Laqueur Cap.3.Parte 1

Vous aimerez peut-être aussi

Vous êtes sur la page 1sur 9
CapiTuLo IIL Nueva Ciencia, carne tnica Los libros contienen figuras de todas par- tes encuadradas en e] contexto de la narra- cién, del mismo modo que el cuerpo disec- cionado se coloca, por asi decirlo, ante los ojos de quiencs estudian las obras de la natu- raleza, VESALIO, 1543 A lo largo de un abismo milenario que contemplé la cai- da de Roma y el desarrollo del cristianismo, Galeno hablé sin dificultades, en varias lenguas vernaculas, a artesanos y co- merciantes, comadronas y cirujanos-barberos, de la Europa del Renacimiento y de la Reforma. Varias traducciones lati- nas, compendios e intermediarios drabes, transmitieron el cuerpo de sexo tinico desde la Antigiiedad hasta la época de la imprenta. “La matrice de la femme”, escribe Guillaume Bouchet en un popurri del saber de finales del siglo XvI, “n’est que la bourse et verge renversée de I’-homme” (La ma- triz de la mujer no es sino el escroto y el pene del hombre in- vertidos). Un médico aleman de escasa reputacién declaraba, “Wo du nun dise Mutter sampt iren anhengen besichtigst, So 121 vergleich sie sich mit allem dem Mannlichen glied, allein das diese ausserhalb das Weiblich aber inwendig ist” (Si se mira a lo largo el titero y sus apéndices, corresponde en todos sus as- pectos al miembro masculino, excepto que el iiltimo es exte- rior y el primero interior). O como dice de forma prosaica cl cirujano-jefe de Enrique VIII, “la semejanza de ello [la ma- triz] es tal como si se tratara de una verga del revés 0 girada hacia adentro”. Todavia en el siglo XvI habia, al igual que en la antigiiedad clasica, un solo cuerpo canénico y era cl del varén!. Las diversas lenguas vernaculas replicaron también en las nuevas voces el complejo lingiiistico latino y griego de las conexiones entre 6rganos, a las que nuestros textos médicos otorgarian después nombres precisos y distintivos. Bourse, por ejemplo, es la palabra que emplea Bouchet para escroto, y se refiere no sdlo a monedero o bolsa, sino también al lugar en que se reunen comerciantes y banqueros. Como monedero, bolsa 0 saco, tiende un puente entre los cuerpos masculino y femenino. En el inglés del Renacimiento, purse podia signifi- car al mismo ticmpo escroto y titero?, Un texto aleman an6- nimo muestra un tépico similar, “el titero es un recepticulo profundo y cerrado, parecido a un monedero (Seckel) "3, La ' Guillaume Bouchet, Les Sérées de Guillaume Bouchet, ed. C. E. Roybet, seis vohimenes (Paris, 1873-1882). 1.96; Christopher Wirsung, Ein Neues Artzney Buch Darinn fast alle eusserliche und innerliche Glie- der des Mennschlichen leibs... beschriben werden (1572), pag. 416; Tho- mas Vicary, The Anatomy of the Bodie of Man (1548, reimpreso en 1577), ed. F. J. y P. Furnivall, Oxford, Early English Text Society, 1988, pag. 77. > De modo similar, “cola” puede referirse no sdlo a cierta extremidad posterior, sino también al pene y a las partes pudendas femeninas. aunque no he encontrado este uso popular en textes médicos. 3 Auslegung und Bescreibung der Anathomy oder warhafften abcon- ferserung eines inwendigen corpers des Manns und Weibs (1539), seccion “von der mutter” (sobre la madre). sin paginacidn. Para la conexin entre titero y escroto con palabras que designan saco, y también para asociacto- nes con otros érganos —la matriz como “tripa reproductora”, por ejem- plo. por retomar de nuevo la relacién titero/intestino— véase Torild W. Ar- noldson, Parts of the Body in Older Germanic and Scandinavian, Chica- go. University of Chicago Press, 1915, pags. 160-175, y Parts of the Body 122 matriz “se cierra como un monedero (bursa) después de aco- ger el eyaculado masculino y femenino, dice el pseudo-Al- berto Magno en su inmensamente popular De secretis mulic- rum, ampliamente traducido+. El escroto se vincula también con la matriz a través de un significado mas social y econd- mico. La “matriz”, término que utiliza Bouchet para el itero, al igual que Ja variante inglesa matrix, tenia el sentido de un lugar en el que se produce o desarrolla algo, como en “las montafas son las matrices del oro”. Se halla aqui sugerido el tropo comtin del titero como el érgano de la generacion mas notable y milagroso del cuerpo. La “matriz” es asi el lugar donde se produce una nueva vida mientras que la “bolsa” es un lugar donde se realiza un intercambio, un tipo de produc- tividad diferente, culturalmente menos valioso. Dos clases diferentes de bolsas, dos formas distintas de hacer y guardar dinero, vinculan 6rganos que hoy no tienen resonancias co- munes, : a Los placeres del cuerpo también permanecieron tan inti- mamente ligados a la generacién como lo habian estado para Hipocrates. “La expulsién de la semilla va acompaiiada de gran deleite, con Ja emisién del espiritu turgescente y la con- traccién de los nervios”, reza la guia sexual mas extendida en la tradicién occidental’. A través de una fisiologia compartida con ef hombre, la mujer “sufre de los dos modos”, subraya Lemnius, médico del siglo XVI, y siente un doble placer: “eapta la semilla del hombre y funde la suya con aquélla” y en consecuencia “obtiene mas placer y se recrea mas en €]”6. in the Later Germanic Dialects, Chicago. University of Chicago Press, es. 104-121, : 4 Pseudo-Alberto Magno, De secretis mulierum (ed. de 1655), pa- gina 19. E] contexto es una discusion sobre la eyaculacién masculina y fe- menina; cuando se reciben las dos semillas en la matriz, se “cierra como una bolsa (matrix mulieris clauditur tanquam bursa)”. El parrafo siguien- te repite esta frase y. bajo la autoridad de Avicena. da como razon para el cierre que la matriz “sc complace con el calor que ha recibido y no quiere perderlo (quia guadet ex calido recepto nolens perdere)”. 5 Aristotle's Masterpiece (1684). pag. 28. 6 Laevinius Lemnius, The Secret Miracles of Nature, Londres, 1658, 123 vergleich sie sich mit allem dem Mannlichen glied, allein das diese ausserhalb das Weiblich aber inwendig ist” (Si se mira a lo largo el Utero y sus apéndices, corresponde en todos sus as- pectos al miembro masculino, excepto que el iiltimo es exte- rior y el primero interior). O come dice de forma prosaica el cirujano-jefe de Enrique VIII, “la semejanza de ello [la ma- triz] es tal como si se tratara de una verga del revés 0 girada hacia adentro”. Todavia en el siglo xvi habia, al igual que en la antigiiedad clasica, un solo cuerpo canénico y era cl del var6én!. Las diversas lenguas verndculas replicaron también en las nuevas voces el complejo lingiistico latino y griego de las conexiones entre érganos, a las que nuestros textos médicos otorgarian después nombres precisos y distintivos. Bourse, por ejemplo, es la palabra que emplea Bouchet para escroto, y se refiere no sdlo a monedero o bolsa, sino también al lugar en que se retinen comerciantes y banqueros. Como monedero, bolsa o saco, tiende un puente entre los cuerpos masculino y femenino. En el inglés del Renacimiento, purse podia signifi- car al mismo tiempo escroto y ttero?, Un texto aleman ané- nimo muestra un tépico similar, “el titero es un receptaculo profundo y cerrado, parecido a un monedero (Seckel) "3. La ' Guillaume Bouchet, Les Sérées de Guillaume Bouchet, ed. C. E. Roybet, seis vohimenes (Paris, 1873-1882). 1.96; Christopher Wirsung. Ein Neues Artzney Buch Davinn fast alle eusserliche und innerliche Glie- der des Mennschlichen leibs... beschriben werden (1572), pag. 416; Tho- mas Vicary, The Anatomy of the Bodie of Man (1548, reimpreso en 1577), ed. F. J. y P. Furnivall, Oxford, Early English ‘Text Society, 1988, pag. 77. ? De modo similar, “cola” puede referirse no sdlo a cierta extremidad posterior, sino también al pene y a las partes pudendas femeninas, aunque no he encontrado este uso popular en textos médicos. 3 Ausleguig und Bescreibung der Anathomy oder warhafften abcon- tersetung eines inwendigen corpers des Manns und Weibs (1539), seccién “von der mutter” (sobre la madre). sin paginacion. Para la conexidn entre Utero y escroto con palabras que designan saco, y también Para asociacio- nes con otros Gtganos —la matriz como “tripa reproductora”, por ejem- plo, por retomar de nuevo la relacién titero/intestino— véase Torild W. Ar- noldson, Parts of the Body in Older Germanic and Scandinavian, Chica- go, University of Chicago Press, 1915, pags. 160-175, y Parts of the Body 122 matriz “se cierra como un monedero (bursa) después de aco- ger el eyaculado masculino y femenino, dice el pseudo-Al- berto Magno en su inmensamente popular De secretis mutic- rum, ampliamente traducido+. El escroto se vincula también con la matriz a través de un significado mas social y econd- mico. La “matriz”, término que utiliza Bouchet para el itero, al igual que Ja variante inglesa matrix, tenia el sentido de un lugar en el que se produce o desarrolla algo, como en “las montafias son las matrices del oro”. Se halla aqui sugerido el tropo comtin del titero como el 6rgano de la generacion mas notable y milagroso del cuerpo. La “matriz” es asi el lugar donde se produce una nueva vida mientras que la “bolsa” es un lugar donde se realiza un intercambio, un tipo de produc- tividad diferente, culturalmente menos valioso. Dos clases diferentes de bolsas, dos formas distintas de hacer y guardar dinero, vinculan 6rganos que hoy no tienen resonancias co- munes. : a Los placeres del cuerpo también permanecieron tan inti- mamente ligados a la generacién como lo habian estado para Hipocrates. “La expulsién de la semilla va acompaiiada de gran deleite, con la emisidn del espiritu turgescente y la con- traccién de los nervios”, reza la guia sexual mas extendida en la tradicién occidental’. A través de una fisiologia compartida con el hombre, la mujer “sufre de los dos modos”, subraya Lemnius, médico del siglo XVI, y siente un doble placer: “capta la semilla del hombre y funde la suya con aquélla” y en consecuencia “obtiene mas placer y se recrea mas en €]"6, in the Later Germanic Dialects, Chicago, University of Chicago Press, 1920, pags.104-121, ; 4 Pseudo-Alberto Magno, De secretis mulierum (ed. de 1655), pa- gina 19. El contexto es una discusién sobre la eyaculacion masculina y te- menina; cuando se reciben las dos semillas en la matriz, se “cierra como una bolsa (matrix mulieris clauditur tanquam bursa)”. E\ parrafo siguien- te repite esta frase y. bajo la autoridad de Avicena, da como razon para el cierre que la matriz “se complace con el calor que ha recibido y no quiere perderlo (quia guadet ex calido recepto nolens perdere)”. 5 Aristotle's Masterpiece (1684), pag. 28. 6 Laevinius Lemnius, The Secret Miracles of Nature, Londres, 1658. 123 ___Entre esos ecos de la Antigitedad, una ciencia nueva y de- cididamente revisionista exploraba el cuerpo con entusiasmo. En 1559, por ejemplo, Colombo —no Cristébal, sino Real- do— declaraba haber descubierto el clitoris. Comunicaba a su muy noble lector” que éste es “el asiento fundamental del placer femenino”. Como un pene, “si lo tocas, encontrards que se hace un poco mas duro y oblongo hasta el punto de que parece una especie de miembro viril”. Conquistador en tierra desconocida, Colombo remachaba su reivindicacién: “Puesto que nadie ha percibido esas proyecciones y su forma de obrar, si me esti permitido dar nombre a las cosas que he descubierto, deberia Ilamarse amor o dulzura de Venus”’, Como Adan, se sintié en el derecho de dar nombre a lo que encontré en ta Naturaleza: un pene femenino. _ El relato de Colombo es significativo a dos niveles. En primer lugar, asume que ver y tocar revelard verdades radical- mente nuevas sobre el cuerpo. El descubridor del clitoris muestra desprecio hacia sus predecesores, quienes no basa- ban sus afirmaciones en la diseccién 0 fracasaban al no infor- mar con precision y valor de lo que habian visto. Mondino de’ Luzzi (1275-1326), por ejemplo, conocido anatomista medieval, fue blanco de duras ironfas por haber afirmado que el Utero tenia sicte celdas, proposicidn relativamente novedo- sa, pero referida a un lugar comtin; “también podia haberlas Hamado particos 0 dormitorios”®. Los colegas de Colombo, desde luego, le atacaron con idéntico vigor. Gabriel Falopio, pag. 19, obra originalmente publicada como De occultis naturac miracu- lis en 1557, 7 Colombo, De re anatomica (Venecia, 1559), 11.16, pigs. 447-448, Mattco Realdo Colombo (1516-1559?) fuc el ilustre sucesor de Vesalio en la catedra de cirugia de Padua. * Ibid., pigs. 444-445. La idea del ditero de siete celdas no se encuen- tra en Galeno ni en los autores drabes importantes, sino que aparecié por vez primera en los escritos de la escuela anatémica de Salerno en cl siglo XI Sobre este punto ¢ Robert Reisert, Der seibenkammerige werus: Studien zur mittelalterlichen Wirkungsgeschichte und Enfatrung eines embryologischen Gebérmuttermodells, Hanover, Wiirzburger medi- zins-historische Forschungen, 1986. 124 su sucesor en Padua, insistid en que é] —-Falopio— vio pri- mero el clitoris y que todos los demas eran unos plagiarios?. Kaspar Bartholin, distinguido anatomista de Copenhague en el siglo XVII, afladié a su vez que tanto Falopio como Co- lombo se vanagloriaban en reivindicar el “descubrimiento o primera observacion de dicha parte”, el clitoris, que realmen- te era conocido por todo ef mundo desde el siglo segundo!®. El debate sobre quién descubri6 cl clitoris, un tanto ab- surdo pero complejo, es mucho menos interesante que el he- cho de que todos los protagonistas compartian la certeza de que, quien fuera que lo hubiera descubierto, alguien podia reivindicarlo sobre la base de la observacién y la diseccién del cuerpo humano. Un empirismo militante invadia la ret6- rica de los anatomistas del Renacimiento. El descubrimiento de Colombo podria también parecer fatal, o al menos amenazador, para las antiguas representacio- nes del sexo tinico. Dentro de las limitaciones del sentido co- miin, si no de la consistencia ldgica, las mujeres no podjan te- ner un pene normal interior (1a vagina) y un pequefio homo- logo exterior (el clitoris). Pero los autores renacentistas no extrajeron esta inferencia. Jane Sharp, comadrona inglesa del siglo XVIL con un buen nivel de formaciédn, afirma sobre la vagina en una pagina “que es el paso de la verga, a la que se parece, pero girada hacia adentro”, y sin incomodidad aparen- te informa dos paginas después de que el clitoris es el pene femenino: “se endcreza y reposa como hace la verga, hace a las mujeres lascivas y les proporciona placer en la cépu- ° Falopio, Observationes anatomica (Venecia. 1561). pag. 193. Se dice que se trata de Jas notas del curso de Falopio (Gabriel Falopio, 1523- 1562), cl anatomista que descubris los oviductos. 10 Bartholinus’ Anatomy, Made from the Precepts of His Father, and from Observations of All Modern Anatomists, Together with His Own, Londres. 1668, pig. 75. Este libro es traduccién de las revisiones que en 1641 hizo Thomas Bartholin (descubridor del sistema linfatico) del fa- moso libro de su padre, Kaspar. /nstitutiones anatomicae (1611). Fue Kaspar II (1655), hijo de Thomas, quien dio su nombre a las grandes glandulas vestibulares que lubrican la parte final de la vagina durante el coite. 125 la"!!, Quiza esas posiciones puedan reconciliarse en cl sen- tido de que la vagina sdlo se parece al pene mientras que el clitoris lo es de verdad; ambas posiciones mantienen la insis- tencia del modelo unisexo con el varén como patron. Pero a Sharp esta cuestién no le interesaba. Dos afirmaciones apa- rentemente contradictorias coexistian con facilidad, y el viejo isomorfismo contemporizaba pacificamente con el nuevo y extrano homdlogo Hegado de otra galaxia conceptual. En el momento en que Colombo amenaza con ofrecer una comprensidn nueva de la diferencia sexual, el texto re- toma los viejos caminos y las viejas tensiones. En tanto se in- terprete la vagina o el clitoris como pene femenino, la mujer desaparece. El placer sexual mantiene su origen en el frota- miento homoerético de lo semejante con lo semejante; el pla- cer se disocia de fa voluntad de modo que el espiritu de la mujer no cuenta. “Si frotiis [el clitoris] vigorosamente con un pene, o incluso si lo tocais con un dedo, el semen fluye mas ripido que el viento, a causa del placer, incluso cuando [las mujeres] estan poco dispuestas”!. Subsiste ahi un solo sexo, o en todo caso una clase de cuerpo. El descubrimiento del clitoris y su facil asimilacién en el modelo unisexo plantea la cuestién central de este capitulo. {Por qué observadores competentes, comprometidos por con- vencimiento con las nucvas reglas de la ilustraciGn precisa y naturalista, contindan pensando sobre la anatomia y fisiologia de la reproduccién de modo manifiestamente equivocado, atentando contra la intuicién y sensibilidad modernas? En primer lugar, gran parte de lo que esta en juego no se puede decidir de forma empirica. Si el pene o la vagina son un pene 4 Jane Sharp, The Midwives Book, or the Whole Art of Midwifery Dis- covered Directing Childbearing Women How to Behave Themselves in Their Conception, Breeding, Bearing and Nursing Children, Londres, 1671, pags. 40, 42. Dice la sefiora Sharp que su libro esta basado en la ex- periencia de treinta afos, que se dirige a una amplia audiencia femenina (de aqui que no esté en latin) y que habia incurrido en grandes gastos en traducir al inglés Jas ultimas fuentes trancesas. holandesas e italianas. 12 Colombo. Anatomica, pigs. 447-448, 126 EE EEE eee eee femenino, 0 incluso si las mujeres tienen pene, o si cllo tiene importancia, no son cucstiones que en principio puedan acla- rar nuevas investigaciones. La historia de la anatomia re- nacentista indica que las representaciones anatémicas mascu- linas y femeninas dependen de la politica cultural de la re- presentacion y de la ilusién, no de pruebas sobre Organos, canales 0 vasos sanguineos. Ninguna imagen verbal 0 visual de los “hechos de la diferencia sexual” existe con indepen- dencia de tesis anteriores sobre el significado de tales distin- ciones!3, En la explicacién de Colombo, y en general en el modelo unisexo, hay, sin embargo, proposiciones sobre las que se pueden obtener conclusiones empiricas. Dice con razén que el clitoris (dulcedo amoris) es el lugar primario del placer ve- néreo cn las mujeres. Por otra parte, mantiene —de modo err6neo desde la perspectiva moderna— que el semen, muy semejante al masculino, es expulsado de modo similar cuan- do la mujer es estimulada, pero cuando no lo es, las mujeres no pueden concebir!4, Muchas de estas tesis se pueden verifi- car consultando el propio cuerpo: !3 Acepto el argumento de Jacqueline Rose seguin el cual “no pucde haber actuacién sobre la imagen, ni desafio a su capacidad de ilusion y dis- curso, que no desafic al propio tiempo el hecho de ta diferencia sexual”, para significar que los hechos de la diferencia sexual no existen con inde- pendencia de las formas de ilusion y discurso. Sexuality in the Field of Vi- ston, Londres, Verso. 1987, pa Cuando Rose comenta una nota de Ja explicacién de Freud sobre la gran ambigiiedad de Leonardo en la des- cripcion de la relacién sexual, dice que no se trata, como Freud sugiere, de un resultado peculiar de ba bisexualidad de Leonardo, sino un ejemplo frecuente en Jas representaciones renacentistas de los organos genitales. 14 Lo que quiero decir por “desde una perspectiva moderna” es que los. textos contemporaneos no incluirian este tipo de consideracion. Es evi- dente que hay un gran problema. que discuto brevemente en el proximo capitulo, en torno al uso como norma de la investigacién moderna. Inclu- so cuando alguien afizma hoy que creciones de la mujer durante el orgasmo son histoquimicamente similares al tluido prostatico masculino, © que la neurologia del orgasmo es similar en ambos sexos, o que las pre- siones negativas durante el orgasmo femenine ayudan a la concepcidn, no esté haciendo el mismo tipo de proposiciones que hacian los observadores 127 _ Quienes lecis estos estudios anatomicos mios, labo- riosamente producidos, sabéis que sin esas protuberancias [el clitoris] que os he descrito antes con fidelidad, las mu- jeres no podrian experimentar placer en los abrazos vené- teos ni concebir un feto. Esto es lo verdaderamente importante: en las mujeres se presentan los testiculos para que puedan producir se- men. En realidad yo mismo puedo testimoniar que en la diseccién de los testiculos femeninos a veces he encon- trado semen, que es blanco, espeso y bien digerido, como todos dos espectadores han reconocido de forma uné- nime!5, La alirmacion concreta de que el orgasmo femenino era necesario para la concepcién habia sido ya cuestionada desde la Antigiiedad. ___ Ya dijo Aristételes que en algunas circunstancias las mu- jeres podian concebir “sin experimentar el placer habitual en estas relaciones” y que a la inversa “los dos miembros de la pareja podian alcanzar a un tiempo su goce™ sin que la mujer concibiera'®. Giles de Roma, estudioso del siglo XIII que in- cluso en aquella épaca de prolijidad era conocido como cl “doctor verboso”. habia expuesto con generosa amplitud y sobre fundamentos tedricos que la Iamada semilla femenina era esencialmente irrelevante para la concepcién y que el or- gasmo femenino todavia lo era mas. Pero también él presen- taba pruebas empiricas de varias clases. Algunas mujeres le habian contiado haber concebido sin emisin y seguramente sin orgasmo, También un informe clinico de autoridad tan re- conocida como Averroes (Ibn-Rushd, 1126-1198), el fildsoto arabe autor de una importante enciclopedia médica, habla de una mujer que qued6 cmbarazada del semen que flotaba en un bafio caliente. Si, como este caso parece mostrar, la propia Tenacentistas. En mi opinion, el problema de traduccidn la tedrica es mas grave en biologia que en las ciencias fisicas 'S Colombo, Anatoniica, pigs. 448, 453-454. '6 GA 2.4.739-30; 1.19.727b6-11. 128 EE LO OO OQ@E SO OO —__en penetracién es solo incidental, no sera todavia mas irrele- vante el placer sexual femenino?!7. Y dos mil aftos después de Aristételes, William Harvey repetia cl viejo argumento (aunque basado en la evidencia de “un infinito nimero”, o al menos no de “unos pocos” casos): el “estremecimiento vio- lento, y la disolucién y derramamiento de los humores” que con frecuencia se presentan “en las mujeres en el éxtasis del coito” no son necesarios para la funcién de tener bebés!*. Es dificil de creer que los consumidores de literatura mé- dica en lenguas verndculas —una parte notable del publico letrado y aquellos que podian entenderlas— necesitaran del peso de la tradicién y de la ciencia para comprendcr que el orgasmo femenino no siempre acompanaba a la concepcidn!®. Los estudios modernos son acordes al mostrar que un tercio y quizé incluso la mitad de las mujeres no alcanzan nunca el or- gasmo en la cépula y desde luego en ninguna parte se dice que haya tal proporcién de mujeres infértiles**, Quizé en una época en que lo que llamamos “preliminares” se tomaba como preludio obligado para la copula con intencién procrea- dora, el porcentaje de mujeres con orgasmos fuera mas alto, pero aun asi la experiencia cotidiana debi hacer dudar de la supuesta vinculacién entre orgasmo femenino y concepcion. No obstante, ni los testimonios de Jos eruditos ni las expe- 17M. Anthony Hewson, Giles of Rome and the Medieval Theory of Conception, Londres. Athlone Press, 1975, pag. 87. El caso citado por Averroes, usado por Giles para extraer conclusiones mis atrevidas, era bien conocido en el Renacimiento. 18 William Harvey. Disputations Touching the Generation of Animals (1653), trad. Gweneth Whitteridge (Oxford: Blackwell Scientific Publica- tions. F981), pag. LoS. 19 Sobre la popularidad de las primeras obras médicas impresas en la Inglaterra de los Tudor, véase Paul Slack. “Mirrors of Health and Treasu- res of Poor Men”. en Charles Webster. ed.. Health, Medicine, and Morta- lity in the Sixteenth Century, Cambridge, University Press. 1979. pagi- nas 237-273. 20 Me he apoyado en la recogida de datos sobre la materia efectuada por Lisa Lloyd en su manuscrito “Evolutionary Explanations of Human Female Orgasm”. que amablemente me ha permitido leer. riencias reales del matrimonio hicieron abandonar el viejo modelo de cuerpos y placeres. Desde luego que alguien podria decir: quienes sabian —las mujeres— no escribieron y quienes escribieron —los hombres— no sabian. Pero esto no resuelve nada. En primer lugar, el corpus hipocratico y el libro X de la Historia de los animales de Aristételes, por ejemplo, podian muy bien expre- sar las voces de las mujeres, y otras obras ofrecen relatos si- milares. Ademas, cuando en el Renacimiento las mujeres co- menzaron a publicar sobre comadronas y reproduccion, sus opiniones sobre la fisiologia de la generacién entraban por completo en la corriente principal: Louise Bourgeois, Jane Sharp y Madame de la Marche propugnaban la sabiduria co- mun que vinculaba placer. orgasmo y gencracién. Los relatos ocasionales en primera persona de mujeres que trataban de estas materias intimas, como la notable autobiografia de Isabella De Moerloose, esposa de un clérigo holandés del si- glo XVII, atestiguan sin duda que la literatura que he citado contiene creencias ampliamente compartidas?!. A pesar de la creciente tendencia de Ja tradicién culta a distanciarse de los “errores populares”, mi sensacién es que los médicos, los au- lores profanos, y los hombres y mujeres en sus camas, com- partian en un sentido amplio el saber acerca de cémo funcio- naba el cuerpo en materia de reproduccién™. La especie de 2! Herman W. Roodenburg, “The Autobiography of Isabella De Moer- loose: Sex, Childbearing and Popular Belief in Seventeenth Century Ho- Nand”, Journal of Social History, 18 (verano 1985), $17-540. (Discuto al- gunos aspectos de este diario mas abajo, en la nota 83.) Una mujer que es- cribe en su diario sobre la concepcién en el siglo x1x emplea todavia en buena medida el lenguaje hipocratico. 22 La mejor prucba directa de la ausencia de opiniones radicalmente divergentes entre médicos y pacientes se encuentra en los ficheros de Jo- hann Storch. médico que ejercia a principios de! siglo XVI en la pequefia ciudad de Eisenach, brillantemente analizados por Barbara Duden. Ge- schichte unter der Haut, Stuttgart, Klett-Cotta, 1987. Sobre la creacién de 1a cultura popular por desarraigo de una antigua tradicién, véase Nata- lie Z. Davis, “Proverbial Wisdom and Popular Errors”. Society and Cul- ture in Early Modern France, Stanford, Stanford University Press. 1975, 130 abismo altamente politizado entre la opinidn de las mujeres sobre sus propios cuerpos y la de la clase médica tendria que esperar la consolidacién de una profesién de base cientifica que comenzé en el siglo XVIII, pero que no se extendié por completo hasta finales del siglo XIx?3, Finalmente, hay indicios razonables de que en el pasado las mujeres podian conocer més o menos como sus médicos el calendario y la fisiologia de la concepcién. Desde luego, si los consultorios de la prensa tienen algiin valor, la opinién de que el orgasmo es necesario para la concepcidn subsiste toda- via; los médicos, tanto hombres como mujeres, que a princi- pios del siglo XX intentaron determinar mediante entrevistas el calendario de la ovulacién durante el ciclo menstrual, no llegaron a obtener respuestas coherentes. Y los estudios an- tropolégicos permiten pensar que las mujeres vivas a las que hoy se puede interrogar mantienen opiniones similares a las propugnadas por comadronas y guias de salud del Renaci- miento. Asi, una encuestada en Suye Mura decia a una antro- pologa de habla japonesa que “ella [pensaba] que si una mu- jer no alcanza el climax, no podia concebir porque su matriz permanecia cerrada”?4. Los samo de Burkino Faso dan una explicacién del semen —‘“el agua del sexo” que emiten hom- pags. 227-267. Sugiero mas adelante que, en materias relevantes para este libro, fueron minimas las diferencias entre la nueva medicina basada en textos clisicos depurados y la observacién directa, por una parte, y por otra las opiniones tradicionales. Véase también Paul-Gabricl Bouché, “Tmagination, Pregnant Women, and Monsters in Eighteenth-Century En- gland and France”, en G. S. Rousseau y Roy Porter, eds., Sexual Under- worlds of the Enlightenment, Chapel Hill, University of North Carolina Press, 1988, pdgs. 86-100, para una explicacién de por qué hasta el si- glo Xvi los médicos no comenzaron a atacar, y no de forma unanime, la creencia de que la conducta de las mujeres embarazadas podia causar monstruosidades, 23 Véase Emily Martin, The Woman in the Body, Boston, Beacon Press, 1987. * Robert J. Smith y Ella Lury Wiswell. The women of Suye Mura, Chicago. University of Chicago Press, 1982: “Ella mastré con sus manos cémo la matriz se abre cuando esta receptiva™ (pags. 63-64). El libro se basa por completo en las notas de campo de Wiswell. 131 bres y mujeres—, sangre, leche y menstruacién que es sor- prendentemente semejante a la que dominaba la tradicién oc- cidental?5. Nada de esto contradice el hecho de que debia haber mu- cha sabiduria en el pueblo y una fuerte tradicion oral entre las mujeres, en los albores de la Europa moderna, que nunca podrian recuperar las fuentes impresas, por muy populares que fuesen, y las demas fuentes modernas. por muy amplio que fuera su campo de accién. Se han perdido para siempre para los historiadores. Tampoco prueba esto que las gentes comunces, hombres o mujeres, pensaran en rigor en términos de los isomorfismos anatémicos del modelo unisexo. No obstante, hace pensar que el tipo de literatura en que baso es- tos capitulos —por otra parte el tinico tipo del que probable- mente pueda Hegar a disponer— comparte el mismo uni- verso conceptual del pueblo renacentista ¢ incluso de “quic- nes sabian (las mujeres)”, aunque no hablen con sus propias voces. Las pruebas sobre las tesis empiricamente comprobables del modelo unisexo no llegaron a desplazarlo, porque dichas tesis formaban parte de una concepcién del cuerpo mucho mas general, intrincada y polimorfa, y por tanto ninguna ob- servacion, por si misma o en combinacidn, podia refutarlo di- rectamente. Willard Quine sugiere que ello se deberia al sus- trato filoséfico. La totalidad de nuestras creencias “son un te- Jido hecho por cl hombre, que es afectado por la experiencia solo en la periferia”. El Hamado conocimiento, para cambiar de metafora, °5 Francoise Heritier-Augé. “Semen and Blood: Some Ancient Theo- ries Concerning their Genesis and Relationship”. Zone, 5 (1989), 160- 161. Este seria un hecho nuclear si la antropdloga hubiera interrogado a hombres y mujeres samo, aunque presenta las Tespuestas Como Si se tra- tara de opiniones gencralmente admitidas. Veanse también los informes sobre los puntos de vista de las mujeres respecto a menstruacion y fertili- dad, citados en Ia introduccion a T. Buckley y A. Gottlieb. eds.. Blood Magic: The Anthropology of Menstruation, Berkeley. University of Cali- fornia Press. 1988, pags. 42-43. 132 es como un campo cuyos limites estén tan indetermina- dos, por la experiencia, que existe mucha libertad para clegir los enunciados que se desean recvaluar a la luz de alguna experiencia contradictoria. Pero ninguna experien- cia particular tiene una vinculacién evidente con un enun- ciado particular del interior del campo*®. La antigua explicacién de los cuerpos y el placer estaba tan profundamente enraizada en la teoria médica y fisioldgica renacentista, lo mismo en versiones cullas que en las popula- res, y tan relacionada con el orden politico y cultural, que es- capaba por completo a cualquier contacto légicamente deter- minante con los limites de la experiencia 0, en realidad, a cualquier intento de comprobacion explicita’7. Es éste un argumento tan habitual en la historia y filoso- fia de la ciencia que incluso tiene nombre: la tesis Quine~ Duhem. Pere vale la pena retomarlo por dos razones. Las afirmaciones empiricamente comprobables del viejo modclo, que representan y estén representadas por la idea trascenden- tal de que existe un solo sexo, son tan inverosimiles para la imaginacidn cientifica moderna que hay que hacer un sobe- rano esfuerzo para comprender cémo las gentes razonables han podido mantenerlas alguna vez. Es un esfuerzo que solo vale la pena si perturba Ja estabilidad de nuestras propias construcciones de la diferencia sexual poniendo en evidencia 26 Willard van Orman Quine. “Two Dogmas of Empiricism”, From a Logical Point of View, Nueva York, Harper and Row, 1963, pé S véase también la formulacién en Quine y J. S. Ullian, The Web of Belief Nueva York, Random House, 1978, 2." ed. Thomas Kuhn, en The Struc- ture of Scientific Revolutions, detiende lo mismo sobre bases histéricas. [De la obra de Quine existe traduccién de Manuel Sacristin, Desde wa punto de vista logico, Barcelona, Orbis, 1985: de la de Kuhn, Agustin Contin. La estructura de fas revoluciones cientificas, 7.° ed., Madrid, FCE Espatia. 1977. 27 En este punto me he basado en muchos autores diferentes. Para un estudio muy rico de la ligica de! cuerpo, Tas relaciones entre sus variados aspectos estructurales, metaforicos y macrocdsmicas, véase cl estudio de Marie Christine-Pouchelle sobre Henri de Mondeville, Corps et chirurgie a Vapogée du moyen-age, Paris, Flammarion, 1983. a las bases de otro planteamiento y mostrando que las diferen- cias que producen la diferencia estan histéricamente deter- minadas. En segundo lugar, al poner de manifiesto el espeso tejido de conocimientos y de retérica que sostuvicron el modelo de sexo unico, perfilo también el escenario en que se movieron sus detractores en los siglos XVI y XIX. Si su estabilidad puede atribuirse a su imbricacidn en otros modos discursivos, no habra necesidad de explicar su colapso por un descubri- miento importante y singular o incluso por agitaciones sacia- les destacadas. De este modo conviene enfrentarse con la construccién del cuerpo de dos sexos dentro del contexto de la multitud y variedad de las nuevas conexiones entre el dis- curso sexual y otros discursos, y dentro del propio discurso sobre el sexo.

Vous aimerez peut-être aussi