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TORTURA TORTURA ARBITRARIEDAD

SECUIESTRO INDEFENSIÓN
CORRUPCIÓN ARBITRARIEDAD INQISICIÓN
MÁFIA TORTURA
INQISICIÓNANARQUÍA
ABUSOANARQUÍA
DE PODER
ARBITRARIEDAD
HUMILLACIÓN
MARGIANLIZACIÓN EXTORSIÓN
URA MAFIA JUDIC IAL
TORTURA
UTORITARISMO
CORRUPCIÓN ARBITRARIEDAD TORTURA
TORTURA AUTORITARISM
AUTORITARISM
O
EXTORSIÓN
CORRUPCIÓN PREVARICATO
INDEFENS
O
INQISICIÓN EXTORSIÓN
HUMILLACIÓN
SIÓN IÓN
ANARQUÍA
TORTURA CORRUPCIÓN
SECUESTRO SECUIESTRO
SÍDIA DESÍDIA
OLACIÓN SEDAD
INDEFENSIÓN
ARIEDAD TORTURA
TORTURA EXTORSIÓN
ARBITRARIEDAD
AUTORITARISM
ÁFIA O
CORRUPCIÓN PODER
AUTORITARISM MÁFIA
ABSOLUTO
OINDEFENS
IÓN
CORRUPCIÓN TORTURA
HUMILLACIÓN INDEFENSIÓN
TORTURA
ABUSO DE
DICTADURA
VIOLACIÓN DE LEY COACCIÓN
TIRANÍA
ANARQUÍA
AUTORIDAD
ARBITRARIEDAD
EXTORSIÓN
INDEFENS
FALSO TESTIMONIO
FALSIFICACIÓN
INDEFENS IÓNHans Otto Kroeger K.
AUTORITARISM VIOLACIÓN DEL DEBIDO PROCESO
ANARQUÍA IÓN
O ANIQUILACIÓN DE PERSONALIDADEXTORSIÓN
ANARQUÍ
COBARDÍA
TORTURA SECUESTRO A
CORRUPCIÓNOLIGARQUÍA
EXPOSICIÓN AL PELIGRO
INDEFENSIÓN
DESÍDIA HUMILLACIÓN TRÁFICO DE
COMPRAVENTA DE
INFLUENCIA
2 13 Días en las Mazmorras del Paraguay
Hans Otto Kroeger Kaethler 3

13 Días

En las Mazmorras del Paraguay

Autor: Hans Otto Kroeger Kaethler


hokroeger@yahoo.com
Hernandarias, Paraguay, Mayo 2005

Diseño de cubierta y edición


Hans Otto Kroeger Kaethler
hokroeger@yahoo.com
Tel. 0631 - 20100
4 13 Días en las Mazmorras del Paraguay
Hans Otto Kroeger Kaethler 5

Introducción
Lastimosamente no puedo relatar todo lo ocurrido, pues
perjudicaría terceros, víctimas de este mismo sistema, y mi
propia defensa.
La condición inhumana a que son sometidas las personas
internadas en nuestras cárceles, es harto conocida. Pero no se
cuenta con relato del punto de vista del recluido. El observador
externo no tiene acceso a todos los detalles, no conoce las
humillaciones a las cuales se somete al prisionero.
Desconoce la desesperación del preso, sea en carácter de
detenido, prevenido o condenado, cuando se percata de que la
Ley no le protege. Una vez internado, no es más que un animal,
sin personalidad propia, que depende absolutamente de de la
arbitrariedad – una vez benevolente, otra vez vengativa – del
Juez. Para estos los derechos legales no existen, no son sino letra
muerta. Se burla de sus víctimas cuando solicitan un mínimo de
respeto a los citados derechos.
La primera vez que una persona es recluida en la cárcel,
se le hace saber inmediatamente que todo se compra, desde el
derecho a habitar un pabellón, derecho a un “colchón”, y por
supuesto, la libertad. Aquí, el derecho a la libertad no es garantía
constitucional, sino un derecho que depende exclusivamente de
la capacidad económica del individuo.
No pretendo culpar de estas circunstancias a cualquier
persona en particular, sino al sistema político absolutamente
corrupto, un gobierno que conoce perfectamente esta situación, y
nada hace para cambiarla, excepto dictar nuevas leyes y
reglamentos, crear nuevas comisiones, solicitar contribuciones a
organismos internacionales, para finalmente no cambiar nada. Al
elaborar las leyes pertinentes, ya se lo hace sabiendo que no
serán cumplidas.
Tenemos leyes procesales, leyes que protegen al
prevenido y al condenado, que regulan el funcionamiento de
cárceles y penitenciarías, que reconocen derechos en el internado
– y que son letra muerta. ¡Y se ponen a estudiar un nuevo
proyecto de ley carcelaria, por supuesto, bajo patrocinio y costeo
de entidades extranjeras. ¿Para qué?
Todo es simulación, y no existe órgano ni institución donde
reclamar su cumplimiento.
6 13 Días en las Mazmorras del Paraguay

Hans Otto Kroeger K.


Hans Otto Kroeger Kaethler 7

Los antecedentes del caso


En el año 1996 me denuncia una persona que hizo
llamarse Bruno Balbuena Maciel, supuestamente presentando
determinada Cédula de Identidad. Como consecuencia de la
denuncia el entonces Juez de Paz de Hernandarias trata de
extorsionarme. Cuando le digo que no pagaré coima, me hace
ingresar, bajo título de “detención”, en la penitenciaría de C. del
Este, donde paso cuatro días, cuando la detención no podía
tardar más de 24 horas, según el antiguo procedimiento penal. A
la salida de la cárcel trato de averiguar quien sería el
denunciante, y el Departamento de Investigación de la Policía
Nacional informa que la persona de Bruno Balbuena Maciel no se
halla registrada en la institución, y que el número de la cédula
corresponde a otra persona.
Con ello quedó demostrado que la denuncia fue falsificada
por el Abogado H. A. C., patrocinante de la misma, en connivencia
con el entonces Juez de Paz de Hernandarias, A. H. R. G. Presento
la denuncia correspondiente, se simula apertura de sumario, que
nunca ha quedado concluso. Lo mismo ocurre con la denuncia
falsificada: a partir del momento que demostré que no existe el
denunciante (que sería al mismo tiempo la víctima), se ha
trabado toda investigación de la causa, y se me niega igualmente
sobreseimiento libre, aún que los supuestos delitos denunciados
(atropello de domicilio y amenaza de muerte) se hallan
prescriptos hace mucho.
De manera que quedó demostrada la participación y
connivencia de fiscales y jueces superiores en la persecución a
inocente. Evidentemente se niegan a dar término a la causa al
sólo efecto de dar protección a la corrupción judicial.
He vuelto a denunciar a jueces y fiscales, y se sigue, o
ocultando las denuncias, o rechazándolas bajo excusas ilegales, o
retardando indefinidamente la investigación.

Así, en la actualidad existen por lo menos dieciséis


denuncias que se hizo “desaparecer” en la superintendencia de
C. del Este. Asimismo la Superintendencia, a cargo de Juan Carlos
Duarte Martínez vuelve a ocultar expedientes relativos a
denuncias presentadas contra jueces y fiscales, imposibilitando
de esta forma cualquier investigación.
8 13 Días en las Mazmorras del Paraguay

Debido a esta situación he solicitado informaciones a la


Superintendencia, que han sido negadas. He presentado un total
de nueve escritos, solicitando actividad, información e
intervención de la Superintendencia, y todo en vano. No se ha
informado, y no se ha tramitado lo solicitado. Finalmente, a la
última presentación escrita, incluso han negado dar el
correspondiente recibo.
Hans Otto Kroeger Kaethler 9

Miércoles 6 de Abril 2005

Aproximadamente a las 7:00 horas del Día 6 de Abril de


2005 me presento en la recepción de la Superintendencia de C.
del Este, volviendo a solicitar alguna respuesta a los nueve
pedidos de informe presentados. Una funcionaria que atiende allí,
que podría ser llamada de recepcionista, pues son más o menos
las funciones que cumple, llama a secretaría, diciéndome luego
que Analía Rodríguez (asistente fiscal) no me atendería, que
venga otra hora.
Días anteriores había aguardado en la Fiscalía desde las
siete de la mañana a la una de la tarde en la esperanza de
obtener respuestas, siendo todo en vano.
Todo el problema se inició porque el Superintendente
Fiscal, Juan Carlos Duarte, mantuvo durante más de nueve meses
“congelado” en su despacho o secretaría cuatro denuncias, causa
Nº 3210 (Frustración de la Persecución Penal), 3214 (Frustración
de la Persecución Penal, 3226 (maltrato físico y tentativa de robo
agravado), y 3.208/04, por persecución de inocente, todas
denuncias que he presentado en fecha 28 de 06 del año 2004. Se
trata de reiteración de denuncias, visto que las primeras
denuncias presentadas sobre los mismos hechos, junto con otras
en un total de 16 (año 2001 y 2002) se hizo “desaparecer”
justamente en la Superintendencia del Ministerio Público de C. del
Este.
Además de ello había el caso de las denuncias Nº 3206,
por frustración de la persecución penal, y 3237, por prevaricato,
de las cuales la Fiscal Adelaida Vásquez había solicitado
desestimación, alegando doble proceso. Estas dos últimas
denuncias también hacían parte del paquete de denuncias
reiteradas por motivo de la desaparición de las denuncias
presentadas en 2001 y 2002. Teniendo en cuenta que Adelaida
Vásquez se negó categóricamente a decir donde se estaría
sustanciando el procedimiento por la denuncia original (según
informaciones informales confiables, no existiría tal
procedimiento), en fecha primero de febrero de 2005 había
solicitado a la Superintendencia por escrito se expida
concretamente sobre si efectivamente se había iniciado la
correspondiente investigación penal sobre las citadas denuncias,
10 13 Días en las Mazmorras del Paraguay

o que medidas había tomado para rectificar la situación, visto que


con anterioridad, y ya en varias oportunidades yo le había
manifestado verbalmente la situación irregular, solicitando que
tome las medidas administrativas correspondientes.
Mi insistencia en el sentido de obtener alguna respuesta
positiva no se limitaba a la presentación de escritos. En una única
oportunidad me tocó hablar personalmente con el
Superintendente Fiscal Juan Carlos Duarte, después de haberlo
intentado reiteradas veces hacerlo. En esta oportunidad prometió
hacer las investigaciones correspondientes. Pero todo fue en
vano. Por ello continuaba insistiendo. Me parece que fue en fecha
31 de marzo que esperé desde las siete de la mañana hasta la
una de la tarde en la recepción de la Superintendencia, en la
esperanza de ser atendido, o por el Superintendente Fiscal, o por
Analía Rodríguez, la única persona que se dignaba a hablarme de
vez en cuando sobre el tema1, llegando en cierta oportunidad a
jurar que para el día siguiente yo obtendría respuesta, lo que
después resultó ser falso.
En una de estas oportunidades se quejó Analía por el
hecho de que, cuando desaparecieron las primeras denuncias
(2001 - 2002) yo no había insistido en obtener respuesta,
viniendo a caer ahora el problema en mano del superintendente
actual. Aclaro que también en aquella época había presentado
dos solicitudes de información a la Superintendencia, que nunca
obtuvieron respuesta.
Justamente por esta posición asumida por Analía, yo
empecé a insistir en que se de respuesta, presentando los nueve
escritos. En fecha 06 de Abril, día de mi detención, yo tendría que
haber rendido un examen final en la Universidad en la cual curso
el cuarto año de derecho. Teniendo en cuenta que de todas las
maneras pasaría medio día estudiando para dicho examen,
resolví irme a la Superintendencia de la Fiscalía bien temprano,
sentarme en la Secretaría y esperar hasta tanto se me dé
respuesta sobre las denuncias desaparecidas u ocultadas, y
aprovechar el tiempo para estudiar.
Fue lo que hice. Me acerqué a la recepción de la
Superintendencia, solicité hablar con Analía, quien todavía no se
había presentado al trabajo. Tuve que esperar, ya no sé si fue
media hora o una hora, y volví a insistir. Nuevamente la
recepcionista llamó a secretaría, trasmitiéndome luego la
respuesta dada por Analía, de que yo vuelva “otra hora”.
1
Los demás funcionarios de la Superintendencia manifestaban desconocer el asunto.
Hans Otto Kroeger Kaethler 11
La falta de respeto a mi persona, la humillación ya era
flagrante y absoluta. Nuestro Código Procesal Penal dispone: “Art.
68: La víctima tendrá derecho a: 1) recibir un trato digno y
respetuoso, que se hagan mínimas las molestias derivadas del
procedimiento… 3) ser informado de los resultados del
procedimiento, aún cuando no haya intervenido en él, siempre
que lo solicite.” O sea, tenía legalmente asegurado el derecho de
obtener respuesta a mis reclamos. Pero no es la única legislación
que garantiza este derecho.
En forma similar dispone la Ley Orgánica del Ministerio
Público: “Art. 9º.- El Ministerio Público se informará sobre la
situación y los reclamos de la víctima de un hecho punible y, a su
requerimiento, les informará sobre la marcha y el resultado de
sus investigaciones y sobre el estado del proceso.” “Art. 84.- En
especial, serán motivo de sanción disciplinaria los siguientes
hechos u omisiones: 4) demorar indebidamente el despacho de
los asuntos, ya sea por negligencia, por incumplimiento de las
obligaciones legales o de las instrucciones; 5) ejecutar hechos o
incurrir en omisiones que tengan como consecuencia extraviar
escritos, documentos o expedientes, dificultar o demorar el
ejercicio de los derechos de las partes o de la institución en
cualquier clase de asunt; 6) ofender o denostar a los litigantes o
a cualquier otra persona que acuda a las oficinas del Ministerio
Público o a las audiencias o Tribunales y no tratar a la víctima con
el respeto previsto en la ley.”
No creo que necesite más argumentaciones para explicar
lo que hice a seguir. Mis derechos como víctima de los hechos
denunciados son notorios, así como la violación de los mismos
por la superintendencia. Insistí con la recepcionista, a que llame
nuevamente a Analía a fin de que informe que se había hecho de
las denuncias que mantenían en su poder. Esta llama
nuevamente a secretaría, y luego me pregunta que lo que quiero
saber. Le digo que solicito respuesta sobre las notas presentadas
en fecha 01/02/05, 16/02/05, 24/02/05, 004/03/05, 08/03/050,
14/03/05, 16/03/05 y 31/03/05. ¡Había nueve notas presentadas
sin respuesta, y la señorita Analía me pregunta descaradamente
que es lo que solicito!
La recepcionista se sonríe de mi recitado. Tenía
conocimiento de mi insistencia en obtener respuesta, y por lo
tanto entendía perfectamente el descaro de Analía al preguntar lo
que yo pretendía, así como entendían también mi ironía en el
recitado. Le hace saber a Analía, y nuevamente no obtengo
12 13 Días en las Mazmorras del Paraguay

respuesta. Insisto más una vez. Llama nuevamente. Finalmente


se me hace saber que “todas las denuncias fueron enviadas a
Inspectoría General”. Ante esta respuesta, bastante ambigua (ya
había presentado unas 60 denuncias, y no tenía sentido enviarlas
todas a Inspectoría General), preparé un pequeño cuestionario, a
fin de que me fuese posible ubicar las denuncias, y ejercer
finalmente los derechos que me corresponden como víctima: Que
órgano recibió las denuncias; Cuantas y cuáles fueron enviadas;
Que número de entrada se les ha asignado; En que fecha; Para
qué; Por qué.
Solicité que llame nuevamente. Finalmente la
recepcionista me dice que habrían sido enviadas en fecha 1º de
Abril. Y anota en una hoja mía, donde había escrito el
cuestionario, el nombre del agente fiscal Jorge Lebedis, y su
número de teléfono (021) 41.55100/000. Esta hoja tengo ahora
ante mí. Trato de llamar a uno de estos números con mi celular,
pero daba ocupado, y cuando sonaba, inmediatamente caía la
línea. Después de varios intentos, solicito se me permita llamar
con el teléfono del local, lo que me es negado. Vuelvo en insistir
en que se me dé respuesta sobre el cuestionario. Se me es
negado.
Entonces me levanto, entro en la secretaría, me siento en
una silla desocupada, retiro mi material de estudio, y le digo a
Analía:
- ¡Quiero respuesta a los pedidos presentados, y no me
retiraré mientras no la obtenga!, - y, me pongo a estudiar. La
señorita Analía Rodríguez se hace la indignada, alega falsamente
que le estoy impidiendo de trabajar, y me solicito que me retire.
Le respondo que no tengo ningún problema, me retiraré
inmediatamente de obtener las respuestas que legalmente
corresponden. Ella se retira ella del local, claramente en la
esperanza que yo desanime y me vaya, evitando de esta manera
tener que dar respuestas. Justamente por conocer estos
“métodos” comúnmente utilizados por los fiscales, es que había
traído el material de estudio, y me puse tranquilamente a
estudiar.
Pasan unos quince minutos, y yo me quedo sentado
tranquilo, estudiando. Al rato suena teléfono, y ella se ve obligada
a volver a su mesa para atenderlo. Vuelve a pedirme que me
retire, a lo que le doy la misma respuesta. Ella llama a un agente
policial, el cual reitera el pedido de que yo me retire. Le respondo
Hans Otto Kroeger Kaethler 13
de la misma forma:- Me retiraré inmediatamente de obtener las
informaciones a las cuales legalmente tengo derecho. –
Mientras tanto Analía hace llamada, parece que a
Asunción. Pues en seguida recibe un Fax, que parecía ser una
constancia de recepción de FAX en Asunción, pues, al recibir esta
constancia, me dice que en fecha 5 (no 1º, como se me hizo
informar antes) de Abril se habría entregado tres de las denuncias
que se había mantenido congeladas en Superintendencia, a la
Inspectoría General de Asunción. Solicitando que me diga qué se
hizo de otra denuncia por falso testimonio, también congelada en
Superintendencia, dijo que se resolvería en el día siguiente.
Preguntándole sobre la denuncia contra Lulio Vicente Gamarra,
dice que no me daría respuesta, solicitándome nuevamente que
me retire. Le respondo que me corresponde el derecho de saber
que se hace de las denuncias que presento, pero se niega a dar
respuesta. Luego vuelvo a decirle que me retiraré una vez que
obtenga respuesta, sobre la citada denuncia, y sobre si se ha
iniciado procedimiento penal con relación a las denuncias cuya
desestimación había solicitado Adelaida Vázquez alegando doble
proceso, y si se había iniciado procedimiento penal con relación a
las denuncias enviadas a Inspectoría en Asunción.
Aquí ya empieza a burlarse sádicamente la señorita Analía
de mí: Me dice que “ocurra a la vía pertinente”, término que con
frecuencia utilizan irónicamente los fiscales cuando se burlan de
los derechos legales de los ciudadanos. ¡Si es justamente la
Fiscalía la vía pertinente! (véase la legislación citada).
En nuestro Ministerio Público el desrespeto a las víctimas
de hechos punibles, y a sus deberes legales, es total y absoluta.
Además de no dar los informes a los cuales están obligados por
Ley, se burlan de la frustración, de la impotencia de sus víctimas.
Y sobre todo, encubren a los delincuentes, congelando y haciendo
desaparecer denuncias.
Permanezco sentado tranquilo, leyendo mi material de
estudio. Tenía tiempo. Vuelve a acercarse a mí el policía, haciendo
ya de “papagayo” de la señorita Analía. Me pide para retirarme, y
que “ocurra a la vía pertinente”. Por supuesto, sin decir cuál sería
la vía pertinente. Me callo, y sigo estudiando.
Se retira Analía, y vuelve con un grupo de personas, entre
ellos algunos policías, y un personaje robusto, que entra con aire
prepotente, y dice, no me acuerdo bien del término, pero más o
menos así: “¿Donde está el badulaque?”
14 13 Días en las Mazmorras del Paraguay

No me voy a olvidar la cara medio ridícula que puso, pues


aparentemente esperaba encontrar algún remolino, sin embargo
todo estaba en su lugar, todos estaban trabajando, nada había de
anormal. Yo me encontraba leyendo mi material. No le conocía a
él, ni él me conocía, y desde luego mi comportamiento no tenía
apariencia de terrorista u algo por estilo, ni mucho menos nadie
se encontraba impedido o perturbado en el trabajo. Más tarde,
cuando ya me encontraba “demorado” en la comisaría, la policía
me dice que se trataba del Fiscal Raúl Insaurralde, quien,
aparentemente justo en el día anterior habría asumido la Unidad
Fiscal 13.
Alguien indica a mi persona, y se vuelve a mí,
preguntándome que quería. Le respondo que espero respuestas a
mis peticiones. Me dice que me dirija a las vías pertinentes. Este
simple dicho es una ofensa grave, una humillación, visto que me
encontraba justo ante el órgano competente para dar las
explicaciones solicitadas: el Ministerio Público, concretamente, la
Superintendencia, quien tenía congelado denuncias, negándose a
dar explicaciones sobre los mismos, en abierta violación de las
disposiciones legales ya citadas.
Por lo tanto vuelvo a decirle a este señor prepotente, que
me encuentro ante el órgano pertinente, que había presentado
los respectivos escritos, las respectivas solicitudes, que, acorde a
la Ley Orgánica del Ministerio Público, y acorde al Código Procesal
Penal la fiscalía tenía obligación de darme respuesta sin más
demora, y que me retiraría así que se me concediese lo que me
corresponde por derecho.
Quien después resulta ser el Fiscal Raúl Insaurralde, dice
alguna cosa en guaraní a los policiales, y estos empiezan a
arrastrarme por el corredor hacia fuera. Una vez afuera, grito a
quienes pudieran escucharme, que estaba siendo privado
ilegítimamente de mi libertad, sin que se me diga la causa. Esto
lo hago teniendo en cuenta lo que había pasado con los Sres.
Juan Arrom y Anuncio Martí.2
Soy introducido en una camioneta 911, y llevado a la
Comisaría 7ª de Ciudad del Este. Llegado allá, solicito se me
informe sobre el motivo de la privación de libertad. Me informa
amablemente el Comisario de la misma, que hubo una orden

2
“Callejones del Terror” es libro escrito por Juan Arrom, donde relata su secuestro y
tortura por la fuerza pública paraguaya, posiblemente bajo órdenes de Hugo Velásquez, y
con protección posterior de este mismo Fiscal Juan Carlos Duarte, según lo denuncia Juan
Arrom.
Hans Otto Kroeger Kaethler 15
verbal del Fiscal Raúl Insaurralde, y que se estaba esperando
algún comunicado a fin de saber la razón de la privación, que
mientras tanto yo me encontraba en calidad de “demorado”, y si
en seis horas no se recibía comunicación del fiscal, sería puesto
en libertad. En este lugar fui tratado con respeto, se me permitió
alguna libertad, o sea, no se me introdujo en calabozo, ni se me
quitó mi celular, se me permitió llamar a mis familiares, se me
cedió el teléfono para llamar a la Inspectoría General en
Asunción. Agradezco de corazón el tereré que me fue ofrecido a
la mañana por uno de los policiales del citado puesto policial,
única “alimentación” concedida por el sistema que me priva de
libertad durante todo este día.
Pero llega medio día, y el Comisario, preocupado con la
situación de prisión ilegal, llama a la fiscalía de turno, justamente
de Raúl Insaurralde, reclamándole el envío de algún documento
que justifique la “demora”. Me fijé en el reloj que había en la
comisaría; más o menos exactamente al mediodía del 6 de Abril,
el comisario recibe fax de la Fiscalía, una nota manuscrita, que
dice que Analía Rodríguez había presentado denuncia verbal por
supuesta coacción contra mi persona, sin referirse a ningún
hecho concreto. Asimismo dice la nota que el Fiscal (no dice cuál
fiscal) había solicitado que yo me retire del lugar, y ante mi
negativa, habría ordenado mi detención, a lo que me habría
opuesto nuevamente. La nota se halla firmada por varias
personas, y hace las veces de acto inicial de la carpeta fiscal. Lo
que no se envía, es una orden de detención. A los efectos de
mejor comprensión, trascribo la nota:

En Ciudad del Este, a los 06 días del mes de abril del año
2005, siendo las 09:00 horas, ante una denuncia verbal
realizada por Analía Rodríguez Palacios, Asistente Fiscal de la
Superintendencia Fiscal de esta ciudad, sobre un supuesto
hecho punible c/ la libertad (Coacción) de que fuera víctima, por
parte del señor Hans Otto Kroeger Kaethler, paraguayo, casado,
mayor de edad, con C. I. Nº 655 072, domiciliado en Av. El
Menzú y/ Parapití de Hernandarias, se constituye en la oficina de
la Superintendencia Fiscal, acompañado de Agentes Policiales,
solicitándole al señor Hans Otto Kroeger que abandone la oficina
de referencia, a fin de que las actividades laborales continúen
normalmente a lo que éste último se negó rotundamente en
reiteradas ocasiones, por lo que el Agente Fiscal dispone en éste
acto la detención preventiva del mismo, oponiéndose
16 13 Días en las Mazmorras del Paraguay

nuevamente a dicha disposición fiscal ante los Agentes


Policiales intervinientes, comisario DEJAP Hipólito Mendoza
Aguilar y Sub Ofic. 1º Nicolás Benítez. Posteriormente y luego de
procederse a la detención del señor Hans Otto Kroeger, el
Agente Fiscal de turno dispone su traslado hasta la Comisaría 7ª
del barrio Ciudad Nueva de ésta ciudad, donde quedará recluido
en libre comunicación y a disposición del Ministerio Público. Con
lo que se da por terminado el acta con la firma de los presentes
e intervinientes. Conste.
Poco después (por supuesto que nadie ni piensa en darme
alimentación), comparece mi señora quien me trae algo para
comer. Ante la total arbitrariedad de la privación de libertad,
preparé un escrito de Habeas Corpus, el cual es presentado por
mi esposa al Juzgado de Turno de C. del Este. Asimismo escribo
petición de que el fiscal me tome declaración indagatoria, la cual
sólo le fue posible a mi señora, entregar a las 16:47 de la tarde.
Aproveché esta misma oportunidad para entregar a mi esposa
todo lo que tenía en mi poder de mayor valor, la plata,
documentos, teléfono celular, etc. Sabía que, una vez ingresado
al sistema, se me quitaría todo lo que poseía. Me quedé apenas
con Gs. 15.000, a los efectos de una eventual emergencia, pero
incluso esto se me quitó en la cárcel.
Antes de que fuese posible a mi esposa entregar esta
petición, soy llevado en el mismo vehículo 911, sin que se me
comunique el destino, pero yendo a parar finalmente en la
fiscalía. Allí soy recibido por quien aparentemente es asistente
fiscal de Raúl Insaurralde, el cual, después de preguntarme si
estaba dispuesto a declarar, y ante mi afirmativa, empieza a
tomar mi declaración, preguntándome por mis datos personales.
Ni una advertencia sobre mis derechos, o información sobre la
acusación. Por esto le pido me exhiba el expediente, a lo que
accede. Verifico que apenas contiene la carátula con los datos
sobre la causa, y la nota trascripta más arriba. Me pregunta el
asistente fiscal, si tengo conocimiento y he tenido participación
en hechos de coacción y resistencia ocurridos en este día. Le
contesto que no tengo conocimiento ni he participado.
En esto llega el Fiscal Raúl Insaurralde, y le dice a su
asistente: - Borrá todo y haga constar que se abstiene a declarar,
que solicita tiempo para nombrar abogado defensor. – Reclamo
vigorosamente ante tan descarada mentira, pero no se me hace
caso. El mismo Fiscal Insaurralde se sienta ante la computadora,
e empieza a redactar, aquello que pretendía hacer constar como
Hans Otto Kroeger Kaethler 17
mi “declaración”. Como la máquina no funciona bien, finalmente
acaba a reiniciar todo en otra computadora. Ínterin en una hoja
en blanco que tenía en mi poder, hago escrito en el cual digo:
18 13 Días en las Mazmorras del Paraguay

Objeto: Solicitar se me tome declaración

Sr. Fiscal.-

Hans Otto Kroeger K., estando presente en esta fiscalía,


traído por vehículo del orden público, a los efectos de
declaración informativa, y considerando que esta fiscalía se
niega a tomar mi declaración, digo:
Que me presento al efecto de declarar, aún sin asistencia
de abogado, el cual no es exigido a los efectos de declaración
ante fiscalía, por ninguna Ley.
Que la C. Nacional establece el derecho de defenderme
por mi mismo.
Que soy alumno de derecho del 4º año, mejor alumno de
clase (UTIC) y por lo tanto plenamente capacitado para ejercer
mi defensa.
Que por lo tanto, en nombre del principio de la economía
procesal solicito se me tome declaración en este acto.
Asimismo solicito copia del expediente, y constancia de
la cantidad de hojas que lo constituyen, y su contenido.
Hans Otto
Kroeger K.

Este escrito es incorporado al expediente antes mismo de


imprimirse mi supuesta declaración, donde, debido al cambio de
computadora, parte de los datos ofrecidos fueron mal copiados, y
por lo tanto no corresponden a la verdad. Más tarde el Fiscal
cambia el orden de los documentos de la carpeta, agregando
primero la declaración fraguada – que trascribo a seguir, y luego
mi escrito.

Causa Nº 0001841/2005. S/
SUP. HECHOS PUNIBLES C/ LA
LIBRTAD (COACCIÓN) Y C/ LA
ADMINISTRACIÓN PÚBLICA
(RESISTENCIA).-------

En Ciudad del Este, República de Paraguay,


Departamento del Alto Paraná, a los 06 días del mes de Abril del
año 2.005, siendo las 16:35 horas, de conformidad a las
disposiciones del Art. 17 de la C. N. y 85 del C. P. P. comparece
Hans Otto Kroeger Kaethler 19
el Señor HANS OTTO KROEGER KATHLER, a los efectos de
prestar declaración indagatoria ante el Ministerio Público,
estando presente EL AGENTE FISCAL DE LA UNIDAD Nº 13 DE
CIUDAD DEL ESTE , Abog. RAÚL INSAURRALDE. Enterado del
objeto del acto y del hecho punible que se le atribuye, así como
de los elementos de convicción de que se disponen,
informándosele acerca: DE SU DERECHO A ABSTENERSE A
DECLARAR Y DE QUE EN CASO DE NEGATIVA, NO SERÁ
UTILIZADA EN SU CONTRA, ASÍ COMO TRAMBIÉN SUS DEMÁS
DEREHCOS PROCESALES (ART) 86 C. P . P). Manifestando el
compareciente que hará uso de su derecho procesal y
constitucional de abstención, ya que no cuenta con abogado
defensor de su confianza, solicitando prórroga para su
nombramiento, pasando a ser interrogado por el Agente Fiscal
al solo efecto de conocer sus datos personales, de la siguiente
forma: -------------------------------------------
PREGUNTADO: Sobre su nombre y apellido, apodo o
sobrenombre, nacionalidad, lugar y fecha de nacimiento, edad,
estado civil, profesión, domicilio real, nombre de sus padres, C.
I. Nº DIJO: Llamarse Hans Otto Kroeger Kaethler, sin apodo ni
sobrenombre, de nacionalidad paraguaya, nacido en la localidad
de Fernheim, en fecha 22 de julio de 1.959, de 35 años de edad,
de estado civil casado, de profesión carpintero y estudiante,
domiciliado sobre la Av. El Mesu y/ Parapití de la ciudad de
Hernandarias; hijo de HERIG KOREGER y CATARINA DE
KREOGER, con Cédula de Identidad Civil Paraguaya Nº 655.072,
con telf. 0631 – 20100.------------------------------
En este estado el compareciente solicita copia de la
carpeta fiscal a su costa, de 3 (tres) fs, a su costa, a fin de tener
conocimiento de los hechos punibles que se le atribuyen en las
presente causa.----------------------------
Con lo que se dio pro terminado el acto, previa lectura y
ratificación del contenido, negándose a firmar el compareciente,
firmando el Agente Fiscal y el receptor de la presente
declaración.

Por supuesto que me negué a firmar algo que no


corresponde a la verdad. Lo dije al fiscal al mismo momento que
supe que borraría mi declaración haciendo constar la mentira. Es
más. Aún antes de imprimirse esta “declaración”, se me pone
esposas, y se me alza nuevamente en la camioneta 911. Afuera
en este momento se encuentra un reportero, y alguien se percata
20 13 Días en las Mazmorras del Paraguay

que la policía tiene en manos un oficio por el cual se hace saber a


la Policía Nacional que el Fiscal Raúl Insaurralde ha dispuesto mi
“detención preventiva”, para guardar reclusión “en la sede de la
Penitenciaría Regional de Ciudad del Este”, por supuesto, sin
aclarar el hecho por el cual me encuentro recluido (violación del
Art. 240, C. P. P.3, haciéndose sólo referencia a la causa en la cual
se dictó la medida. Y por supuesto tampoco se me hace saber el
motivo de la detención, ni se me exhibe el oficio. Todo ya se había
preparado antes mismo de mi comparecencia. La misma sólo
sirvió de excusa para la detención, y es para justificar ésta que
tenían que hacer constar la declaración falsa.
Por supuesto que la penitenciaría es institución destinada
a la reclusión de personas condenadas, y acorde a la Constitución
Nacional, está prohibida la reclusión de personas detenidas en
lugares destinados a la purga de condena (Art. 20), pero
actualmente la Constitución Nacional evidentemente es letra
muerta para nuestras nobles autoridades. Trascribo la orden:

3
“La orden de detención deberá contener los datos personales del imputado que sirvan
para su correcta individualización, la descripción sucinta del hecho que la motiva y la
identificación de la autoridad que dispuso su detención.
Hans Otto Kroeger Kaethler 21
Causa Nº 0001841/2005. S/
SUP. HECHOS PUNIBLES C/ LA
LIBRTAD (COACCIÓN) Y C/ LA
ADMINISTRACIÓN PÚBLICA
(RESISTENCIA).-------------------------------

Oficio Nº 175 /2.005.-

Ciudad del este, 06 de Abril del 2005-04-21

Señor
JEFE DE LA POLICIA NACIONAL DEPARTAMENTAL
Presente:
Abog. RAUL INSAURRALDE, AGENTE FISCAL DE LA UNIDAD
Nº 13 DE CIUDAD DEL ESTE, quien suscribe, se dirige a usted en
la causa supra mencionada, a fin de comunicarle que esta Unidad
Fiscal ha ordenado la detención preventiva del señor HANS OTTO
KROEGER KAETHLER, sin apodo ni sobrenombre, de nacionalidad
paraguaya, nacido en la localidad de Fernheim, en fecha 22 de
julio de 1959, de 35 años de edad, de estado civil casado, de
profesión carpintero y estudiante, domiciliado sobre la Av. El
Menzú y/ Parapití de la ciudad de Hernandarias; hijo de HERIG
KROEGER y CATARINA DE KROEGER, con Cédula de Identidad
Civil Paraguaya Nº 655 .072, con telf. 0631-20100, quien deberá
guardar reclusión en sede de la Penitenciaría Regional de Ciudad
del Este, en libre comunicación y a disposición de ésta Unidad
Fiscal y del Juzgado Penal de Garantías.
---------------------------------------------------

Ingreso al Sistema Penitenciario


Es sólo después de ponerse el cargo en la Jefatura de la
Policía Nacional Departamental, que se me exhibe el oficio, y se
me permite su lectura. Y al rato se me lleva a la Penitenciaría
Nacional, en el pabellón que lleva el nombre de “manualidades”,
donde paso la noche, con la ropa que tengo por el cuerpo, y por
supuesto, sin que ninguna autoridad me pregunte si ya tuve
oportunidad de comer algo durante el día, o si necesitaba algo, o
si necesitaba de algún remedio.
22 13 Días en las Mazmorras del Paraguay

El trato que se da a la persona privada de libertad en


Paraguay, es peor que el trato que se da a un perro, o un cerdo.
Quien no conoce el sistema, no tiene la menor idea de lo que
ocurre. Se le tira de un lado a otro, se la maneja al bel placer, sin
reconocerle ningún derecho, y sin cualquier preocupación por sus
necesidades particulares. Es individuo de personalidad
aniquilada. Aún a los perros y a los cerdos el dueño les provee por
lo menos de alimentos. El detenido es totalmente abandonado a
su propia suerte. Sólo después de ingresar al sistema
penitenciario tendrá eventualmente oportunidad de acercarse al
“comedero” que se coloca dos veces al día en los corredores – si
es que se lo permiten los co-internados, o tiene fuerza suficiente
para vencer la resistencia de los más fuertes. Quien haya asistido
alguna vez a la alimentación de cerdos confinados, tendrá una
idea bastante aproximada de lo que ocurre en las instituciones
penales paraguayas. Hablar de derechos humanos en Paraguay,
es una burla sádica. Lo que una persona detenida tenga a decir
en su defensa, no interesa a nadie, no encuentra oídos en
ninguna parte. Es tirado al sistema penitenciario y abandonado a
su propia suerte. Si tiene algún dinero, tendrá posibilidad de
contratar un abogado y comprar juez. Terminado el dinero, le
abandonará el abogado y el juez. Y lo que es más grave, la
ausencia de abogado es utilizado como excusa para no tomarle
declaración, para no investigar los hechos denunciados. Es más,
se obliga a los internados, imposibilitados, no sólo de buscarse su
propio sostén, sino también, a gastar el sostén de los familiares,
cuando se trata de cabeza de familia, a pagar por su traslado
a fiscalía y a juzgados, cuando pretenda ser escuchado. Es
más, esta ocasión es aprovechada indefectiblemente para algún
tipo de extorsión. El acompañante de la fuerza pública le hace
saber que tiene que “contribuir” con algo por el “favor” de ser
acompañado hacia el local en el cual deberá prestar su
declaración. Como paraguayo me siento avergonzado ante esta
cobarde, denigrante situación, perfectamente conocida por las
autoridades, no sólo del Ministerio Público, o el Poder Judicial, sino
por el mismo ejecutivo, y legislativo, cuyos representantes
realizan eventuales visitas a las cárceles. Esperar de tal sistema
alguna posibilidad de readaptación social, es un delirio mental.

En esta primera noche los internos del pabellón


“manualidades” me cedieron un “colchón”, o sea un pedazo de
espuma de unos seis centímetros de grueso, en el cual yo podía
Hans Otto Kroeger Kaethler 23
“dormir”. El corredor, que alberga, creo, al derredor de unos
cincuenta internos, instalados en camas de dos o tres pisos y en
el propio piso. Cuenta con un bañero dentro del cual se halla
instalado un único vaso sanitario y una única ducha. Está tan
atiborrado de camas que apenas sobra lugar para un estrecho
corredor entre ellas. Por suerte algunos de los internos de este
corredor tienen permiso para salir a la mañana y realizar alguna
actividad útil, tal como hacer limpieza en el patio de la cárcel,
trabajar en la cocina, en la carpintería, en la guampería, herrería,
mecánica o huerta existentes. Los demás deben pasar día y
noche en los corredores, sin la menor posibilidad de ocupación
constructiva.
Esta misma noche me visitaron la mayoría de mis colegas
de la Universidad, el director cedió amablemente los sillones que
se encuentran en frente de la dirección carcelaria, y pudimos
charlar largo rato en condiciones decentes. Lo que siento, es el
haber estado impedido de rendido la materia “Historia
Diplomática del Paraguay”, disciplina de la cual se rendía examen
final esta noche. Solicité, mediante mis colegas, que el Profesor
me examine dentro de la cárcel, visto que la Universidad se
encuentra justo al costado de la institución penitenciaria. Pero el
pedido fue denegado por la dirección de la Universidad. Es la
primera vez en mi carrera universitaria que no rindo el examen
final ordinario.
24 13 Días en las Mazmorras del Paraguay

Jueves 7 de Abril,
Al día siguiente de mi ingreso al sistema penitenciario,
supuestamente destinado a la “readaptación de los condenados”
(C. N., Art. 21), y sin haber podido cerrar ojo durante la noche,
aproximadamente a las 6:30 de la mañana se me lleva al patio
del frente de la institución. Soy apartado por uno de los
guardiacárceles, quien amablemente me pregunta si ya tengo
conocimiento de las “reglas”. En 1996 ya había ingresado al
mismo sistema, cuando fui denunciado por persona inexistente4,
por ello ya tenía idea clara a qué se refería: para tener derecho a
ser internado en el pabellón “manualidades” se exige el pago de
Gs. 800.000. Para ingreso en el pabellón “blanca” se exige pago
de Gs. 400.000. Para ingreso en el pabellón “negra”, se exige
pago de Gs. 200.000. Le dije al Respondí diciendo que ya tenía
conocimiento, y le pregunté si los precios seguían iguales.
Primero se hizo de desentendido, o sea, no quizo dar posición
exacta, pero finalmente admitió que sí los precios seguían
aproximadamente iguales. Le dije que no tenía dinero, y que no
tenía intención de pagar. Agregué irónicamente, que, caso le
parecía por bien echarme de su “hotel” por falta de pago, no me
opondría a ser “puesto en la calle”.
Quien no paga, trabaja. Esto ya lo sabía de antes. Pero no
me preocupaba, pues he trabajado toda mi vida.
Esta mañana, al igual de la noche anterior, me tocó
nuevamente pasar en ayunas, visto que el traslado se produjo
justo a la hora de servirse el “café” de la mañana. Pero
aproximadamente a las nueve de la mañana vino mi esposa y me
trajo algo de comer, y aún no siendo hora de visita, se me
permitió hablar cortamente con ella. En cuanto a la “libre
comunicación” no tengo quejas. Según me consta, siempre que
alguna persona pidió hablar conmigo, la dirección carcelaria dio

4
Me había denunciado “Bruno Balbuena Maciel”, con “C. I.” Nº 692.614. En realidad la
cédula corresponde a Damián Espínola Cardozo, y Bruno Balbuena Maciel no se halla
registrado en el Departamento de Identificaciones de la Policía Nacional. Se trataba no de
una denuncia real, sino de una falsificación producida por un Juez de Paz (Albino Heradio
Rojas García), y un abogado (Hermínio Aranda Cardozo), al sólo efecto de extorsionarme.
Por increíble que parezca, hasta hoy día no se ha dictado resolución definitiva en la causa.
Y el Recurso de Queja por Retardo de Justicia presentado ante la Suprema Corte en
Asunción por mi persona en 2002, no se resuelve.
Hans Otto Kroeger Kaethler 25
oportunidad para ello, o por lo menos la oportunidad de
comunicación por billetes, aún que mediante pago al mensajero.
Dentro del pabellón, por supuesto todos quieren saber cuál
es mi “bronca”, o sea, cuál es el motivo de mi prisión. Les digo,
coacción y resistencia. No conocen el tipo penal de coacción, y
preguntan si es lo mismo que coacción sexual. Ciertamente es la
primera vez que alguien entra en el Penal de Ciudad del Este
acusado de coacción. Les explico que no tiene nada que ver con
coacción sexual. Quieren saber también cual es el hecho de
coacción del cual se me acusa. Respondo que no lo sé, visto que
todavía no había recibido cualquier comunicación sobre el
particular. Asimismo trato de explicarles que se me acusa de
resistencia, por no haber atendido a la solicitud de una persona
de retirarme del local de la fiscalía. Les cuesta un poco creer que
esto sea cierto, pues la mayoría de los recluidos está acusada de
hechos graves. Pero asimismo están acostumbrados a chicanas y
persecuciones sin causa por fiscales y jueces, tales situaciones no
les espantan.
Así la mañana pasó tranquilamente. Querían saber todo de
mí. Les explico que había denunciado a un sinfín de jueces y
fiscales corruptos, y que todo se trataba de una “vendetta”, una
venganza. Cuento que declaré guerra a la corrupción existente en
el Ministerio Público y en el Poder Judicial. Tenía todavía conmigo
mi material de estudios, y el Código Procesal Penal, y les conté
que era estudiante de derecho. Esto aumentó el interés por mi
persona, y varios internos me consultaron sobre sus causas, y la
posibilidad de obtener libertad, ya sea por compurgación de pena
mínima, por medida alternativa, libertad condicional, o por alguna
otra forma. Me parece que entre los cerca de quinientos
internados, era el único que estaba con detención preventiva. La
gran mayoría está con prisión preventiva, y unos pocos, muy
pocos, con condena firme.
Esta misma mañana, mi esposa trajo muda de ropa,
desodorante, sepillo de diente, jabón y otros artículos de primera
necesidad en una bolsa de plástico. Al volver con esta bolsa al
pabellón, uno de los guardas dice que va a encargar al “capataz”
del pabellón a que tenga atención por mis perteneces, a fin de
que no me sean quitados por los demás internos. El capataz suele
ser un recluido antiguo, responsable por el orden interno en cada
pabellón. No sé como es nombrado, pero hace de nexo entre la
guardia carcelaria y el pabellón, y su autoridad es respetada de
alguna manera por los internos, y admitida por los
26 13 Días en las Mazmorras del Paraguay

guardiacárceles. Llegado al portón del pabellón, el guardia dice


algo en guaraní al capataz, luego abre el portón, y me hace
entrar. Apenas estoy adentro, el capataz me quita mi bolsa, y
nunca más llego a verla. ¡Se encargó bien de mis cosas!
¡Agradezco la oportuna “ayuda” al guardia cárcel!
De alguna manera se me pierde nuevamente el horario del
almuerzo.
Es día de visita. Nuevamente mi esposa me trae algo para
comer: Un yogurt, banana y sándwich. Al volver al pabellón, más
o menos a las dos y media de la tarde, ya se me informa que a
partir de este momento tendría que empezar a trabajar. Ya a la
mañana había sido advertido constantemente de ello si me
negaba a pagar lo que llaman “derecho de piso”. Asimismo se me
informó que el capataz ya había adelantado a uno de los
guardiacárceles la suma de Gs. 100.000 en adelantamiento por
mi alojamiento, bajo garantía del mismo de que yo pagaría sin
falta. Aparentemente las cantidades extorsionadas son repartidas
entre guardiacárceles e internos influyentes. Aún que se calcule
al valor de Gs. 400.000, multiplicándolo por setenta (cantidad
aproximada de internos en cada pabellón), se llega a la
respetable suma de Gs. 28.000.000 por pabellón. Según dicen,
este pago es único, o sea, se paga una sola vez en cada pabellón
para ser eximido del deber de trabajar, que corresponde a
quienes no tienen condiciones para pagar. Si por algún motivo se
cambia una persona de pabellón, se le obliga a nuevo pago.
Bueno, en este momento no tengo más que la ropa en el
cuerpo. El monedero, con los pocos guaraníes que me había
reservado, también ya se me había “solicitado”, y fue puesto bajo
la “custodia” de uno de los co-internados. Me entregaron un short
viejo y roto, y con este empecé la faena: Cepillar, lavar, secar
piso de baño y corredor; llevar agua; llevar y embolsar basura;
lavar vajillas de los internos; lavar ropa de los internos; etc.
El trabajo más pesado es el de lavar el piso; el piso del
corredor es de hormigón, hormigón mal fraguado, por ello
desgastado y con hendeduras. Considerando que durante todo un
día prácticamente no había comido nada, además del stress, la
imposibilidad de dormir de noche, la preocupación con mi
defensa en la causa, frustrada por todos los medios, y la clara
percepción de que los fiscales y jueces hacían y harían todo lo
posible e imposible para alargar al máximo mi privación de
libertad, y las penurias a sufrir, mi condición física no era de las
mejores.
Hans Otto Kroeger Kaethler 27
Es necesario escobar vigorosamente al piso, luego de
echarle abundante agua. A seguir escurrirlo, y por último se
arrastra una frazada vieja por el piso, para dejarlo
razonablemente seco. Es la parte más pesada del trabajo, visto
que hay que ir estirando y arrastrando la frazada, con las manos
puestas al piso, para luego torcerla, quitándole el agua, y repetir
la operación. Este trabajo se hace varias veces por día, visto que
a la mayoría de los internos no les interesa en absoluto la higiene.
Mucha de la basura que sale de las celdas es tirado directamente
a los corredores, tal como puntas de cigarrillo, yerba usada,
restos de comida, cáscaras de fruta, etc. Lo más asqueroso es
como se manejan en el baño. Buena parte de los internos ni se
acercan a los vasos sanitarios para orinar. Desde la puerta orinan
directamente, tratando de alguna forma, mirar hacia el vaso (del
tipo incrustado en el piso), y largan el chorro. Otros orinan
mientras se bañan, o en cualquier lado del área destinado al
baño, lugar donde también se lava las ropas, las vajillas, etc. De
manera que el lugar es más antihigiénico que cualquier chiquero.
Se dedicaron a castigarme en forma especial. Teniendo
nombre y apariencia de extranjero, soy victima de la universal
presunción de ser adinerado. No sólo dentro de la cárcel, sino
también jueces fiscales y policías son presas de esta ilusión, y por
lo tanto soy víctima preferida de todo tipo de actos extorsivos. Y
si tengo dinero, y me niego a pagar, tengo que sufrir las
consecuencias.
Toda lo que es más pesado en el servicio me es
encargada, y cuando había menos trabajo, se me encargaba a mí
el servicio, mientras los demás descansaban. Había, contando
conmigo cuatro internos que debían hacer este trabajo esclavo
para aproximadamente 70 internos del pabellón. Y a toda hora se
volvía a exigirme pago, para ser librado del trabajo.
Me hicieron trabajar aproximadamente hasta la una de la
madrugada siguiente, dejándome completamente exhausto. En
cierto momento me eché en el piso crudo, y permanecí acostado.
En este momento empezaron a preocuparse un poco,
probablemente recelando la aparición de algún guardia que
averiguase sobre lo ocurrido.
A estas horas ya no había agua, y me negué a entrar en
una celda en estas condiciones para dormir. Finalmente algunos
internos me ofrecieron alguna agua de la que antes había llevado
a sus celdas, asimismo me ofrecieron jabón común y toalla, y de
esta manera pude lavarme un poco, lavando asimismo mi camisa,
28 13 Días en las Mazmorras del Paraguay

que ya se encontraba bastante sucia. Me ceden una frazada vieja,


que puedo poner en el piso de cemento para acostarme para lo
que restaba de la noche. Desde luego fue imposible dormir: Piso
duro, nada para cubrir, ataque a esperar a cualquier momento,
stress insuperable.
Aún así no me debo quejar. En esta penitenciaria hay
brasileros que lo pasaron mucho peor, y son castigados por
mucho más tiempo. Uno me cuenta, que, cuando fue internado,
tenía bastante ropa, objetos personales e dinero. Le robaron todo,
y en el más frío invierno le dejaron sin nada, a “dormir” sobre el
piso de concreto puro, sin colchón ni frazada, y que tuvo que
aguantar estas condiciones, no por una u dos noches, sino que
por varios días seguidos. Además de ello, no le permitían acceder
a la comida, y las pocas veces que le alcanzó alguna cosa,
apenas era caldo, sin un único fideo o poroto. Es esto lo que
nuestros gobernantes llaman de “readaptación de condenados”.
Siempre son los extranjeros las víctimas principales de tales
abusos, que no pueden pasar desapercibidos por la dirección
penitenciaria, aún que no pueden denunciar a sus victimarios,
puesto que significaría muerte cierta.
Durante día y noche se fuma por todos los lados, inclusive
cantidades increíbles de marihuana, que me querían obligar a
fumar con ellos, pero pude resistir. Estoy seguro, que, si en algún
momento se hiciese un test de uso de estupefacientes en las
cárceles paraguayas, daría resultado positivo en un 99 % de sus
población, aún entre aquellos que no la fuman (que son muy
pocos), por estar obligado a inhalar el aire contaminado durante
día y noche.
Debido a mi condición de interno he tenido facilidad de
acceso a ciertos datos que suelen quedar ocultos a visitantes.
Entre ellos también me ofrecieron datos concretos sobre
estupefacientes y sus precios. Veamos la lista:

Cerveza Gs. 6.000


Petaca (caña) Gs. 10.000 a 25.000
Pastilla Disonilon Gs. 5.000 por dos pastillas.
Macoña: Gs. 1.000 por la cantidad
aproximada para un cigarrillo.
Craque: Gs. 3.000 por piedrita del tamaño de
un grano de arroz.
Cocaína: Gs. 5.000 a 10.000 por una carrera.
Hans Otto Kroeger Kaethler 29
Raramente hay cerveza, y la caña más bien sólo se
consigue en fines de semana, aparentemente siempre
introducidos directamente por algún guardia cárcel, según dicen,
atado por las piernas. La marihuana, el crack y las pastillas
Disonilon raramente faltan. No me dijeron como se introduce en
la cárcel. El crack aparentemente es introducido en la vagina de
mujeres visitantes. La distribución interna ocurre de varias
maneras. Como he podido observar personalmente, hay varios
guardias que se encargan directamente de la distribución de la
marihuana, de pabellón a pabellón.
Al principio me extrañaba que los jabones siempre se
encontraban rotos a la mitad. Pero luego descubrí que sirven de
medio de trasporte. Se los rompe, se introduce la droga, se une y
sella otra vez. Así se puede trasportar drogas y otros objetos sin
generar sospechas. Posiblemente también se utiliza para ocultar
dinero, pues incluso el jabón común, que se me dio en la segunda
noche en la cárcel, poco después amaneció roto a la mitad. Sin
duda estaban buscando dinero.
30 13 Días en las Mazmorras del Paraguay

Viernes 8 de Abril,
A las cuatro de la mañana se me quita de la cama,
después de haber quedado acostado por aproximadamente dos
horas y media. Inmediatamente se me obliga a cepillar el piso del
corredor, escurrir y secar, junto con otras dos personas. Lo mismo
en el baño; quitar basura de las celdas; llevar agua; lavar vajillas.
Ya se trae desayuno (algunas galletas, café de soja y leche de
soja), sin que me toque la oportunidad de comer o guardarme
algo para mí. En todo caso siquiera cuento con algún recipiente
en la cual podría hacer reservarme algún “café”. Las chicanas del
día anterior empiezan otra vez. Me da la sensación de estar con
fiebre. El corazón anda acelerado y siento la piel caliente. Pero no
se me permite descansar, se me amenaza con golpearme.
A la noche anterior yo ya había decidido iniciar una huelga
de hambre, pues el Fiscal de la causa no había dispuesto tomar
mi declaración, pese a insistentes solicitudes en este sentido.
Tampoco me escuchó el juez, lo que debería haber hecho dentro
de las 24 horas de haber sido detenido para decidir sobre
medidas cautelares. Así, mi privación de libertad ya asumió
carácter de absolutamente ilegal, aún sin considerar que no
existe en el expediente ninguna constancia de algún hecho que
aún de lejos pueda ser considerado delictuoso. Me encontraba
conciente, acorde a mi experiencia anterior, que el Fiscal no
respetaría en absoluto mis derechos de imputado, y que lo mismo
ocurriría con el juez.
En los peores momentos de la persecución al ser humano
organizada por la Iglesia Católica, bajo el manto de la “Santa
Inquisición”, o del “auto da fe”, se torturaba a los “sospechosos”
y “sospechosas” de actos de hechicería. El “Santo Papa” autorizó
todo tipo de prácticas para la obtención de confesiones, inclusive
la tortura por agua y fuego. Pero se siguió exigiendo, para la
aplicación de algún castigo, o “purificación del alma por el
fuego”, que antes la víctima haya confesado el pecado.
La “Justicia” paraguaya hoy día ya utiliza métodos más
sencillos: Si el “delincuente” no confiesa, confiesa el fiscal en
nombre del delincuente, como ya me ocurrió en esta causa:
cuando pretendí declarar, el fiscal sencillamente hace constar
que “Manifestando el compareciente que hará uso de su derecho
procesal y constitucional de abstención, ya que no cuenta con
Hans Otto Kroeger Kaethler 31
abogado defensor de su confianza…”, y – ¡ya se tiene una
declaración del afectado! Bajo estas condiciones es evidente que
no tengo la menor posibilidad de esperar ni justicia, ni respeto
por la Ley. Si a estos “honorables señores” les apetece
condenarme, nada podré hacer para evitarlo; no importa si soy
inocente o culpable.
Por lo tanto la única salida me pareció ser la publicidad,
que tiene más efecto si es acompañada de huelga de hambre. Mi
esposa se encargó de hacer saber mi decisión a los medios
públicos.

Mientras los demás desayunaban, se me concedió una


corta pausa en mi trabajo. Durante esta pausa algunos internos
me recomendaron presentar una nota al director de la cárcel,
comunicándole mi huelga de hambre. Y es lo que hice. Algunos
ofrecieron su intervención para librarme del trabajo forzado. Pero,
rechacé. Por otro lado seguían las presiones para que yo pague lo
que se me pedía, insistiéndose en que el capataz pretendía
recuperar lo dado en adelanto al guardia cárcel la suma de Gs.
100.000.
Comí por última vez aproximadamente a las 2:30 de la
tarde del día 7 de abril. Estaba ingiriendo una buena cantidad de
agua, sentía inmensa necesidad de ella, creo, a causa de la
fiebre.
En el trabajo había pausas, siempre cuando faltaba agua,
lo que ocurre frecuentemente. En uno de estos momentos me
acuesto en el piso desnudo de la celda en la cual fui internado.
Empiezan a tirar bolsas de plástico llenadas de agua hacia mí,
como también otros objetos. Un interno me pone una tira de
papel entre los dedos del pie, y lo enciende. Lo que buscan, es
alguna reacción mía, que les dé oportunidad para aplicar algún
castigo.5 Por lo tanto, entiendo más aconsejable quedar quieto. El
fuego produce apenas una pequeña quemadura en uno de los
dedos del pie. No muevo un dedo, ni pizco con los ojos. Por ello
en seguida pierden el interés por la chicanería. Por último tiran un

5
El castigo normalmente es aplicado con el “doce”. Es un listón de madera, de unos
sesenta centímetros de largo, y aproximadamente una por dos pulgadas de grosor. Con este
instrumento se golpea con toda la fuerza la planta del pie, normalmente, para castigos
menores, por tres veces. Otras, tres veces en cada pie, o seis veces. Prácticamente no deja
señales externas visibles, pero lastima bastante a los huesos, siendo que en ciertos casos el
castigado renguea por más de un mes. Tengo conocimiento que los guardiacárceles
también suelen utilizar la técnica.
32 13 Días en las Mazmorras del Paraguay

limón hacia mis genitales, y con buena puntería. Me revuelco en


el piso, con un poco de exageración, y finalmente se me deja en
paz. Pero ya vuelve el agua. Se me obliga a trabajar otra vez.
Vuelven a chicanearme al máximo, hasta que me echo al piso,
completamente exhausto. Nuevamente se exige pago. Me
golpean, para que me levante e empiece a cepillar piso. Levanto
a trabajar ora vez, pero finalmente me echo en el piso, y les digo
que me pueden matar. A partir de este momento me dejan
trabajar un poco más tranquilo, mientras la fiebre no me
abandona.
Los días viernes, así como los días lunes y miércoles no
hay visita. A la tarde, los internos del pabellón tienen derecho a
salida, para jugar fútbol, o recorrer el patio, a excepción de la
gente obligada a hacer limpieza. Estos, mientras tanto, deben
lavar el piso de las celdas, al igual que el corredor. Pero por lo
menos hay más tranquilidad.
Este segundo día, el trabajo termina aproximadamente a
las diez de la noche. Todo el día hay gente bañándose. En el
bañero existen tres duchas, pero normalmente ninguna funciona,
por falta de presión de agua. De alguna manera, se consiguió
desenroscar la llave de paso de una de las duchas, en punto
inferior a la ducha, donde la presión todavía alcanza para hacer
salir el agua, y la gente se agacha debajo del chorro de agua que
sale de la misma, para bañarse medianamente. Como hay cerca
de setenta personas en el pabellón, la “ducha” se halla ocupado
el día todo. Y se fuma marihuana por todos los lados. Los
colchones tienen un olor muy raro, que al principio no conseguí
definir, pero ahora sé que se trata del olor de humo de
marihuana.
Esta noche se me cede una cama y una frazada vieja para
poner debajo del pedazo de “colchón” que también se me cede.
Se trata de una esponja de plástico, tamaño colchón, sin
recubrimiento, y de aproximadamente unos seis centímetros de
grosor.
Todo este tiempo no he sido llamado a declarar, ni por el
fiscal de la causa, ni por el juez. Acorde al Código de
Procedimientos Penales, el Fiscal debería haber tomado mi
declaración dentro de las 24 horas de haber sido detenido, plazo,
que podrá extenderse por 24 horas más cuando lo solicite el
imputado al efecto de nombrar defensor. Bueno, esta
“declaración” lo hizo constar el fiscal, pero aún así ya se hallaban
vencido en exceso este plazo. El Código Procesal penal aún da
Hans Otto Kroeger Kaethler 33
una oportunidad excepcional al fiscal, cuando dice: “En casos
excepcionales o de fuerza mayor el Ministerio Público podrá, por
resolución fundada, fijar un plazo distinto acorde con las
circunstancias del caso y bajo su responsabilidad.”
Desde luego, para ello debe haber dicha resolución. En
este caso no existe resolución alguna, pero poco importa, visto
que en la misma causa ya se hizo y se hará cosa peor. Tanto para
los fiscales como para los jueces, todo lo que la ley dispone sobre
las obligaciones de los mismos, no es obligatorio, sino
“meramente indicativo”6. Sólo es obligatorio aquello que pueda
perjudicar los derechos de las partes, y siempre dependiendo de
la predisposición de jueces y fiscales, acorde a los montos que se
les paga por favores especiales.

6
Esta es la expresión utilizada por la Corte Suprema de justicia en el Acuerdo y Sentencia
Nº 72, del diez de Abril de 1996, Sala Penal, fallo contencioso- administrativo, según
publicación en Gaceta Judicial, año 1- 2000, octubre-noviembre, página 219.
34 13 Días en las Mazmorras del Paraguay

Sábado, 9 de Abril
Esta noche pude dormir un poco. Me levanto
aproximadamente las cuatro de la madrugada, y empiezo a
barrer el corredor. Soy el primero a levantarme. Debido a mi
fiebre, y el corazón disparado, me siento mejor con un poco de
movimiento. Por ello estoy me puse a trabajar aún que por el
momento nadie me obliga. Empiezo a llenar botellas con agua y
llevarlas a las celdas, como asimismo, a juntar basura. Por lo visto
me levanté demasiado temprano, por ello, terminado estos
trabajos, me acuesto más un rato. Pero luego se me quita de la
cama, y empieza toda la limpieza de nuevo. Siempre me obligan
a mí a cepillar el piso, que es la parte más pesada del trabajo.
Evidentemente me pretenden torturar hasta que ceda a la
extorsión.
Cuando no aguanto más, me tiro otra vez en el piso,
evitando así que me golpeen. A esta hora ya entra el control, que
se realiza dos veces por día. Los internos me dicen para
levantarme y entrar en la celda para el control. Retardo al
máximo mi entrada en la celda, y apenas adentro, me tiro en el
piso otra vez. Los guardias me ven en mi situación, y me
preguntan lo que pasa. Les digo que nada. Ya conozco el
“manejo” interno, y todavía no tengo intenciones para morir. Poco
tiempo después del control se me llama la guardia, me dicen para
llevar mis cosas, y soy llevado al calabozo, donde ya se
encuentran otos cinco huelguistas.
Normalmente los calabozos están destinados a internos
que provocan algún desorden en los pabellones o en el patio, o
sea, es lugar de castigo. Pero ahora uno de ellos es aprovechado
para “resguardo” de los huelguistas. Me parece, que, aparte del
objeto de resguardo, habrá pesado también en la decisión la
intención de apartarlos de la prensa y de los demás internos, para
que los primeros no den publicidad, y los últimos no se acoplen a
la huelga.
El calabozo en que nos encontramos, tiene
aproximadamente dos metros cuarenta de ancho y tres metros
ochenta de largo. Las medidas las calculo por la cantidad de
colchones que entran: Justo tres colchones en el ancho, y dos
colchones en el largo. Considerando que cada colchón tiene
ochenta centímetros de ancho y un metro noventa de largo, se
Hans Otto Kroeger Kaethler 35
llega exactamente a estas medidas. Cuando hablo de colchones,
me refiero a pedazos de espuma sin cobertura, como ya dicho. De
este espacio de 2,40 por 3,80, se pierde una parte,
aproximadamente de un metro por un metro diez, en una
esquina, ocupado por el “bañero”, demarcado con una pared de
aproximadamente un metro y medio de altura por un lado,
teniendo el otro costado libre, y ocupado por uno de los mismos
vasos sanitarios empotrados en el piso y una canilla
descompuesta, que ya no cierra más, debido a la rosca gastada.
No existe ninguna cama, ninguna mesa, ninguna silla,
ningún estante, ningún mueble en el calabozo. Todo se reduce a
los pedazos de espuma en el piso. Los internos consiguieron
extender algunas cuerdas hechas de tiras de trapo en la pieza,
atadas de una punta a la cañería de la descarga del baño, y de la
otra, a un peine, clavado en agujero que consiguieron abrir no se
cómo en la pared de mampostería. Asimismo se extendió más
otra cuerda, fijada en forma parecida. Sobre esta cuerda, y
debajo de los “colchones”, se guarda los pocos objetos
personales que corresponden a los internos. No hay espacio para
caminar, o moverse. O uno queda acostado, o se sienta en el
piso, o queda de pie. Otras opciones no existen. Es lo que nuestro
Estado llama de institución de “readaptación de condenados”7, y,
condiciones sin “otras limitaciones que las imprescindibles para
evitar la fuga”8
Dentro del calabozo no hay luz, tampoco la posición de las
aperturas, (una ventana enrejada, a aproximadamente tres
metros de altura, y la puerta de reja), no permiten ninguna visión
hacia fuera, puesto que hay una muralla en frente. Uno de los
internos posee un espejo, y si quita el espejo por la reja, puede
ver quien pasa afuera. Este espejo es utilizado para activo
comercio. Se espera que pase una persona conocida, para que en
seguida sea llamada, y se le pide que provea lo que se necesita
en el momento: leche, jabón, yerba mate, azúcar, cigarrillo y
marihuana.
De noche alumbra una luz que se encuentra en el
corredor, de manera que uno puede llegar al baño sin tropezar
por los demás internos.
Uno de los internos se consiguió un ventilador, pero no
había tomada, ni llave de luz, ni cualquier otra conexión eléctrica
donde conectar. Pero de algún lado se consiguen unos pedazos
7
Art. 21, C. N.
8
Art. 254, C. P. P.
36 13 Días en las Mazmorras del Paraguay

de alambre, que son envueltos con plástico de bolsas usadas. Con


ello se alarga un poco más el cable del ventilador. Después uno
de los internos se sube a la ventana a tres metros de altura,
desde donde, con un pedazo de manguera, puesto un ganchito
en la punta, se alcanza la lámpara fluorecente que se encuentra
afuera. Aquí, como en todos los lados, las instalaciones eléctricas
se hacen al “estilo inventivo”. La lámpara fluorescente fue
conectada sin aislar las conexiones. Por lo tanto se trató de
enganchar los cables del ventilador en estas uniones desnudas,
intento coronado de suceso después de aproximadamente 45
minutos de tentativas y un corto circuito. Como el cable aún era
corto, se tuvo que atar el ventilador a la reja de la ventanilla. Pero
finalmente funciona.

Ante mi comentario, sobre la superlotación del calabozo,


(ahora estábamos seis), me dijeron para no preocuparme, pues
ya estuvieron durmiendo en la misma pieza entre ocho. Pese a
todo me encuentro mucho mejor en esta habitación que en los
corredores de la cárcel. Ya no hay quien me obligue a trabajar,
me permiten sentarme o acostarme. Sólo la fiebre me castiga. Me
habían permitido llevar mi pedazo de espuma desde los
corredores de la cárcel. Pero el problema es que no existe lugar
en el calabozo para extenderlo. Puestos los cuatro “colchones”
apenas sobra un poco de lugar frente al baño, siempre mojado
debido a la canilla descompuesta, y un corredorcito hacia la
puerta.
A determinada hora, se me llama a una inspección
médica. Ocurrió que el juez de la causa, que, como supe en este
momento, tratábase de Manuel Trinidad, se le antojó solicitar se
me inspeccione al saber de mi huelga de hambre. Lo que no le
importó, es llamarme a declarar, decidir sobre mi condición de
prevenido, o sobre medidas cautelares, cosa que estaba obligado
a hacer, conforme al Art. 240 del C. Procesal Penal, dentro del
“mismo plazo de 24 horas”. La justicia había recibido la
imputación en fecha 7 de abril, a las ocho horas. Por lo tanto el
más tardar el día 8 de abril, a las ocho de la mañana debería
haber decidido sobre las medias cautelares.
A esta altura yo ya debería haber sido llevado ante el Juez
que debería entender en mi Habeas Data. Pero nada ocurría. Esta
garantía constitucional, en el Paraguay, es letra muerta. Por la
Ley 1.500, de 1994 se reglamenta la garantía, y se lo hace
diciendo que no se podrá interponer Hábeas Corpus reparador,
Hans Otto Kroeger Kaethler 37
cuando mediare orden judicial (Art. 26). De esta manera se
aniquila prácticamente en forma absoluta la figura constitucional.
En mi caso particular, al presentar el Hábeas Corpus reparador,
no había orden de autoridad judicial, pero la Juez que debía
entender en la causa, haciendo caso omiso a los plazos legales,
extendió suficientemente su actuación, para permitir que algún
juez dicte orden escrita, cosa que ocurrió recién seis días después
de mi detención arbitraria. En realidad siquiera sé si ahora ya ha
dictado alguna resolución en el Hábeas Corpus, y tampoco puedo
averiguarlo, visto que nada se ha notificado, y continúo privado
de libertad. Existe una notoria y clara violación del Tratado de San
José de Costa Rica,9 pero esto a nadie importa.

Aquí en el calabozo hay más facilidades para acceder a


alimentación. Los internos que sirven la comida aquí, lo hacen
personalmente a cada interesado, de manera que nadie queda
hambriento. Pero por supuesto que yo no comía, dada mi huelga
de hambre.
La cárcel mantiene un “menú” bien “variado”: Fideo,
poroto y hueso; Hueso fideo y poroto; Poroto fideo y hueso;
Poroto, hueso y fideo. Para variar un poco más, a menudo se deja
la mezcla sin huesos. A veces hay arroz o locro. Pero siempre es
caldo, y siempre con el mismo gusto. Nunca hay verduras o frutas
frescas. Si los internos pretenden alimentación saludable, tienen
que verse por sí mismo, o sus parientes les deben proveer.
9
Art. 7.- 6. Toda persona privada de libertad tiene derecho a recurrir ante un juez o
tribunal competente, a fin de que éste decida, sin demora, sobre la legalidad de su arresto o
detención y ordene su libertad si el arresto o la detención fueran ilegales. En los Estados
Partes cuyas leyes prevén que toda persona que se viera amenazada de ser privada de su
libertad tiene derecho a recurrir a un juez o tribunal competente a fin de que éste decida
sobre la legalidad de tal amenaza, dicho recurso no puede ser restringido ni abolido. Los
recursos podrán interponerse por sí o por otra persona.
Artículo 25. Protección Judicial 1. Toda persona tiene derecho a un recurso sencillo y
rápido o a cualquier otro recurso efectivo ante los jueces o tribunales competentes, que la
ampare contra actos que violen sus derechos fundamentales reconocidos por la
Constitución, la ley o la presente Convención, aun cuando tal violación sea cometida por
personas que actúen en ejercicio de sus funciones oficiales.
2. Los Estados Partes se comprometen:
a) a garantizar que la autoridad competente prevista por el sistema legal del Estado
decidirá sobre los derechos de toda persona que interponga tal recurso; b) a desarrollar las
posibilidades de recurso judicial, y c) a garantizar el cumplimiento, por las autoridades
competentes, de toda decisión en que se haya estimado procedente el recurso.
38 13 Días en las Mazmorras del Paraguay

Cuando hablo de huesos, lo digo porque no tienen nada,


absolutamente nada de carne. Se trata nada más que de huesos
con algunos tendones y cartílago. Generalmente la parte de
rodillas y otros huesos pesados. Jamás un pedacito de costilla u
algo parecido, que aún tenga chance de ser vendido en el
mercado bajo la calificación de “puchero”. Se trata de huesos
tales como se vende a Gs. 500 el Kilo para “alimentación” (más
bien, diversión) de perros.
La gente que opera la cocina dice que a menudo vienen
mezclados huesos ya totalmente podridos, malolientes, que por
lo tanto se aparta y tira en la basura.
A veces también se suministra unos cuantos kilos de sebo.
En estos casos se frita el sebo en olla a parte, quitándole la
mayor parte de la grasa, y lo que resta es dado o vendido a
algunos internos privilegiados, que lo comen como si fuera tocino.

Mi esposa me visita o manda recado siempre que posible.


Trata de organizar alguna defensa a favor de mi persona ante los
órganos competentes, si bien le hacen sufrir toda clase de
situaciones vejatorias. Se niegan a recibir escritos, se niegan a
dar informaciones, le mienten, se burlan de ella, y buscan
coaccionarla.
Hoy comparece también uno de mis colegas de la
Universidad, quien me ayuda a redactar escrito de pedido de
excarcelación.
A nadie se permite la salida del calabozo, excepto cuando
reciba visita. Tampoco se puede ver nada lo que pasa en el
exterior, así que la única ocupación que se tiene, es con su propia
persona, y los compañeros de celda. El viernes mi esposa me
trajo otros 10.000 Guraníes. Mis compañeros de celda lo
“prestaron” de mí, así que en seguida quedé otra vez sin plata. Y
lo gastan en yerba, jugo, cigarrillo, marihuana e incluso crack.
Dos de los internos fuman Crack. Y yo estoy sentado al piso del
pequeño calabozo, y me veo obligado a respirar el aire
contaminado.

Voy a explicar cómo se suele hacer los cigarrillos de


marihuana y la pipa para fumar crack.
Para el cigarrillo de marihuana se toman el papel
aluminizado que se encuentra en las cajas de cigarrillo, y con
paciencia y cuidado le quitan el recubrimiento de aluminio. Luego
este papel se parte en pedazos chicos, apenas suficiente para
Hans Otto Kroeger Kaethler 39
darle una vuelta a una pizca de marihuana. Para evitar
desperdicio, toman cuidado de hacer sobrar una punta del
cigarrillo libre de la hierba (la embocadura del cigarrillo), a fin de
que la misma pueda ser consumida en su totalidad. Como los
papeles son muy chiquitos, suele haber pérdida de humo en
alguna parte no bien encerrada, motivo por el cual
constantemente tienen que volver a cerrar los costados del
cigarrillo, e incluso inspiran el humo que se pierde por los
costados, tratando de evitar todo desperdicio.
La pipa de fumar crack se suele hacer con la cánula de la
bombilla de tereré, a la cual se quitó el colador. Este caño es
aplastado, a fin de que el calor del fuego no queme la boca, o
sea, para retardar el camino de los gases. Para el recipiente del
material se le pone a una punta de la cánula una tapa de envase
de gaseosa, a la cual al efecto se hizo un agujero por el costado.
Se rellena su interior con papel aluminio para evitar que se
queme. Luego es rellenada con cenizas de cigarrillo, destinado a
filtrar el calor de los gases. Se deposita la piedrita de crack sobre
las cenizas, y, mientras se mantiene un encendedor prendido
sobre la piedra, se empieza a chupar vigorosamente. El crack se
derrite con el fuego, se vaporiza, y estos gases son inspirados.
40 13 Días en las Mazmorras del Paraguay

Domingo, 10 de Abril
La noche no la paso bien. En el espacio apretado, me tocó
acostarme al lado de una persona muy inquieta. Apenas me
movía un poco, me golpeaba con el codo. Tenía que quedarme de
costado, y completamente extendido contra la pared, visto que,
apenas extendía un poco una rodilla, o apenas me acostaba de
espaldas, ya recibía otro codazo. Como tengo problemas de
espalda, y cuando no aguantaba más, me levanté
aproximadamente a la una de la madrugada, y me senté en el
piso cerca del baño.
Cuando está por amanecer, empiezo a limpiar un poco el
“baño” y el poco espacio libre que sobra frente y al costado del
mismo, a fin de tener alguna actividad.
Quiero explicar de cómo funcionaba el “baño”. Como ya
dije, contenía solamente un vaso sanitario del tipo encastrado en
el piso, y una canilla descompuesta. El Problema de la canilla
estaba en que la rosca ya se encontraba gastada, de manera que
ya no se podía cerrar la misma. Para cerrarla más o menos, se
hizo cordón de trapo, con la cual se trataba de atar el registro,
para evitar que de la canilla chorree agua día y noche. Por
supuesto que era imposible cerrarla bien, y al gotear por el piso,
hay respingos hacia todos los lados.
Para posibilitar una “baño”, fue útil el espíritu inventivo de
los internos: Agarraron un envase plástico de gaseosas, del tipo
de dos litros, le hicieron un agujero en la parte del fondo, que se
ajustó sobre la canilla. Así el agua sale por la boca del envase,
atado por la cañería del desagüe del vaso sanitario, en forma casi
horizontal, de manera que el chorro de agua caía más alejado de
la pared, y era posible acurrucarse debajo del mismo y hacer
correr el agua sobre el cuerpo. Con ello se conseguía también que
el agua, en vez de caer directamente sobre el piso y mojar
prácticamente todo el calabozo, cayese en el vaso sanitario.
Me visita mi esposa con otros amigos, y paso largo rato
charlando con ellos. Asimismo en estas horas de visita tomo
contacto con otros internos, que vienen a contarme sus penurias.
Es un drama que ninguna autoridad se interese por lo que pasan,
por la violación de sus derechos, por el trato inhumano al cual se
encuentran expuestos, una vidas sin sentido, sin esperanzas, sin
dignidad.
Hans Otto Kroeger Kaethler 41

Hoy los internos del calabozo consiguen un cable eléctrico


delgado, talvez de sección de un cuarto de milímetro. Con éste se
hace una extensión: Se lo ata al enchufe del ventilador, y se
envuelve con plástico de bolsas usadas para su aislamiento. Por
la otra punta se ata, también con el mismo plástico, un
encendedor usado, que hace las veces del separador de las dos
puntas de lo que luego viene a ser el enchufe. Cuando pasa una
persona, se le pide que enchufe en la pieza al lado (una privada).
Ahora pueden bajar el ventilador al piso, y refresca un poco más.
Cuando me levanto rápido me mareo. Pero no se debe a la
huelga de hambre, sino a la fiebre.
Uno de los internos relata que ya pasó varios días de
castigo en este calabozo, hace aproximadamente unos dos años.
Cuenta, que junto con otros compañeros del mismo calabozo, y
con una cuchara y abundante agua, consiguieron hacer un
boquete en la pared del baño, por el cual consiguieron salir hasta
el corredor en frente, donde fueron aprehendidos nuevamente.
Dice que cavaron varios días, y que hacían salir la arena junto con
la basura. No se hizo en estos días ninguna inspección del
calabozo, y como el interior del baño no puede ser visto desde
afuera, nadie se percató del trabajo.
A la noche “extiendo” mi “colchón”, o sea, lo doblo a la
mitad para que quepa en el espacio entre el baño y la puerta
para dormir. Los pies se mojan constantemente con los respingos
de la canilla del baño, pero por lo menos me puedo acostar con
un poco más de conforto, y es posible dormir un poco.
42 13 Días en las Mazmorras del Paraguay

Lunes, 11 de Abril
Después de cinco días de presentado el Recurso de
Hábeas Data, finalmente se me ha convocado para una audiencia
“ante el juez” que deberá decidir el recurso. La convocación es
para las siete y media de la mañana. De acuerdo a la Ley, tendría
que ser la misma persona que me mantiene privada de libertad,
quien me tendría que presentar ante la justicia. Pero si no lo
hubiera hecho un conocido mío, acompañado de mi esposa y de
un funcionario de la cárcel, ciertamente se habría suspendido la
audiencia bajo excusa de “justa causa”. No llego a ver la cara del
juez. La declaración es tomada por una secretaria o dactilógrafa,
no lo sé. Otra violación de la Ley, pero no hace diferencia en este
mar de corrupción. Por supuesto, esta presentación “ante juez”
debería haber ocurrido dentro de las primeras veinticuatro horas
de presentado el recurso. (Art. 20 y 21 de la Ley 1.500), pero esto
a nadie importa.
Con justa razón dice Manuel Ossorio: “Naturalmente que
la acción de hábeas corpus, como la de amparo, es poco grata
para el Poder Ejecutivo y para las autoridades que de él
dependan, por cuanto trata de impedir los atropellos contra la
libertad de las personas a que son proclives los gobiernos
autocráticos que no admiten ninguna clase de oposición a sus
órdenes. Ello explica que hayan tratado siempre de restringir el
ejercicio ciudadano de acciones de amparo.”10 En este caso
específico no se trata de la autoridad ejecutiva sino de autoridad
del Ministerio Público y del Poder Judiciario. El resto se adecua
perfectamente. En todo caso, con el retardo se dio tiempo más
que suficiente a los responsables por mi detención y prisión, a dar
al tema un ropaje formal de aparente “legalidad”.
Apenas termina mi declaración, se me avisa que me
quiere tomar indagatoria el juez de la causa principal. Se trata del
Juez Manuel Trinidad, ya denunciado por mí cuando aún era fiscal,
por hecho de prevaricato, denuncia que nunca fue investigada.
Volví a denunciarle hace poco cuado ya era Juez, por hechos de
producción de documento público de contenido falso, frustración
de la persecución penal, prevaricato y asociación criminal,
denuncia esta, que ciertamente tampoco será investigada. Por
increíble que parezca, después de cinco días, éste se propone a
10
Diccionario de Ciencias Jurídicas Políticas y Sociales – Hábeas Corpus
Hans Otto Kroeger Kaethler 43
cumplir con lo que debería haber hecho, acorde a la Ley, a las 24
horas de mi detención. Y por supuesto, nuevamente sin aviso
previo alguno, en situación absolutamente sorpresiva. Por
supuesto se presenta nuevamente el problema de la falta de
abogado. Para la declaración en el Habeas Data, no existe
exigencia de acompañamiento de abogado. Pero sí la Ley exige
que el afectado tenga oportunidad de ser acompañado de
abogado a la hora de la audiencia ante el Juez. Por lo tanto se
recorre todos los corredores, se busca por el defensor público de
turno, que no se encuentra en ninguna parte, mi esposa busca
por si encuentra algún abogado con tiempo disponible, y ya
estaba por suspenderse la audiencia, cuando consigue traer a
uno de mis profesores de derecho de su casa, que
inmediatamente me asiste en la audiencia.
Todo el tema es un chiste. La Ley exige que para este acto
el afectado se encuentre acompañado de abogado. El hecho de
que el juez de la causa esté ausente, así como el fiscal de la
misma, no calienta a nadie. El hecho de que la declaración sea
tomada por un funcionario no identificado, tampoco calienta a
nadie. No se le informa al imputado de ninguno de sus derechos,
ni se le explica la acusación. Si yo no hubiese solicitado que se
me muestre el expediente, tendría que haber declarado “en
blanco”. Pero si el imputado no está en condiciones de estirar por
los pelos algún abogado que le asista en la sorpresiva audiencia,
todo se cancela. Y si insiste en presencia de un juez, también se
cancela la audiencia. De manera que el afectado está obligado a
participar de la anarquía burocrática ¡Y después el juez siquiera
se da al trabajo de leer las declaraciones del imputado, antes de
imponerle prisión preventiva!
Debería haber decidido inmediatamente después de la
audiencia, pero sólo lo hace al día siguiente, si son verdaderas las
constancias en el expediente, si bien desconfío que lo hizo recién
al segundo día, visto que mi esposa se fue al día siguiente
aproximadamente a las 13:00 hs., a consultar si ya se había
decidido algo, y le dijeron que todavía nada. La falsedad en
documento es cosa común y corriente en este ámbito, como lo
son la falsedad de informaciones dadas a litigantes.
En este evento tengo oportunidad de leer el acta de
imputación y la resolución que dispone la doble detención. Lo que
es más extraño, el fiscal solicita 4 meses, no para “finalizar la
investigación, con la mayor diligencia” (Art. 324, C. P. Penal), sino
“a fin de realizar un análisis más profundo de las cuestiones
44 13 Días en las Mazmorras del Paraguay

planteadas ante esta Unidad Fiscal y de poder Formular la


Acusación o el requerimiento que estime pertinente, conforme lo
dispone el Art. 324 del C. P. P.” Las circunstancias de los hechos
“denunciados” son harto conocidas por el fiscal, quien fue el
principalmente protagonista, asimismo conoce a los “testigos”,
como resulta del escrito inicial de la carpeta fiscal, por lo tanto no
existe necesidad de ninguna investigación. Si necesita 4 meses
para realizar análisis de los hechos y formular acusación, pone en
manifiesto su aberrante ignorancia. Supuestamente se trata de
abogado, abogado que ha ejercido profesión de fiscal hace mucho
tiempo, pero es incapaz de interpretar hechos sencillos como los
relatados en su escrito, y necesita de 4 meses para – ¡formular
una acusación!
Esto da un claro panorama de la calidad de los
profesionales que campean en el Ministerio Público y en el Poder
Judicial (que acepta sin reparo la absurda petición fiscal). Queda
evidente más una vez que a nadie interesa la recta aplicación de
justicia, sino únicamente las posibilidades de extorsionar, de
jugar y abusar con la vida y la libertad de las personas, aún sin el
menor respaldo legal.
Terminada la audiencia, y recuperando la esperanza de
una pronta decisión, y en consideración que en el expediente no
había constancia alguna de algún supuesto hecho que aún
lejanamente puede ser considerado delito, ni petición de prisión
preventiva por el Fiscal, podía presumir que prontamente
recuperaría mi libertad. Pero todo en vano. Por ello, la tarde del
mismo día reinicié mi huelga.
Lugo de la declaración, se me hace volver a la cárcel.
Espero alguna resolución para la tarde, visto que, de acuerdo a la
Ley la misma debe ser dictada inmediatamente después de la
audiencia, y dentro de las veinticuatro horas de haberse privado
a una persona de su libertad (ya habían trascurrido 5 días). Pero
no pasa nada. Por ello presento solicitud (después de problemas
para su presentación, pues nadie quería dar recibo), de
urgimiento en pedido de excarcelación. Esta tarde es la primera
vez que como un poco del caldo que se sirve en la cárcel: Fideos
cocinados a exceso, y porotos aún un poco duros. El cebo
contenido en el caldo se pega al cielo de la boca. Pero el gusto es
agradable, si bien le falta un poco de sal.
Uno de los internos del calabozo tenía un termo. A la
noche anterior se lo entregó a otro recluso, que puede circular
libremente por el patio, para que traiga agua caliente para el
Hans Otto Kroeger Kaethler 45
mate. Pero ya no volvió más. Por ello se empieza a fabricar un
calentador casero: A dos cucharas, (una con mango plástico, la
otra con mango de madera, era lo que se tenía), le atan pedazos
de cable eléctrico, justo donde la cuchara pasa al mango. Luego
envuelve cada cuchara, en la parte donde el cable hace contacto,
con tiras de bolsas de plástico, que hace las veces de
aislamiento. Luego atan ambas cucharas juntas, de espaldas, de
manera que la parte no aislada de las cucharas queden espaldas
a espaldas, separadas entre sí, en la parte más cercana, en
aproximadamente 2 mm. Este conjunto se mete en una jarra de
plástico (no se lo puede hacer en recipiente de metal, habría un
corto circuito inmediato) y se la carga con agua. Como no hay
enchufe en el calabozo, se pasa la jarra a la pieza contigua, un
reservado, que se acaba de ocuparse justamente con un
“inquilino” y su pareja. No se puede ver quien está de este lado,
ni quien está del otro, pero se consigue hacer pasar el
instrumento, y se pide para que lo enchufe. Es lo que hace
amablemente el vecino. Pero después de un rato dice que la cosa
no funciona, no calienta. Se le responde que deberá funcionar,
tiene que tener nomás un poco de paciencia. Pero efectivamente
no calienta. Algunas consultas, y se llega a la conclusión que el
enchufe tiene problema. No sé si había otro enchufe, o si se
consiguió resolver el problema del enchufe; ¡Lo que sé que diez
minutos después había agua caliente! A partir de este momento
ya no había necesidad de incomodar a nadie por el agua.
La jarra se había hecho de un recipiente de lavandina de
dos litros, a la cual se había cortado la tapa.
Tomo algún mate con los demás, y después trato de
dormir. Me es difícil, pues se está fumando cigarrillos y marihuana
el tiempo todo, y el humo hace con que me sienta mal. Sólo
después de la media noche, cuando la pieza se había ventilado
un poco, conseguí dormir.
Este día mi esposa me dio otra vez 5.000 Gs. Los oculté
dentro de una media, que metí en el bolsillo de mi pantalón. A la
mañana siguiente el dinero había desaparecido.
Martes, 12 de Abril
Cerca de las 7:00 horas, dos de los compañeros de
calabozo, que habían levantado su huelga de hambre, fueron
llevados otra vez a los pabellones. Nos felicitamos los que
quedamos, pensando que finalmente habría más lugar para los
cuatro que restamos en el lugar: ¡Ya habría un colchón para cada
uno!
Vanas alegrías. Al rato ya se hace ingresar a un joven,
quien fue atacado por otro interno con un listón con clavo en la
punta. Fue golpeado con el listón, incrustándose el clavo en su
pierna. Es internado en nuestro calabozo a efectos de
“resguardo”.
Antes había sido medicado en “sanidad”, donde le
pusieron un curativo, y le dieron píldoras, aparentemente
antibióticas. Se le debería haber administrado también vacuna
antitetánica, pero no me consta que se lo haya hecho. El remedio
que le entregaron se encontraba con fecha de validez vencida
hace tres meses. Preguntó si era peligroso tomarlo, pero le
explicamos que era mejor tomarlo que quedar sin medicación. Sé
por experiencia propia lo desagradable que son las infecciones
que se siguen a una herida con clavo herrumbroso. Realmente
tuvo suerte por no haberse infectado su pierna.
Ahora ya somos cinco otra vez, para ocupar cuatro
colchones. Y como es normal, ante el ocio del encierre total y
completo, sin contacto con el mundo exterior, cualquier cosa es
diversión. Inmediatamente comienza el juego de preguntas y
respuestas. Por qué estás, qué te hicieron, quien es tu abogado,
cuanto te piden para salir, donde vivís, etc. Las interrogaciones
de siempre.
A la media mañana comparece el Juez de Ejecución.
Pregunta por uno de los internos que ya cuenta con 6 años y 3
meses de prisión, indagándole sobre su caso. Recibe como
respuesta que no lo sabe, visto que se encuentra privado de
libertad ya durante más de 6 años. Le reta el juez: “Cómo no vas
a saber como anda tu causa. Por qué no averiguas. Como no vas
a saber de tu abogado, por qué no lo llamas. Qué lo que está
reclamando de balde.” Indaga a la secretaria de la penitenciaría,
que le acompaña, sobre el caso, y ésta le responde que, según
las constancias en los archivos de la cárcel, estaría con una
Hans Otto Kroeger Kaethler 47
condena, pero no se sabe por cuanto tiempo fue condenado. Me
explota el alma ante un tratamiento tan sádico: cómo se va a
exigir de un recluido, que durante seis años no salió de la cárcel,
del estado de su causa. Cuando no hay más dinero, no hay mas
abogado. Esto lo saben todos, todos aquellos que se callan sobre
el tema. Y viene un Juez de ejecución, encargado del “control de
la ejecución de sentencia” (sentencia que no se sabe a seguro ni
si existe, ni cuanto tiempo deberá durar), encargado del “trato
del prevenido y el cumplimiento de los fines de la prisión
preventiva” (Art. 43, C. P. Penal) (aparentemente en la causa se
habría interpuesto una apelación que todavía no se resuelve), y
exige, que la persona privada de su libertad, de toda posibilidad
de defensa en juicio, de cualquier posibilidad de informarse sobre
su causa, le diga que pasa en su juicio. Bello sistema judicial que
tenemos.
El recluso injuriado aún tiene oportunidad de acarar que,
apenas consigue un poco de plata, llama a su abogado, pero
nunca obtiene respuesta. Aparentemente no le importa al Señor
Juez la situación. Pero finalmente promete echar vistazo a cada
uno de los procesos de los que se encuentran en huelga de
hambre.
Aparentemente a su salida hizo saber mis comentarios
frente a su actuación a la guardia, pues apenas aparece mi
esposa, ya se le hace saber sobre mi posición poco “respetuosa”
ante la “Autoridad” del juez. Por mi parte no soy objeto de ningún
tratamiento represivo, ninguna sanción por los guardiacárceles.
De alguna manera, me doy cuenta, respetan mi posición decidida
ante la corrupción y desidia judicial, de la misma manera, como lo
hacen los internos, víctimas de la misma.
Para quien no está acostumbrado a éste ámbito, no tiene
la menor idea de cómo funciona la “justicia”. Es que aquí no se
mide la estadía en la cárcel por el tiempo de una eventual
condena, sino por el monto que hay que abonar al Juez o Fiscal
para obtener libertad. Esto se nota principalmente en los
delincuentes profesionales, que, al ingresar ya saben
exactamente el monto que deberán pagar para salir. Los que
quedan preso por más tiempo, en su mayoría son “delincuentes”
ocasionales o accidentales, que cometieron alguna violencia en
momento de exasperación, o al defenderse de un ataque de
asaltantes o homicidas. Asimismo se encuentra alta
concentración de extranjeros, principalmente brasileños, gente
que no cuenta con el “apoyo logístico” que ampara a los
48 13 Días en las Mazmorras del Paraguay

delincuentes profesionales paraguayos, y por lo tanto “pagan el


pato”, al sólo efecto de que la llamada “justicia” paraguaya
simule alguna “eficacia” en el combate a la delincuencia.

Las personas que no se adecuan al “esquema” son


profesionalmente extorsionadas por los abogados, por los
fiscales, por los jueces, policías y guardiacárceles, hasta que ya
no les sobre mas nada. Una defensora pública me dijo una vez,
que el juez le “hace vender el último chancho” a los familiares de
una víctima de este sistema corrupto, antes de conceder libertad.
Es un sistema mafioso, conocidos por todos, y sobre el cual todos
se callan, a fin de no recibir castigos como el que ahora se me
aplica.
Y con ello la degeneración del sistema legal sigue
galopante, infrenable.
Por un lado, está el sistema penitenciario, que no es sino
una “Universidad del Delito”. Se mezclan allí, contra toda ciencia
de la política penal, detenidos, prevenidos y condenados, de
manera absolutamente promiscua, oportunistas con asaltantes,
asesinos e inocentes. Corruptos con corruptores. Y se
intercambian experiencias: cómo se puede burlar el sistema, cuál
abogado es el mejor negociador, cuál el juez que cobra menos
por sus sentencias, quienes son los policías que se asocian a los
delincuentes, cómo proceder para levantar un vehículo, cómo
proceder para venderlo, dónde se consigue documentos falsos,
dónde se puede colocar mercadería robada, dónde se puede
comprar mercadería de procedencia dudosa, dónde se puede
conseguir armamento, ya sea de alquiler o comprándolo, cómo
funciona el lucrativo mercado de estupefacientes. Las personas
que ingresan, inmediatamente son puestas en contacto con el
mundo de las drogas, se hacen nuevas amistades, se contrata
nuevas sociedades, se crean nuevos sindicatos delictivos. Es
enseñanza global y completa, para toda duda habrá en algún
momento un profesor que pueda esclarecerla, tiempo para ello
hay de sobra. Un sistema mucho más eficaz que la mejor
universidad del mundo, visto que los internos no pueden acceder
a ninguna actividad que distraiga la atención de la materia
universitaria: El crimen, el delito, la corrupción, la manera fácil de
hacer dinero.
Y por otro lado está el sistema judiciario absolutamente
corrupto, el cual ve en el interno, no una persona, sino cifras:
¿Cuanto puede pagar por su libertad? ¿Tiene parientes que
Hans Otto Kroeger Kaethler 49
pueden ser extorsionados? ¿Cuál es la mejor manera de
extorsionarlo? ¿Cómo le haremos entender que no le protege ley
alguna? ¿Cómo podemos aniquilar su personalidad? ¿Cómo
podemos hacer callarlo? ¿Si tiene todavía un tío que tiene dinero,
cómo le podemos quitarlo?
Si leemos las carpetas fiscales, los expedientes judiciales,
notamos rápidamente que nada interesa los hechos que se
persigue. No tratan del supuesto hecho investigado, ni mucho
menos se nota en ellos cualquier interés de descubrir la verdad,
sino que se limitan a cuestiones formales, a actuaciones vacías, a
aglomeración de papeles. Llaman a declarar a víctimas,
imputados y testigos, hacen con que las declaraciones sean
tomadas por algún empleadito, sin que acompañen las mismas,
pues no tienen absolutamente ningún interés por los hechos. Se
trata nada más que del arte de acumular papeles al sólo efecto
de simular actividad, de solicitar oportunamente o levantamiento
de prisión, condena, o cualquier otra cosa, acorde a las sumas
ofrecidas o a las conveniencias del caso, sin que en las
resoluciones se pueda observar cualquier fundamento válido para
ello. Las así llamadas fundamentaciones no pasan de
afirmaciones vacías, muchas veces notoriamente falsas,
afirmaciones genéricas tan vulgares y desprovistas de razón, que
siquiera merecen ser calificadas de falacias o sofismas. No
contienen cualquier mención a las argumentaciones de defensa
ofrecidas por las partes, o por lo menos se descarta sin
comentarios la defensa de la parte que será perjudicada,
haciendo de la defensa acto inocuo.
Este sistema perverso obliga a todos los abogados y
funcionarios a participar en el mismo. El funcionario que no
participe callado, pierde su cargo, su nombramiento. Sólo es
ascendido, nombrado Juez o Fiscal quien antes ya ha demostrado
su apoyo al sistema. Así no es raro que se nombre juez o fiscal a
quien había sido suspendido en alguna oportunidad en las
funciones judiciales por algún exceso en el ejercicio de las
mismas. Y corre la abierta voz de que se paga fuertes sumas de
dinero para obtener estos puestos.
Los abogados que se oponen al sistema son
“boicoteados”. Sus peticiones no son resueltas, sus ungimientos
desatendidos, los jueces se inhiben de los mismos. Y cuando
finalmente se resuelve, las resoluciones salen contrarias a los
derechos e intereses de sus defendidos. En estas circunstancias
el imputado, pensando que todo es culpa del defensor,
50 13 Días en las Mazmorras del Paraguay

finalmente contrata otro abogado, e inmediatamente se resuelve


las cuestiones planteadas, se concede libertad. Así se socava la
buena fama del abogado honesto, y se apoya la actividad del
abogado corrupto, que hace de intermediario entre litigante y
fiscal o juez.
Todo este sistema mórbido el legislador “trató” de eliminar
con la implantación de un nuevo código procesal penal, que
contiene plazos concretos que obligan también a juez y fiscal,
plazos perentorios, dentro de los cuales el juez debe decidir sobre
libertad, el fiscal debe acusar, el juicio debe terminar. Pero todo
es letra muerta. Todo lo que hace referencia a plazos, es como si
no existiera. La misma Corte ha decidido que los plazos son
“meramente indicativos”. Y a fin de esquivarse de la
perentoriedad del plazo de la etapa preparatoria, confunde
procedimiento con procesamiento.11
Asimismo se tiene por inexistentes los derechos de la
víctima12, las obligaciones referentes a la notificación 13, las
obligaciones de informar a la víctima del curso de las
investigaciones y de escuchar sus reclamos,14 son nulos e
inexistentes todos los derechos del imputado,15 así como también
se anula su voluntad. No se le permite jamás defenderse por sí
mismo, pese a ser un derecho constitucional,16 y su abogado le
obliga a mentir en sus declaraciones, aún contra su voluntad.
Finalmente, callados los reclamos de las partes, se juzga con base
a hechos supuestos, absolutamente diferentes de aquellos que
habían alegado las partes en sus primeras intervenciones, se
discute formalismos, y se condena, sobresee o absuelve en base
a afirmaciones genéricas de origen desconocido.
Toda la actuación del Poder Judicial, incluido en ello la
actuación del Ministerio Público y de los auxiliares de la justicia,
no pasa de un circo, de una comedia tragicómica basada en
dramas inventados previa anulación de la capacidad de
manifestarse de las partes. Estoy absolutamente seguro que ni el
uno por ciento de las condenas dictadas en Paraguay resisten a
un riguroso análisis lógico-legal, y deberían ser casadas,
11
Ver Ac. y Sentencia 632, de 5 de Oct. 2001, Sala Penal de la S. C. J.
12
Art. 68, C. P. P.; Art. 16, C. N.
13
Art. 151 al 164 del C. P. P.
14
Art. 9º, Ley Orgánica del Ministerio Público
15
Art. 11, 12, 16, 17, 19, y 20 de la C. Nacional; Art. 1, 3, 4, 5, 6, 9, 10, 12, 13, 75 y otras
del C. P. Penal. Art. 7 y 8 del Tratado de San José de Costa Rica.
16
Art. 17, inc. 5º; Art, 40. Art. 6, C. P. Penal.
Hans Otto Kroeger Kaethler 51
revisadas, reformadas. Se encuentran plagadas de falsedades,
distracciones, sofismas, generalidades, afirmaciones vacías, y
utilización de “pruebas” obtenidas con violación a la Ley.
La posibilidad de defensa es restringida al máximo, no sólo
por la ilegítima privación de libertad y amordazamiento durante
la etapa preparatoria, sino también mediante abierta restricción
al derecho de defensa durante el juicio oral, donde sin más ni
menos se limita el derecho de hablar, se descarta sin fundamento
medios de prueba, y se pasa en alto lo manifestado por las partes
y por los testigos cuando no condice con el tenor de la sentencia
que pretenda dictarse.
Jueces y fiscales reciben protección incondicional de sus
pares. Mientras se encuentran en el ejercicio de las funciones, las
denuncias contra ellos son desestimadas bajo el argumento de
que:

“… no corresponde que el Agente Fiscal interviniente en


este caso MANUEL TRINIDAD, pueda tener intervención para la
investigación de ningún Magistrado ya sea Jueces o Agentes
Fiscales, en todo caso debería presentar la correspondiente
denuncia ante el FISCAL GENERAL DEL ESTADO, y si encuentre
merito suficientes sobre algún delito cometido remitir los
antecedentes al JURADO DE ENJUICIAMIENTO DE MAGISTRADOS,
quien es el único órgano competente par investigar cualquier
caso que afecte a Magistrados sea jurisdiccionales …
… por lo que esta magistratura Judicial analizadas las
normas procesales citadas mas arriba es del criterio que no
corresponde que el Agente Fiscal Abog. MANUEL TRINIDAD,
pueda tener intervención para la investigación de ningún
Magistrado, ya sea de jueces o Agentes Fiscales …”

(A. I. Nº 497,de 15/11/01, C. del Este, Mario A. Aguayo


Rodríguez, causa Nº 2781, contra Lulio Vicente Gamarra.)17

17
Opiniones similares han expedido los fiscales y jueces Lulio Vicente Gamarra (Causa
1658, requerimiento del 31 de Julio de 2000); Cantalicio Avalos (Causa 323, resolución de
fecha 04/05/01), Cantalicio Avalos (Causa 324, resolución del 04/05/01), Beatriz Venialgo
(Causa 1658, A. I. Nº 248 de 07/08/00), Carolina Gadea (Causa 2066, requerimiento Nº
96, 14/09/00), Manuel Trinidad Colmán (Causa 2781, requerimiento de 13/11/00), Alfredo
Acosta Hein (Causa 1944, requerimiento de 18/09/00), Fátima Burró (Causa 2782,
requerimiento Nº 243 de 02/11/00), todos del Alto Paraná. Aníbal Cabrera Verón, ex Fiscal
General del Estado (Resolución Nº 274, 28/05/99). Todo en violación directa al Art. 13 de
la Ley de Enjuiciamiento de Magistrados, párrafo ultimo, y Art. 328 del C. P. Penal.
52 13 Días en las Mazmorras del Paraguay

Una vez que hayan sido separados del cargo, reiterada la


denuncia en conformidad con el Art. 305 del C. P. Penal, ésta es
rechazada nuevamente, bajo los siguientes argumentos
increíbles:

“Que, luego de haber realizado gestiones propias de la


investigación, la Representante de la Sociedad manifiesta que los
hechos punibles que fueran denunciados y emanados en tiempo
pasado se realizaron cuando el Abogado Lulio Vicente Gamarra
se desempeñaba como funcionario del Ministerio Público, y como
en la actualidad el citado profesional ya no ejerce dichas
funciones, resulta infructuoso reiterar la misma denuncia, debido
a que los hechos punibles denunciados se deben perseguir en
contra de un funcionario que se encuentra en el ejercicio de sus
funciones, y en este caso especifico el mismo ya no posee tal
calidad.
“Finalmente y habiendo examinado los dispositivos
procesales reunidos, ésta Judicatura, plenamente se adhiere a la
postura asumida por la Agente Fiscal…”

Se trata del Auto Interlocutorio Nº 1223, de fecha 16 de


noviembre del 2004, dictado por la Juez de Garantías de C. del
Este, Norma G. de Martínez, autorizada por Abog. Roxana Zárate
T., a solicitud de la Agente Fiscal Carmen Chávez de Talavera.
Así la protección a los delincuentes del sistema judiciario
es absoluta: Mientras se encuentra en el ejercicio de las
funciones, se encuentra protegido por fueros e inmunidades. Una
vez fuera del cargo, no habrá investigación, pues cometió el
delito en el ejercicio de la función, cargo que ya no ocupa. Entre
todas las aberraciones ya producidas por la justicia, esta es una
de las más extravagantes. Y no hay donde reclamar ni denunciar.
Siempre, indefectiblemente, habrá protección.
El ciudadano común está expuesto irremediablemente a la
delincuencia, corrupción, anarquía, terrorismo, autoritarismo,
dictadura e tiranía judicial.

Mientras, lo que me resta hacer, es continuar a relatar mi


experiencia.
Poco después de haber recibido el nuevo inquilino, se sirve
desayuno. Normalmente para el desayuno se sirve café de soja
con leche de soja, con exceso de azúcar. Es mezcla bastante
nutritiva, si se pasa en alto la falta de vitaminas que propician
Hans Otto Kroeger Kaethler 53
frutas y verduras frescas. Los domingos y los lunes a la mañana
se sirve cocido dulce, por no funcionar la fábrica de leche de soja
los sábados y domingos. Lo mismo ocurre cuando se corta la
leche de soja, cosa que aparentemente ocurre a menudo. En
estos casos se tira la leche. Me parece que siempre,
invariablemente se utiliza azúcar brasileño, visto que siempre se
trae a nuestro calabozo las galletas dentro de bolsas de azúcar
brasileño. Evidentemente el Gobierno pretende que el ciudadano
común compre el producto paraguayo, más caro, prohibiendo la
importación de azúcar brasileño, pero de alguna forma este
mismo gobierno elude la prohibición, adquiriendo por su vez el
producto prohibido, para reducir los gastos reales, pero
ciertamente no los gastos contables.
Los dos personajes que nos abandonaron, llevaron el
espejo. Ya no había forma de ver quien pasaba afuera. Finalmente
uno de los internos tuvo una idea: Si se forzaba el portón de reja
hacia fuera, se conseguía quitar su parte superior lo suficiente del
marco, para poder ver el patio. Se calzó la puerta con un hueso
(siempre disponibles) (el primero era demasiado grande, el
segundo sirvió), y quedó abierta una rendija. Se volvió a tener
contacto con el mundo exterior, y volvieron las “relaciones
comerciales”.
Este día mi esposa comparece a la visita extremamente
desanimada y desesperada. No había encontrado abogado que
patrocine los escritos de defensa. Me trajo algo de comer, pero no
como, sigo con mi huelga. Se burlan de ella en los juzgados, no le
hacen caso, le mienten, le niegan información, y las
presentaciones son ignoradas.
Uno de nuestros colegas de calabozo ha obtenido la
regalía de visita íntima para esta noche. Por lo tanto se le pasa al
reservado al lado. Hace esta vez el trabajo de calentar el agua
para el mate con el calentador improvisado. Quedamos otra vez
entre cuatro. ¡Uno para cada colchón! Pero nuevamente son
alegrías vanas.
Mi esposa me había traído el diario Vanguardia del día. En
el mismo aparece en portada la siguiente noticia: “Luego de feroz
balacera, es aprehendida peligrosa banda de asaltantes y
secuestradores, entre ellos refugiados de las cárceles de Río de
Janeiro y Foz de Iguazú”. Uno de mis colegas de calabozo dice: “A
éste le conozco, es la persona tal y tal, su hermano se encuentra
preso al lado, en el pabellón tal y tal.” Apenas tuvieron
54 13 Días en las Mazmorras del Paraguay

oportunidad de leer el diario, y antes que me toque la


oportunidad a mí, hay movimiento en la puerta.
¿Quién se presenta? ¡Noble y distinguida visita! Cinco de
los “asaltantes y secuestradores” de la portada del diario, que
son recibidos con efusivos saludos: “¿Vos no eres el hermano de
tal y tal?” “Si por supuesto soy yo.” “¡Lo dije, apenas vi la foto en
el diario, apenas leí el reportaje, dije: esto es tal persona. ¡Dije
luego! ¡Te reconocí!”
“Por qué estás, cual es tu bronca, qué te hicieron, quien es
tu abogado, cuanto te piden para salir, donde vivís, etc.” El
interrogatorio acostumbrado.
Ya tienen fijado el precio para la salida de la cárcel:
Setenta millones. Se lían nuevas sociedades: Uno tiene clientes
para marihuana, cocaína y crack en Brasil. Otro tiene contactos
para obtener las mercancías. Se puede llevar tantos kilos de
marihuana de tal manera. Pero no es muy conveniente, pues
ocupa lugar y pesa, además tiene poco valor. Mejor hacer
negocios en gran escala. Cocaína, Heroína, Pasta, crack. Crack
no, pues resulta más económico llevar pasta, y fabricar el crack
en el lugar de su venta. Uno del grupo dice que tiene a su
disposición una aeronave. Aumentase por lo tanto la sociedad. Ya
no se va mas a asaltar bancos, ya están demasiado bien
resguardados y se hace peligroso, hay que buscar nuevas
alternativas de negocios. Uno se lamenta de haber perdido en Foz
200.000 reales, producto de un asalto. A otro se le ve con un
anillo de oro en el pulgar. Se lamenta, fue la única cosa que pudo
salvar a la hora del allanamiento, lo metió en la boca, y no tuvo
tiempo de ocultar el resto de “sus” joyas. Le quitaron todo: reloj,
pulseras, anillos gargantillas. A otro la policía le quitó cuatro mil
dólares. Y sin hablar del arsenal perdido: granada, armas
automáticas, armas cortas.
“Tal policía es “legal”, podes confiar en él, te avisará
cualquier problema. El otro, tal y tal, es rematado, no te vaya
meter con él que vas a tener problema.” Informaciones valiosas
para la supervivencia en las calles.
Comentario: “Acá dice en el diario quien fue el informante
de la policía. Es tal y tal persona. Ndee., justo éste. Te dije para
no meterte con él, yo desconfié luego.” “Quien es, quien es?” “Y
este que vino pedir tal y tal cosa.” “Ndee.”
Le deseo salud y protección divina al pobrecito. Lo
necesitará.
Hans Otto Kroeger Kaethler 55
Ahora somos nueve encimados en un calabozo que sólo
comporta cuatro colchones. Es lo que nuestro Gobierno llama de
institución para “readaptación de los condenados” (Art. 21, C. N.),
“evitar promiscuidad”, “no provocar otras limitaciones que las
imprescindibles para evitar la fuga o la obstrucción de la
investigación” (Art. 254, C. P. Penal).
Los compañeros de celda me dicen que no me alarme, que
en cierta oportunidad ya se había tirado 26 personas en los dos
calabozos (al la derecha de nuestro calabozo había otro de igual
tamaño, la privada, de dimensiones similares, se encontraba a la
izquierda), y que éstas 26 personas pasaron varios días de esta
manera.
Mientras tanto continúa la fiesta. Se consigue un poco de
jugo en polvo, se lo prepara, y se invita a la visita. Se compra
algo de leche, algunas bolsitas de galletitas, y hay para dar de
cenar a los invitados, que todavía no tuvieron oportunidad de
comer nada. El diario circula de mano en mano, y se lee hasta los
últimos detalles sobre el caso. También las demás noticias, y los
clasificados merecen alguna atención (con algo hay que
alimentar al espíritu).
Pero no termina con esto. Se escucha un tiro afuera. Poco
después aparece nuevamente la guardia ¡y trae más dos
personas para hacernos compañía! El “capataz” de nuestra celda
esboza algún reclamo, pero no se le hace caso, y los dos pasan a
hacer parte de la “fiesta”.
Se reinicia todo el procedimiento del interrogatorio: Cual
es tu bronca, cuanto te piden para salir, porqué se les trajo acá,
etc. Parece que uno de ellos, al ver pasar al director de la cárcel
frente a la “ventana” enrejada de su calabozo, le pidió de forma
poco respetuosa que le traiga un poco de yerba para el tereré.
Por ello fueron desalojados, castigados con el “doce” (listón de
aproximadamente 1 por 2 pulgadas, creo que ya expliqué su
funcionamiento), y traídos al calabozo. Durante el procedimiento,
a uno de los guardias, increíblemente torpe, le escapó un tiro de
su arma, era lo que habíamos escuchado. Parece que por suerte
dio al aire, y nadie salió lastimado. Es evidente que ninguno de
los guardias recibió instrucciones sobre porte de armas. Siempre
andan de arma en mano, arma cargada, sin cualquier cuidado
sobre la dirección a la cual apuntan. Y hay entre ellos algunos que
se han acostumbrado jugar con el arma como pasatiempo,
descargándola, y cargándola, haciendo estallar ruidosamente su
mecánica.
56 13 Días en las Mazmorras del Paraguay

Uno de los internos, más experimentados, explica a los


dos, que a partir de ahora recibirán el castigo con el “doce” todos
los días por la mañana, por el período de un mes. Buenas
perspectivas.
Estamos ahora once personas para comer, movernos,
sentarnos, caminar, dormir, y principalmente “readaptarnos a la
sociedad”, en un espacio de aproximadamente ocho metros
cuadrados. Asimismo se divide con los demás los cigarrillos, y
sobre todo, marihuana. La marihuana fue traída por uno de los
guardias. Un individuo del grupo nuevo aparentemente no se
halla muy habituado todavía a fumarla, pues, se le nota extraño,
callado y medio mareado. A mi lado se encuentra sentada una
persona del grupo de “asaltantes y secuestradores”, que, de
acuerdo a la conversación, concluyo se podría tratar del jefe de la
banda. Cuando la cosa se calma un poco, empieza a leer en una
Biblia de tamaño respetable, que aparentemente trajo entre sus
cosas. Lee un rato, y luego me dirige la palabra, preguntándome
si creo en Dios. Toda la situación me parece un poco ridícula, pero
con la mayor seriedad posible trato de explicarle que no creo ni
en Dios, ni en el Diablo, y que soy de la convicción de que toda
persona es responsable por sus propios actos, y que no creo que
pueda culpar algún diablo de lo que hago. Le parece, por
supuesto bastante extraña mi respuesta, y se dirige a otro
compañero que le da más atención. Después de una predicación
y meditación constructiva de aproximadamente media hora, mi
vecino empieza a rezar por cerca de cinco minutos.
Después de que todo se calma, se empieza a trazar planos
y estrategias. Se habla sobre levantamiento y reducción de
vehículos, asalto a bancos, secuestro, tráfico. Todas las
posibilidades son analizadas y discutidas. Personas en que
confiar, contactos, etc.
Cada uno trata de acostarse o acurrucarse como puede, y
tratamos de dormir. En tan poco espacio por supuesto es difícil
dormir entre tantas personas. Pero consigo dormitar un poco.
Varias veces durante la noche reempieza su plegaria mi vecino.
Ciertamente se trata de un feligrés asiduo frecuentador de la
Iglesia, cristiano respetable, que posiblemente en algún momento
después de su muerte será beatificado por la Santa Iglesia.
Es posible que la superlotación sea consecuencia de mis
comentarios a la mañana, frente al Juez de Ejecución. No lo sé,
peri sí sé que sería el tipo de táctica normalmente utilizado por
nuestra justicia para “reeducar” a los internos procesados. Se
Hans Otto Kroeger Kaethler 57
busca de toda y cualquier forma aniquilar la personalidad,
humillar, demostrar ante el oprimido el poder superior ilimitado
del juez, que no se somete a ninguna disposición legal.
Durante esta noche pasa a menudo y silenciosamente un
guardia ante el calabozo, aparentemente en la espera de algún
motín, que sería consecuencia natural ante esta situación de
desrespeto absoluto a la persona humana. Si fuéramos simples
animales, las organizaciones protectoras de los mismos
levantarían duras críticas a tal tipo de tratamiento. Pero
lastimosamente no somos más que basura humana.
Caso hubiera habido un leve principio de desorden en la
celda, indudablemente se juntarían un montón de guardias para
aplicar indistinto y ejemplar castigo. Y no me olvido que es a mí
que se tiene en mira. Yo constituyo el peligro a la mafia judicial.
Yo soy el animal que no se doblega ante la tiranía y dictadura
judicial. Es a mí que se debe castigar al máximo, y no a aquellos
que oportunamente pondrán la suma requerida en la mano de los
jueces y fiscales.
Lo que más me preocupa no es tanto un eventual ataque
de los compañeros de calabozo, quienes tienen más respeto por
la persona humana y por honestidad que los jueces, sino la pipa
de crack se ha escondido debajo de los colchones. Si hay un
motín se encontrará la pipa, ¿y quién será responsabilizado? ¡Por
supuesto, el “alemán brasileño” que no “respeta” la “autoridad”
ilimitada de los jueces y fiscales, ni se calla ante injusticias
sufridas. Finalmente tendrían algo palpable contra mi persona. Y
por supuesto, enjaulado en este espacio reducidísimo con unos
cuantos fumadores de marihuana y crack, me veo obligado a
inspirar, aún que no lo quiera el mismo aire que apesta a humo
de marihuana, y cualquier test de estupefacientes que se hiciera
en mi persona, daría resultado positivo. ¡Habría finalmente una
causa penal auténtica contra mí, cosa que se está esperando
hace años, mientras siguen acusándome de hechos ridículos que
no pueden probar.18
18
En 1996 fui “denunciado” por una persona inexistente, quien sería al mismo tiempo la
víctima. Supuestamente dio un nombre y número de cédula falso. En realidad todo fue
preparado por el abogado Herminio Aranda Cardozo, y el Juez de Paz Albino Heradio
Rojas García. La causa hasta hoy no tiene decisión final. Una queja por retardo interpuesto
ante la Corte por mí, no se resuelve.
En realidad es el principio de todos mis casos con la “Justicia”, puesto que no
tardo en denunciar la corrupción, y fiscales siguen encubriendo jueces, que siguen
encubriendo fiscales, cometiéndose siempre nuevos delitos, mientras yo sigo denunciando,
y mientras la “Justicia” sigue fabricar una acusación de algún “delito” por el cual me
58 13 Días en las Mazmorras del Paraguay

Por ello mismo trato de apartarme de toda la


conversación, y comportarme, dentro de lo posible, de manera a
pasar desapercibido, lo que, desde luego, no me impide de
escuchar.
Lo que me sorprendió es, que conseguí dormir algo
durante la noche. Ya tengo un lugar un poco más privilegiado en
la celda. Mientras otros no tienen lugar suficiente para
extenderse, yo sí lo puedo hacer.
Cuando ingresé e la cárcel, los internos inmediatamente
me tildaron de “Gusano Menoquio”, en “honores” a un personaje
de la alta esfera criminal, que hizo de las suyas en Asunción, para
finalmente ser detenido, hace, poco, en Argentina. Se trata, como
yo, de persona de constitución física alta y flaca, muy parecida
con la mía.
Ahora ya había ascendido a “doctor”, y por más que diga
que no soy doctor, ni siquiera abogado, no se me hace caso. Ya
tengo a mi disposición un “secretario” quien busca servirme de
todas las maneras, me pasa la ropa, se ofrece a lavarla, me cede
su cama cuando no hay espacio para todos.
Evidentemente los internos, aún que se trate de personas
que en algún momento cometieron algún delito, sienten respeto
ante una persona íntegra, honesta. Todo lo contrario al “Poder
Judiciario” y sus secuaces, quienes, lo único que buscan, es
someter a las personas a la corrupción, y obligarles a pagar por
los “servicios” de justicia, y por lo tanto constituyen malísimo
ejemplo para aquellos a quienes “juzgan”.
Desde 1996 en varias oportunidades he hablado con los
jueces, solicitándoles que resuelvan las causas en las cuales yo
era parte, ya sea como imputado o denunciante. Hubo varios
jueces e integrantes de salas de Apelación que ofrecieron
“ayudarme”, pero ninguno que prometiera hacer justicia. Mi
reclamo, diciendo que no quería ayuda de nadie, sino solamente
justicia, no son capaces, siquiera, de comprender.

pueda condenar.
En 1997 me querella el juez de la misma causa por difamación injuria y
extorsión. En esta causa hace pocos meses ha quedado firme el sobreseimiento. En 2001 la
Fiscal Haydee Barbosa me denuncia por resistencia. La fiscalía, pese a mi insistencia, se
ha negado a investigar el hecho.
Durante estos años los jueces constantemente han aplicado “medidas
disciplinarias” sin nunca dar la menor chance de defensa. Es más, en algunos casos
siquiera se ha dejado registros de las medidas aplicadas, ni se sabe quién las haya
ordenado, y los recursos de Hábeas Data interpuestos al efecto se ha rechazado en primera
instancia, durmiendo ahora indefinidamente en la segunda instancia.
Hans Otto Kroeger Kaethler 59
La “ayuda” de un juez jamás será justicia, y se
subentiende que no es gratuita, mientras la “justicia” la
“legalidad” es justa y gratuita. No es nada más que esto lo que
reclamo. Y es justamente lo que no interesa a nuestro llamado
Poder Judicial.
60 13 Días en las Mazmorras del Paraguay

Miércoles, 13
Por increíble que parezca, pude dormir un poco.
Apenas clarea el día, la persona a mi lado, que parece ser
el jefe de la banda, se pone de rodillas, frente a la pared del
fondo, y empieza otra larga plegaria, solicitando protección divina
para él, sus compañeros, sus nuevos amigos, y todos los
oprimidos del mundo. Realmente uno se siente reconfortado y
protegido ante tan selecta compañía, protegido contra todos los
males del mundo y del infierno.
Continúa con larga lectura bíblica, para luego participar
del opulento desayuno servido por la cárcel (café con leche de
soja).
Luego se inician las solemnidades de despido, con juras de
amistad y apoyo eterno, saludos a familiares y amigos comunes,
etc., y nuestros ilustres compañeros de la velada son guiados
hacia habitaciones más amplias y lujosas en los pabellones de la
penitenciaría, más adecuados a su ilustre posición.
Lo mismo ocurre con los dos internos que tuvieron el
infeliz incidente con el director de la cárcel. Vuelve asimismo
nuestro compañero que desfrutó esta noche en la privada al lado.
Le felicitamos por su suerte de haber escapado al episodio,
contándole a la vez lo ocurrido.
Le había pedido a mi esposa que me traiga un pedazo de
cable y yerba mate, y así lo hizo temprano a la mañana. Ahora se
puede hacer una conexión eléctrica más definitiva hacia la celda
vecina. Tiene sección suficiente para hacer funcionar
directamente en nuestro calabozo al calentador de agua. No se
dispone de enchufe hembra, por ello, en la punta del cable se
hace dos ganchos, que son atados a cada extremo de un
encendedor descompuesto, para evitar que las puntas se toquen.
El conjunto es colgado por la cañería del agua. Todo un poco
peligroso: Si alguien toca por los cables pelados, llevará un buen
choque. Si hay un corto explotará el encendedor a gas. Pero ante
la necesidad ceden las consideraciones sobre el peligro.
Ahora, cada vez que alguien quiera tomar mate, sólo tiene
que cargar agua en la jarra de plástico industria casera, meter el
calentador hecho de dos cucharas, y enganchar las puntas de los
cables en la “toma” corriente. En aproximadamente quince
minutos se dispone de dos litros de agua hirviente. Mientras el
constructor del instrumento, da instrucciones de uso: Sólo
Hans Otto Kroeger Kaethler 61
enchufar con el instrumento dentro de la jarra de plástico, y con
agua cargada. Nunca utilizar el aparato en recipiente metálico,
que conduce la energía eléctrica. Nunca tocar el agua mientras se
está calentando. Nunca completar el agua con el aparato en
funcionamiento, y si excepcionalmente se lo hace, sólo con un
recipiente aislado. Bueno, mientras estuve ahí, no hubo ningún
accidente a lamentar. Lo cierto es que quedé maravillado ante el
perfecto funcionamiento, sin fallas, del calentador, y de lo que es
capaz el espíritu inventivo ante necesidades absolutas.
Lo cierto es que las cucharas, aún tratándose de acero
inoxidable, se ennegrecían rápidamente, pero el aparato seguía
funcionando. De vez en cuando se desarmaba el aparto, para
utilizar las cucharas para comer, y para limpiarlas. Total no tarda
más de dos minutos para fabricar otra vez el “electrodoméstico”.
También hay constantes problemas con los encendedores.
Es mercadería falsificada, y no hay dinero para comprar
encendedor nuevo a cada rato. Por ello se trata de repararlos, se
quita piezas de un encendedor, y se monta en otro.
Ahora ya hace varios días que me quedé sin comer. Si no
fuera por la fiebre que hace que mi corazón funcione en forma
desagradablemente acelerada, me estaría sintiendo
razonablemente bien. Menos mal que la fiebre ya está pasando.
Me mareo cuando me levanto, pero pasa en seguida. Por
supuesto me encuentro debilitado.
Cerca del medio día, ya pasado un poco, viene mi esposa
con el abogado que suele patrocinar mis escritos de defensa. Ella
ya se ha calmado un poco. Me cuenta que finalmente le hicieron
saber que mi pedido de libertad fue rechazado por Manuel
Trinidad, bajo la argumentación de que había “indicios
suficientes” de la comisión del delito de “coacción”, sin decir en
su resolución, ni cuál es concretamente el hecho del cuál se me
acusa, y sin decir cuáles serían los “indicios suficientes” con los
cuales cuenta. Asimismo alega que no habría “ningún
documentos con las cuales demuestre su arraigo” (errores
gramaticales son del original), Aplica presunción en contra del
encausado, violando el Art. 5º del C. P. Penal, y no presenta
ningún argumento relativo a la gravedad del hecho, presunción
de fuga, u obstrucción, en abierta violación al Art. 240 del Código
Procesal Penal. El fiscal no había solicitado ninguna medida
cautelar concreta, lo que significa que el Estado no tiene interés
en ello. Y el Juez de garantías, que, por el sistema acusatorio no
es parte en el juicio, impone medida no solicitada por las partes,
62 13 Días en las Mazmorras del Paraguay

y sin que medien las circunstancias necesarias, juzga “extra


petita” abusando de su función (prevaricato) y demostrando claro
interés en el juicio. Pero ante tantas irregularidades e ilegalidades
ya sufridas, unas más no hacen diferencia.
Si se hubiese dado cumplimiento a las disposiciones
legales, el Juez, dentro de las 24 horas de haber sido detenido,
me habría escuchado, tal como se hace en cualquier país
civilizado del mundo. Si pretendía aplicarme medidas cautelares,
me debería haber advertido de ello; pues, si el Fiscal no solicitó
ninguna medida, mal podría presumir yo que el juez, quien
debería mantener imparcialidad, aplicaría luego la prisión
preventiva, y esto sin cualquier aviso previo.
No había razón alguna para probar domicilio, primero
porque mi domicilio es harto conocido por los jueces. Luego
porque ni me pasó por la cabeza que el juez violaría de manera
tan descarada el deber de imparcialidad, y el principio “in dubio
pro reo”. Además ninguna advertencia se había hecho sobre el
punto. Fui expuesto a la más absoluta indefinición. Pero esto
suele ser práctica común en nuestros órganos jurisdiccionales.
Siguen las execrables prácticas de la inquisición, donde todos son
culpables mientras no prueben inocencia.
Por otro lado, el juez, si hubiese tenido un mínimo de
decencia y respeto a mi persona y mí derecho a libertad, durante
la audiencia, a la cual no participó, podría haber determinado el
depósito de una suma concreta en caución real de mi
comparecencia en juicio. No dispongo de recursos propios, pero
tengo amigos que inmediatamente habrían cubierto cualquier
pedido en este sentido, evitando de esta manera que yo fuera
remitido al sistema carcelario paraguayo. Pero justamente lo que
se pretendía, era amordazarme mediante privación de libertad,
dejar muestra clara del poder absoluto de cada fiscal y juez, de
su poder para aplicar cualquier castigo y venganza a quien se
resiste a sucumbir a la corrupción.
Toda la defensa se complica debido a mi privación de
libertad. Soy alumno del cuarto año de derecho, conozco las leyes
procesales mejor que la mayoría de los jueces y fiscales. Pero mi
esposa no las conoce. Cualquier funcionario del Judiciario le dice
cualquier cosa, y ella no sabe si es cierto o es mentira. Así
también está ocurriendo ahora que el Fiscal de la causa se niega
a recibir los escritos por los cuales solicito que me tome la
declaración informativa que debería haber tomado dentro de las
primeras 24 horas, (Art. 85, C. P. P.), alegando que ya nada tiene
Hans Otto Kroeger Kaethler 63
que ver con el caso porque la causa ya se encuentra ante el Juez.
Ahora ya han trascurrido siete días, una semana desde mi
detención, y todavía no me toma declaración. Apenas una
violación más al derecho de defensa, a concretas normas legales.
A quién le importa en este mar de corrupción.
Por otro lado, estando yo privado de libertad, ya no puedo
cumplir con mis compromisos laborales. Soy carpintero, tengo mi
propia carpintería, y hay trabajos urgentes para entregar. No
puedo hacerlo, y mis clientes, aún que trato de avisarlos
mediante mi esposa, no estarán muy felices. Ciertamente la
mayoría buscará otros profesionales, y perderé los mejores entre
ellos. Asimismo hago trabajos de administración para extranjeros
que poseen alguna propiedad o intereses en el Paraguay,
alemanes y suizos. Debo pagar sueldos, comprar insumos, pagar
impuestos, gastos de condominio, luz eléctrica, cobrar alquileres,
etc. Ya no puedo cumplir debidamente con estos deberes.
Probablemente también perderé clientes en este ámbito. De mi
trabajo quito el sostén de mi familia, y por supuesto lo que pago
a abogados también es fruto del mismo trabajo honesto, que
ahora me encuentro imposibilitado de realizar, debido a mi
prisión bajo excusas absurdas.

A la tarde de hoy uno de los guardiacárceles trajo crack.


Se está fumando. Escasea hoy la marihuana. Momentáneamente
los internos no tienen dinero. Suerte mía; hay menos humo. Se
trata de vender una campera y un pantalón. La campera nadie
quiere, pero por el pantalón se consigue Gs. 15.000. Alcanza para
algunas cajas de cigarrillo y un poco de yerba mate, azúcar y
crack. Esta noche tenemos suerte, quedamos apenas entre cinco
para dormir.
64 13 Días en las Mazmorras del Paraguay

Jueves, 14 de Abril
Al clarear el día, me levanto y hago nuevamente la
limpieza en la parte libre del calabozo, en frente y al costado del
baño, y en el propio baño.
Desde el miércoles, después de saber que el Juez había
decretado prisión preventiva en abierta violación a la Ley y a toda
lógica del procedimiento acusatorio, había extendido mi huelga
también a líquidos, visto que ni la justicia actuaba con legalidad,
ni lo hacía el Ministerio Público. Parece que me querían dejar
podrir, sin hacer caso a mis peticiones. Todavía no se resuelve
siquiera el Habeas Data, y ninguna resolución o decisión, ya sea
del Ministerio Público, ya sea de la Justicia me es notificada. Para
esta mafia no soy más que un objeto sin personalidad ni voluntad
ni derechos propios, sobre el cual disponen a su antojo.
La sed no me causa mayores problemas, sólo que la boca
queda muy resecada, y siento un gusto muy desagradable. Por
ello lo enjaguo a menudo con agua.
Por suerte pasó el calor, y la noche fue agradablemente
fresca. Me siento debajo del envase de gaseosa atado a la canilla,
y dejo escurrir el agua sobre mis espaldas. Da una sensación muy
agradable. Mientras tanto mis pantalones ya me quedan bastante
grandes. Por suerte no se me quitó el cinto, caso contrario tendría
que estar atajando el pantalón el día todo.
Los demás siguen durmiendo, hasta la hora en que se trae
el “café”. Finalmente se levantan algunos. Yo me acuesto otro
rato, mismo porque ya no había nada que hacer: o quedar
parado, o sentarse en el piso, o, acostarse. Al rato se me trae un
paquete de mi esposa con una toalla y una remera. Asimismo una
esquela, por la cual me dice que esta mañana comparecerían
personas de la prensa y de la televisión. Al rato ya viene gente de
Canal 8, y soy quitado del calabozo para dar entrevista. Por
supuesto no se permite filmar las condiciones en las cuales me
encuentro internado. Se me obliga a poner pantalón y camisa
para la entrevista, no me permiten salir con el Short. Me siento
bastante débil, la boca se halla seca. Camino despacio, para no
caer mareado.
Apenas termina la entrevista, se me dice que se me
llevará para comparecencia, aparentemente en la fiscalía. No me
permiten volver a la celda, sino que me hacen esperar allí mismo,
Hans Otto Kroeger Kaethler 65
frente a la entrada, hasta, que, después de aproximadamente 15
minutos, me alzan al vehículo de la cárcel. No había ninguna
posibilidad de llamar a mi esposa o a un abogado. Todo es
cuidadosamente calculado para frustrar los derechos a defensa
legalmente establecidos. Más tarde, al tener acceso a la Carpeta
Fiscal, me percato que la dirección de la cárcel ya había sido
informada de la citación el día once de abril. Nada dispuso el
fiscal sobre mi notificación, pero el oficio dice que se me “deberá
informar, que para la referida audiencia deberá comparecer
acompañado de su abogado defensor”. No cuento con abogado
defensor, lo sabe el Fiscal, pero no le importa. La dirección de la
cárcel no me hace saber de la orden del fiscal, pero a quien esto
importa. Si no so más que un objeto.
Por muy poco me hicieron volver otra vez a la cárcel, bajo
alegación de falta de abogado. Pero uno de los guardias que me
trajeron, tenía en su poder la tarjeta del profesor que solía
patrocinar mis escritos, y finalmente alguien pone a disposición
un teléfono y se le llama al abogado, que se encontraba en los
tribunales con mi esposa, buscando hacer algo en mi defensa. Y
se espera su llegada. Me siento, mientras, en una silla, en el
corredor de la fiscalía. Finalmente, cuando consigue comparecer
el abogado, se puede iniciar la audiencia.
Antes yo reviso rápidamente el escrito preparado por el
abogado, mediante el cual solicitamos aplicación de medida
sustitutiva a la prisión preventiva, el mismo se remite para
corrección, y luego voy a la audiencia.
Yo tenía miedo que nuevamente se iba restringir mi
derecho a manifestar lo que tenía a decir en mi defensa, o que se
haría constar algo que no dije. Pero, ante presencia de varios
testigos y del abogado, no se animaron a nuevos atropellos. Por
supuesto que nuevamente no le interesó al Fiscal lo que tenía
para decir. Se ausentó apenas se comenzó la audiencia. Me toma
la declaración un funcionario inferior, en una computadora que el
tiempo todo da problemas, la misma en que se me tomó
“declaración” en fecha 06 de abril, y el mismo funcionario. A cada
rato se enfurece con la computadora, y se alarga bastante el
acto. Asimismo parece que el funcionario escucha mal, y aún que
hablo alto, claro, y despacio, tengo que repetir varias veces lo
que digo, a punto que yo mismo empiezo a confundirme. Así me
veo obligado a reducir un poco mi declaración. Se imprime, y se
tiene que corregir varias partes.
66 13 Días en las Mazmorras del Paraguay

Es curioso, pero hasta el momento no he encontrado un


funcionario encargado de tomar declaraciones, que se preocupe
en de aplicar puntuación gramatical más o menos correcta.
Tampoco están familiarizados con el uso de palabras, con, o sin
“h”, “v”o “b”. Por ello en sus escritos se encuentra las palabras
“a” en vez de “ha”, “rebelar” en vez de “revelar”, y otros errores
similares, que cambian completamente el sentido de lo
expresado, o lo dejan totalmente sin significado. Solicito que se
corrija los errores más aberrantes, y después de alguna discusión
se accede a ello. Aún quedaron errores, pero finalmente firmo, y
también lo hace el abogado patrocinante. En algún momento
habrá firmado también el Fiscal Raúl Insaurralde, que no
acompañó el acto.
En esta audiencia me percato que la denuncia que hice
contra el Fiscal Raúl Insaurralde, presentada por mi esposa en
Mesa de Entrada, por el hecho de falsedad en documento público,
por oportunidad de mi primera declaración, había sido agregado
al expediente, en vez de cumplirse con la obligación de iniciar
inmediata investigación e informar al juez dentro de las seis
horas (Art. 290, C. P. Penal, Art. 5º LOMP). Más una vez queda en
evidencia el trato diferenciado que reciben los integrantes de la
mafia judicial, frente al trato dado a personas comunes y
honestas.
Por ello relato, como primer punto de mi declaración, la
actuación del Fiscal Insaurralde en el simulacro de mi primera
declaración, solicitando se remita nuevamente la denuncia a
mesa de entrada.
Para completar las penurias, también funciona mal la
impresora. Se tiene que imprimir en letra extra grande, caso
contrario la declaración resultaría ilegible, de tan borrosa que sale
la impresión.
Mi esposa se alarma mucho por mi huelga de líquidos.
Finalmente cedo ante su presión a fin de que pare de
preocuparse. Le digo a mi abogado patrocinante que levantaría
mi huelga de líquidos, no así la huelga de hambre, bajo las
siguientes condiciones: permitir salir de día del calabozo, con
alguna libertad en el patio; permitir ingreso de material de
estudio; permitir a mi esposa traerme una silla confortable, y,
para el caso de urgencia, la posibilidad de utilizar un teléfono,
visto la inutilidad de tener dinero conmigo, que se me quita
inmediatamente.
Hans Otto Kroeger Kaethler 67
El abogado habla con el director de la cárcel, quien
concede lo solicitado (lo que en todo caso es lo mínimo que
debería haberse concedido de oficio según la ley), y vuelvo otra
vez a ingerir líquidos. Si antes sólo había tomado agua pura,
ahora tomo también un poco del caldo de la comida que se
cocina para los internos, y algunos jugos.
Así, a la vuelta de la declaración, puedo pasearme
libremente por la parte del patio destinado a los pocos internos
que tienen la posibilidad de realizar algún trabajo. Uno recluidos,
brasilero, me da crédito y me consigue una jarra con agua helada,
jugo en polvo, y para atender a un pedido de los compañeros de
calabozo, un jabón común y leche. El amable señor me cuenta
sus penurias. Fue preso en los al derredores de Saldo del Guairá
por supuesto tráfico de estupefacientes. Pagó Gs. 9.000.000 a un
abogado para que lo defienda. En la primera y única audiencia, su
abogado le dice para abstenerse a declarar. Luego de ello fue
transferido a la Penitenciaria de C. del Este, donde, por supuesto,
le requieren pago de “derecho de piso”. Pagó lo que le pedían, y
el resto de su dinero le robaron los prisioneros en la primera
noche, como también su ropa, su frazada, y su “colchón” que
había comprado a otros internos. Le pedían más plata. Llamó a su
esposa para que le envíe. Ésta vendió el automóvil de la familia, y
le remitió la plata. Nuevamente le fue robado todo. Pide más
plata a su esposa, y con esta compra el derecho de trabajar en la
cocina. Para acceder a este derecho, pagó un total de Gs.
3.000.000. Ahora ya no tiene nada, ni le puede enviar más nada
su esposa.
Mientras esperaba la plata, se le internó en “negra”, que
sería el pabellón más desagradable. Era invierno, le llevaron toda
su ropa, le quitaron colchón y frazada, así que se vio obligado a
dormir con la ropa del cuerpo sobre el piso de cemento. Dice que
pasó frío que nunca más en la vida olvidará.
Por el trabajo que hace en la cocina, desde las cinco de la
mañana hasta aproximadamente las 17:30, no recibe ninguna
paga. Es trabajo esclavo, prohibido por el Art. 10 de la
Constitución Nacional. Pero para los internos es un privilegio
especial, es de lejos preferible a las penurias en los obscuros
corredores de las mazmorras. Como él, hay unos cuantos otros
recluidos realizando trabajo esclavo en la cocina, en la limpieza
de patio y otros quehaceres de la cárcel.
En dos o tres oportunidades se le comunicó que había
citación para comparecer en los tribunales o ante la fiscalía de
68 13 Días en las Mazmorras del Paraguay

Salto del Guaira, existiéndosele el pago de Gs. 300.000 para


gastos de trasporte. Considerando que no tiene plata, no se lo
llevó, de manera que continúa, sin plata, sin saber de su juicio,
sin ser escuchado por ninguna autoridad, sin esperanza, sin
futuro, sin derechos, sin recursos, alejado de sus familiares. Un
ser humano tirado a la basura.
Este mismo señor me lleva a conocer otros internos, en la
“guampería”, lugar donde algunos internos hacen trabajo
espectacular sobre guampas para el tereré, que son esculpidas,
en alto o bajo relieve, revestidas de aluminio y decoradas a
colores, conforme pedido de eventuales clientes, en trabajo
dedicado de mucho cariño, tiempo cuidado. Para ello disponen de
poquísimas herramientas. Consiguen las guampas los mismos
mataderos que proveen los huesos para la comida. El aluminio
proviene de recipientes usados de desodorantes y otros
productos, que piden de las personas que visitan sus parientes,
llegando a pagar por cada latita mil guaraníes. Es trabajo digno
de admiración.
Me presentan a otro brasileño, acusado de homicidio en un
incidente con campesinos “sin tierra”, internado hace ocho años
en esta institución. . Todavía no fue llevado a juicio, todavía no
tiene sentencia. Me muestra su trabajo, y cómo lo hace. Con un
pequeño martillo, y una pieza de hierro redondo, golpea
incesantemente la guampa, haciendo con que el aluminio se
incruste y adapte perfectamente a los diseños esculpidos en la
misma, mientras habla sin parar. Raramente escucha lo que yo
digo; supongo que ya ha sufrido consecuencias sicológicas de su
largo internamente. Cuenta que vivía en Paraguay, con uso de
documentos falsos. Que fue atacado por dos personas, cuando
trabajaba en una estancia, que le clavaron con cuchillo, cuando
consiguió reaccionar y matar a uno de ellos, u algo por el estilo.
Dice que Dios le salvó la vida, y mediante Dios dejó de fumar
marihuana. Otro interno me cuenta que es sindicalista, que varias
veces fue preso en tiempos del dictador Stroessner, debido a sus
trabajos sindicales, y que ahora está preso por motivos familiares.
Habla mucho de política, de movimientos y reclamos campesinos,
de corrupción, y de promesas falsas y desinterés del Gobierno por
el pueblo paraguayo.
Además de la guampería hay una pequeña carpintería,
una herrería, un taller mecánico, una “chapería y pintura”, una
huerta y un criadero de conejos. Un poco de actividad saludable
que privilegia algunos pocos de los internos.
Hans Otto Kroeger Kaethler 69
Vuelvo a mirar por la cocina. Hoy se sirve fideo y un poco
de poroto, sin huesos. Solicito un poco del caldo para tomar, y me
lo sirven gustosamente. Tiene sabor muy bueno después de seis
días tomando solamente agua. Aproximadamente a las 17:30,
cuando los cocineros terminan su trabajo, también yo vuelvo a mi
calabozo. Se trae la leche que yo había pedido antes, uno de los
internos se consiguió un poco de café, y lo prepara con el
calentador a cucharas. Sale muy sabroso, excepto que abusaron
con el azúcar, es demasiado dulce para mi gusto. Mas tarde se
prepara mate. También tomo uno.
De los internos que se encuentran en esta celda, y de
acuerdo a las conversaciones que yo acompañaba, pienso que
habrá uno que eventualmente pueda ser recuperado, vuelva ser
un ser humano con respeto propio, y útil a la sociedad. Pero si
sigue aquí más tiempo, estará irremediablemente perdido. Le
digo que voy a tratar de ayudarle, con tal de que pare de fumar
drogas. Se compromete, e incluso para de fumar cigarrillos. Por lo
menos, mientras estoy cuidando, efectivamente no fuma. A las
veces, cuando estoy afuera, vuelvo sorpresivamente a la celda,
pero nunca le pillo fumando. Dice que aprendió a fumar, a fumar
marihuana y crack, dentro de la cárcel, y que afuera no fumaba.
Lastimosamente este día los internos se consiguieron
nuevamente buena cantidad de marihuana, y fuman sin parar.
Pero hoy no tienen crack.
Un brasilero, muy amable y sociable, cuenta historias de
su vida, horas tras horas, sin parar. Me parece improbable que
una persona pueda haber tenido tantas cosas vividas, pero sus
cuentos son interesantes, y hacen que pasemos una velada
agradable. Me parece que tiene cuentos para escribir un libro de
mil páginas y más.
Me cuentan además que a la mañana compareció una
comisión de derechos humanos u algo parecido, que vinieron a
preguntar por las condiciones de los internos, y principalmente
por los reclamos de los huelguistas. Asimismo cursa el chisme de
que, a la salida habrían tenido un accidente, un choque con una
motocicleta, pero no hay nadie para confirmar la historia. Si fuera
cierto, y si fuera gente común, ciertamente habría más algunas
personas en la cárcel.
70 13 Días en las Mazmorras del Paraguay

Viernes, 15 de Abril
Apenas amanece, me levanto otra vez. Dormí demasiado
bien esta noche. La fiebre pasó, pero tengo dolor de garganta.
Nuevamente limpio el “bañero”, y nuevamente paso un buen rato
bajo el chorro de agua. Luego se levantan más dos. Uno lava las
“vajillas”, y después el otro se “cepilla” los dientes. No tiene
sepillo, así que lo hace con el dedo. Es el detento que fue clavado
con el listón con clavo. No le permitieron llevar nada de su celda.
Se encuentra acá apenas con una remera en la cual dice “ABC
Color”, y un Short. Como las noches son frescas, y no tiene
frazada, pasa un buen frío. Recibe una campera para poder
cubrirse un poco de noche. Yo divido una frazada y un colchón
con mi “secretario”.
Hoy no se sirve café de soja, por lo tanto es de presumir
que se cortó la leche de soja. Todos los días de semana la cárcel
es proveída de cerca de 150 litros de leche de soja. Si se corta, se
tira al desagüe. El cocido que se sirve es excesivamente dulce,
deja un gusto desagradable en la boca.
Hasta ahora tuve la suerte de no haber recibido ningún
castigo ni por parte de la policía, ni por parte de la guardia de la
cárcel. En los pasillos del pabellón se me torturaba, pero ahora ya
ascendí a doctor, y se me está dejando en paz.
Uno de los internos guardó medio cigarrillo de marihuana
anoche, y empieza a fumarlo ahora. Aún lega a invitar inclusive a
otro recluso, pero este recusa.
Mientras tanto escribo mi “diario de cárcel”, al verso de mi
material de estudio que llevé conmigo. Lo escribo en alemán,
para la eventualidad de una requisa. Si alguno de los guardias lee
lo que escribo, se hará desaparecer todo. Este mismo material lo
pongo de noche debajo de mi colchón, para que sirva de
almohada. Cuando lo hago, a menudo encuentro debajo del
colchón la pipa de crack. Entonces busco otro lugar para guardar
mi material. Si en una requisa se encuentra junto ambos objetos,
sin duda yo sería responsabilizado y castigado, sin importar lo
que diga en mi defensa.
Algunas veces se desarma la pipa de crack, para proceder
a su limpieza. Aparentemente se entupe fácilmente. Les solicito
que dejen desarmada la pipa cuando no la utilizan, pero me
responden diciendo que no habrá problema, que raramente hay
Hans Otto Kroeger Kaethler 71
requisas, y aún que la encontrasen no pasaría nada, visto que
muchos de los guardias están involucrados, y ganan un buen
dinero con el tráfico. Lo mismo ocurre con la caña y los celulares.
Hay varios celulares en la cárcel, que entran con conocimiento de
los guardias. Si hay una requisa, por supuesto se quita también
los celulares, que luego son devueltos mediante buena paga,
entre Gs. 300.000 y 500.000. Lo mismo ocurre cuando un interno
es castigado con calabozo. Para salir del mismo también se exige
pago de entre 400.000 y 500.000 guaraníes. Si alguien ofrece
buena paga, se salva del calabozo.
No se puede denunciar estas circunstancias, pues quien lo
hace es hombre muerto.
Se dice también que el consumo de drogas es manejado
de manera deliberadamente desidiosa, pues si se llegase a
prohibir efectivamente su consumo, habría un motín de
consecuencias imprevisibles en las cárceles. Según lo dicen
internos con más experiencia, es parte integrante de todas las
cárceles del mundo, remedio indispensable para calmar los
ánimos de los deshechados por la sociedad, aglomerados en
celdas super lotadas, de las personas sin esperanzas, sometidas
a presiones sicológicas insoportables, de anulación absoluta de la
personalidad.
En el calabozo al lado se encuentra internada una única
persona. Dicen que es muy agresiva, imprevisible, por ello ya
pasa meses en el calabozo. El director de la cárcel no se arriesga
a ponerlo junto con otros internos, temiendo peleas y muertes.
Todo indica que se trata de un caso de total y absoluto desplomo
psicológico provocado por las condiciones inhumanas. Se debería
encontrar internado en un hospital siquiátrico. Pero está
encerrado día tras día, semana tras semana en el calabozo, sin
siquiera tener la posibilidad de mirar hacia fuera, ningún
entretenimiento saludable, esperando de esta forma la
“readaptación de los condenados” prometida por el Art. 21 de la
Constitución Nacional.
En general, dentro de las cárceles rige un clima de buena
vecinaza. Se trata de ayudar en lo que se puede a los
necesitados. Esto por supuesto no impide chicanas sobre una
persona determinada para diversión de los demás, extorsiones y
robos. Rápidamente se hacen amistades. Algunos internos,
cuando escuchan que estoy escribiendo mi diario, me piden para
relatar también sus propias penurias. Pero el espacio no permite
redactar todo.
72 13 Días en las Mazmorras del Paraguay

No me arriesgo a escribir afuera. Si lo hago, seguramente


los guardias me quitarían mi material inmediatamente. Tantas
cosas me cuentan los internos, que es imposible memorizarlo
todo. Cuentan sobre malos tratos, chicanas, torturas, amistades,
Dios, corrupción, jueces omisos y desidiosos, robos, etc. Los
“buenos amigos” se apropian de las ropas de los recién
internados, para ser vendidos en el “mercado interno”, y el dinero
va destinado principalmente a la compra de cigarrillos y
estupefacientes. A veces sobra un poco para comprar leche,
azúcar, pan, jabón, papel higiénico, etc., productos de primera
necesidad que no son proveídos por la dirección de las cárceles.
Lo único que la cárcel provee, son el desayuno, el almuerzo y la
cena, y según dicen, un pedazo de espuma tamaño colchón (que
suele disminuir rápidamente de tamaño, pus siempre que se
necesita de una esponja para lavar vajillas u otra cosa, se suele
quitar un pedacito de uno de estos colchones) y una frazada para
cada interno en la entrada del invierno. No hay sábanas, ni ropas.
Y que no se piense que se le da al recién internado un colchón y
una frazada. Se lo tiene que adquirir en el “mercado interno”. Gs.
5.000 por un pequeño pedazo de “colchón”, ya bastante
menguado, y Gs. 2.000 por un pedazo de frazada rota. Así la
primera noche se pasa normalmente en el piso. Se tiene suerte si
alguien cede algún pedazo de frazada, para poner sobre el
cemento. Y después de haber adquirido frazada y colchón, se
debe rezar pidiendo no ser robado otra vez.
Aparentemente los guardias de la cárcel no tienen
conocimiento de mi “privilegio especial”, el derecho de salir del
calabozo y de moverme libremente en una parte del patio
durante el día. Sólo cuando viene mi esposa con un documento
preparado por el abogado patrocinante para su firma, consiguió
que se me abriera para salir, ya aproximadamente a las nueve de
la mañana.
Comparece otro de mis profesores de Derecho, pregunta
como me voy, y ofrece ayuda. Aprovecho la oportunidad para
hacer que me atiendan en la “sanidad” por mi dolor de garganta.
Así llego a conocer también esta parte. Allí encuentro una
enfermera y otra persona, posiblemente estudiante de medicina.
Les cuento mi problema, y me pasan un remedio, en un frasco
donde dice AMOXI Chemicenter, Antibiótico, IPS. El envase no se
encuentra sellado, y no tiene fecha de vencimiento. Pero la
atención es buena. Preguntan si tengo algún otro problema, algún
dolor y digo que no.
Hans Otto Kroeger Kaethler 73
Por el patio anda un personaje, que se viste de lujo en
horas de visita: Sombrero de fieltro, pantalón y camisa de
primera, anteojo y corbata. Si no le faltasen algunos dientes se
diría que se trata del director de la cárcel, visto que el verdadero
no lleva puesto ni corbata, ni sombrero. Aquél interno, cuando
termina la visita, se ocupa de la limpieza del patio, quita la
basura, cuida de la huerta, etc. Suele hacer trabajos para otros
internos, de mejor solvencia económica, como siendo lavar ropa,
cocinar lavar vajillas etc, con lo que gana algún dinero.
Asimismo tuve hoy una conversación con otro interno,
colombiano, de madre colombiana y padre libanés, según dice.
Dice que habla ocho idiomas, entre ellos árabe, portugués,
español, francés, búlgaro, ruso, inglés. Me cuenta algo de su vida.
Cuenta que consume drogas desde hace dieciocho años. Aún es
joven, me parece que no alcanza los 35 años de edad. Cuenta
que en su afición drogadicta cierta vez quedó acurrucado en el
piso durante tres días y medio, fumando crack sin parar, sin
levantarse una sola vez, sin comer nada, y sin beber nada. Dice
que en Colombia había poseído una bella villa, fruto del tráfico,
una esposa colombiana y un hijo, aún menor de edad. Dice haber
matado su esposa colombiana, cuando le sorprendió en la cama
de su propia casa con otro hombre. Dice haber cursado cuatro
años de derecho en Francia, Lion. Que tuvo otra mujer, en
Bulgaria. Había sido internado en alguna institución cristiana para
librarse de las drogas. Y el respeto por las personas que allí le
brindaron buena atención, le trataron como gente, pasó al
cristianismo. Por ello ahora sufre el rechazo de la comunidad
árabe, siendo justamente un problema con los mismos la causa
por la cual se halla en prisión.
Entre otras de sus supuestas fechorías cuenta que en
cierta oportunidad fue apresado con 50 gramos de cocaína en la
ciudad de Cascavel, Brasil. Al ser interrogado por la policía,
afirmó que no había prueba del ilícito. La policía dijo que sí.
Insiste que no. La policía exhibe el paquete. Dice que no es
prueba, que muestren lo que hay adentro. Dice que finalmente la
policía abrió el paquete, sopló con toda la fuerza, y todo el polvo
se desvaneció en el aire. Y esto, encontrándose esposado. Afirma
que luego la policía le pegó mucho, durante dos días, pero que
finalmente fue absuelto por falta de pruebas. Un cuento
interesante y fantástico.
Mi esposa me informa de una de las “curiosidades” que
sólo pueden ocurrir en la “Justicia” paraguaya: El Juez Manuel
74 13 Días en las Mazmorras del Paraguay

Trinidad, quien ordenó mi prisión preventiva, con violación a


todas las normas legales referentes, dice que no resolverá sobre
la excarcelación solicitada, porque habría tomado conocimiento
que yo le había denunciado, y pide que de mi parte se le provea
de copia de la denuncia para contar con motivo justo para su
excusación.
Mi abogado patrocinante ya había preparado escrito, por el
cual se presenta la denuncia, y reclama de la curiosa posición
asumida por el Juez, de una manera que refleja justamente lo que
yo también lo habría hecho. Lo firmo, y es presentado en el
juzgado.
A la noche, cuando ya me encuentro otra vez en el
calabozo, aparece un guardiacárcel, con un escrito diciendo que
lo firme inmediatamente. Se trata de otra petición al juez
preparado por mi abogado. No me da tiempo para leer. Junto trae
un billete de mi esposa, que sólo puedo leer después que se haya
ido el guardia. Dice que el proceso pasará a la Ciudad de
Hernandarias, debido a que todos los jueces de Ciudad del Este
se inhibieron en la causa. Malas perspectivas, visto que ya
denuncié también a ambos jueces de aquél lugar, y por lo tanto
también se inhibirán. De acuerdo a la Ley, el juez que pretenda
inhibirse, está obligado a resolver antes todas las cuestiones
urgentes. Un pedido de excarcelación debe ser atendido
inmediatamente, por lo tanto es urgente (Art. 250, C. P. P.). Pero
ya es sabido que la Ley no calienta ni obliga a ningún funcionario
judicial.
En la esquela mi esposa también pide que yo le dé alguna
respuesta. Pero por supuesto ya no es posible, visto que el
guardia ya se fue hace rato.
Mi esposa trajo algunas mandarinas. Le doy una a cada
uno. Sobra cantidad similar para la mañana siguiente.
No se de donde los compañeros de calabozo siempre
consiguen dinero para cigarrillos y marihuana. Más una vez se
encuentran fumando, el aire se contamina, me deja sin dormir. Si
la “justicia” me deja aquí mucho tiempo, a efectos de
“readaptación”, saldré viciado.
Hans Otto Kroeger Kaethler 75

Sábado, 16 de Abril
Ahora creo que ya sé el motivo por el cual huelen tan mal
los “colchones”. Es por el humo de marihuana y cigarrillo. Hoy
amaneció bastante fresco. El camarada sin frazada habrá pasado
bastante frío. Todos siguen durmiendo, menos mi “secretario”. Se
levantó temprano hoy, y limpió él esta vez un poco el piso y el
baño. Nuevamente tuve que esperar la llegada de mi esposa para
poder salir de la celda. Parece que los guardias están esperando
que se pague una buena “coima”, para que se dignen a largarme
más temprano. El dolor de garganta ha aumentado. Pero apenas
estoy afuera, al aire puro, ya siento mejoras. Para el desayuno
había café de soja. Tiene un gusto interesante, que no se puede
describir bien, excepto que, tal como el cocido, es demasiado
dulce.
Hoy comparecen varias personas a visitarme, suizos,
alemanes y paraguayos. Curiosamente ninguno de mis colegas
de la Universidad se presenta, salvo la visita de la primera noche,
siendo que uno, que es vecino mío, que también me visitó en uno
de los días siguientes. Nuevamente mi esposa trajo mandarinas,
de las cuales como una despacito, debido a mi dolor de garganta.
Me comentan que el proceso probablemente pasará de
Hernandarias a Minga Porá, con ello ante el Juez Ismael Vera,
quien también ya fue denunciado por mí.
Después vuelvo a hablar con la gente en la guampería, y
con otros internos que circulan en el patio, favorecidos con el
derecho de poder trabajar. Lo curioso es que todos los internados
se dicen “creyentes”. Supongo que la mayoría, apenas salga en la
calle, tendrá olvidado a Dios.
Cuentan que no reciben ninguna paga por el trabajo
regular (trabajo de cocina, trabajo de limpieza y conservación,
etc.). Realizan por lo tanto trabajo esclavo, prohibido por la
Constitución Nacional. Apenas más uno de los tantos abusos
practicados por el Estado contra el Estado de Derecho.
Veo en un monte de basura una buena cantidad de
tomates y locotes podridos. Pregunto qué pasó de ellos. Me
comentan que de aquello que se trae para alimentación de
internos, una parte es desviada y vendida. Se suele guardar a
estos efectos tomates y locotes en la cámara frigorífica de la
cocina, y si no se consigue vender a tiempo, se pudren. De la
76 13 Días en las Mazmorras del Paraguay

misma forma se procede con los huesos, en las pocas veces que
se adhiere todavía a ellos un pedacito de carne. Lo mismo con
fideos, arroz, poroto. Los internos que trabajan aquí no tienen
sueldo, pero de alguna manera consiguen hacerse de un poco de
dinero, prestando servicios a los internos más adinerados.
No le culpo a los internados, tampoco a ninguna persona
en especial, sino al sistema, que no permite ni reconoce ninguna
dignidad a los internados.
A la tarde, cuando termina el horario de visitas, se permite
a los internos de los pabellones que salgan al patio a jugar fútbol.
Esto sigue hasta aproximadamente las 4:30, cuando vuelven a
ser encerrados. Ahora les toca a los internos “trabajadores” a
ocupar el campo de fútbol.
Me comentan que al medio día no alcanzó la comida
preparada. Por lo tanto se les dio a los internos que quedaron sin
comer un poco de harina y un poco de aceite, para que puedan
preparar “reviro”. La harina se mete en una olla, junto con un
poco d aceite, y se frita sobre la “cocina eléctrica”, hasta que se
quede tostada. Para cualquier nutricionista un horror, pero para
los internos es un cierto lujo.
La “cocina eléctrica” también es de “fabricación interna”.
Para ello se necesita de un ladrillo refractario, al cual se incrustan
una serie de canales, donde luego se coloca una resistencia
eléctrica en espiral, se improvisa unos contactos, y se empalma
un pedazo de cable eléctrico. Al igual que en nuestro calabozo, en
todas las celdas se improvisó alguna conexión eléctrica, donde el
aparato es “enchufado”. Y ya se tiene posibilidad para cocinar.
Las veces que el cable disponible es poco para ello, se hace la
conexión en la red sólo por el cable “fase”, mientras el negativo,
o neutro, es conectado a la reja de las puertas de las celdas.
Hoy quedé afuera hasta bien tarde. Cuando vuelvo a la
celda, observo que se metió en un envase plástico de gaseosa las
cáscaras de mandarina de ayer, junto con pedazos de banana y
manzana que uno de los internos había recibido de sus familiares.
Es completado con agua, y sacudido vigorosamente. A cada rato
vuelve a sacudirse el contenido. Es para hacer “chipcha”, o sea,
se busca que fermente, que se trasforme en bebida alcohólica, lo
que se consigue después de aproximadamente una semana. Se
me pide para tratar de conseguir un poco de arroz, para mejorar
el proceso de fermentación.
Nuevamente uno de los guardias trae marihuana. Trata de
entregarlo a escondidas de mi, pero me percato perfectamente
Hans Otto Kroeger Kaethler 77
de lo que pasa. Comentase que hoy uno de los guardias ingresó
con 8 “petacas” de caña atados a las piernas, debajo del
pantalón.
78 13 Días en las Mazmorras del Paraguay

Domingo, 17 de Abril
Anoche se fumó menos que de costumbre. Uno de los
colegas del calabozo, también huelguista, pero que no lleva muy
a serio su huelga, suele atarse para dormir un trozo de frazada
por la barriga, en la esperanza de que la misma disminuya de
tamaño.
Me levanté más tarde a la mañana, a la hora que se trajo
el “cocido”. La docena de galletas que se sirve junto con el
cocido, desparecen rápidamente. Esto significa que pocos llevan
muy a serio su huelga. Pero a uno de los internos se percibe de
manera asustadora su enmagrecimiento. Yo por mi parte, suelo
tomar un poco del caldo en que viene la comida, y de vez en
cuando como una mandarina.
Ayer mi esposa trajo papel higiénico y pasta dentífrica.
Cuando uno se adecua a las circunstancias que reinan aquí, y
considerando mis regalías especiales, el derecho de salir al patio,
la cosa no está mala; mucho más sufren los que se encuentran en
los corredores de los pabellones, y los que no reciben visita de
familiares. Son víctimas a cualquier momento de las malas
jugadas de los demás internos. Y más sufren los brasileños, que
son víctimas preferidas de los ataques.
Nuevamente no se me deja salir temprano. Supongo que
se sigue esperando paga.
Hace algún tiempo ya no veo la pipa de crack. Espero que
la hayan hecho desaparecer, o sea, desarmado. Mi “secretario”
ya no fuma desde algunos días, siquiera cigarrillo. O sea, por lo
menos mientras lo estoy controlando, lo que hago siempre que
pueda. Están preparando papel para cigarrillo de marihuana. Uno
quita de entre los colchones una bolsita con una masa marrón
verdosa. Pensé que ya iban empezar a fumar otra vez, pero ahora
se trata de “remedio” para el mate. La hierba se halla bastante
machacada, y por esto se encuentra con el color y apariencia
sospechosa.
Finalmente se me deja salir al patio, aún en horas
tempranas. Después mi esposa me cuenta que compareció a la
mañanita, e insistió que se me largue. Paso a la cocina, y veo que
efectivamente hoy se ha recibido algunos pocos huesos con algún
trozo de carne. Estos fueron apartados para hacer fritar en una
olla a parte.
Hans Otto Kroeger Kaethler 79
Con el crédito que tengo junto a un interno, y mediante su
intermediación junto a otros internos, consigo comprar una
frazada para el compañero de celda que pasó ya varios días sin
tener frazada para cubrirse. Se me la vende por Gs. 2.000. Se
encuentra bastante vieja y gastada, tiene un agujero enorme en
el medio, pero al compañero se lo ve bastante agradecido, visto
que las noches pasadas hizo un fresco considerable. Espero que
no haya sido robada de algún infeliz. Aprovecho la oportunidad
para hacerme cortar el cabello, otra vez bajo crédito. El corte
debería haber costado Gs. 2.000, pero se acaba cobrándome Gs.
5.000. El crédito es dado por un brasilero, quien recibe
inmediatamente lo gastado de mi esposa, así que ella
comparece. Ya no me arriesgo a tener plata en mano.

Tengo oportunidad para conversar largamente con un


argentino. Dice que su esposa, consorte desde hace veinte años,
pero aún así veinte años más joven que él, lo acusó de haber
violado a sus propios hijos. En el examen médico no se constató
violación, pero aún así fue condenado por coacción sexual o cosa
semejante. Ahora que está en la cárcel, su pareja, mejor dicho ex
pareja, vende todo lo que pueda de sus bienes. Máquinas,
herramientas y materiales del taller (trabajaba como herrero y
mecánico), e inclusive su camión. No sabe como pudo hacer la
venta, visto que era vehículo con documentación legal, y sólo
podría haber sido vendido con su consentimiento. Cuando salga
de la cárcel será persona arruinada. Nada puede hacer para
evitar el despilrrafo.
Al abrirse los portones para la visita, mi esposa entra y
trae un pantalón para mi “secretario” que vendió el suyo hace
algunos días. Pasó largo rato conmigo. Le pido para llevar una
presentación al Tribunal. Se va, pero nadie quiere recibirlo.
Teóricamente debería haber una secretaría u oficina encargada
de recibir escritos a cualquier hora,19 pero más una vez la Ley no
es más que papel sucio.
A la noche, al volver al calabozo, se ve a la gente bastante
desanimada. No fluye la conversa. Por lo visto las esperanzas
nacidas con la visita del Juez de Ejecución y sus promesas ya se
desvanecieron.
A las veces tengo miedo que se me mande matar en la
cárcel. Sería acto al clásico estilo del Ministerio Público, quien ya
ha demostrado sus inclinaciones en el incidente del secuestro y
19
Art. 135, C. P. P.
80 13 Días en las Mazmorras del Paraguay

tortura de Juan Arrom y Marti. Uno de los internos nuevamente


fuma crack. Me baño, mientras se le trae a otro compañero de
celda una bolsa con cigarrillos, yerba mate, jabón y un billete. Se
lee el billete, y se rompe el jabón. No sé si se encontró algo en el
jabón. Parece que no. Sigue el ánimo sombrío. Esta noche duermo
un poco preocupado.
Hans Otto Kroeger Kaethler 81

Lunes, 18 de Abril
Esta noche volvieron otra vez mis dolores de garganta. Me
levanto temprano y limpio el baño y derredores. Las paredes
internas del baño empiezan a quedar más “blancas”.
Tengo la impresión de que uno de los compañeros de celda
tiene vermes, pues anda rechinando los dientes en sueño.
Indudablemente el ambiente es ideal para propagación de
parásitos.
Todavía duermen todos los compañeros, si bien ya está
amaneciendo. No se puede ver si salió el sol. Ahora justamente
un brasilero está barriendo frente a nuestro calabozo. Dice
llamarse André de Sousa. Por lo menos este trabajador esclavo
posee un buen par de botas de goma.
Cuando uno da la vuelta por la cárcel y habla con los
internos, se percata que abundan los “delincuentes” ocasionales.
Por ejemplo gente que fue asaltada, y hirió o mató en defensa
propia. Otros que tuvieron problemas en el seno de la familia.
Asimismo se percibe claramente que los delincuentes
profesionales, cuando presos, generalmente salen con asombrosa
facilidad. Para ellos la prisión no es, sino cuestión de dinero, salvo
cuando el hecho punible dio lugar a un escándalo público.
A la pared de nuestra celda se observa montón de
agujeros puestos lado a lado, en otras partes hay trazos. Me
pregunto cómo pudieron hacer estas marcas, que en su mayoría
son bastante profundas. Es evidente que se estaba registrando
los días, pues de otra manera se pierde completamente la noción
de tiempo. En una parte cuento 105 agujeros.
Acaban de traer el “cocido”. Tomo despacito un poco,
mezclado con agua, a ver si no baja mi dolor de garganta.
Nuevamente salgo tarde de la celda. Mis compañeros
tuvieron que interceder por mí, a fin de que alguno de los
guardias se dignase a abrirme el portón. Soy el proveedor de la
celda, el único que puede hacer de nexo con el exterior de la
misma.
Apenas estoy afuera algunos minutos, aparece una
camioneta Volkswagen, que trae una carga de tomates podridos.
Se los ha cargado en cima de una lona de plástico, directamente
a la carrocería. Llegada la camioneta frente a la cocina, se tira
82 13 Días en las Mazmorras del Paraguay

toda la carga en el piso de tierra. Calculo que la carga puede


tener cerca de una tonelada.
Luego se junta los tomates en cajas de plástico, apenas
dejándose los más podridos, y son lavados superficialmente
dentro de una de estas ollas de cien litros en las cuales se suele
preparar la comida. Se apartan los tomates que aún conservan
una apariencia un poco mejor, que luego son entregados o
vendidos a algunos de los demás internos, que de esta manera –
por lo menos una vez por semana – tienen acceso a verdura
fresca. Lo demás es cortado en pedazos para preparación de
“conserva” que se se adiciona al caldo durante la semana para
dar un poco de sabor a la comida. Por fin me toca algo más
interesante para hacer. También me pongo a cortar tomates. El
trabajo lleva el día todo. Es necesario cortar todas las partes
podridas o aplastadas, lo que retarda mucho todo el trabajo.
Estamos a las veces entre ocho personas cortando tomates.
Luego se mete todo dentro de tambores abiertos, y a la noche,
cuando se desocupen las ollas, serán puestas a cocinar, para
luego descargar su contenido nuevamente en los tambores, y
llevados a la cámara frigorífica. Si se traía los tomates ya en
cajas, en vez de tirarlo en la carrocería de la camioneta, y se
bajase en los mismos cajones, ciertamente el trabajo sería más
fácil, y más higiénico. Pero como en todo lo demás, lo que atañe a
trato digno a los internos de nuestras cárceles, no es del interés
de las autoridades.
Aproximadamente las cuatro de la tarde se me hace
llamar, se me dice “comparecencia”. Me lavo las manos, cambio
rápidamente de ropa (para bañarme no me dan tiempo), y se me
presenta a un abogado, que hasta ahora no tuvo ninguna
intervención en el proceso. Me dice que me llevaría al Juzgado de
Minga Porá, a más de cien kilómetros de acá, donde fue a parar el
proceso después de siete inhibiciones. Dice que había negociado
el cambio de la prisión penitenciaria en prisión domiciliaria.
Salido de la cárcel, encuentro a mi esposa, quien me
cuenta que había encontrado al abogado en los tribunales, y que
el mismo había ofrecido su intervención: por conocer al juez,
porque el abogado anterior “hizo todo mal”, etc., la táctica común
en este medio, donde se aprovecha inescrupulosamente la
situación de las personas en desesperación.
Se me lleva a Minga Porá, en vehículo particular, (los
vehículos públicos sólo están a disposición para privar de libertad
a las personas, y para llevar a funcionarios públicos a fiestas,
Hans Otto Kroeger Kaethler 83
eventos políticos, y para llevar a sus hijos a la escuela, al doctor,
al dentista, a fiestas de cumpleaños, etc.) con acompañamiento
de un guardia de la cárcel.
En Minga Porá efectivamente se convierte la prisión
penitenciaria en prisión domiciliaria, luego de una “audiencia” en
la cual el abogado declara en mi nombre, haciendo constar que
yo le nombré abogado mandatario; mi intervención se limita a
que diga si los datos personales que se hizo constar corresponden
a la verdad, y a firmar lo redactado. Le comento a mi abogado
sobre la existencia de una resolución ficta, conforme al Art. 141
del C. P. P., pero él me contesta, diciendo, que no conozco el
sistema, que si bien, de acuerdo a la Ley se debería dictar
resolución ficta, aquí los jueces hacen lo que quieren, que, o
acepto la prisión domiciliaria, o me pudriría en la cárcel. Mi
esposa comienza a desesperarse de nuevo, de manera que me
callo.
Siempre se tuerce de alguna manera el derecho. El escrito
por el cual se impone la “prisión domiciliaria” (legalmente no
existe prisión domiciliaria, sólo arresto domiciliario) carece
totalmente de fundamento. Como ya dije, se dictó prisión
preventiva presidiaria, bajo argumento de que “no ha presentado
en autos, ningún documento con las cuales demuestre arraigo”.
En el Auto Interlocutorio no se dice nada, absolutamente nada,
sobre elementos de convicción sobre existencia de hecho punible
grave, nada sobre hechos en base a los cuales sostener mi
participación en un hecho punible, nada sobre peligro de fuga u
obstrucción. Volvimos absoluta y totalmente al sistema
inquisitivo, en el cual toda persona sumariada por la comisión de
algún hecho punible es culpada mientras no pruebe su inocencia.
Ahora, había aportado suficiente documentación que
demuestra mi arraigo, como siendo:
1) Copia de mi Cedula de Identidad (original retenido en la
cárcel).
2) Mi Certificado de Nacimiento;
3) Cédula de Identidad de mi esposa;
4) Certificado de Vida y Residencia expedido por la Comisaría de
Hernandarias;
5) Certificado de Matrimonio.
6) Certificados de nacimiento de mis hijos;
7) Títulos de Propiedad de los 8 (ocho) inmuebles;
8) Libreta de Calificaciones de la Universidad;
84 13 Días en las Mazmorras del Paraguay

9) Cédula Tributaria del Ministerio de Hacienda, como


Contribuyente;
10) Facturas de ANDE, una de mi Carpintería y otra de mi casa;
11) Factura de COPACO, del teléfono de mi propiedad;
12) Libreta de Baja de Servicio Militar Obligatorio;
13) Certificado de Estudios de mi hijo (Hernandarias).
El Juez (Ismael Vera), en su resolución, reconoce la
demostración de arraigo, pero nuevamente, sin cualquier
consideración sobre la gravedad del hecho que se me imputa, ni
referencia a indicios existentes, posibilidad de fuga u obstrucción,
dispone la prisión domiciliaria. Nuevamente deja claro que todo
obedece a motivos de venganza, de tortura psicológica, de
demostración de poder, poder encima de la Ley, justicia por mano
propia, tiranía y sadismo.
Para colmo, en la resolución que se dictó, consta que se
me impone “la prohibición expresa de acercarse a los familiares
de la víctima fatal”. No existe víctima fatal. Las resoluciones
judiciales últimamente no son sino copia y colage a partir de
resoluciones anteriores, en las cuales apenas se registra el tipo
penal del supuesto hecho en juicio. Por lo tanto es de presumir
que se me aplicó las medidas que normalmente se suele imponer
a un homicida, ante la negativa de “comprar” una resolución
menos dañina, y se olvidaron de quitar o modificar el punto que
pone en evidencia el abuso.
Impresos y firmados todos los documentos, la secretaria
del juzgado me reclama pago de Gs. 180.000 en concepto de
“gasto de representación establecido por la Corte Suprema de
Justicia”. Le digo que no tengo problema, con tal que expida
recibo. Ocurre que nunca había expedido recibo. Dice que la
Corte sí ha hecho imprimir recibos a estos efectos, pero que no se
suele utilizar, y que no se suele dar luego recibo. Al principio se
me trata de convencer que desista del recibo. Pero yo insisto.
Finalmente, después de aproximadamente media hora de
discusiones, consultas por teléfono (la secretaria no sabía cómo
hacer recibo) se me expide dicho comprobante.
Más tarde me relata mi esposa que se le había exigido,
primero dinero para “combustible” para que el vehículo del
juzgado proceda a llevar el expediente de Hernandarias a Minga
Porá. En su desesperación pagó cien mil guaraníes, por supuesto
sin que se le expida recibo. Asimismo le querían extorsionar,
solicitándosele la suma, primero de Gs. 10.000.000 para
“coimear” al juez, monto, que ante su negativa, se bajó a Gs.
Hans Otto Kroeger Kaethler 85
5.000.000, que también se negó a pagar. Finalmente, cierta
persona alegó haberle dado ya US$ 300 al Juez, y pretendió
recuperar la plata, a lo que también se negó.
También me contó mi esposa que un funcionario judicial le
quiso coaccionar diciéndole que me diga para que yo entre en un
acuerdo con el fiscal, caso contrario sería condenado. Ya conozco
a perfección el funcionamiento de nuestro “Poder Judicial”. Ya
hace ocho años, una secretaria de Juzgado Penal en Ciudad del
Este me dijo: “Vos conoces la Ley, pero acá hay “mecanismos” “.
Ya he denunciado sinfín de jueces y fiscales, quienes
indefectiblemente reciben protección incondicional de sus pares.
Casi la totalidad de las resoluciones fiscales y judiciales carecen
de fundamentación lógica y suficiente. Esta es sustituida por
afirmaciones vacías. Fiscales y jueces suelen afirmar la existencia
de hechos, de los cuales no ha referencia en ninguna parte del
juicio o de la carpeta fiscal. La obligación de fundar las
resoluciones en la Ley se sustituye, por increíble que parezca con
expresiones como “es de la opinión de esta Judicatura” “es
criterio de este juzgado”, “este juzgado considera que” obviando
de esta manera la obligación de fundar las resoluciones en la Ley,
conforme a hechos probados. Es más, la Juez Norma Gamarra, en
grosera violación del deber de “juzgar”, al desestimar denuncia,
en cierta oportunidad (A. I. Nº 326 / 2002) dictaminó:
“En cuanto a las segundas apreciaciones, si el hecho
constituye o no hecho punible o exista algún obstáculo para
continuar con el procedimiento, se debe señalar que, con los
escasísimos dispositivos jurídicos, ese podría conjeturar que el
hecho denunciado es de aquellos de acción penal pública, vale
decir, es hecho punible, aunque respecto al obstáculo legal para
el desarrollo del procedimiento tornaría difícil para este sujeto de
derecho, establecerlo ya que ni siquiera se halla agregada la
denuncia como así también impulsos procesales realizados por la
fiscalía interviniente, quien tiene toda la facultad y reiteramos, la
responsabilidad de ameritar o no un requerimiento de
desestimación.---
Que, este Juzgado, tomando en consideración las
fundamentaciones vertidas por el Ministerio Público en su
Requerimiento, y teniendo en cuenta, las disposiciones del
Código Procesal Penal vigente, a más de las constancias de autos
se torna procedente hacer lugar al pedido de desestimación ya
que se dan los presupuestos legales contemplados en los Arts.
86 13 Días en las Mazmorras del Paraguay

301 Inc. 1º, en concordancia con el Art. 305 de la Ley 1.286/98).


-----------------“
O sea: ha juzgado sin conocer la causa.

Esto da un claro panorama de la “justicia” que me espera


en esta causa. La amenaza de que, caso no entre en acuerdo con
el fiscal, se me condene, no es vacía. Es real. Existe tanto la
posibilidad, digo más, tengo plena certeza que en esta causa se
coaccionará y ya se ha coaccionado a los “testigos” a fin de que
relaten algún hecho que pueda ser subsumido en alguna
tipificación penal, y aún que no lo hagan, nuestros Tribunales no
tendrán el menor problema de condenar con base a afirmaciones
vacías.

A la vuelta de Minga Porá se lleva primero una copia de la


resolución a la Policía de Hernandarias. Allí el abogado hace saber
a mi esposa lo que reclama en honorarios, por medio día de
trabajo: US$ 1.000. Ante el reclamo de mi esposa, baja a US$
600.
Cuando el Juez dictó la prisión domiciliaria, ya existía
resolución ficta de acuerdo al Art. 141 del C. P. P. Por lo tanto la
única declaración que podría haber dictado el Juez Ismael Vera
era disponiendo mi inmediata libertad. Cualquier otra resolución
constituye – cuanto menos – prevaricato. Esto ya lo había dicho al
abogado. Éste en principio me da oídos, pero alega finalmente
que, si bien es lo que legalmente corresponde, jamás sería
concedido. Por lo tanto se calla y somete al abuso practicado por
el Juez, y lo hace contra la voluntad y en perjuicio de su
defendido. Considero que en estas circunstancias no le
corresponde derecho alguno de cobrar honorarios, al contrario,
debería indemnizar por el daño causado.
Asimismo el abogado “garantizó” mi sometimiento al
juzgado mediante fianza personal de Gs. 15.000.000, por
supuesto, no sin antes obtener garantía similar de un conocido
común.
A camino de vuelta de Minga Porá comenta que uno de sus
defendidos cuya comparecencia había garantizado, se fugó, y que
se esquivó de la obligación de efectivizar el pago de la misma,
mediante “archivamiento”, mejor “congelamiento” de la causa.
Asimismo, el abogado “comenta” que sería difícil que yo
salga todavía este día, visto lo avanzado de la hora (6 de la
tarde), y, en forma bien sugestiva, “pregunta” al guardiacárcel si
Hans Otto Kroeger Kaethler 87
sería posible que yo salga todavía esta noche de la cárcel. El
mismo responde diciendo que “queriendo todo es posible”. O sea,
nuevamente se busca extorsionarme, a fin de conceder lo que
corresponde por derecho: la libertad inmediata. Por supuesto,
ante mi negativa directa de pagar “coima” pasé más una noche
en la cárcel, siendo liberado sólo aproximadamente a las diez
horas del día siguiente. La situación evidentemente constituye
nuevo delito de privación de libertad, esta vez al objeto de
extorsión (secuestro), pero esto no calienta a nadie: lo único que
interesa es producir situaciones útiles a la extorsión.
De manera que más una vez queda evidente que aquello
que se llama “justicia” en Paraguay, no pasa de sucios
negociados, de coacción, extorsión, secuestro y tortura bajo
protección del “PoderJudicial”.
En todo caso, ante la situación, ante la actuación poco
ética del abogado, le dije que le pagaría en concepto de
honorarios al suma de US$ 200, y si le parecía poco, podría
solicitar regulación judicial. Se enojó y empezó a gritarme y
ofenderme, diciendo que soy un mal agradecido, que causo
problema a todo mundo, y que retiraría su fianza personal. No sé
si ya ha solicitado regulación judicial, visto que aún ahora, un
mes y medio después de mi detención, no tengo acceso al
expediente judicial.
Durante el viaje, este “defensor” me pretende convencer
de que el abogado, mi profesor, quien patrocina todos mis
escritos y presentaciones, habría hecho “todo mal”, que no
entiende de nada, que yo debería haber contratado desde inicio
un abogado que “entiende”, y con otros comentarios comunes en
la llamada “ética” practicada entre los profesionales del derecho.
Apenas vuelvo a la penitenciaria, se me interna
nuevamente al calabozo, aún sabiéndose que el juez había
ordenado “libertad”.
88 13 Días en las Mazmorras del Paraguay

Martes, 19 de Abril
La situación absurda a que me someten los órganos
encargados de “hacer justicia”, la impotencia ante la absoluta
indefensión en que me han colocado, me dejaron sin dormir. Más
una vez la “Justicia” ha puesto mensaje claro e inequívoco: Quien
no se sujeta a la corrupción, se niega a pagar “coima”, sufrirá las
consecuencias.
Ahora existe la posibilidad de que el abogado retire su
fianza personal, y que en consecuencia se vuelva a imponer
prisión penitenciaria, en castigo por no haber cedido a la
extorsión. Sería actitud típica de este sistema. Pero dudo que lo
hagan, pues quedaría notoria la tentativa de extorsión. Pero, por
otro lado, a quién le calienta esto, visto que la práctica de la
extorsión es actividad común y principal en este medio. No sólo
se le extorsiona a los litigantes, sino que son igualmente
estafados y robados. Y no sólo los litigantes, sino también a sus
familiares se exprime hasta la última gota de sangre. Lo único
que piden es una oportunidad.
Aproximadamente a las ocho de la mañana se me llama, y
se empiezan los trámites para mi liberación de la cárcel. A los
efectos comparece un amigo mío, que hace todos los traslados
necesarios en su vehículo. Volvemos a la Comisaría de
Hernandarias, acompañados por un policial, quien también
debería haberme acompañado a mi domicilio, a comprobar el
cumplimiento de la prisión, Pero ya no lo hace. Soy
suficientemente conocido como persona honesta, y se sabe que
todo no se trata sino de acto de venganza de la “justicia”
paraguaya.
Aquél mi amigo, mejor conocedor de las circunstancias
legales en el Paraguay, (he vuelto a instalarme en el País hace
recién unos nueve años y medio), insiste en que yo pague lo que
se exige; que no existe la menor posibilidad de obtener ni lo que
lejanamente puede llamarse justicia, que no tengo sino que
cuidar de mi propia vida, y de mis familiares. Que uno sólo nada
hace contra esta poderosa máquina corrupta. Esta es en realidad
la opinión generalizada. No existe otra defensa en el Poder
Judicial, sino aquella que se “compra”, o obtiene mediante
“intervención” de políticos poderosos.
Por fin tengo nuevamente la posibilidad de dormir en una
cama. De tener a mi disposición computadora, libros para
Hans Otto Kroeger Kaethler 89
consultar, alimentación adecuada, teléfono. Pero no tengo acceso
al expediente. No me puedo retirar de casa, sino para asistir a
clases en la Universidad. Este derecho se había concedido, pues
resultaría raro negarlo, visto que supuestamente me encontraría
“en prisión preventiva al sólo efecto de asegurar su
comparecencia” “que no adquiera las características de una
pena” “ni provoque otras limitaciones que las imprescindibles”
(Art. 254, C. P. P.). “Las penas privativas de libertad tendrán por
objeto la readaptación del condenado”. (Art. 21, C. N.).
90 13 Días en las Mazmorras del Paraguay

Mi Situación Actual

Los supuestos hechos denunciados, considerados coacción


por el fiscal, por el cual me imputa, consisten en que
supuestamente habría amenazado con denunciar los superiores
de la Asistente Fiscal Analía Rodríguez, caso no cumpliese con el
deber de informar.
La acusación por resistencia consiste en que yo no había
“obedecido” a la “solicitud” del Fiscal Raúl Insaurralde.
En fecha 12 de Abril el Juez Manuel Trinidad ha dictado
prisión preventiva a ser sufrida en penitenciaría, alegando
indicios de comisión de tal delito, sin especificar ninguno de estos
indicios. Presume tácitamente “peligro de fuga”, sin siquiera
intentar fundamentarlo, y alega que es “requisito exigido” para
aplicación de medidas sustitutivas a una prisión preventiva que
todavía no ha justificado, ¡la presentación de título de propiedad!,
cosa que no se encuentra en ninguna prescripción legal. Y todo
sin que ninguna parte en juicio siquiera haya solicitado la
aplicación de prisión preventiva, trasformándose el juez,
supuestamente imparcial, en parte en el juicio.
El 18 de Abril el Juez Ismael Vera dicta prisión domiciliaria,
sin justificar gravedad del hecho, peligro de fuga o de
obstrucción. Hace caso omiso a la resolución ficta que ya existía
en aquél momento, cometiendo prevaricato.
El 20 de Abril presenté apelación contra las resoluciones
del Juez Manuel Trinidad, y del Juez Ismael Vera, que no se tramita
bajo excusa de que todavía no se ha fijado juzgado. Ahora ya ha
trascurrido mes y medio desde la imputación, y todavía no hay en
la causa “juez de garantías”, lo que significa, que el fiscal hace de
las suyas, sin cualquier garantía judicial.
Con relación a la citada apelación, he presentado
urgimiento, así como solicitado se ordene libertad por existir
resolución ficta. No se da curso a lo peticionado, y por lo tanto
existe privación ilegítima de libertad. He reiterado los ugimientos
y los pedidos de dictamiento de resolución ficta, sin cualquier
resultado.
La causa ha pasado por ocho juzgados, encontrándose
ahora en el noveno, en Salto del Guairá, desde donde se me
informa por teléfono, que habría impugnado inhibición del juez
Hans Otto Kroeger Kaethler 91
anterior, ya hace unas dos semanas, y sigue sin remitir la causa,
impidiendo su curso.
Mientras tanto se niega a resolver cualquier cosa,
alegando falta de recursos. Con ello traba la continuidad del
proceso. Para privar una persona de libertad, aún que sea contra
expresa prohibición legal, no le faltan recursos al llamado “Poder
Judicial”. Cuando trata de restablecerse un mínimo de legalidad,
se alega inmediatamente falta de recursos, siempre en la
esperanza de que yo, coaccionado por mi situación de prisionero,
acceda a pagar por lo que no debo, ni es exigible. Y caso que yo
pague, el Judiciario seguirá sin recursos, pero los Fiscales y Jueces
tendrán para comprar más coches Mercedes, y más mansiones.
¡Y por absurdo que parezca, éste sistema tiene el tupé de
acusarme de coacción!
En fecha 02 de Mayo, al cumplir con el deber de firmar
libro en Mingá Porá, intenté presentar escritos, entre ellos, uno
por el cual recuso al abogado mandatario, y se niega recepción,
pues llamativamente el último día hábil anterior se habría
remitido el proceso a Salto del Guairá.
Ante estas circunstancias se presentó los escritos ante la
Presidencia de la Circunscripción, solicitando al mismo tiempo
que provea medios para que se fije juez en la causa, en C. del
Este, visto que tengo prohibido llegar al lugar del proceso. Ahora,
trascurridos quince días desde aquella presentación, todavía no
ha resuelto nada la citada presidencia, y por lo tanto se puede
presumir razonablemente que no le importa el estado de
indefensión al cual se somete a los ciudadanos litigantes bajo su
jurisdicción administrativa.
Mientras tanto el derecho a defensa se halla totalmente
truncado.
Será inútil presentar Habeas Corpus, visto, que, de
acuerdo a la esepectacular ley nueva que regula el tema, no
corresponde su interposición en todos los casos en los cuales
haya fiscal o magistrado al cual se haya comunicado la
aprehensión (Ley 1500, Art. 25). Si luego el Juez se niega a
resolver, el ciudadano por lo tanto ya no tiene donde recurrir.
Será inútil presentar Amparo, visto que no se lo podrá
promover “en la tramitación de causas judiciales”.
No sirve para nada presentar queja por retardo, visto que
debe ser presentado ante el juez de causa, que hasta el
momento, no existe (Art. 140, C. P. P.)
92 13 Días en las Mazmorras del Paraguay

Es inútil presentar recurso de inconstitucionalidad, visto


que tarda en promedio 6 meses para ser resuelto, con lo que ya
se pasaría de la pena mínima prevista.
Será inútil presentar queja por retardo ante la Cámara de
Apelación, sería rechazado con remisión al Art. 140 del C. P. P.

Pero, por supuesto, si yo violase mi prisión domiciliaria,


aún que sea al sólo efecto de hacer alguna presentación ante
algún juez o fiscal, ciertamente no faltaría juez que decretase
nueva prisión preventiva carcelaria. Para estos casos siempre
habrá juez, no habrá ni excusación, ni falta de recursos.

El mensaje es absolutamente claro: O pago por mi


libertad, o me pudriré en prisión.
Bello Estado de Derecho.

Hans Otto Kroeger K.


Hans Otto Kroeger Kaethler 93
Apéndice
Un joven recluido (ha de tener unos 22 años de edad) me ha
solicitado reiteradas veces que escriba la historia de su vida. Finalmente
accedí a hacerlo, por supuesto sin citar nombres.
Relata que desde muy joven se dedicaba a una vida de hurtos.
Relata que en cierta oportunidad una persona le encargó el robo de
computadoras de una determinada institución, que le fue indicada
concretamente. Relata que con otro compañero, y el motorista de un
furgón “taxi”, llegaron a la noche a la institución, forzaron la entrada
cortando las grades, y se alzaron con toda la tranquilidad con las siete
computadoras que encontraron en el lugar, asimismo de todos los
accesorios, sin que se produzca “pérdida” ni rotura alguna. Luego de
alzarse con todo, llevaron la mercadería a un local indicado por el
“contratante”, recibiendo la paga por el “servicio” al día siguiente: ocho
millones de guaraníes para los tres, que fueron gastados rápidamente en
fiestas.
Dice que entró en el año 2.000 a la cárcel, donde aprendió a
fumar marihuana y crack. Relata que cuando está afuera, no fuma, pues
es más difícil de obtener estupefacientes, además que tiene otras
ocupaciones.
Se iba a menudo a San Pablo, Brasil, a fin de “comprar” ropas
para revenderlas en Paraguay. Allí actuaba como “descuidista”, “caballo
loco”, para juntar mercadería. Fue arrestado en flagrante, y dice que se
le pegó mucho. Pasó la primera noche en calabozo de la policía, con otro
interno, donde le sirvieron, en refectorio, “marmita” a la noche, y yogurt
y pan dulce para desayuno. Al igual que en Paraguay, había
estupefacientes. Al día siguiente se lo llevó al “Forum” (Juzgado), donde
se declaró menor de edad, teniendo en cuenta que no llevaba
documento consigo, ya a estos efectos. Por ello fue llevado a la “Febem”,
lugar para internación de menores.
Dice que la alimentación en la “Febem” era similar a la servida
en la cárcel: Para almuerzo y cena hay cardápio diferente cada día, tal
como bife, arroz, “Feijão", ensalada, jugo; Desayuno: yoghut y bollo;
Asimismo se sirve merienda y frutas. La alimentación era servida en
vajillas descartables. Comenta que al entrar en la “Febem” el
responsable amenazó con colgarle a las rejas, de manera que quedó un
poco asustado. Pero finalmente el trato fue bueno, no sólo por parte de
los guardias, sino también de los demás internos, para los cuales era
personaje exótico, por venir del Paraguay. Las instalaciones albergaban
entre 7 y 8 internados en cada pieza. Había cama para todos, y baño
azulejado en cada pieza. Podían pasar el día entero en el patio, hasta las
seis de la tarde, donde había cancha de fútbol, banquete, voley. Se
administraba estudio, y había televisión disponible. No se permitía ni
drogas ni cigarrillos. A los diecinueve días el Juez le concede libertad y
ordena su expulsión. Pasa más tres días en la “febem” a espera de
vehículo oficial, que acaba llevándole al Paraguay desde San Pablo,
donde es entregado en la casa de sus familiares.
94 13 Días en las Mazmorras del Paraguay
Luego de un año vuelve otra vez a San Pablo, nuevamente en
carácter de clandestino “indocumentado”, donde nuevamente es
flagrado alzándose con ropa en un negocio, y encuadrado en el Art. 55
(conforme dice). Esta vez se hallaba acompañado de un cuñado menor,
que sufrió la misma suerte. Al ser presentado al Juez, inmediatamente se
encuentran sus antecedentes. Es advertido que será la última vez. Es
castigado con 10 días de calabozo, pero la comida es buena, la cama
también, y, hay marihuana. Nuevamente se lo trae, junto con su cuñado,
al Paraguay, y entregue a los familiares.
Afirma que, cuando se encuentre libre, volverá a San Pablo. Dice
que ya realizó unos ocho viajes. En la última llevó 10 Kg. de marihuana
en ómnibus de pasajeros, acompañado de su novia. Le pagaron por el
trabajo tres mil reales. Tiene pedidos para entrega de la misma
mercadería en San Pablo.
No sé si es cierto lo que dijo, pero tengo impresión que sí lo es.
Hans Otto Kroeger Kaethler 95

Índice

Introducción........................................................................................5
Los antecedentes del caso...................................................................7
En el año 1996 me denuncia una persona que hizo llamarse Bruno
Balbuena Maciel, supuestamente presentando determinada Cédula de
Identidad. Como consecuencia de la denuncia el entonces Juez de
Paz de Hernandarias trata de extorsionarme. Cuando le digo que no
pagaré coima, me hace ingresar, bajo título de “detención”, en la
penitenciaría de C. del Este, donde paso cuatro días, cuando la
detención no podía tardar más de 24 horas, según el antiguo
procedimiento penal. A la salida de la cárcel trato de averiguar quien
sería el denunciante, y el Departamento de Investigación de la
Policía Nacional informa que la persona de Bruno Balbuena Maciel
no se halla registrada en la institución, y que el número de la cédula
corresponde a otra persona..................................................................7
Miércoles 6 de Abril 2005...................................................................9
............................................................................................................9
Ingreso al Sistema Penitenciario.......................................................21
Jueves 7 de Abril, .............................................................................24
Viernes 8 de Abril, ...........................................................................30
Sábado, 9 de Abril.............................................................................34
Domingo, 10 de Abril.......................................................................40
Lunes, 11 de Abril.............................................................................42
Martes, 12 de Abril...........................................................................46
Miércoles, 13.....................................................................................60
Jueves, 14 de Abril............................................................................64
Viernes, 15 de Abril..........................................................................70
Sábado, 16 de Abril...........................................................................75
Domingo, 17 de Abril.......................................................................78
96 13 Días en las Mazmorras del Paraguay

Lunes, 18 de Abril.............................................................................81
Martes, 19 de Abril...........................................................................88
Mi Situación Actual..........................................................................90
Índice.......................................................................................95
Pequeño relato de lo que ocurre con
nuestro sistema penal, y el uso arbitrario que
hace de él nuestro Poder “Judicial”: Lo que
debería servir para la readaptación del
condenado, sirve como medio de extorsión y de
coacción. Nuestras autoridades judiciales ya no
respetan ningún plazo, ni derecho de procesado.
Una vez privado de la libertad, son recluidos en
condiciones subhumanas, hasta tanto ceden a
las presiones y pagan por su libertad, en
descarada violación a los Derechos humanos. La
institución, que debería servir para la
readaptación social, no es más que una
universidad del delito. Sobre ello habla el autor,
quien pasó doce días encerrado en la
Penitenciaría de Ciudad del Este.

Hans Otto Kroeger


hokroeger@yahoo.com
Herndandarias - Paraguay

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