finalidad estudiar la posesión como una institución jurídica que tiende a dar un tratamiento de justicia a la propiedad y no como una legitimación de su abuso. Se analizará las diferentes teorías en su torno, la diferencia con la tenencia y mera tenencia. 1. Definición.- El Dr. Juan Larrea Olguín hace una cita del Diccionario de la Legislación de Esriche, quien menciona que “en el estado primitivo del género humano, todas las cosas se adquirían por ocupación, se conservaban por la posesión y se perdían con ella, de modo que la posesión se confundía entonces con la propiedad. El establecimiento del Derecho Civil hizo de ellas, dos cosas distintas e independientes: la posesión no fue ya sino el mero hecho de tener la cosa y la propiedad llegó a ser un derecho, un vínculo moral entre la cosa y el propietario” El Dr. Larrea a diferencia de muchos otros autores y del mismo Código Civil manifiesta que la posesión para defenderse, de varias maneras, da a lugar acciones judiciales y se configura como un hecho generador de derechos. La legislación nuestra dice que la posesión es un hecho (El Art. 715 dice que la posesión es la tenencia, no un derecho). La posesión merece especial análisis ya que su ámbito de influencia abarca no solamente el área jurídica, sino también el campo económico y social. La figura de la posesión en nuestro Código Civil tiene como propósito dar verdadero sentido al fin de la propiedad, de manera que ésta sirva para el progreso y desarrollo humano y, cuando se encuentra subutilizada o inequitativamente distribuida, sea un instrumento para una redistribución que haga justicia a los desposeídos. El Art. 715 del Código Civil contiene la definición de la posesión en los siguientes términos: “Posesión es la tenencia de una cosa determinada con ánimo de señor y dueño; sea que el dueño o el que da por tal tenga la cosa por sí mismo, o bien por otra persona en su lugar y a su nombre”. En esta definición encontramos dos elementos importantes: por un lado la tenencia de la cosa y por otro el ánimo de señor y dueño, elementos que en la doctrina se conocen también como el “corpus” y el “animus”
Se entiende por tenencia el elemento material, el contacto
entre la persona y la cosa que le permite aprovecharla y ejercer sobre ella un poder similar al del dueño. El ánimo de señor o dueño es el elemento formal o intelectual, y éste es el que permite que la tenencia se convierta en posesión. Cabe recordar que la mera tenencia es la que ejerce sobre una cosa no como dueño sino en lugar o a nombre del dueño (Art. 729). Esta figura jurídica se da en todos los casos en que la persona que tiene una cosa, reconoce a otro como dueño. Ejemplo: el arrendamiento, el usufructo, el depósito judicial, etc. 2. Tenencia y posesión.- Es importante dilucidar cuándo una persona que tiene una cosa se haya en posesión o sólo en mera tenencia de la misma. Esto depende de la naturaleza del poder que la persona ejerce sobre la cosa. Sobre este hecho se han desarrollado dos importantes teorías, la teoría subjetiva o clásica de Savigny y la teoría objetiva de Ihering. La teoría subjetiva o clásica de Savigny sostiene que en todas las relaciones posesorias problemáticas, es necesario admitir que hay mera detención o mera tenencia, si no se justifica el “animus domini”. Es decir que, Savigny toma como punto de partida la detención, la que con el agregado del “animus domini” se convierte en posesión. Ihering al contrario, sostiene que en toda relación posesoria existe una posesión propiamente dicha, mientras no se establezca que la ley pone obstáculos a que el efecto de la posesión se produzca, o sea mientras no se pruebe la existencia de una causa detentionis fijada por la ley, es decir una causa de mera tenencia. El Código Alemán por su parte ha suprimido totalmente el animus dominis o elemento intencional, sosteniendo que “la posesión de una cosa se adquiere, obteniendo de hecho poder sobre la misma”. La posición del Código Alemán queda debilitada por los casos en que se constituyen sobre la cosa un derecho a favor de un tercero como en el arrendamiento, el usufructo. Cabe la reflexión de que no se puede quitar al dueño la posesión, por lo tanto el Código alemán crea una nueva figura que son los llamados poseedores mediatos, en los cuales dice que existe un señorío espiritualizado. 3. El sistema del Código Civil ecuatoriano.- El Código Civil ecuatoriano adoptó la teoría clásica o subjetiva de Savigny, y así se puede apreciar en la definición comprendida en el Art. 715. En nuestro Código no es la voluntad del individuo, de manera absoluta, el elemento determinante de la posesión. Esto puede apreciarse de manera clara en la tenencia de las cosas que están fuera del comercio humano, sobre las que nunca puede llegar a ejercerse posesión pese al animus domini. 4. Posesión y propiedad.- La propiedad es el derecho real que ejerce una persona sobre una cosa, para aprovecharse de las cualidades de la misma, en la satisfacción de sus necesidades. En este contexto, el dueño tiene la facultad de gozar, usar y disponer de la cosa, pero estas facultades están limitadas si el dueño no tiene la cosa a su disposición, es decir si no está en posesión de la cosa que es de su propiedad. Veamos aquí la dicotomía: por una parte la propiedad es un derecho o poder jurídico que se ejerce sobre la cosa, y la posesión es un poder de hecho físico o material sobre la misma cosa. Lo normal es que el dueño tenga la posesión de la cosa. Si no la tiene, esta situación se denomina nuda propiedad. Como vemos, no siempre van unidas la posesión y la propiedad. Hay ocasiones, dice Carrión, en que uno es el dueño de la cosa y otro es su poseedor, de lo cual resultan situaciones muy complejas que la ley viene a ordenar. 5. Posesión y mera tenencia.- La tenencia implica contacto de la persona con la cosa, dice el Dr. Carrión, y deriva del verbo tener, que en su acepción primera, significa asir o mantener asida una cosa. La tenencia por sí sola no acarrea ninguna consecuencia legal o consecuencias legales muy limitadas, pero si va unida al elemento intencional o sea al animus domini, surge la posesión. La sola tenencia no significa nada para el Derecho, dice el Dr. Carrión. El Dr. Juan Larrea Holguín hace notar que la mera tenencia no da lugar a la acción posesoria ni permite adquirir las cosas por prescripción, ya que estas son características propias de la posesión. Como hemos dicho anteriormente, la mera tenencia es el poder que se ejerce sobre una cosa no como dueño, sino a nombre del dueño, según el Art. 729, por tanto, son dos figuras totalmente distintas. Hay características especiales de la mera tenencia, como que es inmutable, es decir, por más que pase el tiempo no puede convertirse en posesión, a menos que cambien las condiciones de la relación jurídica. Es absoluta, es decir que el mero tenedor no sólo lo es respecto al propietario o al poseedor, sino frente a todas las personas. 6. Régimen jurídico de la mera tenencia.- La mera tenencia se origina en un acto o contrato que la establece y se dan dos orígenes: a) Primero cuando se ha constituido un derecho real sobre la cosa, como el usufructo, el derecho de uso o habitación. En este caso los beneficiarios de este derecho son meros tenedores de la cosa, y a la vez son poseedores de los derechos de usufructo, uso o habitación, constituidos a su favor. b) La tenencia también puede ser el resultado de una relación personal que vincula al tenedor con el propietario, como es el caso del arrendamiento, el comodato, el depósito judicial, etc. El Dr. Aníbal Guzmán Lara, hace notar que la mera tenencia tampoco da lugar al amparo posesorio. El mero tenedor que ha perdido la tenencia la puede reclamar demandando el cumplimiento del contrato del cual depende, como es el arrendamiento, el comodato, etc. También destaca que la mera tenencia no produce los mismos efectos que la posesión, como el dar origen a la adquisición del dominio por prescripción adquisitiva extraordinaria. Antes bien, la mera tenencia hace presumir mala fe frente a la alegación de posesión. 7. Efectos de la mera tenencia.- La mera tenencia produce importantes efectos jurídicos: a) El mero tenedor de la cosa que se reivindica está obligado a declarar el nombre y la residencia de la persona a cuyo nombre la tiene (Art. 940). b) El que violentamente ha sido despojado de la mera tenencia tendrá derecho a que se restablezcan las cosas al estado en que antes se hallaban, sin que para esto necesite probar más que el despojo violento (Art. 972). 8. Precario.- La mera tenencia también puede considerarse como precaria, cuando es inestable, debido a que su permanencia y duración no están vinculadas a ningún título, sino que dependen de la permisión o mera tolerancia del dueño. El Art. 2097 dice que el comodato toma el título de precario, si el comodante se reserva la facultad de pedir la restitución de la cosa prestada en cualquier tiempo. Los efectos del precario son nulos, sostiene el Dr. Carrión Eguiguren, en relación con la adquisición de los derechos en la cosa, ya que la mera tolerancia de actos de que no resulta gravamen, no confieren posesión. (Art. 2399) 9. La posesión es un hecho.- El Código Civil ecuatoriano considera a la posesión como un hecho, ya que el Art. 715 dice que la posesión es la tenencia de una cosa, a la que se le agrega el animus o la intención de considerarse como dueño de la cosa. Podríamos decir más ampliamente que la posesión es un hecho generador de derechos. No obstante, el Dr. Juan Larrea Holguín sostiene que la posesión es un derecho que da origen a otros derechos, como la de seguir acciones de recuperación de la posesión y las demás, llamadas acciones posesorias. El Dr. Carrión Eguiguren distingue los derechos del poseedor a los cuales llama “jura possessionis” de los “jus possidendi” o sea el derecho a poseer, el cual corresponde exclusivamente al dueño, como un atributo del derecho de propiedad. 10. Utilidad de la posesión.- Para la propiedad es decir para el dueño, la posesión tiene el beneficio de permitirle ejercer su derecho de propietario. En tanto que para el poseedor no dueño, la posesión surte varios importantes efectos: a) El Art. 715 establece la presunción de dominio, que le da al poseedor una ventaja, ya que lo releva de la carga de la prueba; b) Si la posesión es de buena fe, hace al poseedor propietario de los frutos de la cosa (Art. 951, inc. 3);
c) La posesión genera al poseedor la posibilidad de adquirir el
dominio mediante la prescripción, cumpliendo los demás requisitos legales; (2407, 2410)
d) La ley confiere al poseedor las acciones o interdictos con
los que puede defender o recuperar la posesión (965, 970, 972 y 974). 11. Cosas que son susceptibles de posesión.- Son susceptibles de posesión solo las cosas que son apropiables. Las que están fuera del comercio como los bienes nacionales de uso públicos y las cosas que la naturaleza ha hecho comunes a todos los hombres, no se pueden poseer. Las cosas corporales y las cosas incorporales son susceptibles de posesión. Esto está contenido en los Arts. 715 y 730. Este último establece que la posesión de las cosas corporal. 12. Diversas clases de posesión.- El título séptimo se ocupa de cuatro clases de posesión: regular, irregular, violenta y clandestina. El mismo Código hace referencia a otros tipos de posesión, como la de buena fe, de mala fe, inscrita, material, tranquila, continua e ininterrumpida, pro indiviso, legal, efectiva, etc. Pero, el Dr. Carrión Eguiguren considera que estas no son clases de posesión, sino características peculiares o requisitos que intervienen en su ejercicio. Posesión regular.- El Código Civil define en el Art. 717 que posesión regular es “la que procede de justo título y ha sido adquirida de buena fe, aunque la buena fe no subsista después de adquirida la posesión. Se puede ser, por consiguiente, poseedor regular y poseedor de mala fe, como viceversa el poseedor de buena fe puede ser poseedor irregular. Si el título es translativo de dominio, es también necesaria la tradición.” 13. Justo título.- González Valencia sostiene que justo título es el que tiene existencia jurídica y que éste es sinónimo de título legal, es decir que es un título conforme a la ley. Rodríguez Piñeres dice que es una causa de adquisición reconocida como legítima por la ley. Vodanovic dice que es el que da al poseedor un justo motivo para creerse dueño de la cosa. El Dr. Juan Larrea Holguín, coincidente con los diversos conceptos de justo título, sostiene que éste debe ceñirse a la ley y ser conforme a ella. No obstante, lo importante, es saber en qué momento la violación de alguna norma legal hace al título injusto o no justo. 14. Clases de títulos justos.- Nuestro Código no define lo que es justo título, sino que expresa cuáles no son justos títulos (Art.719),
No obstante, la ley clasifica los justos títulos en
constitutivos y traslativos de dominio (Art. 718). 15. Títulos constitutivos.- Los modos de adquirir el dominio son cinco, según lo que establece el Art. 603: la ocupación, la accesión, la tradición, la sucesión por causa de muerte y la prescripción. Algunos autores suelen también mencionar entre estos a la Ley, como en el caso del Art. 626. Por otra parte los títulos constitutivos son tres y coinciden con los correspondientes modos, como son la ocupación, la accesión y la prescripción. La ocupación y la accesión sirven para adquirir el dominio y la posesión, pero no la prescripción, puesto que ésta es consecuencia de aquella. 16. Títulos traslativos.- Los translativos son innumerables, ya que consisten en diversos negocios jurídicos que admiten muchas variantes. El Código cita a manera de ejemplo tres títulos translativos, como son la venta, la permuta y la donación entre vivos. El Dr. Vodanovic también agrega la dación en pago, el aporte en propiedad a una sociedad, la transacción en cuanto transfiere la propiedad de un objeto no disputado, entre otros. 17. Títulos declarativos.- Se llaman así aquellos que no modifican ni crean derechos, sino que simplemente reconocen o confirman situaciones jurídicas preexistentes. Entre estos podemos mencionar las sentencias de adjudicación en juicios divisorios y los actos legales de partición (Art. 718, inc., 4º) Las sentencias judiciales son también títulos declarativos, puesto que no pueden conferir ni quitar derechos. Solamente se limitan a reconocer los existentes. El Art. 718, inc. 5º dice que las sentencias judiciales sobre derechos litigiosos no forman nuevo título para legitimar la posesión. 18. Las transacciones.- Las transacciones desempeñan el mismo papel que las sentencias, dice el Dr. Carrión. Son títulos declarativos salvo cuando las partes se hacen concesiones que impliquen transferencia de derechos ajenos a la transacción misma. Entonces las transacciones serán títulos translaticios (Art. 718. inc. 6º; Art. 2348). 19. Títulos injustos.- Como ha se ha dicho el Art. 719 determina cuáles son títulos injustos. El Dr. Peñaherrera sostiene que no es necesario que la ley exprese cuáles títulos no son justos, ya que basta conocer en qué consiste el título justo. 19.1 El título falsificado.- La Ley solamente determina como falso aquel que no es otorgado por la persona que aparece como otorgante. Pero la doctrina reconoce dos categorías de falsedad: Falsedad material y falsedad ideológica o intelectual. La falsedad ideológica o intelectual hace relación al contenido del documento. Es decir, que en él se consignan conceptos, ideas o datos falsos.
El Código Penal en su Art. 339 menciona varios casos de
falsificaciones de documentos 19.2 El título conferido por una persona como mandatario o representante legal de otra persona sin serlo.- El Dr. Carrión anota que también entra en esta categoría el conferido por el mandatario que obra fuera de los límites de su mandato. 19.3. El título nulo.- Ya adolezca de nulidad absoluta ya de nulidad relativa. (Sobre las nulidades absoluta y relativa, ver los Arts. 1697 y siguientes). El Art. 719, numeral 3º dice que no es justo título el que adolece de un vicio de nulidad, como la enajenación que, debiendo ser autorizada por un representante legal o por el juez, no lo ha sido. 19.4. El título putativo.- Finalmente el Art. 719, en su numeral 4º menciona como título injusto el putativo, como el del heredero aparente que no es en realidad heredero. Este título, según Carrión, es más bien inexistente. La ley no obstante establece como una excepción, el caso del heredero putativo a quien por disposición judicial se haya dado la posesión efectiva. 20. La buena fe. – La buena fe, según al Art. 721, es la conciencia de haberse adquirido el dominio de la cosa por medios legítimos, exentos de fraude y de cualquier otro vicio. La buena fe, no obstante, según la doctrina, adquiere dos connotaciones distintas:
1) En un sentido significa probidad, lealtad, ausencia de
intención malévola. El Código Civil dice que los contratos deben ejecutarse de buena fe (Art. 1562). 2) En otro sentido, la palabra buena fe traduce la idea de creencia, persuasión, convicción sobre la legitimidad de una situación o hecho jurídico. También dice el Art.721 en su inciso 2º que “en los títulos translaticios de dominio, la buena fe supone la persuasión de haberse recibido la cosa de quien tenía la facultad de enajenarla y de no haber habido fraude ni otro vicio en el acto o contrato”. 21. El error y la buena fe.- Si una persona cree que ha adquirido un bien de quien se suponía que es el dueño, puede ocurrir dos cosas: que esta suposición esté conforme a la realidad, o que no esté conforme con ella, es decir, exista error respecto de lo que se suponía cierto. Entonces cabe la pregunta ¿Puede existir buena fe en este caso? Para dilucidar si existe buena fe, es necesario distinguir si el error es de hecho o de derecho. “El error puede referirse a un hecho determinante de la posesión o al derecho 21.1. Error de hecho.- El Art. 721, inciso tercero, expresa que el justo error en materia de hecho no se opone a la buena fe. Es decir que la Ley admite que exista buena fe aunque haya error de hecho, el cual debe ser justo, es decir que quien se equivoca al apreciar los hechos, tenga una razón valedera para haberse equivocado, como por ejemplo cuando se compra un objeto a alguien que lo venía usando durante algún tiempo y se presumía que era de su propiedad, o como cuando se compra algo a un menor de edad, cuya apariencia es de una persona mayor de edad. 21.2. Error de derecho.- El Art. 721, inciso final, establece que error en materia de derecho constituye una presunción de mala fe, que no admite prueba en contrario. Esta es una consecuencia de principio jurídico de que la ley, una vez que ha sido promulgada se entenderá que es conocida por todos. (Art. 6 y 13 del Código Civil). Vodanovic ejemplifica que no podría invocar la buena fe el comprador de un inmueble de un menor, si la venta se realizó sin las formalidades prescritas por la ley, aunque creyera que el representante legal, podía celebrar el contrato por sí solo. 22. Presunción de buena fe.- El Art. 722 dice que la buena fe se presume, excepto en los casos en que la ley establece la presunción contraria. En todos los demás la mala fe deberá probarse.
Los casos en que la ley establece la presunción de
mala fe, son: a) El error de derecho; b) La mala fe en los poseedores de los bienes del desaparecido, cuando han sabido y ocultado la verdadera muerte de éste o su existencia; c) La existencia de un título de mera tenencia que hace presumir la mala fe y no da lugar a la prescripción extraordinaria, a menos de concurrir las circunstancias determinadas en el Art. 2410, num. 4º. 23. La tradición como requisito de la posesión regular.- El Art. 717, inciso 2º establece que si el título es translativo de dominio, es también necesaria la tradición. El último inciso del mismo artículo dice que la posesión de una cosa a ciencia y paciencia del que se obligó a entregarla hará presumir la tradición, a menos que ésta haya debido efectuarse por la inscripción del título. 24. Posesión irregular.- De acuerdo al Art. 723, la posesión irregular es aquella que carece de uno o más de los requisitos señalados en el Art. 717. No dice de los todos a la vez.
Como ya hemos visto, los requisitos son el justo
título y la buena fe inicial. Es decir que puede haber posesión irregular si es adquirida de buena fe, pero sin justo título; o que teniendo justo título carezca de buena fe. Posesión irregular no necesariamente quiere decir posesión viciosa (violenta o clandestina), ya que puede tomarse en posesión un bien que se encontraba abandonado y por tanto no se obtenga justo título, siendo ésta una posesión irregular. 25. Los beneficios y limitaciones de la posesión regular, comparados con los de la posesión irregular.- La posesión es un hecho que produce consecuencias jurídicas, dice el Dr. Vodanovic, y éstas se traducen en beneficios para el poseedor. Veamos cuáles son las ventajas del poseedor regular con relación a las del poseedor irregular: a) Tanto el uno como el otro pueden adquirir por prescripción el dominio de los bienes que poseen, pero para el poseedor regular es suficiente con la prescripción adquisitiva ordinaria, cuyo plazo es de tres años para los muebles y de cinco años para los inmuebles. En cambio el poseedor irregular necesita la prescripción adquisitiva extraordinaria, cuyo tiempo es de quince años, sin distinción de muebles y de bienes inmuebles. b) El poseedor regular tiene la facultad de ejercer la reivindicación de la posesión, aunque no pruebe dominio. El Art. 938 establece que no obstante no se podrá ejercer contra el verdadero dueño, ni contra el que posea con igual o mejor derecho.
c) La presunción de que el poseedor es reputado dueño, se
aplica tanto al poseedor regular como al irregular.
d) Los interdictos posesorios o acciones posesorias, pueden
entablarse tanto por el poseedor regular como por el irregular. 26. Posesión viciosa.- Son posesiones viciosas la violenta y la clandestina (Art. 724).
26.1. Posesión violenta.- Es la que se adquiere por
la fuerza (Art. 725). Primeramente hay que considerar que la fuerza o la violencia debe ser relativamente grave, tal como lo dice el Art. 1472. 26.2 Posesión clandestina.- Es aquella que se ejerce ocultándola a los que tienen derecho para oponerse a ella, dice el Art. 728. La clandestinidad como la violencia son vicios relativos, es decir que, sólo pueden ser reclamados por quienes tienen derecho a oponerse a la posesión. Se puede advertir no obstante que la violencia es un vicio inicial desde su origen que afecta de manera permanente a la posesión. La clandestinidad se entiende fácilmente respecto de los bienes muebles, pero es más difícil entender cómo se puede ocultar la posesión de un bien inmueble, por lo que es muy raro el apreciarla. Se suele poner como ejemplo de clandestinidad de bienes inmuebles, el del dueño de casa o poseedor que cava debajo de la casa del vecino para ampliar un local destinado a depósito, o construye un camino, etc. 27. La posesión como un hecho o como un derecho.- Existe una discusión aún no concluida, sobre si la posesión es un hecho o un derecho. La doctrina clásica, según el Dr. Larrea Holguín, considera a la posesión como un derecho y la doctrina objetiva la califica como un mero hecho. Dice también que esta afirmación no es exacta, puesto que hay tratadistas que consideran esto al revés. Los juristas franceses del siglo pasado consideraban también la posesión como un hecho, aunque origina derechos. A criterio del Dr. Larrea Holguín, la solución de este problema, es saber cuál es la razón por la que se protege jurídicamente la posesión, y sostiene que la posesión puede apreciarse solamente como un hecho que funda derechos o da origen a derechos, pero no como un verdadero derecho, en sí mismo considerado. 28. Agregación de posesiones.- De acuerdo con la ley, la posesión no pasa de una persona a otra, por tanto el legislador ideó el sistema de la agregación de posesiones, para favorecer la institución posesoria, tanto para el ejercicio de las acciones posesorias como para la prescripción. El art. 732 establece la agregación de posesiones, y dice que “la posesión del sucesor comienza en él, ora suceda a título universal o singular, a menos que quiera añadir la de su antecesor a la suya; pero en tal caso, se la apropia con sus calidades y vicios. Los requisitos para la agregación de posesiones son: a) Que exista un vínculo jurídico entre el actual poseedor y su antecesor; b) Que las posesiones que se suman sean sucesivas y no interrumpidas; y, c) Que las posesiones sean útiles para prescribir. El Dr. Vodanovic menciona además que existen reglas que gobiernan la accesión de posesiones y estas son:
1) Es facultativa, es decir que el sucesor tiene la facultad
de añadir o no a su posesión, la posesión de sus antecesores, pero las agrega con los mismos vicios que tenían las posesiones de éstos. El Art. 733 inciso segundo confirma esta facultad respecto del adjudicatario; 2) Tiene lugar la agregación respecto de antecesores mediatos e inmediatos. Esto quiere decir que se puede agregar no solo la posesión del antecesor inmediato, sino también la del mediato. La única condición es que esta serie de posesiones sea ininterrumpida. Puede pues decidir el sucesor hasta qué antecesor desea agregar las posesiones. Si escoge posesiones irregulares, su posesión regular se convierte también en irregular, y sólo le alcanza para la prescripción adquisitiva extraordinaria de dominio. 3) La posesión de sus antecesores accede con sus calidades y vicios a la del sucesor que agrega aquella. Existe una regla sencilla y práctica, cuando los poseedores sucesivos no se hallan en la misma situación, desde el punto de vista de la prescripción, es decir que tienen distintas calidades de posesión. La regla es que los años útiles para la prescripción extraordinaria, no pueden servir para completar la prescripción ordinaria, pero los años útiles de ésta pueden servir para completar los de aquella. 4) El sucesor no puede escoger los antecesores que le convengan, saltando los que no le convienen. Si escoge una serie no interrumpida de sucesores, no podrá de esta serie escoger los antecesores que le convengan. Deberá aceptar la posesión de todos ellos con sus calidades y vicios, o sólo escoger hasta los que le sean útiles. 29. Presunciones que se admiten en materia posesoria.- Las siguientes son las presunciones que se admiten en materia posesoria:
a) Presunción de la posesión.- No existe disposición
respecto de esta presunción en el Código, pero, dice el Dr. Carrión que, aplicando los principios generales del Derecho, se puede concluir que en la relación persona- cosa, no habiendo constancia de su naturaleza jurídica, debe presumirse el ánimo de dueño. b) Presunción de dominio.- Cuando el Art. 715 dice que el poseedor será reputado dueño mientras otra persona no justifica serlo, se establece la presunción dominio. Esta es una gran ventaja para el poseedor, ya que lo exonera de la carga de la prueba en el juicio reivindicatorio; c) Presunción de de buena fe.- La buena fe en la posesión produce importantes efectos, especialmente en la adquisición de los frutos. Es difícil establecer la existencia de la buena fe, ya que es un elemento muy subjetivo. Es por eso que, el Art. 722 resuelve este problema, expresando que la buena fe se presume en todos los casos, excepto en aquellos en que la ley establece la presunción contraria d) Presunción de mala fe.- El error en materia de derecho constituye presunción de mala fe, que no admite prueba en contrario (Art. 721). También se presume mala fe en el caso de existir un título de mera tenencia, cuando se alega prescripción adquisitiva extraordinaria de dominio. (Art. 2410, regla 4º). e) Presunción de continuidad de la posesión.- En materia posesoria es imposible probar cada instante de la posesión, y por ello el legislador viene en auxilio del poseedor, estableciendo que si se ha empezado a poseer a nombre propio, se presume que la posesión ha continuado hasta el momento en que se alega (Art. 734). Vale la pena decir que “poseer a nombre propio” es una reiteración necesaria, para destacar que no se trata de mera tenencia f) Presunción de continuidad de mera tenencia.- Al igual que en el caso anterior, la dificultad de establecer la situación de la mera tenencia por todo el tiempo que ésta dure, queda resuelta en el mismo artículo 734, que dispone que si se ha empezado a poseer a nombre ajeno (o sea a tener), se presume igualmente la continuación del mismo orden de cosas. El Dr. Carrión sostiene que la expresión “poseer a nombre ajeno” es impropia, ya que se posee a nombre propio y se tiene a nombre ajeno. g) Presunción del tiempo intermedio.- El mismo Art. 734 dice que si alguno prueba haber poseído anteriormente y posee actualmente, se presume la posesión en el tiempo intermedio. Esta regla se debe aplicar cuando se trata de establecer la existencia del estado posesorio en el tiempo intermedio, comprendido entre dos momentos extremos de una misma posesión. 30. Intervención de la posesión.- Esta palabra francesa equivale al término “inversión”. Se refiere pues al caso en que el mero tenedor se convierte en poseedor, o el del poseedor que se convierte en mero tenedor.
En el primero de los casos, el mero tenedor que tiene la
cosa a nombre ajeno, o reconociendo dominio ajeno, en un momento determinado deja de reconocerlo y actúa con ánimo de señor y dueño. El Art. 745 dice que “si el que tiene la cosa a nombre de otro, la usurpa, dándose por dueño de ella, no se pierde por una parte la posesión ni se adquiere por otra”. Y agrega, “a menos que el usurpador enajene a su propio nombre la cosa. En este caso, la persona a quien se enajena adquiere la posesión de la cosa, y da fin a la posesión anterior”. Finalmente hay otro caso de cambio de tenencia en posesión y es el numeral 5º del Art. 700 que plantea que la mera tenencia se cambia en posesión por la venta o donación u otro título de enajenación conferido al que tiene la cosa mueble como usufructuario, arrendatario, comodatario, posesionario o a cualquier otro título no translaticio de dominio. 31. Régimen legal aplicable a la adquisición, conservación y pérdida de la posesión de bienes inmuebles; inmuebles no inscritos e inmuebles inscritos.-
31.1. La adquisición de la posesión.- Para la adquisición de
la posesión, hace falta el corpus y el animus. Esto está establecido respecto de los muebles en el Art. 738 según el cual, los que no pueden administrar libremente lo suyo, no necesitan autorización alguna para adquirir la posesión de una cosa mueble, con tal que concurran en ello la voluntad y la aprehensión legal o material. El Art. 736 dice que si un individuo toma la posesión en lugar o a nombre de otro, de quien es su mandatario o representante legal, la posesión del mandante principia en el mismo acto, aún sin su conocimiento. Esta disposición es concordante con los principios legales de la representación. 31.2. Conservación de la Posesión.- EL Dr. Peñaherrera dice que “la adquisición de la posesión es un acto único que se realiza en un instante. La conservación entraña el mantenimiento de un estado de cosas permanente”. Así pues, para mantener la posesión, es necesario que se mantenga el animus. Cabe señalar que no es necesario que haya constante demostración de actos posesorios, es decir que no tiene que haber una voluntad positiva “siempre vigilante y activa”. 31.3. De la pérdida de la posesión.- La posesión se pierde a partir del momento en que el poseedor dejar de tener la potestad de ejercer actos posesorios sobre la cosa, y esta pérdida de la potestad puede ocurrir con o contra la voluntad del poseedor. Es por eso que los tratadistas dividen en pérdida voluntaria y pérdida involuntaria de la posesión. a) Pérdida voluntaria.- La posesión se pierde voluntariamente: 1) Cuando transmitimos nuestra posesión a otra persona, y lo hacemos renunciando a nuestros derechos, por medio de la tradición; 2) Cuando hacemos una renuncia absoluta, sin relación a persona alguna, es decir por medio del abandono; 3) Cuando se da el constituto posesorio, por el cual el poseedor o dueño se convierte en mero tenedor, como usufructuario, arrendatario, etc. (Art. 700, numeral 5º, segunda parte) b) Pérdida involuntaria.- Se produce: 1) Cuando otra persona se apodera de la cosa con el ánimo de hacerla suya (Art. 741); 2) Cuando la cosa se destruye o cuando por un accidente natural, como la inundación, se vuelve imposible todo acto posesorio; 3) Cuando la cosa se transforma en una especie distinta; 4) Cuando el poseedor pierde la acción reivindicatoria o de recuperación de la posesión. Aquí se ratifica la pérdida de la posesión que ocurrió antes, debido a la ocupación por otro de la cosa. 32. Régimen aplicable a los inmuebles no inscritos.- El Art. 744 dice que si alguno, dándose por dueño, se apodera violenta o clandestinamente, de un inmueble cuyo título no está inscrito, el que tenía la posesión la pierde. No obstante el Art. 739 dice que si la cosa es de aquellas, cuya tradición debe hacerse en el correspondiente libro del Registrador de la Propiedad, nadie podrá adquirir la posesión de ella, sino por este medio 33. Régimen aplicable a los inmuebles inscritos.- Sobre los inmuebles inscritos hay varias disposiciones igualmente contradictorias. Además del Art.739, el 743 dice que “para que cese la posesión inscrita es necesario que la inscripción se cancele, ya sea por voluntad de las partes o por una nueva inscripción en que el poseedor por título inscrito, la transfiere a otro, o por decisión judicial”. El Art. 745, inc. 2º, dice: “Con todo si el que tiene la cosa a nombre de un poseedor por título inscrito, se da por dueño de ella y la enajena, no se pierde por una parte la posesión ni se pierde por otra, sin la competente inscripción”. Este artículo hace referencia a la usurpación de la posesión por el mero tenedor. Según el Dr. Carrión Eguiguren, el usurpador sí puede poseer, de acuerdo al Art. 2410, inc. 1º y 2º, y no necesita ningún título para constituirse en poseedor. 34. La inscripción de un título relativo a un inmueble no inscrito que no emana del poseedor.- Hay dos teorías al respecto. Cuando una persona que no está en posesión adquiere de un tercero un título de posesión y lo inscribe, se trata de dilucidar si esta inscripción hace perder la posesión del que efectivamente está en poder de la cosa. Hay dos posiciones: La primera es de que en efecto la inscripción hace perder la posesión, por cuanto el poseedor no inscrito ha actuado de manera negligente al no haber inscrito su posesión, y el Código castigaría esa falta de diligencia.