Académique Documents
Professionnel Documents
Culture Documents
Informó El capitán Mantell sobre las características del objeto. Parecía metálico y de
enorme tamaño. ¿Iba con un simple globo sonda? Eso no era un simple globo sonda, y
si era así, ese globo sonda se desplazaba a mas de mil Km./hora.
En resumen, el accidente fue presentado por las Fuerzas Aéreas como algo muy
natural, que le pueda pasar a cualquiera y que no merecía mas comentarios. Pero no
hubo de que los 2 pilotos sobrevivientes del accidente hiciesen declaraciones a los
periodistas acerca de lo que vieron aquella tarde de enero de 1948.
Mejor suerte que Mantell tubo en octubre del mismo año el teniente George F. Gorman
cuando volaba en un Mustang F-51 sobre la localidad de Fargo, Dakota del Norte.
Recibió el aviso de la torre del control el 1ro de octubre que podía aterrizar. Era las 9
de la noche. Echó una mirada para abajo, desde su altura superior a los 1.500 metros,
antes de iniciar el descenso.
Distinguió entonces una luz blanca y brillante que se desplazaba por debajo de su
avión. Comparó la velocidad del otro con la suya y considero que iba por los 400
Km/hora. Hablo con la torre, extrañado al ver que le daban permiso para aterrizar
habiendo otra nave con prioridad. Le contestaron que no había ningún avión mas que
el suyo, que se dejase de tonterías y aterrizase.
Gorman volvió a mirar para abajo. Aquello no parecía un avión, era la verdad, sino una
bola luminosa, un punto en la oscuridad. Desde el aeropuerto también vieron aquella
luz en aquel instante L. D. Jensen, jefe de trafico, y su compañero Manuel E. Johnson,
dijeron a Gorman que debía averiguar que era aquello antes de aterrizar. Miró Jensen
con sus prismáticos y se dio cuenta de que la luz parecía animada por una especie de
pulsación y que cuando el avión de Gorman se aproximo para verla de cerca, dio un
brusco viraje y se alejo.
Este piloto realizaba con un avión experimental. En la pantalla de la base apareció una
estrella fugaz, que fue seguida por otras. El conorel Smith, jefe de control de la base,
contó hasta 8 luces. Se comunico por radio con el piloto. Steimbek se limitó a
pronunciar un par de frases:
- ¡Dios me proteja!...¡Voy a atacarlos!
Escucharon desde la base las detonaciones del cañón del avión. Después sobrevino
un silencio impresionante.
Los restos del avión de prueba cayeron a 2 millas. Las autoridades quisieron
mantener en silencio el accidente, y aquel mismo día e convocó en la capital del
país una reunión secreta para tratar el asunto. Se cerraron las puertas a los
periodistas, sin decirles porque. Lógicamente, les picó la curiosidad a los señores e
hicieron todo lo posible por enterarse de lo sucedido, el físico Raimond Harvey, el
escritor Herbert Taylor y un periodista de Herald Tribune cuyo nombre no fue
revelado, recibieron varias llamadas anónimas telefónicas acerca de la tragedia. La
comisión investigadora intervino entonces para pedir a la prensa la mayor
discreción, sino querían tener problemas. Muchos de ellos olvidaron el asunto, pero
unos pocos investigaron la hoja de servicios de Steinbeck y hallaron detalles del
mayor interés.
Descubrieron que Steinbenk , de 30 años de edad, gozaba justificada fama de buen
piloto y fue llamado a la base aérea de Las Vegas, donde probaría un nuevo caza a
reacción equipado con dos cañones de tipo especial. Un técnico alemán que
intervino en el diseño del aparato señalo al piloto ciertos detalles, después del lo
cual Steimbeck subió al avión. La cabina se cerraba herméticamente. En caso de
una emergencia, quedaba asegurada la vida del piloto, porque el asiento brincaría
fuera del avión automáticamente, provisto de un paracaídas.