Vous êtes sur la page 1sur 10

De: Americo Davila [ADavila@asbanc.com.

pe]

“LA SANTIDAD”

Introducción:

El Señor es un Dios que tiene respuestas para todo. El plan de

Salvación, por ejemplo, es la respuesta de Dios para el

problema del pecado.

Algo muy importante: la santidad para el creyente tiene tanta

importancia como para el pecador lo es el ser salvo.

Efectivamente, el día que nos convertimos de nuestros malos

caminos y nuestra vana manera de vivir se dio en nosotros

una maravillosa experiencia: la Salvación, la Primera Obra de

Gracia del Espíritu Santo. Esto produjo un cambio radical en

nuestras vidas 2 Corintios 5:17: “De modo que si alguno

está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas

pasaron; he aquí todas son hechas nuevas”. De pecadores

a nuevas criaturas. Todos nuestros actos pecaminosos,

nuestras transgresiones fueron perdonadas el día que

aceptamos a Cristo como nuestro Salvador Personal. Es el

Espíritu Santo quien produce en la vida del creyente la

decisión de separarse de una vida de pecado abandonando el

fango y toda suciedad espiritual.


Sin embargo, hay algo que debemos conocer tú y yo: si bien

la nueva vida en Cristo comienza, la naturaleza de pecado aún

persiste, leamos Romanos 7:23 “pero veo otra ley en mis

miembros, que se rebela contra la ley de mi mente, y que

me lleva cautivo a la ley del pecado que está en mis

miembros”. Esta vieja naturaleza se apega al hombre lo cual

le impide llevar una vida cristiana exitosa. Es aquí donde

necesitamos que el Espíritu Santo actúe en nuestras vidas a

través de su obra santificadora.

I. LA SANTIDAD:

Santo significa “apartado”, “separado”. Debemos entender que

la voluntad de Dios es nuestra santificación. 1

Tesalonicenses 4:3a “pues la voluntad de Dios es vuestra

santificación”.

Además, la Biblia también dice que hemos sido llamado a ser

santos: 1 Corintios 1:2 “a la iglesia de Dios que está en

Corinto, a los santificados en Cristo Jesús, llamados a

ser santos ... “ Si te das cuenta, en la salutación que hace el

apóstol Pablo en cada una de sus cartas a las iglesias él se

refiere “a los santos”: 1 Co. 1:2; Ef. 1:1: Fil.1:1; Col. 1:2.
II. ¿SERA IMPORTANTE LA SANTIDAD?

La Santidad para el creyente es tan importante, así como la

Salvación es necesaria al pecador, al incrédulo. El autor de

Hebreos lo tenía muy claro: “Seguid la paz con todos, y la

santidad, sin la cual nadie verá a Dios”. Hebreos 12:14.

Alguna vez escuché decir “¿por qué preocuparnos en ser

santos si para ir al cielo sólo basta con ser salvo?.

Hoy podemos decir que la Santidad es importante por las

siguientes razones:

1. Si la Santidad no fuera tan importante, entonces Jesucristo

no hubiera ido a tal extremo de proveerla. Leamos Efesios

5:25-26 “Maridos, amad a vuestras mujeres, así como

Cristo amó a la iglesia, y se entregó a sí mismo por

ella, para santificarla, habiéndola purificado en el

lavamiento del agua por la palabra”. También en

Colosenses 1:21-22 “ Y a vosotros también, que erais

en otro tiempo extraños y enemigos en vuestra carne,

haciendo malas obras, ahora os ha reconciliado en su

cuerpo de carne, por medio de la muerte, para


presentaros santos y sin mancha e irreprensibles

delante de él”.

2. Dios quiere que sus hijos sean santos, si leemos Efesios

1:4 “según nos escogió en él antes de la fundación del

mundo, para que fuésemos santos y sin mancha

delante de él. Es un privilegio este deseo de Dios.

3. Ahora, no sólo es el deseo de Dios, también Dios demanda

que nosotros sus hijos seamos santos. 1 Pedro 1:15-16

“sino, como aquel que os llamó es santo, sed también

vosotros santos en toda vuestra manera de vivir;

porque escrito está: Sed santos, porque yo soy santo”.

4. Uno de los propósitos del Espíritu Santo es hacernos santos:

“Habiendo purificado vuestras almas por la

obediencia a la verdad, mediante el Espíritu, ....” 1

Pedro 1:22.

5. Uno de los propósitos de las Sagradas Escrituras es

guiarnos a la santificación: “Santifícalos en tu verdad, tu

palabra es verdad.” Juan 17:17

III. ALGUNAS DISTINCIONES ENTRE CONVERSION Y

SANTIFICACION:
CONVERSION SANTIDAD

1. Trata con los hechos 1. Trata con la naturaleza

pecaminosos, con nuestras pecadora del hombre.

transgresiones y pecados.

2. Viene a ser un nuevo hombre. 2. Desecha al viejo hombre.

3. Las costumbres pecaminosas 3. La naturaleza pecaminosa

mueren. muere.

4. Libera al hombre de la 4. Libera al hombre de la

esclavitud a Satanás. esclavitud a la carne.

5. Trae una nueva vida 5. Trae vida en abundancia.

espiritual.

IV. LA CONSAGRACION:

Jesús de Nazaret, se dio a sí mismo sin ninguna reserva por la

vida de cada uno de nosotros. Ahora nos toca a nosotros

entregarnos sin ninguna reserva a Él. Cuando era muy niño,

me acuerdo que en la Escuela Dominical nos enseñaban una

canción que decía: “//¡Cuidadito los ojitos lo que miran!//.

Hay un Dios de amor que mirando está, Cuidadito los ojitos lo

que miran... “. Y así seguía la letra con las manitos lo que


tocan; los oídos, lo que oyen y los piececitos donde andan. Y

sin saber me di cuenta que aún desde pequeños tenemos que

hacer confesiones de consagración a nuestro Dios.

1 Tesalonicenses 5:23 dice que todo nuestro ser sea guardado

irreprensible hasta la venida de nuestro Señor Jesucristo.

En el Antiguo Testamento, hubo un hombre que a pesar de ser

usado poderosamente por el Señor, no pudo guardar su

consagración: Sansón. Fracasó al satisfacer los deseos de su

carne.

Personalmente, hay un pasaje que a mí me llama mucho la

atención y es la historia de David, vencedor en batallas,

hombre guerrero, hombre de victorias; 2 Samuel 11:1

“Aconteció al año siguiente, en el tiempo que salen los

reyes a la guerra, que David envió a Joab, y con él a sus

siervos y a todo Israel, y destruyeron a los amonitas, y

sitiaron a Rabá; pero David se quedó en Jerusalén”. Y el

resto de la historia todos lo sabemos. ¿Cuántos saben que

somos un pueblo de reyes y sacerdotes? ¿Cuántos saben que

estamos en una guerra espiritual, el reino de las tinieblas

contra el reino de la luz?. Cada vez, la Iglesia de Jesucristo va

ganando terreno arrebatándole al diablo muchas almas. Pero,


así como David que en lugar de salir a la guerra y luego le

pasó lo que le pasó, ¿estaremos también nosotros tratando de

abandonar nuestros puestos de batalla? ¿algunos ni siquiera

se han decidido enrolarse a ese ejército vencedor por no

comprometerse?. Hay un dicho popular que dice “La ociosidad

es la madre de todos los vicios”. No es bíblico, pero sí tiene

mucho de sabio, una cosa que he aprendido es que cuando

uno sirve al Señor, el servicio a Dios te ayuda a tener un temor

reverente por mantener tu santidad, tu consagración Hay

situaciones que cuando un siervo de Jesucristo quiere, por

ejemplo, dejar de liderar o servir y es porque generalmente hay

algo del mundo que lo está jalando. Fue fatal lo que le ocurrió a

David.

Otro pasaje que también poderosamente me llamó la atención

cuando lo leí es el siguiente: Eclesiastés 9:8: “En todo

tiempo sean blancos tus vestidos, y nunca falte

ungüento sobre tu cabeza”. Aquí la Biblia nos habla de

nuestras vestiduras, el Señor nos habla de nuestra

consagración. En el Antiguo Testamento el vestido tenía un

valor tremendo, comparable con la moneda, era tan importante

que un forastero cuando dormía en un mesón, dormía con


todas sus prendas puestas para evitar el robo. Nunca

descuidemos nuestra vida de consagración al Señor.

V. LO QUE NO ES SANTIDAD:

1. No es ser perfecto. Algunos piensan que ser santo significa

que ya eres perfecto, nada más alejado de la realidad. “Y él

mismo constituyó a unos apóstoles; a otros, profetas;

a otros, evangelistas; a otros, pastores y maestros, a

fin de perfeccionar a los santos para la obra del

ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo.”

Efesios 4:11-12. Bien claro la Biblia dice que somos

santos, pero que necesitamos ser perfeccionados, el

ministerio quíntuple, esos 5 dones del ministerio que Cristo

dio a su iglesia se encargan precisamente de eso,

perfeccionarnos para un propósito: para la edificación del

cuerpo de Cristo.

2. No significa que no vas a pecar nunca. Alguien dijo con

mucha razón “no puedo evitar que llueva, pero sí puedo

evitar mojarme”.

3. No significa que tampoco vayas a ser tentado nunca. La

Biblia dice en Hebreos 4:15, que aún Jesús fue tentado y

en todo, pero no pecó.


4. Tampoco significa que nunca vayas a tener problemas.

Ahora, inclusive algunos pueden llegar a pensar que alcanzar

la santidad es difícil, y que sólo para unas cuantas almas

privilegiadas. Judas 24: “Y aquel que es poderoso para

guardaros sin caída, y presentaros sin mancha delante

de su gloria con gran alegría.”

Llamado:

Todos por lo menos alguna vez de nuestra vida, escuchamos y

sobre todo en Semana Santa, que una de las últimas palabras

de Jesús en la cruz fue ¡Padre, por qué me has abandonado!.

Y quizá en muchos causó un gran cuestionamiento, porqué

Jesús dijo eso, porqué Su Padre lo había abandonado. Y es

que la razón por la cual experimentó por primera vez la

separación de su Padre fue debido a tu pecado y a mi pecado.

Sí, aunque no lo creamos es cierto. La Biblia, nos cuenta que

cuando Adán y Eva, pecaron se sintieron desnudos, es que a

causa de su pecado perdieron esa vestidura espiritual que era

la gloria de Dios cubriéndolos. La Biblia dice, en Romanos que

la Paga del Pecado era la muerte, es decir, separación de Dios.


También dice que por cuanto todos pecamos hemos sido

destituidos de la Gloria de Dios. Y quizá te preguntarás, qué

tiene que hacer eso conmigo, yo no viví en Edén, menos me

comí de ese fruto. ¡Gran desilusión!, sí que comimos de ese

árbol de la ciencia del bien y del mal. ¿Cuándo? El día que

dijimos ¡no me digan lo que tengo que hacer, yo sé lo que

hago!, nosotros mismos juzgando lo que ha de ser bueno y

malo. Y por eso, la ley era: La paga del pecado: Muerte

(separación). Jesús voluntariamente pagando el precio mío y

tuyo, experimentando a causa tuya y mía la separación de su

Padre.

Pero la Biblia, también dice que la dádiva (regalo) de Dios es

Vida Eterna. Ese sacrificio que a nosotros nos correspondía

pagar lo pagó Jesús de Nazareth. Sólo nos queda aceptar ese

sacrificio como propio, de esta manera lo aceptamos como

Nuestro Salvador Personal, Nuestro Redentor Personal. Lo

siguiente, invitarle que entre a nuestro corazón para que sea tu

Señor y tu Rey. ¿Cómo hacerlo? Con una sencilla oración.

Vous aimerez peut-être aussi