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INTRODUCCIÓN A LA

BIBLIA
Inspiración y Canon
La Biblia constituye un libro especial.
Es el único libro que asevera ser la Palabra
inspirada por Dios y demuestra su autoridad por
pruebas irrefutables (como la profecía predictiva).

Otros libros como el Corán, Upanishad, no


contienen profecías predictivas.
Es precisamente la profecía predictiva el
elemento principal que rompe la argumentación
“circular” que supondría basar la inspiración de
la Biblia en su propia declaración de inspiración.
¿Por qué tenemos una Biblia?

El mundo estuvo durante miles de años sin ningún


libro. Sin libro santo.

Ante la posibilidad de perder los contenidos de


verdad, Dios instruye al hombre a poner por
escrito la historia y sus mensajes. La historia de
la Biblia, por tanto, está ligada a la historia de la
escritura.
Inspiración y autoridad de la Biblia
Hay una diferencia abismal entre la forma en la que lee
e interpreta la Biblia dependiendo del origen que se le
atribuya.
“Las sagradas Escrituras, que abarcan el Antiguo y el Nuevo Testamento,
constituyen la Palabra de Dios escrita, transmitida por inspiración divina mediante
santos hombres de Dios que hablaron y escribieron siendo impulsados por el
Espíritu Santo. Por medio de esta Palabra, Dios ha comunicado a los seres
humanos el conocimiento necesario para alcanzar la salvación.
Las sagradas Escrituras son la infalible revelación de la voluntad divina. Son la
norma del carácter, el criterio para evaluar la experiencia, la revelación autorizada
de las doctrinas, y un registro fidedigno de los actos de Dios realizados en el curso
de la historia.”.[1]

[1] Creencias de los Adventistas del Séptimo día, 10.


Evidencias de la inspiración de la Biblia:

1. La Biblia afirma de sí misma, que es la revelación


especial de Dios. Sostiene que sus palabras provienen de
Dios mismo: “Así ha dicho Jehová”.
2. Coherencia interna (1500 años, más de 40 autores).
3. La capacidad transformadora de la Biblia, habla de un
poder especial.
4. La Cosmovisión que ofrece la Biblia, es coherente desde
todos los puntos de vista.
Errores y discrepancias

La Biblia declara que la Palabra de Dios es verdadera:


“tu palabra es verdad.” (Juan 17:17; “La suma de tu
palabra es verdad,” (Sal 119:160).

Sin embargo, en ocasiones se encuentran pequeños


errores menores o discrepancias que Dios no
consideró oportuno evitar.

Por ejemplo: Mat 27:9-10


¿Que la Biblia sea inspirada implica que sea inerrante?

Hay autores para los que dicha inerrancia se dio


únicamente en los manuscritos originales (no accesibles ya
a nosotros).[1]

[1] Archer, Introducción al Antiguo Testamento, 25-26.

En todo caso, estos supuestos errores no interfieren con la


voluntad divina de revelar la verdad al hombre puesto que
son, en todo caso, errores menores.
Como prueba, se puede constatar que de todas las variantes
textuales que hoy en día se conocen, ninguna de ellas afecta
de forma directa o indirecta a alguna doctrina bíblica.
La inspiración de la Biblia implica una revelación
verdadera. Dios no puede revelar un error. Aunque no
es imprescindible una ausencia total de errores menores
en el proceso de escritura, puesto que como proyecto
conjunto de Dios con el hombre, la Biblia es al mismo
tiempo divina y humana.
Inspiración: Método de Dios para influir sobre la mente
de los hombres y dirigirlas en el proceso de hacer de
ellos canales de revelación divina. (Diccionario Bíblico
Adventista).

Tipos de Inspiración

Inspiración verbal Inspiración de concepto


Declaraciones de E. G. White sobre la inspiración

“La Biblia no es la forma del pensamiento y de la


expresión de Dios. Es la forma de la humanidad. Dios no
está representado como escritor. Con frecuencia los
hombres dicen que cierta expresión no parece de Dios.
Pero Dios no se ha puesto a sí mismo a prueba en la Biblia
por medio de palabras, de lógica, de retórica. Los
escritores de la Biblia eran los escribientes de Dios, no su
pluma”.[1]

[1] E. G. White, Mensajes Selectos. Vol. 1 (Mountain View,


CA: Pacific Press, 1966), 24.
Declaraciones de E. G. White sobre la inspiración

“La inspiración no obra en las palabras del hombre ni en


sus expresiones, sino en el hombre mismo, que está
imbuido con pensamientos bajo la influencia del Espíritu
Santo. Pero las palabras reciben la impresión de la mente
individual. La mente divina es difundida. La mente y
voluntad divinas se combinan con la mente y voluntad
humanas. De ese modo, las declaraciones del hombre son
la palabra de Dios”.[1]

[1] E. G. White, Mensajes Selectos. Vol. 1 (Mountain View,


CA: Pacific Press, 1966), 24.
La inspiración no anula la individualidad del individuo

En la Biblia hay estilos diferentes que reflejan la cultura,


educación y experiencia vital de los autores.

El griego de Juan es muy sencillo, mientras que el griego


que emplea Pablo es muy complicado.

El hebreo que emplea Isaías es de una alta calidad literaria,


que no se encuentra en otros autores del A.T.

Los cuatro evangelios relatan lo mismo, desde perspectivas


diferentes y para grupos diferentes de personas.
Hay ocasiones, por ejemplo, en las que el profeta recibe una
visión (sin palabras) y se le pide que escriba lo que ve:

Apoc 1:11 “que decía: Yo soy el Alfa y la Omega, el primero


y el último. Escribe en un libro lo que ves, y envíalo a las
siete iglesias que están en Asia: a Éfeso, Esmirna, Pérgamo,
Tiatira, Sardis, Filadelfia y Laodicea.”

Los términos que emplea, por tanto, son los mejores que el
profeta encuentra par describir lo que ha visto y oído:

“Y sus vestidos se volvieron resplandecientes, muy blancos,


como la nieve, tanto que ningún lavador en la tierra los puede
hacer tan blancos.” (Mar 9:3)
“Y oí una voz del cielo como estruendo de muchas aguas, y
como sonido de un gran trueno; y la voz que oí era como de
arpistas que tocaban sus arpas.” (Apoc 14:2)
La experiencia de Moisés y Aarón ilustra
perfectamente la labor de los profetas hablando
y escribiendo con sus palabras los mensajes de
Dios:
“Yo te he constituido dios para Faraón, y tu
hermano Aarón será tu profeta” (Ex 7:1; 4:15,
16).
Naturaleza de la Inspiración

En 2 Tim 3:16 Pablo sostiene que “toda escritura es


inspirada [theopneustos] por Dios”. Este término se
traduce como “inspirado”, aunque literalmente implica
“soplada por Dios”.
2 Ped 1:21 sostiene que los “santo hombres de Dios
hablaron [pheromenoi] (llevados, soplados, impulsados)
por el Espíritu Santo.
Los autores del AT describieron hablar inspirados por
Dios:
“El Espíritu de Jehová ha hablado por mí, y su palabra ha
estado en mi lengua (2 Sam 23:2).
Ezequiel escribió: “Entró el Espíritu en mí”, “vino sobre
mí el Espíritu de Jehová”, “me levantó el Espíritu” (Eze
2:2; 11:5, 24).
Miqueas testificó “Mas yo estoy lleno del poder del
Espíritu de Jehová” (Miq 3:8)
En numerosos pasajes se explica el proceso mediante el
cual es Dios quien habla, por medio del agente
humano:

Mar 12:36 “Porque el mismo David dijo por el Espíritu


Santo: Dijo el Señor a mi Señor: Siéntate a mi diestra,
Hasta que ponga tus enemigos por estrado de tus pies.”

Hechos 1:16 “Varones hermanos, era necesario que se


cumpliese la Escritura en que el Espíritu Santo habló antes
por boca de David acerca de Judas, que fue guía de los que
prendieron a Jesús”

Mat 1:22 ““Todo esto aconteció para que se cumpliese lo


dicho por el Señor por medio del profeta, cuando dijo […]”
Hay versículos que describen las palabras del AT como
originadas por el Espíritu Santo (Hech 4:25; 28:25; Heb 3:7;
10:15), de forma que era Dios el autor final de lo escrito
por sus siervos (Hech 3:18,21; Rom 1:2; Heb 1:1; Apoc
10:7).

Hebreos 1:1,2 “Dios, habiendo hablado muchas veces y de


muchas maneras en otro tiempo a los padres por los
profetas, en estos postreros días nos ha hablado por el
Hijo, a quien constituyó heredero de todo, y por quien
asimismo hizo el universo”.
Alcance de la Inspiración
2 Tim 3:16 “toda escritura es inspirada por Dios”. El uso
que hace el NT de este término [escritura] implica una
referencia al conjunto del AT.

Jesús consideró el AT de su tiempo como inspirado:

Mateo 4:4 “Él respondió y dijo: Escrito está: No sólo de pan


vivirá el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de
Dios”.
Mateo 22:31 “Pero respecto a la resurrección de los muertos, ¿no
habéis leído lo que os fue dicho por Dios, cuando dijo: Yo soy
el Dios de Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob? Dios no
es Dios de muertos, sino de vivos.”
Juan 10:35 “Si llamó dioses a aquellos a quienes vino la palabra
de Dios (y la Escritura no puede ser quebrantada)”
Respecto al NT

Por otra parte Pedro argumenta que las epístolas de Pablo


están al mismo nivel de inspiración al considerarlas también
escrituras:

2 Ped 3:16 “casi en todas sus epístolas, hablando en ellas de


estas cosas; entre las cuales hay algunas difíciles de entender,
las cuales los indoctos e inconstantes tuercen, como también
las otras Escrituras (w`j kai. ta.j loipa.j grafa,j), para su propia
perdición.”
Pablo declara sus enseñanzas “palabra de Dios”.

1 Tes 2:13 “Por lo cual también nosotros sin cesar damos


gracias a Dios, de que cuando recibisteis la palabra de
Dios que oísteis de nosotros, la recibisteis no como
palabra de hombres, sino según es en verdad, la palabra
de Dios, la cual actúa en vosotros los creyentes.”
En los libros posteriores del NT, se presenta esta concepción
de la inspiración respecto a los escritos del Nuevo
Testamento:

En 1 Tim 5:18 hay que destacar que se introduce con la


expresión “La Escritura dice” una frase de Jesús “Digno es
el obrero de su salario” que aparece en Lucas 10:7.

Esta parece ser la primera vez que se cita una frase de Jesús
como “escritura”.

Pablo, Pedro y Juan dan a entender que están siendo


impulsados, como los profetas del AT, por el Espíritu Santo
(Efe 3:4, 5; 1 Ped 1:12; Apoc 1:10,11).
Versículo peculiar:

1 Cor 7:10, 12

¿Inspirado o no inspirado?

1 Cor 7:10 “Pero a los que están unidos en matrimonio,


mando, no yo, sino el Señor: Que la mujer no se separe del
marido.”

1 Cor 7:12 “Y a los demás yo digo, no el Señor: Si algún


hermano tiene mujer que no sea creyente, y ella consiente en
vivir con él, no la abandone.”

1 Cor 7:40 “pienso que también yo tengo el Espíritu de Dios.”


CANON BÍBLICO

El término canon, proviene de la palabra griega


[kanon] que era una “caña” de medir recta.
El Canon HEBREO
 Escritos
 La Ley
Profetas A. Poéticos
1. Génesis 
Primeros 14. Job
2. Exodo A.
6. Josué 15. Salmos
3. Levítico
7. Jueces 16. Proverbios
4. Números
5. Deuteronomio 8. Samuel (1&2)
9. Reyes (1&2) B. Cinco Rollos (Megillot)
17. Cantares
B. Postreros 18. Rut
10. Isaías 19. Lamentaciones
11. Jeremías 20. Eclesiastés
12. Ezequiel 21. Ester
13. Los Doce
(Profetas Menores) C. Historicos
22. Daniel
23. Esdras-Nehemías
24. Crónicas (1&2)
CRITERIOS DE CANONICIDAD

1) Que el libro fuese escrito por un profeta.


2) Que el autor recibiese confirmación milagrosa por parte de
Dios.
3) Que el libro no contradijese la verdad ya revelada (2 Cor
1:17,18).
4) Que el libro demostrara el poder de Dios mediante su
fuerza transformadora.
5) Que gozara de aceptación en la comunidad de creyentes.

Sin embargo, ninguna lista de requerimientos selecciona


automáticamente el A.T.
De la misma forma que Dios inspiró la redacción de
ciertos libros, permitió que su pueblo reconociera la
inspiración de los mismos y los agrupara como
testimonios revelados.

Hay que entender que el hombre solo puede reconocer la


Palabra de Dios, si Dios mismo permite que el hombre la
identifique.[1]
La acción del Espíritu Santo en el hombre permite que el
hombre perciba una revelación como divina (cf. Juan 10:27
“Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco, y me siguen”).

[1] Edward J. Young, “The Canon of the Old Testament”, Carl F.H. Henry, ed., Revelation
and the Bible. Contemporary Evangelical Thought (London: The Tyndale Press, 1959), 157.
HISTORIA DEL CANON DEL AT

La Torah (Pentateuco) fue apartada desde su origen para


un uso especial. Se puso en un lugar determinado del
santuario (Deu 31:6). La obra de los profetas, también fue
reconocida como inspirada tanto pronto como fue producida.
Puesto que los profetas eran reconocidos como tales en
vida, sus escritos se reconocieron como inspirados de forma
automática.
Para el resto de libros, la confirmación llegará mediante
Jesús, quien confirma la inspiración de todo el AT.
Además, no se percibe ningún tipo de controversia con los
fariseos al respecto.
¿Cuándo se determinó el canon del A.T?

Tradicionalmente se ha mantenido
que el canon del AT fue finalmente
establecido en el concilio de Jamnia
en el año 90 d.C.

Las discusiones se centraron sobre todo en Ezequiel,


Eclesiastés, Cantares, Proverbios y Ester. Sin embargo, hay
dudas respecto a si en este concilio se decidió la entrada de
ningún libro en el Canon. En cambio, parece que se
discutió la conveniencia de la permanencia de algunos
libros en dicho canon.[1]

[1] Young, “The Canon of the Old Testament”, 160.


La comunidad de creyentes, guiada por Dios, reconoció
la canonicidad de los libros inspirados, pero no les
“dotó” de canonicidad. Es una diferencia muy
importante que debe tenerse en cuenta.

“No le impartieron canonicidad a una sola página de la


Escritura; simplemente reconocieron la divina inspiración de
documentos religiosos que fueron inherentemente canónicos
desde el momento en que fueron compuestos, y formalmente
rechazaron otros libros a los que se les había atribuido una
falsa canonicidad”.[1]

(Ilustración niño reconoce paternidad)

[1] Archer, Introducción, 83.


El canon del AT debió quedar suficientemente reconocido
hacia el siglo IV a.C.

RAZONES:

Desde el siglo IV los propios judíos estaban convencidos de


que la voz de Dios había dejado de hablarles directamente.
Los últimos libros canónicos fueron Malaquías y Crónicas.
Lucas 24:44; Juan 10:31-36 Las discusiones de Jesús con los
fariseos tenían que ver con las tradiciones orales, pero no con
las escritas ni el canon.

Lucas 11:51 “desde la sangre de Abel hasta la sangre de


Zacarías”, parece implicar el alcance de todo el AT, porque
Abel es el primer mártir mencionado en las Escrituras (Gen 4:8) y
Zacarías es el último mártir mencionado según el orden de los
libros en el canon hebreo 2 Cro 24:21).
Libros apócrifos
Del griego apokryphos, que significa "oculto." Los católicos
los denominan “deuterocanónicos”.

Los libros APOCRIFOS o DEUTEROCANÓNICOS:


1 y 2 Macabeos, Tobías, Judit, Baruc, Sabiduría,
Eclesiástico, adiciones a Daniel y Esdras.

Nunca fueron aceptados por los judíos como inspirados, ni


tampoco fueron citados por Jesucristo ni por el Nuevo
Testamento.
Traducción Septuaginta (LXX)

En el siglo III a.c. se tradujo la Biblia del hebreo al griego, para ser leída
por los judíos dispersos por el mundo que ya habían olvidado su
lengua natal.
Esta es la primera traducción que se hizo de los textos sagrados.

Según cuenta la historia, a petición del rey Ptolomeo II Filadelfo fueron


enviados desde Jerusalén por el Sumo Sacerdote, 72 sabios (6 de cada
tribu), con la misión de traducir la Torá hebrea al griego, para la
famosa biblioteca de Alejandría. Una vez que llegaron se le entregó a
cada uno una copia de la Torá.

Al finalizar compararon sus trabajos y sus traducciones coincidían en


todo, dando a entender que dicha traducción es inspirada. La calidad
de esta traducción es buena, aunque en muchos casos tiende a aclarar y
explicar.

Incluye los libros deuterocanónicos.


¿Por qué no los aceptamos en el Canon?

Los protestantes hemos seguido el canon judío


Rom 3:1-2: ¿Qué ventaja tiene, pues, el judío? ¿o de qué aprovecha la
circuncisión? Mucho, en todas maneras. Primero, ciertamente, que les
ha sido confiada la palabra de Dios.

Los targumes arameos no tenían ni un solo libro apócrifo.


Tampoco la peshita siria, en su forma más antigua.
Jerónimo, que tradujo la Biblia al latín, reconocía que los
apócrifos no tenían la misma validez que los libros del canon
hebreo. Él mismo no quería incluirlos en la traducción de la
Vulgata, aunque finalmente accedió y su traducción se
convirtió en la Biblia base del catolicismo durante siglos.
La mayor evidencia que se señala para incluir los apócrifos
es su presencia en la versión LXX. Pero como señala
Archer, “de ninguna manera es seguro que todos los libros
de la LXX fueron considerados canónicos ni siquiera por
los mimos judíos de Alejandría”.[1]

De hecho, es muy relevante que Filón de Alejandría (siglo I


d.C.) no cita en ninguna ocasión los apócrifos.
Por otro lado, los judíos de Alejandría del siglo II d.C.
aceptaron la versión Griega de Aquila, que no contenía
los apócrifos. Todo esto parece indicar que en la LXX no
solo se incluyeron los libros canónicos, sino también los
que eran de uso común o edificante.

[1] Archer, Introducción al AT, 79.


En el concilio de Cartago (397 d.C.) se aceptaron los
apócrifos como libros aptos para ser leídos, pero aun así
conservaron un status inferior a los canónicos.

No fue hasta el concilio de Trento (1546 d.C.) cuando se


decretó que los libros apócrifos formaban parte del
Canon del A.T.

Durante los cuatro primeros siglos no formaron parte del


canon del AT.

Autores como Orígenes, Tertuliano o Hilario de Poitiers


excluyeron a los apócrifos de sus recuentos canónicos.
Josefo (I d.C.) en sus escritos niega implícitamente la
canonicidad de los apócrifos al señalar que desde
Malaquías no se había añadido ni alterado nada del
canon, además de no mencionarlos en su recuento de
libros del A.T.
¿Qué dicen los apócrifos?
Los libros de Judit y Tobit contienen errores históricos,
geográficos y cronológicos. Justifican la mentira y la falsedad y
presentan un tipo de justificación por obras.
Las limosnas, según Tobit, pueden liberar de la muerte. Judit
vive una vida de engaños a pesar de que se presenta como
asistida por Dios.
Eclesiástico y Sabiduría de Salomón transmiten una especie de
ética situacional. Sabiduría presenta la creación del mundo a
partir de materia pre-existente.
Eclesiástico enseña que las limosnas hacen expiación por el
pecado (3:30 “la caridad expía los pecados”). En Baruc se
menciona que Dios oye las oraciones de los muertos, y en 1
Macabeos hay errores históricos y geográficos.
Resumiendo:
1. Filón de Alejandría nunca citó los libros como escrituras
inspiradas.

2. Josefo explícitamente los excluye.

3. No se citan en todo el NT.

4. No se sabe con seguridad, ni siquiera, si los apócrifos


fueron incluidos en la primera traducción de la LXX, porque
los primeros manuscritos de la LXX que los contienen datan
del siglo IV d.C.

5. En Jamnia no se reconocieron como canónicos.

6. Ningún concilio ni clérigo los reconoció como canónicos


durante los primeros cuatro siglos de la era cristiana.
7. Ninguno de los grandes manuscritos (Sinaítico, Vaticano,
Alejandrino) contienen todos los libros apócrifos. El más
antiguo (Vaticano) no contiene 1 y 2 Macabeos. De hecho
ningún manuscrito griego contiene todos los apócrifos que
fueron aprobados por Trento.

8. La versión siríaca de la Biblia del siglo II d.C. (Peshitta) no


los contenía. No fueron añadidos hasta el siglo IV d.C.

9. Algunos padres de la iglesia hablaron en contra de ellos


(Orígenes, Cirilo de Jerusalén y Atanasio).

10. Jerónimo siempre los consideró inferiores a los libros del


canon hebreo y sólo los incluyó en la Vulgata después de
mucha discusión y por presión eclesiástica.
11. Muchos eruditos católicos los rechazaban durante el
periodo de la reforma.

12. Lutero y los reformadores los rechazaron, poniéndolos


en un lugar secundario.

13. No fue hasta el Concilio de Trento en 1546 d.C. que se


incluyeron en el canon del A.T. (como parte de la
contrarreforma)

14. En los descubrimientos de Qumrán no apareció ni un


solo comentario a un libro apócrifo. Además, sólo los
libros canónicos estaban separados en compartimentos
especiales. Todo ello muestra que la comunidad de
Qumrán tampoco los consideró canónicos.
Canon del Nuevo Testamento
El principal criterio de canonización para los escritos del
NT pareció ser el de la aprobación apostólica.[1] Se dice de
la comunidad de Jerusalén que perseveraba en “la doctrina
de los apóstoles” (Hech 2:42).

[1] McDowell, 26.


Hay tres principios para validar los Escritos:

 El escrito debía tener un autor debidamente reconocido


como profeta o apóstol.

 No podía contradecir el resto de la Escritura.

 Consenso general del pueblo de Dios como un libro


inspirado.
• AT – Comunidad Judía.
• NT – La Iglesia
¿Cuándo se aceptó el Canon del NT?

Las herejías que comenzaron a surgir desde muy pronto,


aceleraron el proceso de reconocimiento de los libros
inspirados para hacerles frente. Marción ya propuso un
canon propio incompleto en el año 140 d.C. (muchas de la
epístolas de Pablo y el evangelio de Lucas)
La necesidad de comenzar a traducir la Biblia griega a las
lenguas propias de la expansión evangélica hacía necesario
un criterio común. Ya en el siglo II la Biblia fue traducida al
siríaco y al latín antiguo.
El hecho de que en el 303 d.C. Diocleciano ordenara la
destrucción de los libros sagrados de los cristianos, implica
que los cristianos debían saber qué libros eran considerados
sagrados ya en esta fecha.

La primera lista completa de libros del Nuevo Testamento tal


y como la tenemos hoy en día proviene de Atanasio (367
d.C). Autores tan tempranos como Justino martir (100-165
d.C) o Ireneo comienzan a utilizar fórmulas de los evangelios
como inspiradas y reconocen explícitamente la canonicidad
de numerosos libros del N.T.

En el Concilio de Hipona (393 d.C.) se hizo una lista


oficial de 27 libros del NT.
Conclusión

De la misma manera que Dios “inspiró” a los escritores de la


Biblia. También guió a la comunidad creyente en el
reconocimiento de los libros inspirados.
La comunidad no “determinó” la canonicidad ni la
inspiración de los libros, sino que reconoció estas cualidades.
De esta forma se recopilaron los libros formando la Biblia,
como norma de fe inspirada por Dios para la humanidad.

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