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JESÚS

Y LOS
NECESITADOS

Lección 7 para el 17 de agosto de 2019


El ministerio de Jesús estuvo ligado a los
necesitados desde su mismo comienzo.
Las profecías anunciaban que su vida estaría unida
a los oprimidos, a los pobres y a los enfermos.
Aún en su muerte, sufrió la opresión y la injusticia
para poder ayudar a los necesitados (todos
nosotros), y liberarnos definitivamente del yugo
opresor del pecado.

SU MISIÓN
Proclamada por María.
Proclamada por Jesús.
SU MINISTERIO
Ayudando a los necesitados.
Profeta de los necesitados.
SU SACRIFICIO
Muriendo por los necesitados.
LA MISIÓN DE
“Quitó de los tronos JESÚS
a los
y exaltó a los humildes”
poderosos, (1)
(Lucas 1:52)

Elisabet saludó a María llamándola


“bienaventurada” (Lucas 1:45). En ese
momento, María, llena del Espíritu Santo,
entonó un canto profético (v. 46-55).
Exaltó a Dios por lo que había hecho por
ella (v. 46-48), y por Su poder, amor y
justicia para todos (v. 49-51).
Finalmente, anunció cómo sería el reino del
Mesías (v. 52-55). Él se preocuparía por:
 Los humildes (v. 52).
 Los hambrientos (v. 53).
 Los oprimidos (v. 54).
Este reino bien podría llamarse el “reino al
revés”. En él, los más poderosos y ricos son
los más bajos en importancia; y los pobres y
oprimidos son liberados y exaltados.
LA MISIÓN DE JESÚS (2)
“Y comenzó a decirles: Hoy se ha cumplido esta
Escritura delante de vosotros” (Lucas 4:21)
En la sinagoga de Nazaret, Jesús leyó Isaías 61:1-2.
Hizo de esta lectura su declaración de misión:
Dar buenas nuevas a los pobres.
Sanar a los quebrantados de corazón.
Pregonar libertad a los cautivos.
Dar vista a los ciegos.
Poner en libertad a los oprimidos.
Predicar el año agradable del Señor.
La misión de Jesús no era solo espiritual,
sino eminentemente práctica. El cuidado
físico de los necesitados era la parte
tangible de la preocupación de Jesús por
su salud espiritual.
Jesús instruyó a sus discípulos para que
actuaran con los necesitados como Él
mismo lo hacía (Mateo 10:8).
AYUDANDO A LOS NECESITADOS
“Y saliendo Jesús, vio una gran multitud, y tuvo compasión de
ellos, y sanó a los que de ellos estaban enfermos” (Mateo 14:14)

Jesús liberaba a los cautivos


de la enfermedad, incluso
cuando llevaban 12, 18 o 38
años enfermos.

Los
Los ciegos Los cojos Los leprosos demonios Los muertos
veían caminaban eran sanados eran resucitaban
expulsados
A pesar de este gran despliegue de poder sanador, Jesús no usaba los milagros
como un espectáculo para atraer seguidores. Muchas veces pedía que no se
supiera el milagro (Marcos 1:44; 8:26).
Sanaba a las personas porque las amaba, y quería conducirlas a la vida eterna.
“Jesús no se daba por satisfecho con
llamar la atención sobre sí mismo como
mero taumaturgo, o sanador de dolencias
físicas. Quería atraer a los hombres como
su Salvador. Mientras que las
muchedumbres anhelaban creer que Jesús
había venido como rey para establecer un
reino terrenal, él se esforzaba para invertir
sus pensamientos de lo terrenal a lo
espiritual. El mero éxito mundano hubiera
impedido su obra”
E.G.W. (El ministerio de curación, pg. 20)
PROFETA DE LOS NECESITADOS
“Y la gente decía: Este es Jesús el profeta,
de Nazaret de Galilea” (Mateo 21:11)

Al igual que los antiguos profetas, Jesús


actuó con dureza contra aquellos que
habían hecho del Templo un mercado.
Se hacía pagar a los oferentes precios
exagerados para adquirir el símbolo de la
muerte sustitutoria, que se ofrecía
gratuitamente al pecador.
Cuando Jesús expulsó a los mercaderes
del recinto sagrado, “vinieron a él en el
templo ciegos y cojos, y los sanó”, y los
niños lo aclamaban (v. 14-15).
Al igual que los antiguos profetas, el
profeta de los necesitados sería
perseguido y asesinado por los dirigentes
religiosos de su propio pueblo.
MURIENDO POR LOS NECESITADOS
“Ciertamente llevó él nuestras enfermedades, y sufrió nuestros dolores; y
nosotros le tuvimos por azotado, por herido de Dios y abatido. Mas él herido
fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra
paz fue sobre él, y por su llaga fuimos nosotros curados” (Isaías 53:4-5)

Como pago por su inocencia, su pureza,


su bondad y su preocupación por los
necesitados, Jesús recibió opresión,
injusticia, sufrimiento, dolor
y muerte cruel.
Y lo hizo por amor a mí, para liberarme
del pecado y darme vida eterna.
Sea cual sea la injusticia, el sufrimiento
o la necesidad por la que pueda estar
pasando, Él sabe, escucha, entiende
y actúa.
Nadie como Jesús puede comprenderme
y consolarme en mis tribulaciones
(Hebreos 4:15).
«El Señor tiene gracia especial para los que lloran,
y hay en ella poder para enternecer los corazones
y ganar a las almas. Su amor se abre paso en el
alma herida y afligida, y se convierte en bálsamo
curativo para cuantos lloran. El “Padre de
misericordias y Dios de toda consolación..., nos
consuela en todas nuestras tribulaciones, para que
podamos también nosotros consolar a los que
están en cualquier tribulación, por medio de la
consolación con que nosotros somos consolados
por Dios”»
E.G.W. (El discurso maestro de Jesucristo, pg. 16)

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