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Ordoñez Linares Isis Andrea

0023

Y así surgieron.

Había una vez en un mundo muy, muy lejano en el que cuando no había nada,
todo estaba allí. Un universo transparente esperaba todo el tiempo un poco de
acción. Hasta que un día después de tanto aguantar: apareció. – ¡Alto!- dijo una
voz- en realidad no sabes si fue un día, bien pudo haber sido un mes, o un año-
continuo diciendo en tono molesto. – Esta bien- contesté yo, el narrador.

…Esperaba todo el tiempo un poco de acción. Hasta que después de tanto


aguantar de un momento a otro apareció – Así está mejor; pero ¿Qué paso
después de tanto tiempo?- de nuevo dijo la voz, que comenzaba a desesperarme.
– a ver, aclaremos algo, aquí yo soy la que narra, yo decido que contar y cuando.
Al fin ni siquiera sé quién eres—conteste para por fin poder seguir con mi relato.

-soy yo, ¿cómo no podrías saber quién soy?, he estado casi toda la vida por aquí-
contesto la voz en un todo retador- bueno, ya lo decidí continuare con mi historia
sin importar que tanto me puedas interrumpir- le dije – ¿en que estaba?… claro….

De un momento a otro: apareció. Y parecía probar de uno a uno todos los rayos
de luz en vibraciones tornasoladas. Había un aire de fuego impresionante. Se
podía correr, volar y suspenderse.

De pronto salió una llama. La luz dejaba de ser solo luz y se convertía en una
tonalidad diferente algo fuera de lo común. ¿Cómo se llama? Ah, claro: Rojo. – Yo
estuve allí- dijo la voz --¿Qué pasa?, ¿eso también lo tengo que narrar?-- Fue así
como surgió el color de las rosas, las cerezas, la pasión, la sangre: el rojo.

Antes del rojo todo era transparente o sin color. Por eso podemos decir que el rojo
es el abuelo de todos los colores. Y su mamá aunque un tanto obvio: es el
transparente. Luego, todo el universo era rojo con unas cuentas tonalidades de sin
color, ahora nos es muy difícil imaginarlo pero en algún momento el tranparente y
sus tonalidades dominaban el mundo. Y lo siguen haciendo, sólo que ya no nos
es tan fácil distinguir un objeto de color sin color.

Las cosas comenzaron también a surgir, y un día el Sol molesto, decidió que no
quería ser del mismo color que todo lo demás – pues obvio, si el Sol es el gran
dador de vida en el universo, o mínimo en nuestro sistema…al fin solar—dijo de
nuevo “interrumpiendo” la voz.

Regresando al tema; el señor sol pensó, pensó y pensó mucho hasta que
descubrió la solución: inventar un nuevo color. Pero ¿cuál sería?, tenía que ser
uno grandioso: el color de los sueños. Y así surgió el amarillo. Luego de algunos
años el Sol se sintió solito así que le dio un poco de su color a cosas que
realmente le agradaban; algunas flores eran amarillas como el girasol, el plátano,
la guayaba y el mango también.

Toda la vida era amarilla, roja y transparente. Los seres de la tierra eran
completamente felices, pues tenían un sinfín de objetos similares entre sí lo que
hacía de este un universo sencillo.

Pero estos seres se hartaron; ya que todo era del mismo color no podían
reconocer el cielo de la tierra y las estrellas. De esta manera inventaron el azul y el
verde. Azul para el cielo, verde para la tierra. – sí, lo recuerdo muy bien. El
horizonte se veía completamente azul y verde. Claro tenia algunas manchitas
amarillas y rojas. El trasparente había quedado a un lado; pero te falta algo- dijo
de nuevo la molesta voz – pues si, ¿podrías esperar un poco?— le conteste ya
harto de la situación.

Existiendo un universo inmenso ¿porqué quedarnos con tan solo 5 colores?, se


preguntaban todo el tiempo los habitantes de éste infinito universo. Así decidieron
que debían existir colores no destinados para algo en específico si no
simplemente para dar magia, brillo y alegría. Surgiendo así el morado y el naranja.

Cuando estos dos colores nacieron daban tanto brillo a las cosas que muchas
quisieron apropiarse de ellos. Es por esto que los objetos pueden ser morados y
naranjas o de otros colores. No todos los objetos de una misma categoría
cambiaron su color.

Ahora bien, el mundo ya era totalmente multicolor – si claro, si faltan los mas
importantes-- la voz molesta interrumpía de nuevo—pues si, ¿en que momento
hablas del blanco y el negro?—

Esta bien… Pasaron largos años multicolores hasta que de pronto un día (porque
ahora si fue un día) en el mundo se llego a un acuerdo.

-- Necesitamos un color extremista, concentrado, opaco pero a la vez hermoso –


pedían algunos irritados y cansados de que todo el día hubiera tanta luz.

Otros por su lado exigían un color parecido al transparente pero con un poco más
de fuerza. Los grandes intelectuales del momento cansados de tal situación
decidieron mezclar los colores que ya tenían y obtuvieron el negro. Dándoselo así
a la noche.

El blanco por su parte fue más fácil, concentraron tanta pero tanta luz en un
punto que una mancha blanca se creo.

Teniendo el blanco y el negro todo cambio, de ellos mezclados con los demás se
obtenían infinidad de colores: café, gris, rosa, plateado, dorado y muchos más.

Ya no era necesario pedirlos ni quejarse por ellos. Los colores brotaban solos uno
a uno, creándose lo que hoy conocemos como universo.

--ahora que has dicho todo esto, puedes sabes quién soy: soy el gran dibujador,
un lindo pequeñuelo con una caja de cartón—dijo la voz—esto es muy confuso—
comenté yo, ¿Qué tiene que ver todo esto con la historia mágica de los colores?
--muy fácil-- dijo la voz—en mi caja tengo crayolas gigantes para darle color a todo
y así lo he hecho durante siglos.

-- Ahora lo entiendo—dije yo… Todo surge de la gran imaginación de un niño. Los


miles de colores que hoy podemos ver son gracias a él.

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