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LLAMADOS A SER PERFECTOS

COMO DIOS ES PERFECTO (Mat.


5:48)
Llamados a Ser Perfectos

Todos los que somos cristianos estamos llamados a ser perfectos para
agradar a Dios y poder ganar Su reino. Jesús lo dijo muy claramente en
Mateo 5:48 con estas palabras: “Sed, pues, vosotros PERFECTOS (Gr.
Teleios), como vuestro Padre que está en los cielos es perfecto”. Y
Salomón escribió en Proverbios 2:21: “Porque los rectos habitarán la
tierra, Y los perfectos permanecerán en ella”.

Sin duda alguna esta exigencia de nuestro Señor resulta difícil de


cumplir cuando recordamos que Pablo dijo que no hay justo ni aun uno
(Rom 3:10). No obstante, tenemos ejemplos de personas destacadas que
se las consideró perfectas, como es el caso de Noé (Gén.6:9), Asa (2 Cro.
15:17), y Job (Job. 1:12).

Noé era perfecto a la vista de Dios, pero se emborrachó

La Biblia nos dice que Noé era perfecto en sus generaciones (Gén. 6:9),
pero en algún momento de su vida él se embriagó con vino y expuso su
desnudez ante su hijo Cam, y Noé maldijo a Canáan por su
imprudencia.

El corazón del rey Judío Asa era perfecto pero él no estaba exento
de errores

Sobre el Rey Asa de Judá, se dice que su corazón fue perfecto en todos
sus días (2 Cro. 17:15) aunque sabemos que él cometió algunos errores
durante su vida, como apoyarse en el rey de Siria haciendo una alianza
con él y no con Jehová, además de oprimir a algunos de su pueblo (2
Cró. 16:7-10). También cometió el error de no consultar a Jehová sino a
los médicos cuando cayó muy enfermo. Pero aún así su corazón no dejó
de ser perfecto delante de Yahweh— “todos sus días”. ¿Cómo se
entiende esta perfección con errores o fallas?

El corazón de David era perfecto a pesar de sus caídas o pecados

En 1 Reyes 11:4 se nos dice que Salomón no era perfecto en su corazón


como lo fue su padre David, porque él se dejó llevar por las mujeres
paganas que lo condujeron a la idolatría. Sin embargo, sabemos que el

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mismo David cometió errores graves, como tomar a Betsabé, la mujer
de su general Urías, y por derramar mucha sangre humana en las
guerras y venganzas. Pero aun así, la Biblia dice que el corazón de
David fue “perfecto” ante Dios (1 Rey. 11:4). ¿Cómo poder explicar estas
perfecciones con errores o fallas garrafales?¿Cómo podía ser perfecto
David y estar al mismo tiempo impedido de construir el templo para
Yahweh a causa de haber derramado mucha sangre en las luchas? La
respuesta es que la perfección se logra a través de un proceso de
aprendizaje.

David rogó para que Dios le diera un corazón perfecto a Salomón

En 1 Crónicas 29:17-19 David pide a Yahweh que el pueblo y su hijo


Salomón tengan un corazón perfecto para guardar los mandamientos y
estatutos divinos. Aquí claramente David ora por la perfección del
corazón de su pueblo, y de su hijo Salomón, porque él sabía que Dios
no se fija en la apariencia exterior del individuo sino en lo que hay en el
corazón del hombre. Dios quiere que nuestro corazón esté puesto en Él
y en Sus leyes para que éstas nos guíen por el buen sendero de la
justicia. Así que es Dios quien concede al hombre el tener un corazón
perfecto a través de Su santa voluntad y a través de la observancia de
Sus leyes.

La perfección y la ley de Dios

En el Salmo 119:1, David dice: “Bienaventurados los perfectos de


camino, los que andan en la ley de Jehová”. Aquí podemos notar que los
perfectos andan en la ley de Jehová. Pero en Hebreos 7:19 Pablo afirma
que la ley nada perfeccionó. ¿Se contradice la Biblia? No lo creo. Lo que
pasa es que es posible que la ley perfecta se hiciera inoperante en los
hombres imperfectos. La ley es justa y buena—¡Pero no siempre el
hombre! Entonces, ¿cómo puede ser perfecto el hombre? Juan dice:“Y
en esto sabemos que nosotros le conocemos, si guardamos sus
mandamientos. 4 El que dice: Yo le conozco, y no guarda sus
mandamientos, el tal es mentiroso, y la verdad no está en él; 5 pero el
que guarda su palabra, en éste verdaderamente el amor de Dios se ha
perfeccionado; por esto sabemos que estamos en él. 6 El que dice que
permanece en él, debe andar como él anduvo” (1 Juan 2:4,5).
Entonces el hombre se perfecciona cuando guarda los mandamientos de
Dios y anda o vive como Cristo anduvo o vivió. Aquí está el punto.

La perfección y Cristo

La observancia de la ley no perfecciona a nadie por sí sola, pues se


necesita de un modelo y de un poder celestial que viene de Jesús para
lograrlo. Y Pablo reitera lo mismo en Hebreos 12:2 cuando dice:
“Puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe, el cual por
el gozo puesto delante de él sufrió la cruz, menospreciando el oprobio, y
se sentó a la diestra del trono de Dios”. También dijo: “Y él mismo

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constituyó a unos, apóstoles; a otros, profetas; a otros, evangelistas; a
otros, pastores y maestros, a fin de perfeccionar a los santos… hasta
que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de
Dios, a un varón perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud
de Cristo; 14 para que… crezcamos en todo en aquel que es la cabeza,
esto es, Cristo, 16 de quien todo el cuerpo, bien concertado y unido entre
sí por todas las coyunturas que se ayudan mutuamente, según la
actividad propia de cada miembro, recibe su crecimiento para ir
edificándose en amor”.En Juan 17:23 Jesús enseña que la perfección se
logra con Cristo EN nosotros: “Yo en ellos, y tú en mí, para que sean
perfectos en unidad”. Y Pablo lo reitera cuando dice: “Examinaos a
vosotros mismos si estáis en la fe; probaos a vosotros mismos. ¿O no os
conocéis a vosotros mismos, que Jesucristo está en vosotros, a menos
que estéis reprobados? 6 Mas espero que conoceréis que nosotros no
estamos reprobados”. (2 Cor. 13:5,6).

Pablo no se consideró Perfecto

El mismo apóstol Pablo no se consideró perfecto en su vida, ya que a


veces las cosas malas que no debía eso hacía. Dice en Filipenses 3:12-
15 así: “No que lo haya alcanzado ya, ni que ya sea perfecto; sino que
prosigo, por ver si logro asir aquello para lo cual fui también asido por
Cristo Jesús. 13 Hermanos, yo mismo no pretendo haberlo ya alcanzado;
pero una cosa hago: olvidando ciertamente lo que queda atrás, y
extendiéndome a lo que está delante, 14 prosigo a la meta, al premio del
supremo llamamiento de Dios en Cristo Jesús. 15 Así que, todos los que
somos perfectos, esto mismo sintamos; y si otra cosa sentís, esto
también os lo revelará Dios”. Aquí Pablo pareciera contradecirse, pues en
el verso 12 dijo que no se consideraba perfecto, pero en el verso 15
afirmó que lo era junto con otros. La única explicación posible es que si
bien Pablo se consideraba perfecto, aun creyó que no lo había
alcanzado la estatura de Cristo (Efe. 4:13,14).

La Palabra de Dios perfecciona


Pablo le dice al joven Timoteo sobre la perfección, lo siguiente: “Pero
persiste tú en lo que has aprendido y te persuadiste, sabiendo de quién
has aprendido; 15 y que desde la niñez has sabido las Sagradas
Escrituras, las cuales te pueden hacer sabio para la salvación por la fe
que es en Cristo Jesús. 16 Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil
para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia, 17 a
fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para
toda buena obra” El creyente jamás podrá ser perfecto sin Cristo y sin la
Palabra de Dios. La palabra de Dios, que incluyen Sus mandamientos y
el modelo de Cristo plasmado en las páginas de los evangelios
sinópticos, perfeccionará al creyente para poder realizar las mismas
buenas obras de Cristo. El cristiano que no lee las Escrituras, no podrá

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estar empapado de los consejos y normas que Dios dicta para una vida
victoriosa.

El sacrificio de Cristo en la cruz nos perfecciona

Dice Pablo: “Porque la ley, teniendo la sombra de los bienes venideros,


no la imagen misma de las cosas, nunca puede, por los mismos
sacrificios que se ofrecen continuamente cada año, hacer perfectos a los
que se acercan. 2 De otra manera cesarían de ofrecerse, pues los que
tributan este culto, limpios una vez, no tendrían ya más conciencia de
pecado. 3 Pero en estos sacrificios cada año se hace memoria de los
pecados; 4 porque la sangre de los toros y de los machos cabríos no
puede quitar los pecados.5 Por lo cual, entrando en el mundo dice:
Sacrificio y ofrenda no quisiste; Mas me preparaste cuerpo.6 Holocaustos
y expiaciones por el pecado no te agradaron. 7 Entonces dije: He aquí que
vengo, oh Dios, para hacer tu voluntad, Como en el rollo del libro está
escrito de mí. 8 Diciendo primero: Sacrificio y ofrenda y holocaustos y
expiaciones por el pecado no quisiste, ni te agradaron (las cuales cosas se
ofrecen según la ley), 9 y diciendo luego: He aquí que vengo, oh Dios,
para hacer tu voluntad; quita lo primero, para establecer esto último. 10
En esa voluntad somos santificados mediante la ofrenda del cuerpo de
Jesucristo hecha una vez para siempre. 11 Y ciertamente todo sacerdote
está día tras día ministrando y ofreciendo muchas veces los mismos
sacrificios, que nunca pueden quitar los pecados; 12 pero Cristo,
habiendo ofrecido una vez para siempre un solo sacrificio por los
pecados, se ha sentado a la diestra de Dios, 13 de ahí en adelante
esperando hasta que sus enemigos sean puestos por estrado de sus pies;
14 porque con una sola ofrenda hizo perfectos para siempre a los
santificados”.

Finalmente es Dios únicamente el que puede perfeccionarnos a


través de las aflicciones que soportó Su Hijo

En Hebreos 2:10 y 5:8,9 claramente Pablo nos dice cómo fue


perfeccionado nuestro Señor Jesucristo: “Porque convenía a aquel por
cuya causa son todas las cosas, y por quien todas las cosas subsisten,
que habiendo de llevar muchos hijos a la gloria, perfeccionase por
aflicciones al autor de la salvación de ellos… Y aunque era Hijo, por lo
que padeció aprendió la obediencia; 9 y habiendo sido perfeccionado,
vino a ser autor de eterna salvación para todos los que le obedecen”.

Por su parte, el apóstol Pedro dice claramente que Dios es el que nos
puede perfeccionar de la misma forma: “Mas el Dios de toda gracia, que
nos llamó a su gloria eterna en Jesucristo, después que hayáis padecido
un poco de tiempo, él mismo os perfeccione, afirme, fortalezca y
establezca. 11 A él sea la gloria y el imperio por los siglos de los siglos.
Amén”.

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De modo que la perfección Cristiana no se logra sin Cristo y sin padecer
por él. Los cristianos que viven la “dolce vita” como si ya estuvieran en
el reino, o en el paraíso, difícilmente pueden ser perfeccionados. Los
sufrimientos que se nos presentarán para lograr alcanzar “la estatura
de Cristo” es lo que finalmente nos hará perfectos. Es Dios quien no nos
dejará ser tentados más allá de lo que podamos soportar, pero será
obligación y responsabilidad nuestra hacer frente a esas pruebas y
superarlas para ser considerados perfectos. Es la obediencia a sus
mandamientos lo que nos perfeccionará, junto con la ayuda del Espíritu
que Cristo prometió brindarnos. Debemos dejar que Dios nos hable y
exhorte a través de Su Palabra para lograr la perfección requerida y
poder así ingresar en la gloria de su reino (2 Tim. 3:16,17).
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