termina con el individuo, este debe estudiarse siempre en función de la familia o la estirpe”. Lesky: “los dioses a menudo no castigan al culpable más que en sus hijos y los hijos de sus hijos… esta maldición no pasa casualmente a través de generaciones arrastrando a la perdición a seres inocentes…” Un acercamiento al tema tiene que ver con el “pathos”, aquello que le pasa a alguien, lo que experimenta por acción de un agente. En el contexto mítico es una desgracia, el resultado de la mala suerte. Se relaciona con una experiencia dolorosa, un desgarramiento, una fractura profunda, una caída al abismo. El destino se relaciona con tres palabras importantes: la “moira”, entendida como algo previamente repartido, pero se entiende también como “lo que te toca”, lo que hay que afrontar. Uno no puede protestar contra la “moira” es lo que te tocó. Otro sentido de la palabra la vincula a “necesidad”. Es de una manera y no de otra. Es la voluntad del mundo o del orden impuesto por el cosmos sacro y la tradición humana. No es el resultado de una armonía sino un acto de violencia. Ciertos elementos de la realidad son como son y no pueden ser de otra manera. Así uno se quiera oponer. Edipo no actúa con crueldad ni soberbia. Si terminó en relación marital con Yocasta, no fue una relación buscada, ni una obsesión erótica hacia su madre. El se relaciona con Yocasta como mujer y no sabe que es su madre. Edipo es inocente de lo que acontece, de lo que el destino le tiene reservado. Recuérdese que cuando se entera lo que dice el oráculo de Corinto, huye para no matar a “su padre”. Es cuestionable la generalizada interpretación sicoanalítica que denomina “complejo de Edipo” a la atracción incestuosa del hijo hacia la madre. Eso no es tal, en la obra. En la obra, los hechos se producen más allá de su voluntad, hechos predestinados. Son hechos en las que no interviene la conciencia ni la subconsciencia de Edipo. Yocasta es intuitiva. Ser intuitivo significa descubrir un hecho antes de que se produzca. Yocasta le aconseja a Edipo que no siga investigando, que son felices. Las declaraciones de algunos testigos le hacen suponer una “verdad” que los lleve al caos, la fatalidad. Yocasta se anticipa a la confesión final. Se inmola antes. Edipo, al enterarse de “la gran verdad”, el cumplimiento del destino, su relación incestuosa, lo que hace es arrancarse los ojos. Un gesto simbólico que se hace porque los ojos deben ser castigados al no haberle permitido la necesaria clarividencia. Edipo asume con heroísmo su destino. Su vida es un ejemplo de cómo soportar la fatalidad del destino. La tercera noción la presenta como los opuesto a la libertad. El destino es una circunstancia que le puede pasar a cualquiera, nadie está libre del hecho trágico. Mientras el ser humano está vivo, no está libre. Puede haber tenido años felices y al final un hecho fortuito puede llevarlo a la desgracia, el abandono, la fatalidad. Reinhardt en “Sófocles” habla de la tragedia de las apariencias. El hecho se desencadena porque Edipo quiere pasar del mundo de las apariencias, en que todo parece feliz, armónico, al mundo del sustrato, lo que pasó (y que no se sabía). Quiere conocer la “verdad”. A pesar de que Tiresias le hace advertencias y Yocasta le ruega que deje las cosas como están. Toda la peripecia de Edipo es ese paso del bienestar a la desgracia, de la felicidad al desgarramiento por lo inesperado. Es un espectáculo que inspira temor y compasión. Temor ante la suerte de un hombre semejante a nosotros. Y compasión ante lo que le sucede a un hombre que no lo merece. El destino se abate contra Edipo sin piedad. Puede decirse que se trata de un destino cruel. Él no busca la fatalidad, la fatalidad se instaló en él antes de que naciera, es decir, en las advertencias del oráculo al rey Layo. Edipo padece el proceso de enfrentarse consigo mismo. Pudiera detener la investigación para llegar a “la verdad”, pero no lo hace. Edipo maldice a aquel que le salvó la vida: “Maldito (…) el que me libró de la muerte y me restituyó a la vida (…) Hubiera yo muerto entonces y no sería hoy el tormento de mis amigos y de mí mismo”. Pero si lo hubiera matado, no se habría cumplido lo destinado, aquello que el oráculo predijo a Layo Para Foucault, Edipo rey, más que un problema psíquico, es la evidencia de la relación entre conocimiento y poder. Edipo devela el enigma de la Esfinge, lo que le da poder. Un poder que se puede volver contra él cuando se descubra la “verdad”, una verdad que había sido prevista por el Destino. La historia de Edipo es la historia de un retorno al origen: “Edipo no viene a ocupar el lugar que su padre ha abandonado por cedérselo, sino que consigue el puesto de su padre mediante el parricidio y el incesto, retrocede demasiado… se encuentra, como marido, en el vientre que lo alumbró como hijo y del que le estaba prohibido salir” (Vernant, J-P. y Vidal-Naquet) Su éxito con la Esfinge “…en lugar de hacerlo semejante al hombre que avanza en la vida recorriendo con rectitud la sucesión de una estirpe, lo identifica con ese monstruo que evocaban las palabras de la Esfinge: el ser que tiene a la vez y al mismo tiempo dos, tres, cuatro pies, el hombre que la progresar en edad no respeta, sino que oscurece y confunde el orden, social y cósmico, de las generaciones” (Vernant y Vidal-Naquet) Por ello ha podido Egermann sostener que “lo que hace grandes a los héroes sofócleos es no el dolor propiamente, sino al contrario, la clarividencia de lo que les espera y la entereza con que afrontan su propio destino. Para Egerman el sentido último de la tragedia sofóclea es la trágica elección que hace el héroe en el instante decisivo en que ha de escoger entre una vida vulgar o una vida heroica. Edipo tiene un castigo inmerecido. Su destino trágico no lo traza él, se lo trazan los dioses. Es un castigo a la familia, en tanto que Layo fue advertido que no tuviera descendencia. El destierro es un castigo que se agrega al horror de haber llevado una vida “errónea”, incestuosa. La expulsión, el desarraigo, es una sanción dolorosa en tanto que significa un alejamiento de los suyos, sus ancestros, sus muertos. Edipo será un cadáver andante.