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El Auto de La Residencia Del Hombre Como Proceso Judicial Del Pecador
El Auto de La Residencia Del Hombre Como Proceso Judicial Del Pecador
38 | février 2021 :
L’oubli dans le monde hispanique et nord méditerranéen / Droit, politique
et littérature dans l’Espagne du Siècle d’or
Droit, politique et littérature dans l’Espagne du Siècle d’or : le roi, la loi, le procès
Le droit fictionnalisé : culture juridique et représentation du processus judiciaire
Représentation du procès : le théâtre
Résumés
Español Français English
Perteneciente al Códice de autos viejos, el Auto de la Residencia del Hombre nos muestra al
Hombre compareciendo ante el tribunal de Justicia. Como esta actúa en íntima unión con
Misericordia, esta colaboración de dos atributos distintos de Dios posibilita su perdón. La
exaltación final de la Encarnación y de la Redención, característica del Procès de Paradis, se
sustituye aquí por la de la Eucaristía. En cuanto al Hombre, tras haber aceptado una
sentencia que le exime de una temida condena, se declara convencido de que el socorro de la
gracia suficiente le permitirá salvarse. Por ello, el debate entre libertad y gracia permanece
aquí implícito, sin que el desenlace se haga el eco de la polémica entre jesuitas y dominicos
que iba a desencadenarse al final del siglo XVI.
Au sein du Códice de autos viejos, l’Auto de la Residencia del Hombre nous montre la
comparution de l’Homme devant le tribunal de la Justice. Comme celle-ci agit en étroite
union avec la Miséricorde, cette collaboration de deux attributs distincts de Dieu rend
possible son pardon. L’exaltation finale de l’Incarnation et de la Rédemption, caractéristique
du Procès de Paradis, cède ici la place à celle de l’Eucharistie. Quant à l’Homme, après avoir
accepté une sentence qui lui épargne la condamnnation qu’il redoutait, il se dit convaincu
que le secours de la grâce suffisante lui permettra d’être sauvé. C’est pourquoi le débat de la
liberté et de la grâce suffisante demeure implicite, sans que le dénouement se fasse l’écho de
la polémique entre jésuites et dominicains qui marquera la fin du XVIe siècle.
The Auto de la Residencia del Hombre is a play that can be found in the Códice de Autos Viejos
manuscript. The play puts on stage a character called Hombre (Man, Everyman) that has to
go to court, presided by Justicia (Justice). The judicial character acts in tandem with
Misericordia (Mercy), and this combination of two of God’s attributes makes pardon possible.
The final exaltation of Encarnación (Incarnation) and Redención (Redemption), so
characteristic of the Procès de Paradis, is replaced here by the Eucharist. As regards Hombre,
after having accepted a sentence that delivers him from a feared condemnation, he declares
himself convinced that Grace's help is enough for him to reach salvation. Thus, the debate
between Liberty and Grace is implicit here, without there actually being a strong echo of the
final 16th-century polemic between Jesuits and Dominicans.
Entrées d’index
Mots-clés : auto, eucharistie, grâce, justice, miséricorde
Palabras claves : auto, eucaristía, gracia, justicia, misericordia
Keywords : auto, eucharist, grace, justice, mercy
Texte intégral
1 El Auto de la Residencia del Hombre pertenece al llamado Códice de autos viejos de
la Biblioteca Nacional. Víctima de los estragos del tiempo, acrecentados además por
un intento desafortunado de restauración, esta colección fue objeto de
publicaciones parciales en el siglo XIX, antes de ser íntegramente editada por Léo
Rouanet en 19011. Reúne noventa y seis piezas, todas en un acto y en su mayoría en
verso, formando un conjunto de unos cincuenta mil versos. Todas son anónimas,
salvo el Auto de Caín y Abel, que lleva la firma de Jaime Ferruz. Una sola, el Auto de
la Resurrección de Cristo, se abre con una aprobación fechada en 28 de marzo de
1578; sin embargo, la mayoría de los estudiosos concuerdan en colocar su
composición en un período comprendido entre 1550 y 1580. Por consiguiente,
marcan un hito importante entre los pocos dramas litúrgicos que nos ha legado el
Medioevo castellano y los comienzos del auto sacramental pre-calderoniano,
cultivado por Lope de Vega, Tirso de Molina y Valdivielso2.
2 Dentro de esta colección, el Auto de la Residencia del Hombre lleva el número 50,
ocupando un lugar céntrico. También se encuentra en ella, con el número 9, una
Farsa de la Residencia del Hombre de la que el Auto constituye una ampliación, con
variantes que han sido registradas por Mercedes de los Reyes3. Se trata de una
pieza alegórica, como muestran la elección y denominación de las ocho dramatis
personae: Justicia, Misericordia, el Hombre, la Conciencia, el Ángel de la guarda, el
Diablo, el Mundo y la Carne. Consta de 776 versos en quintillas, mientras que la
mayor parte de las demás obras tienen menos de 500. Lo que le confiere su
singularidad dentro de este conjunto, es la puesta en acción de formas y prácticas
jurídicas que se evidencia desde el título, marcando con su impronta el discurso de
los diferentes personajes. No hay acotaciones escénicas, lo que sugiere una
escenografía relativamente sencilla. Podemos pensar que fue representada sobre
un tablado adosado a un solo carro (llamado aquí carretón), lo cual permitía un
espacio de dos niveles cuya existencia se infiere de una de las réplicas4. Dicho esto,
¿dónde y cuándo pudo ser montada? Las hipótesis emitidas al respecto no dejan de
ser problemáticas5.
3 Como la define Covarrubias en su Tesoro, se entiende por “residencia”, en la
España áurea, “la cuenta que da de sí el gobernador, corregidor o administrador,
ante juez nombrado para ello, y porque ha de estar presente y residir en aquellos
días, se dijo residencia6”. Tal es la obligación que el Hombre tiene que cumplir,
como se deduce del argumento que precede el texto del auto (v. 1-25):
9 En vano: ante el poco efecto de sus esfuerzos, Conciencia declara que va a “dar
queja criminal/ del Hombre y de su malicia”, como no tarda en hacerlo:
a pedirte residencia.
[…]
y disculpe su pecado,
amostrando su descargo
Admite mi petición
procediendo a punición;
Yo no sé razonamientos:
que él es mi procurador
la Conciencia información
12 Así se explica la comparecencia de Diablo, Mundo y Carne. Una vez que el Ángel
ha intentado sin éxito recusarlos, vemos primero cómo se conciertan antes de
presentarse ante el tribunal, por temor a las arbitrariedades de la justicia legal.
Como aclara el Diablo:
no seamos entendidos;
decir y repreguntar
13 El Ángel vuelve a la carga: esos testigos son en realidad los enemigos del Hombre
y, ya que le incitaron a cometer las maldades de que es acusado, son cómplices y
coacusados. A lo que contesta Justicia como profesional de las audiencias:
De amigos o de enemigos
no deshace la maldad;
14 En la declaración de los dos primeros testigos, notamos un toque final que tiende
a introducir una nota cómica. El Diablo concluye con este detalle:
y lo firmo de mi nombre
y lo firmo y certifico,
y si necesario es,
No solo se deshará,
y tu Conciencia estará
17 A la confesión pública del Hombre, que concluye con su acto de contrición, hace
eco la petición que Misericordia dirige a Justicia, haciendo que esta dicte una
sentencia que corresponda al deseo del acusado y de sus defensores. Titulada
SENTENCIA, merece ser reproducida in extenso:
En el pleito litigado
la fe y entera creencia
y la caridad y amor
y la firme contrición
misericordia y perdón,
perdón de su desacato,
de aquesta condenación,
ha hecho su confesión.
Y debémosle absolver
de la justa acusación,
y mandámosle tener
firmeza en el corazón
y a la Conciencia exhortamos
industriando y persuadiendo,
y ansina lo pronunciamos
Justicia, si el pecador
Pues el de la delantera
25 Acusado, pero no agredido por estos tres enemigos, ha tenido que comparecer
ante el tribunal; pero nada nos hace pensar que esté llegando al final de su vida; al
contrario, el Ángel nos evita cualquier equivocación y vemos cómo el Hombre, tras
haber comulgado, va a participar con el público en las fiestas del Corpus.
26 Puede ser que el autor de esta obra fuera un jurista de formación o profesión,
conocedor además de la tradición del Procès de Paradis. Sin embargo, semejante
estilización no se debe únicamente a la personalidad de quien la compuso. Lo que
determinan, en efecto, las referencias al juicio y a su vocabulario, es el colorido que
dan al proceso de destrucción y restauración característico de la producción teatral
áurea. En la Comedia, es a menudo al rey al que incumbe restaurar el orden
destruido, alterado o comprometido; en el auto religioso, este papel corresponde
normalmente a Dios. Ahora bien, en el caso del Auto de la residencia del Hombre,
quien lo asume es Justicia que, como ya vimos, actúa en íntima unión con
Misericordia. Esta colaboración no es la de dos virtudes de diferente esencia, sino
de dos atributos distintos de Dios9, lo cual marca los límites del debate que las
opone. Por otra parte, la exaltación final de la Encarnación y de la Redención,
característica del Procès de Paradis, se sustituye aquí por la de la Eucaristía. En
cuanto al Hombre, su arrepentimiento proyecta la acción más allá del veredicto de
Justicia, ya que, tras haber aceptado su sentencia, dirige una última petición a Dios:
Yo consiento la sentencia
y de guardarla prometo
Notes
1 Léo ROUANET, Colección de Autos, Farsas y Coloquios del siglo XVI, Barcelona–Madrid:
Bibliotheca Hispanica, Mâcon, 1901, 4 vols. (reimpr. Georg Olms, Hidelsheim–Nueva-York,
1975).
2 Sobre el Códice de autos viejos, además de L. ROUANET, ibid., vol. 1, p. V-XVI, ver Jean-Louis
FLECNIAKOSKA, La Formation de l’”auto” religieux en Espagne avant Calderón (1550-1653),
Montpellier: 1961; Bruce W. WARDROPPER, Introducción al teatro religioso del Siglo de Oro,
Salamanca: Anaya, 1967; Louise FORTHERGILL-PAYNE, La Alegoría en los autos y farsas
anteriores a Calderón, Londres: Tamesis Books, 1977; Ricardo ARIAS, The Spanish
Sacramental Plays, Boston: Twayne Publishers, 1980; Mercedes de los REYES PEÑA, El Códice
de autos viejos. Un estudio de historia literaria, Sevilla: Alfar, 1988; Miguel Ángel PÉREZ
PRIEGO (ed.) Códice de Autos viejos, Madrid: Castalia, 1988. Hemos publicado una traducción
francesa de esta obra: Jean CANAVAGGIO (ed.), Auto du Procès de l’Homme, in: Robert
MARRAST (ed.), Théâtre espagnol du XVIe siècle, París : Gallimard (Bibliothèque de la
Pléiade), 1983, p. 369-381. De ella proceden las citas, reproducidas aquí en versión
modernizada.
3 Ver M. de los REYES PEÑA, op. cit., vol. 1, p. 294-308.
4 Sobre los aspectos escenográficos de las obras reunidas en el Códice de autos viejos, ver
Norman D. SHERGOLD, A History of the Spanish Stage, Oxford: At the Clarendon Press, 1967,
p. 89-97. Los dos niveles de representación habían de permitir a Justicia y Misericordia
ocupar un lugar más elevado y dominar a los personajes llamados a comparecer. En los
v. 455-456, el Hombre describe al Diablo, en el momento de su llegada al tribunal, como “el
de la delantera que asoma por la ladera…”, indicando así que se está elevando de un nivel a
otro.
5 No cabe excluir que se representara en Sevilla en 1561, a cura de Sebastián de Arcos, y en
1577 por Pedro de Saldaña (ver M. de los REYES PEÑA, op. cit., vol. 1, p. 140).
6 Según Pelorson, la residencia pasará a ser, en el siglo XVII, “le cauchemar de tous les
corrégidors et de leurs équipes”. Ver Jean-Marc PELORSON, Les Letrados juristes castillans
sous Philippe III. Recherches sur leur place dans la société, la culture et l’État, Poitiers: 1980,
p. 92-93. Para más detalles, ver Benjamín GONZÁLEZ-ALONSO, El Corregidor castellano
(1343-1808), Madrid: Instituto de Estudios Administrativos, 1970.
7 Jean-Pierre BORDIER, “Le Procès de Paradis dans la littérature dramatique et didactique de
la fin du Moyen Âge (XIVe-XVe siècle)”, in: Max ENGAMMARE et Alexandre
VANAUTGAERDEN (eds.), L’Intime du Droit à la Renaissance, Ginebra: Droz, 2014, p. 363-395,
p. 363-395. La materia de mi resumen procede de este artículo, y agradezco al autor sus
indicaciones y su ayuda.
8 Marie-Emmanuelle SIMON-WALCKENAER, “Justice et Miséricorde dans le théâtre médiéval
des moralités”, in: Catherine VINCENT (ed.), Justice et Miséricorde. Discours et pratiques dans
l’Occident médiéval, Limoges: PULIM, 2015, p. 201-217.
9 En la línea de la concepción expuesta por Bernard de Clairvaux en su Sermo in Festo
Annunciationis Beatae Mariae Virginis, cuyo origen se hallaría en el Salmo 85, v. 11: “La
misericordia y la verdad se encontraron. La justicia y la paz se besaron.”
10 Se separa por consiguiente de los dominicos tomistas que, al oponer al valor infinito del
alma la fragilidad infinita de la criatura humana, supeditaban la acción de la gracia
suficiente al determinismo divino de la gracia eficaz, la cual, según ellos, hacía posible la
realización efectiva del bien.
11 M.-E. SIMON-WALCKENAER, art. cit., p. 217.
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