debían tratar las pieles de las piezas abatidas,
según se podría desprender de los utensilios líticos y óseos
encontrados en el interior.
Vilas Ruivas se localiza en el valle del Tajo, a techo de la terraza
+32 m. y con una datación entorno a 50-60.000 B.P (figura 5.8b). En
los 50 m2 que se excavaron, en la intervención dirigida por L. Raposo,
se localizaron dos arcos formados por cantos de cuarcita y cuarzo
amontonados, de dimensiones que sobrepasan, en la mayoría de los
casos, el decímetro. El mayor de los arcos se abre al Oeste y contiene
dos estructuras de combustión en el interior, ambas delimitadas por
piedras de las que algunas se han fracturado por el calor del hogar.
Alrededor de los hogares se localizaron varios agujeros de poste. El
arco menor está mejor definido y contiene en su interior una
estructura de combustión también delimitada por cantos de menor
tamaño. La industria lítica asociada estaba compuesta por algunos
núcleos Levallois y discoides, lascas y pocos utensilios (raederas y
denticulados sobretodo). Una vez desestimada la acumulación de las
piedras por medios naturales, la interpretación más plausible es que
se trate de una serie de paravientos.
8. El Musteriense Final.
1
tanto, es una división arbritaria para poner en relación los conjuntos
industriales de esta cronología en relación con el Paleolítico Superior y
para diferenciarlo de momentos anteriores del Musteriense que se
denomina Paleolítico medio clásico.
En la Península Ibérica, el Musteriense final, lejos de ser un
mero marcador cronológico, toma un papel muy destacado en cuanto
al final de los Neandertales y el origen de Paleolítico superior. El
panorama que encontramos en la Península Ibérica aporta datos para
este momento de un interés científico importante. Para ello
dividiremos geográficamente la Península Ibérica en dos zonas: la
cornisa cantábrica y el resto de la Península.
La cornisa cantábrica dispone de numerosos yacimientos con
esta cronología como La Viña, El Conde, La Güelga (Asturias), El
Castillo, Cueva Morín, Esquilleu, Covalejos, El Mirón (Cantabria) y
Lezetxiki, Axlor o Arrillor en el País Vasco.
Los conjuntos industriales que encontramos en estos
yacimientos presentan algunos elementos realmente sorprendentes
ya que podemos definir como innovaciones culturales, sobre todo, si
lo ponemos en relación con la transición entre el Paleolítico medio y el
superior como veremos en el siguiente tema. Estas innovaciones son
de carácter tecnológico y de carácter simbólico.
• Innovaciones de carácter tecnológico: en los conjuntos
musterienses cantábricos observamos una pequeña
producción laminar entre el conjunto lítico tallado. Este
conjunto laminar, de hojitas en su mayoría, se observa
en yacimientos como El Castillo, Morín, El Esquilleu,
Covalejos o Lezetxiki. Se trata de producir hojitas bajo
métodos que en algún yacimiento son oportunistas
(aprovechan fragmentos líticos desechados y su
producción es escasa) o bien están obtenidas a partir
de esquemas de producción plenamente desarrollados
(figura 5.9). Las hojitas obtenidas no son muy
numerosas, pero algunas de ellas (como en El Castillo
y Cueva Morín) están retocadas en utensilios muy
similares a las hojitas Dufour (características del
Auriñaciense arcaico como veremos en el siguiente
tema).
1
estos momentos, encontramos dos yacimientos con
importantes restos que deben ser clasificados en este
campo. El primero de ellos lo encontramos en el nivel
21 de El Castillo en donde fue recuperado un
fragmento de núcleo en cuyo dorso cortical
aparecieron cinco puntos: cuatro alineados y uno
opuesto a ellos (figura 10). Estas puntuaciones sólo
pueden ser de origen antrópico y debemos descartar
que estén asociadas a labores de talla, ya que su
morfología y características difieren sensiblemente de
las producidas en las labores de desbastado lítico. El
significado de la pieza se nos escapa, como suele
ocurrir siempre que el valor dado entre los emisores y
receptores de un código no perduran, pero tenemos
que descartar cualquier significado práctico de la
misma.
En el yacimiento de Lezetxiki, en los niveles III y IVc, se
recuperaron una serie de piezas que tampoco tienen un
significado utilitario aparente. Se trata de dos conchas
pulimentadas y con posibles huellas de preparación para ser
suspendidas a modo de colgantes.
1
encontrada al norte de dicho río (más en común con la del resto de
Europa), por lo que no resultaba atractiva para los primeros humanos
modernos. Esta situación, aunque válida en líneas generales se está
viendo modificada por algunos yacimientos con dataciones muy
recientes al norte del Ebro como ocurre con Esquilleu o Roca dels
Bous. Esta hipótesis encuadra perfectamente con la idea de muchos
autores de que las penínsulas de la ribera mediterránea europea
sirvieron como refugio para los últimos neandertales.
La situación arriba expuesta presenta unas implicaciones muy
significativas. Por un lado un Musteriense tardío en el sur de la
Península Ibérica que perdura hasta los 30.000 B.P., un Musteriense
con innovaciones significativas en la cornisa cantábrica y una
ocupación Auriñaciense en el noroeste de la Península en la misma
horquilla cronológica, lo que plantea una marco de difícil estudio en la
Transición entre el Paleolítico Medio y el Superior y que será tratada
en el siguiente tema.
9. Bibliografía
Bibliografía general
Bibliografía específica
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