Académique Documents
Professionnel Documents
Culture Documents
ESPACIALES
En los últimos años se han diversificado las ramas científicas del
campo espacial que son de interés para los nacionales.
Física Solar
La zona más árida del desierto de Atacama ha persistido por más de diez a
quince millones de años.
Otros estudios confirmaron que los suelos del desierto de Atacama son
oxidantes y capaces de destruir el material orgánico, tal y como ocurre en
Marte.
DESIERTO DE ATACAMA
TITÁN
En 1655 el astrónomo holandés Christian Huygensdescubrió el satélite Titán.
La principal “roca” ahí es el hielo de agua.
Los modelos del interior de Titán señalan la existencia de un océano debajo de
la “corteza” de hielo, de más de 100 kilómetros de espesor, compuesto
principalmente por una mezcla de agua y amoniaco a una temperatura de 80
grados centígrados bajo cero. Se ha especulado sobre las posibilidades de vida
en este océano.
Este satélite tiene una atmósfera, debido a que se encontró la presencia de
nitrógeno, argón, cianógeno, cianoacetileno, metano y etano.
Los científicos sospechan que estas
características hacen muy probable que en Titán
haya una inusual concentración de los
aminoácidos esenciales para la vida; aunque
también consideran que es poco probable que la
vida se haya podido desarrollar en esta bola de
hielo porque su temperatura promedio es de 180
grados centígrados bajo cero.
Dentro de 7 mil millones de años
el Sol se convertirá en una
estrella gigante roja aumentando
la radiación ultravioleta que Titán
recibe. Con este incremento de
calor, la neblina en la alta
atmósfera se expandirá y
bloqueará aún más la luz solar.
Pero con el tiempo la emisión
ultravioleta del Sol decrecerá, la
neblina desaparecerá y la
temperatura en la superficie
aumentará, fundiendo así a las
rocas (hielo). Esto permitirá que
durante un periodo de 500
millones de años exista un
océano líquido de agua-
amoniaco. Con ello, Titán podría
convertirse en una luna habitable.
FÍSICA SOLAR
CORAZAS MAGNÉTICAS
Estas corazas se
llaman
“magnetosferas”.
Nuestra coraza
magnética nos
protege de la
llegada directa de
partículas solares.