INCORPORACION DEL ACADEMICO DON
ENRIQUE CARRION ORDONEZ
(Sesién piblica del 21 de abril de 1983)
COMPILACIONES DE PERUANISMOS ANTERIORES
AJUAN DE ARONA
Por Enrique Carrion Ordofiez
Sefior Embajador de Espafia.
Sefiores Académicos
Sefioras y Sefiores:
;Cémo hubiera alcanzado yo las luces y las galas de los
hombres de letras que han tenido la generosidad de convocarme
a su compafifa! Un asiento en la Academia Peruana demandaba
mucho mds que algunos afios de docencia y estudios; una obra
sdlida, mayor que Jas pocas paginas mias dedicadas a la lengua
y-a la literatura.
Quisiera publicar mi gratitud sincera por este nombra-
miento. No puedo ofrecer otra sefial mejor de agradecimiento que
la promesa de colaborar con dedicacién gustosa a las tareas
especificas de una institucién tan distinguida.
Con Ja conmemoracion de Cervantes y del Inca Garcilaso,
deseo recordar este Dia del Idioma el centenario de la publica-
cién completa del Diccionario de Peruanismos por don Pedro
Paz Soldin y Unanue. La Academia Peruana esta reeditando
los escritos de Juan de Arona y, sin duda, habré de auspiciar
una nueva edicién de este libro capital. Quisiera que las con-
sideraciones que voy a presentar sirvan de algin modo a ese
digno cometido.
147Pocos son los libros cientificos que resisten cien afios
sin mengua de autoridad. La obra lexicografica de Arona no
pertenece al reducido nimero de clasicos de la lingitsstica,
a pesar de mantenerse entre los repertorios basicos de la
lexicografia hispanica. Probablemente Paz Soldan_presintié
las debilidades metodoldgicas de su trabajo, sobre todo desde
que pudo leer con detenimiento las admirables Apuntaciones
criticas sobre el lenguaje bogotano del fundador de la dialec-
tologia hispanica, el insigne Rufino J. Cuervo. Pero la prolon-
gada vigencia del Diccionario de Paz Soldan, lo que explica
el interés piblico por su relectura en recientes y nuevamente.
agotadas ediciones, es el caracter literario del libro. No sera
la mejor prosa peruana del siglo pasado, pero disfrutamos
todavia del ingenio, la ironia y la desbordante vitalidad que
destilan esas paginas. Ni es, ni quiso ser un libro de ciencia,
aunque abunde en valiente informacién alcanzada por su autor,
poliglota y lector curiosisimo. Placer, mas que saber, nos de-
para este Diccionario.
Nacié en las paginas del periédico. Para entender nuestra
literatura del XIX, parece imprescindible estudiarla en relacion
con ese nuevo vehiculo de comunicacién social. De otro modo
no alcanzarjamos inteligencia cabal de nuevos géneros literarios
tales como los cuadros de costumbres, las tradiciones y las
formas didacticas al estilo de los articulos recogidos en el Dic-
cionario de Peruanismos. Convendria afiadir que la influencia
del periodismo toca apreciablemente a los géneros antiguos,
comenzando con los contenidos. Bastenos con recordar res-
pecto de] teatro, donde la situacién comunicativa se distancia
tanto de lo escrito, el argumento de los Percances de un remi-
tido de Manuel A. Segura.
Dejemos por ahora los aspectos literarios del Diccionario.
El libro tiene poco de lo que hoy exigimos a una obra lexico-
grafica. Es heterogénea la concepci6n total de la compilacion,
que igual retine articulos sobre términos de la lengua objeto,
como articulos sobre el saber acerca de la lengua. Asi ocurre
con los encabezamientos Filologia, Quichuismos y algunos mas.
Es desigual la nomenclatura de los encabezamientos referentes
148a la lengua objeto. Hay articulos sobre fonemas, sobre palabras,
sobre frases. Tampoco es muy riguroso el ordenamiento alfabe-
tizado de las entradas y la secuencia de informaciones incluidas
en cada articulo. Si a ello afiadimos los suplementos internos,
las adiciones posteriores, que publicé Estuardo Nufiez, y la ¢a-
tencia de indices minuciosos, nos vemos obligados a citar, no los
encabezamientos, segtin es costumbre aconsejable para obras de
referencia, sino las paginas de la edicién, a la que, por afiadi-
dura, no le faltaron ‘accidentes. Todo ello podria subsanarse
criticamente en la edicién esperada.
Por lo demas, no toda obra que luzca el titulo de Dic-
cionario representa el resultado de una tarea lexicogrdafica. El
siglo XVIII habia abundado en esta clase de repertorios por
lo comin diddcticos, 2 ratos polémicos, organizados en uni-
dades independientes de la adyacencia, con encabezamientos
alfabetizados que facilitaban las consultas a los usuarios de
variados intereses, tiempo escaso o atencién efimera. Ya habia
aparecido hacia 1856 el Diccionario para el pueblo: republi-
cano, democratico, moral, politico y filosdfico, escrito por
Juan Espinosa. Es facil reconocer en él la herencia del Dictio-
unaire philosophique (1764).
Un verdadero tratado se despedaza en el Diccionario
de la legislacion peruana de Francisco Garcia Calder6n Landa.
La primera edicién se publicé entre 1860 y 1862, con un su-
plemento en 1864; la segunda, en 1879.
Continuando el ejemplo del coronel Antonio de Alcedo,
cuyo Diccionario geografico historico de las Indias Occidentales
(1786-1789) nos detendré més adelante, apareci6 el Diccionario
geografico-estadistico del Peni (1877) compilado por Mariano
Felipe Paz Soldan, con muchas etimologias toponimicas. El
Diccionario historico-biografico de Mendiburu, que comenz6
a publicarse en 1874, era una especie de némina alfabetizada
de la historia peruana hasta el final de 1a dominacién espafiola.
Estos titulos sélo indican un modo de exponer doctrinas, ins-
tituciones, cuestiones juridicas, de disertar sobre personajes y
lugares relativos al pais, bajo encabezamientos alfabetizados
que facilitaban las consultas. No son obras lexicogréficas, sino
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