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UNIVERSIDAD AUTÓNOMA DE SINALOA

FACULTAD DE CONTADURIA Y ADMINISTRACIÓN

TEMA:
CARL GUSTAV JUNG
TEORÍA DE LA PERSONALIDAD

MAESTRO:
Salvador Cota Loaiza

INTEGRANTES:
Lucía Mariela Castellón López
Nubia Karina Tolosa Hernández
Padilla Olivas Cindy Lourdes
Obeso Rodríguez Aarón
Wbiarco Cuen Manuel

Culiacán, Sin., a 14 de Octubre de 2008


CARL JUNG
Carl Gustav Jung nace el
26 de julio de 1875 en un
pequeño pueblo sobre la
costa suiza del lago de
Constanza, Kesswil,
donde su padre era
pastor protestante.

Estudia medicina en Basilea,


se doctora en 1900 y el
mismo año entra como
asistente en la clínica Universidad de Zúrich
psiquiátrica de la universidad
de Zúrich, distinguiéndose
con sus investigaciones
incluso a nivel internacional.
En 1907 Jung conoce a Sigmund
Freud (1859-1939), convirtiéndose
en estrecho colaborador del
mismo, constituyéndose de este
modo el primer contacto entre
psicoanálisis y ambiente
universitario.
Sigmond Freud

En 1909 renuncia a la carrera académica para


dedicarse totalmente a la investigación
psicológica; dos años después será nombrado
presidente de la Sociedad psicoanalítica
internacional, pero la publicación, en 1912, de la
primera edición de su obra Símbolos de
transformación, en la que formula una teoría de la
libido que se aleja de la psicoanalítica, le lleva a
la ruptura con Freud y a la elaboración de su
propio sistema: la psicología analítica Símbolos de
transformación Carl
Jung
El psiquiatra suizo agrupa en
torno a su figura un grupo
inicialmente pequeño de
colaboradores con los que, en
1916, constituye el Club
Psicológico de Zúrich. De
1933 a 1942 es profesor en el
Politécnico federal de esa
ciudad y de 1944 a 1945 en la
universidad de Basilea. Con el
fin de organizar la enseñanza
y la investigación de la
psicología analítica, en 1948,
en Küsnacht, ciudad a pocos
kilómetros de Zúrich, junto al
lago homónimo, es fundado el
Instituto Carl Gustav Jung. Y
en Küsnacht muere Jung el 6
de junio de 1961.
TEORIA
Para la psicología analítica no existe un alma individual: los
elementos individuales del alma son efímeros y perecederos,
mientras que la parte impersonal de la psique pone en relación al
singular con un alma única, común no sólo a los hombres sino
también a la naturaleza.

En el libro El problema
psíquico del hombre moderno,
de 1931, Jung retoma algunas
de las teoría del teósofo sueco
Swedenborg: "En cierto modo
somos parte de una gran alma
unitaria, o, para expresarnos
con Swedenborg, de un único,
inmenso ser humano". Swedenborg
La dimensión personal del hombre no
es considerada autónoma y real, sino
artificial, una especie de interfaz entre
el inconsciente colectivo y la
sociedad, un rol que la sociedad
impone al individuo, una máscara que
deja manifestarse algunos contenidos
del inconsciente colectivo, pero que
esconde la mayor parte.
La identificación con una determinada personalidad
resulta limitativa y reductiva, impide la completa
autorrealización y causa conflictos, en cuanto que
llevaría a una cierta polarización entre los contenidos
inconscientes aceptables y aquellos por el contrario
inconciliables con los principios de la sociedad y
destinados a permanecer inconscientes, formando —
según una expresión junguiana — la "sombra" de la
personalidad consciente.

Uno de los objetivos de la terapia


consiste en la superación de tal
unilateralidad y de la pretensión de
alcanzar la perfección, buscando
preferiblemente la totalidad a través de
la integración de la "sombra".
Existen profundas diferencias entre la teoría de Jung y la de Freud. En
primer lugar se encuentra el concepto mismo de inconsciente. Para
Freud, este es el sótano pestilente de la psique, de donde surgen
contenidos espreciables, instintivos y obscuros que intentan
desequilibrar a la razón y desintegrar nuestro yo, y debido a ello,
deben ser reprimidos.

La concepción del inconsciente por parte de Jung es totalmente


diferente, para el suizo, el inconsciente es un manantial de donde
surge la sabiduría, la fuerza y la frescura de la vida.

Jung Freud
La terapia junguiana no intenta hacer triunfar al yo racional, sino
enseñarlo a integrarse de manera instintiva con el flujo de la vida.

En Freud, la libido es la fuerza sexual que intenta perpetuarse en el


acto reproductivo. En Jung, la libido es una energía igualmente
poderosa, pero se presenta como amorfa, neutra y abstracta y cuya
representación dependerá del contenido específico de cada
neurosis particular. En Jung, la libido puede ser sexual
posteriormente, pero no en principio.

De esta diferente aproximación al


inconsciente se deriva una diferente
concepción de la neurosis. Para Freud,
toda neurosis, es mala y debe
erradicarse como si se tratase de una
enfermedad infecciosa. Para Jung, en
cambio, las neurosis no son
necesariamente malas, son una
oportunidad de lograr una mejor
experiencia de la vida.
La psicología analítica de Jung es mucho más ambiciosa, su objetivo es
la individuación, que es el término que los terapeutas junguianos utilizan
para referirse al fortalecimiento de la mente en su conjunto (y no
solamente del yo) para el ejercicio gozoso y pleno de la vida, pero
también, la aceptación de la inevitabilidad de la muerte y su significado.
"Uno debe vivir como si su vida durase mil años, -- decía Jung-- y
literalmente morirse de vida".

En la psicología analítica el inconsciente está cargado de material


atávico, primordialmente de arquetipos. Los arquetipos son formas
milenarias de conducta que inconscientemente impulsan y condicionan
nuestras acciones. Es decir, los arquetipos son la contraparte psíquica
de los instintos: los pájaros tejedores, que saben como construir un nido
sin necesidad de aprender, poseen un arquetipo en su mente, del mismo
modo que las ballenas saben en que momento trasladarse al sur para
tener crías pues poseen al arquetipo de la migración que las obliga a
ello.
Existen muchos arquetipos, entre los más importantes se encuentran
el arquetipo de la madre, el de la vida, el de ego, el de sí-mismo, de la
sombra, el de la muerte y el de personae. Personae, eran las
máscaras que se colocaban los actores en las obras de teatro de la
Grecia y Roma clásicas. Jung, con este término, se refiere a la
máscara o "pose" que todos nos colocamos al interactuar con las
personas que nos rodean y que incluye la apariencia personal y los
objetos con los que nos rodeamos.

Los arquetipos de anima-animus son de suma importancia, pues


conforman la dualidad masculino-femenino que domina gran parte de
nuestro desarrollo.
El arquetipo de la sombra esta relacionado con la compensación
psíquica de nuestra consciencia. El arquetipo del ego se construye en
base a los ejes razonamiento-sentimiento, intuición-evaluación que
rigen la consciencia. Jung establece, además, dos tipos psicológicos
esenciales: el tipo extrovertido y el introvertido.

Dependiendo de como se construya el ego, la sombra lo refleja y


compensa en el inconsciente. Si poseemos un ego demasiado
introvertido, sentimental e intuitivo, nuestra sombra tendrá
características extrovertidas, racionales y reflexivas. En muchos
sueños la sombra aparece como portadora de regalos, de objetos que
nos hacen falta.
Elementos
estructurales de la
personalidad. En la
consciencia, el ego y
las personae se
relacionan con el
mundo y las
obligaciones
cotidianas. En el
inconsciente, la
sombra y la dualidad
Animus-Anima.
•El objetivo esencial de la vida que hasta ese momento consistía en recibir
de los otros y fortalecer un yo inseguro, cambia pues el yo ya ha
madurado y está satisfecho de recibir.

•Si el camino de la individuación se lleva a cabo adecuadamente, surgirá


una persona sabia, valiente y generosa que disfruta y esta satisfecha con
su vida y carece de temor a la muerte.

•La terapia de Jung no es sólo retrospectiva, sino también prospectiva.


Para estos investigadores y a diferencia de Freud, la pregunta interesante
con respecto al inconsciente no es "¿qué ha pasado?" sino "¿qué se
desea que pase?"

•La psicología analítica no sólo busca desmenuzar la psique en el análisis,


sino integrarala en una nueva estructura a través de la síntesis psíquica o
función trascendental de la terapia.
Críticas
Al igual que el psicoanálisis de Freud y Adler, la psicología analítica de
Jung es una forma de conocimiento que no tiene cabida en el edificio
científico. Ciertamente, mucho del conocimiento que hace que la vida
sea digna de vivirse, —como recordar una línea de Virgilio o saber en
que momento está listo un pastel— no son conocimientos científicos. El
valor actual de la terapia junguina, radica en la posibilidad que nos
brinda de ver más allá de las necesidades inmediatas de cada día y
observar con franqueza el mundo y nuestro breve estancia en él. Sobre
todo, las escritos de Jung son un recordatorio de que no podemos
posponer indefinidamente nuestro proceso de individuación y de que
debemos respetar las obligaciones que mantenemos para/con nosotros
mismos. De no hacerlo así, tarde o temprano sufriremos un castigo
psicológico, a veces, incluso, sin que seamos conscientes de que
nuestros días se suceden bajo dicho castigo.
Las teorías del inconsciente sólo son
una de las vías posibles para realizar
el viaje de peregrinación hacia el
interior. En muchas personas,
prepararse para correr un maratón,
viajar a un país lejano o simplemente
adquirir el hábito de andar en bicicleta
será psicológicamente más sano que
hacerse un prolongado y costoso
psicoanálisis. Tal como se encuentra
formulada por Jung, la psicología
analítica es inaceptable y, peor aún,
inverosímil, a menos que creamos
ciegamente en un inconsciente
infinitamente versado en mitología
alquímica y latín medieval. No
obstante, hay un camino que todo ser
humano debe recorrer, y el anciano
sabio de Küsnacht bien puede
echarnos una mano.
GRACIAS

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