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AUTISMO NIVEL I
Socialización. La maduración social de los pacientes con TEA es más lenta que la de los
niños normales, y las fases del desarrollo pueden ocurrir fuera de la secuencia esperada.
Los progenitores con frecuencia se inquietan durante los segundos 6 meses de vida,
cuando su hijo no establece contacto visual, responde con sonrisas o se acurruca; en vez
de esto, el bebé se aleja del abrazo del progenitor y se queda mirando el espacio vacío. Los
lactantes mayores no señalan los objetos o juegan con otros niños. Pueden no estirar los
brazos para ser cargados o mostrar la ansiedad normal al separarse de los progenitores.
Quizá como resultado de la frustración por la incapacidad de comunicarse, el TEA tiene
como consecuencia frecuente berrinches y agresividad en niños pequeños. Con poca
necesidad aparente de cercanía, los niños mayores tienen pocos amigos y no parecen
compartir sus alegrías o tristezas con otras personas. En la adolescencia y en los años
posteriores, esto puede manifestarse como una falta de necesidad de actividades sexuales.
AUTISMO NIVEL I
Conducta motriz. Las metas del desarrollo motor de pacientes con TEA suelen alcanzarse a
tiempo; los tipos de conducta que eligen los distinguen de otros. Incluyen acciones
compulsivas o rituales, sin un fin determinado (denominadas estereotipias), girar,
balancearse, aplaudir, golpearse la cabeza y mantener posturas corporales extrañas. Chupan
los juguetes o los hacen girar en vez de utilizarlos como símbolos para un juego imaginario.
Sus intereses restringidos los conducen a preocuparse por las partes de los objetos. Tienden
a resistirse al cambio y prefieren apegarse de manera rígida a la rutina. Pueden parecer
indiferentes al dolor o a las temperaturas extremas, así como mostrar inquietud por oler o
tocar objetos. Muchos de estos pacientes se lesionan al golpearse la cabeza, pincharse la
piel o hacer otros movimientos repetitivos.
AUTISMO NIVEL I
Las primeras manifestaciones del autismo comienzan siempre antes de los tres años
aunque en apariencia suelen ser poco claras antes del primer año. Lo primero que
suele observarse es que es muy pasivo, permanece ajeno al medio y se muestra poco
sensible a las personas y objetos que le rodean.
Esto hace que los padres desarrollen el temor de que su hijo o hija sea sordo ante la
falta de respuestas a los sonidos y palabras que les dirigen. Los déficits que presentan
no se tratan de retrasos y desviaciones en relación a la pauta normal de desarrollo del
lenguaje; se trata más bien de alteraciones severas en las habilidades comunicativas
consideradas básicas y previas al desarrollo del lenguaje.
la familia, los centros educativos, el trabajo y
la iglesia
• Acciones orientadas a una política más clara sobre la educación de las personas con
autismo por parte de la Administración Educativa. Esto supone tomar posición de forma
explícita (normativa), al menos sobre:
• Atención a la diversidad.
• Formación de los profesionales.
• Políticas de inclusión.
• Provisión, organización y funciones de los apoyos necesarios.
• Propuesta curricular.
• Competencias y responsabilidades de los diferentes servicios de la red de orientación.
Necesidades identificadas