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I
Jesus en el monte de los Olivos
pasadovacias
variascases
algunas
y noches
abiertas,
cony sus
de discipulos,
un gran huerto
se componia
rodeado
de de un I
seto, adonde no habia mas que plantas de adorno y arboles fru- `
tales. Los apostoles y algunas otras personas tenian una llave
de este huerto, que era un lugar de recreo y de oracion, Habia
en él chozas de follaje, donde permanecieron ocho dias algunos
apostoles, a los cuales se juntaron mas tarde otros discipulos;
el Huerto de los Olives estaba separado del de Getsemani por
un camino; franco al paso, cercabalo solo una tapia baja, y era
mas pequeno que el de Getsemani. Habia en él grutas, terra-
plenes y muchos olivos, y facilmente se encontraban sitios a
proposito para la oracion y para la meditacion. Jesus fue a orar
al mas retirado de todos.
Eran cerca de las nueve cuando Jesus llego a Getsemani
Con sus discipulos. La tierra estaba todavia oscura; pero la luna
esparcia ya su luz en el cielo. Jesus estaba triste y anunciaba
la proximidad del peligro. Los discipulos permanecian sobreco-
gidos, y Jesus dijo a oeho de los que le aeompanaban que se
quedasen en el huerto de Getsemani, mientras él iba a orar.
Llevo consigo a Pedro, Juan y Santiago, y entro en el Huerto
de los Olivos, Estaba sumamente triste, pues el tiempo de la
030 prueba se aeercaba. Juan le pregunto como El, que siempre los
habia consolado, podia estar tan abatido. "Mi alma esta triste A
hasta la muerte", respondio Jesus; y veia por todos lados la
angustia y la tentacion acercarse como nubes cargadas de figu-
res terribles. Entonces dijo a los tres apostoles: "Quedaos ahi;
velad y orad conmigo, para no caer en tentacion". Jesus bajo
un poco a la izquierda, y se oculto bajo un penasco en una gruta
dc seis pies de profundidad, encima de la cual estaban los apos-
toles en una especie de hoyo, El terreno iba en declive poco a
poco en esta gruta, y las plantas asidas al penasco formaban una
especie de cortina a la entrada, de modo que no podia ser visto.
Cuando Jesus se separo de los discipulos, vi a su alrededor
un circulo de figuras horrendas que lo estrechaban cada vez
nzés. Su tristeza y su angustia se aumentaban; penetro tem-
blando cn la gruta para orar, como un hombre que busca abrigo
contra la tempestad; pero las visiones amenazadoras le seguian,
Y cada vez eran mas fuertes. Esta estrecha caverna parecia pre-
sontar el horrible espectaculo de todos los pecados cometidos
desde la caida del primer hombre hasta el fin del mundo, y su
eastigo. A este mismo sitio, al monte de los Olivos, habian ve-
nido Adan y Eva, expulsados del Paraiso, sobre una tierra in-
grata: en esta misma gruta habian gemido y llorado. Pareeiome
JESUS mv EL Mozvrz oz LOS OLIVOS 43
agua.
dela
Esposa
En el
queborde
los llamaba,
del precipieio
y, devorados
no querian
por el
escuchar
hambre,lasevoz
reian ?
con insultante piedad de los servidores y de los mensajeros que
los convidaban al festin nupcial. No querian entrar en el jardin,
pues temian las espinas del seto; satisfechos de si mismos, no
tenian ni trigo para el hambre, ni vino para la sed; y ofuscados
con su propia luz, apellidabam invisible a la Iglesia del Verbo
humanado. Jesus los vio a todos; 1101*6 por ellos; quiso sufrir
por todos los que no 10 ven y que no quieren llevar su cruz con
E1 a la ciudad edificada sobre la piedra, a la cual se ha dado
en el Samtisimo Sacramento, y contra la cual las puertas del
infierno no prevaleccrén nunca.
En estas pinturas dolorosas que pasaban delante del alma
de Jesus, vi a Satanés que le arrzmcaba con violencia, para aho-
garlos, una multitud de hombres rescatedos con su sangre y
ungidos con su Sacramento. E1 Salvador vio con amargo dolor
toda. la ingratitud, toda la corrupcion de los cristianos de todos
los tiempos. Todas estas apariciones, en que la voz del tentador
repetia sin ceser: ";,Quieres Tu sufrir por estos ingratos?", ve-
niun sobre Jesus con tanta impetuosidad, que una angustia in-
decible oprimia su humanidad, Jesucristo, el Hijo del Hombre,
y juntaba las manos; caia como abrumado sobre sus
rodillas, y su voluntad humana libraba un combate tan terrible
contre la repugnancia de sufrir tanto por una raza tan ingrata,
que el sudor de sangre caia de su cuerpo 2. gotas sobre el suelo.
En medio de su abandono, miraba alrededor como para hallar
socorro, y parecia tomar al cielo, la tierra y los astros del fir-
mamento por testigos de sus padecimientos.
Jesus elevo la voz y dio gritos dolorosos. Los tres apostoles
se despertarou, escucharon y quisieron ir hacia El; pero Pedro
detuvo 2. los otros dos, y dijo: "N0 os movéisg yo voy a El". Lo
vi correr y entrar en la gruta, exclamando: "Maestro, (gqué tie-
nes?" Y se quedo temblando a la vista de Jesus ensangrentado
y aterrorizado. Jesus no le respondio, y no hizo caso de él. Pedro
se volvio ea los otros, y les dijo que el Sefxor no le habia res-
pondido, y que no haeia més que gemir y suspirar. Su tristeza
se aumento, cubriéudose la cabeza, y lloraron orando.
Volvi haeia mi Esposo celestial en su dolorosa agonia. Las
imégenes horrendas de la ingratitud de los hombres futuros,
cuya deuda tomaba sobre si, eran cada vez més terribles. Mu-
` ""*JESU EN EL Mozvrz D1: Los OLIVOS 51
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56 LA DOLOROSA PASION DE NUESTRO szzvoa Jssvcazsro 030 4: