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ANTIJURICIDAD
LA IMPUTABILIDAD O CAPACIDAD DE
IMPUTACIÓN
La imputabilidad o “capacidad de
imputación”, es la aptitud del sujeto de
derecho de ser responsable por los daños
que ocasiona, lo cual para el ordenamiento
jurídico nacional, se da cuando el sujeto
tenga discernimiento.
RESPONSABILIDAD POR ACTOS ILÍCITOS
Artículo 458° C.C. “El menor capaz de discernimiento responde por los daños
y perjuicios que causa”.
Artículo 1975° C.C. “La persona sujeta a incapacidad de ejercicio queda
obligada por el daño que ocasione, ”.
No todo daño es susceptible de reparación.
Sólo lo será el que sea resultado de una
conducta ilícita (o antijurídica), que
provenga de un sujeto cierto.
En el ordenamiento jurídico, existen “daños
permitidos”, cuando los mismos se ocasionen
dentro de los supuestos del artículo 1971°
C.C.
Una conducta es antijurídica “no sólo
cuando contraviene una norma
prohibitiva, sino también cuando la
conducta viola el sistema jurídico en
su totalidad, en el sentido de afectar
los valores o principios sobre los
cuales ha sido construido el sistema
jurídico”. (TABOADA CÓRDOVA).
Juan Espinoza, prefiere utilizar el término ilicitud. Si
bien es cierto lo antijurídico es “lo contrario al
Derecho”, para la responsabilidad civil y penal; en
materia del acto (o negocio) jurídico, se utilizan
parámetros distintos. Así, es jurídico “lo que produce
efectos jurídicos”. Bajo esta perspectiva, tanto el
delito, como el supuesto de responsabilidad civil serían
“jurídicos”, en tanto productores de efectos jurídicos…
Por ello, prefiero reservar el término ilicitud para
indicar la contrariedad del acto humano a los valores
jurídicos.
La ilicitud puede encontrarse tipificada, como en el
caso de la responsabilidad contractual (principio de
tipicidad), o estar regida bajo el principio de la
atipicidad, como la responsabilidad extra-contractual
(con la cláusula abierta contenida en el artículo 1969°
C.C.).
Hay causalidad adecuada entre un evento y un daño, cuando concluimos, sobre la base de la
evidencia disponible, que la recurrencia de ese acto o actividad incrementará las
posibilidades de que el daño también ocurrirá. Para esta teoría no es causa cada condición
del evento, sino sólo la condición que sea “adecuada”, “idónea” para determinarlo. No se
consideran, por tanto, causados por la conducta, aquellos efectos que se han verificado de
manera contraria al curso normal de las cosas. El procedimiento para individualizar la
adecuación se vale de un juicio ex ante: se remonta al momento de la acción y se juzga como
si el evento debiese aún producirse.
Al parecer de BUSTAMANTE ALSINA, esta teoría «es la que predomina actualmente y fue
expuesta por VON KRIES. Según esta teoría no todas las condiciones necesarias de un
resultado son equivalentes. Aquella que según el curso natural y ordinario de las cosas es
idónea para producir el resultado, ésa es la causa. Las demás condiciones que no producen
normal y regularmente ese efecto, son solamente condiciones antecedentes o factores
concurrentes.
Para establecer cuál es la causa de un daño conforme a esta teoría, es necesario formular un
juicio de probabilidad, o sea considerar si tal acción u omisión del presunto responsable era
idónea para producir regular o normalmente un resultado; y ese juicio de probabilidad no
puede hacerse sino en función de lo que un hombre de mentalidad normal, juzgada ella en
abstracto, hubiese podido prever como resultado de su acto».
Causalidad probabilística