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of territoriality and a great control over, and deep knowl- Edad del Bronce del Noroeste portugués eran es-
edge of, the territory. On the other hand the communities casas y frecuentemente relativas a hallazgos
involved with mountain landscapes, eventually more re-
lated to cattle and with ways of life that would imply
dispersos y fortuitos (Delgado 1887; Fortes 1906;
greater mobility, were responsible for the construction of Coelho 1925; Cardoso 1936; Ataíde y Teixeira
more visible funerary structures, such as small tumuli of 1940; Viana 1955; Alves 1975; etc.) salvo los
megalithic tradition, located away from the settlements. efectuados por P. Kalb y M. Hock (1979) que die-
In relation to the social role of the corpse, the author ron a conocer los primeros monumentos de la
argues for the Early Bronze Age, that, the occupation of Edad del Bronce excavados científicamente, en la
new territories, the emergence of a new form of community Beira Alta. Sin embargo, el mayor protagonismo
interaction with the environment and the emergence of
new mechanisms of power and legitimacy of the territory corresponde al “Campo Arqueológico da Serra da
were materialized in burial practices and in the social role Aboboreira”, liderado por Vítor y Susana Olivei-
of some corpses, in copper and gold grave goods. This so- ra Jorge que, a partir de 1978, detectarán, excava-
cial role was represented in old and new places. rán y publicarán nuevos contextos tumulares fe-
From the Middle Bronze Age she assumes that the chados entre el Neolítico y la Edad del Bronce
corpse loses importance in collective terms and that death (V. Jorge 1980, 1982, 1992; V. Jorge et al. 1988;
becomes more familiar. The new settings of power negotia-
tion and social identity are transferred to other contexts of S. Jorge 1980a, 1980b, 1983). Este proyecto por
action more connected with the sphere of the living. She la calidad de los resultados y por las problemáti-
relates as examples the places of exploitation of tin; the cas que suscitó fue, en gran parte, inspirador de
places of production, manipulation and deposition of arte- otros trabajos de investigación sobre el mundo
facts in bronze; the arenas where communities built and funerario de la Prehistoria Reciente, a partir de fi-
placed the emerging statue-menhirs and in the interior of nales de los años 1980. Tales trabajos incidirán
the settlements.
During the Late Bronze Age these dynamics would
en regiones como Trás-os-Montes, Minho, Beira
have been accented, with increase of the transformation Alta, Beira y Douro Litoral contribuyendo, si
of the corpse and the consequent loss of the importance bien de modo desigual, a ampliar los conocimien-
of the physical body, over all in the places or periods tos sobre el mundo tumular de la Edad del Bronce
where cremations seem to be more evident. She distin- (Silva y Marques 1984, 1986; F.P. Silva 1992,
guishes the great importance assumed for settlements as 1997; Cruz 1992, 1998, 2001; Gonçalves y Cruz
centres of power and the development of places located
on hilltops, true enclosures, sometimes surrounded by 1994; Cruz y Gonçalves 1995; Gomes 1996; Car-
walls, and where there were actions that implied the ma- valho 2005). Paralela y posteriormente, se desa-
nipulation of several, diversified metal goods, as well as rrollarán proyectos sobre el poblamiento prehis-
other articles of exceptional raw materials and a great tórico y protohistórico del Noroeste Peninsular
amount of exceptional ceramic containers. She finishes contribuyendo, igualmente, con nuevos descubri-
praising the necessity of contingency studies that allow mientos a la cuestión en análisis. Entre estos des-
us to confirm or to invalidate the assumptions made.
tacamos el dirigido por Domingos Cruz y Raquel
Palabras clave: Noroeste Peninsular; Edad del Bronce; Vilaça, titulado Práticas funerárias e/ou cultuais
Prácticas funerarias; Papel social del cadáver; Identidad dos Finais da Idade do Bronze na Beira Alta
grupal; Escenarios de poder. (1993 a 1998), el coordinado por Domingos Cruz
Key words: Northwest of Iberian Peninsula; Bronze designado O Alto Paiva: sociedade e estratégias
Age; Funerary practices; Social role of the corpses; So- de ocupação do território desde a Pré-História
cial identity; Places of power. Recente à Alta Idade Média (1998 a 2002) y los
emprendidos por la autora: As comunidades do
Bronze Final na bacia do Médio Cávado: regula-
The dead can very well continue to be individuals, ridades e especificidades (1989 a 1999), A re-
or even agents, after death constitução da paisajem do Entre-Douro-e-Min-
(Fahlander y Oestigaard 2008) ho, desde meados do III a finais do II milenio
AC-POCTI/HAR/36527/99 (2001 a 2007) y O
1. PRÁCTICAS FUNERARIAS EN LA corpo na paisajem: ritos e crenças na Idade do
EDAD DEL BRONCE DEL NOROESTE: Bronze do Noroeste Peninsular-SFRH/BSAB/
HISTORIA 650/06 (2007). En el curso de estos proyectos se
descubrieron e inventariaron nuevos materiales y
Hasta finales de los años 1970, las publicacio- se contextualizaron y dataron radiométricamente
nes sobre contextos funerarios asignables a la bien nuevos sitios, bien lugares donde, en los ini-
T. P., 67, N.º 1, enero-junio 2010, pp. 139-173, ISSN: 0082-5638
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La Edad del Bronce en el Noroeste de la Península Ibérica: un análisis a partir de las prácticas funerarias 141
cios del siglo XX, se habían encontrado estructu- la década de los 1990 se descubren, excavan y
ras funerarias o evidencias que sugerían prácticas publican importantes estructuras sepulcrales de
tumulares (Bettencourt 1997, 1999, 2000a, 2001, este período o reutilizadas en esta época (Meijide
2008, 2009c, 2010; Bettencourt y Meijide 2009; 1994, 1995, 1996; Vaquero Lastres 1995a, 1995b,
Bettencourt et al. 2002, 2003, 2005; Cruz 1997, Vaquero Lastres y Vázquez Collazo 1995) y se
1999, 2001; Cruz et al. 1998a, 1998b; Cruz y Vi- emprende el proyecto Las cistas en su entorno:
laça 1999; Vilaça y Cruz 1999; Dinis y Betten- estudio de una de las realidades del mundo fu-
court 2004). Recientemente hay que citar el pro- nerario de la Edad del Bronce en Galicia-XU-
yecto A Idade do Bronze no vale do Ave bajo la GA38201A95, bajo la responsabilidad de Ramón
orientación de Hugo Aluai Sampaio (Sampaio et Fábregas. El conjunto de resultados obtenidos se
al. 2008). publicó en una serie de síntesis sobre el mundo
Paralelamente a esta actividad se han descu- funerario de la Edad del Bronce en Galicia (Fá-
bierto y excavado túmulos y necrópolis, en el ám- bregas 1993a, 1993b, 1995; Fábregas y Ruiz-Gál-
bito de la arqueología empresarial o preventiva, vez Priego 1994, 1997; Fábregas y Bradley 1995,
en otros sitios de la Edad del Bronce (Cunha Fábregas y Penedo Romero 1995; Fábregas y Vi-
1995; Carvalho y Gomes 2000; Santos y Marques laseco 1998; Bóveda et al. 1999; Comendador
2007; Almeida y Fernandes 2008; Almeida et al. Rey 2001). Por motivos que desconocemos, la in-
2008a, 2008b), frecuentemente poco estudiados o vestigación en esta región no tuvo el desarrollo
todavía inéditos, además de nuevos hallazgos ais- que los proyectos anteriores hacían adivinar, pro-
lados (M.A. Silva 1994). cediendo los nuevos hallazgos sobre el tema, o
En Galicia, hasta los años 1980, destacan in- sobre la Edad del Bronce en general, de actuacio-
numerables artículos (Lopez Cuevillas 1930, nes en el ámbito de la arqueología empresarial,
1947; Bouza Brey 1936; Lopez Cuevillas y Lo- no siempre publicados, salvo raras excepciones
renzo Fernández 1930; Lopez Cuevillas y Lamas (Chao y Álvarez 2000; Aboal Fernández et al.
1958; Taboada Chivite 1971; Delibas y Rodrí- 2005; Vasquez Liz 2005; Prieto- Martínez et al.
guez Cabanero 1976; Ramil Soneira y Vázquez 2005; Prieto-Martínez 2007; Prieto-Martínez et
Varela 1979, entre otros) y algunas tentativas de al. 2009a, 2009b).
síntesis sobre el mundo sepulcral de la Edad del En Asturias el conocimiento sobre la Edad del
Bronce, siempre basadas en hallazgos dispersos y Bronce también es escaso, a pesar de que los nue-
aislados (Vázquez Varela 1988a, 1980b; Montea- vos proyectos centrados en los castros hayan re-
gudo et al. 1981). Todavía en esa década tienen velado, a veces, ocupaciones de este período
lugar proyectos sobre el megalitismo que, aunque (Maya y Cuesta 2001; Mercadal 2001; Villa y
parcialmente, contribuirán con nuevos datos al Cabo 2003; Villa 2005). Destacan los estudios so-
conocimiento de las prácticas funerarias de la bre algunas necrópolis megalíticas y sobre mi-
Edad del Bronce (Rodríguez Casal 1989). En nas donde han aparecido túmulos o prácticas fu-
nerarias de la Edad del Bronce (Blas 1985, 1994,
1998, 2003, 2004, 2005). Hay, todavía, un núme-
ro significativo de cuevas con enterramientos, so-
metidas a un notable trabajo de revisión y publi-
cación (Arias y Armendáriz 1998; Arias y
Ontañón 1999; Barroso et al. 2007a). Reciente-
mente, a propósito de un importante enterramien-
to en cueva, se publicó una síntesis sobre la muer-
te en la Edad del Bronce de la fachada occidental
de la Península Ibérica (Barroso et al. 2007b).
2. OBJETIVOS Y PREMISAS
METODOLÓGICAS
Fig. 1. Localización del área de estudio tratada en el ar- A pesar del avance considerable que todos es-
tículo. tos trabajos representan de cara al supuesto de
T. P., 67, N.º 1, enero-junio 2010, pp. 139-173, ISSN: 0082-5638
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142 Ana M. S. Bettencourt
que, a partir del Bronce Medio, la ausencia de en- Pensamos que es importante hacer explícitas
terramientos era la norma en la fachada atlántica las periodizaciones y taxonomías subyacentes a
de la Península Ibérica (Ruíz-Galvez 1998), fue este trabajo dada la falta de consenso entre los ar-
nuestro objetivo ensayar una nueva síntesis sobre queólogos de la región. Así, consideramos que
la Edad del Bronce del Noroeste. A partir de las el Bronce Inicial se habría iniciado desde el
prácticas funerarias procuramos interpretar el pa- 2300/2200 AC hasta cerca del 1700/1600 AC
pel de las arquitecturas funerarias, de los contex- momento, a partir del cual, comenzaría el Bronce
tos donde éstas se insertaron, de los adornos y de Medio. Este concluiría a finales del II milenio
los depósitos que acompañaron a los muertos, así AC, tal vez en torno al 1100/1000 AC. A partir de
como del propio cadáver en la construcción, man- ahí se entraría en el Bronce Final cuyo término
tenimiento y transformación de la identidad so- andaría por el 600 AC. Estas periodizaciones se
cial y cultural, durante la Edad del Bronce. basan, esencialmente, en los datos del Noroeste
Para ello partimos de los presupuestos que portugués y se justifican por una serie de alte-
enunciaremos. El primero es que las materialida- raciones y continuidades verificadas en las ma-
des, en sus más diversas y amplias manifestacio- terialidades relacionadas con estrategias de
nes, son metáforas, simultáneamente materiales y poblamiento, prácticas funerarias, producción
sociales, pues derivan de acciones determinadas metalúrgica y cerámica, etc., ya explicitadas
socialmente, a la vez que son agentes socialmente (Bettencourt 2005a, 2009a, 2010).
activos (Barret 2001), o sea, resultan de las rela-
ciones sociales y contribuyen a su construcción.
El segundo supuesto es que la muerte (que inclu- 3.1. Reutilizaciones de las estructuras
ye las transformaciones de los cuerpos) y el cadá- funerarias anteriores
ver son materialidades manipuladas y recreadas
al servicio de los vivos, funcionando como un La reutilización de los monumentos megalíti-
agente sea para la construcción y mantenimien- cos o de origen neolítico es un fenómeno fre-
to de la identidad, de las relaciones sociales y cuente en el Noroeste, durante todos los perío-
del poder, sea para su alteración. Dicho de otro dos de la Edad del Bronce. El caso más antigo
modo, la muerte y las acciones que le están aso- del que tenemos conocimiento es el Dolmen 7
ciadas facilitan la implicación práctica y social de da Mourela, As Pontes, en uso entre 2457-2142
las comunidades con el mundo que las rodea. Ello AC (Fábregas 1990/1991), seguido de Arquinha
se efectúa a través de los que tienen acceso al tra- da Moura, Tondela, con ocupaciónes entre
tamiento, transformación y manipulación ideoló- 2295-1980, 2287- 1944 y 2193-1893 AC (Cunha
gica de los cuerpos, naturalmente, los agentes de 1995; Cruz 2001). Durante todo el II milenio AC
la creación, transmisión y alteración de las rela- perduran las reutilizaciones como se puede com-
ciones de poder. El tercero es que el cadáver, las probar por las fechas de la Orca da Penela 1,
estructuras, las prácticas y el lugar de enterra- Tondela, entre 1943-1740 (Cruz 2001), de Ma-
miento, a través de su manipulación, ocultación, dorras 1, Sabrosa, entre 1931-1696 AC (Cruz y
Gonçalves 1994, 1995, Cruz 2001), de la Portela
exhibición, exaltación, etc., incorporan un uni-
da Anta, Arouca, entre 1951-1456 (F.P. Silva
verso de creencias y de cosmologías (Fahlander y
1997), del Monte da Deva 3, Gijón, entre
Oestigaard 2008).
1885-1490 AC (Blas 2004), de Castonairas, Vila
Nova de Paiva, entre 1753-1526 y 1636-1426
AC (Cruz 2001), de la Madorra da Granxa, Cas-
3. LOS DATOS tro Rei, entre 1732-1531 y 1685-1531 AC (Chao
Álvarez y Álvarez Merayo 2000), del Dolmen
Los contextos, las estructuras y las prácticas do Carvalhal, Penedono, entre 1606-1092 AC
funerarias del Bronce Inicial y Medio del Nor- (Carvalho 2005), de la nueva ocupación de la
oeste de la Península Ibérica fueron descritos e Arquinha da Moura, Tondela entre 1416-1129 y
interpretados en trabajos previos de síntesis (Bet- de Ponte da Pedra, As Pontes, entre 1416-938
tencourt 2008, 2010) por lo que aquí resumire- AC (Vaquero Lastres 1995a).
mos esos textos, siendo más exhaustivos en rela- Durante el Bronce Final este fenómeno se do-
ción con los datos existentes para el Bronce Final. cumenta en Orca de Pedralta, Viseu, entre los si-
T. P., 67, N.º 1, enero-junio 2010, pp. 139-173, ISSN: 0082-5638
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La Edad del Bronce en el Noroeste de la Península Ibérica: un análisis a partir de las prácticas funerarias 143
Referencia
Reutilización de monumentos neolíticos Fecha BP 2 sigma cal. Bibliografía
Laboratorio
glos XIII y X AC (1), en Alto da Barreira, Coru- Edad del Hierro, revelando la reocupación de este
ña, donde el túmulo se modificó entre 1127-903 monumento con posterioridad a la Edad del
AC, en Rapadouro 1, Vila Nova de Paiva, entre Bronce (Tab. 1) (3).
1123-843 AC (Cruz 1998: 162; Cruz y Gonçalves En favor de la hipótesis de que estas reutiliza-
1998/1999) y, probablemente, en la Mamoa de ciones se relacionaban con prácticas funera-
Cabritos 1, Baião, donde, en las inmediaciones de rias hay que señalar las inhumaciones del dolmen
la cámara neolítica, se construyó una fosa de con- de Arquinha da Moura, en Tondela, datadas ra-
torno oval conteniendo piedras y cenizas, datada diométricamente en los inicios de la Edad del
entre 996-791 AC (Jorge y Vilaça 1985; V.O. Jor- Bronce (Cunha 1995) y los restos óseos, presumi-
ge 1988: nota 8), así como en el dolmen de Lor- blemente cremados, de Orca de Pedralta, Viseu,
delo de Cima/Chafé, Viana do Castelo, donde se fechados en el Bronce Final. Cuando fue posible
encontró un vaso carenado (2) idéntico a los ex- precisar los contextos de reutilización, se verificó
humados en contexto doméstico, a partir del si- que los accesos primitivos no se vieron alterados,
glo XI AC. En relación con Antela da Bouça dos al afectar siempre los tumuli o los corredores y
Córregos, Trofa y no en el Santo Tirso (en la nue- cámaras funerarias a través del desplazamien-
va división administrativa efectuada en el Norte to de algunos pilares laterales. En los tumuli se
de Portugal), hemos observado recientemente los construyeron cistas o estructuras cistoides con o
artefactos metálicos que, según Domingos Cruz, sin deposición de ofrendas, como en Fonte da
justificaban una reutilización en el Bronce Final. Malga 2, Viseu (Kalb y Hock 1979) y Arreçaio 4,
Se trata, en realidad, de piezas atribuibles a la Arouca donde se depositó un vasito (F.P Silva
(1) Información inédita cedida gentilmente por Domingos (3) Las fechas de C14 de todas las tablas fueron calibradas
Cruz. con el programa OxCal4.1 y con la Curva Intcal09 disponible en
(2) Agradecemos a Eduardo Jorge Silva haber podido ob- http://C14.arch.ox.ac.uk/oxcal/oxCal.html, excepto las indica-
servar este material. das por a). En esos casos, no conocemos la fecha BP.
1994; A.Silva 2004), hogares asociados a un ni- tribuyen, también, desde la Beira Alta a Galicia.
vel de piedras, como en la Madorra da Granxa Sirvan de ejemplo los de Parxubeira 2, Xallas
(Chao Álvarez y Álvarez Merayo 2000) o fosas (Rodríguez Casal 1989), Madorra da Granxa,
cubiertas con una piedra, como en Marco do Castro Rei (Chao Álvarez y Ávarez Merayo
Camballón 5, Vila de Cruces (Calo Lourido y 2000), Antela da Portelagem, Esposende (Sar-
Sierra Rodríguez 1983). Un ejemplo de reutiliza- mento 1933), Picoto do Vasco/ Sangrinho 4, Por-
ción de la cámara es la Capela da Sr.ª do Monte, to Lamoso y Orca dos Juncais, Vila Nova de Pai-
Penedono (Carvalho 2005) y el dolmen de Picoto va (Senna-Martínez 1989; Leisner 1998; Cruz
do Vasco/Sangrinho 4, Vila Nova de Paiva (Cruz 2001), Carvalhas Alvas, Vila Poca de Aguiar
2000, 2001), entre otros. (Leisner 1958), Carapito III, Aguiar da Beira
Las ofrendas funerarias más comunes en estos (Senna-Martínez 1989), Outeiro do Rato, Carre-
contextos son, casi siempre, recipientes cerámi- gal do Sal (Senna-Martínez 1989), Arreçaio 4,
cos, excepto en el Bronce Inicial donde, a veces, Arouca (F.P. Silva 1994; A. Silva 2004). Por la
se acompañaron los cuerpos con ofrendas y ador- asociación de algunos de estos vasos con artefac-
nos metálicos en oro, plata y cobre. tos metálicos en cobre, por las fechas de Madorra
Dos de las formas cerámicas comunmente da Granxa y por paralelos con recipientes simila-
usadas en el ámbito de las prácticas funerarias del res encontrados en pequeños tumuli, también da-
Bronce Inicial y Medio son los vasos troncocóni- tados radiométricamente, sabemos que este grupo
cos y semicilíndricos presentes en numerosos formal data del Bronce Inicial y Medio, sin que
dólmenes desde la Beira Alta y la Beira Litoral podamos excluir su anterioridad y posterioridad
hasta el sur de Galicia, demostrando el elevado (Bettencourt 1997).
número de antiguos monumentos reutilizados du- Durante el Bronce Medio y el Bronce Final,
rante estos períodos. Sin pretensión de exhausti- de 1600/1500 a 600 (Bettencourt 1997; Sampaio
vidad citamos su hallazgo en Outeiro de Cavala- et al. 2008), se depositaron vasos de borde ho-
dre 1, Ourense (Eguileta Franco 1999); Lordelo rizontal medio y ancho en antiguos monumen-
de Cima/Chafé, Viana do Castelo (4), en una de tos megalíticos del Douro Litoral, el Minho y el
las Mamoas da Sierra, Esposende (Sarmento sur de Galicia como en Guillar, Outeiro de Rey,
1933); Madorras 1, Sabrosa (Gonçalves y Cruz Monte da Romea, Lalín (Prieto-Martínez 2007) y
1994); Estante e Fonte Coberta, Alijó (V.O. Jorge Lordelo de Cima/Chafé, Viana do Castelo (Silva
1982; Carvalho y Gomes 2000); Carvalhas Alvas, y Marques 1986) (5). A estos períodos asocia-
Vila Poca de Aguiar (Senna-Martínez 1989); Ca- mos, igualmente, las diversas tazas carenadas ha-
rapito III, Aguiar da Beira (Leisner y Ribeiro lladas en dólmenes de la Beira Alta donde estas
1968; Senna-Martínez 1989); Carvalhal, Penedo- formas aparecen antes que en el Norte litoral
no (Carvalho 2005); Lameira de Cima 2, Penedo- como Sobreda, Oliveira do Hospital y Orca do
no (Gomes 1996); Orcas do Tanque, Antas, Cas- Outeiro do Rato, Carregal do Sal (Senna-Martí-
tonairas, Juncais, Vale de Cadela 1/Merouços 1 e nez 1989).
Porto Lamoso, Vila Nova de Paiva (Leisner 1998; Como ya indicamos los artefactos metálicos
Senna-Martínez 1989; Cruz 2001); Orca de Sei- son raros y exclusivos del Bronce Inicial. Desta-
xas, Moimenta da Beira (Leisner 1998); Orca de camos las espirales de plata encontradas en los
Forles, Sátão (Moita 1966); Lapa da Orca/Fiais dólmenes de la Cerca, Esposende (Jorge 1982;
da Telha, Carregal do Sal (Senna-Martínez 1989); Almeida 1986) y de Carvalho Mau 1, Castelo de
Arcainha do Seixo da Beira y Curral dos Mo- Paiva (E.J. Silva 1995); el cilindro de oro de la
ros/Sobreda, Oliveira do Hospital (Rocha 1899; Mamoa 1 do Marco de Camballón, Oirós, Vila de
Senna-Martínez 1989), en São Pedro Dias, Poia- Cruces (Bóveda 1995), una lámina perforada del
res; Portela da Anta 1, Arouca (A. Silva 2004) y dolmen de Las Llaguas, Boal (Blas 1983), una
Terranha, Sever do Vouga (Bettencourt 1982). posible cuenta de collar de oro da Mamoa 1 da
Otro grupo de vasos comunes en estos contex- Chã do Brinco, Cinfães (E.J. Silva 1995) y el ani-
tos es el de los potinhos/ púcaros similares a llo de tiras de oro del dolmen de Mata’l Casare I,
los designados en Galicia como vasos de tipo Ta- La Cobertoria, Llena (Blas 1983). Entre las pie-
rayo con o sin asas, a veces carenados, que se dis- zas de cobre citaremos las hachas planas y las
puntas de tipo Palmela de Orca de Seixas, Moi- necrópolis megalíticas, en territorios que habrían
menta da Beira (Leisner 1998), el hacha del dol- sido mitificados y sacralizados, por lo menos,
men de Lobán, Vilalba (Obermaier 1923), las desde el Neolítico Medio. Otros surgen en lu-
puntas de tipo Palmela de Parxubeira 2, Xallas gares nuevos sea en áreas de altitud dominante,
(Rodríguez Casal 1989) y, particularmente, los sea en plataformas medias y bajas de las vertien-
punzones o perforadores de las Mamoas de Cha- tes. En los últimos años, los trabajos de pros-
fé, Viana do Castelo (Silva y Marques 1986) y de pección, inventario y excavación de los mo-
Portela da Anta 1, Arouca (F.P. Silva 1992, numentos funerarios en áreas amesetadas han
1997). Subrayamos, todavía, la espiral de oro y el aumentado los casos conocidos, sobre todo en la
punzón de la Orca do Outeiro do Rato (Sen- Beira Alta, en el Centro-Norte Litoral y también
na-Martínez 1989: 74-75). en el Minho, el Douro Litoral, Galicia y Asturias
(Blas 1983, 1994, 2004; Cruz 2001; Santos y
Marques 2007).
3.2. Monumentos bajo tumuli Seguramente del Bronce Inicial son los tumuli
de Illade 3 y Reboredo 1, As Pontes, datados res-
Otro tipo de estructuras asociadas a las prácti- pectivamente entre 2474-2141 y 2471-2040 AC
cas funerarias de la Edad del Bronce son los mo- (Vaquero Lastres 1995a, 1995b), Meninas do
numentos bajo pequeños tumuli construidos en Crasto 4, Baião, entre 2457-2140 AC, Serra da
piedra o tierra, de planta circular, oval o semirec- Muna 1 e 2, Viseu, entre 2278-2041 y 2137-1977
tangular, incluyendo cistas cuadrangulares, rec- AC (Jorge 1983; Jorge et al. 1988; Jorge 1993;
tangulares o poligonales, fosas ovales o semirec- Cruz et al. 1998a), Outeiro de Gregos I, Baião,
tangulares, tapadas o no con lajas de diferentes entre 2140-1786 AC (Jorge 1980) (Lám. I) y
dimensiones o simples círculos delimitados por Monte da Deva 5, Gijón, entre 2135-1746 AC
pequeñas piedras, como en Rochão 2 (Santos y (Blas 2004).
Marques 2007).
A pesar de ser bajos estos túmulos cuentan,
frecuentemente, con numerosos bloques de cuar-
zo, granito y otras rocas locales (Cruz 1997), y se
asocian con elementos naturales, como aflora-
mientos o relieves impresionantes, característi-
cas que les hacen más perceptibles en el paisaje
(Cruz et al. 1998b; Vilaça y Cruz 1999).
Monumentos con cámara en fosa son las Ma-
riolas 1, Vieira do Minho (6), Casinha Derribada
3, Viseu (Cruz et al. 1998b), Monte Calvo 2,
Arouca (F.P. Silva 1997) y Reboredo 1, As Pontes
(Vaquero Lastres 1995a, 1995b). A veces no apa-
rece ninguna cámara lo que hace suponer que és-
tas pudieran ser de materiales perecederos o que
determinados ritos se efectuaran directamente so-
bre el suelo. Hay también monumentos atípicos
como el de Gestosinho, S. Pedro do Sul (7) que
aparenta tener una cámara descentrada y definida
por un círculo pétreo. En otros casos, se aprove-
chan las cavidades naturales existentes en los
afloramientos, como en la Serra da Muna 2, Vi-
seu (Cruz et al. 1998a).
Muchos de estos monumentos fueron cons-
truidos en la periferia o en el seno de las grandes
(6) Agradecemos esta información a la empresa ArcheoEs- Lám. I. Pequeño tumulus de Outeiro de Gregos 1, Baião
tudios Lda. (segundo plano) y de su estructura periférica (primer pla-
(7) Inédito. Agradecemos la información a Alexandre Canha. no) (según V.O. Jorge 1980).
Al Bronce Medio asignamos la estructura pe- A pesar de que las ofrendas y los adornos nun-
riférica de Outeiro de Gregos I, Baião que revela ca fueron muy abundantes en este tipo de estruc-
su utilización entre 1768-1517 AC (Jorge 1980), turas, se conocen en algunos tumuli. Para el
probablemente la construcción de Piedrafita 5, Bronce Inicial destacamos los artefactos de ex-
Las Regueras, entre 1741-1056 AC (Blas 1985), cepción del túmulo 240 de la Veiga dos Mo-
Outeiro de Gregos 5, Baião, entre 1668-1416 AC ros/Vilavella, As Pontes (recientemente reinter-
(Jorge et al. 1988; Jorge 1993; Cruz 1992) y la pretado como tal monumento) donde apareció
Casinha Derribada 3, Viseu, datada entre 1420- una diadema de oro, un puñal de lengüeta y cua-
1132 AC (Cruz et al. 1998b) (Lám. II). A finales tro puntas de Palmela (Maciñeira 1941; Fábregas
del Bronce Medio, entre 13181-1131 AC, co- y Vilaseco 1998); la punta de tipo Palmela, el bra-
rresponde el monumento de la Sr.ª da Ouvida 7, zal de arquero y el vaso troncocónico de Chã de
Castro Daire, inserto en un conjunto tumular que Arefe 1 y el brazal de arquero de Chã de Arefe 2,
perdura hasta momentos avanzados del Bronce Barcelos (cistas atípicas rodeadas por bloques
Final, como se puede comprobar por los de la Sr.ª graníticos) (A.C.F. Silva et al. 1981) (8); las espi-
da Ouvida 11 y 12, Castro Daire, datados entre rales de plata de Outeiro de Gregos 1 y de Meni-
1026-913 y 927-829 AC, respectivamente (Cruz nas do Crasto 4, Baião (Jorge 1980, 1983) y el ha-
y Vilaça 1999). En el conjunto, carente de cáma- cha plana de Los Fitos, Llena-Quirós (Blas 1983,
ras pétreas, los ritos de fuego fueron significati- 1994). A este período cronológico-cultural pode-
vos, demostrando, más bien, acciones ceremonia- mos todavía atribuir los vasos troncocónicos de
les en el contexto de las prácticas funerarias, Serra da Muna 2, Viseu y los fragmentos de moli-
entre otras (Cruz y Vilaça 1999) (Fig. 2). nos manuales depositados en el tumulus de Serra
Al Bronce Final se ha atribuido, igualmente, da Muna 1 (Cruz et al. 1998a). Bien al Bronce
el monumento bajo tumuli de la Fonte da Malga Inicial bien al Medio pudo pertenecer el vaso
1, Viseu (Kalb y Hock 1979; Kalb 1994; Vilaça y troncocónico de Rapadoro 2, Vila Nova de Paiva
Cruz 1999) aunque los fragmentos cerámicos que
sirvieron para datarlo no sean, en nuestra opinión, (8) A pesar de que sus excavadores no consideraron la exis-
determinantes, pudiendo este tumulus así como tencia de tumuli sobre estas cistas el hecho de que estuvieran ro-
deadas por bloques graníticos y bajo una capa de sedimentos
los restantes existentes en el área, integrarse en nos lleva a plantear la hipótesis de que pudieran tener apenas un
cualquier período de la Edad del Bronce (Tab. 2). tumulus de tierra.
Referencia
Monumentos bajo tumuli Fecha BP 2 sigma cal. Bibliografía
Laboratorio
(Cruz 2001) y el semicilíndrico de Dominguei- con valles fértiles, a veces, en el interior de los
ros/Matas 2, Vila Nova de Paiva (Leisner 1998; poblados coetáneos.
Cruz 2001). Al Bronce Medio cabe asignar los Para el Bronce Inicial, entre 2109-1755 AC,
vasos similares a los de tipo Taraio y las tazas ca- destacamos la cista de la Quinta de Água Branca,
renadas con borde reentrante de la Casinha De- en Vila Nova de Cerveira, donde un individuo
rribada 3, Viseu (Cruz et al. 1998b) y a esta cro- adulto, posiblemente de sexo masculino (9) fue
nología o al Bronce Final la taza carenada de inhumado con una diadema de oro sobre el crá-
pasta fina del Monte Calvo 2, Arouca, referida neo, un puñal de lengüeta a la altura de la cintura,
por F.P. Silva (1997). Admitimos, igualmente, un par de espirales y dos aros de oro en posición
que el Rochão 2, Castro Daire, pueda ser del indeterminada (Fortes 1906).
Bronce Final (Santos y Marques 2007), no sólo Otro ejemplo significativo es la necrópolis de
por las justificaciones presentadas por sus exca- Lagares, Macedo de Cavaleiros. Aquí habrían
vadores, sino también por la presencia de una aparecido varias sepulturas de inhumación forma-
pesa de telar sobre canto rodado – un artefacto das por lajas de esquisto. Se conoce la descrip-
tradicionalmente conectado con contextos resi- ción de una con 1,80 m de longitud, 1 m de an-
denciales e innovador en contextos tumulares, chura y 1 m de profundidad. En su interior se
una característica que se evidenciará en este pe- detectaron fragmentos cerámicos y una espiral de
ríodo, como veremos en el punto 4 de este texto. oro lo que permite datar este lugar en el Bronce
Inicial (Alves 1975; Cruz 2000).
Otra necrópolis importante es la de Atios/Bu-
3.3. Cistas diño, Porriño, descubierta en la llanura aluvial del
río Loro. La única cista intacta tenía forma rec-
Las cistas rectangulares, trapezoidales o cua- tangular y orientación Este-Oeste. En la esquina
drangulares y las estructuras cistoides, en esquis- noreste estaban colocados una piedra de cuarzo,
to o granito, cubiertas con lajas o piedras, sin tu- dos puñales de lengüeta de dimensiones distintas,
muli, son otro tipo de construcciones asociadas a dos cilindros de oro y dos espirales de plata, en-
prácticas funerarias de larga duración, persistien- contrándose una de ellas casi destruida. En los
do desde el Calcolítico hasta el Bronce Final, pu-
diendo contener inhumaciones o incineraciones. (9) Agradecemos a Eugénia Cunha de la Universidad de
Se distribuyen, normalmente, en áreas conectadas Coimbra la revisión de los huesos.
Fig. 3. Cista de A Forxa, Riós. La distancia entre crucetas es de 1 m (según Prieto Martínez et al. 2009a).
Referencia
Cistas y estructuras cistoides Fecha BP 2 sigma cal. Bibliografía
Laboratorio
Lám. VII. Necrópolis de sepulturas simples da Cimalha, Al Bronce Final pertenece la necrópolis de in-
Felgueiras (foto P.B. Almeida, adaptada). humación de Pego, Braga, inserta en el poblado
del mismo nombre y donde se excavaron más de
12 sepulturas, casi todas con vasos de ancho bor-
Son conocidas otras necrópolis de sepulturas de horizontal (Fig. 5). De destacar que una de
simples en el Noroeste, cuyo conjunto artefactual ellas contenía una pesa de telar sobre canto roda-
apunta al Bronce Medio. A título de ejemplo refe- do y una fusayola. La fecha de radiocarbono, ob-
rimos la de Alto da Vela/Gulpilhares, Vila Nova tenida a partir de un tronco de la empalizada que
de Gaia de donde procederían, al menos, un vaso delimita todo el poblado y la necrópolis, sitúa
semicilíndrico, otro troncocónico y un tercero de esta estación entre 804-419 AC (Sampaio et al.
ancho borde horizontal (Fortes 1909; Guimarães 2008; Bettencourt 2009a).
1983; A.C.F. Silva 1993; Lobato 1995). Lo mis- Se conocen otras necrópolis de sepulturas
mo se podría pensar de la necrópolis de Coto da simples de cronología más indefinida, como la
Laborada, Calvos de Randín, localizada en una de Monte de Mesiego, O Carballiño (Lopez
vertiente suave y definida por dos grupos de se- Cuevillas y Lamas 1958) que creemos organi-
pulturas donde coexistían los vasos troncocóni- zada en núcleos, eventualmente cerca del hábi-
cos con otros de ancho borde horizontal (López tat, dada la inclusión de fragmentos cerámicos,
Cuevillas 1930, 1947; López Cuevillas y Lorenzo muy pequeños, en el relleno de las sepulturas
Fernández 1930). (Tab. 4).
Referencia
Sepulturas simples Fecha BP 2 sigma cal. Bibliografía
Laboratorio
Tapado da Caldeira (Baião) Media pond. 3250±40 1617-1437 Jorge 1980a, 1980b, 1983, 1985
Pego (Braga) Beta - 230328 2530±50 804-419 Sampaio et al. 2008
Tab. 4. Cronología radiocarbónica de las sepulturas simples en el Noroeste de la Península Ibérica (véase nota 3).
3.5. Fosas abiertas en el sustrato rocoso rrente en los vasos sepulcrales (Bettencourt et al.
2004).
Debido a la acidez de los suelos del Noroeste La fosa encontrada en la base de Cameixa,
de la Península Ibérica es difícil comprender la Ourense, también fue interpretada como sepul-
función de las fosas abiertas en la arcilla. Sin em- cral. Aquí, en 2341-2040 AC, se depositó un vaso
bargo es probable que muchas pudiesen haberse entero con restos de pequeños carbones, algunas
usado como sepulcros, desde el Bronce Inicial. piedras y un molino móvil. El resto del relleno de
Esta hipótesis se basa en la existencia de huesos la fosa incluía pequeños fragmentos cerámicos,
humanos en una de las fosas de Fraga do Zorro, indicativos de la cercanía de un poblado (Parcero
Verín, datada entre 1882-1639 AC (Fábregas Oubiña 1997; Criado Boado et al. 2000).
2001; Prieto Martínez et al. 2009a). Algunas fo- Es posible que en Fontela de Figueirido, Cas-
sas estaban selladas por acumulaciones de pie- telo de Paiva, hubieran existido estructuras fune-
dras (Prieto Martínez et al. 2009b), sugiriendo su rarias en fosa, como la número 1, de perfil ovoide
posible carácter de depósito cultual, aunque du- y base aplanada, que presentó cerca del fondo un
damos si considerar la totalidad del sitio como conjunto de cinco piedras y un vaso con decora-
una necrópolis a tenor de las características de ción de mamelones y restos de fuego. En el lugar
sus estructuras y de todo el conjunto cerámico. se encontraron varias estructuras excavadas en la
Este hallazgo ha permitido revaluar algunos arcilla, probablemente relacionadas con un pobla-
contextos en fosa existentes en la región. Nos re- do (Cunha 1991).
ferimos, por ejemplo, a las dos fosas de las Bou- Otras fosas eventualmente tumulares son las
cinhas, Ponte de Lima, contiguas a un poblado y de Campo do Postigo/Beiriz, Póvoa do Varzim
datadas entre 2294-1980 AC, que contenían reci- (A.C.F. Silva 1985). Aquí, en la fosa 2, cubierta
pientes cerámicos enteros (Almeida et al. 1994) por una potente capa de arcilla (Lám. VIII), yacía
(Fig. 6). Es de destacar que todos los vasos exhu- un vaso con paralelos en otros contextos tumula-
mados presentaban vestigios parciales de hollín res regionales como la Mamoa do Carreiro da
en las caras externas e internas, situación recu- Quinta, en Vila Verde y en una de las Mamoas
Fig. 6. Dos vasos enteros de las fosas de Boucinhas, Ponte de Lima (según Almeida et al. 1994).
Referencia
Fosas Fecha BP 2 sigma cal. Bibliografía
Laboratorio
Referencia
Cuevas Fecha BP 2 sigma cal. Bibliografía
Laboratorio
Fuentenegroso (Peñamellera Alta/Llanes) Media Pond 2525±28 793-543 Barroso et al. 2007a, 2007b
Tab. 6. Cronología radiocarbónica de enterramientos en cuevas en el Noroeste de la Península Ibérica (véase nota 3).
Referencia
Outros contextos Fecha BP 2 sigma cal. Bibliografía
Laboratorio
rrada en una gran fosa circular y cubierta con un simples e invisibles en el paisaje, se establecen en
amontonamiento de piedras. En su interior yacía las proximidades de valles con buen potencial
un vasito de tipo Taraio lo que indica una crono- para el desarrollo de las prácticas agrícolas, fre-
logía del Bronce Inicial. En las inmediaciones de cuentemente en las inmediaciones o en el interior
estas dos construcciones, se desenvolvieron toda de poblados. Como sitios en las cercanías de
una serie de estructuras como sepulturas simples valles destacamos la cista de Quinta de Água
de contorno oval o irregular (cubiertas con con- Branca y de Lordelo; las necrópolis de cistas de
centraciones de piedras), fosas de contorno circu- Chedeiro, Atios/Budiño, Agra da Ínsua/Carnota,
lar y, tal vez, agujeros de poste. Una de las fosas, Cavaleira, Alto da Velha/Gulpilhares, lugar de
cuyo interior estaba rellenado con cenizas, fue in- Belinho, Agra das Antas, Monte da Ola; las
terpretada como una hoguera relacionada con ac- necrópolis de sepulturas simples de Cimalha e
ciones de carácter funerario o con rituales de cre- Pego; las fosas de las Boucinhas, Cameixa, Cam-
mación (Meijide 1994, 1995, 1996; Fábregas y po de Postigo, Faísca, entre otras. Próximas a los
Meijide 2000). poblados están bien patentes en Chedeiro y en las
Boucinhas y, eventualmente, en Gandón, Camei-
xa o Fontela de Figueiredo, contextos que cree-
4. RESULTADOS E INTERPRETACIÓN mos del Bronce Inicial. A partir del Bronce Me-
dio este fenómeno se materializa mejor, como se
Este conjunto de datos permite, desde ya, con- puede comprobar en la necrópolis de Tapado da
firmar la existencia de una gran diversidad en las Caldeira, cercana al poblado de Bouça do Frade,
arquitecturas y contextos usados en el ámbito de Baião, en la gran necrópolis de Cimalha, Felguei-
las prácticas funerario-religiosas, desde el Bronce ras, localizada en la periferia del poblado del mis-
Inicial hasta el Bronce Final como ya se había ad- mo nombre. Durante el Bronce Final aumentan
mitido desde los años 90 (Bettencourt 1997; Vila- estos casos. Pensamos en la necrópolis de Pego,
ça y Cruz 1999). Se verifica en todos los períodos en la vertiente sur del poblado y dentro de una
la reutilización de antiguos monumentos megalí- empalizada que circunda esta estación; en la cista
ticos, la construcción de pequeños tumuli, de cis- de Sr.ª de Lurdes, en el interior de un recinto mu-
tas, de estructuras cistoides, de sepulturas simples rado del poblado del mismo nombre; en la estruc-
y de fosas, así como la utilización de espacios na- tura cistoide de Santinha, en el interior de un área
turales, como las cuevas y los abrigos. Sin em- delimitada por un murete de contención de tie-
bargo, gracias al análisis de la distribución geo- rras, en la vertiente oriental de este poblado y en
gráfica de los diferentes tipos de túmulos y del la fosa cubierta con piedras y conteniendo una
contexto arqueológico en que se insertan, percibi- urna, externa al talud que circunda la acrópolis de
mos tendencias en la distribución espacial de de- S. Julião;
terminadas estructuras y, probablemente, en el – Segundo, los monumentos bajo tumuli no
modo de vida de las sociedades directamente co- megalíticos, con más probabilidad de ser vistos
nectadas con ellas: por sus constructores y realizados según una tra-
– Primero, las necrópolis de cistas, de sepultu- dición ancestral, se sitúan en áreas amesetadas o
ras simples y de fosas, o sea, de monumentos montañosas con mayor predisposición para las
T. P., 67, N.º 1, enero-junio 2010, pp. 139-173, ISSN: 0082-5638
doi: 10.3989/tp.2010.10034
La Edad del Bronce en el Noroeste de la Península Ibérica: un análisis a partir de las prácticas funerarias 159
actividades pastoriles, siempre en lugares aleja- las áreas montañosas con el ganado comunitario,
dos de los poblados del Bronce Inicial, Medio o una práctica típica del Noroeste de la Península
Final; Ibérica hasta los inicios del siglo XX. Ello podría
– Tercero, las reutilizaciones de los túmulos explicar la ausencia de poblados, naturalmente si-
megalíticos son comunes a todos los espacios tuados en cotas más bajas. Una particularidad de
geográficos; estos tumuli es aparecer, a veces, relativamente
– Cuarto, los enterramientos en cueva y en aislados o el hecho de que, cuando se agrupan,
abrigo son un fenómeno oriental en el contexto exhiban una diacronía en la ocupación de varios
del Noroeste Peninsular. siglos, quizá anunciando sitios tradicionalmente
Partimos de la premisa de que el lugar escogi- recorridos por muchas generaciones de pastores.
do para depositar los muertos, así como el tipo de El tipo de construcción usado podría estar rela-
soluciones arquitectónicas que se les asocian, no cionado con varios factores como, por ejemplo, la
son arbitrarios, o condicionados por factores geo- necesidad de marcar el lugar de los muertos en te-
gráficos, sino metáforas de la estructuración so- rritorios donde las fronteras son fluidas, volvién-
cial (Hodder 1990) o producciones simbólicas en dose memoriales, o con la necesidad de crear ar-
el sentido de P. Bourdieu 1989 y, por tanto, ínti- quitectónicas mnemónicas en relación con los
mamente relacionados con los diferentes modos monumentos megalíticos, como forma de integrar
como las comunidades se habrían implicado en el mentalmente los espíritus de los antepasados.
paisaje y lo habrían percibido. Se entiende aquí Tal vez por esta razón se habrían ubicado en
‘paisaje’ como un lugar de experiencias acerca lugares a veces impresionantes y con amplio do-
del mundo, un sitio de significaciones en el cual minio visual (Vilaça y Cruz 1999), factores que
lo sagrado y lo profano, lo simbólico y lo práctico contribuyeron a que D. Cruz y R. Vilaça (1999)
se encuentran intrínsecamente relacionados (Hill los considerasen como marcadores de espacios
1993). sagrados o de reunión de pueblos vecinos.
A partir de ahí parece lícito plantear la hipóte- En los casos en que las comunidades parecen
sis de que las necrópolis de cistas, de sepulturas haber tenido un tipo de vida muy dependiente de
simples y de fosas serían materialidades conecta- la explotación minera se verifica la existencia de
das con comunidades muy implicadas con activi- enterramientos intencionales en el interior de las
dades agrícolas, sedentarias, con un fuerte senti- propias minas, como en El Aramo y El Mila-
do de la territorialización y con un dominio y gro, en Asturias, tal vez indicando el papel del
conocimiento profundo del territorio. Sólo este cuerpo como ofrenda en lugares impregnados de
tipo de sociedades podrían haber sepultado a sus gran carga mítica, pero simultáneamente utiliza-
muertos en estructuras discretas y en lugares difí- dos para extraer mineral de cobre como subrayó
cilmente identificables por otros que no fueran Miguel Ángel de Blas Cortina (2003, 2005). Tal
los habitantes locales, en necrópolis, a veces, de fenómeno parece evidenciar, una vez más, la au-
dimensiones considerables, en una gran interac- sencia de separación entre los mundos dichos
ción entre la muerte y las restantes áreas de la “domésticos”, “profanos” y “sagrados”.
vida diaria. La reutilización de monumentos megalíticos,
Las comunidades más implicadas con paisajes durante toda la Edad del Bronce, podría relacio-
de montaña, eventualmente más dependientes de narse con la importancia ideológica del control
prácticas pastoriles y con modos de vida que im- del pasado y de la historia de los personajes míti-
plicarían mayor movilidad, creemos que serían cos, poniéndolos al servicio de los nuevos órde-
las responsables de la construcción de estructuras nes ideológicos y sociales en la perspectiva de P.
funerarias más visibles (monumentos bajo tumuli Bourdieu (1989) y en la perspectiva de que the
de tradición megalítica), en una concepción del remaking of the past in the past was both a creati-
mundo que parece privilegiar, todavía, la “acota- ve act and an interpretation (Bradley 2003: 226).
ción” de los lugares experimentados a través de la No es exclusiva de estas regiones la utiliza-
muerte. Tampoco podemos descartar la hipótesis ción de cuevas y abrigos, naturalmente, ligada a
de que, en algunos casos, este tipo de sepulturas la disponibilidad de este tipo de espacios subte-
resultase de muertes ocurridas en el marco de co- rráneos. A veces, aparecen con otros contextos
munidades con economía mixta que, en época es- funerarios, como en Macedo de Cavaleiros don-
tival, efectuasen desplazamientos estacionales a de, además de numerosos abrigos, hay una ne-
T. P., 67, N.º 1, enero-junio 2010, pp. 139-173, ISSN: 0082-5638
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160 Ana M. S. Bettencourt
Lám. XIII. Ajuar de la cista da Quinta de Água Branca, Vila Nova de Cerveira (según Cordeiro
et al. 1995).
crópolis de cistas. Así el uso de estos espacios – durante el Bronce Medio desaparecen los
naturales tendrá que interpretarse por su propia adornos de gran valor social siendo la norma la
importancia simbólica o por la del monte, sierra o escasez o ausencia de ajuar junto a los cadáveres
valle donde se implanta el enterramiento. Tal po- (Bettencourt 2005c);
dría ser la situación de los depósitos de huesos o – en los contextos del Bronce Final se mantie-
de los enterramientos en las diferentes cavidades ne lo que se ha descrito o los enterramientos no
del valle do Angeira o del enterramiento aislado se acompañan de depósitos. Estos últimos pue-
de la cueva de Fuentenegroso, ambos casos lejos den materializarse mediante recipientes cerámicos
de cualquier poblado coetáneo. tradicionales, como los vasos de ancho borde hori-
Pensando el cuerpo como una materialidad zontal (Lám. XIV) o mediante un nuevo repertorio
(Sofaer 2006; Fahlander y Oestigaard 2008), otro artefactual, como las tazas carenadas, las urnas, al-
aspecto que procuramos interpretar fue el del pa- gunas formas de ollas (13), las pesas de telar sobre
pel social que los vivos habrían conferido a los cantos rodados, fusayolas, etc., también manipula-
cadáveres, durante la Edad del Bronce. Para ello do en los contextos residenciales. En este período
analizamos los variados tipos de ofrendas y de todavía hay algunos enterramientos excepcionales
adornos que acompañaron a los muertos ya en con adornos en bronce.
términos micro-espaciales, ya de su frecuencia o En Paranho (Vilaça y Cruz 1999) y, muy proba-
ausencia en términos diacrónicos, teniendo en blemente, en los Granjinhos (Bettencourt 1995,
cuenta, igualmente, el tipo de tratamiento dado al 1999, 2000c) se verificó que los vasos sólo pare-
cadáver. cen servir como receptáculo de las incineraciones
A partir de la base empírica aislamos las si- en ciertos contextos.
guientes tendencias: En el tratamiento dado al cuerpo destacamos:
– la preponderancia de la práctica de la inhu-
– durante el Bronce Inicial se enterraron algu- mación en diferentes contextos del Bronce Inicial
nos cuerpos con ofrendas o adornos de excepción y Medio. Se detectaron cadáveres en decúbito dor-
y de grande valor social (Lám. XIII), siempre en sal en las cistas de Quinta da Água Branca y en
estructuras que exigían alguna inversión cons-
tructiva, como cistas, pequeños tumuli o monu-
mentos megalíticos, proveyéndose a los restantes (13) Según la tabla de formas que establecimos para la
cadáveres de las necrópolis de dádivas más mo- Edad del Bronce de la cuenca del río Cávado (Bettencourt 1999,
destas; 2000c).
Lám. XIV. Vasos de ancho bordo horizontal de la necrópolis del Pego, Braga (según Sampaio et al. 2008).
Agra de Antas; en decúbito lateral en las minas de ritos de fuego como se desprende de las descrip-
El Milagro y El Aramo y de cócoras, en la tumba 1 ciones efectuadas por J. Fortes (1906). Si, en el
de Vale Ferreiro. Las dimensiones considerables Bronce Final, parece verificarse el aumento de las
de muchas cistas y sepulturas simples, de estos pe- incineraciones en la Beira Alta y en el Minho, en
ríodos, indican igualmente esta práctica; distintos contextos arquitectónicos, como dolme-
– el mantenimiento del ritual de inhumación nes (Rapadoro 1) y pequeñas cistas (Paranho),
hasta finalizar el Bronce Final, tal como nos indi- entre otras arquitecturas de difícil interpretación
can las dimensiones y características estratigráfi- (Granjinhos), teniendo en cuenta la base empíri-
cas de las sepulturas simples de la necrópolis del ca, todavía no es posible admitir la generalización
Pego y del enterramiento de Fuentenegroso. Tal de esta práctica por el Norte de Portugal o por
práctica se desprende, igualmente, de las dimen- todo el Noroeste de la Península Ibérica, como se
siones de las cistas de Curvos; ha defendido (Bettencourt 1995; Barroso et al.
– la práctica de la manipulación de partes del 2007b). Lo que podemos afirmar es que, en un
cuerpo físico, en lugares excepcionales, como en análisis a gran escala, los ritos de incineración
Chao Samartín (Villa y Cabo 2003; Villa 2005) y, coexisten con los de inhumación, lo que podrá re-
probablemente, en el poblado de La Campa Torres sultar de procesos de cambio dentro de la conti-
(Mercadal 2001) en contextos del Bronce Final; nuidad.
– a pesar de que conocemos incineraciones La intersección de estos datos nos permite
desde el Calcolítico, como se puede comprobar plantear la hipótesis de la existencia de concep-
por la datación de los restos incinerados de la es- ciones ideológicas distintas sobre el papel social
tructura cistoide de Agro de Nogueira (Betten- del cadáver durante la Edad del Bronce. Así, pre-
court y Meijide 2009), todavía ignoramos la am- sumimos que durante el Bronce Inicial algunos
plitud y significado de esta práctica durante el cadáveres (los portadores de artefactos de excep-
Bronce Inicial y Medio del Noroeste, dado que ción) habrían sido manipulados como materiali-
las incineraciones de la estructura cistoide de dades para que, en el plano simbólico y social,
Gandón, Cangas de Morrazo y de una de las cis- funcionasen como legitimadores de la posesión
tas de la necrópolis de la Praia da Rola, Muiños de los nuevos territorios ocupados, sea en los
(Bettencourt 2009c), no fueron datadas radiomé- valles sea en los montes, y contribuyesen a la
tricamente, y los indicios de cenizas y de carbo- construcción y al mantenimiento del nuevo orden
nes, en varios monumentos bajo tumuli de la Bei- ideológico y social de ahí resultante, así como del
ra Alta apenas permiten admitir la importancia de modo de vida desarrollado. Tal vez estos persona-
los ritos de fuego en el contexto del mundo sepul- jes se hayan transformado en los nuevos ances-
cral de estos períodos (Cruz y Vilaça 1999). Pero, tros, pudiendo funcionar así a través de diferentes
también sobre la cista de inhumación de la Quinta procesos de transmisión de la memoria, como
de Água Branca y en el área contigua existieron símbolos de mantenimiento de una determinada
T. P., 67, N.º 1, enero-junio 2010, pp. 139-173, ISSN: 0082-5638
doi: 10.3989/tp.2010.10034
162 Ana M. S. Bettencourt
identidad grupal, en un lugar dado. Desde esta cada vez más, con otras acciones de la vida dia-
perspectiva sugerimos que los objetos extraordi- ria.
narios que acompañaban estos cuerpos sólo fue- Pero si, de una forma general, el cadáver parece
sen formas de representación de un cierto poder perder importancia como materialidad usada para
simbólico, materializado en estos nuevos ances- promover la identidad social y como legitimador
tros y en los agentes que los manipulaban y los de la ocupación de un territorio, el mantenimiento
mantenían activos en la memoria colectiva (Bet- del cuerpo físico o de partes del mismo hasta ter-
tencourt 2008, 2009a, 2009c, 2010). Tal asunción minar el Bronce Final, indica la persistencia, por
nos aleja de las concepciones en las que, en el lo menos en algunos lugares, de una visión cosmo-
marco de la arqueología procesual, se han inter- lógica en la que este es todavía esencial y manipu-
pretado estas sepulturas como correspondientes a lable en acciones de carácter colectivo. Así se ha
príncipes, jefes o altos dignatarios, en el ámbito interpretado la manipulación de partes del cuerpo
de sociedades muy jerarquizadas. Nuestra hipóte- y su depósito posterior en otros contextos, como la
sis parece ganar consistencia cuando observamos bóveda craneana detectada en la entrada del recin-
que, durante el Bronce Medio, tales artefactos/ to de Chao Samartín y la mandíbula de Campa To-
ofrendas de gran valor comunitario desaparecen rres, consideradas reliquias fundacionales (Villa y
de las sepulturas. Ello revelaría, al menos en el Cabo 2003; Barroso et al. 2007b) o tal vez de per-
plano simbólico, poca distinción social o una apa- sonajes míticos, actuantes como elemento de inter-
rente igualdad social entre los muertos en una conexión, por lo menos en el plano simbólico, en-
forma de estar en el mundo en la que los cuerpos tre el mundo de los muertos y el de los vivos.
en cuanto cadáveres perderían su importancia Otras veces el cuerpo podría haber funcionado
como referentes de la memoria social (Bradley como “ofrenda” en lugares tradicionalmente “sa-
2000). Pensamos que tal hecho se relaciona, pro- grados”, como en el enterramiento aislado de
bablemente, con la nueva estructuración de las Fuentenegroso, donde una joven fue enterrada en
comunidades y con la consolidación de los proce- una galería recóndita de una cueva en la sierra de
sos de territorialización de las tierras anterior- Cuera, en la que hay enterramientos desde el Me-
mente ocupadas, situación que se apoya en la res- solítico (Barroso et al. 2007a).
tante base empírica del II milenio AC (Ramil El discurso de la muerte, por sí solo, no permi-
Rego 1993; Ramil Rego et al. 1996a, 1996b; Bet- te más que una percepción truncada del pasa-
tencourt 1999, 2000a, 2000b, 2003; 2009a; do. Debe ser interpretado en su contexto social,
Bettencourt et al. 2007; Bettencourt y Fonseca inferido, a partir de la totalidad de la base empíri-
2009). Es posible admitir una situación en que, ca sobre la Edad del Bronce (Bettencourt 1999,
legitimada la posesión de los nuevos territorios 2000a, 2000b, 2000c, 2000d, 2001, 2003, 2005a,
ocupados en el Bronce Inicial, a partir del Bronce 2005b, 2005c, 2007, 2008, 2009a; Bettencourt et
Medio la filiación en las comunidades ya no se al. 2007; Bettencourt y Fonseca 2009; Caamaño
establecería con respecto a un determinado an- Gesto 2007; Canha 2002; Comendador Rey 1997,
cestro, jugando el cadáver un papel sólo en el 2001; Cruz et al. 2000; Jorge 1988, 1991, 1999;
caso de la descendencia de un linaje individual. Jorge y Jorge 2006a, 2006b; López Sáez y Cruz
Esta situación se habría potenciado durante el 2002/2003; López Sáez et al. 2000; Loureiro
Bronce Final, cuando el sitio de enterramiento ya 2003; Martins 1990; Senna-Martínez 2000a,
nunca traduciría un escenario público de nego- 2000b; Suárez Otero 2002, Valinho 2003, entre
ciación de la identidad social sino sólo lugares otros). Según este análisis más global, en el Bron-
donde se afirmarían las relaciones de parentesco ce Inicial la legitimación simbólica de la ocupa-
y los lazos familiares. Tal presupuesto podría jus- ción del territorio y la aparición de un nuevo po-
tificar, por ejemplo, la mayor invisibilidad de las der parece ser un fenómeno generalizado, al
estructuras funerarias, su mayor aproximación a hacerse, no sólo en las tierras marcadas por los
los poblados y la menor especialización de los re- ancestros sino en las nuevas.
cipientes cerámicos asociados a las prácticas fu- En el primer caso, ello se materializaría a través
nerarias. Tales características, bien patentes en el de acciones relacionadas con la deposición de al-
Bronce Final de las tierras bajas, parecen argu- gunos cadáveres en los antiguos templos-túmulos
mentar en favor de la hipótesis de que los actos megalíticos y en la construcción de nuevas estruc-
relacionados con la muerte se interrelacionaban, turas funerarias en sus inmediaciones, como ya vi-
T. P., 67, N.º 1, enero-junio 2010, pp. 139-173, ISSN: 0082-5638
doi: 10.3989/tp.2010.10034
La Edad del Bronce en el Noroeste de la Península Ibérica: un análisis a partir de las prácticas funerarias 163
mos anteriormente, pero también, a través de las Numão, Vila Nova de Foz Côa (Jorge 2006) o el
primeras estelas grabadas con simbología metálica de Forca, Barca, Maia (Bettencourt 2009b).
(Lám. XV) y de la reinterpretación de algunos es- La legitimación de la ocupación de las nuevas
pacios de “arte rupestre”. Allí se graban ahora pu- tierras parece efectuarse a través de algunos cadá-
ñales y alabardas, explicados como una forma si- veres acompañados de artefactos de gran valor
multánea de individualización y de perpetuación simbólico y social, depositados en las necrópolis
de las imágenes tradicionales de los ancestros por correspondientes a la nueva red de poblamiento;
parte de los nuevos actores del poder (Bueno Ra- en el depósito de cadáveres en las minas de cobre
mírez et al. 2005; Bueno y Balbín 2006). de El Aramo y El Milagro; en la construcción
Tampoco se excluyen acciones que implicaran ex-nihilo de nuevos sitios destinados al culto de
la reocupación de otros lugares naturales previa- algunos muertos que serán manipulados a través
mente utilizados, como la sierra de Cuera donde de procesos de transmisión de la memoria y se
se realizaron diversas inhumaciones en cuevas o mantendrán activos en la larga duración, como
abrigos, desde el Mesolítico (Barroso Bermejo et parece ser el caso de Vale Ferreiro (Bettencourt et
al. 2007) o el valle de Angeiras donde hay varias al. 2005; Bettencourt 2008, 2009a); en el grabado
cuevas sepulcrales desde, por lo menos el Calco- o depósito de nuevos símbolos de poder – las “ar-
lítico (Bettencourt 2009c). Todavía cabe señalar mas” metálicas en cobre – en nuevos lugares na-
la frecuentación de antiguos recintos monumen- turales, como en la fachada más litoral del Nor-
tales, como el de Castelo Velho de Freixo de oeste de la Península Ibérica y en la más oriental,
respectivamente.
A partir del Bronce Medio los escenarios de
negociación del poder y de la identidad social pa-
recen trasladarse a otros contextos de acción dis-
tintos de las prácticas funerarias. Se sabe que du-
rante este período se intensifican las prácticas
agro-silvo-pastoriles bien patentes en las altera-
ciones de la cubierta vegetal y en la aparición de
poblados de grandes dimensiones y se introduce
la metalurgia del bronce lo que implica la explo-
tación y la circulación de estaño, uno de los re-
cursos abundantes en el Noroeste, así como la fa-
bricación de piezas y su manipulación. De este
modo creemos que las acciones y los escenarios
de poder se van transfiriendo a la esfera de los vi-
vos, como por ejemplo a donde se explota el esta-
ño, como podría indicar el depósito de un hacha
de tipo Bujões/Barcelos en la mina de la Folga-
doura, Viana do Castelo; a los lugares de fabrica-
ción, manipulación y deposición de artefactos en
bronce, estos últimos bien patentes en diferentes
espacios naturales relacionados con las aguas,
con los afloramientos y con el propio subsuelo
(Bettencourt 1999; 2005c; 2009a); a la edifica-
ción de una estatuaria de grandes dimensiones
donde se graban nuevas armas y nuevos símbolos
de poder y a los escenarios donde éstas se erigen
y, por último, pero no menos importante, al inte-
rior de los mismos poblados, cada vez mayores y
más impresionantes en el paisaje (Bettencourt
2009a). Esta variedad de escenarios y de accio-
Lám. XV. Estela de Longroiva, Meda (según Cordeiro et nes, algo distintas de las del período anterior, in-
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