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Sr.

Alcalde-President
de l’Ajuntament de Sant Salvador de Guardiola

Al·legacions a les Ordenances Fiscals de la Corporació 2009.

En ........................................................., major d’edat, amb DNI ....................


i amb domicili a efectes de notificació al.............................................................
Municipi ............................................Província .......................... CP ...............

EXPOSA

Que coneguda i analitzada la documentació referent a l’aprovació provisional de les


Ordenances Fiscals aplicables per l’exercici 2009 en aquest terme municipal, que
segons anunci, publicat al Butlletí Oficial de la Província en data 7 de novembre de
2008, s’exposava al públic.

COMPAREIX I FORMULA

les següents AL·LEGACIONS a la Ordenança nº18 relativa a la taxa per


subministrament d’aigua potable.

I. Es pretén la introducció o reformulació de una taxa (que, com tots


sabem, bé necessariament vinculada a la prestació d’un servei de
naturalesa pública) no pas per raons derivades del propi servei sinó per
dotar econòmicament o subvencionar les inversions i actuacions
previstes en el conveni especial entre l’A.VV de Ca l’ Esteve i Aigües de
Manresa (que no es deroga).

II. La totalitat dels veïns i veïnes residents al municipi de Sant Salvador de


Guardiola veuran modificades les taxes aplicables i no pas per les
modificacions del servei sinó per subvencionar allò que ja estava previst
en un conveni especial (que afectava a part de la població, en concret al
nucli de Ca L’ Esteve).

III. Tots tenim clar que les taxes serveixen per sufragar el cost i/o les
despeses per la prestació d’ un Servei. Hem de citar les Sentèncias del
Tribunal Supremo, Sala Tercera, de 22 de mayo de 1998 (RJ 1998\4302)
y 6 de marzo de 1999 (RJ 1999\2514) que estableixen que:

Las tasas, tal y como resulta del art. 26.1, a) de la Ley


General Tributaria (RCL 1963\2490), en cuanto aquí interesa,
en cualesquiera de sus versiones, es decir, tanto en la anterior
como en la posterior a la introducida por la disposición
adicional 1ª de la Ley de Tasas y Precios Públicos de 13 abril
1989 (RCL 1989\835), y, en la esfera local, de los arts. 6º, 7º
y 21 del Real Decreto 3250/1976, de 30 diciembre (RCL
1977\224), primero, y de los arts. 199 y 214 del Texto
Refundido de las Disposiciones Legales vigentes en materia de
Régimen Local de 18 abril 1986 (RCL 1986\1238, 2271,
3551), después, y hoy de los arts. 20 y 24 de la Ley

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reguladora de las Haciendas Locales de 28 diciembre 1988
(RCL 1988\2607 y RCL 1989, 1851), son tributos cuyo hecho
imponible consiste en la prestación de servicios o la realización
de actividades administrativas, en el caso de autos de la
competencia municipal, que se refiera, afecte o beneficie de
modo particular al sujeto pasivo y cuyo importe estimado no
podrá exceder, en su conjunto, del coste real o previsible del
servicio o actividad de que se trate. Es decir, si bien no
constituyen, en su cuantía, una retribución del coste concreto
del servicio o actividad que se considere –y por eso mismo no
son los términos de comparación utilizables para determinarlas
los costes y liquidaciones singulares– sí encuentran su límite
máximo en ese coste real o previsible que globalmente
represente para cada Corporación la prestación de esos
servicios o la realización de esas actividades. De ahí que todas
las disposiciones últimamente citadas –art. 21 del Decreto
3250/1976, art. 18 del Real Decreto-ley 11/1979, de 20 julio
(RCL 1979\1829), de Medidas Urgentes de Financiación de las
Corporaciones Locales, y art. 214, párrafo 2º, del Texto
Refundido de 1986 (RCL 1986\1238, 2271, 3551)–
establecieran, con una u otra redacción, que para la
determinación de los citados costes reales o previsibles
habrían de tener en cuenta los Ayuntamientos los gastos de
personal, de material y de conservación, cargas financieras y
amortización de las instalaciones directamente afectadas, no
sufragadas por contribuciones especiales, así como el
porcentaje de los gastos generales de administración que les
sean atribuibles; y de ahí también que, con mejor técnica, el
art. 24.1 de la Ley reguladora de las Haciendas Locales (RCL
1988\2607 y RCL 1989, 1851) imponga actualmente a los
citados Ayuntamientos la determinación de tales costes en
función de los gastos directos e indirectos que contribuyen a la
formación del coste total del servicio o de la actividad, incluso
los de carácter financiero, amortización e inmovilizado y
generales que sean de aplicación, no sufragados por
contribuciones especiales, todo ello con independencia del
presupuesto con cargo al cual se satisfagan o del organismo
que los soporte.

IV. Les taxes han de complir la finalitat de abonar la prestació d’ un servei i


no han de servir, repetim, per subvencionar actuacions ja programades
en convenis particulars i especials ja subscrits i no pas derogats
(vigents).

Amb la pretesa aprovació d’ aquesta ordenança l’ Ajuntament comet un


clar FRAU DE LLEI.

Com assenyala la nostra Jurisprudència podem definir el frau de llei, amb


cita – per totes – de la Sentència del Tribunal de Justícia de Catalunya de
7 de febrer de 2000:

“ La Sala és coneixedora de la doctrina jurisprudèncial


preconitzada en supòsits de pretesos fraus a la llei essent
d'interès la sentència de 30 de maig 1994, a què fa referència
la part que recorre, que resa:

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–«El fraude civil exige la concurrencia necesaria de una serie
de actos, que pese a su apariencia de legalidad, violan, si no
frontalmente, sí, por otras vías indirectas, el concepto ético o
el contenido jurídico de las normas, en la procura de ventajas,
logros o intereses propios con daño y perjuicio deliberado o
aprovechado para personas ajenas y que con las destinatarias
de tales efectos negativos, por consecuencia de constatadas
infracciones de deberes jurídicos, que pretenden cobertura
legal, al acomodarse a la letra de la ley, pero vulnerando su
sentido, espíritu y la filosofía de rectitud y adecuada
ordenación social que la debe inspirar, lo que, como queda
bien explicitado, no es concurrente en el caso objeto del
presente enjuiciamiento casacional... a ello no obsta que no se
haya acreditado intención alguna de fraude, en cuanto la
doctrina científica predominante entiende que no es necesaria
la intención o propósito defraudatorio, porque lo que se
sanciona en el fraude a la ley no es la mala fe o la intención
maliciosa del agente, sino el acto de incumplimiento de las
leyes, de donde resulta la no necesidad de su prueba, y así
esta Sala ha declarado en el mismo sentido que no es
necesario para que haya fraude de ley que la persona que
realice el acto presumido fraudulento tenga intención o
conciencia de burlar la ley (S. 13 junio 1959)».

La sentència invocada segueix per tant la tesi de la part que


recorre essent també d'interès la de 23-1-1999 (RJ 1999\318)
que diu»:

–Son requisitos esenciales del fraude de ley y fraude procesal:

a) Que el acto o actos cuestionados sean contrarios al fin


práctico que la norma defraudada persigue y, supongan en
consecuencia, su violación efectiva.

b) Que la norma en la que el acto pretende apoyarse (de


cobertura) no vaya dirigida, expresa y directamente, a
protegerlo, bien por no constituir el supuesto normal, bien por
ser el referido un medio de vulneración de otras normas, bien
por ir dirigido a perjudicar a otros.

c) Manifestación notoria e inequívoca de la producción de un


resultado contrario o prohibido por otra norma tenida como
fundamental en la regulación de la materia.

–El fraude de ley exige, además, una clara prueba de haberse


obtenido un resultado contrario al querido por el ordenamiento
jurídico, utilizando deliberadamente una norma para llegar a
tal resultado (Tribunal Constitucional, Sentencia de 6 de abril
de 1988 (RTC 1988\59)).”

V. No és pas legítim, ni lícit, l’ augment de les tarifes per la via d’ unes


suposades noves prestacions de serveis quan la realitat (i els propis
estudis ho confirmen) els serveis seran els mateixos (els existents) i els
ja previstos per un conveni especial (no derogar i per tant vigent) que
afecta a un nucli, concret, de població.

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VI. Una cosa és que tot Ajuntament hagi de prestar un servei en
condicions d’ igualtat i una cosa ben diferent és que aquest
servei hagi de tenir un cost igual per tothom.

En un cas molt similar al present, la Jurisprudència s’ ha pronunciat en el


següent sentit (per totes, Sentencia del Tribunal de Justicia de Castilla y
León de 27 de maig de 2005 que, tanmateix, cita les sentències de
diferents Tribunals de l’ Estat i del propi Tribunal Suprem):

Como vemos, el precepto invocado obliga a los municipios de


la Comunidad a prestar en condiciones de igualdad los
servicios municipales mínimos, con independencia del núcleo
en el que residan, lo que no quiere decir que deba
establecerse una tarifa única para todos los vecinos, al
margen del coste de los servicios que reciben, pues una cosa
es el reconocimiento de aquellos derechos, y otra bien
distinta, la organización de los servicios públicos de
abastecimiento de aguas depuración de aguas residuales y
alcantarillado, que es a lo que se refieren las tarifas y la Ley
de Haciendas Locales, en cuanto declara que el coste de las
tarifas deberá ser suficiente para la financiación del servicio.

En este aspecto, es sabido que el artículo 24 de la Ley


reguladora de las Haciendas Locales (RCL 1988\2607 y RCL
1989, 1851), recoge como principio y norma esencial en
relación con la cuantía de las tasas que el importe estimado de
las tasas por prestación del servicio o por la realización de una
actividad no podrá exceder, en su conjunto del coste real o
previsible del servicio o actividad de que se trate, o en su
defecto del valor de la contraprestación recibida. Para la
determinación de dicho coste se tomarán en consideración los
costes directos e indirectos, incluso los de carácter financiero y
amortización del inmovilizado, y el mecanismo o medio de
control del cumplimiento de aquel principio serán los informes
técnico-económicos o memorias financieras a elaborar con
carácter previo y justificador del establecimiento de la tasa, en
los términos establecidos en el art. 25 de la LHL.

La garantía de efectividad, eficacia y acierto del actuar


administrativo, y del ejercicio de toda potestad administrativa,
en este caso la potestad tributaria derivada aconsejan su
verificación formal y material, y todo ello con el fin de
descartar cualquier vicio de arbitrariedad (art. 103 CE (RCL
1978\2836), a sensu contrario), por lo que necesariamente
debe existir algún dato o informe que permita el ejercicio de
una potestad administrativa, aún derivada, en relación con el
fin que la justifica, no siendo admisible una modificación
tarifaria sin explicación alguna del porqué, pues el riesgo de
desviación de poder sería evidente, al margen de tratarse de
un supuesto de vicio de inmotivación, habiéndose pronunciado
la STS de 14 de abril de 2001, recurso Núm. 126/96 (RJ
2001\5339), taxativamente sobre la preceptividad de dicha
memoria económico-financiera.

Ahora bien, una vez declarada la necesidad de contar con una


memoria financiera o con informe económico, no podemos
tampoco prescindir de las características concretas del

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municipio de Condado de Treviño que aquí se examina,
conformado por una serie de poblaciones dispersas y que no
todas cuentan con servicio de abastecimiento de agua y
saneamiento, por lo que la exigencia del abono del servicio a
todos los vecinos por igual con independencia de que reciban
o no el servicio resulta difícilmente atendible.

En efecto, el respeto al principio de igualdad y la obligación


que según el art. 21.2 de la Ley 1/98 (RCL 1998\2123 y LCyL
1998\191, 260, 308) corresponde a los municipios de
realizar la prestación de servicios mínimos municipales
en condiciones de igualdad, no supone que todos los
vecinos del municipio estén obligados a costear
mediante una tarifa unitaria los servicios de
abastecimiento de agua y saneamiento, al margen del
coste efectivo del servicio efectivamente reciben, pues
como señala la sentencia 421/01 (JT 2001\924) del TSJ de
Canarias (Sala de Las Palmas) de 2 de marzo de 2001,
remitiéndose a la del Tribunal Supremo de 12 de mayo de
2000 (RJ 2000\5119), referida al artículo 150 del Reglamento
de Servicios de las Corporaciones Locales (RCL 1956\85), que
interpreta este precepto en conexión con el art. 14 de la
Constitución (RCL 1978\2836), para que el término
comparativo sea valido es preciso que se den las
mismas circunstancias, ya que el derecho fundamental
lo que prohíbe es la discriminación consistente en una
diferencia de trato que no esté fundada en un criterio
jurídicamente asumible. Por tanto – sigue diciendo la
sentencia citada – la desigualdad de trato ante una misma
situación exige una justificación objetiva y razonable –SSTC
8/1986 (RTC 1986\8), de 21 de enero; 19/1987 (RTC
1987\19), de 17 de febrero; 150/1990 (RTC 1990\150), de 4
de octubre y 54/1993 (RTC 1993\54), de 15 de febrero –, y
así el Tribunal Constitucional, en la Sentencia 76/1990 (RTC
1990\76), destaca que «El principio de igualdad no prohíbe al
legislador cualquier desigualdad de trato, sino sólo aquellas
desigualdades que resulten artificiosas o injustificadas por no
venir fundadas en criterios objetivos y suficientemente
razonables de acuerdo con criterios o juicios de valor
generalmente aceptados».

En el presente caso, dadas las peculiares características del


municipio de Condado de Treviño, formado por una serie de
poblaciones dispersas a las que antes nos hemos referido,
prestándose el servicio de abastecimiento de agua y
saneamiento mediante instalaciones individualizadas para
cada localidad, sin existir una red única de abastecimiento, no
resulta discriminatorio que las distintas Ordenanza
reguladoras, previo el correspondiente estudio económico-
financiero de los costes, apliquen una tarifa específica en
función del coste del servicio que reciben los vecinos de cada
una de esas localidades, sin que tal actuación suponga
vulneración del principio de igualdad consagrado en el art. 14
de la Constitución, ya que su aplicabilidad no exige la absoluta
prohibición de un trato diferente a diversas categorías de
ciudadanos, sino la interdicción de una discriminación entre

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personas, categorías o grupos, determinación que se estima
no producida cuando se establece una diferencia racional o
jurídica suficiente, como acontece en el presente caso.

En efecto, una cosa es que el Ayuntamiento esté obligado a


prestar el servicio en condiciones de igualdad a todos los
vecinos, y otra que la tasa por la prestación de los servicios
haya de ser idéntica para todos al margen de si se presta o no
efectivamente dicho servicio, como aquí se pretende.”

Així doncs, per tot l’exposat

DEMANO

Sens perjudici de recórrer a la jurisdicció contenciosa administrativa, que es doni


per ben presentat, en temps i forma, el present escrit d’al·legacions, s’accepti a
tràmit la suspensió i posterior modificació de l’Ordenança nº18 relativa a la taxa per
subministrament d’aigua en base als criteris aquí esmentats, i que se’m notifiqui
qualsevol resolució a tal efecte, en el temps i forma establerts.

Sant Salvador de Guardiola, a.....de....................de 2008.

Signatura.

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