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Tipología de

Atarazanas:

Características
y
Procesos de
rehabilitación

Álvarez Funes, Pablo


Troyano Zurita, Víctor
Ventura Blanch, Ferrán
Vera Serena, Rafael

Historia de la arquitectua II

2º B.3 E.T.S.A.S
Tipología de Atarazanas: Características y Procesos de rehabilitación

ÍNDICE

1. Introducción. Metodología. P. 2
2. Sevilla: Evolución Histórica. P. 3
3. Evolución histórica y urbana de nuestro ámbito de trabajo. P. 14
4. Las Atarazanas como objeto de nuestro trabajo. P. 21
5. Análisis arquitectónico de la Real Maestranza de Artillería. P. 32

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Álvarez Funes, Pablo - Troyano Zurita, Víctor - Ventura Blanch, Ferrán - Vera Serena, Rafael

1.INTRODUCCIÓN. METODOLOGÍA

Con el presente trabajo pretendemos una aproximación a la arquitectura de la Edad


Moderna en Sevilla, mediante un estudio de toda la ciudad (con sus edificios más relevantes) en
general, y de la real Maestranza de Artillería (antiguas Atarazanas) y la zona de El Arenal en
particular. El trabajo estará dividido en cuatro partes, de las que pasaremos a exponer brevemente
sus contenidos. El proceso metodológico general consistirá en un análisis general de los diferentes
aspectos, para pasar progresivamente a las particularidades de nuestro edificio.
En la primera parte trataremos el contexto histórico de nuestro Edificio, donde trataremos
de hacer una aproximación a la realidad de Sevilla en general y de nuestro entono de trabajo en
particular en los siglos XVI y XVII. A su vez consideraremos dos aspectos, la historia de Sevilla
durante el Renacimiento y Barroco, donde hablaremos de los principales acontecimientos que
marcaron la historia de Sevilla, así como un análisis de la vida y costumbres de las gentes de la
época. Concretando un poco más, en el segundo apartado realizaremos una aproximación más
minuciosa a la historia, vida y costumbres de los habitantes nuestro ámbito de trabajo, para lo cual
nos valdremos de diversas investigaciones arqueológicas que se han realizado en el subsuelo de las
Atarazanas.
La segunda parte contendrá la evolución arquitectónica y urbana de nuestra área de trabajo,
donde a partir de la experiencia de las prácticas de urbanística, y siguiendo un esquema similar al del
apartado anterior, analizaremos las diversas tramas que se han ido superponiendo tanto en la ciudad
como en nuestra área de trabajo. De este modo, estudiaremos primero la evolución de la ciudad de
Sevilla, donde analizaremos la evolución general de la ciudad, así como una breve reseña de los
edificios más relevantes que han ido surgiendo. En segundo lugar, nos centraremos en la evolución
de nuestro entorno, considerando los edificios más relevantes que han surgido a lo largo de la Edad
Moderna, como la Plaza de Toros ó la casa de la moneda.
“Las Atarazanas como objeto de nuestro trabajo” será el título de nuestra tercera sección,
que a su vez dividiremos en dos apartados: una evolución histórica de las Atarazanas, donde
hablaremos de la evolución que ha tenido este complejo, centrándonos en su partición en tres
nuevos espacios: la Maestranza, las Aduanas, y el Hospital de la Caridad. Nuestro segundo apartado
consistirá en un estudio de la evolución concreta de la Maestranza de Artillería, así como su
rehabilitación.
Como colofón a nuestro trabajo, nuestra cuarta parte consistirá en un análisis
arquitectónico de la Real Maestranza de Artillería, donde mediante fotografías y los textos que
disponemos, realizaremos la parte principal de nuestro trabajo, que contendrá reflexiones y
comentarios acerca del edificio en cuestión.

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Tipología de Atarazanas: Características y Procesos de rehabilitación

2. SEVILLA: EVOLUCIÓN HISTÓRICA.

Con esta sección pretendemos hacer un breve esbozo de la historia de Sevilla así como una
mayor aproximación a la vida renacentista de la ciudad.

BREVE HISTORIA DE SEVILLA


SEVILLA PRIMITIVA (DE LOS ORÍGENES A LA PROTOHISTORIA)

Los orígenes
Los primeros grupos humanos se asentaron en las fértiles terrazas fluviales del bajo
Guadalquivir en el paleolítico inferior y medio.
En la ‘‘ revolución neolítica ’’, los primeros hombres de este hábitat se convirtieron
lentamente en productores de alimentos gracias a la agricultura y a la ganadería y la ‘‘ cerámica
impresa ’’.
Los inicios de los metales se caracterizaron en nuestras tierras por las construcciones
funerarias dolménicas y el vaso campaniforme.
En su etapa final, la riqueza mineral de a región evidencia contactos culturales y religiosos
con otros hombres del Mediterráneo más alejado.

La protohistoria
En la época final del bronce, las culturas hispalenses evolucionaron lentamente hacia una
nueva civilización, conocida como tartésica. Los colonizadores extranjeros – fenicios y más tarde
romanos – acrecentaron los intercambios por el Guadalquivir arriba e impulsaron el desarrollo
económico de ciertos sectores próximos a Sevilla.
En torno a los siglos VIII-VI a. C. Tartesos era un reino o ciudad - estado que se extendía
por Andalucía occidental.
En este contexto se sitúa para algunos historiadores el origen primitivo de la ciudad; una
segura loma entre la Alameda de Hércules, Plaza nueva, Trajano, Sierpes y el Arenal y el arroyo
Tagarete, con un excelente puerto fluvial, gran fertilidad agrícola y una salida natural al Atlántico.
Su herencia se dejará sentir en las distintas culturas iberoturdetanas hasta la definitiva
conquista romana. El mundo ibérico – hispalense adquiere ahora un nuevo auge económico y
poblacional extraordinaria que coincide con la difusión del hierro y la llegada de los cartaginenses.

SEVILLA ANTIGUA (DE LA ROMANIZACIÓN AL EPIGONISMO VISIGODO)


La romanización
Los orígenes de esta romanización de Hispalis y su tierra, estuvieran ligados a los
enfrentamientos militares entre Cartago y Roma por el control de Andalucía. A partir del 206 a. C.

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estos fueron favorables a los romanos y la integración de la ciudad y su provincia en la civilización


clásica inmediata; pues por ejemplo, Itálica, fue fundada en ese mismo año por Escipión para
asentar a los veteranos de sus campañas militares.
Hispalis contaba con una extensa muralla, ampliada en el siglo 1 d. C., ante el crecimiento
económico y urbanístico de la ciudad. Los restos de murallas, foros, templos, termos, basílicas,
teatro y anfiteatro eran imprescindibles aunque no han llegado hasta nosotros.
Su fundación colonial la equiparaba con el resto de las ciudades romanas con el mismo
derecho publico y administrativo.
Tras las reformas de Diocleciano (293 d. C.), Hispalis, capital de una diócesis, alcanzaría la
primacía política, económica y administrativa de toda Hispania.

El epigonismo visigodo
Durante el siglo V los invasores bárbaros penetran en dos ocasiones y saquean la Bética.
A mediados de estos siglos, tendría lugar la llegada de los visigodos.
Esta época, fue para la ciudad y su provincia, una etapa de profunda recesión económica y
ruralismo social.

SEVILLA EN LA ALTA EDAD MEDIA


(La ciudad islámica, siglos VII- XIII)
Ishbilia y Al-Andalus
El año 712 significaría para la Hispalis visigoda el comienzo de una nueva y decisiva etapa
de su historia; pues durante casi cinco siglos Sevilla modificaría profundamente sus estructuras
sociales, económicas y urbanísticas.
Durante esta etapa, la evolución política y las relaciones de la ciudad con el poder central
cordobés se caracterizaron por los frecuentes enfrentamientos étnicos y tribales. Parte de esos
movimientos separatistas tuvieron relativo éxito.
La crisis califal de Córdoba en las primeras décadas del siglo XI hizo de Ishbilia la ciudad
más importante del occidente de Al-Andalus. Conociendo la ciudad una de sus mejores momentos
en el desarrollo de todos sus aspectos, más destacado el cultural.
En este contexto aparecen los poderosos cristianos del Norte como mercenarios y como
amenazantes saqueadores a los que los monarcas sevillanos pagaron frecuentes tributos para
comprar la paz y la seguridad del reino.
Ishbilia capituló el 23 de Noviembre de 1248, y los conquistadores cristianos se
encontraron con una inmensa y hermosa ciudad.

La cora y la ciudad
Ishbilia fue pronto la ciudad más importante del occidente de Al-Andalus. Los

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conquistadores musulmanes modificaron su vieja estructura urbana de tradición tardorromana


adaptándola a sus nuevas exigencias.
La muralla fue remodelada tras el ataque normando. Se construyó una nueva mezquita,
llamada de Adabbas (Patio del Salvador) y una alcazaba para el wa/i. Los almorávides y almohades
ampliaron el recinto amurallado, en el siglo XII. Mucho más trascendental fue para la ciudad la
edificación (1172-1184) de una gran Mezquita al Sur (actual Giralda y Catedral) y la ampliación del
Alcázar. Lo que significaba la creación de un nueva centro comercial al Sur con más futura por su
proximidad al Guadalquivir, con sus Atarazanas (en el Arenal); y en la otra orilla, el arrabal de
Triana, vinculada al Aljarafe como centro productor de alimentos y a la ciudad par el nueva puente
de barcas

El poblamiento y su complejidad social


Desde la conquista islámica hasta mediadas del siglo XII la población de Sevilla no dejaría
de crecer. Con una compleja estructura étnica- religiosa y un modelo de organización oriental, hasta
el siglo X la inmensa mayoría de la población de Sevilla se identifico como “muladíes’’.
Entre la minoría de conquistadores árabes y beréberes que llegaron a Al-Andalus, en la cora
de Sevilla dominaban los primeros Más numerosos, importantes y poderosos fueron los judíos
hispalenses. Por debajo de todos estarían los esclavos al servicio doméstico y estatal.

El auge de las actividades comerciales


La ciudad y su entorno tendían al autoabastecimiento de alimentas, procedentes de áreas
agrícolas muy productivas, como el Aljarafe, Ribera y Campiña, en el mercado urbana. Al mismo
tiempo Ishbilia suministraba productos manufacturados (tejidos y enseres de labranza) a la numerosa
población rural de sus distritos. Pero era Sevilla la que centralizaba el gran comercio interior y
exterior del Occidente de Al-Andalus. Hasta el puerto de Ishbilia llegaban por el río los grandes
navíos procedentes del Mediterráneo (Oriente y Norte de África) con artículos de lujo para la
aristocracia local; y se exportaba aceite del Aljarafe y algodón del resto de Al-Andalus.

SEVILLA EN LA BAJA EDAD MEDIA


(La ciudad cristiana, siglos XIII-XV)

Sevilla y Castilla: la organización del espacio


La ciudad que ha llegada hasta nosotros hunde sus raíces históricas más recientes en la
conquista castellana de 1248, y sobre todo en su posterior proceso repoblador.
La base sobre la que se fundamentará la nueva organización del espacio y la repoblación del
territorio será el repartimiento que no sólo afectaría al núcleo urbano hispalense.
En lo fundamental, el proceso repoblador había concluido hacia 1253, aunque existieran

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lógicas modificaciones posteriores, especialmente durante el siglo XIV.


Los nuevos pobladores recibieron bienes inmuebles urbanas y rurales en dos tipos de lotes:
donadíos y heredamientos
En cualquier caso, en el siglo XIV y sobre todo en el XV, el predominio administrativo,
económico y social de Sevilla en toda su actual provincia era evidente.
Como capital logística de primer orden fue muy activa la participación de Sevilla en la
defensa de las fronteras de Granada y de Portugal, con desprendida aportación de hombres,
pertrechos y recursos financieras. No en vano residían en Sevilla instituciones territoriales y
político- militares como el Adelantado Mayor de la Frontera y el Almirantazgo Mayor de Castilla;
económicas, como la Casa de la Moneda y las Atarazanas, y eclesiásticas, pues el Arzobispado
hispalense fue uno de los más hacendados e importantes de Castilla.

La ciudad, en su tierra y en su reino


La ciudad islámica no alteraría su emplazamiento tras la conquista cristiana; por el
contrario, los castellanos acentuaran sus ventajas como puerto y puerta del reino, camina fluvial
entre Córdoba y el Atlántico y terrestre hacia Carmona, Écija y el interior de Castilla. Sin embargo,
el urbanismo sevillano se fue lentamente adaptando a las nuevas exigencias de sus pobladores:
ordenación de manzanas con trazado de nuevas calles, algunas ya empedradas y can “husillos”,
apertura de nuevas plazas y espacios libres, remodelación de viejos edificios públicos y
construcción de grandes palacios señoriales.
La ciudad seguía contando con dos centros: Catedral y El Salvador.
Dentro de las viejas murallas almohades con sus puertas se mantuvo Casta 1391 la antigua
judería pero separada del resto de la ciudad por una muralla interior. Fuera del recinto amurallado
había algunos barrios en función del río y su puerto, como Triana, la Cestería y Carretería.

Las instituciones de poder y gobierno: el concejo


La repoblación del siglo XII había implantado un sistema institucional de gobierno y
administración local de tradición castellana: el “concejo’’, y una normativa de organización
supraterritorial, “el fuero”, en este caso de Toledo.
Se limitaría a un número determinado de regidores de designación regia y a favor de la
aristocracia u oligarquía urbana. En Sevilla los regidores fueron veinticuatro, vitalicios y
hereditarios. La justicia era administrada parlas “alcaldes mayores’’, y de brazo ejecutor el “alguacil
mayor”.
El concejo de Sevilla obtenía los ingresos necesarios para el funcionamiento de sus órganos
de gobierno y gestión de las rentas de sus numerosos y diversos bienes (propios y comunales) y
también de los muchos tributos delegados de la Corona que les asignaban los fueros, privilegios
regios y ordenanzas municipales.

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La población y sus niveles


La población islámica de Sevilla fue obligada a abandonar la ciudad y a entregarla vacía de
moros. Sevilla tenía en 1384 solamente 2.600 vecinos siendo el núcleo más poblado de toda
Andalucía, Pero a finales del siglo XV contaba ya con 40.000 habitantes. Una vez que el débil
poblamiento inicial del siglo XIII se fue consolidando y la dicotomía socio- militar entre caballeras y
peones diluyendo, la estructura de la población de Sevilla se complicó, al tiempo que se vertebraría
durante los siglos XIV y XV, como la del resto de Europa, en distintas grupas y niveles
económicos, religiosos, fiscales y profesionales.

Una estructura social diversa y compleja


El común de los vecinos era el estamento social más numeroso de la ciudad. Los
“pecheros’ soportaban las cargas fiscales directas, estaban sometidos a la justicia ordinaria e
integraban las milicias concejiles. Sus medios de fortuna y niveles de riqueza, precarios. Casi todos
los vecinas pecheros estaban vinculados a las actividades artesanales urbanas, y en menor medida a
las agrícolas. En épocas de crisis o dificultades, los escasos recursos arrojaban al abismo de la
pobreza y/o la marginación a un gran número de estos individuos, especialmente muleros, al calor,
sin duda, de la multiplicación en Sevilla de centros asistenciales y de caridad (hospitales).
También tuvieron ‘‘barrio de francos’’.
El estamento jurídicamente privilegiado estaba integrado por diversos grupos que
formarían la aristocracia o patriciado urbano.
También tenían sus ‘‘casas mayores’’ varios linajes de la gran nobleza castellana de ricos-
hombres. El estamento eclesiástico fue muy significativo.
En 1931 la judería sevillana fue asaltada y saqueada; sin embargo, los judíos sevillanos
continuaron viviendo en la ciudad hasta la expulsión o conversión definitiva de 1483.
El último escalón de la sociedad lo integraban los esclavos, procedentes del Norte de
África, Granada y las Islas, destinados al servicio doméstico.

Las actividades económicas: Sevilla, gran centro comercial


Sevilla destacaba por una variada estructura artesanal, muy productiva, en función del
mercado local y regional de las villas. Un sector decisivo en la economía urbana fueron los oficios
relacionados con los servicios, el comercio y el transporte.
Los diferentes productores de o artesanos se agruparon en corporaciones de oficios
(gremios) con sus ordenanzas, oficiales y cofradías. Sólo la Casa de la Moneda, Las Atarazanas y
las Almozanas gozaron de cierta organización industrial.
La primacía comercial sevillana se debía básicamente a su puerto internacional.
El dominio y el conocimiento de las rutas marítimas atlánticas, la tradición mercantil
internacional y financiero de la ciudad la experiencia acumulada durante generaciones en frecuentes,
largos y azarosos viajes al África negra y las islas acentuaron el protagonismo de los hombres de

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Sevilla.

LA SEVILLA MODERNA Y CONTEMPORANEA


Orto
Sevilla era, a fines del siglo XVI, una ciudad próvida en hombres y riquezas. Las imágenes
comparadas de la Sevilla de comienzos y finales del Quinientos nos dan el pulso de una autentico
explosión de vitalidad, de un crecimiento.
En 1503 se establecieron las bases institucionales del monopolio del comercio con la
América recién descubierta. La Casa de la Contratación, organismo rector del tráfico, quedó
radicada en Sevilla, cuyo puerto fluvial, abrigado y seguro, al resguardo de los peligros del litoral
marítimo, asumía las funciones de cabecera del monopolio.
Entre 1533 y 1588 la ciudad pasó de 40.000 habitantes a más de 120.000.
La vieja sociedad aristocrática tradicional se amoldó bien a los nuevos tiempos e incluso
sacó provecho de ellos, olvidándose sus rancios prejuicios contra el comercio y buscó en él su
fortuna.
Cuando Carlos V visitó la ciudad para casar en ella con Isabel de Portugal todo este caldo
comenzaba su ebullición. La posición de Sevilla y la navegabilidad de su río la habían hecho nudo
en la tela de araña del comercio bajomedieval. Al acoger la capitalidad del comercio americano, la
ciudad ofrecía su experiencia, la base necesaria.
Ciudad y campo establecieran así mutuos lazos de dependencia, la primera proporcionando
al segundo mercadas para su producción y su capitalidad política - administrativa; la segunda
acudiendo al abastecimiento de alimentos de la primera y ofreciendo mercancías para su comercio.
La condición de sede del monopolio americano implicaba que las mercancías que se
enviaban a las Indias en navíos y flotas debían ser registradas y embarcadas obligatoriamente en
Sevilla.
Los historiadores se han dejado deslumbrar por los reflejos rutilantes del metal preciosa
desembarcado junto a la Torre del Oro, almacenado en ricos lingotes en la lonja, acuñado en la
Casa de la Moneda. Pera, junto al fasto de su saciedad aristocrática y mercantil, subsistía una Sevilla
misérrima, acuciada par la pobreza, el hambre y la enfermedad.
Mendigos, enfermos, pícaros, ladrones, esclavas y prostitutas formaban parte integrante de
aquel submundo que escondía la gran ciudad.
El Ayuntamiento de la ciudad representaba la expresión institucional del poder de las clases
dirigentes. Las juraderías acabaron siendo monopolizadas por la nobleza. Expresión plástica del
poder de la institución de gobierno municipal fue la construcción del bello edificio renacentista de
la Plaza de San Francisco que acogió las casas del cabildo, en pleno corazón de la ciudad. Frente a él
se levantó también el palacio de la Audiencia.

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Ocaso
El siglo XVII señaló el inicio del declinar de Sevilla, que con tanta fuerza y luz propia había
brillado a lo largo del Quinientos. En las primeras décadas del siglo la ciudad vivió baja la apariencia
de un cierta esplendor, más ficticio que real. El tráfico americano mantenía su vigor y, por tanto,
sus saludables consecuencias.
Desde 1580 se detectan signos inequívocos de ese negativo cambio de coyuntura,
caracterizado por una crisis de la producción agraria, un hundimiento progresivo de la producción
manufacturera y una ralentización notable del crecimiento poblacional. Mas tarde, la aparente
contracción del comercio americano, las nefastas fluctuaciones monetarias y la crisis política de a
Monarquía vinieron a agudizar los efectos dramáticos de una coyuntura adversa.
Carestías y epidemias marcaron la faz de la época. Hubo una epidemia de peste que se
extendió entre 1599 y 1601, dejando numerosas víctimas en Sevilla. En 1649 se abatió sobre la
ciudad una terrible epidemia de peste dejando muy mermada su población, cuyo volumen se vio
reducido a unas 65.000 almas.

Luces y sombras
El siglo XVIII fue también un siglo de contrastes, aunque las tensiones quizás fueran
menores. Si bien los condicionantes estructurales persistieron.
La población sevillana del XVIII, tanto la urbana corno la rural, mostró una clara tendencia
al estancamiento.
La producción agraria siguió dominada parlas técnicas tradicionales de cultivo.
La industria sevillana siguió en gran medida desenvolviéndose en las estrechas marcos
corporativos tradicionales.
Junto a esta manufactura tradicional existió otro tipo de industria situada al margen del
control corporativo, que puede considerarse una industria de tipo capitalista.
Las viejas atarazanas, antaño activas, habían languidecido y caldo en un proceso
irreversible de decadencia. Sus locales pasaron a ser aprovechados por la más importante industria
sevillana del XVII: la del tabaco, cuya fábrica de San Pedro, creada en el siglo anterior, había
quedado completan ente insuficiente. Finalmente se optó por la erección de un edificio de nueva
planta en los aledaños de la Puerta de Jerez, comenzado a construir en 1 728.y concluido durante el
reinado de Fernando VI.
Dos industrias típicamente sevillanas creadas en el siglo XVI permanecieran activas: la Real
Fundición de Artillería, cuyas piezas eran muy alabadas y cuyas instalaciones fueron ampliadas en
tiempos de Carlos III. era una de ellas. La otra era la Real Casa de la Moneda, que desde 1730
compartió con la de Madrid el privilegio exclusiva de la acuñación.
En el ámbito mercantil el polémico traslado de la Casa de la Contratación a Cádiz en 1717
selló el proceso de basculación del monopolio de la Carrera de Indias hacia la bahía.
El reformismo ilustrado del Setecientos tiene en la figura de Pablo de Olavide, asistente de

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Sevilla e intendente de las Nuevas Poblaciones de Andalucía, una figura clave.


Durante su gobierno se acometieron diversas reformas administrativas y urbanísticas.
Una referencia obligada al tratar de las instituciones sevillanas del XVIII es necesaria hacer
a la Real Maestranza de Caballería que emprendió en 1733, coincidiendo con la estancia de la corte
de Felipe V.

La Sevilla decimonónica
En 1800 se dio en la ciudad una epidemia de fiebre amarilla, que causó más de 14000
víctimas.
Pocos años después sobrevino la invasión napoleónica. Acometiéndose en esta época
importantes reformas urbanísticas.
Los frecuentes enfrentamientos entre absolutistas y liberales presidieron los años siguientes
a la finalización de la guerra de la independencia. Cerrándose en estos años el ciclo abierto en el s.
XII caracterizado por la perdida de protagonismo en el comercio con América.
La demolición de la vieja muralla, el planteamiento de la ronda y el ferrocarril dotaron a la
ciudad de una nueva fisonomía. El proceso industrializador del XIX también tuvo su impacto sobre
el aspecto de la ciudad, generando el primer cinturón industrial.
Respecto a política, durante el sexenio revolucionario las alternativas se sucedieron.
El régimen de la Restauración se caracterizó por una democracia formal basada en el turno
pacifico de los partidos conservador y liberal.

El siglo XX
El primer tercio del siglo se caracterizo por un fuerte crecimiento demográfico y una
polarización social, acompañada de conflictos. Destacó la exposición Ibero – Americana del 29.
El aumento de la población dependió mas de la inmigración que del crecimiento
vegetativo.
Entre 1918 y 1920 la conflictividad fue particularmente aguda, espoleada por la crisis
económica que siguió a los años de la primera guerra mundial y por ejemplo de la revolución
soviética.
Entre 1923 y 1929 dio lugar el régimen dictatorial de Primo de Rivera.
La exposición Ibérico – Americana abrió expectativas generando ilusiones y esperanzas. A
esta exposición se le debe la transformación arquitectónica – urbanística pero genero una gigantesca
deuda municipal y vino seguida de una fuerte crisis laboral.
La proclamación de la 2ª república en 1931 fue recibida con entusiasmo popular.
El pronunciamiento de julio de 1936 provocó una sangrienta guerra civil que acabo con la
dictadura del general Franco.

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Los duros años de la posguerra dieron paso al desarrollismo de los años sesenta. Un
aumento poblacional y un desordenado desarrollo urbano caracterizaron la ultima época de la
dictadura.
La transición democrática puso de manifiesto la hegemonía del PSOE, cuyos principales
lideres nacionales salieron de Sevilla.
El principal hito en la historia reciente de Sevilla lo constituyó la celebración de la
Exposición Universal de 1992, que dio lugar a una fuerte transformación urbana de la ciudad.
También destaca la construcción de la línea ferroviaria de alta velocidad (AVE).

UNA APROXIMACIÓN A LA SEVILLA RENACENTISTA


La significación de la entrada de Fernando el Católico y las fiestas de las bodas de Carlos V
eran muy distintas. La unión de Carlos e Isabel celebrada en los Alcázares de Sevilla pocas semanas
después de la victoria sobre el rey francés en Pavía, significaba lo que Menéndez Pidal llamó la
españolización de un imperio que hasta aquellos momentos sólo era una sombra.
Sevilla celebró el 11 de marzo de 1526 el definitivo abrazo de Carlos con aquellos súbditos
que iban a sustentar y pertenecer a su imperio.
Sevilla levantó ‘‘siete arcos triunfales de grandísima costa y arte, repartidos en los lugares
más públicos’’, lugares que eran La Macarena, Santa Marina. San Marcos, Santa Catalina, San
Isidoro, San Salvador, las Gracias, y el último de ellos, la Iglesia mayor o Catedral. Estos arcos
hacían alusión a las virtudes de Carlos. Los principales carpinteros de la ciudad fueron llamados
para alzar los arcos, y los artistas más notables, como eran Alejo Fernández, Cristóbal de Morales y
Cristóbal de Cárdenas, entre otros, colaboraron en su decoración.
Tan solo una Sevilla esplendorosa y eufórica, que conjuntase en ella misma lo pagano y lo
cristiano, pudo levantar en sus calles tal expresión de humanismo renacentista.
La Sevilla que visitó Felipe II en 1570 era muy distinta de la que había levantado los siete
arcos de triunfo a Carlos V pero sus ciudadanos la creían aun el ombligo del mundo, y consideraban
que su ciudad atravesaba una época esplendorosa, lo cual sería cierto si solo tuviese en cuenta la
abundancia de numerario y metales preciosos que pasaban por ellas.
Desde la toma de la ciudad por el rey Don Fernando, Sevilla fue tema de pluma. Los
romances no la olvidan, como el de su toma, que canta en verso las mitades de la ciudad.
Nicolás de Popielovo, polaco de nacimiento, visito las orillas del Guadalquivir entre 1484 y
1485, relatando la Sevilla de antes del descubrimiento, una Sevilla en la que se levanta una Iglesia
más grande, mas aun que la de Colonia, pero que tiene un extraño gobierno, y cuyas gentes eran
poco viajadas: ‘‘ Puedo decir en honor de la verdad que no he visto ni encontrado en ninguna parte
gente ten rústica e impertinente como aquí ’’.
En los relatos del siglo XVI, la ciudad, en la que el renacimiento empieza a cambiar la
fisonomía y el espíritu de la urbe, en la que junto a mármoles italianos, empiezan a llegar artistas de

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aquellas tierras, como Domenico Fancelli, en la arquitectura se apodera de lo gótico, como ocurre
en la sacristía mayor de la catedral, en su Capilla Real y en la sala capitular, y también levanta de
nueva planta edificios que darían que hablar en la propia Roma. Se transforma en un lugar de
maravilla, de riqueza y de saber.
Esta Sevilla que continuaba la locura de su Catedral, se convirtió en El Dorado español,
expresión de la riqueza que atraía a comerciantes, navegantes, artistas.....
Otro noble polaco, Erich Lassota, que visita la ciudad en 1583, la describe como una
grande y magnifica ciudad industrial, entre las murallas y torres que la ciñen alrededor. Aquí está la
estación y deposito de todas las mercancías y bienes que vienen de las Indias occidentales, y las
naves que entran y salen pueden cargar o descargar donde el oro y plata que se exportan también se
acuñan. Las tierras alrededor de la ciudad son muy fértiles.
La ciudad también atraía a miembros de ordenes religiosas, que vivían de la riqueza de los
que querían dejar a buen recaudo su alma tras la muerte.
La religión, con aires de profanidad, se convirtió en acontecimiento ciudadano que daba
espectáculo en los procesos y las llamas inquisitoriales y algarabía más que recogimiento en las
procesiones que rememoraban la Pasión del Señor.
En el siglo XV, las hermandades ya organizaban tales procesiones. Pero fue en el XVI los
hermanos de Verónica, de las cinco llagas, con sus rostros cubiertos con capirotes romos y con
camisas largas hasta el suelo, hacían ostentación publica, presidido por imágenes de lo divino, de la
penitencia de sus pecados. Cada hermandad realizaba sus estaciones penitenciales en caminos
diferentes, hasta que sobre 1600, el cardenal don Fernando niño de Guevara ordenó una estación
obligada para todas las hermandades, y una cierta carrera oficial.
Desde 1574 hasta 1578, don Francisco Zapata de Cisneros, estuvo empeñado en adecentar
el lugar que popularmente se llamaba la Laguna para convertirlo en una alameda; para ello esta se
rellenó con toneladas de escombros, según dice la leyenda, traídos de Itálica, también se plantaron
mil setecientos árboles de distintas especies, se construyeron tres fuentes, y se erigieron columnas
haciendo referencia a Hércules y Julio Cesar. La alameda se convirtió en símbolo de la profana y
rica Sevilla, como dejaron constancia los viajeros que a ella se acercaban.
La ciudad del Betis era ciudad de grandezas, de insignes templos, de nobles palacios,
deposito de los tesoros de occidente era la gran Babilonia de España, pero también lugar de
perdularios, pícaros y holgazanes, depósito de suciedades, inmundicias y bajezas humanas.
En 1598 un teniente de asistente exclamaba ante el cabildo lo vergonzoso que era ver la
ciudad. Las calles y plazas amontonaban basura, y aun así, abrían sus portales ricas tiendas, negocios
de librerías, de naipes, de orfebrería, y en ellas se empezaban a alzar nobles edificaciones.
Aunque Francisco de Sigüenza se quejaba de que Sevilla no poseyese una buena plaza, lo
cierto es que la de San Francisco, escasa eso si de espacio, reunía edificaciones suficientes, como la
Cárcel, la Audiencia y las nuevas Casas del Cabildo, es decir, el Ayuntamiento.

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En la plaza San Francisco, como en toda Sevilla, no faltaban las fuentes, que alimentaban
también los patios, el palacio de San Esteban, llamado casa de Pilatos, es evidencia de cómo el
humanismo y la manifestación del renacimiento penetran en el corazón de la Sevilla civil. Si la
capilla aún muestra los nervios góticos en sus bóvedas, en las demás estancias, desde la propia
puerta de acceso labrada en Génova, se deja sentir como la tradición mudéjar deja paso a la manera
y al espíritu romano, no sólo en lo arquitectónico, sino en la decoración pictórica, sea la decoración
mural de las galerías altas del claustro, sea el llamado salón de los frescos.

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3. EVOLUCIÓN HISTÓRICA Y URBANA DE NUESTRO ÁMBITO DE


TRABAJO.
En el presente apartado pretendemos realizar un análisis evolutivo de la zona de nuestro
ámbito de estudio, mostrando en primer lugar una evolución histórica y urbana para pasar después
a un breve estudio de la relación de los elementos urbanos relevantes (plaza de toros, puertas y
muralla...) con la propia evolución del ámbito.

HISTORIA DE LA ZONA DE EL ARENAL.


La zona que corresponde a nuestro ámbito de aplicación recibe este peculiar nombre
debido a la consistencia de sus terrenos, conformado por los sedimentos que depositaba el
meandro del río Guadalquivir durante en su continuo movimiento a lo largo de la historia. Por
tanto, se hace necesario considerar la evolución y diversos cambios del río a lo largo de la historia
para poder comprender los diversos cambios de esta zona.
En época romana había otro meandro que cruzaba el sur del caso histórico partiendo de la
Alameda de Hércules y desembocando por la que posteriormente sería la puerta de El Arenal. Este
meandro iría secándose hasta y despareciendo como tal y dejando sólo dos lagunas, una en la
Alameda de Hércules y otra en el intramuros de la puerta de El Arenal. Durante esta época la zona
ejerció probablemente funciones portuarias, dada la proximidad del perímetro amurallado de
Hispalis con el río.
La dominación musulmana supuso grandes cambios para la ciudad; es durante este periodo
cuando nuestra zona comienza a hacer acto de aparición en el escenario de la ciudad. Las sucesivas
ampliaciones del recinto amurallado tuvieron siempre en cuenta la deposición de sedimentos en
esta zona e intentaron aprovecharla a largo plazo, construyendo un brazo amurallado que
permitiera su acumulación, configurando así, riada a riada, un nuevo espacio a ocupar por la ciudad
en posteriores ampliaciones. La torre de la Plata (s. IX), y la del Oro (s. XI) son dos construcciones
notables que marcan las dos fases de construcción de este brazo amurallado que constituirá, ya bajo
la dominación cristiana, el arrabal de El Arenal.
Sevilla fue conquistada para la Cristiandad por Fernando III el Santo en 1248. Este rey
mandó construir en la zona de El Arenal las Reales Atarazanas. Este conglomerado de edificios
creó a su alrededor un activo arrabal cuyos barrios eran conocidos por las actividades que en ellos
se desempeñaban. Extramuros estaban la “Cestería” y la “Carretería”, e intramuros se situaba la
“Mancebía”. Pasemos ahora a hacer una breve reseña histórica de cada uno de los barrios.
Se tiene constancia de la existencia del barrio de la “Cestería” desde 1485, siendo su
función primordial la de fabricar Cestas y otros utensilios de junco, materia prima que obtenían de
los arenales cercanos al río. Cercano a ésta estaba la llanura conocida como el “Baratillo”, nombre
que le viene al lugar desde los primeros viajes a Indias ya que por este sitio se colocan bulliciosos

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Tipología de Atarazanas: Características y Procesos de rehabilitación

tenderetes, picaresco mercadillo para la venta de ropas y otros multiformes artículos populares ó
baratos para los que se embarcaban a la aventura de América.
El nombre de “Carretería” viene la gran cantidad de carros y carretas que había en él. La
presencia de los mismos en este lugar en concreto se debe a la continua necesidad de madera por
parte de las Atarazanas para la fabricación de barcos. Dado que la forma de abastecer al lugar de
materia prima era mediante carros ó carretas, los propietarios de las mismas se van ubicando en
torno al lugar donde se cuece su negocio, elevándose en tal contorno naves para guardar las
carretas, talleres de reparación y viviendas permanentes tanto para carreteros como para el gremio
de toneleros, que también precisan de maderas, para la fabricación de los recipientes que llevarán a
las Indias diversos productos. Por tanto, de la presencia de los dueños de las carretas y de las
carretas mismas, el nombre de Carretería para este barrio.
La “Mancebía” era una popular zona de prostíbulos situada en los bordes de la laguna
intramuros de la puerta de El Arenal, que solían frecuentar los marineros a todas horas del día, pues
esta puesta estaba abierta permanentemente, a diferencia del Postigo del Aceite y del Carbón que
sólo se abrían durante unas horas para permitir el paso de los productos al interior de la ciudad y
sus mercados y lonjas. En el siglo XVIII se rellena la laguna, se derriba ''La Mancebía'' y se traza
una calle que será recta y paralela a la muralla.
Los resultados de las excavaciones llevadas a cabo en las atarazanas no sólo enriquecieron
la historia de este lugar, puesto que del estudio paleobiológico deducimos la existencia de
carnicerías anteriores a las pescaderías, además aumentó el conocimiento sobre las costumbres
alimenticias de los sevillanos de la época. El consumo de perros y gatos y de grandes cantidades de
ostras han sido una parte de la gran información histórica de la economía sevillana que encierra este
edificio.
Los cambios de la cultura islámica a la cristiana, el contacto con el continente americano o
la decadencia de siglos posteriores quedan reflejados en la diversidad faunística; no siempre en la
forma esperada como ocurrió con los niveles islámicos en los que hallamos restos de cerdos a pesar
de su prohibición, en el hallazgo de huesos de pavo que marca el contacto con América y el poco
aprovechamiento que se hizo de las especies animales procedentes de este continente; en la
ratificación del consumo de perros y gatos como venta legalizada y en los niveles de ostras que nos
han servido para entender su existencia como un indicador biocronológico de los finales del siglo
XIV y principios del XV.
Finalizando, cabe destacar el derribo de la muralla en el siglo XIX y la progresiva
colmatación de espacios durante los siglos XIX y primeros años del XX.

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LOS ELEMENTOS URBANOS RELEVANTES Y SU RELACIÓN CON LA

EVOLUCIÓN DE NUESTRO ÁMBITO.


Muralla y puertas
La zona de El Arenal tenía una función eminentemente económica, como lo atestiguan los
nombres de sus barrios y de sus puertas, los cuales nos hablan de los siglos XVI y XVII, edad de
Oro para la ciudad de Sevilla, cuando poseía el monopolio comercial. Desde su conquista hasta el
siglo XVIII las riquezas de la ciudad entraban fundamentalmente por los Postigos del Aceite y del
Carbón y por la puerta de El Arenal, que seguían trayectorias perpendiculares al río hasta llegar a
diferentes lonjas cercanas a la catedral y a la Casa de la Contratación (Archivo de Indias) que
acabaría absorbiéndolas. Ya en el siglo XVIII, con la pérdida del monopolio comercial, la relación
fue cambiando pasando a tener una función eminentemente comunicativa con el puerto y la ciudad.
La demolición de la muralla supuso la apertura de nuevas entradas a al ciudad, lo que en parte hizo
cambiar los recorridos, que ahora pasarán a ser paralelos al río. Destaca la aparición de la Torre del
Oro ya no como mera parte de la muralla, sino como un hito destacable y representativo (junto con
la Giralda) de la ciudad.
Pasaremos a exponer ahora una breve descripción de las tres puertas que conformas

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Tipología de Atarazanas: Características y Procesos de rehabilitación

nuestra zona: el Postigo del Aceite, el Postigo del Carbón y la Puerta de El Arenal.
El Postigo del Aceite era conocido como la puerta de los Barcos a principios del siglo XII, ya
que los almohades construyeron unas atarazanas para la construcción de navíos, justo al lado de
aquel. Tanto las atarazanas, como el postigo sufrieron una importantes reformas en tiempos de
Alfonso X el Sabio, en 1252. En 1569 el arquitecto Benvenuto Tortelo proyectó la reforma del
postigo, que se concluyó en 1573 tal como figura en su inscripción. Esta obra consistió en la unión
de las dos torres en un solo cuerpo, a la vez que rozaban la parte baja de las mismas.
El Postigo del Carbón consistió en un principio en una simple apertura en la muralla realizada
en tiempos de Alfonso X, con la construcción de las actuales atarazanas. Hernán Ruiz se encargó de
la reforma de este postigo, que concluyó en 1566 con la colocación de una lápida con una
inscripción en castellano y conmemorativa de las obras. Además, tenemos constancia documental
de que en 1573 se efectuó una nueva intervención, en la que se colocó un nuevo escudo de armas
reales, probablemente en sustitución al que colocó Hernán Ruiz. Por último entre 1585 y 1587 se
realiza una nueva intervención al mismo tiempo que la fachada de la nueva Aduana.
La puerta del Arenal tiene sus orígenes en
una primitiva puerta islámica de la que tenemos
varias noticias de los siglos XIV y XV; se trataría
de una torre con puerta con acceso en recodo
único y protegido por barbacana. Entre 1560 y
1567 Hernán Ruiz acometió las obras de
rehabilitación de la puerta, que consistieron en
una edificación de nueva planta, que constaría de
un arco de medio punto flanqueado por dos
pilastras sobras que descansaba un entablamento
cuyo frontón estaría rematado por acróteras.
Además, en el siglo XVIII sería objeto de otras
dos intervenciones, en 1734 y 1757. La
intervención de Hernán Ruiz concluiría en 1566
con al colocación d dos lápidas con
inscripciones: una, en latín, en honor de Felipe II
en la fachada exterior, y la otra, en castellano, en
conmemoración de las obras, en el interior.
Torre del Oro y Torre de la Plata
La Torre del Oro fue levantada en el primer tercio del siglo XIII, en los postreros momentos
de los reinos de Taifas. Su nombre en árabe era Borg-al-Azajal, que venía a expresar, que el
revestimiento de azulejería dorada que destellaba al sol era como el oro y se reflejaba en el río
dañando la vista.

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Abu-Ula fue el gobernador almohade que en 1220 la mandó edificar para defender la
ciudad. Cerró también la entrada al puerto con una gruesa cadena que cruzaba el río y se sujetaba en
otra torre (ya inexistente) en la orilla de Triana. Esta cadena fue la que partieron los marinos de
Ramón Bonifaz en 1248 con la flota de la Reconquista.
La leyenda cuenta que la Torre del Oro servía como refugio a las damas que cortejaba el
Rey Pedro I el Cruel, cuyo más celebre amorío fue el de doña Aldonza, hermana de doña María
Coronel, que vivía aquí, en la Torre del Oro, mientras que su esposa, María de Padilla, habitaba en
el Alcázar.
Posteriormente nuestro monumento pasó a ser capilla y prisión. Arquitectónicamente, es
de planta dodecagonal. Presenta tres cuerpos: el más elevado circular. El segundo es de ladrillos y
de planta hexagonal, posee decoración cerámica en cintas verdes recuadrando los arcos(grata
innovación en su época) y en el primero se superponen tres plantas cubiertas con bóvedas de arista.
Con el paso de los años, el abandono se cebó con la Torre. Así llegó al siglo XVI en un ruinoso
estado, lo que obligó a realizar una importante obra de consolidación. Gracias a ella, pudo alcanzar
el XVIII, en el que, el terrible terremoto de Lisboa (1755) sacudió a la ciudad y afectó gravemente a
la Torre.
Fueron momentos críticos para su futura pervivencia, pues aunque en 1760 se arreglaron
los daños y se añadió el cuerpo superior; poco antes el asistente Marqués de Monte Realse planteó
su demolición para ensanchar el paseo de coches de caballo y a efectos de dejar el paso de San
Telmo al Puente de Triana más derecho.
La fuerte oposición del pueblo de Sevilla
(llegaron hasta el rey) impidió que se
cometiera tal destrozo.
Otra posterior amenaza de
muerte le vino de manos de la Revolución
de 1868, cuyos revolucionarios, que
apresuraron la demolición de los lienzos
de murallas, las pusieron a la venta para
aprovechar sus materiales de derribo.
Nuevamente la oposición popular fue la
que provocó que la Torre perdurara.
Hoy en día, la Torre del Oro es
tan emblemática para Sevilla como las
mismísima Giralda. Alberga un Museo
Naval que exhibe variados objetos y
piezas relacionados con la vida marinera
sevillana y es monumento indiscutible y
emblemático para la ciudad, a la que otorga extraordinarias vistas desde Los Remedios y Triana.

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Tipología de Atarazanas: Características y Procesos de rehabilitación

La Torre de la Plata formaba parte del lienzo de muralla que unía el río con los muros del
Alcázar. Presenta una planta octogonal con dos cámaras superpuestas cubiertas con bóvedas de
nervaduras, lo que hace suponer una intervención en época cristiana. Aún conserva las almenas con
capuchón de su remate y una serie de fajas ornamentales realizadas en ladrillo, que corresponden a
la obra islámica.
La construcción del edificio de Previsión Española, de Rafael Moneo, ha dado nuevos y
curiosos puntos de vistas a estas estructuras, que enriquecen sobremanera la visión de las mismas.

Plaza de toros
Construida entre 1761 y 1880, los planos corrieron a cargo del arquitecto Vicente de San
Martín. En 1787 se había levantado ya una tercera parte, manteniéndose el resto de la primitiva
estructura de madera. En 1839 la plaza estaba construida en su mitad, concluyéndose
definitivamente las obras en 1880. la plaza es de planta casi circular, cubriéndose los tendidos altos
con un tejado que descansa en arcos de medio punto sobre columnas de mármol. El palco
principal, o del Príncipe, corresponde a la primera fase constructiva. Consta de dos cuerpos, el
primero compuesto por un gran arco de medio punto flanqueado por columnas jónica y el segundo
configurado por el balcón ó palco principal propiamente dicho. Éste lo forma un arco escarzano de
perfil ondulante, enmarcado por columnas corintias sobre pedestales rematado por un frontón
curvo y roto en cuyo tímpano aparecen el escudo real y dos figuras alegóricas. La fachada
corresponde asimismo a la primera etapa constructiva, habiéndose concluido en 1787. está formada
por un gran arco de medio punto flanqueado por columnas toscanas que dan paso a un
entablamento sobre el que se sitúa un balcón rematado en frontón. En 1977 el arquitecto Barquín
Barón restauró los pisos inferiores de la plaza, acondicionándolos para los diversos servicios e
instalando en ellos un Museo Taurino.
Adosados a la plaza se encuentran la Casa y la Capilla de la Real Maestranza de Caballería
de Sevilla, propietaria de la plaza de toros. Los planos originales de ambos edificios los ejecutó en
1929 Aníbal González, si bien con posterioridad intervinieron en la construcción otros arquitectos.
La capilla, de una sola nave, se inauguró en 1956, ejecutándose sucesivamente bajo la dirección de

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los arquitectos Gómez Millán, Medina y Barquín Barón. En el presbiterio figura un retablo
recompuesto con elementos del altar de la capilla del Rosario del desaparecido convento sevillano
de Regina Angelorum, estando documentadas sus esculturas como obra de Pedro Roldán, quien las
ejecutó en 1661. Al situarse en la capilla de la Real Maestranza se restauraron bajo la dirección del
escultor Vasallo, quien también realizó las yeserías que aparecen en las pechinas. Este mismo
escultor hizo los ángeles lampareros y diseñó el sagrario, ejecutado posteriormente por el orfebre
Manuel seco. La decoración pictórica de la capilla corrió a cargo de Juan Miguel Sánchez, quien
pintó en los lunetos la batalla de Lepanto y una vista del Palenque que existió delante de la
desaparecida puerta de Córdoba. En la Casa de la Real Maestranza de Caballería destaca la
Biblioteca, decorada con pinturas al temple por Hohenleiter. En el salón principal de la Casa se
conserva una gran extensión de retratos de gran interés iconográfico.

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Tipología de Atarazanas: Características y Procesos de rehabilitación

4. LAS ATARAZANAS COMO OBJETO DE NUESTRO TRABAJO.


El objetivo de este punto no es otro que mostrar la evolución histórica y arquitectónica del recinto,
centrándonos sobre todo en la Maestranza de Artillería y el Hospital de la Santa Caridad.

DESARROLLO HISTÓRICO DE LAS REALES ATARAZANAS.


Tras las investigaciones arqueológicas, la reconstrucción del proceso histórico de la porción
de las Reales Atarazanas que nos ocupa se ha enriquecido desde la contrastación material de
numerosos hechos. Qué duda cabe que la masa de datos existentes, tanto documental como
material en este caso, suponen un rico fondo sobre el que se puede trabajar para extraer numerosos
aspectos generales y de detalle. Este trabajo pretende avanzar una visión comprensiva del proceso
histórico de las 7 naves segregadas de las primitivas l 7 que componían el conjunto.
Precedentes Islámicos.
De la etapa de dominio islámico, con anterioridad a la construcción del edificio de las
Atarazanas que conocemos, el escenario del Arenal ha conservado la muralla que conforma la
medianera entre las atarazanas y las edificaciones de Tomás de Ybarra y las torres del Postigo del
Aceite reformadas en la Edad Moderna. Aparte de estas evidencias se conocían referencias textuales
almohades que nos hablan del derribo de las murallas del río a causa de una fuerte inundación y de
su reconstrucción en tiempos de Abu Yacub Yusuf (1169). De este tiempo (1184) igualmente se cita
la construcción de unos arsenales o atarazanas que abarcaban el espacio comprendido entre las
puertas de Bab al-Qatay (de las naves) y Bab al-ICuhl (del alcohol) que tradicionalmente se ha
identificado con la superficie ocupada por las actuales atarazanas. Hacia 1221 se refiere otro texto
del que se deduce la construcción del antemuro o barbacana de la ciudad y del foso, rasgos
poliorcéticos típicamente almohades a la par que la Torre del Oro.
Las excavaciones arqueológicas, en la limitación de las superficies y profundidades abarca-
das, han permitido constatar la existencia y conservación total de la muralla al fondo del recinto y, a
la altura de la nave 5, una torre maciza que desconocida hasta el momento había sido parcialmente
derribada en este siglo. Al exterior de la muralla se localizan algunas estructuras islámicas adosadas
que fueron anuladas con motivo de la construcción posterior de la barbacana. El antemuro presenta
un trazado paralelo a la cerca, sorteando en ángulo a la torre del mismo modo que en el sector de la
Macarena. Al llegar a la puerta del Postigo quiebra en ángulo recto para esquivar su torre, dando pié
a una solución de entrada en acodo a la ciudad no documentada hasta ahora. Consiste en una torre
exterior a la puerta, asociada al antemuro con el cual organiza un arco de entrada. De este modo
queda resuelta la relación entre ambas a través de una estructura continua, que no sólo sirve para
defender las murallas gracias al adelanto de sus líneas en la liza y la ampliación del flanqueo de las
torres, sino que también mejora la protección de la propia puerta al levantar una cortina delantera
que la desenfila y una torre que defiende el primer acceso a un espacio abierto o intervalo en el
desarrollo del acodo.

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La existencia de la muralla y la construcción de la barbacana con posterioridad a Abu


Yacub Yusuf no descartan la presencia de unas atarazanas almohades en el Arenal pero sí con las
características de las cristianas. Si tenemos en cuenta que el modelo medieval de atarazana es
bastante homogéneo (Málaga islámico y Barcelona cristiano por ejemplo) es fácil admitir que estaría
adosado a la cerca de la ciudad y defendido por torres que las cobijan. De ser así, las sevillanas
almohades hubieron de ser más pequeñas que las actuales ya que no pudieron estar en el sector
investigado a causa del antemuro. Quizás se localizaron más al sur cercanas a la torre del Oro que
las flanquearía. La puerta del Postigo, junto con la del Arenal, eran las más cercanas al centro

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Tipología de Atarazanas: Características y Procesos de rehabilitación

religioso y comercial de la ciudad con su nueva mezquita y alcaicería. Debió ser, por tanto, una
puerta bastante transitada desde el puerto lo cual puede indicar que esta zona del Arenal estaba más
dedicada al tráfico comercial que a la construcción, reparación y almacenamiento de pertrechos.
Aparte, las excavaciones no han ofrecido rastro alguno de aquéllas hipotéticas construcciones en las
áreas exploradas. Las referencias a su destrucción en el asedio cristiano de Sevilla no implican que
fueran totalmente destruidas pero no podemos avanzar otras conclusiones a partir de nuestra
investigación.
El Arenal de la ciudad almohade se nos presenta, pues, como un espacio sólidamente
fortificado con la muralla reparada o reconstruida y un potente antemuro que reforzaría la puerta
precedente mediante otra torre y un ingreso forzado en acodo; delante estaría el centro del puerto
comercial y más al sur la Torre del Oro que, anclada en el río, cerraba y defendía el entorno
próximo de unas atarazanas de menor entidad que ocuparían el ámbito más lejano del puerto,
adosándose al muro según el modelo característico.
Bajomedievo Cristiano.
La inscripción conservada en el Hospital de la Caridad nos refiere la construcción de las
Reales Atarazanas por Alfonso X en l 252. Inscripción de gran calidad e importancia para la historia
del monumento ya que se trata del comienzo de su implantación hasta nuestros días. Con
anterioridad a nuestra intervención siempre se ha considerado al recinto como coetáneo en sus l7
naves paralelas, abarcando todo el espacio que media entre los dos postigos, el del Aceite y el del
Carbón. Las exploraciones realizadas han dado interesantes datos acerca de esta etapa tan decisiva.
Desde el punto de vista constructivo se han aclarado varias cuestiones. Se trata de naves
formalizadas por grandes arcadas de 10 vanos transversales a la muralla a la que se adosan,
apoyando en ocasiones el primer pilar sobre la barbacana almohade en un vano de menor anchura.
La arcada finaliza en un muro corrido con planta en “T” que, delimitando las embocaduras de las
naves, actúa como contrafuerte para contrarrestar los empujes horizontales. El gran sondeo
realizado de más de 7 m de profundidad nos ha mostrado una cimentación corrida de tapial
efectuada mediante un encofrado de maderas que se conserva sumergido sobre pilotes hincados en
las arenas para evitar desplazamientos. Sobre esta cimentación se elevan los pilares de ladrillo, de
fábrica maciza y sección rectangular hasta más de 2 m de altura donde se estrechan hasta la línea de
impostas. Los arcos son levemente apuntados, dando lugar a vanos de entorno a 9 m de anchura
por 8 m de luz. Las cubiertas serían de madera a dos aguas sobre un durmiente y tiran- tes. En el
sentido transversal al edificio existió en su tramo medio una arcada sobre pilastras que serviría para
dotar de mayor estabilidad a la estructura. La altura del suelo practicable de las naves estaría a +2,25
sobre el nivel del mar, únicamente a 0,50 m por encima de la lámina de agua del río en época
normal.
Esta formidable arquitectura hubo de ser realizada por alarifes mudéjares debido a las
circunstancias históricas y a sus características. La sección de los pilares presenta una planta en “H”

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que parece responder más que a peculiaridades estéticas a un concepto estructural: cada pilar recoge
cuatro roscas, dos para el desarrollo de las arcadas de cada nave lateral y el centro es un relleno
trabado con la anchura suficiente como para generar un acueducto deprimido en la coronación que,
destinado a desagüe, es perfectamente perpetuado en el rehundimiento del centro del intradós. Esta
estructura es la misma que presentan los pilares conservados de la mezquita mayor almohade cuyos
paralelismos no deben ser casuales. Realmente ambos edificios manifiestan una clara dependencia
funcional, estructurándose a base de acueductos paralelos sobre arcadas y cubiertos de modo
independiente por lo que su relación mudéjar es más que evidente e interesantes los préstamos
tecnológicos y formales.
Con respecto a su planta, la excavación de la puerta almohade y otros elementos ha
generado nuevas perspectivas de interpretación. En efecto, el ingreso a la ciudad por la puerta en
acodo almohade es incompatible con el edificio tal como se presenta. En este sentido hemos
podido constatar varias fases constructivas del siguiente modo:
Las tres naves más próximas a la puerta (l a 3), paralelas entre sí, presentan un leve giro con
respecto al resto (4 a 7) lo cual, unido a otras consideraciones aboga por defender que las primitivas
atarazanas de Alfonso X pudieron tener en un principio 14 naves en vez de 17. Según esta
hipótesis, las atarazanas se debieron construir hasta un punto en el que se eran compatibles con el
modelo de acceso a la ciudad en acodo de la puerta heredada. Estas nuevas arcadas dejaban lugar
para el camino de acceso en rampa y el giro necesario para los carromatos.
En un cortísimo lapso de tiempo, constatamos la edificación de una estructura de planta
diagonal que se adosa a la barbacana del sector de la puerta. En principio, ya que no disponemos de
la planta completa, es evidente que se trata de una construcción militar que indica la anulación del
sistema de acceso almohade en recodo posibilitando una entrada frontal a la ciudad protegida por
un baluarte abocinado a modo de embudo hacia la puerta. Fruto de esta modificación debieron
ampliarse en dos las naves de las atarazanas, hasta 16.
El proceso de ampliación no acabó con aquella reforma del acceso de lo que se deducen
necesidades imperiosas de disponer de mayor espacio para construcción de barcos y pertrechos. En
efecto, la construcción de las arcadas que posibilitan la habilitación de la nave 1, de similares
características, anuló al baluarte señalado dejando hasta nuestros días un encuentro bastante
forzado entre el edificio y el Postigo del Aceite. Esta reforma, muy difícil de medir en tiempo
absoluto, debió ser igualmente cercana a las anteriores.
En definitiva, las Atarazanas se nos revelan como una arquitectura donde predominaban
los espacios flexibles y diáfanos, sin ningún tipo de compartimentación más allá de los ejes de
pilares. El interior era amplio con una anchura por nave de en torno a 9 m de promedio y un alzado
de 11,40 hasta el inicio de la techumbre. El resultado es un conjunto lo suficientemente espacioso
como para permitir guardar, reparar o construir barcos a una altura muy influenciada por el río. No
obstante, los trabajos debieron de practicarse en seco, como en otros arsenales, si bien su
inundación pudo ser bastante frecuente como muestran los potentes paquetes de limos depositados

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Tipología de Atarazanas: Características y Procesos de rehabilitación

en el sector inferior de los sondeos.


El complejo de naves se abría al río en su fachada, presentando 17 bocas con sus puertas
para facilitar la entrada y salida de naves como se observa en el dibujo de las de Barcelona por
Wyngaerde en 1563.
La utilización como atarazana está atestiguada hasta bien entrada la segunda mitad del s.
XV como consta en múltiples documentos de la época. No obstante, son los siglos XIV y primera
mitad del XV los que presentan un mayor volumen de trabajo. A partir de entonces comienza un
progresivo abandono de estas funciones ante las necesidades de infraestructura que requieren los
nuevos modelos de navíos. Dentro y afuera van creciendo muladares, lo cual concluye con el
abandono de su actividad como arsenal hacia finales de siglo, con los Reyes Católicos, quienes
mandan en 1502 vender las galeras y aparejos presentes en el recinto porque se están pudriendo por
falta de uso.
Edad Moderna.
Los cambios políticos y económicos que propician al historiador distinguir la Edad
Moderna de la Media se reproducen nítidamente en la transformación de las Atarazanas. La ciudad
más populosa de Castilla en el s. XV asume el papel de puerto de Indias. Las gigantescas Atarazanas
se prestan para la necesaria dotación de infraestructuras y racionalización de los servicios de una
ciudad moderna. Perdida su función de fábrica, la excavación ha documentado un período de cierto
abandono con inundaciones de limos que no se retiran y escombros y basura como fondo de saco
del puerto.
El edificio asume diferentes usos durante la Edad Moderna: desde la Aduana, Casa de
Azogue, Pescaderías e incluso el intento de ubicar aquí la casa de la Moneda durante el s. XVI, al
Hospital de la Santa Caridad en el XVII, simultaneado con dependencias del Ejército y locales de
alquiler. La porción del inmueble que nos afecta registra un compendio de almacenes de la corona
que, bien relacionados con actividades del ejército o con otras meramente comerciales vinculadas al
puerto (pescaderías, almacenes y bodegas en alquiler), transformarán progresivamente el interior del
monumento.
Para el acondicionamiento de estas nuevas funciones era fundamental subir la cota del
suelo del recinto para coordinarlas con las de la ciudad alejándose con ello de la influencia del río,
factor que con anterioridad era el determinante. Gracias a la altura del edificio, se pudo iniciar un
proceso paulatino de elevación de la rasante del terreno que, con aportes diversos, culminó a nivel
del arranque de los arcos. Paralelamente, se detecta un saneamiento y recrecido de los paramentos
que implicó la sustitución de las viejas techumbres. Todo ello se completó con el cierre de la
fachada mediante muros de fábrica y la edificación de unas bóvedas rebajadas en la zona de ingreso
que, cubriendo las distintas naves en el sector del muro ciego, ataba la estructura aportándole una
mayor solidez y permitiendo la construcción de un cuerpo alto sobre ellas.
Los rellenos fueron estudiados con detenimiento constatando las cronologías de los

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materiales, su origen y naturaleza. Se trata de colmataciones bastante homogéneas y rápidas


claramente controladas por una autoridad. Serían procedentes de derribos de casas y escombro
general donde faltan gran parte de los áridos (ladrillos, tejas y guijarros) que habrían sido
recuperados para su reutilización en solerías a rosca, ripio de muros, etc. Frente a los restos de
muladares documentados en la base de los sondeos, anárquicos y ocasionales, se evidencia la gran
operación de adecuación de estos gigantescos edificios para los nuevos servicios.
Este programa de reformas se concluyó con la compartimentación del recinto en múltiples
dependencias de dimensiones muy variables que, junto a los patios, pasajes y calles interiores,
nos esbozan un panorama de distribución espacial marcadamente irregular. Si bien es imposible
precisar los distintos usos que albergaron los numerosos locales, el análisis de los depósitos nos ha
ofrecido la posibilidad de acercarnos a multitud de facetas hasta ahora escasamente documentadas.
No en balde, la analítica practicada nos revela datos tan cotidianos como, por ejemplo, las especies
vegetales utilizadas en la elaboración de pertrechos del ejercito, sin olvidar otros desechos curiosos
como las cerámicas de gres holandés y alemán, que responden a envases de bebidas alcohólicas
propias del ambiente de puerto, pero muy escasas en el resto de la ciudad.
Independiente del resto del establecimiento se hallaba la Pescadería. Trasladadas por los
Reyes Católicos desde la plaza de San Francisco a la nave 1 del recinto, representa una verdadera
labor de racionalización de esta actividad al eliminar no sólo un emplazamiento disperso e
intramuros, sino también crear un mercado estable donde las distintas lonjas se reúnen junto al
puerto y a uno de los accesos a la ciudad. Los restos extraídos son coincidentes con la planimetría
dieciochesca conservada y con la función que nos legan los documentos, pero la arqueología nos ha
mostrado la realidad empírica de los contenidos y usos de los diferentes puestos. Desde esta
perspectiva, la excavación nos ha revelado la existencia de unas instalaciones perfectamente

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Tipología de Atarazanas: Características y Procesos de rehabilitación

planificadas, donde los diferentes puntos de venta se distribuyen entorno a una amplia calle central.
Contaba además con una segunda planta en uno de sus ejes, a la que se accedía por una escalera
pública situada junto a la entrada del Postigo del Aceite. La configuración interior de los puestos era
variada. No obstante, en la mayor parte de los casos solían contar con vasijas de almacenamiento en
el fondo de los puestos con objeto de contener, conservar e incluso descamar el pescado durante su
venta. De manera menos frecuente se documentan otros elementos tales como fresqueras o
escaleras para subir al sobrado.
El final de la Edad Moderna va a suponer para el edificio un cambio significativo. La
pérdida del monopolio comercial de Sevilla con América en 1718 va a afectar intensamente a este
sector del inmueble al disminuir la necesidad y el valor de los espacios de almacén. Este hecho será
aprovechado por la Real Maestranza de Artillería que irá progresivamente ocupando espacios hasta
adueñarse en 1760 de las siete naves. A partir de entonces se inicia un intenso período de reformas
que dará como resultado la instalación de numerosos talleres que, encargados de la fabricación de
armas y otros elementos accesorios, devolverán a esta parte del antiguo establecimiento su carácter
industrial. En líneas generales, las primeras obras que se efectuaron estuvieron destinadas a adecuar
el recinto a su nueva funcionalidad. Estas operaciones, en principio limitadas, supusieron la
eliminación parcial de la división interior precedente, un nuevo recrecido del nivel de uso y de los
paramentos y, sobre todo, la continuación del proceso de abovedado de la arquitectura con la
edificación de las bóvedas de crucería de las naves 1, 2, 4 y 6. Este primer proyecto de
remodelaciones finalizará en la década de 1770 con la construcción en el fondo del conjunto de las
bóvedas de cañón y el levantamiento de un segundo piso que abarca desde la nave 3 a la 7.
Edad Contemporánea.
A partir del último tercio del siglo XVIII se produce el relanzamiento definitivo de las
instalaciones sevillanas. La supresión de las Maestranzas de Cádiz y Málaga en 1782, junto a la cada
vez mayor necesidad de armamento, le proporcionará un protagonismo hasta ahora desconocido.
Dentro de este marco se acometerán una serie de reformas con las que concluye el historial
constructivo del monumento.
En este sentido, la arqueología ha permitido recomponer el proceso de transformaciones
del edificio en planta y alzado, así como la documentación material de las actividades realizadas.
Dentro del primer apartado, cabe destacar la construcción del edificio de Cabecera a finales de la
década de 1780, para cuya realización se demolieron todos los pisos altos que había en el frente de
fachada, sustituyéndolos por un nuevo cuerpo donde se emplazó la Sala de Armas, hasta entonces
enclavada en uno de los salones de los Reales Alcázares. Igualmente se produjo una aceleración de
procesos ya iniciados con anterioridad, entre los que cabe mencionar la elevación de segundas
plantas (naves 2, 4 y 6) con objeto de ampliar la superficie útil disponible.

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Pareja a esta intensidad constructiva se desarrolló la de los talleres de artillería. Si bien


durante los primeros momentos los trabajos se efectuaron casi exclusivamente de manera manual, a
partir de finales del siglo XIX y principios del siglo XX se detecta la introducción de abundante
maquinaria pesada. Las naves más afectadas fueron las no abovedadas, en concreto las 3 y 5, al
emplazarse en ellas los dos árboles principales que transmitían la corriente necesaria para el
funcionamiento de toda la maquinaria. Este sistema permitió contar con un nutrido número de
talleres, que destinados a labores tan diversas como forja, herrería, carpintería, guarnicionería, etc.,
pervivirán en el inmueble hasta bien avanzado nuestro siglo.

HOSPITAL DE LA SANTA CARIDAD


En 1641 se realizó la primera intervención importante en las 17 naves de las Atarazanas
Reales. Fue una actuación modélica y trascendente en el que las naves 8, 9, 10, 11 y 12 se
convirtieron en el Hospital de la Caridad e Iglesia anexa.
La cofradía de la Caridad se reunía desde 1578 en la capilla ubicada en la nave octava que
estaba consagrada a San Jorge. Se encargaban principalmente de recoger los cadáveres de ahogados
y ajusticiados que nadie reclamaba.
Esta cofradía siempre estará ligada al nombre de su más ilustre hermano mayor, don
Miguel de Mañara, caballero singular que se considera una de las figuras más atractivas de la Sevilla
del siglo XVII. Fue admitido como hermano de la cofradía en 1662 nombrado hermano mayor un
año después. Hasta 1680, año en el que fallece, se dedico por completo a dicha institución.
El conjunto monumental se divide en tres bloques: la iglesia, el hospital y las colecciones
artísticas conservadas en dependencias de la Hermandad.
Las trazas de la actual iglesia se deben a Pedro Sánchez Falconte y se sustentan, sólo en
lateral, en la estructura de las Atarazanas. En su construcción se distinguen varias fases hasta la

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Tipología de Atarazanas: Características y Procesos de rehabilitación

culminación definitiva de Leonardo de Figueroa, que ideó la maravillosa fachada retablo. La iglesia
es de una sola nave cubierta con bóveda de cañón y una pequeña cúpula en el espacio anterior al
presbítero. Estructuralmente responde a formulas tardomanieristas o barrocas. No posee capillas
laterales y tiene la cabecera recta, siguiendo un modelo habitual en la arquitectura conventual
sevillana del momento.
En la transformación de las naves en hospital, se confirma la idoneidad de éstas para
admitir nuevos usos, debido al carácter de gran contenedor de su estructura espacial. Y más allá de
su concepción como edificio monumental se reconoce el valor de trama base en su acepción
urbana.
En este hospital podemos encontrar una pequeña ciudad, como un fragmento reducido de
la propia Sevilla, desarrollada sobre una base espacial geométrica. Los jardines con sus recorridos
imbricados, fuentes, plantas y grandes entradas de luz, presentan los atributos del jardín sevillano.
Por otro lado, los patios, de esbeltas proporciones, sobre frágiles columnas de mármol, y las galerías
superiores, no son más que una recreación de las existentes en las casas señoriales de la época.
El cuerpo de fachada se construye con estructura perpendicular a las naves originarias. Este
elemento de una sola crujía, dota al nuevo edificio de un significado carácter urbano, respecto al
carácter fabril que aún mantienen las naves adyacentes.

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En el interior es donde la estructura de las naves va a dejar su impronta, ya que todos los
espacios generados quedan impregnados de su direccionalidad. La composición presenta una fuerte
simetría axial, por lo que quedan duplicados los espacios principales. Las salas más representativas,
del Cristo y de la Virgen, ocupan gran parte de las naves 10 y 11. Esta concentración de la tensión
del edificio en las naves centrales, permite que las laterales, 9 y 12, queden más libres y funcionen
como entradas de luz y deambulatorios longitudinales anexos a las primeras. Deambulatorios que
quedan completados por los recorridos transversales que surgen en la cabecera por la apertura de
los patios gemelos, y en su flanco posterior al no haber construido las salas hasta la muralla,
permitiéndose la creación de una galería que cierre el ciclo circulatorio. Esta forma de registro de las
naves centrales a partir de las perimetrales, y la introducción de direcciones transversales de
cabecera y de fondo, que permiten acceder a las naves desde sus testeros, son claves para entender
un mecanismo de transformación, siempre presente en el proyecto de renovación de las Atarazanas.
Pero la operación más sutil, es la articulación del cuerpo de fachada con el interior,
conseguida con los dos patios de cabecera. Su dimensión en planta queda fijada a partir de la
anchura de las naves, sustituyéndose la arcada intermedia por una galería alta, sobre columnas de
mármol, que recompone su huella. Estos patios, con sus galerías, posibilitan un espacio común de
encuentro del frente de las naves, tanto en la planta baja como en la alta.
Una de las características principales de la intervención, y en especial de la iglesia, es el valor
de los conjuntos pictóricos y esculturales interior podemos encontrar. Una rica ornamentación de
yeserías, en la que probablemente trabajaran los hermanos Borja, se extiende por todo el ámbito de
la cubierta. El retablo mayor es la cumbre indiscutible de la retablística barroca española. Su traza se
debe a Bernardo Simón de Pineda y las esculturas son de Pedro Roldán, mientras que la policromía
es de Valdés Leal.. Todo el conjunto se fecha entre 1670 y 1675. Presenta estructura con templete
central flanqueado por espléndidas columnas salomónicas que sustentan un entablamento rematado
por una imagen simbólica de la Caridad. Los restantes retablos son coetáneos del principal, estando
realizados por los mismos autores. Comenzando por la izquierda se encuentra el de la Virgen de la
Caridad, presidido por una imagen de comienzos del XVI y coronado por un Niño Jesús de
Murillo. Seguidamente se encuentra el púlpito de hierro forjado, rematado por una escultura de la
Caridad, obra broncínea de Pedro Roldán.
A continuación encontramos otro retablo en cuyo centro se sitúa una bella Anunciación de
Murillo. El último retablo de este lado está presidido por un lienzo de Murillo que representa a San
Juan de Dios transportando a un enfermo. En el lado de la Epístola empezando por la cabecera
encontramos el retablo de San José, con una imagen del titular realizada por Cristóbal Ramos en
1782. A continuación se halla el retablo del Cristo de la Caridad, magnífica escultura debida al cincel
de Pedro Roldán. El último retablo de este lado conserva un lienzo que representa a Santa Isabel de
Hungría, una de las obras mas destacadas de Murillo. Bajo el coro se encuentran las célebres
pinturas de Valdés Leal, In Ictu Oculi y Finis Gloriae Mundi, realizadas entre 1671 y 1672. Estas
pinturas se cuentan entre las mejores realizaciones del barroco europeo del siglo XVII. Por último

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Tipología de Atarazanas: Características y Procesos de rehabilitación

destacar la fachada del templo, estructurada en dos cuerpos y tres calles. En su decoración destaca
la azulejería barroca, con dibujos de Murillo, y la buhardilla de remate que corona, a modo de
templete, este espléndido conjunto. Asimismo sobresalen los patios laterales, presididos ambos por
sendas fuentes con bellas esculturas genovesas, fechables en 1682. En la Sala Capitular hay un
retrato de Miguel de Mañara realizado por Valdés Leal. También se conserva una mascarilla y sus
vestiduras como recuerdo.

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5. ANÁLISIS ARQUITECTÓNICO DE LA REAL MAESTRANZA DE ARTILLERÍA


En la definición arquitectónica de las Atarazanas de Sevilla, la dominante realidad de las
naves, construcciones realizadas por la cubrición a dos aguas de una sucesión de líneas de arcos,
marcan el carácter emblemático de la edificación. La construcción sobre estas hileras de arcos de
amplios canales para la recogida de aguas, formalizando un acueducto, caracteriza el plano de las
cubiertas, remarcando la linealidad y modulación de las antiguas naves de las Atarazanas, dispuestas
perpendiculares a la dirección del río y de la muralla.
Las vastas proporciones de las diecisiete
naves adosadas, de 100,00m. de largo y 12,00m. de
altura, constituidas mediante un sistema de líneas de
pilastras de ladrillo de 2,40 m, x 1,80 m., de las que
arrancan los arcos de una luz media de 11,00 m., que
permitían la construcción de navíos, han inducido a
lo largo del tiempo las intervenciones posteriores,
resultado de nuevas interpretaciones de este colosal
espacio. Las pilastras de arcadas principales se desarrollan hasta la cota de -6, l5m., dónde aparece
una zapata corrida de l,30m, de canto de argamasa bastante compacta con un encofrado perdido de
madera.
La contemplación del espacio en su forma actual, tras las obras de demolición y
consolidación llevadas a cabo en el periodo 1993-95, por la Consejería de Cultura, permite observar
con gran nitidez un espacio diáfano estructurado en naves por las potentes arcadas mudéjares
originales, que dotan al espacio base de transparencia visual y de doble perspectiva, una en la
dirección mayor de la nave, y otra perpendicular a la anterior; ofreciéndonos en la conjunción de
ambos puntos de vista la percepción del conjunto completo como una cadencia de luz natural y
sombra, introducida por la alternancia de naves con cubiertas acristaladas que permiten la entrada
de luz solar.
Esta parte, correspondiente a la Maestranza de Artillería, es el resultado de la adaptación de
las siete primeras naves, contabilizadas desde su flanco al Postigo del Aceite, cuya primera hilera de
arcos se cierra mediante ventanales y se corona por una paso de ronda almenado.
En este conjunto arquitectónico y con la intención de ofrecer un frente de la ciudad al río,
se formaliza, en el espacio correspondiente al primer arco original de cada una de las siete naves, un
sistema de arcos de medio punto en perpendicular al primitivo de las Atarazanas, con un cuerpo
elevado sobre el mismo, para Sala de Armas, que repite la misma dirección estructural creada en la
planta baja, con pilastras y arcos de medio punto y forjados y vigas de madera. Así distinguimos una
edificación transversal continua a lo ancho de las siete naves que conforman el conjunto, y que
figura un edificio unitario de órdenes gigantes coro- nado por una cubierta de teja a dos aguas,
organizándose como un diferenciado cuerpo de fachada. La estructura de cubierta de este cuerpo

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Tipología de Atarazanas: Características y Procesos de rehabilitación

de fachada, bajo la que se crea una buhardilla registrable, dispone un conjunto portante de madera,
a modo de gran viga en celosía, que apoya en las pilastras de la planta principal, resuelta en tres
crujías, recorriendo la nave en sentido longitudinal hasta su encuentro con los testeros. Se arriostra
entre sí y con los durmientes de los muros de fachada por puentes y tirantes, también de madera.
Sobre esta estructura se apoyan los pares que soportan la tablazón. La madera originariamente
empleada para la construcción de esta estructura fue pino americano, calidad melis, posiblemente
procedente del lastre de embarcaciones venidas de América.
Los huecos para iluminación abiertos en la fachada, se disponen en los ejes de las naves, y
éstas se marcan mediante el dibujo de un orden apilastrado que señala la posición de las hileras de
arcos del antiguo espacio industrial.
Su simetría proviene de acordar su vano central con la nave 4. La sencillez de pilastras y
cornisas matizan las trazas barrocas de la composición general, acercándola a principios más
equilibrados del ideal neoclásico.
Tras este cuerpo de fachada, en el que se dispone centrado un espacio de recibo que cruza
diáfanamente su planta baja estableciendo una directa comunicación visual y funcional con el
interior, permanecen las naves originarias, con un relleno de 6,00m., para acordar su nivel con la
cota recrecida para la defensa hidraúlica de la ciudad.
El sistema arquitectónico que vertebra la parte interior de la Maestranza se conforma por la
alternancia de naves cubiertas mediante bóvedas de arista, y naves de cubierta liviana con
lucernario, para permitir la entrada de la luz solar en el interior, especializando su función y
configuración como patios.
En la nave primera, entre los arcos 2 y 3,se introduce la fábrica de fundición de artillería
dotada de una alta chimenea de perfil en forma de esbelto tronco de pirámide construida en ladrillo,
con un patio de apoyo en las nave 2, espacio autónomo y diferenciado del resto mediante una
cubierta que semeja el casco invertido de una embarcación, formada por una perfilería metálica y
duelas de madera, con lucernarios.
Sobre las naves abovedadas 2, 4, y 6, se elevan unas nuevas naves cuyas diversas estructuras
de cubrición: cerchas de madera, cerchas metálicas, o pórticos de hormigón armado; denotan la
tecnología del momento de su construcción. Finalmente junto a la muralla, en paralelo y adosado a
ella, se eleva una construcción sobre las bóvedas de cañón de las naves 3,4,5 y 7 que cierran al
fondo el conjunto. De cubrición plana mediante pórticos, en sentido perpendicular a las naves de
las Atarazanas, de columnas de fundición y unas peculiares vigas metálicas en celosía.
La relación entre el nivel de ingreso y fa planta alta es a través de una amplia escalera,
construida para el acceso a la Sala de Armas, de dirección perpendicular a las naves, adosada al
muro posterior del cuerpo de fachada, evidenciando que este cuerpo de cabecera no disponía de
lugar preciso para encajarla en su interior. El conjunto se completa con un recinto delantero
acotado por una verja, donde se elevan dos pabellones a ambos extremos: la biblioteca, antigua
capilla, y el cuerpo de guardia. El pabellón biblioteca, cuya disposición configura la actual esquina

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de las calles Temprado y Dos de Mayo, es en esencia un espacio único centrado sobre la montera
que permite la iluminación cenital interior, ante la inexistencia de ventanas en sus cerramientos, con
un pequeño recinto de entrada a modo de cortafrío. El pabellón construido para cuerpo de guardia,
es también una construcción exenta, alineada con la verja de cerramiento, de menor entidad y valor
arquitectónico, que presenta un volumen cerrado, cuyos escasos huecos se abren al interior. Su
emplazamiento impide la visión despejada de la contigua fachada del Hospital de la Caridad y su
iglesia.
Una más profunda comprensión de la configuración actual de las siete primeras naves de
las Atarazanas de Sevilla, alcanzada tras el conocimiento, investigación y análisis realizados, nos
revela que la Maestranza de Artillería es fruto de alteraciones y superposiciones, de un crecimiento
interior, con añadidos y reconstrucciones en tiempos y modos diferentes, no constituyendo una
obra concluida. La relación y comunicación entre sus diferentes recintos y partes no ha alcanzado
madurez estructural a escala de la globalidad, lo que es muy notorio en el recorrido que debe
hacerse en su nivel superior.
Por ello el respeto histórico a la hora de transformar las Atarazanas significa aceptar su
complejidad y entenderla disponible para nuevas soluciones espaciales que contemplen las
cualidades del edificio y la mejor condición de habitabilidad.
La riqueza de la colección de espacios que esta parte de las Atarazanas hereda de su
anterior configuración como Maestranza de Artillería: recinto de entrada, cuerpo de cabecera, sala
de armas, fábrica de fundición, naves cenitalmente acristaladas, o de distintas tipologías de bóvedas,
cuerpo de muralla, pabellón biblioteca, jardín de entrada,...; permiten una identificación de espacios
con entidad específica que puede orientar su recuperación.

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Tipología de Atarazanas: Características y Procesos de rehabilitación

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Tipología de Atarazanas: Características y Procesos de rehabilitación

BIBLIOGRAFÍA

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A. Ramírez de Verger. Historia de Sevilla. Ed Mediterránea, 1999.
Jiménez Maqueda, Daniel. Las puertas de Sevilla. Una aproximación arqueológica.
Ed. Guadalquivir. Sevilla, 1999.
Álvarez Palacios, Fernando. Ferrand, Manuel. M. de la Rosa, Julio. Sevilla: Ayer y hoy. Ed.
Edisur. Sevilla, 1984.
Junta de Andalucía. Consejería de Cultura. Recuperando las Atarazanas. Un
monumento para la cultura. Sevilla, 1999.

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INTRODUCCIÓN. METODOLOGÍA
En línea con el anterior trabajo, éste se nos presenta como una generalización de lo
tratado anteriormente, por cuanto el objetivo no radica ya en un edificio concreto sino en un
análisis de diferentes atarazanas para poder sacar un conjunto de conclusiones que definan la
generalidad de la tipología. Por otro lado, pretendemos realizar otro estudio relativo a la
rehabilitación de estos espacios, con el intento de sacar una serie de principios comunes en los
procesos seguidos en los diferentes espacios.
Así, el trabajo estará divido en dos partes: la primera se ocupará del análisis de diferentes complejos de atarazanas, tanto de los que
están en pie (Barcelona), como de aquellos de los que sólo nos quedan restos (Málaga, Gibraltar). Una vez expuestas estas reseñas,
intentaremos definir las características generales de estos espacios.

La segunda parte contendrá la descripción de las intervenciones realizadas en cada uno de


estos conjuntos y los usos posteriores que se les han dado. Los diferentes procesos seguidos en
cada uno de los casos hacen difícil establecer un método general, siendo necesario tener en cuenta
otros factores (desarrollo urbano, derribo de elementos…).

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Tipología de Atarazanas: Características y Procesos de rehabilitación

ANÁLISIS DE LA TIPOLOGÍA DE ATARAZANAS


Barcelona
Mientras la ciudad estuvo encerrada en sus muros romanos la construcción de naves se
llevó a cabo en la playa próxima a la puerta de Mar o del Regomir, que venía a corresponder a
la parte más interior del presente puerto, cerca de la Lonja actual. Más tarde se utilizó también
la playa situada entre la desembocadura del torrente, que correspondía a la actual Rambla y la
montaña de Montjuich. En 1243, Jaime I prohíbe la construcción de casas en esa parte de playa,
lo cual indica la existencia, ya en esa fecha, de un astillero en el mismo lugar que las actuales
atarazanas. Un documento de 1255 las cita de nuevo.
Fue Pedro el Grande, el rey de las grandes empresas, quien convirtió la atarazana-playa
en un edificio. Para ello acotó la parte de playa utilizada, cerrándola con un muro por el fondo y
los lados en forma rectangular, y dejándola abierta hacia el mar, para poder varar las naves. En
ambos lados formó unos pórticos con arcos semicirculares, para guardar materiales y
herramientas, y en los cuatro ángulos construyó sendas torres almenadas. Esta primitiva
construcción se ha conservado en gran parte. El pórtico de Levante se encontró entero,
intercalado entre los pilares y arcos de épocas posteriores. El de Poniente ha sido menos
afortunado, pues ha desaparecido en gran parte; pero un arco casi entero y tres dovelas de otro
atestiguan también su existencia. De las cuatro torres, dos persisten.
Unos cien años después de construida esta primera atarazana de Pedro el Grande, su
bisnieto, el Ceremonioso, pensó en ampliarla. Ya en 1373 había querido construir una nueva en el
lugar llamado Pescadería cerca, cerca de la Puerta de San Daniel; pero tuvo que renunciar a ello por la
oposición del Consejo de Ciento. Y, sin embargo, los mismos conselleres reconocían que la vieja
construcción de Pedro el Grande no estaba ya a la altura de las necesidades.
El rey Pedro IV acabó aceptando las exigencias de los conselleres, y llega a un convenio
con la ciudad y la Diputación. Esta nueva intervención consistió en ocho naves de dos tramos en
la parte inmediata al mar y ocho más en la parte de tierra. Cada unidad podía cobijar una galera
(en total, daba una gran área pues, dieciséis), y en medio quedaba una gran área descubierta.
Estas construcciones se reconocen perfectamente. Los arcos próximos al mar llevan los
escudos real y de la ciudad; los de la parte de tierra, solo el real, muy típico del siglo XIV, timbrado
con corona. Estos segundos debieron de ser algo posteriores.
Poco más tarde se levantó un cuerpo de edificio en el ángulo Norte de dos naves, con
doble piso: el inferior de madera, y el superior, con arcos semicirculares en una nave y apuntados en
la otra. Estas naves, restauradas hace unos años por la Diputación Provincial, son de un efecto
bellísimo y albergan parte del Museo Marítimo. La escalera que da acceso a la planta alta, muy
monumental, hace pensar si no estaría destinada al palacio que Juan I se proponía levantar allí,
según convenio de 1391 con la ciudad. La mayor parte de ese cuerpo de edificio parece
corresponder al siglo XV.

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Pero las atarazanas siguieron creciendo. El patio dejado libre en el siglo XIV se cubrió, y el
conjunto se prolongó, formando ocho larguísimas naves. Luego, en el primer cuarto del siglo
XVIII, con el fin de obtener mayores ámbitos, se unieron las dos centrales en una realmente
monumental.
Fuera de este bloque, pero contiguo a él, se levantaron en tiempos de Felipe II tres grandes
naves más, muy amplias, parte de las cuales forman hoy la Sala Capmany del Museo Marítimo, y el
resto, un pórtico.
Aunque hablamos de naves, no se trata
en realidad de bóvedas, sin de cubiertas de
entramado de madera sobre arcos diafragmas en
piedra; pero en los pilares, cuadrados, están
unidos también por arcos en el sentido
longitudinal; estos arcos, además de trabar los
delgados apoyos, permiten conducir las aguas
pluviales por larguísimos canales, siguiendo las
limahoyas.
En 1652, tras la Guerra dels Segadors, la
Corona se apropió nuevamente de las atarazanas
y las habilitó provisionalmente como leprosería
(1659), quedando poco después (1663) bajo la
jurisdicción militar, por cuyo motivo sufrieron
algunas reformas para su acondicionamiento
como arsenal y cuartel. Estas proseguirían en
1681 cuando Juan de Austria mandó construir el
Baluarte de Atarazanas, que decoró con el escudo real, aunque poco más tarde intercedería para que
el edificio fuera devuelto a la ciudad, que lo retuvo hasta el fin de la Guerra de Sucesión (1714). Fue
en esta época, a principios del siglo XVIII, cuando las ocho naves iniciales se redujeron a siete al
fusionarse las dos centrales en una de mayor amplitud. Después de la Guerra, Próspero de
Verboom propuso el derribo de toda la construcción para levantar en su lugar una ciudadela
simétrica a la del barrio de Ribera, proyecto que se desestimó definitivamente en 1725,
autorizándose tan sólo la construcción de un cuartel de artillería. Esta obra provisional fue
sustituida hacia 1792 por otra del ingeniero militar A. López Sopena, demolida en 1936. Como
cuartel militar, las atarazanas fueron la sede de la Maestranza de Artillería (posteriormente Parque
de Artillería) desde su creación en 1802 hasta que en 1935 el ejército las cedió definitivamente a la
ciudad. Durante este periodo varios de sus arcos se tapiaron, perdiéndose el efecto de su
grandiosidad interior.

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Tipología de Atarazanas: Características y Procesos de rehabilitación

Gibraltar
Durante los años 1998-1999, se llevaron a cabo en la actual Casemates Square de

Gibraltar una serie de prospecciones arqueológicas que permitieron la documentación de los

distintos niveles de ocupación de la plaza desde sus inicios hasta la actualidad, siendo el hallazgo

más importante el descubrimiento de unas atarazanas medievales.

Este complejo fue construido en época meriní (s. XIV), formando parte de las mejoras
en las defensas de la plaza que se realizaron tras la toma de esta ciudad por parte de esta tribu
bereber. Las atarazanas estaban ubicadas en el barrio de La Barcina, uno de los tres en los que
estaba dividida la ciudad (los otros dos eran la Villa Vieja y La Turba). Una vez reconquistada
cristiana este espacio debió recibir varios usos, aunque la escasa documentación que poseemos
nos impide concretar más.
La toma de la plaza por los ingleses
permitió la realización de una variada
documentación planimétrica que nos
informa de la evolución de esta edificación
y de las zonas adyacentes. En esta época se
construyó un almacén y un patio con fines
militares, seguramente aprovechando parte
de las preexistencias. Tras el Gran Asedio
de 1779-1783, esta zona próxima al mar,
fue duramente castigada lo que provocó la
destrucción de los edificios allí situados;
posteriormente se produjo la nivelación del terreno y su conversión en una plaza que con escasa
modificaciones ha llegado hasta la actualidad, función que queda perfectamente reflejada en la
documentación gráfica que ha llegado hasta nuestros días.
Con respecto al periodo más antiguo excavado, se encontraron distintos niveles
deposicionales asociados a arenas de playa. Los materiales aparecían muy fragmentados y
rodados, pero en cuanto a decoraciones y morfología se identificaban con el periodo meriní.
Lo verdaderamente importante sería el descubrimiento en el límite sur-este de las
Atarazanas meriníes, de las que se excavaron un total de 36 m del muro occidental, quedando sólo
pendiente de descubrir la entrada del edificio, que se encontraba frente a la antigua Puerta del Mar,
cercana a la actual Watergate y que en aquellos momentos se encontraba abierta al tráfico rodado,
hecho que imposibilitaba la actuación arqueológica. Al año siguiente, se pudo excavar este espacio
localizándose de ese modo la entrada, el total de metros de estructura en longitud excavados
entonces fue de 4,65m, por tanto la longitud total del edificio quedó definida en 40,80 m.

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Álvarez Funes, Pablo - Troyano Zurita, Víctor - Ventura Blanch, Ferrán - Vera Serena, Rafael

En la edificación se constató una serie alternante de ocho pilares de una longitud media de
1,70 m, construidos con sillares de piedra arenisca y calcarenitas con verdugadas de ladrillos y
mortero; a menor altura, una serie de tongadas de ladrillos y mortero entre cada pilar que tenían
1,90 m de longitud. El final está constituido por una estructura maciza de 6,20 m de longitud y la
entrada la compone otra estructura de 4,65 m de longitud. Los pilares, la entrada y el final del

edificio, funcionarían como soportes, mientras los paramentos de ladrillos contendrían los vanos
que se enmarcaban entre los pilares.
El ritmo constructivo se altera al final del edificio en el frente occidental. A partir de aquí,
la estructura pierde su fortaleza ya que no se utilizan los sillares de arenisca en el exterior del
edificio, que son sustituidos por las calcarenitas y el mortero, tomando la estructura un aspecto más
irregular que en la zona de pilares y la entrada.
Basándose en los restos encontrados, podría hacerse una reconstrucción hipotética de la apariencia externa del inmueble. Los pilares
sostendrían una estructura superior en ladrillos, en forma de arcadas, bajo las que se situarían los vanos necesarios para la
iluminación interior del edificio, con idea de poder desarrollar en él los trabajos de construcción y reparación de los barcos, función
a la que estaba destinado. En cuanto a la cubierta, se resolvería probablemente mediante una bóveda de medio cañón reforzada con
arcos fajones que sostendrían parte de los empujes de la misma. Parte de la base de estos arcos fajones aparecen adosados a los
pilares por su cara interna.

Málaga
De lo que fueron las antiguas atarazanas de Málaga, sólo queda actualmente la puerta que
sirve de entrada al mercado homónimo, y que fue trasladada por el arquitecto Joaquín Rucoba 25
metros a delante de su emplazamiento original. Antes habían tenido varios usos, pero al parecer
desde época islámica predominó el de almacén (más que de atarazana propiamente dicha); después
fue utilizado como hospital en tiempos de epidemia y como Colegio de Cirugía, para ser demolida
tras la revolución de 1868 (como muchos otros complejos medievales del resto de España)
El emplazamiento del conjunto queda bien definido en el plano de Málaga, realizado en
1791 por don José Carrión de Mula, vigía del puerto. Estaban en al desembocadura del

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Tipología de Atarazanas: Características y Procesos de rehabilitación

Guadalmedina, en su orilla izquierda y arrimadas al recinto murario, ocupando un solar de 5008


metros superficiales, en parte del cual se halla emplazado hoy el actual mercado. Formaban una
defensa avanzada de Málaga, frente al Castil de Genoveses, también saliente de la cerca, en
situación análoga, protegiendo ambas fortalezas la ensenada intermedia, antiguo puerto, y el lienzo
de muralla de la ciudad, que la cercaba por ese lado, en el que se abría la Puerta de la Mar.
La planta de las Atarazanas era un
cuadrilátero, con tres torres en otros tantos
de sus vértices y alguna otra intermedia. De
la del ángulo sudeste salía una muralla que
avanzaba hacia el mar, hasta la torre
albarrana antes citada, grande y elevada, de
forma semicilíndrica en su frente de
mediodía y plana en el posterior.
Interiormente acusábanse en el
edifico dos partes. La oriental constaba de
seis naves, normales a la fachada de
mediodía, abovedadas con medios cañones,
seguramente agudos, de ladrillo. Su ancho
aproximado era de 4,50 metros y de poco
menos de 24 metros de longitud. En la
planta se señalan unas divisiones transversales que, teniendo en cuenta la regularidad de su reparto,
pudieran ser arcos perpiaños. Casi todas las naves estaban cerradas al norte. A mediodía concluían
en el muro liso de fachada, en el que, en el siglo XVIII, se abrían ventanas altas, rectangulares y no
muy grandes, de aspecto moderno, defendidas por rejas, que proporcionarían escasa luz al interior.
La otra parte del edificio, la de poniente, más reducida, tenía una gran puerta en la fachada
meridional, a continuación del muro con ventanas antes descrito; muro cuya longitud, entre las dos
torres salientes de ángulo, era de 42,24 metros y 2,10 su espesor. Ese arco, macizado en el siglo
XVIII y en el que sólo se dejó una pequeña puerta, llegaba casi hasta la parte alta del edificio, y es el
que sirve de ingreso al mercado. Tras la puerta parece que había un patio con corredores laterales,
sosteniendo columnas sus hollados; en medio de él existió un pozo y al fondo una ancha sala.
La fachada de poniente constaba de cinco arcos entre dos torres salientes,

sensiblemente cuadrada, y almenas encima. Éstos arcos serían ciegos, sosteniendo

probablemente un adarve volado.

El muro que cerraba a oriente las Atarazanas era en sus comienzos normal al del mediodía,
pero más adelante, a partir de una torre redonda, llamada en el siglo XVIII de Tirilo, torcía hacia
poniente. Al fondo cerraba el edificio la muralla de la ciudad.

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Las seis bóvedas estuvieron probablemente abiertas a mediodía, con objeto que penetraran
por ella pequeños barcos para ser reparados. Estos frentes serían cerrados tras la reconquista de la
ciudad, con objeto de convertir el edifico en almacén, y no es extraño que la planta conservada no
los acuse, pues tampoco señala la puerta trasladada al mercado. De no haber estado abiertas las
naves por uno de sus extremos, gran parte de ellas quedaría a oscuras, sin utilización posible para
trabajar en su interior. Su extraordinaria altura venía obligada por la de la arboladura de los barcos
que en ella se construían, reparaban y guardaban.
La función de la parte occidental del edifico no está todavía muy definida: taller ó tal vez
almacén de pertrechos militares ó marítimos. Es curioso en esta parte que las naves no ocupen la
totalidad de la construcción, cosa que no ocurre en ningún otro complejo similar.
La puerta conservada es de arquitectura nazarí, típicamente granadina, y sirve de acceso al
actual mercado de Atarazanas, realizado a finales del siglo XIX por le arquitecto Joaquín Rucoba.

Características generales de la tipología de atarazanas


Tras esta descripción de cada uno de estos complejo, mostrando sus peculiaridades,
estamos en condiciones de enumerar una serie de características que definen esta tipología, a saber:
1.- Marcado carácter longitudinal frente al trasversal. Un complejo de atarazanas se
caracteriza por una serie de naves de la misma longitud y anchura, más largas que anchas, de tal
modo que pudiera caber un barco en cada una de ellas. En función de la época de construcción y de
la importancia del lugar habría más naves ó éstas serían más anchas.

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Tipología de Atarazanas: Características y Procesos de rehabilitación

2.- Práctica ausencia de cubiertas abovedadas. Las cubiertas, de madera y forradas de tejas,
se apoyarán sobre estructuras de madera ó arcos diafragma; todos los ejemplos poseen arcadas en
sentido longitudinal, que es donde se apoyan los arcos (Barcelona) ó las estructuras de madera
(Sevilla). En todos los casos, estas arcadas disponen de acanaladuras para permitir el paso de las
aguas pluviales.
3.- Conexión con estructuras defensivas anexas e incluso aparición de las mismas en el
propio edificio. La mayoría de las atarazanas están adosadas a las murallas de sus respectiva
ciudades y cuentan con baluartes y estructuras militares, ya pertenecientes a los siempre cercanos
puertos, ya construidas exclusivamente para defenderlas. Además, sobra decirlo, obvia cercanía al
mar ó a los ríos para varar los barcos.

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METODOLOGÍA DE REHABILITACIÓN DE LOS COMPLEJOS DE ATARAZANAS


Las diferentes trayectorias que han seguido cada uno de los complejos expuestos, tanto en
este trabajo como en el anterior de las atarazanas de Sevilla, hacen difícil establecer un método
universal de rehabilitación. Sin embargo, sí nos es posible esbozar una serie de rasgos distintivos
que se repiten en todos los conjuntos.
En primer lugar está el aprovechamiento, durante la Edad Moderna, de este espacio como
almacenes u hospitales (durante las epidemias del XVII). Posteriormente, en el XVIII estos
espacios fueron cedidos a organismos militares, sobre todo a las maestranzas de artillería, que bien
transformaron los estos espacios en fábricas de cañones, bien las siguieron utilizando como
almacenes ó residencia de los militares. Estos cambios de uso supusieron en la mayoría de los casos
el cegamiento de las arcadas longitudinales, con la consiguiente pérdida de espacialidad. Aparte de
estas “leves” reformas, se realizaron grandes cambios en la planta y volumetría del edificio:
aumento de plantas (Sevilla), nuevos cuerpos (Barcelona) ó demolición total (Gibraltar). Por otro
lado, el cambio en las técnicas de construcción navieras y el desplazamiento de los núcleos de
comercio, supusieron en muchos casos la reducción del complejo, aprovechándose las naves que se
abandonaban para construir infraestructuras públicas (como el caso del Hospital de la Caridad de
Sevilla).
Con respecto a los procesos de rehabilitación, encontramos la característica común de
recuperación de la espacialidad (mediante la demolición de los muros cegadores); los nuevos usos a
los que se destinan son, en primer lugar, museísticos: los grandes espacios que albergan estos
complejos permiten una gran versatilidad en el tipo de exposiciones, pues con la colocación de
paneles pueden lograrse muy diferentes recorridos en función del tipo de exposición. También
pueden destinarse estos complejos a mercados, como en el caso de Málaga; no obstante, este
proceso de rehabilitación pasó por la demolición de todo el complejo, siendo lo único que
conservamos la puerta de acceso al mismo, muy retocada e incluso trasladada de lugar. En general,
se intenta dar un uso público a estos espacios, en ocasiones a instancias de los militares, sus
antiguos ocupantes.
Desconocemos que se va a hacer con los restos encontrados en Gibraltar; con todo, aquí el
antiguo espacio de las atarazanas fue utilizado por los militares, convirtiéndose luego en plaza
pública. En la actual Casemates Square ya no se reparan barcos, pero sí automóviles (hay varios
talleres y un pequeño concesionario, además de varios almacenes), por lo que el uso de este espacio
no difiere mucho del que tuvo cuando estaba allí situada la única nave que configuraba las
atarazanas meriníes de la ciudad del Peñón.

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Tipología de Atarazanas: Características y Procesos de rehabilitación

Bibliografía:

Adolfo Florensa. Las atarazanas de Barcelona. Barcelona, 1995


Gabriel Mora, Xavier Popcana. Arquitectura de Barcelona. Colegio de arquitectos de
Cataluña. Barcelona, 1989
Francisca Piñatel Vera, Mª Isabel Gómez Arroquia, Francisco Giles Pacheco, Clive Finlayson.
Las atarazanas medievales de Gibraltar. Almoraima nº 25 – Abril 2001.
Francisco Bejarano. Crónica arqueológica de la España musulmana. Ed. Espasa-Calpe.
Madrid, 1970.
Fernando Guillésn Robles. Málaga musulmana. Ed. Olivier-Navarro. Málaga, 1880.
Jose Ramón Cruz del Campo, Jose María Romero Martínez, Miguel Ángel Díaz Romero. Ficha
diagnóstico de la Puerta de Atarazanas. Málaga, Septiembre de 1988.

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Índice:

Introducción. Metodología pág. 1


Análisis de la tipología de Atarazanas pág. 2
Barcelona pág. 2
Gibraltar pág. 4
Málaga pág. 5
Características generales de la tipología de atarazanas pág. 7
Metodología de rehabilitación de los complejos de atarazanas pág. 9
Bibliografía pág. 10

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