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De acuerdo a lo expuesto por la progenitora, la ahora ex alumna del colegio Amanda Labarca sufre una cardiopatía
compleja, por lo cual fue intervenida cuando era más pequeña. Las cicatrices que dejó la operación en su cuerpo se
convirtieron más tarde en el motivo de burlas y molestias por parte de una compañera, cuando ambas cursaban
cuarto básico.
Estos hostigamientos se mantuvieron en el tiempo, y cuando la menor se encontraba en quinto básico comenzó a
experimentar vómitos y desgano a la hora de asistir a clases. Además experimentó un brusco cambio de
personalidad, que la transformó en una persona "arisca".
Al año posterior, y cuando apenas llevaba dos semanas de regreso a clases, la niña empieza a sufrir sucesivos
desmayos. En ese momento, la madre piensa en primera instancia que son producto de su cardiopatía. Sin
embargo, "los médicos se dieron cuenta con el tiempo que no era la cardiopatía la que estaba gatillando esto, sino
que era el tema psicológico y lo mal que lo estaba pasando en el colegio", según asegura la propia mujer.
Es así como la mujer decide no volver a llevarla al colegio y continuar con sus estudios en el hogar. Esto trajo como
consecuencia un cambio de actitud positivo en la pequeña, quien además fue habilitada para dar exámenes libres y
así seguir avanzando académicamente.
La madre finalizó su relato criticando la negligencia del colegio por no prestar la atención requerida por la niña.
8. Colegio San Ignacio, Santiago, 2015:
Este es otro caso emblemático que, al igual que el anterior no tiene víctimas fatales, y que fue
abordado oportunamente por la madre de la víctima. Nuevamente, el primer signo que presentó la
víctima de este caso fueron dolores de estómago causados por estrés y la primera en dar aviso fue
la enferma de colegio San Ignacio, mientras que los profesores del niño decidieron bajarle el perfil
por desconocimiento del tema. La madre de la víctima decidió tomar cartas en el asunto cuando
su hijo se negó a ir al paseo de curso, ya que descubrió que echarían su mochila a una piscina del
establecimiento.
Posteriormente, el colegio comenzó a tomar medidas frente al caso, llevando a un equipo de
expertos para abordar el caso y cuya solución fue sobre exponer a la víctima, haciendo que todos
los estudiantes que lo habían molestado, le pidieran disculpas. Esto, según varios puntos de vista,
podría haber agudizado la violencia hacia la víctima ya que se le crea la fama de “acusete”. Sin
embargo, este episodio sólo logró aislarlo más de su curso. Ahora, el niño se encuentra
completando su enseñanza media en otro establecimiento y siendo tratado por un equipo
multidisciplinario para lograr eliminar las consecuencias que estos episodios de violencia reiterada
le provocaron.