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EL SENTIDO RELIGIOSO

LUIGI GIUSSANI
Capítulo Decimocuarto
La energía de la razón tiende a entrar
en lo desconocido
• El culmen de la razón es la intuición de que
existe una explicación que supera su medida
• Ahora bien, aún cuando la razón tome
conciencia de sí misma hasta el fondo
solamente al descubrir que su naturaleza se
realiza en último término intuyendo lo
inaccesible, no por ello deja de ser exigencia
de conocimiento.
1. Fuerza motriz de la razón
• Por eso, una vez descubierto esto, el tormento
de la razón es poder conocer ésa incógnita. La
tensión por entrar en ese ámbito desconocido es
precisamente lo que define la energía de la razón,
o sea, su fuerza motriz es descubrir el misterio
que subyace en lo que vemos y tocamos.
• Lo que permite afrontar la aventura del más acá
es precisamente la relación con el más allá; en
caso contrario se adueña de nosotros el
aburrimiento, origen de la presunción evasiva e
ilusoria o de la desesperación aniquiladora.
• Hoy, desde una mentalidad positivista, se
piensa que el hombre es la medida de todas las
cosas, se piensa que más allá de lo
experimentable sólo hay fantasía, locura,
afirmación quimérica o, en cualquier caso,
imposibilidad de tener seguridad.
• Pero, para nosotros, más allá de lo que
podemos poseer, controlar y medir está el océano
de significado. Uno comienza a sentirse hombre
cuando supera el límite que impone la falsa
sabiduría, y se interna en el enigma del
significado.
2. Una posición de vértigo
• Como consecuencia de lo anterior, la única
postura racional sería la de permanecer pendiente
de una voluntad que no conozco, instante tras
instante.
• Pendientes de cualquier seña de este desconocido
“señor”, de sus signos tan aparentemente volubles,
tan casuales, como son las circunstancias a través de
las cuales me arrastra y me convoca a sus designios.
• Y tendría que decir “si” a cada instante sin ver
nada, simplemente obedeciendo a la presión de las
circunstancias. Es una posición que da vértigo.
3. La impaciencia de la razón
• La Biblia muestra que un excesivo apego a uno
mismo (amor propio) incita a la razón del hombre
a decir en un momento dado: “Comprendo: el
misterio es esto”.
• Sin embargo, la razón, impaciente, no tolera
adherirse a ese signo, siente que es como sentirse
a merced de un rió que te arrastra de acá para
allá. La naturaleza de la razón sufre un vértigo que
al principio puede resistir pero al que después
sucumbe. Pero al fin se produce la caída de la
razón y afirma: el significado del mundo es este.
4. Un punto de vista distorsionador
• Pero cuando el hombre tiene la pretensión de
definir el significado global no puede evitar caer
en la exaltación de su punto de vista. Reivindicará
la dimensión de totalidad para un aspecto
particular, una parte del todo se exagera y se infla
hasta el punto de definir la totalidad.
• Se trata de una elección que altera y distorsiona
el rostro verdadero de la vida, porque todo se verá
dilatado o disminuido, exagerado y olvidado según
la implicación que tenga con el punto de vista
elegido.
• Ahí está el “pathos” en el hecho de que el
sentido religioso se reduce hasta identificar el
significado total de la vida con algo
comprensible por sí mismo.
• Ahí empieza el error de la razón. Intuye el
misterio, pero existencialmente no se mantiene,
no perdura en su impulso original, sufre pronto
una trayectoria reductiva. Por eso rebaja la
identificación de su objeto a algo que puede
comprender, a algo que por consiguiente está
dentro de su experiencia pues entra dentro de
su capacidad de comprensión.
• Pero si ese objeto cae dentro de la
experiencia, de lo que yo puede abarcar y
comprender, entonces se trata de un aspecto
que exagero con el fin de explicar todo por
medio de él.
• Esta pretensión de la razón de definir el
significado de todo por sí misma, ¿qué quiere
decir en último término? Pretender ser la
medida de todo, es decir, pretender ser Dios.
5. Ídolos
• La Biblia llama con un determinado nombre al
aspecto particular con que la razón identifica el
significado total de su vida y de la existencia de las
cosas. Este aspecto particular con el que la razón
identifica la explicación de todo, la Biblia lo llama
Ídolo.
• Pero cuanto más se intenta explicar todo con el
ídolo, mejor se comprende su insuficiencia: Tienen
ojos, pero no ven, tienen oídos, pero no oyen,
tienen manos y no tocan. El ser humano se
degenera en la medida que exalta a los ídolos.
6. Una consecuencia
• Para la Biblia el ídolo es el origen de la violencia
como sistema de relación, el origen de la guerra;
esto es así debido a que en determinado
momento las ideologías de los hombres chocan y
por eso se desata la violencia (Hitler: segunda
guerra mundial).
7. Dinámicas de identificación del ídolo
• El hombre realiza la identificación de Dios con
un ídolo eligiendo algo que él entiende. Porque
aquí está el pecado original: en la pretensión de
identificar el significado total con algo que el
hombre comprende.
• En su dinámica de identificación del ídolo el
hombre elige lo que más estima o lo que le causa
más impresión.
• El hombre no puede evitar esta alternativa: o es
esclavo de los hombres o es un sujeto
dependiente de Dios.
• Por último observemos que, desde que el
hombre es hombre, y mucho más a medida
que madura en la historia, tiende a identificar
a su Dios, es decir, el significado del mundo,
con una u otra ficción de su propio yo.
• Con nuestra inquietud todo este juego, el
juego del ídolo, se repite constantemente,
contradiciéndose cien veces al día. ¡El ídolo
jamás engendra unidad y totalidad sin olvidar
o renegar del algo!.
Conclusión
• El mundo es un signo, la realidad es un signo
que despierta al sentido religioso. Pero es una
sugerencia que se suele interpretar mal.
Existencialmente el hombre está inclinado a
interpretarla mal, o sea, prematuramente,
impacientemente.
• Por otra parte, del conocimiento de esta
verdad depende la salvación del ser humano
que esta en Dios.

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