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La filosofía en

la vida humana
La filosofía en la vida humana
Los que se dedican de lleno a la reflexión filosófica no son
«inteligencias pensantes», sino personas-que piensan.

Aunque la filosofía, como modo de saber, se origina


formalmente en la inteligencia y procede de ella, en realidad
es la persona íntegra quien se pone en juego al filosofar,
de manera mucho más comprometida que cuando analiza
la composición de una substancia química o resuelve
problemas de geometría.
La filosofía en la vida humana

«El tema capital de la filosofía es un problema humano,


del hombre en su ser entero» y, en semejantes
circunstancias, «el corazón nunca es ajeno a la verdad»
(Carlos Cardona, Metafísica de la opción intelectual, p.
136)
La filosofía en la vida humana
«No es el intelecto el que conoce, sino el hombre a través
de su intelecto; y como el hombre es muchas cosas
además de su intelecto, cada vez que conoce, muchas
otras facultades cooperan en la producción de su
conocimiento. Entre ellas, la más importante es la
voluntad. Olvidar este hecho es también olvidar que hay
condiciones prácticas para la adquisición incluso del
conocimiento especulativo, y que la vida intelectual
envuelve problemas de moralidad»(Étienne Gilson, El
amor a la sabiduría, p. 49)
La filosofía en la vida humana
Un ejemplo: la muerte de la metafísica

Surge, en última instancia, como afirma Nietzsche y


repite Heidegger, cuando, en un acto voluntario de
autoafirmación, que determinadas coordenadas
culturales propician e incluso promueven de forma
expresa, el hombre dirige empecinadamente su mirada
hacia sí mismo.

Y así, repleto de «yo» y de lo «suyo», ya no es capaz de


atender a lo otro en cuanto tal, a lo que es con
independencia de él mismo, a la realidad, en última
instancia... y, como Fundamento de todo cuanto existe, al
Ser supremo, a Dios.
La filosofía en la vida humana
En consecuencia, sólo quien se pone a sí mismo entre
paréntesis, quien no se encuentra embotado por el propio
«ego», puede dirigir una mirada diáfana y no enturbiada
hacia la realidad y hacia los otros, y conocerlos tal como
son.

Únicamente el silencio interior, no perturbado por los


intereses de un yo hipertrofiado, permite mantener «el
oído atento al ser de las cosas», superando a veces las
solicitaciones insinuantes de un particular contexto social.
La filosofía en la vida humana
La época actual es un período de fuerte desconfianza
en la razón, de escepticismos y relativismos
provenientes, en última instancia, de un racionalismo
frustrado... que persiste operativo en ellos.

Ello explica una de las mayores ingenuidades del


hombre de hoy, a la par receloso de la razón y
engreído con su propia inteligencia: la cándida
pretensión de que si algo es verdad «tiene necesariamente»
que convencerme y, viceversa, que si no me convence
puedo estar seguro de que no es verdad.
La filosofía en la vida humana
«Motivos» para no entender:

a) que la verdad supere la capacidad intelectual de un


individuo concreto (la cual en ocasiones se encuentra dañada
por los posibles yerros personales y condicionada
parcialmente por influjos ambientales que la debilitan, al
primar en exceso un uso sectorial y estrangulado del
entendimiento).

b) la falta de estudio o de preparación intelectual y moral


imprescindibles para apreciarla, ya deriven aquéllos de un
déficit individual o de una suerte de privación social
compartida.
La filosofía en la vida humana
«Vosotros, los que decís eso (que la verdad y el bien tendrán más
fuerza y expansión si lo oyen muchos a la vez), ¿os atreveríais a
sostener que los hombres considerados como multitud están
igualmente dispuestos para la verdad como para la mentira,
siendo la primera muchas veces de mal sabor, y estando la
segunda preparada siempre de modo muy delicado?». Y agrega:
«¿O es que quizá osáis sostener también que la “verdad” puede
ser entendida con la misma rapidez que la falsedad, la cual no
requiere conocimiento preliminar, ni enseñanza, ni disciplina, ni
abstinencia, ni abnegación, ni honesta preocupación sobre uno
mismo, ni labor paciente?» (Søren Kierkegaard, Mi punto de
vista,, pp. 157-158)
La filosofía en la vida humana
c) una persona puede no comprender la verdad
sencillamente porque no quiere aceptarla: sea esa volición
consciente o inconsciente, y determinada en la mayor
parte de los casos por hábitos o modos de vida, privados o
colectivos, que semejante individuo no está dispuesto a
abandonar.

Los hombres –según el Diario de Kierkegaard– tienen más


miedo a la verdad que a la muerte.
La filosofía en la vida humana
El relativismo: hoy no son pocos los que ni siquiera se
proponen iniciar la búsqueda de la verdad, convencidos de
que nuestro entendimiento resulta incapaz de alcanzarla.
Existe una matriz relativista que configura en buena medida
la actitud mental de nuestra época:
“la razón, de acuerdo —suele concederse—; ¿pero qué razón, la
tuya, la mía...?, ¿existe una sola razón, o dos, o tres... o tantas como
personas?”
“¿cómo puedo estar seguro de que lo que conozco es lo mismo que
advierten los demás?”
“¿no tenemos cada uno una particular visión de la realidad, válida
para nosotros mismos, pero distinta en todo caso de la que está
vigente para las restantes personas?...”.
La filosofía en la vida humana
Probablemente sea éste el problema o, por lo menos
uno de los primeros, del hombre contemporáneo.

Pero la respuesta a él no se localiza sólo en la esfera


del conocimiento ni menos todavía en la de la mera
lógica. Muy a menudo habrá que interpelar a la
entera persona de nuestros interlocutores, y de modo
especial a su libertad.

Pero eso no basta, por lo que también resulta


imprescindible discernir lo que cabe hacer, frente a
todo ello, desde una perspectiva intelectual estricta.
La filosofía en la vida humana
Parece probable que la posibilidad del entendimiento
humano de alcanzar la verdad, siempre perfectible pero
suficiente, no pueda ser directamente demostrada... justo
por su misma evidencia.

Hasta los más escépticos de entre los hombres dirigen su


vida cotidiana de acuerdo con las informaciones que les
aporta su conocimiento.

Pero es que incluso para negar la facultad de conocer


resulta imprescindible saber con suficiente determinación
y certeza lo que el propio término «conocer» significa: si
no, ¿qué se estaría rechazando?
La filosofía en la vida humana
De manera semejante, nadie es capaz de advertir y ni
siquiera de concebir el error sino cuando, al salir de
él, se topa o cree toparse con la verdad, con un
conocimiento auténtico:.

Uno no tiene conciencia de que estaba equivocado


hasta que deja de estarlo, como tampoco podría
calificar algo como un sueño si nunca saliera de él.
La filosofía en la vida humana
«Esa afirmación es totalmente irreflexiva. Quiero decir que
no resiste la prueba de reflexionar (flexionar, volver la
mente) sobre ella misma, porque quien dice eso, si lo dice
en serio y re-flexiona, tendrá que llegar a la conclusión de
que, puesto que todo(“todo” no significa sólo alguna cosa)
es relativo, también ha de ser relativo que “todo es
relativo”; también tendrá que ser relativa la afirmación de
que todo es relativo. Pero si al reflexionar descubro que la
afirmación “todo es relativo” es también relativa, doy un
segundo golpe de reflexión y me encuentro con que tengo
que decir “es relativo que sea relativo que todo es relativo”.
Pero esto no para ahí.
La filosofía en la vida humana
Como sostiene Franz Brentano es su libro Sobre la
existencia de Dios, “todo es relativo” es una afirmación
que nunca puede terminar de hacerse, porque para decirla
hay que decir inmediatamente: “Y también es relativo que
todo es relativo”, y también que “es relativo que sea
relativo que todo es relativo”... Es decir, una afirmación
que no se puede terminar de hacer. Pero eso no es ninguna
afirmación; es un proceso ad infinitum, irrealizable por un
ser finito como es el hombre».

(Antonio Millán-Puelles, Ética y realismo, pp. 47-


48)

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