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CONSTITUCIÓN DEL SUJETO

MORAL
INTEGRANTES:
Calderón meras Melissa
Cuevas Rivera José Fernando
García Méndez Érika Ruby
Lizárraga Lucas Margarita Guadalupe.
Quiñonez Álvarez Paulina Denisse
Zavala Castro Jazive Yamilet
Villavicencio Cuevas Jesús Roberto
EL QUERER COMO POSIBILIDAD

 Si la acción humana es el fundamento de toda moralidad, para ser el


hombre primero tiene que querer ser. El nuevo principio de la subjetividad
ética no es el deber, sino mi voluntad más profunda. Querer es querer ser,
y querer ser es querer ser más.
 El querer es un sentido , no es sinónimo de capricho, terquedad, sino que
es querer radical en donde nos va nuestro propio ser.
IMPORTANCIA DE LA INTERSUBJETIVIDAD EN LA
CONSTITUCIÓN DEL SUJETO ÉTICO

 El yo no puede llegar a ser plenamente un yo ético, un ser que pueda


alcanzar su autotrascedencia, si es concebido al margen de la comunidad
de yo es con los que convive cotidianamente.
 El sujeto ético requiere de otros yoes, necesita ser confirmado y reconocido
por una comunidad que los trascienda y que al mismo tiempo le permita
desarrollar
LA MORALIDAD COMO REALIDAD
ESTRUCTURANTE DE LO HUMANO

La realidad moral es constitutivamente humana, o a la inversa, que la


realidad humana es constitutivamente moral.
Para el caso de los animales, las respuestas que éstos ofrecen al medio
ambiente son siempre de carácter mecánico y unívoco. Hay así un
“ajustamiento” perfecto gracias a su dotación y determinación biológica que
les hace responder ante los estímulos siempre de una forma y no de otra. A
este ajustamiento se le denomina “justeza”, y se produce de forma
automática.
La justificación como estructura interna del acto
moral

Aún y cuando en el animal el ajustamiento con respecto al medio se produce


de realidad en realidad –de organismo a organismo- directamente, en el caso
del ser humano se da indirectamente, a través de la posibilidad y la libertad,
es decir, libertad no sólo de tener que responder unívocamente, sino también
libertad para preferir en vista de algo, convirtiéndose así los estímulos en
instancias y recursos, esto es, en posibilidades.
MORAL COMO ESTRUCTURA Y MORAL COMO
CONTENIDO

Existen dos dimensiones nítidamente diferenciadas, en las que el ser humano


realiza los actos de justificación de sus acciones: justificación como
ajustamiento y justificación como justicia. La primera de ellas recibe el nombre
de moral como estructura y la segunda, moral como contenido
La moral como estructura, significa que todo acto humano, verdaderamente
justificado, tiene que ser justo, es decir, ajustado a la realidad; por lo que aquí
la justificación se entiende como ajustamiento del ser humano, entendido éste
como organismo determinado biológicamente, pero que responde de forma
inteligente ante la realidad
En la moral como contenido, se concibe a la justificación como justicia.
Consiste en que el acto se ajuste no ya a la situación, a la realidad, es decir,
al estímulo del medio ambiente, sino a la norma ética, al fin último, a la ley o
conciencia moral.
LA DESMORALIZACIÓN HUMANA
Lo amoral, inmoral y la desmoralización en el hombre, más que ser una mera
antítesis conceptual de lo considerado como propiamente “moral”, se convierte
en un abandono de la posibilidad de llegar a ser cada vez más humano, es
decir, más justo, honesto, libre, racional, y todo aquello que, de acuerdo con la
moral como contenido, constituye lo estrictamente humano
Cuando de alguien se dice que está desmoralizado. Entonces se advierte que
la moral no es un performance suplementaria y lujosa que el hombre añade a
su ser para obtener un premio, sino que es el ser mismo del hombre cuando
está en su propio quicio y vital eficacia.
ASPECTOS CONSTITUTIVOS DE LA
PERSONALIDAD MORAL
El carácter, éticamente considerado, configura la verdadera personalidad
moral. ¿Qué significa tener una verdadera personalidad moral? Quiere decir
que nuestro carácter y/o modo de ser se va definiendo a través de cada uno
de nuestros actos. De este modo, la personalidad moral incorpora todos
aquellos actos que vamos bordando en nuestro trayecto de vida, es decir, lo
que de suyo va quedando a medida que la vida pasa: hábitos, costumbres,
virtudes, vicios, valores, etc.; todo ello es lo que da forma a nuestro propio
ethos, nuestro carácter y singular modo de ser.
Temperamento y carácter
A menudo se tienden a confundir: temperamento y carácter. El primero, se
puede decir, tiene un matiz de corte genético, constituyendo por ello un
conjunto de cualidades y heredadas por el individuo, debido a su constitución
psicobiológica, en tanto que el carácter tiene más bien un significado ético: es
lo que el hombre se va haciendo como ser consciente y libre.
Si una persona, por ejemplo, posee un temperamento colérico e irascible, su
modo de reacción es “rápido y fuerte”. Pero aquello ante lo cual reacciona
rápida y violentamente, depende de su carácter. El temperamento es
inmodificable, en tanto que el carácter recupera las experiencias de la
persona, por lo que es modificable.

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