Académique Documents
Professionnel Documents
Culture Documents
Balibar - Violencia PDF
Balibar - Violencia PDF
Revista Latinoamericana
19 | 2008
Violencia: razones y sinrazones
Étienne Balibar
Éditeur
Centro de Investigación Sociedad y
Politicas Públicas (CISPO)
Édition électronique
URL : http://polis.revues.org/3991 Édition imprimée
ISSN : 0718-6568 Date de publication : 23 juillet 2008
ISSN : 0717-6554
Référence électronique
Étienne Balibar, « Violencia: idealidad y crueldad », Polis [En ligne], 19 | 2008, mis en ligne le 23 juillet
2012, consulté le 01 octobre 2016. URL : http://polis.revues.org/3991
© Polis
Violencia: idealidad y crueldad 1
Étienne Balibar
NOTE DE L’ÉDITEUR
Recibido 10.02.08 Aceptado 08.03.08
“That this Faustus, this demon, this Beelzebub fled
hiding
from some momentary flashy glare of his
Creditore’s
outraged face exasperated beyond all endurance,
hiding,
scuttling into respectability like a jackal into a
rockpile, so she
thought at first, until she realized that he was not
hiding,
did not want to hide (...)”
(William Faulkner, Absalom, Absalom!,
Penguin Books, 1971,p.146-147)1
1 Inicialmente esta exposición2 se titulaba Violencia e Idealidad*. Por razones que trataré de
explicar, se complementó con un tercer término. Aproximar violencia e idealidad es
llamar nuestra atención sobre una serie de paradojas. Para empezar examinaré dos
proposiciones recíprocas. La primera hace que la violencia, o de la violencia, se
introduzca necesariamente en la economía de la idealidad, es decir, que ella haga parte de
sus condiciones y de sus efectos. La segunda, que la idealidad haga parte, también,
necesariamente, de la economía de la violencia, inclusive si es necesario admitir que ella
no es nunca el único factor o la única determinación. Tales proposiciones expresan una
Polis, 19 | 2008
Violencia: idealidad y crueldad 2
Polis, 19 | 2008
Violencia: idealidad y crueldad 3
Polis, 19 | 2008
Violencia: idealidad y crueldad 4
Polis, 19 | 2008
Violencia: idealidad y crueldad 5
Polis, 19 | 2008
Violencia: idealidad y crueldad 6
perfectamente asignables, como en 1993 en Los Angeles, o entre nosotros en los suburbios
donde se dice que reina el “odio”- es simplemente porque tenemos el sentimiento de que
ella escapa a la lógica del poder y del contrapoder. Algunas veces es para tranquilizarnos;
otras, para hacernos temer por nosotros mismos; algunas veces también para idealizar de
nuevo la violencia por otro sesgo, por ejemplo usando la palabra sacrificio(o dentro de
una terminología batailleana, derroche)11. Yo diría entonces, contra Foucault (o más bien
contra una idea que se ha querido interpretar en él) que existe el podery, aun, un aparato
de poder dotado de uno o varios “centros”, a pesar de lo compleja y múltiple que pueda
ser su constitución. Y realmente el poder no es jamás simple ni jamás estable, implantado
aquí o allá para siempre, entre tales o cuales manos, bajo la forma de tal o cual
“monopolio”. Pero es siempre simplificador, “reductor de complejidad”, según la
expresión popularizada por Luhmann.
14 Puede reducir su complejidad, su diversidad (proceso por sí mismo ya violento en ciertos
casos), no solamente a causa de su fuerza material, que no bastaría, o que él mismo no
sería jamás capaz de concentrar, sino en razón de su trascendencia ficticia, es decir, en
razón del “poder tautológico” y de la violencia simbólica de su propia idealidad, que se
expresan, precisamente, dentro de proposiciones idealizantes como Dios es Dios, la Ley es
la Ley(Gesetz ist Gesetz), que “encierran” lo absoluto dentro de su perfecta identidad 12. Sin
embargo, parodiando a Lacan a partir de Foucault, yo agregaría: el poder no lo es todo, y
aún, él es esencialmente el “no todo”, es decir, deficiente, aún si nosotros le anexamos su
opuesto y su adversario, el contrapoder: la revolución y la revuelta, los movimientos
“antisistémicos” (Wallerstein). Porque el contrapoder es todavía un poder, o al menos
tiene el mismo tipo de relación con el espíritu, con la trascendencia13.
15 Para fijar las ideas, siempre muy abstractamente y tener en cuenta esta incompleta
dialéctica de la Gewalt, nos hace falta un tercer término. La antítesis de la fuerza y de la
violencia no nos será suficiente. ¿Qué tercera noción emplear ? Toda elección es
naturalmente un asunto convencional. Podríamos pensar en Terror, pero que comporte
una referencia histórica bastante fechada y muy limitada. Podríamos pensar en Barbarie,
pero prefiero evitar este término en razón de sus connotaciones etnocéntricas, unidas a la
oposición entre barbarie y civilización. Se utiliza este término cuando se piensa que existe
(o que ha existido) algo como los “bárbaros”, que podrían volver a estar entre nosotros 14.
Me serviré entonces del término Crueldady diría que la fenomenología de la violencia
debe incluir, al mismo tiempo que su relación intrínseca con el poder, su relación con la
crueldad, que es algo diferente. En otros términos, la fenomenología del poder implica
una dialéctica “espiritual” del poder y del contrapoder, del Estado y de la revolución, de
la ortodoxia y de la herejía, que, a todo lo largo de su desarrollo, está hecha de actos
violentos y de relaciones de violencia. Pero ella incluye también (no por demás o por otra
parte , o por fuera de los límites, sino dentro de una estrecha relación permanente con
este desarrollo), una manifestación de la crueldad, que es otrarealidad, y como
afloramiento o apreciación de otra escena.
16 Y es que una parte esencial del problema es comprender por qué el poder (el que trata del
Estado, de la dominación colonial, del poder masculino, patronal, etc.) debe ser no
solamente violento, poderoso, brutal, sino también “cruel” (o “feroz”, o “sádico”), es
decir, por qué debe él atraer en sí mismo y procurar en los que lo ejercitan un efecto de
“disfrute”.15 Me parece que la dificultad fundamental deriva de que, en contra de lo que
ocurre con la dialéctica del espíritu, no existe nada semejante a un centro de crueldad, o a
un centro deportado o descentrado16. Yo diría, retomando la terminología de Bataille, que
Polis, 19 | 2008
Violencia: idealidad y crueldad 7
hay en la crueldad algo intrínsecamente heterogéneo. La crueldad tiene una relación con
las ideas y con la idealidad (con la ideología) que no es del todo la del poder. Esto no
quiere decir que no tenga ninguna.
17 Posiblemente, podríamos sugerir esto: la Gewalt, o la violencia del poder, está en relación
inmediata con las idealidades históricas, porque, según el mecanismo en el cual están
interesados Hegel y Marx (el uno por mostrar la necesidad, y el otro por hacer la crítica),
en la misma medida en la que ella sirve a interesespúblicos y privados muy precisos, no
cesa de materializar sus idealidades. Y por una segunda razón, ella debe constituirse a sí
misma en fuerza capaz de aplastar las resistencias a la materialización de las idealidades,
o a la encarnación de los principios ideales: sea esto Dios o la Nación o el mercado, etc.
Por el contrario, las formas de crueldad establecen con la materialidad una relación sin
mediación, sea ésta interesada o simbólica. Dentro de esta relación “desnuda”, algunas
idealidades terribles se devuelven:pero están desplegadas como “fetiches” o como
“emblemas”. La idealidad cruel posee, esencialmente, no una dimensión hegemónica o
“ideológica”, sino fetichista y emblemática.
18 Esto podría acercarse al hecho de que, en todo proceso de simbolización de las fuerzas
materiales y de los intereses en la historia (condición misma de una representación : más
simbólica, desde este punto de vista, que los discursos del Estado, de la revolución, de la
expansión comercial y colonial, del progreso tecnológico, etcétera), debe siempre existir
un restante inconvertibleo un residuo material de idealidad, inútil y desprovisto de
“sentido”.17 El problema de saber por qué este residuo emerge esencialmente, si no
únicamente, en la forma de la crueldad, es, lo admito voluntariamente, algo
extremadamente molesto para cualquiera que no se sienta dispuesto a realizar un
discurso sobre el mal (entre otras razones por no tener en consideración igualmente un
discurso sobre el bien...).
19 Mi intención no es discutir aquí, en detalle, la dialéctica del poder y su “residuo” de
crueldad. Más bien quisiera aprovechar el tiempo del cual dispongo, para, en comienzo,
recordar algunos de los “momentos” clásicos de esta dialéctica; y, en seguida, volver a los
enigmas de la crueldad, de tal modo que pueda circunscribir las razones que nos impiden
considerar hoy el tema como marginal o secundario18. La dialéctica de la Gewalt (o de la
violencia del poder y de su “espíritu” propio) tal y como la han expuesto los grandes
teóricos del “papel de la violencia en la historia”, según el famoso título de Engels,
aquellos a quienes podríamos llamar los racionalistas de lo negativo y de la negatividad
(Hegel mismo, Clausewitz, Marx, Weber), debe sin duda comenzar con el problema del
derecho, en sus dos dimensiones: elemento de violencia siempre presente dentro del
hecho mismo de su imposición (o “fuerza de ley”), y desarrollo de una violencia legal,
codificada, de un derecho de ejercer la violencia.
20 De un lado, es la antinomia clásica resultante del hecho de que el poder del Estado posee
el monopolio de la violencia,19 de las armas (o de ciertas categorías de armas, con las
considerables variaciones de tiempo y lugar...)20, en resumen, del hecho de que sustrae de
la“sociedad”la violencia y los medios de la violencia, tomándolos para sí mismoy sobre sí
mismo. El sentido y las formas de esta antinomia, los misterios teológicos y políticos que
ella entraña, han sido discutidos de Hobbes a Kant, de Weber a Derrida. Pero no sabrían
estar aislados de otro aspecto, más cotidiano y “profano”, el que concierne a la violencia
codificada: represión, castigo, esclavitud antigua y moderna, etc. En efecto, cada vez que
nosotros intentamos estudiar situaciones concretas como el funcionamiento de las
prisiones, nos encontramos frente a la dificultad, prácticamente infranqueable, que hay
Polis, 19 | 2008
Violencia: idealidad y crueldad 8
de trazar una línea de demarcación bien clara, en el fondodel dominio de la ley misma,
entre la “justicia” y la “violencia” (y no hablo aquí, desde luego, de legislaciones
dictatoriales, o totalitarias, sino de sistemas civilizados y liberales “normales”).
21 En el fondo lo que se llama la “violencia de fundación” que confiere al poder de Estado su
carácter absoluto (o de monopolio ideal), tiene necesidad para existir (y aparecer como el
signo y el medio de una fundación) no solamente –lo que está por demás de ser idealizada
o sacralizada, sino de ser también materialmente ejercida, efectivamente realizada en
algunos lugares y tiempos, en algunas “zonas” de la sociedad. De ahí la importancia y la
dificultad política(y no solamente moral) de un problema como el de la pena de muerte y
el lugar que ocupa históricamente en la economía de la violencia legal. Pero esto no es lo
único, pues se sabe que, a menudo, nosotros vivimos, precisamente, en los límites mismos
de la crueldad.
22 Una dialéctica de la violencia debería continuar por el hecho de que el enfrentamiento
entre poderes y contrapoderes no implica solamente la manifestación continua o
episódica de violencia y de contraviolencia, cuya eficacia, tanto de una parte como de la
otra, depende en parte de la potencia de sus justificaciones simbólicas o, si se quiere, del
elemento ideológico “sublime” que contiene. En efecto, hay otra cosa. Entre más nos
entendemos los historiadores, los filósofos, los juristas, los politólogos, al discutir la
violencia, más nos convencemos de que el esquema lógico y retórico principal -puede ser
único- que sirve para legitimarla violencia es el de la contraviolencia preventiva. Toda
Gewalt que tenga necesidad de una legitimación debe en efecto presentarse a sí misma
como el castigo o el rechazo de fuerzas enraizadas en la naturaleza humana o dentro de
condiciones sociales determinadas o en las creencias o ideologías, que habrían enrarecido
o destruido un orden ideal, originariamente pacífico, no violento o que simplemente
amenazaran con destruirlo.
23 El esquema puede aplicarse directamente, ser enunciado en términos positivos que
asocian inmediatamente descripción y prescripción o devolver a un arquetipo mítico, a
un modelo trascendental que contenga el relato del antagonismo eterno entre el Bien y el
Mal, orden y desorden, justicia y violencia, etc., y de sus episodios recurrentes.
Entendiéndolo bien, es posible representar el Estado en sí mismo, o la autoridad espiritual
como potencia supremamente “violenta”, destructiva del orden ideal; también, que los
poderes establecidos aparecen como la encarnación por excelencia de la destrucción del
orden natural o moral.
24 Esta es la fuente del juego de los espejos infinitos entre “sociedad” y “Estado”, donde
aparecerán términos como injusticia, ilegalismo, revuelta, revolución, etc.. Pero la
consecuencia más importante a mi modo de ver es ésta: si es cierto que en el nivel de los
fundamentos de la institución, la violencia no puede justificarse más que como una
contraviolencia preventiva, entonces se debe decir también que lo que se llama
“violencia”, “desorden”, “destrucción”, etc., sean ellos públicos o privados, individuales o
colectivos, no existen más que en la medida en la que se anticipa ya su represión violenta.
En otros términos, lo que se llama “violencia”, las líneas de demarcación que se trazan
entre las conductas consideradas como violentas y las que no lo son, todo esto no es
visible ni nombrable sino retrospectivamente, en la recurrencia “anticipatoria” de la
contraviolencia.
25 El Estado se constituye cuando adquiere no solamente el monopolio de la coacción sino,
según la expresión de Heide Gerstenberger, “el poder de definir”.21 Ahora bien, esta
situación tiene efectos innegables en el análisis de la violencia, en la investigación de sus
Polis, 19 | 2008
Violencia: idealidad y crueldad 9
manifestaciones y de sus causas, que hace que ella pueda ser conocida o, simplemente,
pensada. Un poder que se organiza a sí mismo como contraviolencia preventiva
(comprendido cuando se trata de un poder insurrecional, revolucionario) tiene
incontestablemente necesidad de conocimientossobre la violencia: tipologías jurídicas,
explicaciones y escenarios sociológicos y sicológicos, estadísticas de su progresión o de su
retroceso, etc. Sin esto no habría ni policía ni política. Pero nosotros no aboliremos jamás
la sospecha, sobre todo cuando contribuimos como “investigadores” en la acumulación de
estos conocimientos, los cuales comportan en su núcleo un punto ciego, que proviene no
solamente de que el saber está asociado al poder (este es el caso de todo saber), sino al
esquema mismo de la contraviolencia preventiva, o del restablecimiento del orden,en
función (y en vista) de lo que se demanda y se produce22. Sobre este punto, entre otros es
necesario retomar una discusión minuciosa sobre la manera como Foucault reflexionó la
“productividad del poder”, en términos, precisamente, de conocimiento.
26 Y para terminar, una dialéctica de la Gewalt debe incluir una descripción de las formas de
violencia más idealistas, más espirituales y aparentemente más “suaves”, implicadas en la
historia de las instituciones de poder. Se ha vuelto hábito designarlas bajo el nombre de
violencia simbólica, expresión en la cual el equívoco es, en sí mismo, notable. En un
artículo reciente Pierre Bourdieu cita un pasaje de la novela de Thomas Bernhard,
Maestros ancianos, donde la educación y la violencia del Estado se encuentran identificadas
de la siguiente manera: “La escuela es la escuela del Estado, donde se hace de los jóvenes
criaturas del Estado, es decir, agentes del Estado. Cuando yo entraba en la escuela,
entraba en el Estado, y como el Estado destruye los seres, yo entraba en el establecimiento
de destrucción de seres. (...) El Estado me hizo entrar en él a la fuerza, como a todos los
otros, y me ha vuelto dócil a él -al Estado- y ha hecho de mí un hombre estatizado, un
hombre reglamentado y registrado y dirigido y diplomado, y pervertido y deprimido,
como todos los otros. Cuando nosotros vemos a todos los hombres, no vemos más que a
hombres estatizados, los servidores del Estado, que, durante toda su vida, sirven al
Estado, y en estas condiciones, durante toda su vida sirven a la contranaturaleza (...).” 23
27 Todo proceso de educación elemental, en efecto, es una manera de integrara los
individuos en la estructura de la “hegemonía” de la cual yo hablaba al comienzo. Esta
consiste no solamente en una normalización de los sujetos, sino en una fabricaciónde su
normalidad de modo que contenga los valores, los ideales de la sociedad. Esto -aunque
operando por los medios intelectuales- no es de ninguna manera un puro proceso de
aprendizaje, una adquisición de capacidades, de saberes, de ideas, etc., ni viene a grabarse
sobre una “tabla rasa”, como lo imaginaban amablemente el empirismo y el liberalismo
clásicos24. Esto debe ser, al contrario, la deconstrucción de una individualidad existente y
la construcción de una nueva. Arriesguemos la siguiente expresión: es necesario que esto
sea un desmembramientopara que pueda tener lugar un remembramientoo una
refundición del espíritu (y es precisamente en tanto que él es desmembrado y
remembrado que el espíritu puede también existir como un “cuerpo”).
28 Esto mismo se podría decir en términos religiosos: toda educación es una “conversión”; lo
que nos enviaría a esa larga historia, desde el “forzarlos a entrar” (compelle eos intrare) de
Saint Luc a San Agustín (de lo cual sabemos que a pesar de sus aplicaciones militares,
tuvo, esencialmente, un sentido espiritual) hasta la escolarización obligatoria moderna y
sus crisis, ya sea de forma “autoritaria” o “libertaria”. Se llega, además, a que las formas
“libertarias” sean en realidad las más violentas, porque es en el niño mismo en quien ellas
imponen el peso del desmembramiento y del remembramiento; a quien piden ser su
Polis, 19 | 2008
Violencia: idealidad y crueldad 10
Polis, 19 | 2008
Violencia: idealidad y crueldad 11
armas (es necesario dar salida a estos excedentes y por añadidura el hombre desechable
se extermina a sí mismo), o de las condiciones en las cuales el sida invade al África desde
el comienzo de la epidemia (es cómodo, si no deseable que la “naturaleza” contribuya a la
eliminación del hombre desechable, a condición de que un cordón sanitario eficaz pueda
ser tirado alrededor de los continentes perdidos). El “norte” no conoce exactamente este
tipo de situación. Y sin embargo el desarrollo de la “nueva pobreza” o de l’underclass (lo
que se denominaba en otro tiempo el “proletariado”, cuando este término no connotaba
una ideología o una dictadura sino la extrema inseguridad de la existencia) tomó unas
formas que se pueden llamar crueles y, en todo caso, singularmente perversas. La segunda
o tercera generación de los jóvenes desempleados no aparece, en efecto, antesde la
institución más o menos completa de un “Estado social”, sino despuésde su crisis y del
principio de su desmembramiento.
33 Marx pensaba que el desempleo cíclico era aprovechado por el capitalismo para hacer
bajar el precio del trabajo y reactivar la acumulación. El lo pensaba “dialécticamente”
como límite del capitalismo, dando testimonio de la necesidad histórica de otra
organización social del trabajo. El no preveía una situación dentro de la cual millones de
hombres sobrantes son a la vez excluidos de la actividady mantenidos en el interior de los
límites del mercado(puesto que el mercado mundial es un absoluto sin exterior: cuando
usted es “excluido”, no puede buscar “otra parte”, una América donde establecerse para
recomenzar la historia). Una situación que, lejos de preparar una superación dialéctica,
un “fin de la historia”, parece destruir las bases objetivas (y no dejar subsistir sino la
referencia a la utopía, es decir, al amor o al odio).
34 Pienso, por otra parte, en el retorno a las guerras “étnicas” y “religiosas” (en últimas,
raciales, pues la categoría de raza ha designado históricamente sólo una combinación de
estos dos factores, proyectados en un imaginario genealógico y biológico). Aparentemente
contrarias a toda lógica útil, ellas han reintroducido el genocidio en el mundo después de
la Guerra Fría, en el norte como en el sur, bajo el nombre de “purificación étnica” y
demás. Pero la purificación étnica no es solamente practicada, es teorizada. De tal suerte
que el “paso al acto”, la violencia exterminadora y sádica (las torturas, las mutilaciones,
las violaciones colectivas, de las cuales Yugoslavia no posee el monopolio), se presenta
como la obra en un escenario donde se combinan estrechamente el fantasma y la
argumentación. Tal violencia y su escenificación (bastante facilitada por la omnipresencia
de la televisión: no somos tan ingenuos como para creer que ésta descorre el velo de una
crueldad que querría quedar secreta; al contrario, ella sirve a una exhibición que hace
parte de la crueldad misma) sumergen sus raíces en la historia del nacionalismo y, en
consecuencia, en el imaginario del Estado y la forma de la nación. Y sin embargo ellas no
son complemento inteligible en la lógica del poder, en la economía de la Gewalt: ellas
respaldan más bien la irrupción de la crueldad. Ellas nos permiten comprobar el
“malestar en la cultura” de una manera más profunda que la que estamos obligados a
reconocer como lo “ya visto”.
35 Hablé hace un instante de la relación indirecta, enigmática, que hemos tratado de ver
entre el subdesarrollo, también llamado “superpoblación” (una palabra que, lo
advertimos, no27 evitará toda connotación de eliminación), y el desarrollo del sida. Esta
aproximación es obscena, pero es intencional porque nos conduce ahora a buscar una
formulación simétrica. El hombre desechablees en forma afirmativa, un fenómeno social,
que aparece, sin embargo, como cuasi “natural”, o como la manifestación de una violencia
en la cual los límites de lo que es humano y de lo que es natural están tendenciosamente
Polis, 19 | 2008
Violencia: idealidad y crueldad 12
Polis, 19 | 2008
Violencia: idealidad y crueldad 13
NOTES
1. “Que este Fausto, este demonio, este Belcebú huyó para esconderse de alguna mirada
resplandeciente momentánea del rostro escandaloso de su acreedor, exasperado más allá de toda
resistencia, escondiéndose, escabulléndose en la respetabilidad como un chacal en su escondrijo.
Así pensó ella al principio, hasta que se dio cuenta que él no estaba escondido, que no quería
esconderse(...)” (William Faulkner, Absalón, Absalón !, Penguin Books, 1971 p.146-147)
2. Exposición presentada en el seminario de Françoise Héritier en el Colegio de Francia, París, el
25 de enero de 1995, y repetido en la Universidad de Cornell, Ithaca, Estados Unidos, el 24 de
febrero de 1995; texto revisado para la presente publicación
*. Título original en francés: “Violence: idéalité et cruauté”. En: Séminaire de Françoise Héritier:
De la violence. Editions Odile Jacob, Paris, 1996. Este artículo fue publicado en formato digital por
la Red Académica de la Universidad Pedagógica Nacional de Colombia y en la revista FOLIOS,
N·.11, Julio - Diciembre de 1999, Universidad Pedagógica Nacional de Colombia. Fue traducido por
Darío Betancourt y Alvaro Quiroga. Darío Betancourt fue profesor titular del Departamento de
Ciencias Sociales de la Univesidad Pedagógica Nacional y Álvaro Quiroga es profesor catedrático
de la Universidad Central. ¡
3. Popper, K.R. Conjeturas y Refutaciones. El crecimiento del saber científico. Trad. Fr. París.
Payot. Cap. 18
4. Cohen Ph. “We hate humans”. Lignes, 25 de mayo de 1995 : violencia y política (Coloquio de
Cerisy, 1994).
5. Cf. en particular S. Freud, El malestar en la cultura. París. PUF. 1971. (Das Unbehagen in der
Kultur, 1930).
Polis, 19 | 2008
Violencia: idealidad y crueldad 14
Polis, 19 | 2008
Violencia: idealidad y crueldad 15
Polis, 19 | 2008
Violencia: idealidad y crueldad 16
RÉSUMÉS
L’auteur analyse les relations entre violence, idéalité et cruauté, et ses paradoxes et
ambivalences, éclairant la complexe relation entre le désir d’éliminer la violence face à la
nécessité de la manifestation violente dans la poursuite de l’utopie et la présence de la violence
exercée par les institutions, collectivités et le propre Etat. L’article explore la relation entre
pouvoir et violence et s’interroge sur la possibilité d’éliminer la violence sans éliminer les
violent, concluant qu’il n’existe pas de degré zéro de violence dans la poursuite des idéaux.
El autor indaga sobre las relaciones entre violencia, idealidad y crueldad, examinando sus
paradojas y ambivalencias, iluminando la compleja relación entre el deseo de eliminar la
violencia, frente a la necesidad de la manifestación violenta en la persecución de la utopía y la
presencia de la violencia ejercida por instituciones, colectividades y el mismo Estado.
Problematiza la relación entre poder y violencia, y se pregunta: ¿se puede eliminar la violencia y
no a los violentos?, concluyendo que no existe un grado cero de violencia en la acción de
persecución de los ideales.
The author investigates on the relations among violence, ideality and cruelty, examining its
paradoxes and ambivalences, illuminating the complex link between the desire of eliminating
violence, in the face of needing violent actions in the pursuit of utopia and in the presence of
violence exercised by institutions, communities and the State. He confronts the relation between
power and violence, and asks himself: can you eliminate violence and not to the violent?,
concluding that violence zero degree in the pursuit of ideals cannot exist.
INDEX
Palabras claves : violencia, idealidad, crueldad, Estado, poder
Mots-clés : violence, idéalité, cruauté, État, pouvoir
Keywords : ideality, cruelty, State, power
AUTEUR
ÉTIENNE BALIBAR
Polis, 19 | 2008