La prisión preventiva es una privación legal de libertad impuesta sobre una
persona como medida de precaución. Se toma esta medida con el fin de
garantizar una efectiva investigación del delito al que se vincula al imputado, su juzgamiento y su eventual cumplimiento de la pena.
En el artículo 2 del Título Preliminar del NCPP 2004, donde se señala que:
1. Toda persona imputada de la comisión de un hecho punible es considerada
inocente, y debe ser tratada como tal, mientras no se demuestre lo contrario y se haya declarado su responsabilidad mediante sentencia firme debidamente motivada. Para estos efectos, se requiere de una suficiente actividad probatoria de cargo, obtenida y actuada con las debidas garantías procesales. En caso de duda sobre la responsabilidad penal debe resolverse a favor del imputado.
2. Hasta antes de la sentencia firme, ningún funcionario o autoridad pública
puede presentar a una persona como culpable o brindar información en tal sentido La prisión preventiva debe ser aplicada con ciertas garantías y controles judiciales, los que son de ineludible cumplimiento por parte de los operadores judiciales, así como se señala a continuación:
1) la comprobación de presupuestos materiales y formales que justifiquen su aplicación.
2) la legitimidad procesal en el Ministerio Público para su requerimiento.
3) el debate y la contradicción de dicho requerimiento por parte de la defensa del imputado,
expresado en una audiencia creada exclusivamente para ello
4) la oralidad y la inmediación como garantías judiciales de una verdadera tutela procesal efectiva.
5) los plazos mínimos y máximos establecidos para su duración
6) su consideración por una instancia revisora.
7) la posibilidad de imponer medidas coercitivas alternativas a la prisión preventiva.