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PAUL ROMER: - Mucho. Hubo una Revolución del Soft, como yo la llamo. O sea, se
dio el reconocimiento de que los 'activos' que designamos hoy en el lenguaje común
como 'soft' o 'intangibles' son los bienes económicos más importantes. ¿Quién era,
antes, la niña mimada de los economistas y de los políticos? Eran la tierra, el
petróleo, el acero, las fábricas, las máquinas, etc. El caso de la URSS fue típico en
este paradigma - llevó al extremo este pensamiento y creyó que vencería al
capitalismo industrial compitiendo en este campo hasta el límite. Era una manera
tonta de crecer y enriquecerse. Cayó redondamente. Falló. Fue tomada por
sorpresa por la revolución soft. Nosotros ya no pensamos más en términos de
acumulación de más cosas - sean ellas recursos naturales o máquinas o, incluso,
personas - como clave para el crecimiento.
P.R.: - En los términos que está usando, sí. Alguien pensó hacer una cosa de modo
diferente – porque en la cabeza de esa persona surgió que podría hacerlo así. Pero,
muchas veces, ni se da cuenta de la importancia de eso. Eso es una pieza del tal
wetware. Pero cuando él y otros se dan cuenta de la importancia de esa novedad, la
codifican e, incluso, pueden explicarla a otros. Es aquí cuando se transforma en
software, que pode ser usado y reusado, en un mecanismo que crea continuamente
valor. Esta lógica es algo enteramente nuevo.
P.R.: - Este potencial para ser reusado sin cesar hace del software un activo con un
cariz radicalmente diferente de los otros activos. Primero, porque aquí no hay
escasez. En la realidad, hay un potencial de descubrimiento ilimitado de nuevas
ideas. Segundo, el número de gente que lo podrá usar es infinito y podrá hacerlo,
incluso, en simultaneo. Se da la oportunidad de una expansión enorme.
Muchos hablan de esa nueva realidad como una ‘nueva economía’, porque,
entretanto, emergieron una serie de nuevos sectores económicos en el que el tal
'soft' es rey.
J.N.R.: - ¿Aconseja a sus alumnos a usar el término?
P.R.: - Lo que sucedió fue un proceso ideológico, como ya le referí antes. Las
personas ahora están percibiendo mejor el problema. De lo que se trata es de que
se está imponiendo un nuevo modelo mental. ¡No fue la realidad económica
esencial lo que cambió, sino nuestra cabeza! Pero esta percepción, este cambio
mental, se da, sin duda, más en los Estados Unidos que en Europa. Es obvio que
mucho de lo que los propagandistas de la 'nueva economía' dicen es pura
exageración, pero algunas cosas son motivadoras y entusiasmantes. Yo diría que
cuando escogen la agit-prop son óptimos, el problema es cuando quieren ser
economistas. Cuando se ponen en economistas, caen en necedades. [risas]
J.N.R.: - Una de las nuevas tales ‘leyes’ de las que se habla en la tal ‘nueva
economía’, es la de la conveniencia de permitir situaciones de monopolio a quien
consigue ser el primero en controlar ese software (haya sido o no o su creador
original) y tener a los clientes cautivos a su uso. Además, me viene a la memoria el
caso de Microsoft y, en el futuro, probablemente haya otras. ¿Cuál es su opinión?
P.R.: - Eso tiene que ser bien examinado. Es necesario un análisis no apasionado.
Lo que Microsoft hizo históricamente fue explorar una serie de innovaciones de
otros y masificarlas - y abaratarlas – en el marco de una plataforma. Ese es el lado
positivo del tal monopolio.
P.R.: - [risas] Bueno, el análisis correcto es saber, al final, lo siguiente: ¿el tal
monopolio, alienta o no el cambio, la innovación? Hay razones para que nos
preocupemos con la cuestión pues, el mercado por sí mismo, podrá no incentivar la
innovación. El problema de fondo es saber si Microsoft se transformó en algo tan
dominante que impide la innovación en el mercado. Creo que siempre es preferible
un ambiente en que varios Bill Gates del futuro puedan nacer. Gente que, por lo
menos, tenga una chance, tenga o no éxito después. Donde no hay entrada de
otros, donde no hay renovación del tejido empresarial [enfatiza Romer], no hay
innovación competitiva, eso es una certeza económica.
P.R.: - Es verdad que es más fácil hoy lanzar nuevas empresas. Hay muchos
jóvenes salidos de escuelas con el MBA queriendo crear sus propias empresas en
lugar de pensar en mejorar un curriculum para entrar en una gran empresa o en un
banco. Hay señales claras de esta cultura de la ‘start up’. La propia enseñanza se
tiene que adaptar a esa tendencia.
P.R.: - Las Universidades actuales fueron creadas, sobre todo parar formar
profesores, no innovadores.