Gracián, Baltasar, 1960. Obras completas. Madrid: Aguilar, 151-228.
Aforismo 20: “Hombre en su siglo. Los sujetos eminentemente raros dependen de los tiempos. No todos tuvieron el que merecían, y muchos, aunque lo tuvieren no acertaron a lograrle. Fueron dignos algunos de mejor siglo, que no todo lo bueno triunfa siempre; tienen las cosas su vez, hasta las eminencias son al uso. Pero lleva una ventaja lo sabio, que es eterno, y si este no es su siglo, muchos otros lo serán”(p.157). Aforismo 92: “Seso trascendental: digo en todo. Es la primera y suma regla del obrar y del hablar, más encargada cuanto mayores y más altos los empleos. Más vale un gramo de cordura que arrobas de sutileza. Es un caminar a lo seguro, aunque no tan a lo plausible, si bien la reputación de cuerdo es el triunfo de la fama. Bastará satisfacer a los cuerdos, cuyo voto es la piedra de toque a los aciertos”(p. 177). Aforismo 148: “Tener el arte de conversar: en que se hace muestra de ser persona. En ningún ejercicio humano se requiere más atención, por ser el más ordinario del vivir…Toman los peritos el pulso al ánimo en la lengua y en fe de ella dijo el Sabio: “Habla, si quieres que te conozcan”. Tienen algunos por arte en la conversación el ir sin ella, que ha de ser holgada, como el vestir, entiéndese entre muy amigos; que cuando es de respeto ha de ser más substancial, y que indique la mucha substancia de la persona. Para acertarse se h de ajustar al genio y al ingenio de los que tercian. No ha de afectar el ser censor de palabras, que será tenido por gramático, ni menos fiscal de las razones, que le hurtarán todos el trato y le vedarán la comunicación. La discreción en el hablar importa más que la elocuencia”(p.191). Aforismo 146: “Mirar por dentro. Hállanse de ordinario ser muy otras cosas, de lo que parecían, y la ignorancia, que no pasó de la corteza, se convierte en desengaño cuando se penetra al interior. La mentira es siempre la primera en todo; arrastra necios por vulgaridad continuada. La verdad siempre llega la última y tarde, cojeando con el Tiempo; resérvanle los cuerdos la otra mitad de la potencia que sabiamente duplicó la común madre. Es el engaño muy superficial, y topan luego con él los que lo son. El acierto vive retirado a su interior para ser más estimado de sus sabios y discretos” (p.190). Aforismo 82: “Nunca apurar ni el mal ni el bien. A la moderación en todo redujo la sabiduría toda un sabio. El sumo derecho se hace tuerto, y la naranja que mucho se estruja llega a dar lo amargo. Aun en la fruición nunca se ha de llegar a los extremos. El mismo ingenio se agota, si se apura, y sacará sangre por leche el que esquilmare a lo tirano” (p.174). Aforismo 178: “Creer al corazón. Y más cuando es de prueba. Nunca le desmienta, que suele ser pronóstico de lo que más importa: oráculo casero. Perecieron muchos de lo que se temía, más ¿de qué sirvió el temerlo sin el remediarlo? Tienen algunos muy leal el corazón, ventaja del superior natural, que siempre los previene y toca a infelicidad para el remedio. No es cordura salir a recibir los males, pero sí el salirles al encuentro para vencerlos”(p. 199). Aforismo 300: “En una palabra, santo, que es decirlo todo de una vez. Es la virtud cadena de todas las perfecciones, centro de las felicidades; ella hace un sujeto prudente, atento, sagaz, cuerdo, sabio, valeroso, reportado, entero, feliz, plausible, verdadero y universal héroe. Tres eses hacen dichoso: santo, sano y sabio. La virtud es sol del mundo menor y tiene por hemisferio la buena conciencia; es tan hermosa que se lleva la gracia de Dios y de las gentes. No hay cosa amable sino la virtud, ni aborrecible sino el vicio. La virtud es cosa de veras, todo lo demás de burlas. La capacidad y grandeza se ha de medir por la virtud, no por la fortuna: ella sola se basta a sí misma: vivo el hombre, le hace amable, y muerto, memorable”(p.228).