Académique Documents
Professionnel Documents
Culture Documents
El hombre sublevado:
Camus bajo relieve
Hay quienes se echan una causa por bandera y viven tan tranquilos el resto
de sus días. La cual puede ser religiosa o política, da lo mismo: tener respuesta
para todo relaja un montón. Nada de contradicciones culpas o
arrepentimientos. Además autoproclamarse consecuente y, con mirada
displicente, sostener "yo siempre he pensado lo mismo" distancia de esos
veleidosos esclavizados por la duda y el inmovilismo al que lleva. Las cosas
pueden haber cambiado, los personajes, modificado sus planteamientos, pero,
la "razón vigilante", la tienen siempre ellos; bien para mostrar que se
anticiparon y "lo dijeron antes" o bien para lanzar el temible "si me hubieran
hecho caso".
1
Cumbres borrascosas, mataría a la tierra entera con tal de poseer a Cathie,
pero no se le ocurriría la idea de decir que ese asesinato fuese razonable o
estuviese justificado por el sistema. Lo realizaría y ahí terminaría toda su
creencia. Eso supone la fuerzadel amor y del carácter."
Octavio Paz, en Corriente alterna nos señala la diferencia entre las palabras
revuelta, rebelión y revolución. La peor parte se la lleva la palabra revuelta que
en ninguna de sus acepciones es un hecho valioso; desde el revoltoso a la
revuelta popular todo parece quedar en el alboroto o el caos social. En cambio,
rebelión y revolución parecen tener más contenido, estar más cerca de la
ambición literaria. A la rebeldía se la confina en el romanticismo de las minorías
y la revolución parece aludir a las gestas colectivas. La revolución adquiere
incluso un estatus científico hermanado con una visión histórica, en tanto que
los actos del rebelde están condenados a la esterilidad. El rebelde encarna al
2
héroe maldito, al poeta solitario; desafía al mundo pero no comprende las leyes
de la historia, en tanto el revolucionario aparece como un intelectual, un filósofo
entregado a la causa de la justicia colectiva. Ante este panorama, no es de
extrañar que el libro de Albert Camus estuviera condenado de antemano por
los poseedores de la "conciencia colectiva". La prensa comunista mantiene un
silencia absoluto y muchos de sus militantes se niegan a leerlo, actitud con la
que terminaban por darle la razón a Camus. El libro pone justamente en tela de
juicio importantes aspectos del análisis marxista y Camus parafraseando a
Epicteto les responde: "Insulta si quieres, pero lee."
3
me rebelo, luego nosotros, somos." Mientras muchos de sus contemporáneos
luchaban por "el sentido de la Historia", por ser ellos la Historia o por pasar a
formar parte de ella, Camus fue un rebelde trágico y dichoso de ser un
contemporáneo de los problemas de su tiempo, que, sin duda, siguen siendo
los nuestros.
No está tan claro cómo sostiene el mismo Paz que sea el filósofo quien
transforma la revuelta en doctrina, pero sí sobran las muestras que la han
transformado en letrina. Es verdad que Paz señala que ello se explica en parte
"por la desconfianza con que ven los revolucionarios a las revueltas populares:
la misma de los teólogos ante los místicos". Es la misma saña con la que los
revolucionarios han perseguido a los intelectuales y a los artistas rebeldes.
Pero Camus era más artista que intelectual y sabía "que la inteligencia
encadenada pierde en lucidez lo que gana en furor".
4
Será quizá esa infelicidad un destino para quien en buena medida se forja un
destino trágico pero no lo extiende al conjunto de la sociedad para la que
augura tiempos mejores.
5
no cree que se haya roto la cadena de la dependencia de lo divino. Permanece
pero reelaborado, despojado de sus vestimentas religiosas. Sólo con la obra de
Stirner aparece un intento firme por aniquilar a todos los sucedáneos de lo
divino. Para Stirner, el insurgente ni depende de la teoría, ni de los otros
hombres: sólo habrá acuerdo social mientras los individuos coincidan en sus
egoísmos. En su doctrina el egoísmo alcanza su cumbre, pero al mismo tiempo
se suicida al no ser capaz de conseguir de él un propósito social como el que
desarrolla Fernando Savater en su Ética como amor propio, por ejemplo. En
esta obra toda ética es egoísta, lo sepa o no lo sepa. Es justamente el
enfrentamiento de los egoísmos lo que da posibilidad de un acuerdo y un pacto
social. A pesar del suicidio al que convoca el individualismo laico de Stirner está
claro que Camus simpatiza con él aunque criticando sus veleidades nihilistas.
La preocupación por el "nosotros" es algo común a la obra y a la práctica de
Camus. La solidaridad que Camus desarrollaba con los diferentes grupos
anarquistas principalmente con los exiliados españoles en Francia, no sin
ignorar las dosis de cristianismo o nihilismo que podía encontrar en ellos.
Nietzsche había mostrado antes que el iconoclasta sigue adorando el ícono. El
ateísmo para él es constructivo: Dios es inútil, pues el mundo no tiene un
sentido preestablecido. Sin embargo, Camus sigue advirtiendo en el propio
Nietzsche ese pesado fardo de la rebeldía nihilista.
6
Nietzsche sólo imagino esa libertad en el espíritu fuerte y solidario, Camus en
cambio creyó llevar esa posibilidad a los humillados.
7
de la legalidad no desempeña sino un papel secundario." Todo se resuelve con
militarismo, potencia y eficacia. El Führer es la conciencia de Alemania y el
Partido es la conciencia del proletariado; en ambos casos los hombres son sólo
cosas, herramientas de un fin superior y la culpabilidad está siempre en la
víctima. La obsesión se pluraliza y cuando la pasión desmesurada comprende
que está perdida, no basta con el suicidio. Esta idea, por supuesto, no se le
hubiera ocurrido a Marx, cuyo mesianismo científico está cargado de culto a la
técnica y a la producción, por cierto, no lejanos al culto al progreso de la
burguesía del siglo XIX.
8
S. & S. Vs. Camus
Pero Camus que había prometido deshacerse de las cadenas del "sistema" no
se dedicó a escribir aforismos tal y como había prometido. Tuvo que dedicar
largas horas a defenderse de la multitud de ataques que el "sistema",
encabezado por Sartre, lanzaría contra su libro, al que acusaba de facilitar
argumentos a los que no querían hacer nada, pero guardando la tranquilidad
en sus conciencias. Las críticas desfavorables de la prensa burguesa
alentaban a sus detractores, pero Camus tenía de su parte a un buen sector de
la izquierda no comunista enfrentada abiertamente a la apología del
estalinismo.
Sabemos que los odios compartidos originan extrañas alianzas. Las feministas
tenían por entonces también a su Dios y se llamaba Simone de Beauvoir; y al
seguirlo en aquellas circunstancias el mimetismo gregario, pensándose
independiente, acabó sirviendo a la causa de un macho: Sartre.
9
sospechar. No es lo mismo estar en medio de la tragedia como argelino y
francés que era Camus, que despacharla alegremente haciendo la revolución
desde una mesa del Café de Flore.
10
capítulo sobre la "mesura y desmesura". Eso a pesar de que ella no olvida que
Camus pretende ser ciudadano de ambos lados del conflicto mientras que
Sartre pretende ser parisino y ... ¡chino!
4) que rechacen, en cualquier caso y sea cual sea el pretexto, todo despotismo,
aunque sea provisional.
11
resume la obra de Camus y que Sartre no pareció entender: "un fin justo que
necesita de medios injustos no es un fin justo."
Sin embargo, Camus parece caer también víctima del virus del optimismo:
"Ante el mal, ante la muerte, el hombre clama por la justicia desde los más
profundo de sí mismo. El cristianismo histórico sólo ha respondido a esta
protesta contra el mal con el anuncio del reino, y luego de la vida eterna, que
exige la fe y se queda solitario y sin explicación. Las multitudes de trabajadores
cansados de sufrir y de morir, son multitudes sin dios."
No parece que los acontecimientos hayan tomado ese rumbo y los últimos
años han sido pródigos en rebrotes religiosos y luchas cruentas entre
miserables que defienden a un dios. Camus, como Marx, se equivocó al pensar
que los trabajadores ya tan sólo pueden perder sus cadenas. Los misterios de
la fe son más complejos de como habían sido analizados. Camus sentenció
que quienes no hallan descanso ni en dios ni en la Historia están condenados a
vivir en la rebelión, pero los humillados siguen muriendo por dios y por la patria.
Es posible que Camus se haya percatado de este proceso pero haya querido
mantener un optimismo estratégico militante intuyendo que, tarde o temprano,
"tras el nihilismo, se prepara un renacimiento del que ni tan siquiera sus
actores tienen conciencia:" el arte y la rebelión no morirán sino con el último
hombre." Camus parece estar convencido, a pesar de los indicios en contra,
que el tiempo del desconcierto ha pasado que cada vez son más los que
rechazan las mistificaciones del siglo: "la lucha sólo es desigual en apariencia.
12
Acaso destruyan a esos hombres, pero ya no los prostituirán. A partir de ese
momento, el movimiento se ha invertido, y el asesinato basado en la mentira ya
no se basa sino en sí mismo."
13
ciudad moderna caerán para entregar, alma serena como la clama de los
mares, la belleza de Helena."
Albert Camus vivió y creó para la belleza y la justicia. Su obra así lo demuestra
y su vida también; amó a varias mujeres sin remordimiento y pensaba que en el
vacío de la vida cotidiana, la mentira y la cortesía son formas de bondad. Infiel
como pocos, detestaba que lo engañaran, pero no pedía que estuvieran tristes
por su tristeza.
Después de todo valía la pena por haber sentido en sus venas el escalofrío de
la belleza.
Héctor Subirats, "El hombre sublevado: Camus bajo relieve", Fractal n° 17, abril-junio, 2000,
año 4, volumen V, pp. 25-40.
14