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Ref.

: 373-2006

Sala de lo Constitucional de la Corte Suprema de Justicia: San Salvador, a las trece


horas con cincuenta y seis minutos del día veintiocho de enero de dos mil ocho.

El presente proceso de amparo se inició mediante demanda incoada el día dos de junio de
dos mil seis por los señores Rafaela de los Ángeles Leiva Sigüenza y Ovidio de los Santos
Sigüenza Vega, ambos mayores de edad, del domicilio de Santa Ana, contra actuaciones del
Juez Primero de lo Civil de esa ciudad, que consideran vulneran sus derechos
constitucionales.

Han intervenido en el proceso, además de la parte actora, la autoridad demandada, y el


Fiscal de la Corte.

Analizado el proceso, y considerando:

I. Los actores manifestaron en síntesis en su demanda, que en el primer cuatrimestre de dos


mil seis se les entregó en su casa de habitación una notificación procedente del Juzgado
Primero de lo Civil de Santa Ana en el cual se les notificaba de la próxima venta en pública
subasta de dos inmuebles propiedad de la primera de los demandantes, por ejecución
promovida en juicio ejecutivo por el señor Miguel Ángel Pérez Alvarado. Que nunca
contrajeron deuda ni compromiso alguno con el mencionado señor, y que no habían
firmado ningún instrumento para tales efectos ni mucho menos documento con fuerza
ejecutiva, por lo cual se sentían agraviados, incluso, por el notario autorizante de la
documentación base de la acción en su contra. Que el mencionado proceso ha sido
diligenciado sin su participación ya que el juez demandado omitió "el procedimiento del
artículo 595 [PrC] o sea el de notificar el decreto de embargo o emplazar al ejecutado para
que comparezca y estar a derecho y así contestar dicha demanda. Violándose así la garantía
que nos concede el artículo 11cn o sea ser previamente oída y vencida en juicio (…)".

Por resolución de las ocho horas con cuarenta y dos minutos del día cinco de junio de dos
mil seis, se previno a los peticionarios que aclararan conceptos en su demanda, prevención
que fue evacuada mediante escrito presentado el día dieciséis de ese mismo mes y año.
Ante ello, por auto a fs. 14, se declaró inadmisible la demanda presentada respecto a la
pretensión incoada por el señor Ovidio de los Santos Sigüenza Vega, e improcedente en
cuanto a los hechos atribuidos tanto a la parte acreedora del proceso civil ejecutivo
relacionado, como al notario autorizante de los documentos bases de la mencionada acción.

Ahora bien, la queja constitucional planteada fue admitida respecto al control de


constitucionalidad de la sentencia dictada por el Juez Primero delo Civil de Santa Ana en el
Juicio Ejecutivo ref. 481-1998 mediante la cual se condenó a la señora Rafaela de los
Ángeles Leiva de Sigüenza al pago de cierta cantidad de dinero, por haber omitido el
mencionado funcionario judicial, a decir de la actora, la realización del emplazamiento, con
la consiguiente vulneración a los derechos de audiencia y propiedad de ésta. En dicho auto,
además, se suspendieron inmediata y provisionalmente los efectos producidos por la
actuación reclamada en el sentido que el Juez Primero de lo Civil de Santa Ana debía
abstenerse de ejecutar la venta en pública subasta de los inmuebles embargados a la
pretensora. Además, se pidió informe a la autoridad demandada, quien, al rendirlo,
manifestó no ser ciertas las actuaciones atribuidas en la demanda pues –a su decir-
comunicó a la señora Leiva de Sigüenza las distintas etapas del juicio civil ejecutivo
seguido en su contra, y para demostrarlo efectuó una reseña pormenorizada de las
notificaciones practicadas en dicho proceso, así como presentó documentación –fs. 27-39-.

Se confirió la audiencia que ordena el artículo 23 de la Ley de Procedimientos


Constitucionales, al Fiscal de la Corte, quien no hizo uso de la misma.

Por auto del veintiocho de agosto de dos mil seis, y al haber señalado en su informe la
autoridad demandada la dirección del señor Miguel Ángel Pérez Alvarado -tercero
beneficiado-, se ordenó hacer saber a éste la existencia de este proceso. En dicha
interlocutoria, además, se confirmó la medida cautelar decretada en el auto de admisión de
la demanda, y se pidió nuevo informe a la autoridad demandada, quien, al rendirlo, reiteró
pormenorizadamente los argumentos vertidos en su primer informe, negando enfáticamente
las infracciones constitucionales denunciadas. En ese sentido, manifestó, en lo pertinente,
que: "consta el acta de emplazamiento a los demandados [en el proceso civil ejecutivo]
OVIDIO DE LOS SANTOS SIGUENZA VEGA y RAFAELA DE LOS ANGELES LEIVA
DE SIGUENZA, emplazamiento que según consta endicha (sic) acta se llevó a cabo a las
nueve horas treinta minutos del día diecinueve de marzo de mil novecientos noventa y
nueve, habiendo firmado el acta de notificación la señora RAFAELA DE LOS ÁNGELES
LEIVA DE SIGUENZA, emplazamiento que se llevó a cabo en su casa de habitación (…)".
Que, además, se les había notificado a los mencionados señores la declaratoria de rebeldía,
pero el señor Ovidio Santos presentó escrito hasta el ocho de mayo de dos mil seis.

Asimismo, el funcionario judicial demandado agregó que, en virtud de la medida cautelar


decretada en este amparo, ordenó la suspensión de la adjudicación en pago de los
inmuebles embargados, al haberse realizado la diligencia de venta en pública subasta sin
que se presentaran postores. Y, para reforzar su resistencia a la pretensión planteada,
presentó documentación –agregada a este expediente de fs. 46-72-.

Se confirieron los traslados que ordena el artículo 27 de la Ley de Procedimientos


Constitucionales, al Fiscal de la Corte y al actor. Al evacuarlo, el Fiscal de la Corte expresó:
"Visto y analizado los extremos de la Demanda del impetrante y los informes del
Funcionario Demandado, los que gozan de la Presunción de Veracidad, considero que
existe cierta inconformidad con los resultados del Proceso Ordinario, por lo que en el caso
que ocupa se estaría entrando en las dimensiones del artículo trece de la Ley de
Procedimientos Constitucionales".

Por su parte, la actora presentó un escrito en el cual refutó las notificaciones que el juez
demandado asegura haber ordenado en el proceso civil ejecutivo cuestionado, y
particularmente, sobre el acta de notificación del decreto de embargo cautelar que equivale
al emplazamiento, aseguró que en ésta: "no aparece la firma de dicha demandada. Pues en
dicho proceso aparece. El documento único de identidad de dicha demandada. Con el cual
puede ser cotejado, las firmas, y se aclara que la firma que aparece en dicha acta de
notificación es totalmente diferente. En esa misma acta de notificación podemos observar
que el señor notificador dice haber notificado al señor Ovidio de los Santos Sigüenza Vega.
Pero se le olvidó al notificador identificarlo y pedirle que firmara dicha acta. Concluyo
Señor Juez de la Honorable Corte Suprema de Justicia. Que se le olvidó al Juez hacer la
notificación que le ordenan los artículos 594 indiso (sic) 2º y 595 de nuestro código de
procedimientos civiles y el conocimientos básico del capítulo II de nuestro código de
procedimientos civiles y que se refiere a la citación, emplazamiento y notificación (…)".

Mediante auto del diecisiete de noviembre de dos mil seis, se abrió el proceso a pruebas por
el plazo de ocho días, de conformidad al artículo 29 de la Ley de Procedimientos
Constitucionales, fase procesal en la cual la parte demandante presentó documentación –
copia certificada de su Documento Único de Identidad- que, a su parecer, refuerza los
argumentos expuestos en su intervención anterior en el sentido de que no es suya la firma
que aparece en el acta de notificación antes relacionada. Asimismo, se recibieron en
devolución remitidos por el Correo Nacional los documentos enviados a la persona
señalada como tercera beneficiada -mediante los cuales se le enteraba de la existencia de
este amparo-, al no habérsele podido ubicar en la dirección señalada por la autoridad
demandada, tal cual se hace constar en acta agregada a este expediente a fs. 87.

Finalmente, se confirieron los traslados que ordena el artículo 30 de la Ley de


Procedimientos Constitucionales, al Fiscal de la Corte, a la actora y a la autoridad
demandada. Tanto el Fiscal como la impetrante se limitaron a ratificar los conceptos
vertidos en sus anteriores intervenciones, mientras que el funcionario judicial se abstuvo de
contestar. De esta manera quedó el presente proceso constitucional en estado de dictar
sentencia definitiva.

II-Corresponde ahora realizar el examen de la pretensión incoada, y para ello, deben


tomarse en cuenta las argumentaciones expuestas por ambas partes en el proceso.

La actora reclama contra la sentencia definitiva del Juicio Ejecutivo ref. 481-1998
diligenciado en el Juzgado Primero de lo Civil de Santa Ana mediante la cual se le condenó
al pago de cierta cantidad de dinero pues, a su decir, en dicho proceso no se le emplazó ni
se le comunicaron las subsiguientes etapas procesales, habiéndose enterado de la existencia
del mismo hasta el llamamiento de venta en pública subasta de dos inmuebles de su
propiedad, razón por la que considera se le han violentado sus derechos de audiencia y
propiedad. Por su parte, la autoridad demandada ha negado las violaciones constitucionales
atribuidas, pues ha argumentado que las notificaciones de ley fueron debidamente
realizadas, y en particular, que el decreto de embargo que equivale al emplazamiento fue
entregado personalmente a la hoy peticionaria, quien –a su decir- firmó para constancia.

Expuesto lo anterior, es evidente que el análisis del fondo del asunto traído a conocimiento
de esta jurisdicción constitucional deberá centrarse en verificar si, en el proceso civil
ejecutivo en referencia, la pretensora sufrió una violación de trascendencia constitucional
en sus derechos como consecuencia de la supuesta omisión procesal de notificarle el
decreto de embargo y demás actos procesales comunicables, de conformidad a la admisión
de la demanda -fs. 14-15-.

Ante ello, el análisis de esta pretensión deberá sujetarse al siguiente esquema: a) Realizar
una breve reseña del contenido de los derechos de audiencia y propiedad; b) efectuar un
análisis de los actos procesales de comunicación en perspectiva con la trascendencia de la
ausencia de notificaciones en un proceso; y c) verificar si la autoridad demandada omitió
realizar las comunicaciones debidas.

(a) En reiterada jurisprudencia –verbigracia, en la sentencia de amparo ref. 864-2002


pronunciada a las doce horas y cuarenta y cinco minutos del día veinticuatro de junio de
dos mil cinco- se ha sostenido que las personas tienen derecho a que los procesos
jurisdiccionales se desarrollen con total respeto de las categorías constitucionales
procesales. Así, nuestra Constitución en su artículo 11 ha reconocido el denominado
derecho de audiencia, en virtud del cual previo a limitar o privar de un derecho a una
persona debe tramitarse un proceso o procedimiento en el que se le permita razonablemente
su intervención a fin de que conozca los hechos que lo motivaron y de tal manera tenga la
posibilidad de comparecer e intentar desvirtuarlos. En ese sentido, los procesos
jurisdiccionales deben encontrarse diseñados de tal manera que potencien la intervención
del sujeto pasivo.

De lo anterior se deriva que el derecho de defensa está íntimamente vinculado al derecho de


audiencia, pues cuando éste establece que en todo proceso o procedimiento se tiene que
otorgar –de acuerdo a la ley o en aplicación directa de la Constitución– al menos una
oportunidad para oír la posición del sujeto pasivo –principio del contradictorio–, no cabe
duda que todas las oportunidades de defensa a lo largo del proceso también son
manifestaciones o aplicaciones in extremis del derecho de audiencia.

Además de las anteriores categorías procesales, en el presente caso se reclama, a


consecuencia de la supuesta violación de aquéllas, el derecho de propiedad (categoría
material). En ese sentido, es menester acotar que el derecho de propiedad reconocido en el
artículo 2 de la Constitución –al igual que el resto de derechos constitucionales- es
protegido por la vía del amparo en El Salvador. Por derecho de propiedad entendemos la
facultad que tiene una persona para disponer libremente de sus bienes, en el uso, goce y
disfrute, sin ninguna limitación que no sea generada o devenida por la ley o la Constitución.
Su existencia conformativa actual, depende de la evolución histórica que ha tenido, es
decir, desde lo eminentemente individual hasta su existencia en función social que hoy
impera en la mayoría de ordenamientos. La previsión de la ley y la Constitución en cuanto
a tal derecho y su regulación, funcionan como garantía de tenencia para cada gobernado, y
su vulneración habilita el conocimiento de este Tribunal vía amparo constitucional.

Por ello, siendo entonces el derecho de propiedad una categoría subjetiva protegible por la
vía del amparo constitucional en el sistema salvadoreño, debe reconocerse en esta sentencia
que cualquier acto privativo de ella, sin el proceso previo establecido legalmente, estaría
afectado también de inconstitucional conforme a los artículos 2, 11 y 12 de la Constitución
de la República.

(b) Este Tribunal, en su jurisprudencia –v.g., en la sentencia de amparo ref. 235-98


pronunciada a las nueve horas del catorce de enero de mil novecientos noventa y nueve- ha
afirmado que los actos procesales de comunicación no son, desde una perspectiva
constitucional, categorías jurídicas con sustantividad propia, sino que las mismas
constituyen manifestaciones del derecho de audiencia, en el entendido que tales actos
posibilitan la intervención de las partes en los procesos jurisdiccionales y ejercer sus
derechos constitucionalmente reconocidos.

Precisamente por el objeto que persiguen estos actos procesales -eficaz comunicación entre
la autoridad y las partes- es que su adecuada realización reviste especial importancia. En
virtud de ello el incumplimiento de una formalidad esencial, cuya observancia puede
incidir negativa y gravemente en las oportunidades de ejercer el derecho de audiencia y
otros derechos por parte del sujeto afectado, adquiere connotación constitucional; en el
sentido que la realización de un acto procesal de comunicación en coexistencia con
condiciones que carecen de razonabilidad o proporcionalidad respecto de los fines que
lícitamente puede perseguir el legislador, deviene en violatoria de la normativa
constitucional.

(c) Expuesto el anterior marco doctrinario jurisprudencial es imperativo verificar si, en el


proceso civil ejecutivo ref. 481-1998, la autoridad judicial demandada transgredió los
derechos constitucionales de la impetrante al no haberle notificado las distintas etapas del
proceso.

De la prueba agregada a este expediente judicial se tiene, a fs. 32v, copia certificada del
acta de notificación del decreto de embargo en el proceso civil ejecutivo en referencia,
firmada por el Notificador del Juzgado Primero de lo Civil de Santa Ana, fechada
diecinueve de marzo de mil novecientos noventa y nueve la cual, en lo pertinente, dice:
"Notifi (sic) el decreto de embargo de Fol. 14, por medio de su respectiva copia la demanda
de Fol. 1,2 con sus respectivos documentos y resolución de Fol. 13 y 16 a los demandados
Senores (sic): Ovidio de los Santos Siguenza (sic) Vega y Rafaela de los Ángeles leiva de
Siguenza (sic) Quienes quedaron entendidos Firmando esta ultima (sic) la mencionada
Sra. Rafaela de los Angeles, Su respectivo recibo. En la Urbanización el Cocal Polígono
"E" numero (sic) uno de esta Ciudad Quien no se identifico (sic) con ningun (sic)
documento por no querer hacerlo (sic)" (Resaltado e itálica suplidos). Es de hacer notar
que, a fs. 34v y 37, se encuentran las actas de notificación de la declaratoria de rebeldía y la
sentencia definitiva, y en ambas el notificador señala que los dos señores antes
mencionados –entre ellos, la peticionaria- se negaron a firmar.

En ese sentido, es menester detenerse en la primera de las notificaciones reseñadas, es


decir, la del decreto de embargo y demanda que lo motiva –que en el juicio ejecutivo
equivale al emplazamiento-. Y es que, la hoy pretensora ha argumentado que dicha
notificación carece de veracidad dado que no es su firma la que aparece al pie del acta
transcrita, pues se enteró del proceso hasta el llamamiento de venta en pública subasta; y
para demostrar sus argumentos presentó (como se relacionó en el primer Considerando)
copia de su Documento Único de Identidad –fs. 90- a fin de que se compare ambas firmas.

Al respecto, observa este Tribunal que tales alegatos constituyen, en realidad, una denuncia
referente a que el funcionario judicial encargado de la notificación mintió al señalar que la
hoy demandante firmaba, cuestión que se traduciría –en su caso- en una falsedad o nulidad
controvertible en sede ordinaria y no ante esta Sala, cuya competencia es estrictamente
constitucional. Y, no habiendo prueba en este expediente de que se haya rebatido la validez
de dichos documentos judiciales en los términos expuestos, éstos merecen fe, al encontrarse
revestidos de presunción de legalidad, aclarando una vez más que tal presunción no es
absoluta sino desvirtuable pero bajo los cauces que la misma ley establece para ello, tal cual
se ha mencionado en este párrafo y el precedente.

En ese sentido, es menester traer a colación lo manifestado en reiterada jurisprudencia, en


el sentido que el sistema de protección de derechos no está conformado por procesos
ubicados a modo de estancos separados, sino que es un verdadero sistema unificado cuya
idea común está constituida por la normativa constitucional, esto es, que la actora puede
perfectamente abocarse a las instancias judiciales que estime pertinentes, cuando considere
que sus derechos están siendo violentados, según la naturaleza de su reclamo y con respeto
a las competencias de los diferentes entes estatales.

Por todo lo expuesto, y al advertirse que, de conformidad con la prueba documental que
consta agregada a este expediente, las notificaciones del proceso civil ejecutivo seguido en
contra de la pretensora sí le fueron comunicadas, se infiere razonablemente que ésta sí tuvo
conocimiento de la existencia del referido proceso, desde el decreto de embargo y demanda
que lo motivó; de todo lo cual se desprende que no se encontró en la indefensión que
alegaba y que, según ella, le impidió la efectiva tutela de su derecho material de propiedad,
resultando pertinente denegar el amparo solicitado.

POR TANTO: A nombre de la República, con base en las razones expuestas, y en


aplicación de los artículos 1, 2, 11 y 12 de la Constitución de la República y artículos 32, 33
y 34 de la Ley de Procedimientos Constitucionales, esta Sala FALLA: (a) No ha lugar al
amparo solicitado por la señora Rafaela de los Ángeles Leiva de Sigüenza, por no haberse
comprobado la existencia de las violaciones constitucionales alegadas, tal como ha quedado
expuesto; (b) Cesen los efectos de la medida cautelar decretada en el auto de admisión de la
demanda y confirmada mediante providencia dictada a las ocho horas con cuarenta y un
minutos del veintiocho de agosto de dos mil seis; (c) óigase en la siguiente audiencia a la
autoridad demandada, para los efectos señalados en los artículos 84 y 85 de la Ley de
Procedimientos Constitucionales, por no haber contestado el traslado al que se refiere el
artículo 30 del mencionado cuerpo legal; y (d) Notifíquese. ---A. G. CALDERON---J. N.
CASTANEDA S.---J. ENRIQUE ACOSTA---M. CLARÁ---PRONUNCIADO POR LOS
SEÑORES MAGISTRADOS QUE LO SUSCRIBEN---S RIVAS DE AVENDAÑO---
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