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¿QUIÉNES CELEBRAMOS?

I PARTE
Dentro de mí hay una parte perdida
que vaga día y noche sin horizonte
tropezando en la oscuridad,
hundiéndose en charcas y pozos,
gritando por ser encontrada. Dentro de mí hay algo que se remueve;
es esa parte de mi ser que vive en el exilio
sin protección, llena de miedo,
escondiéndose y siempre a la intemperie,
sin nada y con la identidad rota.
¡Dios de exiliados y náufragos!
Encuentra mi parte perdida,
átala con cuerdas de ternura
y guíala hacia Ti con brazo firme,
porque Tú eres nuestra tierra prometida. Toma al extranjero que hay dentro de mí
y dale tierra, familia y casa,
papeles, trabajo y semillas de esperanza.
Hazme hijo y hermano, amigo y ciudadano,
para que vuelva a soñar con tus promesas.
JESUCRISTO

En la liturgia Cristo es el centro, el protagonista absoluto, al igual que lo es el


misterio de la salvación cristiana.
Él es el único Sumo Sacerdote del santuario verdadero (Hb 4, 14-15; 10, 19-21).
El Señor “sentado a la derecha de Dios Padre” y derramando el Espíritu Santo
sobre su Cuerpo que es la Iglesia.
Cristo mismo instituyó los sacramentos para comunicar su gracia y la fuerza
salvadora de su misterio Pascual.
EL ESPÍRITU SANTO

El misterio pascual de Jesucristo es fruto del Espíritu Santo.


Él es el que actualiza el único Misterio en cada celebración (cf. CIC 1104).
El Espíritu hace surgir el sacerdocio en la Iglesia vivificándola.
El Espíritu Santo es la memoria viva de la Iglesia (cf. Jn 14, 26).
Sin el poder del Espíritu sería imposible celebrar la liturgia, el culto en espíritu
y en verdad que espera el Padre de sus verdaderos adoradores. (cf. Jn 4, 24)
LA IGLESIA

La liturgia, ejercicio del sacerdocio de Cristo, se hace visible en la Iglesia y por


medio de la Iglesia, cuerpo, esposa, y sacramento del Verbo encarnado; la
liturgia es una especial epifanía de la Iglesia: expresión y realización de su
misterio de comunión y salvación.
La Iglesia es el sacramento de la acción de Cristo que actúa en ella gracias a
la misión del Espíritu Santo. La liturgia presenta a la Iglesia “como signo
levantado en medio de las naciones” (cf. Is 11,12) para que debajo de él se
congreguen en la unidad los hijos de Dios que están dispersos hasta “que haya
un solo rebaño y un solo pastor” (cf. Jn 10, 16).
LA ASAMBLEA

La asamblea, la comunidad reunida para celebrar, es la primera realidad


visible de la liturgia cristiana. Ella es un signo sagrado, una verdadera epifanía
de la Iglesia-sacramento de salvación que ejerce así una función sacerdotal en
medio del mundo y en favor de todos los hombres (cf. LG 1,8; SC 2, 5, 26; GS 40).
El “sujeto” propio de la oración litúrgica no es el “yo”, sino el “nosotros” de la
Iglesia entera que se hace presente en la asamblea litúrgica y que reúne a
muchos sujetos en una oración común.
DIMENSIONES Y CARACTERÍSTICAS

• La dimensión conmemorativa: La asamblea litúrgica evoca y hace recordar la


convocatoria del pueblo en la Antigua Alianza en la presencia del Señor.
• La dimensión manifestativa: La asamblea litúrgica hace presente y revela el
misterio de la comunión de la Iglesia en su condición de Cuerpo y Esposa de
Cristo para la salvación de los hombres.
• La dimensión profética: La asamblea litúrgica es anuncio y anticipo de la
reunión en la Jerusalén celestial (cf. SC n. 8; LG n. 50).
PARTICIPACIÓN LITÚRGICA

• Consciente: Una participación plena exige una comprensión del significado


que encierran los gestos y los símbolos, un saber impregnarse del espíritu de
aquella celebración (cf. SC 19; 48; 50).
• Activa: Es decir, el pueblo no ha de asistir pasivamente a una ceremonia
religiosa protagonizada por otros. (cf. SC. 28; 30).
• Plena: Es decir, suscitar una comunicación con Dios, dejarnos penetrar por la
acción del Espíritu, actuar como miembros vivos de la Iglesia.
COMPROMISO

• ¿Haz sentido verdaderamente la presencia de Cristo en la Eucaristía?


• ¿Te sientes parte de la familia de Dios?
• ¿Cómo podrías participar mejor en la Eucaristía?
• La Santa Misa ¿cómo hace parte de tu vida espiritual y material?

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