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Villes en parallèle

Veracruz en las descripciones de los viajeros europeos y


mexicanos (siglo XVI al XX)
Maria Margarita Segarra Lagunes

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Segarra Lagunes Maria Margarita. Veracruz en las descripciones de los viajeros europeos y mexicanos (siglo XVI al XX). In:
Villes en parallèle, n°47-48, décembre 2013. Carthagène – Veracruz. Villes-ports dans la mondialisation. pp. 152-178;

doi : https://doi.org/10.3406/vilpa.2013.1636

https://www.persee.fr/doc/vilpa_0242-2794_2013_num_47_1_1636

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Résumé
Peu de villes en Amérique ont exercé un rôle aussi significatif que Veracruz pendant si longtemps sur
les relations entre le vieux et le nouveau continent. Une porte et un port à travers lesquels, pendant
plus de quatre siècles, ont passé les communications, le commerce, les nouvelles et les voyageurs qui
se dirigeaient vers la capitale de la vice-royauté de la Nouvelle-Espagne ou, au contraire, qui
voyageaient vers l'Europe et la péninsule ibérique.
Veracruz est une partie intégrante des récits et des journaux de voyage des soldats, religieux,
aventuriers, explorateurs ou scientifiques, ainsi que de la documentation graphique qui illustre ces
récits, ou qui est élaborée de façon autonome, à travers des gravures, des peintures à l'huile ou à
tempéra, ou des séquences photographiques. La lecture des chroniques et des relations nous fait voir
la mesure de la croissance et de l'évolution de la ville, enregistrant les changements importants qui se
produisent ou, au contraire, l'inertie ou l'indifférence pour résoudre, à travers le temps, les problèmes
qui l'affligent.

Abstract
Few cities in America have performed for so long time such a significant role in the relations between
the old and the new continent as Veracruz has. For over four centuries this gateway and port has seen
pass through it communications, commerce, news and travellers on their way to the capital of the
Viceroyalty of New Spain or, on the contrary, on their way to Europe or the Iberian Peninsula.
Veracruz has been the subject of the stories and travel diaries of soldiers, priests, adventurers,
explorers or scientists, as well as of the graphic documentation that illustrate these accounts or that is
prepared independently, through engravings, oil and tempera paintings or photographic sequences.
Reading chronicles and stories are a measure of the growth and the evolution of the city, registering
the relevant transformations that took place in it or, on the other hand, the inertia and apathy to resolve
problems that plagued it through time.

Resumen
Pocas ciudades en América han desempeñado durante tanto tiempo un papel tan significativo en las
relaciones entre el nuevo y el viejo continente como Veracruz, puerta y puerto a través del cual,
durante más de cuatro siglos, transitaron comunicaciones, comercio, noticias y viajeros dirigidos a la
capital del virreinato de la Nueva España o, al contrario, hacia Europa y la Península ibérica. Como tal,
Veracruz forma parte integrante de los relatos y diarios de viaje de soldados, religiosos, aventureras,
exploradores o cientificos, así como de la documentación gráfica que ilustra esas narraciones o que es
elaborada independientemente, a través de grabados, óleos, témperas o secuencias fotográficas.
La lectura de esas crónicas y relaciones nos da la medida del crecimiento y de la evolución de la
ciudad, registrando los cambios relevantes que en ella tienen lugar o, al contrario, la inercia y apatía
para resolver, a través del tiempo, los problemas que la aquejan.
Maria Margarita SEGARRA LAGUNES

■ Résumé: Veracruz dans les récits des voyageurs européens et mexicains


(XVP-XX1 siècles)

Peu de villes en Amérique ont exercé un rôle aussi significatif que Veracruz pendant si longtemps sur les relations
entre le vieux et le nouveau continent. Une porte et un port à travers lesquels, pendant plus de quatre siècles, ont
passé les communications, le commerce, les nouvelles et les voyageurs qui se dirigeaient vers la capitale de la
vice-royauté de la Nouvelle-Espagne ou, au contraire, qui voyageaient vers l'Europe et la péninsule ibérique.
Veracruz est une partie intégrante des récits et des journaux de voyage des soldats, religieux, aventuriers, ex¬
plorateurs ou scientifiques, ainsi que de la documentation graphique qui illustre ces récits, ou qui est élaborée de
façon autonome, à travers des gravures, des peintures à l'huile ou à tempéra, ou des séquences photographiques.
La lecture des chroniques et des relations nous fait voir la mesure de la croissance et de l'évolution de la ville,
enregistrant les changements importants qui se produisent ou, au contraire, l'inertie ou l'indifférence pour ré¬
soudre, à travers le temps, les problèmes qui l'affligent.

■ Mots clés: Veracruz, insalubrité, récits de voyage, représentations, changement urbain

■ Abstract: Veracruz in the description of European and Mexican travellers


(16th to 20th century)

Few cities in America have performed for so long time such a significant role in the relations between the old
and the new continent as Veracruz has. For over four centuries this gateway and port has seen pass through it
communications, commerce, news and travellers on their way to the capital of the Viceroyalty of New Spain or,
on the contrary, on their way to Europe or the Iberian Peninsula.
Veracruz has been the subject of the stories and travel diaries of soldiers, priests, adventurers, explorers or sci¬
entists, as well as of the graphic documentation that illustrate these accounts or that is prepared independently,
through engravings, oil and tempera paintings or photographic sequences.
Reading chronicles and stories are a measure of the growth and the evolution of the city, registering the relevant
transformations that took place in it or, on the other hand, the inertia and apathy to resolve problems that plagued
it through time.

■ Key words:Traveller's descriptions, chronicles, urban evolution, social change.

■ Resumen: Veracruz en las descripciones de los viajeros europeos y mexicanos


(Siglos XVI al XX)

Pocas ciudades en América han desempefiado durante tanto tiempo un papel tan significativo en las relaciones
entre el nuevo y el viejo continente como Veracruz, puerta y puerto a través del cual, durante mâs de cuatro
siglos, transitaron comunicaciones, comercio, noticias y viajeros dirigidos a la capital del virreinato de la Nueva
Espafia o, al contrario, hacia Europa y la Peninsula ibérica. Como tal, Veracruz forma parte intégrante de los
relatos y diarios de viaje de soldados, religiosos, aventureras, exploradores o cientfficos, asi como de la docu-
mentaciôn gréfica que ilustra esas narraciones o que es elaborada independientemente, a través de grabados,
ôleos, témperas o secuencias fotogrâficas.
La lectura de esas crônicas y relaciones nos da la medida del crecimiento y de la evoluciôn de la ciudad, re-
gistrando los cambios relevantes que en ella tienen lugar o, al contrario, la inercia y apatia para resolver, a través
del tiempo, los problemas que la aquejan.

■ Palabras clave: Descripciones de viajeros, crônicas, evoluciôn urbana, cambios sociales

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VERACRUZ
EN LAS DESCRIPCIONES
DE LOS VIAJEROS
EUROPEOS Y MEXICANOS Maria Margarita
SEGARRA
(SIGLOS XVI AL XX)
LAGUNES*

«La vecindad del mar queda abolida:


Basta saber que nos guardan las espaldas,
Que hay una ventana inmensay verde
Por donde echarse a nado».

Alfonso Reyes, Golfo de México Veracruz

■ Pocas ciudades en América han desempefiado durante tanto tiempo un pa-


pel tan significative» en las relaciones entre el nuevo y el viejo continente como
Veracruz, puerta y puerto a través del cual, durante mâs de cuatro siglos, transi-
taron comunicaciones, comercio, noticias y viajeros dirigidos a la capital del
virreinato de la Nueva Espana o, al contrario, hacia Europa y la Peninsula ibérica.
Sin embargo, a su enorme importancia estratégica no parece haber corres-
pondido una igual atenciôn en el desarrollo de su estructura urbana, orientada a
construir una ciudad ordenada, funcional y bella, que, como tantas otras pobla-
ciones del interior del pais, con el transcurso de los siglos, fueron acumulando
palacios, iglesias, callejuelas y plazas hasta llegar a conformar esos conjuntos que
hoy constituyen el patrimonio cultural de la nation.
Desde sus origenes, la ciudad se enfrenta a continuas dificultades que hacen
arduo su definitivo asentamiento. De la primitiva localization, en el sitio en

* Arquitecta, Doctora en Historia y Conservation, Universidad de Roma Tre, Roma.

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donde en 1518 habia desembarcado Juan de Grijalva, a la constitution, en 1519,


por iniciativa de Hernân Cortés1 del primer ayuntamiento en tierra firme —la
Villa Rica de la Vera Cruz — 2 los inicios de la ciudad parecen estar marcados por
la continua lucha entre tenacidad y adversidad. Prueba de ello es que, al poco
tiempo y gracias a la alianza militar estipulada por los conquistadores con los
pueblos totonacas sublevados contra el dominio de Moctezuma, la Villa Rica de
la Vera Cruz es trasladada algunas léguas mas al norte, frente al lugar conocido
antiguamente como Quiahuiztlan. Sin embargo, la falta de un puerto protegido
para las embarcaciones y la precariedad de las condiciones para las operaciones
de carga y descarga de las mercancias obligan a reubicar nuevamente la poblaciôn
en las mârgenes del no Huitzilapan (rio de los colibrles), cinco léguas al norte de
San Juan de Ulua, en donde permanece hasta finales del siglo XVI, sin que por
ello se logre llegar a resolver los problemas que habian determinado su traslado.
Al nuevo poblado, que se llamarâ a partir de entonces Veracruz, se le describe de
esta manera en 1585:

La cibdad de la Veracruz es pueblo de espanoles [...]; recôgese en él todo lo que va


de Espana para México y para casi toda la Nueva Espana; es tierra muy calurosa y
enferma y donde reinan los mosquitos y aun los negros, porque de todos hay gran
suma y tienen casi toda la libertad que quieren; [...]. Esta situada aquella cibdad
entre médanos de arena junto a un rio grande que entra alii junto en el mar.3

Aunque el poblado fue desarrollândose a lo largo de rio y alrededor de la


Capilla del Rosario, las operaciones de carga y descarga siguieron efectuândose
en el pequefio puerto de la Gallega, descrito por Robert Thompson en 1555
como: «una isleta de orillas bajas, cuyo mayor largo 6 ancho no pasa de un tiro
de ballesta, y dista de la tierra firme un cuarto de milla [...]; no habia en toda
la isla mâs que una casa, y una capilla para decir misa».4 De ahi, por medio
de embarcaciones mâs pequenas, las mercancias se mudaban a tierra firme y se
guardaban provisionalmente en fragiles edificaciones de madera, realizadas en
las playas frente a la isla —las Ventas de Buitrôn — en espera de ser nuevamente
transportadas en pequenas barcas, «aunque con trabajo, porque tiene barra y ésa
mala, por causa de la mucha arena con que se embaraza y ciega»,5 a la ciudad de
Veracruz, en donde se encontraba la Aduana Real. La distancia y la dificultad del
transporte favoretian el contrabando y el robo, causando pérdidas consistentes a
la Corona espanola.

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Maria Margarita SEGARRA LAGUNES

Ciertamente son esas dificultades, asi como las condiciones poco salubres
del rio, las que sugieren, en 1599, acercar la poblaciôn a las costas frente a la isla
de San Juan de Ulua, en donde, para estas fechas, se habia dado inicio a la cons-
trucciôn del fuerte, como defensa de eventuales ataques de flotas extranjeras, y
se habian comenzado las obras para mejorar las condiciones del puerto, en el que
se usaban «gruesas cadenas de hierro en las amarras, con una ancla al lado de
tierra», ya que todo eso «apenas basta para asegurar bien los navios, por temor
de los vientos nortes que barren desde la costa de la Florida y a veces se han 11e-
vado barcos y casas y todo a la costa».6
La nueva (y actual) Veracruz se desarrollarâ, a partir de los primeros afios
del siglo XVII, con una traza de damero, circundada por murallas, asf como
lo establecian las Reaies Ordenanzas de Felipe II (1576) para la fundaciôn de
ciudades: calles rectilineas y una plaza mayor «que sea en cuadro, procurando

Panorâmica de Veracruz y Ventas de Buitrôn, con San Juan de Ulûa y la costa (segunda
mitad del siglo XVI).

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Veracruz en las descripciones de los viajeros europeos y mexicanos (Siglos XVI al XX)

Panorâmica de Veracruz y San Juan de Ulua (mediados del siglo XVII).

que por lo menos tenga de largo una vez y media de su ancho» y hacia la cual
se debian asomar la sede del gobierno civil — el Ayuntamiento— y la iglesia
parroquial. Sin embargo, para la elecciôn del sitio no se tomaron en cuenta las
disposiciones que sugerian fundar las ciudades en lugares «levantados a donde
haya sanidad y fortaleza, y fertilidad y acopio de tierras de labor y pasto, lena y
madera y materiales, aguas dulces, gente natural, acarretos, entrada y salida».
En efecto, las Reaies Ordenanzas prescribian, en caso de que la ciudad se
encontrase en la costa, tener en consideraciôn la ubicaciôn del puerto y, sobre todo,
que se construyese en lugar, «si fuera posible, [que] no tenga cerca de si lagunas
ni pantanos en que se crien animales venenosos y corrupciôn de aire y agua».7
La reubicaciôn de la ciudad, promovida por el Virrey Conde de Monterrey y
condicionada por razones politicas y de orden econômico, ignoré, al contrario, las
condiciones geogrâficas poco adecuadas del sitio en el que se planteaba asentar
la nueva ciudad.

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Maria Margarita SEGARRA LAGUNES

De hecho, el traslado no dejô de susciter dudas y preocupaciones entre los


lugarefios. Entre ellos, el contador de Veracruz, Antonio Cotrina, escribirâ al rey
expresando el disgusto con el que la poblaciôn recibia la orden de transferase
al nuevo asentamiento y motivaba ese rechazo con la descripciôn de lo inapropia-
do del sitio:

Es un yermo que solo hay en él unas ventas donde residen y asisten algunos vecinos
para dar de comer y hospedar a la gente de la mar y todo es de médanos y montes
de arena quel viento norte ques aqui muy furioso lo trae de una parte a otra como
en los desiertos de Libia y no hay aqui agua dulce sino solo una ciénaga encharcada
de agua muy gruesa donde bebe todo el ganado y bestias que hay en ella y los
bueyes, mulas y caballos que traen los carros y recuas que la huellan [...] y se
lava y enjabona la ropa en ella y se echan otras cien mil inmundicias ques cosa
muy perniciosa para la salud de los moradores y no hay lefia ni hierba y fuera
destos inconvenientes una légua destas ventas esta la isla de Sacrificios que tiene
un puerto capaz donde puede surgir una armada enemiga [. . .], y con très o cuatro
lanchas podrian desembarcar de noche sin ser sentidos ciento o ciento cincuenta
mosqueteros y quemar todo el lugar ques de tablas y robar todo el tesoro de vuestra
majestad [...]. 8

A pesar de la oposiciôn de los habitantes, el traslado fue confirmado y


llevado a cabo definitivamente en 1600; a la nueva Veracruz fue conferido, por
Felipe III, el tftulo de ciudad en 1615.
De esta manera, el puerto seguirâ desempefiando su papel fundamental de
puerta de entrada al virreinato de la Nueva Espana y se confirmarâ como parada
obligada para quien se dirigia hacia Europa o hacia la Ciudad de México. Como
tal, formarâ parte de las descripciones de soldados, religiosos, aventureros, explo-
radores o cientfficos, documentadas a través de relaciones, narraciones y diarios
de viaje, pinturas, grabados y mas tarde, fotografïas; se tratarâ, en su mayor par¬
te, de obras en las que la descripciôn de los aspectos pintorescos, curiosos o
exôticos dominarân sobre otros temas, de carâcter arquitectônico o urbano.
Un factor comun que emerge claramente en muchas de las relaciones es
el desconcierto por cuânto habia sido equivocada la elecciôn del lugar para
fiindar y asentar la ciudad: «no hay lugar en el Nuevo Mundo cuyo aspecto tan
mal satisfaga las ansias y las expectativas de quien llega con el ânimo lleno de
esperanzas como Veracruz. La costa es plana, arenosa y sin vegetaciôn. Las casas
no tienen tejado y estan construidas en linea recta, regulares, formando una vasta

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Veracruz en las descripciones de los viajeros europeos y mexicanos (Siglos XVI al XX)

calle, dando en todo la apariencia de un cementerio. La Villa Rica fundada por


Cortés es uno de los lugares mas maléficos y malsanos del mundo».9
Del mismo modo — sin distinciôn de época, interés o motivo de la estancia
en la ciudad— se constata cômo Veracruz no estuviese a la altura de su fama:

esta ciudad, conocida en todo el mundo por los grandes tesoros que por ella se
han embarcado para remitirse a Espana no corresponde en su capacidad, riqueza y
gentio a lo que deberia ser, pues siendo la puerta por donde pasan las mercancias de
Europa y el depôsito a donde van los tesoros de todo el Reino, parece que debia ser
de las mas hermosas, grandes, ricas y pobladas de la Nueva Espafia.

Al contrario, la ciudad se mostraba «pequefia, consistiendo en dos calles


principales que corren del nordeste al sureste: y son la calle Real y la de las Damas,
[...] los edificios no tienen cosa de suntuosidad, ni de hermosura exterior». En
estos términos, Antonio de Ulloa, autor de estudios geogrâficos y cartogrâficos
por encargo del Virrey Antonio Maria de Bucareli, describia la ciudad en 1778,
deteniéndose sobre todo en los aspectos naturales y geogrâficos del lugar.10

Panorâmica de Veracruz y San Juan de Ulua (siglo XVIII).

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Maria Margarita SEGARRA LAGUNES

«Se otorga generalmente a Veracruz una fisonomla oriental: algunas cupulas


bastante bajas podrian recordar por si mismas el estilo de las mezquitas, pero haria
falta una enorme y singular voluntad para prestar a estos pesados campanarios la
elegancia de los minaretes»: de esta manera Désiré Charney, fiancés encargado
en 1 857 de fotografiar los monumentos arqueolôgicos mayas en aquel entonces
recientemente descubiertos en la selva de Chiapas, destruye un mito, que se habia
ido consolidando en el imaginario colectivo europeo. Y, agrega, «visto desde el
mar, el aspecto de Veracruz no es muy atractivo: es una linea monôtona de casas
bajas ennegrecidas por las lluvias y por los vientos del norte [. . .] las iglesias son
pobres [. . .] y se hallan mal conservadas».11
Evidentemente, los conjuntos religiosos, las casas y los edificios publicos
se presentaban a los ojos europeos sin mayor interés, aunque, a principios del
siglo XIX, el baron von Humboldt anotaria que «la ciudad es hermosa y esta
construida con mucha regularidad»12 y, pocos anos después, el baron Wrângel,
en su trayecto de regreso a Rusia, escribia: «Veracruz no es una ciudad fea. Sus
calles son rectas, muy bien planeadas. Las casas son apropiadas al clima. Se cons-
truyen con la idea de que sean frescas».13 A estos relatos sin embargo se contra-

Panorâmica de Veracruz (mediados del siglo XIX).

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Veracruz en las descripciones de los viajeros europeos y mexicanos (Siglos XVI al XX)

pone el aspecto humano de la gente, hospitalaria, generosa y alegre: la marque-


sa Calderôn de la Barca, esposa del primer embajador de Espafia ante el gobierno
independiente, describe la acogida del Sefior Velasco, comerciante rico y ex
consul en su casa «inmensamente amplia y bien ventilada, construida en forma
de plaza, como todas ellas».14
Sin embargo, casi ritualmente se réitéra la constataciôn de las pésimas
condiciones ambientales del lugar: «Veracruz es para el extranjero el lugar mas
malsano de la republica».15 De hecho, recorriendo la ciudad era posible darse
cuenta de «que el terreno era arenoso, a excepciôn de la zona del Sureste que es
de tierra pantanosa y llena de ciénagas».16 Esos pantanos estaban infestados de
insectos y el agua se quedaba estancada por los menos seis meses del ano:

la plaga de mosquitos es tan grande que obliga a ponerse debajo de los mosquiteros
aun de dia, siendo sus picadas tan ponzonosas que causan inflamaciôn y mucha
ardencia. En todas las estaciones los hay, pero en la del verano es cuando el aire se

Zôcalo de Veracruz (finales del siglo XVIII).

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puebla de ellos, formando nubes densas, que no solo maltratan con las picadas, sino
introduciéndose por los sentidos.17

Ademâs de los zancudos, se encontraban también otras especies de peque-


nos y fastidiosos insectos, como tuvo modo de comprobar Giovanni Francesco
Gemelli Careri, el cual, de regreso de una partida de caza de jabalies y faisanes
en las selvas cercanas a la ciudad, se habia llenado de garrapatas, «animalillos
silvestres como ladillas que desde las plantas se pegan a las ropas de los viandantes
y penetran hasta las carnes, tanto que se requiere gran fiierza y habilidad para
quitârselas de encima».18
Veracruz era también conocida como lugar inhôspito, sobre todo porque en
el verano y por causa del calor sofocante se multiplicaban terribles epidemias de
fiebre amarilla y de tercianas, diezmando la poblaciôn. En 1831 se escribia a este
propôsito:

Son très las causas principales que en las ciudades populosas de esta costa determinan
la existencia de la calentura amarilla o sea el vômito prieto, a saber: el calor intenso,
la inmediaciôn a puntos cenagosos y la aglomeraciôn de individuos no aclimatados;
pero es preciso que vengan juntamente las referidas causas, pues faltando una de
ellas ya no existe la epidemia. En llegando el sol por el mes de mayo al cenit de
estos paises, [...] entonces es cuando se va desarrollando el germen del vômito;
sigue creciendo la intensidad del mal hasta octubre y desaparece en noviembre. Por
el mismo tiempo, el agua llovediza inunda la tierra, formando pozas [...]; queda
luego saturado el aire con vapores absorbidos por los rayos de aquel sol vertical, y
estos vapores son los que llevan los miasmas morbificos de los terrenos anegados
y de la descomposiciôn de los vegetales corrompidos. Si en aquella época vienen
a respirar aquel aire pestifero algunos forasteros imprudentes, los hiere como el
rayo [...]. Suele a veces suceder que durante los estragos del vômito en Veracruz,
viene el norte a traer la paz de Dios a los desgraciados a quien va diezmando cada
dia: mientras dura este viento se refresca sobremanera la temperatura, y da tregua
la muerte con sus golpes.19

Sin embargo, ese viento benéfico, que parecia en los meses del verano
el unico remedio milagroso contra el calor y las enfermedades, en invierno se
convertia — y todavia sigue convirtiéndose — en el principal enemigo de la ciudad,
soplando con una tal fuerza que destruia no solo los edificios mas fragiles, sino
también las construcciones mas resistentes, como las murallas, que, en repetidas
ocasiones, tuvieron que ser reconstruidas después de los huracanes. Ademâs, los
vientos del norte volvian el mar y el puerto literalmente inaccesibles:

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Veracruz en las descripciones de los viajeros europeos y mexicanos (Siglos XVI al XX)

cuando viene el norte, nada puede dar una idea de su violencia: sopla en terribles
râfagas levantando torbellinos de arena que penetran en las habitaciones mejor
protegidas [. . .] Los barcos regresan y son encadenados, los navios multiplican sus
anclas, el puerto se vacia, todo movimiento se suspende y la ciudad parece desierta
e inhabitada.20

En esos momentos,

toma Veracruz un aspecto rarisimo; se cierran y atrancan todas las puertas y venta-
nas [...]. Deslizanse por las paredes de las casas los que tienen precision de salir a la
calle, cuidando de sus sombreros y capas en las bocacalles, por tener que defenderlos
contra los torbellinos, que se los van llevando; se embravece y brama el mar; las
espumosas olas se agolpan en la costa y vienen con sordo ruido a estrellarse en la
playa, cubriendo con torrentes de espuma el muelle y aun, a veces, arrojândose por
la muralla, inundan la plazuela de la Aduana.21

Otro aspecto que contribula a dar al visitante la idea de desolation era la


presencia de los médanos: montanas de arena que «varian todos los anos de lugar
y forma»,22 dependiendo de la direcciôn de los vientos, y alcanzan de 8 a 12 métros
de altura, sepultando las pequenas construcciones de madera de Pescadores y
habitantes. Rodeaban la ciudad y «debido a la reflexion de los rayos solares, han
de alimentar grandemente el calor sofocante de la atmôsfera».23
La arena era también causa, junto con los vientos, de la ausencia casi total
de huertos y jardines.24 En una crônica de mediados del siglo XIX se hace notar
cômo «en la puerta de México no se encuentran mas que cinco o seis palmeras,
de aspecto decaido, unicas muestras de su especie».25
Pero tampoco el puerto o el fuerte parecian ofrecer un nivel de protecciôn
aceptable. Como puerto, el canal de acceso no era mâs que «un mal fondeadero
donde los barcos de comercio no se encuentran seguros; el abrigo del fuerte
constituye la ûnica defensa de éstos contra los vientos del norte y, a menudo,
durante las tempestades son arrastrados y empujados hacia la costa».26 Bajo una
optica militar, Thomas Gage subrayaba a principios del siglo XVII la debilidad
del sistema defensivo:

toda la fuerza de esta ciudad es debida, en primer lugar, a la difïcil y peligrosa


entrada al puerto, y, en segundo lugar, a la roca situada delante de la ciudad, que
sirve como defensa para los ciudadanos que, mediante fusiles, se defienden de
cualquier enemigo. Sobre la roca se ha construido un castillo en el cual hay una

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Maria Margarita SEGARRA LAGUNES

Las Californias (finales del siglo XVIII).

ligera guarniciôn de soldados. En la ciudad no hay fuerte ni castillo, ni casi nadie


con conocimientos de guerra.27

La vulnerabilidad del sistema fortificado fiie dramâticamente comprobada


en el momento de la incursion del pirata inglés Lorencillo, el cual, como esta
asentado en la crônica del bachiller d. Agustin de Villaroel28 sacristân de la iglesia
parroquial de Veracruz, desembarcô en 1603 y, sin encontrar resistencia, saqueô
la ciudad durante una semana con lujo de violencia.
La construcciôn de las murallas, iniciada en la primera mitad del siglo
XVII, avanzaba con extrema lentitud, a causa de la escasez de fondos que la
Corona destinaba a este propôsito. Ademâs, como résulta de los documentos de
la época, «los que recibieron el encargo de rodearla de murallas, defraudaron al
rey descaradamente, haciendo unos muros delgados de seis palmos de altura que
apenas podrian servir de camino cubierto» sobre los cuales «actualmente [1697]
se pasa sobre ellos a caballo por estar cubiertos por la arena, y es inutil ceirar las
puertas pues se puede entrar por cualquier lado»29

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Veracruz en las descripciones de los viajeros europeos y mexicanos (Siglos XVI al XX)

San Juan de Ulua (principios del siglo XIX).

Ademâs de todos los inconvenientes que hasta aqui se han recordado, en


Veracruz las dificultades para terminar los edificios se agravaban por la indis-
ponibilidad de buenos materiales de construcciôn: la ausencia, en las cercanias
de la ciudad, de canteras de piedra o minas de arcilla para la fabrication de
ladrillos y tejas era motivo por el que las iglesias y monasterios «han sido construi-
dos de madera, incluso las casas de los hombres mas ricos son de madera, lo que
sin duda era la causa de que la ciudad hubiese sido arrasada muchas veces por los
incendios provocados por fuertes vientos del norte».30 Y hasta «las rejas y baran-
das de los balcones y patios son de madera, no permitiendo hierro la cualidad
del aire hûmedo y salitroso».31 Ello sin contar que los costos de la construc¬
ciôn eran casi inalcanzables: «la construcciôn de una de ellas no se compléta por
menos de 100.000 dôlares. Este alto precio es debido a la escasez de materia¬
les; el cinturôn de arena que se extiende entre la ciudad y el interior obstaculiza
el transporte de piedra y ladrillos; todo, por consiguiente, debe venir del lado
del mar».32

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Maria Margarita SEGARRA LAGUNES

Fue, en efecto, la falta de materiales la causa que obligé a adoptar, para la


edification del Fuerte de San Juan de Ulua y de otros edificios pûblicos, como las
Atarazanas, la piedra muca o mûcara, una curiosa formaciôn caliza de madrépora,
extraida del fondo del océano, que crece

en figura redonda, a excepciôn de la parte que esta unida contra el suelo, que es
llana. Empieza pequena, a modo de un hongo y en breve tiempo crece, guardando
siempre la figura con alguna mas extension, de suerte que llegue a tener dos pies o
très de diâmetro.33

Por la escasa poblaciôn de la ciudad, a principios del siglo XIX, se hacia


notar que también la mano de obra era muy costosa, mas que en cualquier otra re¬
gion del pais. El baron von Humboldt anotaba: «en el puerto de Veracruz se paga
cada jornal a un peso fuerte, a veces mas; un albanil y todo hombre que ejerce un
arte particular, gana de 3 a 4 pesos al dia; es decir dos o très veces mas que en el
llano central»,34 mientras que Gemelli Careri habia senalado casi un siglo antes,
que la ubicaciôn de la ciudad, «en terreno arenoso y estéril», hacia que «debiendo
venir de lejos las vituallas, la vida alli es carisima».35
Se padecia también por la ausencia de agua, a excepciôn de la que se obtenia

cavando en el suelo arenoso de Veracruz [...] a un metro de profundidad; pero


esta agua proviene de la filtration de las charcas o lagunas que se forman entre los
médanos: es agua llovediza que habiendo estado en contacto con las raices de los
vegetales es de muy mala calidad y no sirve mas que para lavar.36

Para el uso comun, la gente debia conformarse con el agua que escurria
de las dunas o del arroyo Tenoya; el abastecimiento hidrico para el consumo
en las casas se efectuaba por medio de aljibes, albergados en los patios de las
casas y de los grandes edificios, como la cisterna alojada en el patio central de
San Juan de Ulua, para uso de la guarniciôn militar que ahi residia. Los aljibes
son mencionados y descritos en detalle por el baron ruso Wrângel, encargado de
desempenar misiones diplomâticas en territorio mexicano hacia 1836:

de los techos pianos de las casas el agua de las lluvias escurre a un depôsito embal-
dosado, parecido a un pozo. Ahi se conserva para todo el resto del ano. Dicen que
cada dia que transcurre se pone mejor, siempre y cuando no penetren los rayos del
sol al pozo.37

165 Villes en parallèle /n° 47-48 / 2013


Veracruz en las descripciones de los viajeros europeos y mexicanos (Siglos XVI al XX)

Una de las curiosidades que mayormente llaman la atenciôn de los visitantes


de paso en la ciudad es la presencia de los zopilotes, aves negras, protagonistas
de la iconografïa pictôrica en el siglo XIX, que mantenian la ciudad y las calles
libres de basura e inmundicias,

una multitud de innumerables buitrecillos negros que obstaculizan las calles y


cubren las casas y los edificios. Apenas se molestan cuando uno pasa entre ellos y,
cuando las sefioras depositan delante de sus puertas las inmundicias de las casas,
se precipitan encarnizadamente para devorarlas; ocurre un desorden general, una
disputa, un conflicto, un verdadero combate, donde los perros se mezclan también
y donde no salen siempre bien librados.38

Sin embargo, los zopilotes, encargados de la limpieza de la ciudad, eran be-


neméritos; por «el beneficio que se recibe de ellos» y en Veracruz estaba «pro-
hibido matar a estas aves».39
Las crônicas y las relaciones de los viajeros extranjeros, si bien en
algunos casos muy detalladas, tienen en comun el acento puesto en los aspectos
pintorescos o negativos, asi como también la caracteristica de ofrecer una imagen
limitada y parcial de la ciudad, en parte determinada por las noticias que en
Europa se difundian sobre las tierras de ultramar y, en parte, condicionada por
las impresiones adquiridas en las breves estancias en el puerto y por el estado de
ânimo de los mismos viajeros, en general impacientes por la salida de sus buques
o cansados después un largo viaje en nave y ansiosos de emprender el trayecto
hacia la capital.
No deja de sorprender, en efecto, cuân diferente sea la optica a través de
la cual un escritor mexicano narra su estancia en Veracruz hacia la mitad del
siglo XIX. En su libro Un viaje a Veracruz en el invierno de 184 3,40 Manuel
Payno adopta la formula epistolar dirigiéndose al imaginario amigo Fidel para
describir, con entusiasmo y meticulosidad, la riqueza de sensaciones, colores,
sonidos, y hasta olores de los paisajes tropicales, ademâs de usos y costumbres,
actividades cotidianas y lugares significativos de la ciudad: las calles, dice Payno,
«son rectas, con sus aceras y sus empedrados excelentes»; las casas «son de uno
y de dos pisos, algunas de una arquitectura moderna y elegante, y la mayor parte
de ellas tienen los patios y escaleras enlosadas con mârmol de Génova [ ___ ]»;41
también sobresalia el puerto, en el que se realizaba,

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Maria Margarita SEGARRA LAGUNES

Vista de la 3 [veces] heroica Ciudad de Veracruz en el aflo 1846.

una grande actividad en el muelle: multitud de botes, canoas y chalupas estaban an-
cladas a los costados, embarcando verdura, carnes y barriles de agua [...]. Ya era un
grupo de oficiales de la Marina de Guerra con sus cachuchas y sus lucidos uniformes
azules; que se paseaban a lo largo; ya un grupo de franceses que charlaban; ya los
marineros italianos de la Duca di Ferrara, rechonchos y colorados, jugando en un
bote que empujaban las olas con violencia [. . .] en fin, era un rumor sordo de pala¬
bras de todos los idiomas, un ruido de los fardos que se echaban a tierra, un mur-
mullo de los remos, una confusion agradable que apagaba por instantes una ola
que enojada se rompia en los costados del muelle, arrojando sobre los concurrentes
copos de blanca espuma.42

Contradiciendo deliberadamente cuanto habian afirmado Lowenstern y Che¬


valier — «los viajeros se mueren de hambre en los caminos de la Republica» —
Payno describe la abundancia de un almuerzo consumido en la Posada de las
Diligencias , compuesto por «arroz bianco, huevos fritos, biftec, rosbif, costillas,
pescado huachinango en salsa, ostiones fritos y crudos, frijoles y algunas
frituras». Asi como no duda en describir la alegria jacarandosa de la gente:

la mesa redonda de las posadas de Veracruz tiene cierto carâcter singular. No es


como las mesas yanquis en que todos devoran en silencio y con precipitaciôn los

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Veracruz en las descripciones de los viajeros europeos y mexicanos (Siglos XVI al XX)

platos, sino que, como es compuesta de pasajeros, militares y marinos, toda gente de
buen humor rien, beben y comen alegre y precipitadamente, y el guirigay italiano,
francés, inglés, alemân y espafiol, es espantoso.43

Como muchos de sus contemporâneos, resalta los aspectos sociales y hu-


manos, profundizando en el anâlisis psicolôgico de la gente y en su simpatia e
ingenio (lamentando solamente una cosa: en Veracruz, las mujeres escasean por
el clima malsano): «Los veracruzanos son activos, de carâcter ardiente y empren-
dedor, con maneras francas y pollticas, y ademâs poseen un grado mas de ilustra-
ciôn: con estas dotes y una nobleza y comodidades tradicionales, es natural que
sean llamados a ocupar elevados destinos».44 Y ello sin olvidar palabras de elo-
gio hacia la arquitectura de la ciudad —la iglesia parroquial, el fuerte de San Juan
de Ulûa, el Hospital de Loreto, la Aduana de mar, el teatro y otros edificios — a los
que dedica paginas vivaces acompanadas por numerosas notaciones histôricas:

Nada hay comparable a este panorama magnifico. Las murallas, las casas, las cu¬
pulas de las iglesias parece que estan edificadas sobre el verde cristal de las aguas
y el flujo y reflujo de la mar les comunica cierto reflejo fantastico, cuyo prestigio

B. Salandre, Tipos populares de Veracruz principios del siglo XIX. Arriéras de Veracruz.

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Maria Margarita SEGARRA LAGUNES

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Veracruz en las descripciones de los viajeros europeos y mexicanos (Siglos XVI al XX)

Ch. Maurand, Ranchero con "manga" para lluvia.

se aumenta con la concurrencia de las chalupas y barcas que se deslizan ligeras


y van a anclar al muelle. Detrâs de la ciudad se observan las montanas azules
de la sierra, y mas alla, entre el vapor rojizo y dorado de la atmôsfera, descue-
11a el gigantesco Pico de Orizaba, escondiendo su frente reverberante entre las
caprichosas figuras que forman las nubes.45

A la sensibilidad perceptiva de Payno se acercan los paisajes y las image¬


ries narradas por los pintores del siglo XIX, los cuales permaneciendo durante
periodos prolongados con el objeto especifico de recoger, documentar y mos-
trar las diferentes situaciones naturales o urbanas, descubren e inventan nuevos
temas pictôricos: el paisaje, los edificios del pasado, los aspectos etnogrâficos.46
No debe olvidarse, entre todos, el barôn von Humbodt, quien, paralelamente a
sus estudios geogrâficos y politicos sobre el virreinato de la Nueva Espaôa, re¬
cuire a la técnica pictôrica como instrumente de conocimiento y representaciôn
real — y ya no simbôlica o alegôrica — de la naturaleza americana. A este pro-
pôsito escribe:

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Maria Margarita SEGARRA LAGUNES

hasta ahora solo han sido visitadas estas magnificas regiones por algunos viajeros
que carecian de una preciosa y larga experiencia de las artes, y cuyas ocupaciones
cientificas no les permitian espacio para perfeccionar su talento de paisajistas [...].
El ùnico medio de fijar el carâcter de las comarcas lejanas en paisajes concluidos, a
la vuelta de un viaje, es bosquejar luego de observadas las escenas de la Naturaleza.
Los esfuerzos del artista serân mâs provechosos aun si, poseido de emociôn sobre
los lugares mismos, hace un gran numéro de estudios parciales [...]. 47

Sobre el sendero trazado por A. von Humboldt, destacan las figuras de


Johann Moritz Rugendas,48 de François Mathurin Adalbert baron di Courcy,
de Hubert Sattler, de Daniel Thomas Egerton, de Frederick Catherwood,49 de
Johann Fredrick barôn di Waldeck50 y de muchos otros que recorren el pals
en busca de temas pictôricos originales, registrando, ademâs de los paisajes y
los elementos naturales, ruinas prehispânicas, interiores y exteriores urbanos y
escenas de vida cotidiana, que constituyen hoy preciosa fuente documentai de
usos y costumbres.

E. Granosipe, La Vera-Cruz. L'église de la Soledad, à la Vera-Cruz (Mexique). Dessin de


Grandshire.

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Veracruz en las descripciones de los viajeros europeos y mexicanos (Siglos XVI al XX)

En lo concerniente a Veracruz, sus telas muestran una ciudad todo menos


que desordenada, deteriorada o en ruinas, como aparecfa en las narraciones de los
viajeros extranjeros; al contrario, ésta se présenta como un conjunto que ostenta
una fisonomia urbana bien caracterizada y que corresponde a précisas ordenanzas
de traza, forma y regularidad de los edificios. Por otra parte, ello es todavia mas
évidente en las vistas de la ciudad, realizadas en los siglos XVII y XVIII por los
ingenieros militares o para ilustrar las narraciones escritas, en las que el conjunto
urbano se exalta a través de bellas panorâmicas tomadas desde el mar o a ojo de
pâjaro, o bien representando los edificios de mayor interés: la Plaza mayor con el
Ayuntamiento y la iglesia parroquial, el fiierte de San Juan de Ulua, las murallas
y los baluartes.
La diferencia aqui expuesta, en el modo de percibir una realidad urbana,
entre viajeros extranjeros y mexicanos, entre pintores, grabadores y fotôgrafos
puede tal vez asociarse a la diversidad de puntos de vista indicada por Walter
Benjamin, que distingue las descripciones de un lugar visitado por un extranjero
y el modo con el que los nativos miran y narran su propia ciudad. La optica de los
forasteros acentua el impacto cultural entre mundos diversos, el descubrimiento
de los factores ambientales y naturales diferentes y las tradiciones y costumbres
nuevas. «El estimulo epidérmico, lo exôtico, lo pintoresco atraen solamente al
extranjero», afirma Benjamin, distinguiendo el tipo de inspiraciôn que lleva a
representar una ciudad desde la perspectiva de un habitante originario del lugar
(o perteneciente al mismo contexto cultural, como en el caso de Payno), que es, al
contrario, una «inspiraciôn que se mueve a través del tiempo en lugar de moverse
en el espacio». El libro de viajes escrito por el nativo «tendra siempre afinidad
con el libro de memorias [. . .]».51
Ennuestro caso, las narraciones de los viajeros extranjeros podrian inscribirse
en el primer grupo, mientras que la narraciôn de Payno o las interpretaciones
pictôricas se acercarian a la optica del nativo, ya que la permanencia de los
artistas en la ciudad (prolongada con respecto a la de los viajeros sôlo de paso),
aunada a la sutil sensibilidad artistica, les permite comprender, en sentido pleno,
la realidad geogrâfica y cultural en la que se desenvuelven, percatândose de
situaciones singulares, captando aspectos especfficos y representando, de manera
mas auténtica y verdadera, la realidad local.

Villes en parallèle / n° 47-48/2013 172


Maria Margarita SEGARRA LAGUNES

Si bien a los ojos de los viajeros extranjeros Veracruz se mostrô, durante


casi très siglos, en una especie de perenne e inexorable estado de abandono y
desolation, esa impresiôn cambiarâ radicalmente a partir de 1880, en el momento
en que se da inicio a las obras del puerto, emprendidas para modernizar Vera¬
cruz y transformarla en una ciudad funcional, dotada de todos los servicios y
equipamientos necesarios para ponerla en condiciones de competir de manera
eficiente con los principales puertos europeos. Las obras del puerto conllevaron
la introducciôn de una serie de infraestructuras ligadas a la actividad comercial,
como la aduana, pero también la realizaciôn de otros edificios y espacios publicos,
como correos, la estaciôn del ferrocarril (cuya linea se habia construido desde
1873), los faros, el paseo del Malecôn, los muelles. Colocados en la linea de costa,
su perfil contribuyô a conferir a la ciudad una nueva imagen, que acogerîa en lo
sucesivo a los visitantes y a los viajeros que llegaban desde el mar. Sin embargo,

Cauchard, Zocalo de Veracruz (primera mitad del siglo XIX).

173 Villes en parallèle / n° 47-48 /2013


Veracruz en las descripciones de los viajeros europeos y mexicanos (Siglos XVI al XX)

las obras del puerto significaron también el sacrificio de una parte de la memoria
histôrica de la ciudad, con la demolition de las murallas, que, en la mentalidad
de la época, constituyô el acto simbôlico de ruptura con el pasado, la serial del
renacimiento de la ciudad, que se levantaba «como Lâzaro de su tumba»:

Y se ha levantado, llevando en su diestra la piqueta el zapapico y la barreta del


demoledor, para destruir la antigua muralla y dar ensanche, aire y luz a la ciudad
[...]. Por eso nuestra Ciudad dio un paso en la via del progreso al llevarse a cabo
la demolition de las murallas.52

Ludovic Chambon, un viajero francés que visita Veracruz en 1892, la des-


cribiria asi: «Veracruz ya no es la ciudad innoble y maloliente que se ha descrito
desde la conquista. Veracruz ya no es la metrôpoli de la fiebre amarilla. Gracias
a los trabajos de saneamiento y a la desapariciôn de las murallas que antes la
sofocaban, ahora se puede pasear en las calles limpias y llenas de aire».53
Era el inicio de una nueva etapa, la del Veracruz moderno y funcional del
siglo XX.

■ Notas

Las ilustraciones de este texto son reproducciones de grabados de Veracruz, rea-


lizadas en los anos setenta del siglo XX por Enrique Segarra Tomâs, arquitecto
apasionado defensor del patrimonio historico de la ciudad. Pertenecen al Archivo
Segarra Lagunes de la Ciudad de México.

1. «Y que le requerimos [ . . . ] que luego poblase y no hiciese otra cosa [...].


Y luego le dimos poderes muy vastisimos, delante de un escribano del
rey que se decia Diego de Godoy [...]. Y luego ordenamos de hacer y
fundar y poblar una villa que se nombrô la Villa Rica de la Veracruz,
porque llegamos Jueves de la Cena y desembarcamos en Viernes Santo
de la Cruz, y rica por aquel caballero [...] que se Uegô a Cortés y le
dijo que mirase las tierras ricas y que se supiese bien gobernar [...]».
Cfr. Bernai Diaz del Castillo, Historia verdadera de la conquista de la
Nueva Espana, (ms. 1568), (México: Edit. Porrûa, 1986) p. 72.
2. La fundaciôn de la Villa Rica se situé frente al islote de la Gallega, en
donde màs tarde se edificaria la fortaleza de San Juan de Ulua.

Villes en parallèle /n° 47-48 /2013 174


Maria Margarita SEGARRA LAGUNES

3. Antonio de Ciudad Real, Tratado curioso y docto de las grandezas de la


Nueva Espana, (ms. 1584-89), vol. I, (México: UNAM, 1976) p. 117.
4. Robert Thompson, "Viaje de Roberto Tomson, comerciante, a la Nueva
Espafia, en el aflo de 1555," en Relaciones de varios viajeros ingles es
en la Ciudad de México y otros lugares de la Nueva Espafia Siglo XVI,
a cura di Joaquin Garcia Icazbalceta (Madrid: Ediciones José Porrua
Turanzas, 1963) pp. 25, 26.
5. Ciudad Real, Tratado curioso, cit., p. 117.
6. Thompson, "Viaje de Roberto Tomson", cit., pp. 25-26.
7. Reaies Ordenanzas para descubrimientos, poblaciones y pacificaciones,
emanadas por da Felipe II en San Lorenzo del Escorial el 3 de mayo de
1576.
8. "Carta del contador de Veracruz Antonio Cotrina al rey de Espana, Feli¬
pe II", s/f, en Hipôlito Rodriguez, Veracruz, la ciudad hecha de mar 1519-
1821 (Xalapa: Instituto Veracruzano de Cultura, 1991) pp. 139-140.
9. Paula Kolonitz, Un viaje a México en 1864 (México: Fondo de Cultura
Econômica, 1984) p. 59. «El aspecto de todo lo que estamos viendo
mientras nos vamos acercando, es de lo mas melancôlico, délabré y des-
consolador que puede uno imaginarse [...]. Nada hay, para mi, que
exceda a la tristeza de esta poblaciôn y de sus alrededores [...]. El
panorama podria compararse a las ruinas de Jerusalén, aunque sin su
grandeza. Las casas parecen ennegrecidas por la acciôn del fuego [...].
Las calles de las afueras de la ciudad estân ennegrecidas por la pôlvora
o por el fuego, y hasta donde alcanza la vista, los desnudos y rojos
médanos; sin un arbol, sin un arbusto, sin una flor ni un pâjaro, excepto
el horrible y negro zopilote, con empleo en la policia. Parece como
si el profeta Jeremias hubiera cruzado la ciudad, maldiciendo a sus
moradores». Francis Erskine Inglis, marquesa Calderôn de la Barca, La
vida en México durante una residencia de dos anos en ese pais (México:
Editorial Porrua, 1959) pp. 28-30.
10. Antonio de Ulloa, Descripciôn geogrâfico-fisica de una parte de la
Nueva Espana, (ms. 1776), (México: UNAM, 1987) p. 15.
11. Désiré Charney, Ciudades y ruinas americanas, (ms. 1857), (México:
Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, 1994) p. 34.

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Veracruz en las descripciones de los viajeros europeos y mexicanos (Siglos XVI al XX)

12. Alexander von Humboldt, Ensayo politico sobre el reino de la Nueva


Espana (ms. 1808), (México: Edit. Porrûa, 1984) p. 179.
13. Ferdinand Petrôvich baron de Wrângel, De Siîka a San Peters burgo
a través de México (México: Secretaria de Educaciôn Publica, 1975)
p. 130.
14. Erskine Inglis, La vida en México, cit., p. 29.
15. Charney, Ciudades y ruinas, cit., 34.
16. La escripciôn de T. Gage es de septiembre 1625. Thomas Gage, Viajes
por la Nueva Espana y Guatemala , (Madrid: Edit. Historia 16, 1987)
p. 99.
17. Ulloa, Descripciôn geogrâfico-fîsica, cit., p. 25.
18. Giovanni Francesco Gemelli Careri, Viaje a la Nueva Espana, (ms.
1697), (México: UNAM, 1976) pp. 178-179.
19. Mathieu de Fossey, Viaje a México, (ms. 1831), (México: Consejo
Nacional para la Cultura y las Artes, 1994) pp. 85-86.
20. Charney, Ciudades y ruinas, cit., pp. 34-35.
21. Fossey, Viaje a México, cit. , p. 88.
22. Humboldt, Ensayo politico, cit., p. 180.
23. Erskine Inglis, La vida en México, cit. p. 30.
24. Ulloa, Descripciôn geogrâfico-fîsica, cit., p. 16.
25. Charney, Ciudades y ruinas, cit., p. 34.
26. Ibidem.
27. Gage, Viajes por la Nueva Espana, cit., pp. 99-100.
28. "Invasion del enemigo en la Ciudad de Vera Cruz el dia 17 de mayo de
1683, escrita por el Bachiller D. Agustin Villaroel. Theniente de Cura y
Sacristan mayor de la Santa Iglesia parroquial de la dicha ciudad," en
Rodriguez, Veracruz, la ciudad, cit., pp. 174-178.
29. Gemelli Careri, Viaje a la Nueva Espana, cit., p. 154.
30. Gage, Viajes por la Nueva Espana, cit., p. 99.
3 1. Ulloa, Descripciôn geogrâfico-fîsica, cit. , p. 16.
32. George Francis Lyon, Residencia en México, 1826. Diario de una gira
con estancia en la Republica de México (Fondo de Cultura Econômica:
México, 1984) p. 249.
33. Ulloa, Descripciôn geogrâfico-fîsica, cit., p. 18.

Villes en parallèle /n° 47-48 / 2013 176


Maria Margarita SEGARRA LAGUNES

34. Humboldt, Ensctyo politico, cit., p. 177.


35. Gemelli Careri, Viaje a la Nueva Espana, cit., p. 154.
36. Humboldt, Ensayo politico, cit., p. 180.
37. Ferdinand Petrôvich baron de Wrângel, De Sitka a San Peters burgo a
través de México (México : SecretariadeEducaciônPublica, 1975)p. 130.
38. Charney, Ciudades y ruinas, cit., pp. 35-36.
39. Gemelli Careri, Viaje a la Nueva Espana, cit., p. 135; Kolonitz, op. cit.,
pp. 179-180.
40. Manuel Payno, Un viaje a Veracruz en el invierno de 1843 (Xalapa: UV,
1984).
41. Ibidem, p. 93.
42. Ibidem, p. 91.
43. Ibidem, p. 93.
44. Ibidem, p. 109.
45. Ibidem, p. 107.
46. Sobre la obra de los pintores-viajeros eurpeos en México cfr. AA. W.,
Viajeros europeos del siglo XIX en México (México: Fomento Cultural
Banamex, 1996) y "El viajero europeo del siglo XIX," Artes de México,
n. 31, s/f
47. Alexander von Humboldt, Cosmos o ensayo de una descripciôn fisica
del mundo, por..., vertida al castellano por Francisco Diaz Quintero
(Madrid: Imprenta de R. Rodriguez Rivera, 1851-1852) vol. II, p. 82.
48. Ruggendas permaneciô en el continente americano durante casi veinte
anos. En México, entre 1831 y 1834.
49. John Lloyd Stephens - Frederick Catherwood, Incidents of travel in
Central America, Chiapas and Yucatan (New York: Harper & Brothers,
1843).
50. Juan Federico Maximiliano, baron de Waldeck, Voyage pittoresque et
archéologique dans la Province de Yucatan (Amérique Centrale) pendant
les anées 1834 et 1836 (Paris: Bellizard Dufour et Co. Éditeurs, 1838).
5 1. Walter Benjamin, "Die Wiederkehr des Flaneurs," en Spazieren in Ber¬
lin, Franz Hessel (éd.), Die literarische Welt, vol. V, n. 40, 4 octubre
1929, cit. en Peter Szondi, "Nota" a la ediciôn italiana de Walter Benja¬
min, Immagini di città (Torino: Einaudi, 1980) pp. 101, 102.

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Veracruz en las descripciones de los viajeros europeos y mexicanos (Siglos XVI al XX)

52. Obras del puerto de Veracruz en 1882, con prôlogo de Leonardo Pas-
quel, réédition en ocasiôn del 450 aniversario de la fondation de la Ciu-
dad de Veracruz (México: Citlaltépetl 1968) p. 79.
53. Ludovic Chambon, Un gascon en México (México: Conaculta, 1994)
p. 127.

Villes en parallèle / n° 47-48 / 2013 178

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