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Gustave Le Bon

(n. 7 de mayo, 1841 - † 13 de


diciembre, 1931)
• «El más singular de los fenómenos presentados por
una masa psicológica, es el siguiente: cualesquiera que
sean los individuos que la componen y por diversos o
semejantes que puedan ser su género de vida, sus
ocupaciones, su carácter o su inteligencia, el simple
hecho de hallarse transformados en una multitud le
dota de una especie de alma colectiva. Este
alma les hace sentir, pensar y obrar de una manera por
completo distinta de como sentiría, pensaría y obraría
cada uno de ellos aisladamente
• Le Bon precisó bastante bien en otros trabajos su
particular posición frente al concepto y no
debería ser olvidado que a lo largo de La
psicología de las masas el término de “raza” se
refiere a lo que en otra parte denominó como
“razas históricas”. Traduciendo de algún modo la
terminología del Siglo XIX, hoy hablaríamos de
etnoculturas, o bien – en el caso de intervenir en
el concepto el ingrediente de una organización
sociopolítica – de pueblos etnoculturalmente
diferenciados.
• Alma colectiva , destino, providencia,
naturaleza, voces de los muertos,
• El poder de las masas prevalece, por que es la
condición normal antes de la civilización.
• Para llegar, por lo menos, a entreverlas, es preciso recordar,
ante todo, la observación realizada por la psicología moderna,
de que no sólo en la vida orgánica, sino también en el
funcionamiento de la inteligencia desempeñan los fenómenos
inconscientes un papel preponderante. La vida consciente del
espíritu se nos muestra muy limitada al lado de la
inconsciente. El analista más sutil, penetrante observador, no
llegan nunca a descubrir sino una mínima parte de los
móviles inconscientes que les guían. Nuestros actos
conscientes se derivan de un «substratum» inconsciente,
formado, en su mayor parte, porinfluencias hereditarias. Este
substratum entraña los innumerables residuos ancestrales
que constituyen el alma de la raza. Detrás de las causas
confesadas de nuestros actos, existen causas secretas,
ignoradas por todos.
• La primera de ellas es que el individuo integrado
en una multitud, adquiere, por el simple hecho
del número, un sentimiento de potencia
invencible, merced al cual puede permitirse
ceder a instintos que, antes, como individuo
aislado, hubiera refrenado forzosamente. Y se
abandonará tanto más gustoso a tales instintos
cuanto que por ser la multitud anónima, y en
consecuencia, irresponsable, desaparecerá para
él el sentimiento de la responsabilidad, poderoso
y constante freno de los impulsos individuales»
• Nuestro punto de vista nos dispensa de conceder
un gran valor a la aparición de nuevos caracteres.
Bástanos decir, que el individuo que entra a formar
parte de una multitud se sitúa en condiciones que
le permiten suprimir las represiones de sus
tendencias inconscientes. Los caracteres
aparentemente nuevos que entonces manifiesta
son precisamente exteriorizaciones de lo
inconsciente individual, sistema en el que se halla
contenido en germen todo lo malo existente
en el alma humana(Freud)
• Masas criminales
• Masas virtuosas
• Hemos citado íntegros estos pasajes, para
demostrar que Le Bon no se limita a comparar
el estado del individuo integrado en una
multitud con el estado hipnótico, sino que
establece una verdadera identidad entre
ambos. No nos proponemos contradecir aquí
tal teoría, pero sí queremos señalar que las
dos últimas causas mencionadas
• Le Bon, muestran hasta qué punto está
justificada la identificación del alma de la
multitud con el alma de los primitivos. En las
masas, las ideas más opuestas pueden coexistir
sin estorbarse unas a otras y sin que surja de su
contradicción lógica conflicto alguno. Ahora
bien, el psicoanálisis ha demostrado que este
mismo fenómeno se da también en la vida
anímica individual; así, en el niño y en el
neurótico.
• Algirdas Julius Greimas defiende esta idea
cuando afirma que el simbolismo no es un campo
vedado para la lingüística sino un campo más
amplio y, por ello, lógicam ente prim ordial,
respecto del estricto campo lingüístico.3 4 El
símbolo es la prim era unidad inteligible de
expresión de la conciencia hum ana, de tal suerte
que nuestro punto de partida del análisis de
todas las formas del saber humano será el
símbolo.
• Mircea Eliade afirma que “existe en el hombre
moderno la supervivencia subconsciente de una
mitología abundante y, en cuanto a nosotros, de
un género espiritual superior a la vida
‘consciente’. La existencia más mediocre está
plagada de símbolos. El hombre más realista vive
de imágenes, jamás desaparecen los símbolos de
la actualidad psíquica: los símbolos pueden
cambiar de aspecto, su función permanece la
misma. Se trata sólo de descubrir sus nuevas
máscaras”

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