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2.

EL SISTEMA JURIDICO PENAL DE LA POLITICA CRIMINOLOGICA

DOCENTE: LIC. PATRICIO CERINO FRIAS


CARRERA: LIC. EN CRIMINOLOGÍA Y CRIMINALÍSTICA.
ALUMNO: JUAN PABLO FELIX BETANCOURT.
MARIA ESTHER LOPEZ CRUZ
JOSE ELIAS LOPEZ SANCHEZ
LILIANA ZALASAR
MATERIA: POLITICA CRIMINOLOGICA
CUATRIMESTRE: 8vo Cuatrimestre
MACUSPANA, TABASCO A 27 DE MARZO DEL 2020.
2. EL SISTEMA JURIDICO PENAL DE LA
POLITICA CRIMINOLOGICA
 Para un pragmatismo radical solo existen, por una parte, las leyes penales en
su signiftcado coloquial, significado que no puede ser desplazado con
argumentos de Polftica criminal, y, por otra parte, finalidades politico-
criminales, que inspiran la practica judicial allí donde la ley penal otorga al
juez un margen de discreccionalidad, como por ejemplo en los requisitos de
punibilidad no regulados legalmente y, sobre todo, en la medici6n de la pena.

 No existe un sistema jurfdico-penal en el sentido especffico de la dogmatica


juridico-penal alemana, es decir, un sistema de principios normativos de
imputaci6n que concreten y complementen las normas juridicas escritas, sino
tan s61o un ordenamiento juridico-penal en sentido elemental, constituido
por principios jurfdicos extraidos de la legislaci6n o del precedente judicial, de
tal manera que tampoco entra en consideracidn un ambito de interferencia o
de concurrencia con maximas politico-criminales .
 En primer lugar debemos tener en cuenta que no existe organización social
posible sin política, la política se ubica en el marco constituido por el poder y
es quien regula el fenómeno básico de consenso social. A decir de Binder, no
existe sociedad sin política, porque no existe sociedad sin poder y sin
intereses, comunes o contrapuestos.

 La política si sitúa, pues, en el centro del marco constituido por el poder y


esos intereses; ella regula el fenómeno básico del consenso o disenso social.
La política es una actividad compleja, que se manifiesta de muchas y diversas
maneras. A veces utiliza la fuerza. Cuando es fuerza o violencia se desarrolla
desde el Estado (o desde el poder institucionalizado) se la suele llamar
“coerción estatal”.

 Cuando esa coerción alcanza un cierto nivel de intensidad o se canaliza a


través de ciertas formas culturales (lo que comúnmente llamamos penas)
hablamos de coerción penal. Entonces debemos entender que la política
criminal comprende, el conjunto de decisiones relativas a los instrumentos,
reglas, estrategias y objetivos que regulan la coerción de la pena y forma
parte del conjunto de la actividad política de una sociedad.
2.1 LAS TENDENCIAS ACTUALES DE LA
POLITICA CRIMINOLOGICA
 a) La política criminal de la sociedad del riesgo puede caracterizarse por cinco grandes rasgos:
 1) En primer lugar, una marcada ampliación del ámbito de lo penalmente prohibido, a través de
la creación de nuevas figuras delictivas. Se trata de una ampliación de los ámbitos sociales de
intervención penal, la cual pretendería incidir sobre nuevas realidades sociales problemáticas
(por ejemplo: nuevos ámbitos tecnológicos, como el nuclear o el genético), o sobre realidades
sociales preexistentes, cuya vulnerabilidad se habría potenciado (por ejemplo: fabricación y
distribución de productos, orden socioeconómico y actividades encuadradas en estructuras
delictivas organizadas).
 2) En segundo lugar, se observa una significativa transformación del blanco de la nueva política
criminal, que concentraría sus esfuerzos en perseguir la criminalidad de los poderosos; únicos
sectores con capacidad de desarrollar tales conductas delictivas.
 3) En tercer lugar, se evidencia un predominio a la intervención penal en desmedro de otras
instancias de control (por ejemplo, el derecho administrativo); con una clara afectación
respecto del principio de subsidiariedad.
 4) En cuarto lugar, una necesidad de adecuar los contenidos del derecho penal y procesal penal
a las especiales dificultades que plantea la persecución de esta nueva criminalidad.
 5) Finalmente, este proceso de neo-criminalización se caracteriza por cumplir una función
esencialmente retórica. Es decir, se trata de normas que muchas veces no tienen una efectiva
incidencia en la tutela real del bien jurídico al que dicen proteger (sencillamente porque no se
aplican), pero que, sin embargo, juegan un rol simbólico relevante en la mente de los políticos y
de los electores. En los primeros, producirá la satisfacción de haber hecho algo; en los
segundos, la impresión de tener el problema bajo control.
2.2 LA PROPUESTA PENAL EMERGE PARA EL
COMBATE DEL CRIMEN ORGANIZADO

 En principio, la normatividad, los planes y las políticas públicas para el combate del
narcotráfico son poco claros. Por un lado, la Ley para el Combate a la Delincuencia
Organizada y la Ley de la Policía Federal consideran que el crimen organizado es un
asunto de seguridad pública que debe enfrentarse con la policía federal, auxiliándose de la
investigación y la procuración de justicia más la actuación del ministerio público federal y
la PGR. Por otro lado, la Ley de Seguridad Nacional señala que la lucha contra el crimen
organizado es materia de seguridad nacional y combatirlo implica métodos de inteligencia
que fortalezcan la acción policial, la política de seguridad pública y las políticas de
recuperación de espacios públicos en beneficio del desarrollo económico y social.
 En lo que se refiere a políticas específicas, el PND afirma que el crimen organizado es un
asunto de seguridad nacional, por lo que sus líneas de acción se enfocan principalmente
hacia la política de seguridad pública, pero también destaca la necesidad de generar
oportunidades para el desarrollo; sin embargo, en los informes de ejecución del plan sólo
se proporcionan estadísticas sobre decomisos de armas y drogas, así como de detenciones
y desarticulación de grupos criminales, sin informar el resultado de dichas acciones.
2.3 LOS CAMBIOS REALES Y
PERCIBIDOS DEL DELITO.
 La interacción de los individuos con su entorno es constante y en ella territorio y
colectividad se modifican mutuamente. En esta dinámica, la sensación de seguridad es una
pieza clave para entender el uso del espacio público, además de un indicador muy
importante de la calidad de vida de las personas.
 En estas páginas se estudia la lógica locacional de determinados delitos, como el tráfico de
drogas al por menor, en una ciudad europea de tipo intermedio, y cómo ello influye en la
percepción de seguridad de los ciudadanos.
 También se analiza cómo todo ello puede ser modificado por ciertos factores, como la
presión policial, y la incidencia que tiene, tanto en la reubicación de la actividad, como
sobre los temores del conjunto de la población.
 Palabras clave: Espacio y delincuencia, delincuencia, seguridad urbana, tráfico de drogas,
políticas policiales, ciudades intermedias
RESUMENES
 2. EL SISTEMA JURIDICO PENAL DE LA POLITICA CRIMINOLOGICA
 Se denomina política criminal a los mecanismos y formas en las que la sociedad reacciona
ante hechos que ponen en peligro o afectan su desarrollo armónico. La política criminal es el
sistema de decisiones estatales (de todos los poderes, incluido el constituyente) que en
procura de ciertos objetivos (que deberán ser la protección de los derechos reconocidos al
individuo por su condición de tal o como miembro de la sociedad), define los delitos y sus
penas (u otras consecuencias) y organiza las respuestas públicas, tanto para evitarlos como
para sancionarlos, estableciendo los órganos y los procedimientos a tal fin, y los límites en
que tales decisiones se deberán encauzar.
 El proceso penal se convierte en un instrumento de configuración política y social, por tanto
es indispensable que a la hora de su elaboración sistemática se tengan presentes los fines
que se intentan conseguir. Desde esta tesis, es necesario que toda construcción moderna de
un Derecho Penal establezca los principios político criminales, de tal forma que estos den la
pauta para una administración de justicia uniforme y justa.
 2.1 LAS TENDENCIAS ACTUALES DE LA POLITICA CRIMINOLOGICA
 En primer término, y como lo ha enfatizado Zaffaron es necesario un esfuerzo de ingeniería
institucional para que la política criminal deje de ser el único segmento de las políticas de
Estado que no es encarado como tal, sino a través de políticas coyunturales y sin
responsables. De esta manera, a partir de esta nueva formulación institucional de la política
criminal, que la concibe como una auténtica política de Estado, con responsables sectoriales
identificables, se podrá encarar el gran desafío que hoy debe exigirse: desmantelar la
estructura ideológica de la emergencia continua y programar líneas político-criminales que
encuentren un firme basamento en investigaciones de carácter empírico criminológico.
 2.2 LA PROPUESTA PENAL EMERGE PARA EL COMBATE DEL CRIMEN
ORGANIZADO
 El análisis del diseño de la política para combatir el crimen organizado expone los conflictos en la normatividad y la
dificultad para articular la política de seguridad pública con la de seguridad nacional. Asimismo, muestra que el
objetivo de la política no es combatir al crimen organizado sino la violencia que éste provoca y que la estrategia
utilizada se funda principalmente en el ejercicio de la fuerza pública.
 Basándonos en la "estrategia declarada" del gobierno federal inferimos que la política de combate al crimen
organizado es una política de seguridad nacional, sin embargo, se sustenta principalmente en la política de
seguridad pública con un carácter policial, considerando que el ejercicio de la fuerza pública es suficiente para
alcanzar los objetivos.
 Una vez que se ha identificado que el objetivo de esta política es reducir los niveles de violencia y que el medio
para efectuarlo es la política de seguridad pública, surge una de las causas de las fallas: la falta de una visión
integral respecto de la actuación política, debido a que, al privilegiar la seguridad pública, se pierde la
consideración de que en realidad se trata de un asunto de seguridad nacional, lo que resta importancia a las
políticas que complementan el esfuerzo de la seguridad pública, en particular las de desarrollo económico y social.
De esta manera, a pesar de las constantes aprehensiones de criminales y los grandes decomisos de enervantes y
armas, la violencia no cederá porque no se atacan sus causas. Al tratar de resolver un problema se origina otro.

 2.3 LOS CAMBIOS REALES Y PERCIBIDOS DEL DELITO.


 Esta relación entre la organización territorial y la configuración de sensaciones y actitudes se manifiesta de
diferentes modos. Por un lado estaría la propia imagen del entorno, aspecto del que se ocupó Lynch hace ya
bastante tiempo, una de cuyas manifestaciones son los mapas mentales, a los cuales recurriremos en algún
momento de este trabajo. Esta percepción condiciona en muchos aspectos la actividad cotidiana de los
individuos, así como su vinculación con el medio, lo que, como tendremos ocasión de comprobar, puede
tener repercusiones importantes sobre la sensación de seguridad experimentada en un determinado
entorno, lo que, a su vez, influirá en el uso que de él se hace, generando así una espiral que acaba
estigmatizando algunos sitios o estimulando la frecuentación de otros.
 La vigilancia, obviamente, es una pieza clave en esta dinámica, además de uno de los rasgos más
señalados de la sociedad contemporánea y que, de algún modo, parece irse ampliando y profundizando en
la medida en que se consolida y extiende esa sociedad informacional de la economía globalizada. La
voluntad de lograr un medio urbano transparente y fácilmente vigilable viene de lejos, y va adquiriendo
nuevos rasgos en nuestros días, en gran medida por las posibilidades que ofrecen las nuevas tecnologías.

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