El siglo XX comenzó con el modernismo, actitud general de los artistas que
reaccionaron contra un civilización mercantilizada y vulgar. Su iniciador en Hispanoamérica fue José Martí, pero el movimiento alcanzó su cumbre con Leopoldo Lugones y, sobre todo, con Rubén Darío, que se erigió en figura deslumbrante y cimera. Influencias Parnasianismo. Los parnasianos aspiraron a expresar la belleza, dejando al margen la intimidad del poeta y la crítica social. La perfección formal –el arte por el arte- constituye la finalidad del poema. Simbolismo. Los poetas simbolistas creían que la palabra por sí misma no podía expresar el mundo. No se trataba, por tanto, de nombrar la realidad, sino de sugerir mediante símbolos. Los modernistas reivindicaron la belleza frente a toda clase de vulgaridad: Del romanticismo heredaron la expresión de la subjetividad del poeta y la proyección de su estado de ánimo en la naturaleza. Su rebeldía se expreso mediante la evasión. Buscaron lo exótico y se inspiraron en mitos de la antigüedad y de la historia americana. Los modernistas defendieron el cosmopolitismo; pero ante la amenaza estadounidense reafirmaron también sus raíces hispánicas. La búsqueda de la belleza a través del arte condujo a la renovación del lenguaje poético y de la métrica. Temas La evasión de la realidad. El poeta modernista se refugia en mundos raros: lugares exóticos y épocas antiguas. Con su imaginación y su palabra construyen palacios, jardines o castillos, caballeros, princesas tristes, guerreros legendarios, ninfas, centauros. Y viajan a lugares como Japón, París, Grecia. La expresión de la intimidad. Rechazan el Realismo. El mundo y el amor son vistos con ojos melancólicos. Hay un deseo de plenitud que resulta irrealizable. Esta nostalgia y desasosiego se enmaran en paisajes otoñales o despoblados jardines crepusculares. La musicalidad. Se traduce en el dominio en el uso de la métrica. Prefieren los versos alejandrinos, el dodecasílabo o el eneasílabo. En cuanto a las estrofas, buscan la variedad, modificando las estructuras tradicionales o introduciendo estrofas innovadoras. Uso de un léxico muy rico y escogido: neologismos, voces desusadas, cultismos, para crear esa sonoridad. El color es un elemento fundamental: El rojo vino / conduce un paje rojo; ¡Oh visión adorada de oro, rosa y marfil Son abundantes las aliteraciones (vino de la viña de la boca loca), sinestesias (caricia rosa, verso azul) e imágenes audaces (ir al sol por la escala luminosa del rayo). Nació en Metapa (Nicaragua). Su verdadero nombre era Félix Rubén García Sarmiento. Publicó sus primeros poemas con trece años y a los quince frecuentaba círculos intelectuales. Influido inicialmente por el romanticismo, en 1888 encuentra su camino con la publicación de Azul. EN 1896, da a conocer Prosas profanas, libro de madurez y síntesis de la poesía modernista. Sus continuos viajes por América y Europa lo convirtieron en difusor del modernismo. En 1898, realizó un segundo viaje a España, definitivo para la consolidación del modernismo en nuestro país. La publicación en 1905, de Cantos de vida y esperanza constituyó la plenitud de su obra poética. Azul (1888) crea un mundo de hadas, princesas, centauros, cisnes y fuentes. El léxico poblado de objetos exóticos, la exquisitez aristocrática, el culto parnasiano de “el arte por el arte”, implican un rechazo de la realidad burguesa. Destacan las imágenes sorprendentes y adjetivos inesperados, los ritmos insólitos, el tono insolente, y la sensualidad. Desde el propio título Azul revela su filiación modernista en el uso de los símbolos, entre los que destacan el color azul y el cisne. El azul. En palabras de Darío, es el color del ensueño, el color del arte, un color helénico y homérico, oceánico y firmamental. El cisne, este animal condensa ingredientes paganos y sensuales (como mito griego del amor carnal) y sugiere el encanto de lo caballeresco legendario. Es emblema de lo blanco, símbolo de la pureza, del ideal, y portento de aristocracia. La curva de su cuello es signo, misterioso de interrogación. Prosas profanas (1896) deslumbra tanto por sus innovaciones métricas como verbales. En Prosas profanas continúa la línea de evasión aristocrática de la realidad y, por otro, retoma la preocupación social de la primera época (la unidad centroamericana, la democracia). En sus versos, Darío cuestiona qué es el arte, el placer, el amor, el tiempo, la vida, la muerte , la religión, la creación política. Aparecen también temas españoles: la exaltación de lo andaluz, las referencias a la épica medieval y al mundo de los cancioneros de España. El tema por excelencia es el placer erótico, que no excluye el sacrificio y la pena. En este poemario, la imagen femenina adquiere diversas formad de la naturaleza: tigre, paloma, yedra, mar, colina… Cantos de vida y esperanza (1905) suma nuevos temas a los de libros anteriores. En esta obra, Darío manifiesta una expresión más sobria, aunque no elimina palabras brillantes ni innovaciones métricas. Los tres ejes temáticos en torno a los cuales giran sus poemas son: La evasión aristocrática de la realidad. Continúan presentes las composiciones exóticas del Modernismo. La preocupación social y política. Darío exalta España y se considera orgulloso de su raza y de su historia, y recurre a su pasado como arma contra el imperialismo americano. Aborda temas de las civilizaciones precolombinas y del presente americano y propone la unión de los pueblos americanos. La inquietud personal. Reflexiona sobre la propia existencia, el tiempo , la muerte, la religión, el arte, dando lugar al modernismo intimista. Es algo formidable que vio la vieja raza: Anduvo, anduvo, anduvo. Le vio la luz del día, robusto tronco de árbol al hombro de un campeón le vio la tarde pálida, le vio la noche fría, salvaje y aguerrido, cuya fornida maza y siempre el tronco de árbol a cuestas del blandiera el brazo de Hércules, o el brazo de titán. Sansón. «¡El Toqui, el Toqui!» clama la conmovida Por casco sus cabellos, su pecho por coraza, casta. pudiera tal guerrero, de Arauco en la región, Anduvo, anduvo, anduvo. La aurora dijo: lancero de los bosques, Nemrod que todo «Basta», caza, e irguióse la alta frente del gran Caupolicán. desjarretar un toro, o estrangular un león. Dichoso el árbol que es apenas sensitivo, y más la piedra dura, porque ésa ya no siente, pues no hay dolor más grande que el dolor de ser vivo, ni mayor pesadumbre que la vida consciente. Ser, y no saber nada, y ser sin rumbo cierto, y el temor de haber sido y un futuro terror... Y el espanto seguro de estar mañana muerto, y sufrir por la vida y por la sombra y por lo que no conocemos y apenas sospechamos, y la carne que tienta con sus frescos racimos, y la tumba que aguarda con sus fúnebres ramos, y no saber adónde vamos, ¡ni de dónde venimos!... Antonio Machado (1875-1939)
Nació en Sevilla. En un viaje a París, en 1902, conoció a Rubén Darío, con
quien entabló gran amistad. En 1907 consiguió la cátedra de Francés del Instituto de Soria, donde se casa con la joven Leonor Izquierdo, que moriría enferma poco tiempos después. En 1927 fue elegido miembro de la Real Academia Española. Al estallar la Guerra Civil, se alió con la causa republicana. Al final de la contienda, emprendió el éxodo de España que lo condujo al pueblo francés de Colliure, donde murió Antonio Machado (1875-1939) Creó una poesía de intensa emoción y gran introspección. Machado definió la poesía como el “diálogo del hombre con su tiempo”. El pensamiento poético parte de la intuición vivida, temporal, a diferencia del pensamiento lógico, que se basa en conceptos. El tiempo se erige en uno de los grandes temas machadianos: los otros –el sueño y el amor- tienen una raíz común: la preocupación por lo temporal. El sueño es la única forma de conocimiento. En los sueños, el hastío es la nota emocional predominante. Además del hombre, también sueña la naturaleza como proyección del propio poeta. El amor. En su obra hay poco erotismo. La mujer aparece de forma etérea, como pura ensoñación. En su poesía se incorporan amargas alusiones a la falta de amor, que se entrevé como causa de su tristeza, junto a la idea de que ha pasado ya su oportunidad. Soledades, galerías y otros poemas (1903) Expresa sentimientos universales: la soledad, el anhelo de trascendencia, la angustia por el paso del tiempo y la muerte…) por medio de elementos del paisaje que adquieren valor simbólico. Antonio Machado (1875-1939) Creó una poesía de intensa emoción y gran introspección. Machado definió la poesía como el “diálogo del hombre con su tiempo”. El pensamiento poético parte de la intuición vivida, temporal, a diferencia del pensamiento lógico, que se basa en conceptos. El tiempo se erige en uno de los grandes temas machadianos: los otros –el sueño y el amor- tienen una raíz común: la preocupación por lo temporal. El sueño es la única forma de conocimiento. En los sueños, el hastío es la nota emocional predominante. Además del hombre, también sueña la naturaleza como proyección del propio poeta. El amor. En su obra hay poco erotismo. La mujer aparece de forma etérea, como pura ensoñación. En su poesía se incorporan amargas alusiones a la falta de amor, que se entrevé como causa de su tristeza, junto a la idea de que ha pasado ya su oportunidad. Soledades, galerías y otros poemas (1903) Expresa sentimientos universales: la soledad, el anhelo de trascendencia, la angustia por el paso del tiempo y la muerte…) por medio de elementos del paisaje que adquieren valor simbólico. Antonio Machado (1875-1939) Los símbolos machadianos en soledades son: La tarde, símbolo del declive, del decaimiento. Es la hora machadiana, triste, lenta, melancólica. El agua y la fuente. El agua es símbolo de la vida; pero también canta la monotonía, el tedio de la ida, la eternidad del dolor. La fuene invita al recuerdo. Revela un pasado de tristeza y pena. El huerto y el jardín. El huerto simboliza la ilusión asociada al recuerdo infantil. El jardín se vincula con la tarde y la fuente es un lugar húmedo, oscuro y triste. En la oposición naturaleza libre / naturaleza sometida a canon, Machado se inclinará por la libertad. Los caminos. Son los caminos de la vida que conducen al ocaso. También representan las galerías del alma, que no se sabe adónde conducen Antonio Machado (1875-1939) Campos de Castilla (1912). Es un libro heterógeneo con distintas secciones: El descubrimiento del paisaje castellano pone de relieve su belleza, pero también el atraso o la ignorancia de sus gentes. El poema narrativo La tierra de Alvargonzález, plantea el tema de la envidia como problema del ser español. Un conjunto de poemas breves de carácter sentencioso o filosófico, titulado Proverbios y cantares. Una serie de poemas en los que el poeta recuerda emocionadamente a su esposa Leonor. En este poemario aparecen los símbolos del río, que representa la vida, que se concibe como un camino en el que no cabe retroceso ni desviación. El mar es símbolo de lo absoluto e ilimitado; Machado lo identifica con una nada activa que aniquila cualquier individualidad. Antonio Machado (1875-1939) Las preocupaciones filosóficas y estéticas que Machado ya había apuntado en anteriores poemarios se recogen en Nuevas canciones (1925) y Juan de Mairena (1936). Aquí Machado crea dos personajes, Abel Martín y Juan de Mairena quienes exponen sus puntos de vista sobre temas tan trascendentales como el ser, la crítica poética y las relaciones entre poesía y filosofía. Manuel Machado (1874-1937) Nació en Sevilla. En 1899 y 1902 visitó París, donde se relacionó con los parnasianos y simbolistas y conoció a Rubén Darío. En 1938 fue elegido miembro de la Real Academia Española. Manuel Machado (1874-1937) Nació en Sevilla. En 1899 y 1902 visitó París, donde se relacionó con los parnasianos y simbolistas y conoció a Rubén Darío. En 1938 fue elegido miembro de la Real Academia Española. Admirador de Rubén Darío, Manuel Machado renunció en sus versos a lo decorativo y suntuoso, en busca de una poesía interior. La influencia modernista se observa en su primer poemario, Alma (1900), en el que aparecen paisajes exóticos, erotismo, dolor por el mundo, voluntad de evadir la apatía y amor por lo hispánico. Incorpora los tópicos del otoño, la melancolía, Oriente, Castilla, la españolidad sureña y árabe, Versalles… El mal poema (1909) es una colección de poemas prosaicos sobre lo sucio y lo grosero de la vida en la ciudad. Con este libro introduce la poesía urbana, influido por Baudelaire y Verlaine. Cante hondo (1912) cultiva el género popular, sin alcanzar la profundidad que logrará Lorca años después. Manuel Machado (1874-1937) En Ars moriendi (1921) predomina un tono triste, reflexico y resignado. El poeta reflexiona sobre la realidad, y más que un “arte de morir”, constituye un arte de sobrevivir. Miguel de Unamuno (1864-1936) Nació en Bilbao. Obtuvo su cátedra de Griego en la Universidad de Salamanca, de la que fue rector. Tras su destierro en Fuerteventura durante la dictadura de Primo Rivera, fue indultado y le fue restituido el rectorado de Salamanca. Durante la República accedió a varios cargos, pero se sintió defraudado por el Gobierno. Al estallar la guerra, transigió con la rebelión, pero rechazó su sistema represivo. Esto le valió el arresto domiciliario, durante el cual murió. Miguel de Unamuno (1864-1936) Su deuda con el simbolismo es escasa. Unamuno criticó el modernismo y su gusto por la rima. Perseguía una construcción poética liberada de tal recurso y encontró un apoyo en los cultivadores del verso libre. Su poesía parte de la vivencia y de la experiencia, a la cual la mente brinda el sentido: su credo poético fue “piensa el sentimiento, siente el pensamiento. Se distinguen tres grandes temas: la familia, la patria y la religión, además del paisajístico (en especial de Castilla y de Vizcaya). Destaca su obra El Cristo de Velázquez (1920), es una obra de carácter religioso dividida en cuatro partes, donde analiza la figura de Cristo. Unamuno siente una atracción especial por la figura de Cristo; concretamente, por el Cristo doliente, el Cristo de la cruz. Ve en él la imagen de un Cristo humano que representa al fe y el sentimiento del pueblo. Por el contrario, muestra su reticencia ante la imagen triunfalista del Cristo bíblico que sube a los cielos después del sacrificio. Miguel de Unamuno (1864-1936) Otros poemarios suyos son Poesías (1907), donde perfila ya los temas que van a dominar en la poética unamuniana: el conflicto religioso, la patria y la vida doméstica. Es un libro basado en la experiencia personal del autor. En él aparece la búsqueda incesante de Dios. Rimas de dentro (1923) y Poemario de la dictadura , compuesto a raíz del destierro vivido por su oposición a la dictadura de Primo de Rivera. En el Cancionero, publicado póstumamente en 1953, tiende a una brevedad esencialista que lo aproxima a Antonio Machado y a Juan Ramón Jiménez. Nació en la localidad de Moguer (Huelva). Estudió en EL Puerto de Santa María Sevilla. En 1900, se trasladó a Madrid. El verano de ese año murió su padre y este hecho lo marcó hasta el punto de tener que ser internado en una clínica siquiátrica en Francia. En 1911, volvió a Madrid y se instaló en la Residencia de Estudiantes, donde conoció a la que sería su mujer, Zenobia de Camprubí. Cuando estalló la Guerra Civil, se trasladaron a América, donde vivieron en Puerto Rico, Estados Unidos y Cuba. En 1956 recibió el Premio Nobel de Literatura, tres días más tarde murió Zenobia. Los trastornos síquicos del poeta se agravaron y murió dos años después. Su vida estuvo entregada a la labor de poeta: “Mi vida es todo poesía. No soy un literato, soy un poeta que realizó el sueño de su vida”. Su obra representa una búsqueda incesante de la belleza: “Quien me quiera encontrar en la vida –y en la muerte- búsqueme sólo en lo bello”. Dos estilos poéticos Su poesía mantuvo una constante evolución, aunque en su trayectoria no se observan cambios bruscos. La fecha de 1916 es especialmente significativa, pues sirve para establecer dos estilos en su producción, dentro de los cuales se pueden distinguir, a su vez, dos etapas. El siguiente poema explica la transformación que fue sufriendo su poesía: Vino, primero, pura, …Mas se fue desnudando. vestida de inocencia. Y yo le sonreía. Y la amé como un niño. Se quedó con la túnica Luego se fue vistiendo de su inocencia antigua. de no sé qué ropajes. Creí de nuevo en ella. Y la fui odiando, sin saberlo. Y se quitó la túnica, Llegó a ser una reina, y apareció desnuda toda… fastuosa de tesoros… ¡Oh pasión de mi vida, poesía ¡Qué iracundia de yel y sin sentido! desnuda, mía para siempre! Primer estilo: hasta 1916 Se distinguen dos etapas: la primera de carácter intimista y la segunda de corte modernista. Etapa intimista Se inspira en Bécquer y en el simbolismo francés, con influencia del romancero y de la copla andaluza. El resultado constituye una poesía de expresión de la intimidad, honda y delicada. Yo me moriré, y la noche No sé si habrá quien solloce triste, serena y callada, cerca de mi negra caja, dormirá el mundo a los rayos o quien me dé un largo beso de su luna solitaria. entre caricias y lágrimas.
Mi cuerpo estará amarillo, Pero habrá estrellas y flores
y por la abierta ventana y suspiros y fragancias, entrará una brisa fresca y amor en las avenidas preguntando por mi alma. a la sombra de las ramas.
Y sonará ese piano
como en esta noche plácida, y no tendrá quien lo escuche sollozando en la ventana. La naturaleza, la soledad, el paso del tiempo, la muerte o el amor insatisfecho son temas que aparecen envueltos por un sentimiento de tristeza y de melancolía, ambientados en crepúsculos otoñales. Etapa modernista Se desarrolla entre 1908 y 1915. Sus versos se orientan hacia el modernismo sensorial: lo importante ya no es sentimiento, sino el juego formal. Se mantienen el tono y los temas pero el estilo se recarga con un colorido y una adjetivación brillantes. Son frecuentes las sinestesias, los elementos sensoriales, las imágenes soprendentes… Destaca el empleo del verso alejandrino. Platero y yo, la obra más popular de Juan Ramón Jiménez, es un libro en prosa que se ha convertido en un clásico de la literatura infantil. No obstante, el autor protestó contra tal generalización: “Suele creerse que yo escribí Platero y Yo para los niños, que es un libro para niños. No”. Años después decía: Este breve libro , en donde la alegría y la pena son gemelas, cuál las orejas de Platero, estaba escrito para… ¡Qué se yo para quién!... Para quien escribimos los poetas líricos… Ahora que va a los niños, no le quito ni le pongo una coma ¡Qué bién! Segundo estilo: desde 1916 En 1916 escribe su obra fundamental, Diario de un poeta recién casado. Obra que marca un antes y un después en la poesía española. Poesía desnuda En esta obra recoge todas sus experiencias durante su viaje de novios a Nueva York, creía que en ese momento de su vida todo era digno de ser contado y trataba de comunicar exactamente sus impresiones , sin ocultarlas bajo ningún ropaje. Éste es el camino hacia la poesía desnuda, hacia la palabra exacta. Formalmente mezcla verso y prosa, pues tenía el convencimiento de que el verso no hace el poema. Desaparecen las imágenes brillantes la adjetivación sensorial, lo anecdótico. Prefiere los poemas breves y sin rima: surge así el verso libre. Soledad Obras de Juan Ramón Jiménez Etapa intimista: Arias tristes, Jardines En ti estás todo, mar, y sin embargo, lejanos ¡qué sin ti estás, qué solo, qué lejos, siempre, de ti mismo! Etapa modernista: La soledad sonora, Sonetos espirituales, Estío Abierto en mil heridas, cada instante, Poesía desnuda: Diario de un poeta recién cual mi frente, casado, Eternidades, Piedra y cielo tus olas van, como mis pensamientos, Etapa final: Animal de fondo, Dios deseado y y vienen, van y vienen, besándose, apartándose, deseante. en un eterno conocerse, mar, y desconocerse.
Eres tú, y no lo sabes,
tu corazón te late y no lo siente... ¡Qué plenitud de soledad, mar solo!
Etapa final El poeta avanza hacia una poesía cada vez más compleja en torno a los grandes temas de la poesía, Dios y la eternidad. Partimos de Dios Cada vez más suelto, y más desasido; en busca de Dios, cada vez más libre, más ¡y más! ¡y más! sin saber qué buscamos. a una libertad de puertas de Dios. El dios con minúscula, Y entonces la puerta se abre… y ¡más libertad! el dios bajo cielo, Estoy pasando la cuerda, el cielo que es mar, cuerda que tú me has tendido, sobre aire que es cielo, Dios mío, mi dios, ¡Dios mío! ¡entre aire y marcielo, ¡Dios mío, no soples, Dios! y que es pleamar, y que es pleacielo! Siento la inminencia del dios Dios, El dios deseante, del Dios con mayúscula, el dios deseado, —el que nos enseñaron cuando niños —¡el dios deseado y deseante!— y no aprendimos—. me trae este Dios, ¡Dios se me cierne en apretura de air un dios Dios tan DIOS, ¡Se me está viniendo Dios ¡un dios: DIOS DIOS DIOS! en inminencia de alma! … que al cabo de todos los cabos, ¡Se me está acercando Dios que al borde de todos los bordes en inminencia de amor! un día encontramos. ¡Se me está llegando Dios en inminencia de Dios!